Los medios: red de comunicación, comunión y cooperación
Mensaje del papa
Benedicto XVI
para el domingo 28 de mayo 2006
Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
Queridos hermanos y hermanas:
1. Al cumplirse el cuadragésimo
aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, me alegra recordar su
Decreto sobre los Medios de Comunicación Social, «Inter Mirifica», que
señaló especialmente el poder de los medios para ejercer una influencia en toda
la sociedad humana.
Una red que facilite la comunión
La necesidad de herramientas que ayuden al bien de la humanidad me ha impulsado a reflexionar, en mi primer mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sobre la idea de los medios como una red que facilita la comunicación, la comunión y la cooperación.
San Pablo, en su carta a los Efesios, describe vívidamente nuestra vocación humana como la de «participantes de la naturaleza divina» («Dei verbum», n. 2): por Cristo tenemos acceso al Padre en el Espíritu; ya no somos extranjeros y extraños, sino ciudadanos con los santos y los miembros de la familia de Dios, transformándonos en un templo santo, una morada para Dios (cfr. Ef 2, 18-22).
Este sublime retrato de una vida de comunión
pone en movimiento todos los aspectos de nuestra vida como cristianos. La
invitación a acoger con autenticidad la autocomunicación de Dios en Cristo
significa, en realidad, una llamada a reconocer su fuerza dinámica dentro de
nosotros, que desde ahí desea propagarse a los demás y extenderse a todo el
mundo para que su amor sea realmente la medida prevalente en el mundo (cfr.
«Homilía para la Jornada Mundial de la Juventud», Colonia, 21 de agosto
2005).
Un potencial enorme para el bien común
2. Los avances tecnológicos en los medios han conquistado en cierta medida tiempo y espacio, haciendo la comunicación entre las personas tanto instantánea como directa, aun cuando están separadas por enormes distancias. Este desarrollo presenta un potencial enorme para servir al bien común y «constituye un patrimonio a salvaguardar y promover» («El Rápido Desarrollo», n. 10).
Sin embargo, como todos sabemos, nuestro mundo
está lejos de ser perfecto. Diariamente se nos recuerda que la inmediatez de la
comunicación no necesariamente se traduce en la construcción de la cooperación y
la comunión en la sociedad.
Lo que demanda una comunicación auténtica
Iluminar las conciencias de los individuos y
ayudar a formar su pensamiento nunca es una tarea neutral. La comunicación
auténtica demanda valor y decisión radicales. Requiere la determinación de
aquellos que trabajan en los medios para no debilitarse bajo el peso de tanta
información ni para conformarse con verdades parciales o provisionales. Por el
contrario, requiere tanto la búsqueda como la transmisión de lo que es el
sentido y el fundamento último de la existencia humana, personal y social (cfr.
«Fides et Ratio», n. 5). De esta forma, los medios pueden contribuir
constructivamente a la propagación de todo lo que es bueno y verdadero.
Medios de comunicación teñidos de ambigüedad
3. El llamado a los medios de comunicación de hoy a ser responsables, a ser protagonistas de la verdad y promotores de la paz que ella conlleva, supone numerosos desafíos.
Aunque los diversos instrumentos de comunicación social facilitan el intercambio de información, ideas y entendimiento mutuo entre grupos, también están teñidos de ambigüedad. Paralelamente a que facilitan «una gran mesa redonda» para el diálogo, algunas tendencias dentro de los medios engendran una forma de monocultura que oscurece el genio creador, reduce la sutileza del pensamiento complejo y desestima la especificidad de prácticas culturales y la particularidad de la creencia religiosa. Estas son distorsiones que ocurren cuando la industria de los medios se reduce al servicio de sí misma o funciona solamente guiada por el lucro, perdiendo el sentido de responsabilidad hacia el bien común.
Así pues, deben fomentarse siempre el reporte
preciso de los eventos, la explicación completa de los hechos de interés público
y la presentación justa de diversos puntos de vista.
Importantísimo el apoyo a la familia
La necesidad de sostener y apoyar la vida
matrimonial y familiar es de particular importancia, precisamente porque se
relaciona con el fundamento de cada cultura y sociedad (cfr. «Apostolicam
Actuositatem», n. 11). En colaboración con los padres, las industrias de la
comunicación social y el entretenimiento pueden ayudar en la difícil pero
altamente satisfactoria vocación de educar a la niñez, con la presentación de
modelos edificantes de vida y amor humanos (cfr. «Inter Mirifica», n.
11). Es muy descorazonador y destructivo para todos nosotros cuando lo opuesto
ocurre. ¿No lloran nuestros corazones, muy especialmente, cuando los jóvenes son
sujetos de expresiones degradantes o falsas de amor que ridiculizan la dignidad
otorgada por Dios de cada persona humana y socavan los intereses de la familia?
Los tres pasos del servicio que deben
prestar los medios
4. Para motivar tanto una presencia
constructiva como una percepción positiva de los medios en la sociedad, deseo
reiterar la importancia de los tres pasos identificados por mi venerado
predecesor el papa Juan Pablo II, necesarios para el servicio que deben prestar
al bien común: formación, participación y diálogo (cfr. «El Rápido
Desarrollo», n. 11).
La formación para el bien común
La formación en el uso responsable y crítico de los medios ayuda a las personas a utilizarlos de manera inteligente y apropiada. El profundo impacto que los medios electrónicos en particular ejercen al generar un nuevo vocabulario e imágenes, que introducen tan fácilmente en la sociedad, no habría de ser sobrevalorado.
Precisamente porque los medios contemporáneos
configuran la cultura popular, ellos mismos deben sobreponerse a toda tentación
de manipular, especialmente a los jóvenes, y, por el contrario, deben impulsarse
en el deseo de formar y servir. De este modo ellos protegen en vez de erosionar
el tejido de la sociedad civil, tan valioso para la persona humana.
La particiáción para el bien común
La participación en los medios surge de su
naturaleza: son un bien destinado a toda persona. Como servicio público, la
comunicación social requiere de un espíritu de cooperación y co-responsabilidad
con escrupulosa atención en el uso de los recursos públicos y en el desempeño de
los cargos públicos (cfr. «Ética en las Comunicaciones Sociales», n. 20),
incluyendo el recurso a marcos normativos y a otras medidas o estructuras
diseñadas para lograr este objetivo.
El diálogo para el bien común
Finalmente, los medios de comunicación deben
aprovechar y ejercer las grandes oportunidades que les brindan la promoción del
diálogo, el intercambio de conocimientos, la expresión de solidaridad y los
vínculos de paz. De esta manera ellos se transforman en recursos incisivos y
apreciados para la construcción de la civilización del amor que toda persona
anhela.
Construyamos la comunión
Estoy seguro de que unos serios esfuerzos para promover estos tres pasos ayudarán a los medios a desarrollarse sólidamente como una red de comunicación, comunión y cooperación, ayudando a los hombres, mujeres y niños, a prestar más atención a la dignidad de la persona humana, a ser más responsables y abiertos a los otros, especialmente a los miembros más necesitados y débiles de la sociedad (cfr. «Redemptor Hominis», n. 15; «Ética en las Comunicaciones Sociales», n. 4).
Para concluir, retomo las alentadoras palabras de San Pablo: Cristo es nuestra paz. En él somos uno (cf. Ef 2, 14). ¡Rompamos juntos los muros divisorios de la hostilidad y construyamos la comunión de amor según los designios que el Creador nos dio a conocer por medio de su Hijo!