Mártires de Asia
Mártires recientes de la Iglesia en Asia
(Prof. Jose Vidamor Yu, Manila)
Jesús nació, vivió, murió y resucitó en Asia. Predicó, enseñó y testimonió
la Voluntad del Padre en Asia, convirtiendo ese continente en una tierra de
promesas y esperanzas para toda la humanidad. (Cf EA 1). El mandato del
Señor "id y haced discípulos de todos los pueblos" (Mt 28:19) ha de ser
ejecutada desde ese continente.
Los mártires asiáticos: un don para la Iglesia
El origen de la Iglesia en Asia es tan antiguo como el origen de la Iglesia
misma. La religión cristiana se difundió muy rápidamente desde Jerusalén
hasta Antioquia, antes de llegar a Occidente, a Roma. El Cristianismo llegó
a las costas de la India, donde Santo Tomás Apóstol predicó y fue
martirizado, mientras que San Judas Tadeo y San Bartolomeo predicaron el
Evangelio en Armenia. Gracias a sus martirios, Armenia se convirtió en el
primer país cristiano.
La evangelización apostólica de Siria y de las naciones árabes en el siglo
V; de China en el siglo XIII e del Pacífico desde el siglo XV produjo
testimonios y mártires de la fe cristiana. Esos ejemplos cristianos
vivientes otorgan un testimonio extraordinario de vida y trabajo para el
desarrollo de la Iglesia en Asia. Los recientemente reconocidos santos de
Asia permitieron situar la fe cristiana en la cuna de las más antiguas
religiones y tradiciones del mundo. Su sangre fue un don para el desarrollo
de la Iglesia; sus martirios fueron una profunda fuente de "enriquecimiento
espiritual e medio importante de evangelización". (EA 9).
Mártires asiáticos: Inspiración para los misioneros
Los ejemplos de los mártires cristianos, sea los proclamados por la Iglesia
o quienes sólo son conocidos por Dios, constituyen una fuente de inspiración
y ánimo para los misioneros que dedican todos sus esfuerzos a la obra de
evangelización de la Iglesia en Asia. Los misioneros deberían hallar su
propia inspiración aún en el ejemplo de quienes vivieron aplicando los
principios del mensaje cristiano. Juan Pablo II espera que "una muchedumbre
de mártires asiáticos, antiguos y nuevos, nunca cese de enseñar a la Iglesia
en Asia el sentido de ser testigo del Cordero... (EA 49). El llamamiento
para convertirse en "mártir" o "testigo" no es solamente un don de alguien a
Dios, sino un don a la Iglesia y a Asia". "La fe en Jesús es un don que
tiene que ser compartido; es el don más grande que la Iglesia pueda ofrecer
a Asia" (EA10). Este don de fe conlleva dificultades, procesos, retos y toda
clase de problemas hallados por los misioneros al predicar el Evangelio
entre las ricas culturas de Asia. El viaje de fe a Asia es un viaje hacia la
riqueza de los sacrificios cumplidos por los mártires asiáticos. La sangre
que los mártires derramaron en ese continente enseñó a los pueblos de Asia
el valor de "la santidad de la vida y la prontitud de ofrecer su propia vida
por el Evangelio" (EA9).
Mártires asiáticos: nuevos horizontes para las misiones hoy
Hoy en día Asia ha sido bendecida por mártires que inspiran la renovación de
la misión. Los mártires infundieron el sentido de la misión y de la
solidaridad en los corazones de los asiáticos. En India, Gonzalo García y
John de Birto fueron canonizados respectivamente en 1629 y 1947. Joseph Vaz
fue beatificado en 1995. Japón puede contar con Pablo Miki y sus compañeros:
Gracia Hosakawa, Ludivico Ibaragi, Michael Kozaki y Takayama Ukon. Corea
honra la memoria de más de 10.000 martirios, y en 1984 Juan Pablo II
canonizó 103 mártires en Seúl. Además, hubo homenajes a Andrew Kim Taegon,
sacerdote coreano, Chung Hasang y Kim Hyoim, líderes laicos. Filipinas
cuenta con Lorenzo Ruiz y sus compañeros, y también con el catequista Pedro
Calungsod, beatificado en el 2000. Hay más de 130.000 mártires en Vietnam,
117 de los cuales fueron canonizados en 1988: Andrew Dung Lac, Phanxico
Xavier Can, Vincent Diem, Phaolo Le Bao Tinh, Phero Nguyen Khac Tu y otros.
Agnes Le Thi Thanh fue beatificada en el 2000. China cuenta con 120 mártires
canonizados en el 2000 por Juan Pablo II: 33 de ellos eran misioneros y 87
eran chinos.
El testimonio de los mártires asiáticos impulsó la Iglesia a ser testigo
auténtico del Evangelio. Esto conlleva que la Iglesia comparta las oraciones
y la obra de los asiáticos, junto con todos sus dolores y alegrías;
esperanzas y padecimientos.
La Iglesia en Asia está del lado de los pobres, o sea: emigrantes, pueblos y
tribus indígenas, mujeres y niños y todos los que estén siendo explotados.
(EA 34).