Me han quitado a mi hijo del vientre pero no de la mente
Darnos cuenta de dónde estamos y saber en qué tiempo vivimos no es tarea fácil para nadie. Para troquelar el yo auténtico hay que tener un pie en tierra, en el suelo, y el otro en aspiraciones sensatas. Me dice: «Mi cuerpo es mío, por eso puedo hacer con él lo que quiera; estoy embarazada y, por consiguiente, puedo abortar». Así lo hace. Consulta con un Centro de Planificación Familiar, y allí coinciden con ella; hablan de los tópicos de siempre: realizarse, rehacer la propia vida… Cuando la vuelvo a ver me dice que la han engañado, que le han matado a su hijo. No puede ver un niño en la televisión. Llora a causa de su depresión. « Vivo en un piso alto y veo todos los tejados sembrados de antenas; no puedo mirar por la ventana porque pienso que todas las emisoras de televisión están emitiendo a algún niño anunciando comida y vestidos; no puedo, doctor. Me armaré de valor e iré al Centro de Planificación; les diré que me han robado un hijo, que me lo devuelvan. Me lo han quitado del vientre, pero no de la mente». (Pablo de Lucas Estremera Alfa&Omega Abril 2003)