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La versión Biblia de Jerusalén 

Al final de cada capítulo encontrará el mismo pasaje
en la versión de la Biblia de Jerusalén

 

Capítulo 1
1:1
LAS palabras de Jeremías hijo de Hilcías, de los sacerdotes que estuvieron en Anathoth, en tierra de Benjamín.
1:2
La palabra de el Altísimo que fué á él en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año décimotercio de su reinado.
1:3
Fué asimismo en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedechîas hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalem en el mes quinto.
1:4
Fué pues palabra de el Altísimo á mí, diciendo:
1:5
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que salieses de la matriz te santifiqué, te dí por profeta á las gentes.
1:6
Y yo dije: ¡Ah! ¡ah! ¡Señor el Altísimo! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.
1:7
Y díjome el Altísimo: No digas, soy niño; porque á todo lo que te enviaré irás tú, y dirás todo lo que te mandaré.
1:8
No temas delante de ellos, porque contigo soy para librarte, dice el Altísimo.
1:9
Y extendió el Altísimo su mano, y tocó sobre mi boca; y díjome el Altísimo: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.
1:10
Mira que te he puesto en este día sobre gentes y sobre reinos, para arrancar y para destruir, y para arruinar y para derribar, y para edificar y para plantar.
1:11
Y la palabra de el Altísimo fué á mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Yo veo una vara de almendro.
1:12
Y díjome el Altísimo: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.
1:13
Y fué á mí palabra de el Altísimo segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Yo veo una olla que hierve; y su haz está de la parte del aquilón.
1:14
Y díjome el Altísimo: Del aquilón se soltará el mal sobre todos los moradores de la tierra.
1:15
Porque he aquí que yo convoco todas las familias de los reinos del aquilón, dice el Altísimo; y vendrán, y pondrá cada uno su asiento á la entrada de las puertas de Jerusalem, y junto á todos sus muros en derredor, y en todas las ciudades de Judá.
1:16
Y á causa de toda su malicia, proferiré mis juicios contra los que me dejaron, é incensaron á dioses extraños, y á hechuras de sus manos se encorvaron.
1:17
Tú pues, ciñe tus lomos, y te levantarás, y les hablarás todo lo que te mandaré: no temas delante de ellos, porque no te haga yo quebrantar delante de ellos.
1:18
Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortalecida, y como columna de hierro, y como muro de bronce sobre toda la tierra, á los reyes de Judá, á sus príncipes, á sus sacerdotes, y al pueblo de la tierra.
1:19
Y pelearán contra ti, mas no te vencerán; porque yo soy contigo, dice el Altísimo, para librarte.


Jer 1:1 Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, de los sacerdotes de Anatot, en la tierra de Benjamín,
Jer 1:2 a quien fue dirigida la palabra de Yahveh en tiempo de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, en el año trece de su reinado,
Jer 1:3 y después en tiempo de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, hasta cumplirse el año undécimo de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, o sea, hasta la deportación de Jerusalén en el mes quinto.
Jer 1:4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
Jer 1:5 Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.
Jer 1:6 Yo dije: «¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho.»
Jer 1:7 Y me dijo Yahveh: No digas: «Soy un muchacho», pues adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás.
Jer 1:8 No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte - oráculo de Yahveh -.
Jer 1:9 Entonces alargó Yahveh su mano y tocó mi boca. Y me dijo Yahveh: Mira que he puesto mis palabras en tu boca.
Jer 1:10 Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar.
Jer 1:11 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos: «¿Qué estás viendo, Jeremías?» «Una rama de almendro estoy viendo.»
Jer 1:12 Y me dijo Yahveh: «Bien has visto. Pues así soy yo, velador de mi palabra para cumplirla.»
Jer 1:13 Nuevamente me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos: «¿Qué estás viendo?» «Un puchero hirviendo estoy viendo, que se vuelca de norte a sur.»
Jer 1:14 Y me dijo Yahveh: «Es que desde el norte se iniciará el desastre sobre todos los moradores de esta tierra.
Jer 1:15 Porque en seguida llamo yo a todas las familias reinos del norte - oráculo de Yahveh - y vendrán a instalarse a las mismas puertas de Jerusalén, y frente a todas sus murallas en torno, y contra todas las ciudades de Judá,
Jer 1:16 a las que yo sentenciaré por toda su malicia: por haberme dejado a mí para ofrecer incienso a otros dioses, y adorar la obra de sus propias manos.
Jer 1:17 Por tu parte, te apretarás la cintura, te alzarás y les dirás todo lo que yo te mande. No desmayes ante ellos, y no te haré yo desmayar delante de ellos;
Jer 1:18 pues, por mi parte, mira que hoy te he convertido en plaza fuerte, en pilar de hierro, en muralla de bronce frente a toda esta tierra, así se trate de los reyes de Judá como de sus jefes, de sus sacerdotes o del pueblo de la tierra.
Jer 1:19 Te harán la guerra, mas no podrán contigo, pues contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte.»

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Capítulo 2

2:1
Y FUÉ á mí palabra de el Altísimo, diciendo:
2:2
Anda, y clama á los oídos de Jerusalem, diciendo: Así dice el Altísimo: Heme acordado de ti, de la misericordia de tu mocedad, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada.
2:3
Santidad era Israel á el Altísimo, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoran pecarán; mal vendrá sobre ellos, dice el Altísimo.
2:4
Oid la palabra de el Altísimo, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel.
2:5
Así dijo el Altísimo: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad, y tornáronse vanos?
2:6
Y no dijeron: ¿Dónde está el Altísimo, que nos hizo subir de tierra de Egipto, que nos hizo andar por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre?
2:7
Y os metí en tierra de Carmelo, para que comieseis su fruto y su bien: mas entrasteis, y contaminasteis mi tierra, é hicisteis mi heredad abominable.
2:8
Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está el Altísimo? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha.
2:9
Por tanto entraré aún en juicio con vosotros, dijo el Altísimo, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé.
2:10
Porque pasad á las islas de Chîttim y mirad; y enviad á Cedar, y considerad cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante á ésta:
2:11
Si alguna gente ha mudado sus dioses, bien que ellos no son dioses. Pero mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha.
2:12
Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo el Altísimo.
2:13
Porque dos males ha hecho mi pueblo: dejáronme á mí, fuente de agua viva, por cavar para sí cisternas, cisternas rotas que no detienen aguas.
2:14
¿Es Israel siervo? ¿es esclavo? ¿por qué ha sido dado en presa?
2:15
Los cachorros de los leones bramaron sobre él, dieron su voz; y pusieron su tierra en soledad; quemadas están sus ciudades, sin morador.
2:16
Aun los hijos de Noph y de Taphnes te quebrantaron la mollera.
2:17
¿No te acarreó esto tu dejar á el Altísimo tu Dios, cuando te hacía andar por camino?
2:18
Ahora pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿y qué tienes tú en el camino de Asiria, para que bebas agua del río?
2:19
Tu maldad te castigará, y tu apartamiento te condenará: sabe pues y ve cuán malo y amargo es tu dejar á el Altísimo tu Dios, y faltar mi temor en tí, dice el Señor el Altísimo de los ejércitos.
2:20
Porque desde muy atrás he quebrado tu yugo, y roto tus ataduras; y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol umbroso, corrias tú, oh ramera.
2:21
Y yo te planté de buen vidueño, simiente verdadera toda ella: ¿cómo pues te me has tornado sarmientos de vid extraña?
2:22
Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre tí, tu pecado está sellado delante de mí, dijo el Señor el Altísimo.
2:23
¿Como dices: No soy inmunda, nunca anduve tras los Baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que frecuentas sus carreras;
2:24
Asna montés acostumbrada al desierto, que respira como quiere; ¿de su ocasión quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se cansarán; hallaránla en su mes.
2:25
Defiende tus pies de andar descalzos, y tu garganta de la sed. Mas dijiste: Hase perdido la esperanza; en ninguna manera: porque extraños he amado y tras ellos tengo de ir.
2:26
Como se avergüenza el ladrón cuando es tomado, así se avergonzarán la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes, y sus profetas;
2:27
Que dicen al leño: Mi padre eres tú; y á la piedra: Tú me has engendrado: pues me volvieron la cerviz, y no el rostro; y en el tiempo de su trabajo dicen: Levántate, y líbranos.
2:28
¿Y dónde están tus dioses que hiciste para tí? Levántense, á ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción: porque según el número de tus ciudades, oh Judá, fueron tus dioses.
2:29
¿Por qué porfías conmigo? Todos vosotros prevaricasteis contra mí, dice el Altísimo.
2:30
Por demás he azotado vuestros hijos; no han recibido corrección. Cuchillo devoró vuestros profetas como león destrozador.
2:31
¡Oh generación! ved vosotros la palabra de el Altísimo. ¿He sido yo á Israel soledad, ó tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Señores somos; nunca más vendremos á tí?
2:32
¿Olvídase la virgen de su atavío, ó la desposada de sus sartales? mas mi pueblo se ha olvidado de mí por días que no tienen número.
2:33
¿Por qué abonas tu camino para hallar amor, pues aun á las malvadas enseñaste tus caminos?
2:34
Aun en tus faldas se halló la sangre de las almas de los pobres, de los inocentes: no la hallé en excavación, sino en todas estas cosas.
2:35
Y dices: Porque soy inocente, de cierto su ira se apartó de mí. He aquí yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: No he pecado.
2:36
¿Para qué discurres tanto, mudando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria.
2:37
También saldrás de él con tus manos sobre tu cabeza: porque el Altísimo deshechó tus confianzas, y en ellas no tendrás buen suceso.


Jer 2:1 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
Jer 2:2 Ve y grita a los oídos de Jerusalén: Así dice Yahveh: De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguirme tú por el desierto, por la tierra no sembrada.
Jer 2:3 Consagrado a Yahveh estaba Israel, primicias de su cosecha. «Quienquiera que lo coma, será reo; mal le sucederá» - oráculo de Yahveh -.
Jer 2:4 Oíd la palabra de Yahveh, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel.
Jer 2:5 Así dice Yahveh: ¿Qué encontraban vuestros padres en mí de torcido, que se alejaron de mi vera, y yendo en pos de la Vanidad se hicieron vanos?
Jer 2:6 En cambio no dijeron: «¿Dónde está Yahveh, que nos subió de la tierra de Egipto, que nos llevó por el desierto, por la estepa y la paramera, por tierra seca y sombría, tierra por donde nadie pasa y en donde nadie se asienta?»
Jer 2:7 Luego os traje a la tierra del vergel, para comer su fruto y su bien. Llegasteis y ensuciasteis mi tierra, y pusisteis mi heredad asquerosa.
Jer 2:8 Los sacerdotes no decían: «¿Dónde está Yahveh?»; ni los peritos de la Ley me conocían; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaban por Baal, y en pos de los Inútiles andaban.
Jer 2:9 Por eso, continuaré litigando con vosotros - oráculo de Yahveh - y hasta con los hijos de vuestros hijos litigaré.
Jer 2:10 Porque, en efecto, pasad a las islas de los Kittim y ved, enviad a Quedar quien investigue a fondo, pensadlo bien y ved si aconteció cosa tal:
Jer 2:11 si las gentes cambiaron de dioses - ¡aunque aquéllos no son dioses! -. Pues mi pueblo ha trocado su Gloria por el Inútil.
Jer 2:12 Pasmaos, cielos, de ello, erizaos y cobrad gran espanto - oráculo de Yahveh -.
Jer 2:13 Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen.
Jer 2:14 ¿Es un esclavo Israel, o nació siervo? Pues ¿cómo es que ha servido de botín?
Jer 2:15 Contra él rugieron leoncillos, dieron voces y dejaron su país hecho una desolación, sus ciudades incendiadas, sin habitantes.
Jer 2:16 Hasta los hijos de Nof y de Tafnis te han rapado el cráneo.
Jer 2:17 ¿No te ha sucedido esto por haber dejado a Yahveh tu Dios cuando te guiaba en tu camino?
Jer 2:18 Y entonces, ¿qué cuenta te tiene encaminarte a Egipto para beber las aguas del Nilo?, o ¿qué cuenta te tiene encaminarte a Asur para beber las aguas del Río?
Jer 2:19 Que te enseñe tu propio daño, que tus apostasías te escarmienten; reconoce y ve lo malo y amargo que te resulta el dejar a Yahveh tu Dios y no temblar ante mí - oráculo del Señor Yahveh Sebaot -.
Jer 2:20 Oh tú, que rompiste desde siempre el yugo y, sacudiendo las coyundas, decías: «¡No serviré!», tú, que sobre todo otero prominente y bajo todo árbol frondoso estabas yaciendo, prostituta.
Jer 2:21 Yo te había plantado de la cepa selecta, toda entera de simiente legítima. Pues ¿cómo te has mudado en sarmiento de vid bastarda?
Jer 2:22 Porque, así te blanquees con salitre y te des cantidad de lejía, se te nota la culpa en mi presencia - oráculo del Señor Yahveh -.
Jer 2:23 Cómo dices: «No estoy manchada; en pos de los Baales no anduve?» ¡Mira tu rastro en el Valle! Reconoce lo que has hecho, camellita liviana que trenza sus derroteros,
Jer 2:24 irrumpe en el desierto y en puro celo se bebe los vientos: su estro, ¿quién lo calmará? Cualquiera que la busca la topa, ¡bien acompañada la encuentra!
Jer 2:25 Guarda tu pie de la descalcez y tu garganta de la sed. Pero tú dices: «No hay remedio: a mí me gustan los extranjeros, y tras ellos he de ir.»
Jer 2:26 Cual se avergüenza el ladrón cuando es sorprendido, así se ha avergonzado la casa de Israel: ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y sus profetas,
Jer 2:27 los que dicen al madero: «Mi padre eres tú», y a la piedra: «Tú me diste a luz.» Tras de volverme la espalda, que no la cara, al tiempo de su mal dice: «¡Levántate y sálvanos!»
Jer 2:28 Pues ¿dónde están tus dioses, los que tú mismo te hiciste? ¡Que se levanten ellos, a ver si te salvan en tiempo de desgracia! Pues cuantas son tus ciudades, otros tantos son tus dioses, Judá; (y cuantas calles cuenta Jerusalén, otros tantos altares hay de Baal).
Jer 2:29 ¿Por qué os querelláis conmigo, si todos vosotros os habéis rebelado contra mí? - oráculo de Yahveh -.
Jer 2:30 En vano golpeé a vuestros hijos, pues no aprendieron. Ha devorado vuestra espada a vuestos profetas, como el león cuando estraga.
Jer 2:31 ¡Vaya generación la vuestra!; atended a la palabra de Yahveh: ¿Fui yo un desierto para Israel o una tierra malhadada? ¿Por qué, entonces, dice mi pueblo: «¡Bajemos! No vendremos más a ti.»?
Jer 2:32 ¿Se olvida la doncella de su aderezo, la novia de su cinta? Pues mi pueblo sí que me ha olvidado días sin número.
Jer 2:33 ¡Qué hermoso te parece tu camino en busca del amor! A la verdad, hasta con maldades aprendiste tus caminos.
Jer 2:34 En tus mismas haldas se encontraban manchas de sangre de las almas de pobres inocentes: no los sorprendiste en escalo. Y con todo eso,
Jer 2:35 dices: «Soy inocente; basta ya de ira contra mí.» Pues bien, aquí me tienes para discutir contigo eso que has dicho: «No he pecado.»
Jer 2:36 ¡Cuánta ligereza la tuya para cambiar de dirección! También de Egipto te avergonzarás como te avergonzaste de Asur.
Jer 2:37 También de ésta saldrás con las manos en la cabeza. Porque Yahveh ha rechazado aquello en que confías, y no saldrás bien de ello.

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Capítulo 3

3:1
DICEN: Si alguno dejare su mujer, y yéndose ésta de él se juntare á otro hombre, ¿volverá á ella más? ¿no será tal tierra del todo amancillada? Tú pues has fornicado con muchos amigos; mas vuélvete á mí, dijo el Altísimo.
3:2
Alza tus ojos á los altos, y ve en qué lugar no te hayas publicado: para ellos te sentabas en los caminos, como Arabe en el desierto; y con tus fornicaciones y con tu malicia has contaminado la tierra.
3:3
Por esta causa las aguas han sido detenidas, y faltó la lluvia de la tarde; y has tenido frente de mala mujer, ni quisiste tener vergüenza.
3:4
A lo menos desde ahora, ¿no clamarás á mí, Padre mío, guiador de mi juventud?
3:5
¿Guardará su enojo para siempre? ¿eternalmente lo guardará? He aquí que has hablado y hecho cuantas maldades pudiste.
3:6
Y díjome el Altísimo en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Vase ella sobre todo monte alto y debajo de todo árbol umbroso, y allí fornica.
3:7
Y dije después que hizo todo esto: Vuélvete á mí; mas no se volvió. Y vió la rebelde su hermana Judá.
3:8
Que yo lo había visto; que por todas estas causas en las cuales fornicó la rebelde Israel, yo la había despedido, y dádole la carta de su repudio; y no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fué ella y fornicó.
3:9
Y sucedió que por la liviandad de su fornicación la tierra fué contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño.
3:10
Y con todo esto, la rebelde su hermana Judá no se tornó á mí de todo su corazón, sino mentirosamente, dice el Altísimo.
3:11
Y díjome el Altísimo: Justificado ha su alma la rebelde Israel en comparación de la desleal Judá.
3:12
Ve, y clama estas palabras hacia el aquilón, y di: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice el Altísimo; no haré caer mi ira sobre vosotros: porque misericordioso soy yo, dice el Altísimo, no guardaré para siempre el enojo.
3:13
Conoce empero tu maldad, porque contra el Altísimo tu Dios has prevaricado, y tus caminos has derramado á los extraños debajo de todo árbol umbroso, y no oiste mi voz, dice el Altísimo.
3:14
Convertíos, hijos rebeldes, dice el Altísimo, porque yo soy vuestro esposo: y os tomaré uno de una ciudad, y dos de una familia, y os introduciré en Sión;
3:15
Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten de ciencia y de inteligencia.
3:16
Y acontecerá, que cuando os multiplicareis y creciereis en la tierra, en aquellos días, dice el Altísimo, no se dirá más: Arca del pacto de el Altísimo; ni vendrá al pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la visitarán, ni se hará más.
3:17
En aquel tiempo llamarán á Jerusalem Trono de el Altísimo, y todas las gentes se congregarán á ella en el nombre de el Altísimo en Jerusalem: ni andarán más tras la dureza de su corazón malvado.
3:18
En aquellos tiempos irán de la casa de Judá á la casa de Israel, y vendrán juntamente de tierra del aquilón á la tierra que hice heredar á vuestros padres.
3:19
Yo empero dije: ¿Cómo te pondré por hijos, y te daré la tierra deseable, la rica heredad de los ejércitos de las gentes? Y dije: Padre mío me llamarás, y no te apartarás de en pos de mí.
3:20
Mas como la esposa quiebra la fe de su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice el Altísimo.
3:21
Voz sobre las alturas fué oída, llanto de los ruegos de los hijos de Israel; porque han torcido su camino, de el Altísimo su Dios se han olvidado.
3:22
Convertíos, hijos rebeldes, sanaré vuestras rebeliones. He aquí nosotros venimos á tí; porque tú eres el Altísimo nuestro Dios.
3:23
Ciertamente vanidad son los collados, la multitud de los montes: ciertamente en el Altísimo nuestro Dios está la salud de Israel.
3:24
Confusión consumió el trabajo de nuestros padres desde nuestra mocedad; sus ovejas, sus vacas, sus hijos y sus hijas.
3:25
Yacemos en nuestra confusión, y nuestra afrenta nos cubre: porque pecamos contra el Altísimo nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud y hasta este día; y no hemos escuchado la voz de el Altísimo nuestro Dios.


Jer 3:1 «Supongamos que despide un marido a su mujer; ella se va de su lado y es de otro hombre: ¿podrá volver a él? ¿no sería como una tierra manchada?» Pues bien, tú has fornicado con muchos compañeros, ¡y vas a volver a mí! - oráculo de Yahveh -.
Jer 3:2 Alza los ojos a los calveros y mira: ¿en dónde no fuiste gozada? A la vera de los caminos te sentabas para ellos, como el árabe en el desierto, y manchaste la tierra con tus fornicaciones y malicia.
Jer 3:3 Se suspendieron las lloviznas de otoño, y faltó lluvia tardía; pero tú tenías rostro de mujer descarada, rehusaste avergonzarte.
Jer 3:4 ¿Es que entonces mismo no me llamabas: «Padre mío; el amigo de mi juventud eres tú?;
Jer 3:5 ¿tendrá rencor para siempre?, ¿lo guardará hasta el fin?» Ahí tienes cómo has hablado; las maldades que hiciste las has colmado.
Jer 3:6 Yahveh me dijo en tiempos del rey Josías: ¿Has visto lo que hizo Israel, la apóstata? Andaba ella sobre cualquier monte elevado y bajo cualquier árbol frondoso, fornicando allí.
Jer 3:7 En vista de lo que había hecho, dije: «No vuelvas a mí.» Y no volvió. Vio esto su hermana Judá, la pérfida;
Jer 3:8 vio que a causa de todas las fornicaciones de Israel, la apóstata, yo la había despedido dándole su carta de divorcio; pero no hizo caso su hermana Judá, la pérfida, sino que fue y fornicó también ella,
Jer 3:9 tanto que por su liviandad en fornicar manchó la tierra, y fornicó con la piedra y con el leño.
Jer 3:10 A pesar de todo, su hermana Judá, la pérfida, no se volvió a mí de todo corazón, sino engañosamente - oráculo de Yahveh.
Jer 3:11 Y me dijo Yahveh: Más justa se ha manifestado Israel, la apóstata, que Judá, la pérfida.
Jer 3:12 Anda y pregona estas palabras al Norte y di: Vuelve, Israel apóstata, - oráculo de Yahveh -; no estará airado mi semblante contra vosotros, porque piadoso soy - oráculo de Yahveh - no guardo rencor para siempre.
Jer 3:13 Tan sólo reconoce tu culpa, pues contra Yahveh tu Dios te rebelaste, frecuentaste a extranjeros bajo todo árbol frondoso, y mi voz no oísteis - oráculo de Yahveh -.
Jer 3:14 Volved, hijos apóstatas - oráculo de Yahveh - porque yo soy vuestro Señor. Os iré recogiendo uno a uno de cada ciudad, y por parejas de cada familia, y os traeré a Sión.
Jer 3:15 Os pondré pastores según mi corazón que os den pasto de conocimiento y prudencia.
Jer 3:16 Y luego, cuando seáis muchos y fructifiquéis en la tierra, en aquellos días - oráculo de Yahveh - no se hablará más del arca de la alianza de Yahveh, no vendrá en mientes, no se acordarán ni se ocuparán de ella, ni será reconstruida jamás.
Jer 3:17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono de Yahveh» y se incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de Yahveh, en Jerusalén, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones.
Jer 3:18 En aquellos días, andará la casa de Judá al par de Israel, y vendrán juntos desde tierras del norte a la tierra que di en herencia a vuestros padres.
Jer 3:19 Yo había dicho: «Sí, te tendré como a un hijo y te daré una tierra espléndida, flor de las heredades de las naciones.» Y añadí: «Padre me llamaréis y de mi seguimiento no os volveréis.»
Jer 3:20 Pues bien, como engaña una mujer a su compañero, así me ha engañado la casa de Israel, oráculo de Yahveh.
Jer 3:21 Voces sobre los calveros se oían: rogativas llorosas de los hijos de Israel, porque torcieron su camino, olvidaron a su Dios Yahveh.
Jer 3:22 - Volved, hijos apóstatas; yo remediaré vuestras apostasías. - Aquí nos tienes de vuelta a ti, porque tú, Yahveh, eres nuestro Dios.
Jer 3:23 ¡Luego eran mentira los altos, la barahúnda de los montes! ¡Luego por Yahveh, nuestro Dios, se salva Israel!
Jer 3:24 La Vergüenza se comió la laceria de nuestros padres desde nuestra mocedad: sus ovejas y vacas, sus hijos e hijas.
Jer 3:25 Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra propia confusión, ya que contra Yahveh nuestro Dios hemos pecado nosotros como nuestros padres desde nuestra mocedad hasta hoy, y no escuchamos la voz de Yahveh nuestro Dios.

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Capítulo 4

4:1
SI te has de convertir, oh Israel, dice el Altísimo, conviértete á mí; y si quitares de delante de mí tus abominaciones, no andarás de acá para allá.
4:2
Y jurarás, diciendo, Vive el Altísimo, con verdad, con juicio, y con justicia: y bendecirse han en él las gentes, y en él se gloriarán.
4:3
Porque así dice el Altísimo á todo varón de Judá y de Jerusalem: Haced barbecho para vosotros, y no sembréis sobre espinas.
4:4
Circuncidaos á el Altísimo, y quitad los prepucios de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalem; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien apague, por la malicia de vuestras obras.
4:5
Denunciad en Judá, y haced oid en Jerusalem, y decid: Sonad trompeta en la tierra. Pregonad, juntad, y decid: Reuníos, y entrémonos en las ciudades fuertes.
4:6
Alzad bandera en Sión, juntaos, no os detengáis; porque yo hago venir mal del aquilón, y quebrantamiento grande.
4:7
El león sube de su guarida, y el destruidor de gentes ha partido; salido ha de su asiento para poner tu tierra en soledad; tus ciudades serán asoladas, y sin morador.
4:8
Por esto vestíos de saco, endechad y aullad; porque la ira de el Altísimo no se ha apartado de nosotros.
4:9
Y será en aquel día, dice el Altísimo, que desfallecerá el corazón del rey, y el corazón de los príncipes, y los sacerdotes estarán atónitos, y se maravillarán los profetas.
4:10
Y dije: ¡Ay, ay, el Altísimo Dios! verdaderamente en gran manera has engañado á este pueblo y á Jerusalem, diciendo, Paz tendréis; pues que el cuchillo ha venido hasta el alma.
4:11
En aquel tiempo se dirá de este pueblo y de Jerusalem: Viento seco de las alturas del desierto vino á la hija de mí pueblo, no para aventar, ni para limpiar.
4:12
Viento más vehemente que estos vendrá á mí: y ahora yo hablaré juicios con ellos.
4:13
He aquí que subirá como nube, y su carro como torbellino; más ligeros con sus caballos que las águilas. ¡Ay de nosotros, porque dados somos á saco!
4:14
Lava de la malicia tu corazón, oh Jerusalem, para que seas salva. ¿Hasta cuándo dejarás estar en medio de ti los pensamientos de iniquidad?
4:15
Porque la voz se oye del que trae las nuevas desde Dan, y del que hace oir la calamidad desde el monte de Ephraim.
4:16
Decid á las gentes; he aquí, haced oir sobre Jerusalem: Guardas vienen de tierra lejana, y darán su voz sobre las ciudades de Judá.
4:17
Como las guardas de las heredades, estuvieron sobre ella en derredor, porque se rebeló contra mí, dice el Altísimo.
4:18
Tu camino y tus obras te hicieron esto, ésta tu maldad: por lo cual amargura penetrará hasta tu corazón.
4:19
¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las telas de mi corazón: mi corazón ruge dentro de mí; no callaré; porque voz de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra.
4:20
Quebrantamiento sobre quebrantamiento es llamado; porque toda la tierra es destruída: en un punto son destruídas mis tiendas, en un momento mis cortinas.
4:21
¿Hasta cuándo tengo de ver bandera, tengo de oir voz de trompeta?
4:22
Porque mi pueblo es necio; no me conocieron los hijos ignorantes y los no entendidos; sabios para mal hacer, y para bien hacer no supieron.
4:23
Miré la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y los cielos, y no había en ellos luz.
4:24
Miré los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruídos.
4:25
Miré, y no parecía hombre, y todas las aves del cielo se habían ido.
4:26
Miré, y he aquí el Carmelo desierto, y todas sus ciudades eran asoladas á la presencia de el Altísimo, á la presencia del furor de su ira.
4:27
Porque así dijo el Altísimo: Toda la tierra será asolada; mas no haré consumación.
4:28
Por esto se enlutará la tierra, y los cielos arriba se oscurecerán, porque hablé, pensé, y no me arrepentí, ni me tornaré de ello.
4:29
Del estruendo de la gente de á caballo y de los flecheros huyó toda la ciudad; entráronse en las espesuras de los bosques, y subiéronse en peñascos; todas las ciudades fueron desamparadas, y no quedó en ellas morador alguno.
4:30
Y tú, destruída, ¿qué harás? Bien que te vistas de grana, aunque te adornes con atavíos de oro, aunque pintes con antimonio tus ojos, en vano te engalanas; menospreciáronte los amadores, buscarán tu alma.
4:31
Porque voz oí como de mujer que está de parto, angustia como de primeriza; voz de la hija de Sión que lamenta y extiende sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mí! que mi alma desmaya á causa de los matadores.

Jer 4:1 ¡Si volvieras, Israel!, oráculo de Yahveh, ¡si a mí volvieras!, si quitaras tus Monstruos abominables, y de mí no huyeras!
Jer 4:2 Jurarías: «¡Por vida de Yahveh!» con verdad, con derecho y con justicia, y se bendecirían por él las naciones, y por él se alabarían.
Jer 4:3 Porque así dice Yahveh al hombre de Judá y a Jerusalén: - Cultivad el barbecho y no sembréis sobre cardos.
Jer 4:4 Circuncidaos para Yahveh y extirpad los prepucios de vuestros corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén; no sea que brote como fuego mi saña, y arda y no haya quien la apague, en vista de vuestras perversas acciones.
Jer 4:5 Avisad en Judá y que se oiga en Jerusalén. Tañed el cuerno por el país, pregonad a voz en grito: ¡Juntaos, vamos a las plazas fuertes!
Jer 4:6 ¡Izad bandera hacia Sión! ¡Escapad, no os paréis! Porque yo traigo una calamidad del norte y un quebranto grande.
Jer 4:7 Se ha levantado el león de su cubil, y el devorador de naciones se ha puesto en marcha: salió de su lugar para dejar la tierra desolada. Tus ciudades quedarán arrasadas, sin habitantes.
Jer 4:8 Por ende, ceñíos de sayal, endechad y plañid: - «¡No; no se va de nosotros la ardiente ira de Yahveh!»
Jer 4:9 Sucederá aquel día - oráculo de Yahveh - que se perderá el ánimo del rey y el de los príncipes, se pasmarán los sacerdotes, y los profetas se espantarán.
Jer 4:10 Y yo digo: «¡Ay, Señor Yahveh! ¡Cómo embaucaste a este pueblo y a Jerusalén diciendo: "Paz tendréis", y ha penetrado la espada hasta el alma!»
Jer 4:11 En aquella sazón se dirá a este pueblo y a Jerusalén: - Un viento ardiente viene por el desierto, camino de la hija de mi pueblo, no para beldar, ni para limpiar.
Jer 4:12 Un viento lleno de amenazas viene de mi parte. Ahora me toca a mí alegar mis razones respecto a ellos.
Jer 4:13 Ved cómo se levanta cual las nubes, como un huracán sus carros, y ligeros más que águilas sus corceles. - ¡Ay de nosotros, estamos perdidos!
Jer 4:14 - Limpia de malicia tu corazón, Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo durarán en ti tus pensamientos torcidos?
Jer 4:15 Una voz avisa desde Dan y da la mala nueva desde la sierra de Efraím.
Jer 4:16 Pregonad: «¡Los gentiles! ¡Ya están aquí!»; hacedlo oír en Jerusalén. Los enemigos vienen de tierra lejana y dan voces contra las ciudades de Judá.
Jer 4:17 Como guardas de campo se han puesto frente a ella en torno, porque contra mí se rebelaron - oráculo de Yahveh -.
Jer 4:18 Tu proceder y fechorías te acarrearon esto; esto tu desgracia te ha penetrado hasta el corazón porque te rebelaste contra mí.
Jer 4:19 - ¡Mis entrañas, mis entrañas!, ¡me duelen las telas del corazón, se me salta el corazón del pecho! No callaré, porque mi alma ha oído sones de cuerno, el clamoreo del combate.
Jer 4:20 Se anuncia quebranto sobre quebranto, porque es saqueada toda la tierra. En un punto son saqueadas mis tiendas, y en un cerrar de ojos mis toldos.
Jer 4:21 ¿Hasta cuándo veré enseñas, y oiré sones de cuerno?
Jer 4:22 - Es porque mi pueblo es necio: A mí no me conocen. Criaturas necias son, carecen de talento. Sabios son para lo malo, ignorantes para el bien.
Jer 4:23 Miré a la tierra, y he aquí que era un caos; a los cielos, y faltaba su luz.
Jer 4:24 Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros trepidaban.
Jer 4:25 Miré, y he aquí que no había un alma, y todas las aves del cielo se habían volado.
Jer 4:26 Miré, y he aquí que el vergel era yermo, y todas las ciudades estaban arrasadas delante de Yahveh y del ardor de su ira.
Jer 4:27 Porque así dice Yahveh: Desolación se volverá toda la tierra, aunque no acabaré con ella.
Jer 4:28 Por eso ha de enlutarse la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba; pues tengo resuelta mi decisión y no me pesará ni me volveré atrás de ella.
Jer 4:29 Al ruido de jinetes y flecheros huía toda la ciudad. Se metían por los bosques y trepaban por las peñas. Toda ciudad quedó abandonada, sin quedar en ellas habitantes.
Jer 4:30 Y tú, asolada, ¿qué vas a hacer? Aunque te vistas de grana, aunque te enjoyes con joyel de oro, aunque te pintes con polvos los ojos, en vano te hermoseas: te han rechazado tus amantes: ¡tu muerte es lo que buscan!
Jer 4:31 Y entonces oí una voz como de parturienta, gritos como de primeriza: era la voz de la hija de Sión, que gimiendo extendía sus palmas: «¡Ay, pobre de mí, que mi alma desfallece a manos de asesinos!»


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Capítulo 5

5:1
DISCURRID por las plazas de Jerusalem, y mirad ahora, y sabed, y buscad en sus plazas si halláis hombre, si hay alguno que haga juicio, que busque verdad; y yo la perdonaré.
5:2
Y si dijeren: Vive el Altísimo; por tanto jurarán mentira.
5:3
Oh el Altísimo, ¿no miran tus ojos á la verdad? Azotástelos, y no les dolió; consumístelos, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron tornarse.
5:4
Yo empero dije: Por cierto ellos son pobres, enloquecido han, pues no conocen el camino de el Altísimo, el juicio de su Dios.
5:5
Irme he á los grandes, y hablaréles; porque ellos conocen el camino de el Altísimo, el juicio de su Dios. Ciertamente ellos también quebraron el yugo, rompieron las coyundas.
5:6
Por tanto, león del monte los herirá, destruirálos lobo del desierto, tigre acechará sobre sus ciudades; cualquiera que de ellas saliere, será arrebatado: porque sus rebeliones se han multiplicado, hanse aumentado sus deslealtades.
5:7
¿Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios. Saciélos, y adulteraron, y en casa de ramera se juntaron en compañías.
5:8
Como caballos bien hartos fueron á la mañana, cada cual relinchaba á la mujer de su prójimo.
5:9
¿No había de hacer visitación sobre esto? dijo el Altísimo. De una gente como ésta ¿no se había de vengar mi alma?
5:10
Escalad sus muros, y destruid; mas no hagáis consumación: quitad las almenas de sus muros, porque no son de el Altísimo.
5:11
Porque resueltamente se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de Judá, dice el Altísimo.
5:12
Negaron á el Altísimo, y dijeron: El no es, y no vendrá mal sobre nosotros, ni veremos cuchillo ni hambre;
5:13
Antes los profetas serán como viento, y no hay en ellos palabra; así se hará á ellos.
5:14
Por tanto, así ha dicho el Altísimo Dios de los ejércitos: Porque hablasteis esta palabra, he aquí yo pongo en tu boca mis palabras por fuego, y á este pueblo por leños, y los consumirá.
5:15
He aquí yo traigo sobre vosotros gente de lejos, oh casa de Israel, dice el Altísimo; gente robusta, gente antigua, gente cuya lengua ignorarás, y no entenderás lo que hablare.
5:16
Su aljaba como sepulcro abierto, todos valientes.
5:17
Y comerá tu mies y tu pan, que habían de comer tus hijos y tus hijas; comerá tus ovejas y tus vacas, comerá tus viñas y tus higueras; y tus ciudades fuertes en que tú confías, tornará en nada á cuchillo.
5:18
Empero en aquellos días, dice el Altísimo, no os acabaré del todo.
5:19
Y será que cuando dijereis: ¿Por qué hizo el Altísimo el Dios nuestro con nosotros todas estas cosas? entonces les dirás: De la manera que me dejasteis á mí, y servisteis á dioses ajenos en vuestra tierra así serviréis á extraños en tierra ajena.
5:20
Denunciad esto en la casa de Jacob, y haced que esto se oiga en Judá, diciendo:
5:21
Oid ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tienen ojos y no ven, que tienen oídos y no oyen:
5:22
¿A mí no temeréis? dice el Altísimo; ¿no os amedrentaréis á mi presencia, que al mar por ordenación eterna, la cual no quebrantará, puse arena por término? Se levantarán tempestades, mas no prevalecerán; bramarán sus ondas, mas no lo pasarán.
5:23
Empero este pueblo tiene corazón falso y rebelde; tornáronse y fuéronse.
5:24
Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora á el Altísimo Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo; los tiempos establecidos de la siega nos guarda.
5:25
Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas; y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien.
5:26
Porque fueron hallados en mi pueblo impíos; acechaban como quien pone lazos; pusieron trampa para tomar hombres.
5:27
Como jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño: así se hicieron grandes y ricos.
5:28
Engordaron y pusiéronse lustrosos, y sobrepujaron los hechos del malo: no juzgaron la causa, la causa del huérfano; con todo hiciéronse prósperos, y la causa de los pobres no juzgaron.
5:29
¿No tengo de visitar sobre esto? dice el Altísimo; ¿y de tal gente no se vengará mi alma?
5:30
Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra:
5:31
Los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué pues haréis á su fin?


Jer 5:1 Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y enteraos; buscad por sus plazas, a ver si topáis con alguno que practique la justicia, que busque la verdad, y yo la perdonaría.
Jer 5:2 Pues, si bien dicen: «¡Por vida de Yahveh!», también juran en falso.
Jer 5:3 - ¡Oh Yahveh! tus ojos, ¿no son para la verdad? Les heriste, mas no acusaron el golpe; acabaste con ellos, pero no quisieron aprender. Endurecieron sus caras más que peñascos, rehusaron convertirse.
Jer 5:4 Yo decía: «Naturalmente, el vulgo es necio, pues ignora el camino de Yahveh, el derecho de su Dios.
Jer 5:5 Voy a acudir a los grandes y a hablar con ellos, porque ésos conocen el camino de Yahveh, el derecho de su Dios.» Pues bien, todos a una habían quebrado el yugo y arrancado las coyundas.
Jer 5:6 Por eso los herirá el león de la selva, el lobo de los desiertos los destrozará, el leopardo acechará sus ciudades: todo el que saliere de ellas será despedazado. - Porque son muchas sus rebeldías, y sus apostasías son grandes.
Jer 5:7 ¿Cómo te voy a perdonar por ello? Tus hijos me dejaron y juraron por el no - dios. Yo los harté, y ellos se hicieron adúlteros, y el lupanar frecuentaron.
Jer 5:8 Son caballos lustrosos y vagabundos: cada cual relincha por la mujer de su prójimo.
Jer 5:9 ¿Y de esto no pediré cuentas? - oráculo de Yahveh -, ¿de una nación así no se vengará mi alma?
Jer 5:10 Escalad sus murallas, destruid, mas no acabéis con ella. Quitad sus sarmientos porque no son de Yahveh.
Jer 5:11 Porque bien me engañaron, la casa de Judá y la casa de Israel - oráculo de Yahveh -.
Jer 5:12 Renegaron de Yahveh diciendo: «¡El no cuenta!, ¡no nos sobrevendrá daño alguno, ni espada ni hambre veremos!
Jer 5:13 Cuanto a los profetas, el viento se los lleve, pues carecen de Palabra.» - Así les será hecho.
Jer 5:14 Por tanto, así dice Yahveh, el Dios Sebaot: Por haber hablado ellos tal palabra, he aquí que yo pongo las mías en tu boca como fuego, y a este pueblo como leños, y los consumirá.
Jer 5:15 He aquí que yo traigo sobre vosotros, una nación de muy lejos, ¡oh casa de Israel! - oráculo de Yahveh -; una nación que no mengua, nación antiquísima aquélla, nación cuya lengua ignoras y no entiendes los que habla;
Jer 5:16 cuyo carcaj es como tumba abierta: todos son valientes.
Jer 5:17 Comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos e hijas, comerá tus ovejas y vacas, comerá tus viñas e higueras; con la espada destruirá tus plazas fuertes en que confías.
Jer 5:18 Por lo demás, en los días aquellos - oráculo de Yahveh - todavía no acabaré con vosotros.
Jer 5:19 - Y cuando dijereis: «¿Por qué nos hace Yahveh nuestro Dios todo esto?», les dirás: «Lo mismo que me dejasteis a mí y servisteis a dioses extraños en vuestra tierra, así serviréis a extraños en una tierra no vuestra.»
Jer 5:20 Anunciad esto a la casa de Jacob y hacedlo oír en Judá:
Jer 5:21 - Ea, oíd esto, pueblo necio y sin seso - tienen ojos y no ven, orejas y no oyen -:
Jer 5:22 ¿A mí no me temeréis? - oráculo de Yahveh -, ¿delante de mí no temblaréis, que puse la arena por término al mar, límite eterno, que no traspasará? Se agitará, mas no lo logrará; mugirán sus olas, pero no pasarán.
Jer 5:23 Pero este pueblo tiene un corazón traidor y rebelde: traicionaron llegando hasta el fin.
Jer 5:24 Y no se les ocurrió decir: «Ea, temamos a Yahveh nuestro Dios, que da la lluvia tempranera y la tardía a su tiempo; que nos garantiza las semanas que regulan la siega.»
Jer 5:25 Todo esto lo trastornaron vuestras culpas y vuestros pecados os privaron del bien.
Jer 5:26 Porque se encuentran en mi pueblo malhechores: preparan la red, cual paranceros montan celada: ¡hombres son atrapados!
Jer 5:27 Como jaula llena de aves, así están sus casas llenas de fraudes. Así se engrandecieron y se enriquecieron,
Jer 5:28 engordaron, se alustraron. Ejecutaban malas acciones. La causa del huérfano no juzgaban y el derecho de los pobres no sentenciaban.
Jer 5:29 ¿Y de esto no pediré cuentas? - oráculo de Yahveh -, ¿de una nación así no se vengará mi alma?
Jer 5:30 Algo pasmoso y horrendo se ha dado en la tierra:
Jer 5:31 los profetas profetizaron con mentira, y los sacerdotes dispusieron a su guisa. Pero mi pueblo lo prefiere así. ¿A dónde vais a parar?

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Capítulo 6

6:1
HUID, hijos de Benjamín, de en medio de Jerusalem, y tocad bocina en Tecoa, y alzad por señal humo sobre Beth-hacchêrem: porque del aquilón se ha visto mal, y quebrantamiento grande.
6:2
A mujer hermosa y delicada comparé á la hija de Sión.
6:3
A ella vendrán pastores y sus rebaños; junto á ella en derredor pondrán sus tiendas; cada uno apacentará á su parte.
6:4
Denunciad guerra contra ella: levantaos y subamos hacia el mediodía. ¡Ay de nosotros! que va cayendo ya el día, que las sombras de la tarde se han extendido.
6:5
Levantaos, y subamos de noche, y destruyamos sus palacios.
6:6
Porque así dijo el Altísimo de los ejércitos: Cortad árboles, y extended baluarte junto á Jerusalem: esta es la ciudad que toda ella ha de ser visitada; violencia hay en medio de ella.
6:7
Como la fuente nunca cesa de manar sus aguas, así nunca cesa de manar su malicia; injusticia y robo se oye en ella; continuamente en mi presencia, enfermedad y herida.
6:8
Corrígete, Jerusalem, porque no se aparte mi alma de ti, porque no te torne desierta, tierra no habitada.
6:9
Así dijo el Altísimo de los ejércitos: Del todo rebuscarán como á vid el resto de Israel: torna tu mano como vendimiador á los cestos.
6:10
¿A quién tengo de hablar y amonestar, para que oigan? He aquí que sus orejas son incircuncisas, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de el Altísimo les es cosa vergonzosa, no la aman.
6:11
Por tanto estoy lleno de saña de el Altísimo, trabajado he por contenerme; derramaréla sobre los niños en la calle, y sobre la reunión de los jóvenes juntamente; porque el marido también será preso con la mujer, el viejo con el lleno de días.
6:12
Y sus casas serán traspasadas á otros, sus heredades y también sus mujeres; porque extenderé mi mano sobre los moradores de la tierra, dice el Altísimo.
6:13
Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande de ellos, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores.
6:14
Y curan el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo, Paz, paz; y no hay paz.
6:15
¿Hanse avergonzado de haber hecho abominación? No por cierto, no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza: por tanto caerán entre los que caerán; caerán cuando los visitaré, dice el Altísimo.
6:16
Así dijo el Altísimo: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.
6:17
Desperté también sobre vosotros atalayas, que dijesen: Escuchad á la voz de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos.
6:18
Por tanto oid, gentes, y conoce, oh conjunto de ellas.
6:19
Oye, tierra. He aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon á mis palabras, y aborrecieron mi ley.
6:20
¿A qué viene para mí este incienso de Seba, y la buena caña olorosa de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son á mi voluntad, ni vuestros sacrificios me dan gusto.
6:21
Por tanto el Altísimo dice esto: He aquí yo pongo á este pueblo tropiezos, y caerán en ellos los padres y los hijos juntamente, el vecino y su cercano perecerán.
6:22
Así ha dicho el Altísimo: He aquí que viene pueblo de tierra del aquilón, y gente grande se levantará de los cantones de la tierra.
6:23
Arco y escudo arrebatarán; crueles son, que no tendrán misericordia; sonará la voz de ellos como la mar, y montarán á caballo como hombres dispuestos para la guerra, contra ti, oh hija de Sión.
6:24
Su fama oimos, y nuestras manos se descoyuntaron; apoderóse de nosotros angustia, dolor como de mujer que pare.
6:25
No salgas al campo, ni andes por camino; porque espada de enemigo y temor hay por todas partes.
6:26
Hija de mi pueblo, cíñete de saco, y revuélcate en ceniza; hazte luto como por hijo único, llanto de amarguras: porque presto vendrá sobre nosotros el destruidor.
6:27
Por fortaleza te he puesto en mi pueblo, por torre: conocerás pues, y examinarás el camino de ellos.
6:28
Todos ellos príncipes rebeldes, andan con engaño; son cobre y hierro: todos ellos son corruptores.
6:29
Quemóse el fuelle, del fuego se ha consumido el plomo: por demás fundió el fundidor, pues los malos no son arrancados.
6:30
Plata desechada los llamarán, porque el Altísimo los desechó.


Jer 6:1 Escapad, hijos de Benjamín, de dentro de Jerusalén, en Técoa tañed el cuerno, y sobre Bet Hakkérem izad bandera, porque una desgracia amenaza del norte y un quebranto grande.
Jer 6:2 ¿Acaso a una deliciosa pradera te comparas, hija de Sión?
Jer 6:3 A ella vienen pastores con sus rebaños, han montado las tiendas, junto a ella en derredor, y apacientan cada cual su manada.
Jer 6:4 - «¡Declaradle la guerra santa! ¡En pie y subamos contra ella a mediodía!... ¡Ay de nosotros, que el día va cayendo, y se alargan las sombras de la tarde!...
Jer 6:5 ¡Pues arriba y subamos de noche y destruiremos sus alcázares!»
Jer 6:6 Porque así dice Yahveh Sebaot: «Talad sus árboles y alzad contra Jerusalén un terraplén.» Es la ciudad de visita. Todo el mundo se atropella en su interior.
Jer 6:7 Cual mana un pozo sus aguas, tal mana ella su malicia. «¡Atropello!», «¡despojo!» - se oye decir en ella; ante mí de continuo heridas y golpes.
Jer 6:8 Aprende, Jerusalén, no sea que se despegue mi alma de ti, no sea que te convierta en desolación, en tierra despoblada.
Jer 6:9 Así dice Yahveh Sebaot: Busca, rebusca como en una cepa en el resto de Israel; vuelve a pasar tu mano como el vendimiador por los pámpanos.
Jer 6:10 - ¿A quiénes que me oigan voy a hablar y avisar? He aquí que su oído es incircunciso y no pueden entender. He aquí que la palabra de Yahveh se les ha vuelto oprobio: no les agrada.
Jer 6:11 También yo estoy lleno de la saña de Yahveh y cansado de retenerla. La verteré sobre el niño de la calle y sobre el grupo de mancebos juntos. También el hombre y la mujer serán apresados, el viejo con la anciana.
Jer 6:12 Pasarán sus casas a otros, campos y mujeres a la vez, cuando extienda yo mi mano sobre los habitantes de esta tierra - oráculo de Yahveh -.
Jer 6:13 Porque desde el más chiquito de ellos hasta el más grande, todos andan buscando su provecho, y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el fraude.
Jer 6:14 Han curado el quebranto de mi pueblo a la ligera, diciendo: «¡Paz, paz!», cuando no había paz.
Jer 6:15 ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron? Avergonzarse, no se avergonzaron; sonrojarse, tampoco supieron; por tanto caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite - dice Yahveh.
Jer 6:16 Así dice Yahveh: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por los senderos antiguos, cuál es el camino bueno, y andad por él, y encontraréis sosiego para vuestras almas. Pero dijeron: «No vamos.»
Jer 6:17 Entonces les puse centinelas: «¡Atención al toque de cuerno!» Pero dijeron: «No atendemos.»
Jer 6:18 Por tanto, oíd, naciones, y conoce, asamblea, lo que vendrá sobre ellos;
Jer 6:19 oye, tierra: He aquí que traigo desgracia a este pueblo, como fruto de sus pensamientos, porque a mis razones no atendieron, y por lo que respecta a mi Ley, la desecharon.
Jer 6:20 - ¿A qué traerme incienso de Seba y canela fina de país remoto? Ni vuestros holocaustos me son gratos, ni vuestros sacrificios me complacen.
Jer 6:21 Por tanto, así dice Yahveh: Mirad que pongo a este pueblo tropiezos y tropezarán en ellos padres e hijos a una, el vecino y su prójimo perecerán.
Jer 6:22 Así dice Yahveh: Mirad que un pueblo viene de tierras del norte y una gran nación se despierta de los confines de la tierra.
Jer 6:23 Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como la mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo hombre para la guerra contra ti, hija de Sión.
Jer 6:24 - Oímos su fama, flaquean nuestras manos, angustia nos asalta, dolor como de parturienta.
Jer 6:25 No salgáis al campo, no andéis por el camino, que el enemigo lleva espada: terror por doquier.
Jer 6:26 - Hija de mi pueblo, cíñete de sayal y revuélcate en ceniza, haz por ti misma un duelo de hijo único, una endecha amarguísima, porque en seguida viene el saqueador sobre nosotros.
Jer 6:27 - A ti te puse en mi pueblo por inquisidor sagaz para que examinaras y probaras su conducta.
Jer 6:28 - Todos ellos son rebeldes que andan difamando; bronce y hierro; todos son degenerados.
Jer 6:29 Jadeó el fuelle, el plomo se consumió por el fuego. En vano afinó el afinador, porque la ganga no se desprendió.
Jer 6:30 Serán llamados «plata de desecho», porque Yahveh los desechó.

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Capítulo 7

7:1
PALABRA que fué de el Altísimo á Jeremías, diciendo:
7:2
Ponte á la puerta de la casa de el Altísimo, y predica allí esta palabra, y di: Oid palabra de el Altísimo, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar á el Altísimo.
7:3
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar.
7:4
No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de el Altísimo, templo de el Altísimo, templo de el Altísimo es éste.
7:5
Mas si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con exactitud hiciereis derecho entre el hombre y su prójimo,
7:6
Ni oprimiereis al peregrino, al huérfano, y á la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro;
7:7
Os haré morar en este lugar, en la tierra que dí á vuestros padres para siempre.
7:8
He aquí vosotros os confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan.
7:9
¿Hurtando, matando, y adulterando, y jurando falso, é incensando á Baal, y andando tras dioses extraños que no conocisteis,
7:10
Vendréis y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis: Librados somos: para hacer todas estas abominaciones?
7:11
¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa, sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo veo, dice el Altísimo.
7:12
Andad empero ahora á mi lugar que fué en Silo, donde hice que morase mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel.
7:13
Ahora pues, por cuanto habéis vosotros hecho todas estas obras, dice el Altísimo, y bien que os hablé, madrugando para hablar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis;
7:14
Haré también á esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, en la que vosotros confiáis, y á este lugar que dí á vosotros y á vuestros padres, como hice á Silo:
7:15
Que os echaré de mi presencia como eché á todos vuestros hermanos, á toda la generación de Ephraim.
7:16
Tú pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré.
7:17
¿No ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem?
7:18
Los hijos cogen la leña, y los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas á la reina del cielo y para hacer ofrendas á dioses ajenos, por provocarme á ira.
7:19
¿Provocaránme ellos á ira, dice el Altísimo, y no más bien obran ellos mismos para confusión de sus rostros?
7:20
Por tanto, así ha dicho el Señor el Altísimo: He aquí que mi furor y mi ira se derrama sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo, y sobre los frutos de la tierra; y encenderáse, y no se apagará.
7:21
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed carne.
7:22
Porque no hablé yo con vuestros padres, ni les mandé el día que los saqué de la tierra de Egipto, acerca de holocaustos y de víctimas:
7:23
Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré á vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mandare, para que os vaya bien.
7:24
Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante,
7:25
Desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié á todos los profetas mis siervos, cada día madrugando y enviándolos:
7:26
Mas no me oyeron ni inclinaron su oído; antes endurecieron su cerviz, é hicieron peor que sus padres.
7:27
Tú pues les dirás todas estas palabras, mas no te oirán; aun los llamarás, y no te responderán.
7:28
Les dirás por tanto: Esta es la gente que no escuchó la voz de el Altísimo su Dios, ni tomó corrección; perdióse la fe, y de la boca de ellos fué cortada.
7:29
Trasquila tu cabello, y arrójalo, y levanta llanto sobre las alturas; porque el Altísimo ha aborrecido y dejado la nación de su ira.
7:30
Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice el Altísimo; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual mi nombre fué invocado, amancillándola.
7:31
Y han edificado los altos de Topheth, que es en el valle del hijo de Hinnom, para quemar al fuego sus hijos y sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón.
7:32
Por tanto, he aquí vendrán días, ha dicho el Altísimo, que no se diga más, Topheth, ni valle del hijo de Hinnom, sino Valle de la Matanza; y serán enterrados en Topheth, por no haber lugar.
7:33
Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las espante.
7:34
Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de la calles de Jerusalem, voz de gozo y voz de alegría, voz de esposo y voz de esposa; porque la tierra será en desolación.


Jer 7:1 Palabra que llegó de parte de Yahveh a Jeremías:
Jer 7:2 Párate en la puerta de la Casa de Yahveh y proclamarás allí esta palabra. Dirás: Oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que entráis por estas puertas a postraros ante Yahveh.
Jer 7:3 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mejorad de conducta y de obras, y yo haré que os quedéis en este lugar.
Jer 7:4 No fiéis en palabras engañosas diciendo: «¡Templo de Yahveh, Templo de Yahveh, Templo de Yahveh es éste!»
Jer 7:5 Porque si mejoráis realmente vuestra conducta y obras, si realmente hacéis justicia mutua
Jer 7:6 y no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda (y no vertéis sangre inocente en este lugar), ni andáis en pos de otros dioses para vuestro daño,
Jer 7:7 entonces yo me quedaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres desde siempre hasta siempre.
Jer 7:8 Pero he aquí que vosotros fiáis en palabras engañosas que de nada sirven,
Jer 7:9 para robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal y seguir a otros dioses que no conocíais.
Jer 7:10 Luego venís y os paráis ante mí en esta Casa llamada por mi Nombre y decís: «¡Estamos seguros!», para seguir haciendo todas esas abominaciones.
Jer 7:11 ¿En cueva de bandoleros se ha convertido a vuestros ojos esta Casa que se llama por mi Nombre? ¡Que bien visto lo tengo! - oráculo de Yahveh -.
Jer 7:12 Pues andad ahora a mi lugar de Silo, donde aposenté mi Nombre antiguamente, y ved lo que hice con él ante la maldad de mi pueblo Israel.
Jer 7:13 Y ahora, por haber hecho vosotros todo esto - oráculo de Yahveh - por más que os hablé asiduamente, aunque no me oísteis, y os llamé, mas no respondisteis,
Jer 7:14 yo haré con la Casa que se llama por mi Nombre, en la que confiáis, y con el lugar que os di a vosotros y a vuestros padres, como hice con Silo,
Jer 7:15 y os echaré de mi presencia como eché a todos vuestros hermanos, a toda la descendencia de Efraím.
Jer 7:16 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo ni eleves por ellos plegaria ni oración, ni me insistas, porque no te oiré.
Jer 7:17 ¿Es que no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y por las calles de Jerusalén?
Jer 7:18 Los hijos recogen leña, los padres prenden fuego, las mujeres amasan para hacer tortas a la Reina de los Cielos, y se liba en honor de otros dioses para exasperarme.
Jer 7:19 ¿A mí me exasperan ésos? - oráculo de Yahveh -, ¿no es a sí mismos, para vergüenza de sus rostros?
Jer 7:20 Por tanto, así dice el Señor Yahveh: He aquí que mi ira y mi saña se vuelca sobre este lugar, sobre hombres y bestias bestias, sobre los árboles del campo y el fruto del suelo; arderá y no se apagará.
Jer 7:21 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel. Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y comeos la carne.
Jer 7:22 Que cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les hablé ni les mandé nada tocante a holocausto y sacrificio.
Jer 7:23 Lo que les mandé fue esto otro: «Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y seguiréis todo camino que yo os mandare, para que os vaya bien.»
Jer 7:24 Mas ellos no escucharon ni prestaron el oído, sino que procedieron en sus consejos según la pertinacia de su mal corazón, y se pusieron de espaldas, que no de cara;
Jer 7:25 desde la fecha en que salieron vuestros padres del país de Egipto hasta el día de hoy, os envié a todos mis siervos, los profetas, cada día puntualmente.
Jer 7:26 Pero no me escucharon ni aplicaron el oído, sino que atiesando la cerviz hicieron peor que sus padres.
Jer 7:27 Les dirás, pues, todas estas palabras, mas no te escucharán. Les llamarás y no te responderán.
Jer 7:28 Entonces les dirás: Esta es la nación que no ha escuchado la voz de Yahveh su Dios, ni ha querido aprender. Ha perecido la lealtad, ha desaparecido de su boca.
Jer 7:29 Córtate tus guedejas y tíralas, y entona por los calveros una elegía; que Yahveh ha desechado y repudiado a la generación objeto de su cólera.
Jer 7:30 Los hijos de Judá han hecho lo que me parece malo - oráculo de Yahveh -: han puesto sus Monstruos abominables en la Casa que llaman por mi Nombre profanándola,
Jer 7:31 y han construido los altos de Tófet - que está en el valle de Ben Hinnom - para quemar a sus hijos e hijas en el fuego, cosa que nos les mandé ni me pasó por las mientes.
Jer 7:32 Por tanto, he aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no se hablará más de Tófet, ni del valle de Ben Hinnom, sino del "valle de la Matanza". Se harán enterramientos en Tófet por falta de sitio,
Jer 7:33 y los cadáveres de este pueblo servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, sin que haya quien las espante.
Jer 7:34 Suspenderé en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia; porque toda la tierra quedará desolada.

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Capítulo 8

8:1
EN aquel tiempo, dice el Altísimo, sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalem, fuera de sus sepulcros;
8:2
Y los esparcirán al sol, y á la luna, y á todo el ejército del cielo, á quien amaron, y á quienes sirvieron, y en pos de quienes anduvieron, y á quienes preguntaron, y á quienes se encorvaron. No serán recogidos, ni enterrados: serán por muladar sobre la haz de la tierra.
8:3
Y escogeráse la muerte antes que la vida por todo el resto que quedare de esta mala generación, en todos los lugares á donde los arrojaré yo á los que quedaren, dice el Altísimo de los ejércitos.
8:4
Les dirás asimismo: Así ha dicho el Altísimo: ¿El que cae, no se levanta? ¿el que se desvía, no torna á camino?
8:5
¿Por qué es este pueblo de Jerusalem rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, no han querido volverse.
8:6
Escuché y oí; no hablan derecho, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió á su carrera, como caballo que arremete con ímpetu á la batalla.
8:7
Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; mas mi pueblo no conoce el juicio de el Altísimo.
8:8
¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de el Altísimo es con nosotros? Ciertamente, he aquí que en vano se cortó la pluma, por demás fueron los escribas.
8:9
Los sabios se avergonzaron, espantáronse y fueron presos: he aquí que aborrecieron la palabra de el Altísimo; ¿y qué sabiduría tienen?
8:10
Por tanto daré á otros sus mujeres, y sus heredades á quien las posea: porque desde el chico hasta el grande cada uno sigue la avaricia, desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño.
8:11
Y curaron el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.
8:12
¿Hanse avergonzado de haber hecho abominación? Por cierto no se han corrido de vergüenza, ni supieron avergonzarse; caerán por tanto entre los que cayeren, cuando los visitaré: caerán, dice el Altísimo.
8:13
Cortarélos de por junto, dice el Altísimo. No habrá uvas en la vid, ni higos en la higuera, y caeráse la hoja; y lo que les he dado pasará de ellos.
8:14
¿Sobre qué nos aseguramos? Juntaos, y entrémonos en las ciudades fuertes, y allí reposaremos: porque el Altísimo nuestro Dios nos ha hecho callar, y dádonos á beber bebida de hiel, porque pecamos contra el Altísimo.
8:15
Esperamos paz, y no hubo bien; día de cura, y he aquí turbación.
8:16
Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos: del sonido de los relinchos de sus fuertes tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, ciudad y moradores de ella.
8:17
Porque he aquí que yo envío sobre vosotros serpientes, basiliscos, contra los cuales no hay encantamiento; y os morderán, dice el Altísimo.
8:18
A causa de mi fuerte dolor mi corazón desfallece en mí.
8:19
He aquí voz del clamor de la hija de mi pueblo, que viene de la tierra lejana: ¿No está el Altísimo en Sión? ¿no está en ella su Rey? ¿Por qué me hicieron airar con sus imágenes de talla, con vanidades ajenas?
8:20
Pasóse la siega, acabóse el verano, y nosotros no hemos sido salvos.
8:21
Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado.
8:22
¿No hay bálsamo en Galaad? ¿no hay allí médico? ¿Por qué pues no hubo medicina para la hija de mi pueblo?

Jer 8:1 En aquel tiempo - oráculo de Yahveh - sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los moradores de Jerusalén,
Jer 8:2 y los dispersarán ante el sol, la luna y todo el ejército celeste a quienes amaron y sirvieron, a quienes siguieron, consultaron y adoraron, para no ser recogidos ni sepultados más: se volverán estiércol sobre la haz de la tierra.
Jer 8:3 Y será preferible la muerte a la vida para todo el resto que subsistiere de este linaje malo adondequiera que yo les relegue - oráculo de Yahveh Sebaot -.
Jer 8:4 Les dirás: Así dice Yahveh: Los que caen ¿no se levantan? y si uno se extravía ¿no cabe tornar?
Jer 8:5 Pues ¿por qué este pueblo sigue apostatando, Jerusalén con apostasía perpetua? Se aferran a la mentira, rehúsan convertirse.
Jer 8:6 He escuchado atentamente: no hablan a derechas. Nadie deplora su maldad diciendo: «¿Qué he hecho?» Todos se extravían, cada cual en su carrera, cual caballo que irrumpe en la batalla.
Jer 8:7 Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la golondrina o la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo ignora el derecho de Yahveh.
Jer 8:8 ¿Cómo decís: «Somos sabios, y poseemos la Ley de Yahveh?» Cuando es bien cierto que en mentira la ha cambiado el cálamo mentiroso de los escribas.
Jer 8:9 Los sabios pasarán vergüenza, serán abatidos y presos. He aquí que han desechado la palabra de Yahveh, y su sabiduría ¿de qué les sirve?
Jer 8:10 Así que yo daré sus mujeres a otros, sus campos a nuevos amos, porque del más chiquito al más grande todos andan buscando su provecho, y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el fraude.
Jer 8:11 Han curado el quebranto de la hija de mi pueblo a la ligera, diciendo: «¡Paz, paz!», cuando no había paz.
Jer 8:12 ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron? ¡Avergonzarse, no se avergonzaron; sonrojarse, tampoco supieron! Por tanto caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite - dice Yahveh -.
Jer 8:13 Quisiera recoger de ellos alguna cosa - oráculo de Yahveh - pero no hay racimos en la vid ni higos en la higuera, y están mustias sus hojas. Es que yo les he dado quien les despoje.
Jer 8:14 - «¿Por qué nos quedamos tranquilos? ¡Juntaos, vamos a las plazas fuertes para enmudecer allí, pues Yahveh nuestro Dios nos hace morir y nos propina agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh!
Jer 8:15 Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo.
Jer 8:16 Desde Dan se deja oír. el resuello de sus caballos. Al relincho sonoro de sus corceles tembló la tierra toda. Vendrán y comerán el país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes.»
Jer 8:17 - Sí, he aquí que yo envío contra vosotros sierpes venenosas contra las que no existe encantamiento, y os picarán - oráculo de Yahveh -.
Jer 8:18 Sin remedio el dolor me acomete, el corazón me falla;
Jer 8:19 he aquí el grito lastimero de la hija de mi pueblo desde todos los rincones del país: «¿No está Yahveh en Sión? ¿su Rey no mora ya en ella? (¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas Vanidades traídas del extranjero?)
Jer 8:20 La siega pasó, el verano acabó, mas nosotros no estamos a salvo.»
Jer 8:21 Me duele el quebranto de la hija de mi pueblo; estoy abrumado, el pánico se apodera de mí.
Jer 8:22 ¿No hay sandáraca en Galaad?, ¿no quedan médicos allí? Pues ¿cómo es que no llega el remedio para la hija de mi pueblo?
Jer 8:23 ¡Quién convirtiera mi cabeza en llanto, mis ojos en manantial de lágrimas para llorar día y noche a los muertos de la hija de mi pueblo!


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Capítulo 9

9:1
¡OH si mi cabeza se tornase aguas, y mis ojos fuentes de aguas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!
9:2
¡Oh quién me diese en el desierto un mesón de caminantes, para que dejase mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores.
9:3
E hicieron que su lengua, como su arco, tirase mentira; y no se fortalecieron por verdad en la tierra: porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice el Altísimo.
9:4
Guárdese cada uno de su compañero, ni en ningún hermano tenga confianza: porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda con falsedades.
9:5
Y cada uno engaña á su compañero, y no hablan verdad: enseñaron su lengua á hablar mentira, se ocupan de hacer perversamente.
9:6
Tu morada es en medio de engaño; de muy engañadores no quisieron conocerme, dice el Altísimo.
9:7
Por tanto, así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: He aquí que yo los fundiré, y los ensayaré; porque ¿cómo he de hacer por la hija de mi pueblo?
9:8
Saeta afilada es la lengua de ellos; engaño habla; con su boca habla paz con su amigo, y dentro de sí pone sus asechanzas.
9:9
¿No los tengo de visitar sobre estas cosas? dice el Altísimo. ¿De tal gente no se vengará mi alma?
9:10
Sobre los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto sobre las moradas del desierto; porque desolados fueron hasta no quedar quien pase, ni oyeron bramido de ganado: desde las aves del cielo y hasta las bestias de la tierra se trasportaron, y se fueron.
9:11
Y pondré á Jerusalem en montones, por moradas de culebras; y pondré las ciudades de Judá en asolamiento, que no quede morador.
9:12
¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿y á quién habló la boca de el Altísimo, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, que no hay quien pase?
9:13
Y dijo el Altísimo: Porque dejaron mi ley, la cual dí delante de ellos, y no obedecieron á mi voz, ni caminaron conforme á ella;
9:14
Antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y en pos de los Baales que les enseñaron sus padres:
9:15
Por tanto así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que á este pueblo yo les daré á comer ajenjos, y les daré á beber aguas de hiel.
9:16
Y los esparciré entre gentes que no conocieron ellos ni sus padres; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que yo los acabe.
9:17
Así dice el Altísimo de los ejércitos: Considerad, y llamad plañideras que vengan; y enviad por las sabias que vengan:
9:18
Y dense prisa, y levanten llanto sobre nosotros, y córranse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados en aguas se destilen.
9:19
Porque voz de endecha fué oída de Sión: ¡Cómo hemos sido destruídos! en gran manera hemos sido confundidos. ¿Por qué dejamos la tierra? ¿por qué nos han echado de sí nuestras moradas?
9:20
Oíd pues, oh mujeres, palabra de el Altísimo, y vuestro oído reciba la palabra de su boca; y enseñad endechas á vuestras hijas, y cada una á su amiga, lamentación.
9:21
Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios; para talar los niños de las calles, los mancebos de las plazas.
9:22
Habla: Así ha dicho el Altísimo: Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la haz del campo, y como manojo tras el segador, que no hay quien lo recoja.
9:23
Así dijo el Altísimo: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
9:24
Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el Altísimo, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice el Altísimo.
9:25
He aquí que vienen días, dice el Altísimo, y visitaré sobre todo circuncidado, y sobre todo incircunciso:
9:26
A Egipto, y á Judá, y á Edom, y á los hijos de Ammón y de Moab, y á todos los arrinconados en el postrer rincón, que moran en el desierto; porque todas las gentes tienen prepucio, y toda la casa de Israel tiene prepucio en el corazón.

Jer 9:1 ¡Quién me diese en el desierto una posada de caminantes, para poder dejar a mi pueblo y alejarme de su compañía! Porque todos ellos son adúlteros, un hatajo de traidores
Jer 9:2 que tienden su lengua como un arco. Es la mentira, que no la verdad, lo que prevalece en esta tierra. Van de mal en peor, y a Yahveh desconocen.
Jer 9:3 ¡Que cada cual se guarde de su prójimo!, ¡desconfiad de cualquier hermano!, porque todo hermano pone la zancadilla, y todo prójimo propala la calumnia.
Jer 9:4 Se engañan unos a otros, no dicen la verdad; han avezado sus lenguas a mentir, se han pervertido, incapaces
Jer 9:5 de convertirse. Fraude por fraude, engaño por engaño, se niegan a reconocer a Yahveh.
Jer 9:6 Por ende, así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo voy a afinarlos y probarlos; mas ¿cómo haré para tratar a la hija de mi pueblo?
Jer 9:7 Su lengua es saeta mortífera, las palabras de su boca, embusteras. Se saluda al prójimo, pero por dentro se le pone celada.
Jer 9:8 Y por estas acciones, ¿no les he de castigar? - oráculo de Yahveh -, ¿de una nación así no se vengará mi alma?
Jer 9:9 Alzo sobre los montes lloro y lamento, y una elegía por las dehesas del desierto, porque han sido incendiadas; nadie pasa por allí, y no se oyen los gritos del ganado. Desde las aves del cielo hasta las bestias, todas han huido, se han marchado.
Jer 9:10 Voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, guarida de chacales, y de las ciudades de Judá haré una soledad sin ningún habitante.
Jer 9:11 ¿Quién es el sabio?, pues que entienda esto; a quién ha hablado la boca de Yahveh?, pues que lo diga; ¿por qué el país se ha perdido, incendiado como el desierto donde no pasa nadie?
Jer 9:12 Yahveh lo ha dicho: Es que han abandonado mi Ley que yo les propuse, y no han escuchado mi voz ni la han seguido;
Jer 9:13 sino que han ido en pos de la inclinación de sus corazones tercos, en pos de los Baales que sus padres les enseñaron.
Jer 9:14 Por eso, así dice Yahveh Sebaot, el dios de Israel: He aquí que voy a dar de comer a este pueblo ajenjo y les voy a dar de beber agua emponzoñada.
Jer 9:15 Les voy a dispersar entre las naciones desconocidas de ellos y de sus padres, y enviaré detrás de ellos la espada hasta exterminarlos.
Jer 9:16 Así habla Yahveh Sebaot: ¡Hala! Llamad a las plañideras, que vengan: mandad por las más hábiles, que vengan.
Jer 9:17 ¡Pronto! que entonen por nosotros una lamentación. Dejen caer lágrimas nuestros ojos, y nuestros párpados den curso al llanto.
Jer 9:18 Sí, una lamentación se deja oír desde Sión: «¡Ay, que somos saqueados!, ¡qué vergüenza tan grande, que se nos hace dejar nuestra tierra, han derruido nuestros hogares!»
Jer 9:19 Oíd, pues, mujeres, la palabra de Yahveh; reciba vuestro oído la palabra de su boca: Enseñad a vuestras hijas esta lamentación, y las unas a las otras esta elegía:
Jer 9:20 «La muerte ha trepado por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, barriendo de la calle al chiquillo, a los mozos de las plazas.
Jer 9:21 ¡Habla! Tal es el oráculo de Yahveh: Los cadáveres humanos yacen como boñigas por el campo, como manojos detrás del segador, y no hay quien los reúna.»
Jer 9:22 Así dice Yahveh: No se alabe el sabio por su sabiduría, ni se alabe el valiente por su valentía, ni se alabe el rico por su riqueza;
Jer 9:23 mas en esto se alabe quien se alabare: en tener seso y conocerme, por que yo soy Yahveh, que hago merced, derecho y justicia sobre la tierra, porque en eso me complazco - oráculo de Yahveh -.
Jer 9:24 He aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que he de visitar a todo circuncidado que sólo lo sea en su carne:
Jer 9:25 a Egipto, Judá, Edom y a los hijos de Ammón, a Moab, y a todos los de sien rapada, los que moran en el desierto. Porque todas estas gentes lo son. Pero también los de la casa de Israel son incircuncisos de corazón.


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Capítulo 10

10:1
OID la palabra que el Altísimo ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel.
10:2
Así dijo el Altísimo: No aprendáis el camino de las gentes, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las gentes las teman.
10:3
Porque las ordenanzas de los pueblos son vanidad: porque leño del monte cortaron, obra de manos de artífice con azuela.
10:4
Con plata y oro lo engalanan; con clavos y martillo lo afirman, para que no se salga.
10:5
Como palma lo igualan, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos; porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.
10:6
No hay semejante á tí, oh el Altísimo; grande tú, y grande tu nombre en fortaleza.
10:7
¿Quién no te temerá, oh Rey de las gentes? porque á tí compete ello; porque entre todos los sabios de las gentes, y en todos sus reinos, no hay semejante á ti.
10:8
Y todos se infatuarán, y entontecerán. Enseñanza de vanidades es el mismo leño.
10:9
Traerán plata extendida de Tarsis, y oro de Uphaz; obrará el artífice, y las manos del fundidor; vestiránlos de cárdeno y de púrpura: obra de peritos es todo.
10:10
Mas el Altísimo Dios es la verdad; él es Dios vivo y Rey eterno: á su ira tiembla la tierra, y las gentes no pueden sufrir su saña.
10:11
Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos.
10:12
El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia;
10:13
A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos.
10:14
Todo hombre se embrutece y le falta ciencia; avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor: porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos;
10:15
Vanidad son, obra de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán.
10:16
No es como ellos la suerte de Jacob: porque él es el Hacedor de todo, é Israel es la vara de su herencia: el Altísimo de los ejércitos es su nombre.
10:17
Recoge de las tierras tus mercaderías, la que moras en lugar fuerte.
10:18
Porque así ha dicho el Altísimo: He aquí que esta vez arrojaré con honda los moradores de la tierra, y he de afligirlos, para que lo hallen.
10:19
¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Yo empero dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo sufrirla.
10:20
Mi tienda es destruída, y todas mis cuerdas están rotas: mis hijos fueron sacados de mí, y perecieron: no hay ya más quien extienda mi tienda, ni quien levante mis cortinas.
10:21
Porque los pastores se infatuaron, y no buscaron á el Altísimo: por tanto no prosperaron, y todo su ganado se esparció.
10:22
He aquí que voz de fama viene, y alboroto grande de la tierra del aquilón, para tornar en soledad todas las ciudades de Judá, en morada de culebras.
10:23
Conozco, oh el Altísimo, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es ordenar sus pasos.
10:24
Castígame, oh el Altísimo, mas con juicio; no con tu furor, porque no me aniquiles.
10:25
Derrama tu enojo sobre las gentes que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre: porque se comieron á Jacob, y lo devoraron, y le han consumido, y asolado su morada.

Jer 10:1 Oíd la palabra que os dedica Yahveh, oh casa de Israel.
Jer 10:2 Así dice Yahveh: Al proceder de los gentiles no os habituéis, ni de los signos celestes os espantéis. ¡Que se espanten de ellos los gentiles!
Jer 10:3 Porque las costumbres de los gentiles son vanidad: un madero del bosque, obra de manos del maestro que con el hacha lo cortó,
Jer 10:4 con plata y oro lo embellece, con clavos y a martillazos se lo sujeta para que no se menee.
Jer 10:5 Son como espantajos de pepinar, que ni hablan. Tienen que ser transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, que no hacen ni bien ni mal.
Jer 10:6 No hay como tú, Yahveh; grande eres tú, y grande tu Nombre en poderío.
Jer 10:7 ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Porque a ti se te debe eso. Porque entre todos los sabios de las naciones y entre todos sus reinos no hay nadie como tú.
Jer 10:8 Todos a la par son estúpidos y necios: lección de madera la que dan los ídolos.
Jer 10:9 Plata laminada, de Tarsis importada, y oro de Ofir; hechura de maestro y de manos de platero (de púrpura violeta y escarlata es su vestido): todos son obra de artistas.
Jer 10:10 Pero Yahveh es el Dios verdadero; es el Dios vivo y el Rey eterno. Cuando se irrita, tiembla la tierra, y no aguantan las naciones su indignación.
Jer 10:11 (Así les diréis: «Los dioses que no hicieron el cielo ni la tierra, perecerán de la tierra y de debajo del cielo.»)
Jer 10:12 El es quien hizo la tierra con su poder, el que estableció el orbe con su saber, y con su inteligencia expandió los cielos.
Jer 10:13 Cuando da voces, hay estruendo de aguas en los cielos, y hace subir las nubes desde el extremo de la tierra. El hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.
Jer 10:14 Todo hombre es torpe para comprender, se avergüenza del ídolo todo platero, porque sus estatuas son una mentira y no hay espíritu en ellas.
Jer 10:15 Vanidad son, cosa ridícula; al tiempo de su visita perecerán.
Jer 10:16 No es así la «Parte de Jacob», pues él es el plasmador del universo, y aquel cuyo heredero es Israel; Yahveh Sebaot es su nombre.
Jer 10:17 Recoge del suelo tu mercancía, oh tú, que estás sitiada:
Jer 10:18 porque así dice Yahveh: He aquí que yo voy a hondear a los moradores del país - ¡esta vez va de veras! - y les apremiaré de modo que den conmigo.
Jer 10:19 - «¡Ay de mí, por mi quebranto! ¡me duele la herida! Y yo que decía: "Ese es un sufrimiento, pero me lo aguantaré"...
Jer 10:20 Mi tienda ha sido saqueada, y todos mis tensores arrancados. Mis hijos me han sido quitados y no existen. No hay quien despliegue ya mi tienda ni quien ice mis toldos.»
Jer 10:21 - Es que han sido torpes los pastores y no han buscado a Yahveh; así no obraron cuerdamente, y toda su grey fue dispersada.
Jer 10:22 ¡Se oye un rumor! ¡ya llega!: un gran estrépito del país del norte, para trocar las ciudades de Judá en desolación, guarida de chacales.
Jer 10:23 Yo sé, Yahveh, que no depende del hombre su camino, que no es del que anda enderezar su paso.
Jer 10:24 Corrígeme, Yahveh, pero con tino, no con tu ira, no sea que me quede en poco.
Jer 10:25 Vierte tu cólera sobre las naciones que te desconocen, y sobre los linajes que no invocan tu Nombre. Porque han devorado a Jacob hasta consumirle, lo han devorado y su mansión han desolado.


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Capítulo 11

11:1
PALABRA que fué de el Altísimo, á Jeremías, diciendo:
11:2
Oid las palabras de este pacto, y hablad á todo varón de Judá, y á todo morador de Jerusalem.
11:3
Y les dirás tú: Así dijo el Altísimo Dios de Israel: Maldito el varón que no obedeciere las palabras de este pacto,
11:4
El cual mandé á vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: Oid mi voz, y ejecutad aquéllas, conforme á todo lo que os mando, y me seréis por pueblo, y yo seré á vosotros por Dios;
11:5
Para que confirme el juramento que hice á vuestros padres, que les daría la tierra que corre leche y miel, como este día. Y respondí, y dije: Amén, oh el Altísimo.
11:6
Y el Altísimo me dijo: Pregona todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem, diciendo: Oid las palabras de este pacto, y ponedlas por obra.
11:7
Porque con eficacia protesté a vuestros padres el día que los hice subir de la tierra de Egipto hasta el día de hoy, madrugando y protestando, diciendo: Oid mi voz.
11:8
Mas no oyeron, ni inclinaron su oído, antes se fueron cada uno tras la imaginación de su corazón malvado: por tanto, traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto, el cual mandé que cumpliesen, y no lo cumplieron.
11:9
Y díjome el Altísimo: Conjuración se ha hallado en los varones de Judá, y en los moradores de Jerusalem.
11:10
Hanse vuelto á las maldades de sus primeros padres, los cuales no quisieron escuchar mis palabras, antes se fueron tras dioses ajenos para servirles; la casa de Israel y la casa de Judá invalidaron mi pacto, el cual había yo concertado con sus padres.
11:11
Por tanto, así ha dicho el Altísimo: He aquí yo traigo sobre ellos mal del que no podrán salir; y clamarán á mi, y no los oiré.
11:12
E irán las ciudades de Judá y los moradores de Jerusalem, y clamarán á los dioses á quienes queman ellos inciensos, los cuales no los podrán salvar en el tiempo de su mal.
11:13
Porque según el número de tus ciudades fueron tus dioses, oh Judá; y según el número de tus calles, oh Jerusalem, pusisteis los altares de ignominia, altares para ofrecer sahumerios á Baal.
11:14
Tú pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración; porque yo no oiré el día que en su aflicción á mí clamaren.
11:15
¿Qué tiene mi amado en mi casa, habiendo hecho abominaciones muchas? Y las carnes santas pasarán de sobre tí, porque en tu maldad te gloriaste.
11:16
Oliva verde, hermosa en fruto y en parecer, llamó el Altísimo tu nombre. A la voz de gran palabra hizo encender fuego sobre ella, y quebraron sus ramas.
11:17
Pues el Altísimo de los ejércitos, que te plantó, ha pronunciado mal contra ti, á causa de la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá, que hicieron á sí mismos, provocándome á ira con incensar á Baal.
11:18
Y el Altísimo me lo hizo saber, y conocílo: entonces me hiciste ver sus obras.
11:19
Y yo como cordero inocente que llevan á degollar, pues no entendía que maquinaban contra mí designios, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémoslo de la tierra de los vivientes, y no haya más memoria de su nombre.
11:20
Mas, oh el Altísimo de los ejércitos, que juzgas justicia, que sondas los riñones y el corazón, vea yo tu venganza de ellos: porque á ti he descubierto mi causa.
11:21
Por tanto, así ha dicho el Altísimo de los varones de Anathoth, que buscan tu alma, diciendo: No profetices en nombre de el Altísimo, y no morirás á nuestras manos:
11:22
Así pues ha dicho el Altísimo de los ejércitos: He aquí que yo los visito; los mancebos morirán á cuchillo; sus hijos y sus hijas morirán de hambre;
11:23
Y no quedará resto de ellos: porque yo traeré mal sobre los varones de Anathoth, año de su visitación.


Jer 11:1 Palabra que llegó de parte de Yahveh a Jeremías:
Jer 11:2 Oíd los términos de esta alianza y hablad a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén,
Jer 11:3 y diles: Así dice Yahveh, el Dios de Israel: Maldito el varón que no escuche los términos de esta alianza
Jer 11:4 que mandé a vuestros padres el día que los saqué de Egipto, del crisol de hierro, diciéndoles: «Oíd mi voz y obrad conforme a lo que os he mandado; y así seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios,
Jer 11:5 en orden a cumplir el juramento que hice a vuestros padres, de darles una tierra que mana leche y miel - como se cumple hoy.» Respondí y dije: ¡Amén, Yahveh!
Jer 11:6 Y me dijo Yahveh: Pregona todas estas palabras por las ciudades de Judá y por las calles de Jerusalén: «Oíd los términos de esta alianza y cumplidlos:
Jer 11:7 que bien advertí a vuestros padres el día que les hice subir de Egipto, y hasta la fecha he insistido en advertírselo: ¡Oíd mi voz!
Jer 11:8 Mas no oyeron ni aplicaron el oído, sino que cada cual procedió según la terquedad de su corazón malo. Y así he aplicado contra ellos todos los términos de dicha alianza que les mandé cumplir y no lo hicieron.»
Jer 11:9 Y me dijo Yahveh: Se ha descubierto una conjura entre los hombres de Judá y entre los habitantes de Jerusalén.
Jer 11:10 Han reincidido en las culpas de sus mayores, que rehusaron escuchar mis palabras: se han ido en pos de otros dioses para servirles; han violado la casa de Israel y la casa de Judá mi alianza, que pacté con sus padres.
Jer 11:11 Por ende, así dice Yahveh: He aquí que yo les traigo una desgracia a la que no podrán hurtarse; y aunque se me quejaren, no les oiré.
Jer 11:12 ¡Que vayan las ciudades de Judá y los moradores de Jerusalén, y que se quejen a los dioses a quienes inciensan!, que lo que es salvarles, no les salvarán al tiempo de su desgracia.
Jer 11:13 Pues cuantas son tus ciudades, otros tantos son tus dioses, Judá; y cuantas calles cuenta Jerusalén, otros tantos altares a la Vergüenza, otros tantos altares hay de Baal.
Jer 11:14 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo, ni eleves por ellos plegaria ni oración, porque no he de oír cuando clamen a mí por su desgracia.
Jer 11:15 ¿Qué hace mi amada en mi Casa?; su obrar ¿no es pura doblez? ¿Es que los votos y la carne consagrada harán pasar de ti tu desgracia? Entonces sí que te regocijarías.
Jer 11:16 «Olivo frondoso, lozano, de fruto hermoso» te había puesto Yahveh por nombre. Pero con gran estrépito le ha prendido fuego, y se han quemado sus guías.
Jer 11:17 Yahveh Sebaot, que te plantó, te ha sentenciado, dada la maldad que ha cometido la casa de Israel y la casa de Judá, exasperándome por incensar a Baal.
Jer 11:18 Yahveh me lo hizo saber, y me enteré de ello. Entonces me descubriste, Yahveh, sus maquinaciones.
Jer 11:19 Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber que contra mí tramaban maquinaciones: «Destruyamos el árbol en su vigor; borrémoslo de la tierra de los vivos, y su nombre no vuelva a mentarse.»
Jer 11:20 ¡Oh Yahveh Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el corazón!, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he manifestado mi causa.
Jer 11:21 Y en efecto, así dice Yahveh tocante a los de Anatot, que buscan mi muerte diciendo: «No profetices en nombre de Yahveh, y no morirás a nuestras manos».
Jer 11:22 Por eso así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo les voy a visitar. Sus mancebos morirán por la espada, sus hijos e hijas morirán de hambre,
Jer 11:23 y no quedará de ellos ni reliquia cuando yo traiga la desgracia a los de Anatot, el año en que sean visitados.

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Capítulo 12

12:1
JUSTO eres tú, oh el Altísimo, aunque yo contigo dispute: hablaré empero juicios contigo. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan deslealmente?
12:2
Plantástelos, y echaron raíces; progresaron, é hicieron fruto; cercano estás tú en sus bocas, mas lejos de sus riñones.
12:3
Tu empero, oh el Altísimo, me conoces; vísteme, y probaste mi corazón para contigo: arráncalos como á ovejas para el degolladero, y señálalos para el día de la matanza.
12:4
¿Hasta cuándo estará desierta la tierra, y marchita la hierba de todo el campo? Por la maldad de los que en ella moran, faltaron los ganados, y las aves; porque dijeron: No verá él nuestras postrimerías.
12:5
Si corriste con los de á pié, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz estabas quieto, ¿cómo harás en la hinchazón del Jordán?
12:6
Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre, aun ellos se levantaron contra ti, aun ellos dieron voces en pos de ti. No los creas, cuando bien te hablaren.
12:7
He dejado mi casa, desamparé mi heredad, entregado he lo que amaba mi alma en manos de sus enemigos.
12:8
Fué para mí mi heredad como león en breña: contra mí dió su voz; por tanto la aborrecí.
12:9
¿Esme mi heredad ave de muchos colores? ¿no están contra ella aves en derredor? Venid, reuníos, vosotras todas las bestias del campo, venid á devorarla.
12:10
Muchos pastores han destruído mi viña, hollaron mi heredad, tornaron en desierto y soledad mi heredad preciosa.
12:11
Fué puesta en asolamiento, y lloró sobre mí, asolada: fué asolada toda la tierra, porque no hubo hombre que mirase.
12:12
Sobre todos los lugares altos del desierto vinieron disipadores: porque la espada de el Altísimo devorará desde el un extremo de la tierra hasta el otro extremo: no habrá paz para ninguna carne.
12:13
Sembraron trigo, y segarán espinas; tuvieron la heredad, mas no aprovecharon nada: se avergonzarán de vuestros frutos, á causa de la ardiente ira de el Altísimo.
12:14
Así dijo el Altísimo contra todos mis malos vecinos, que tocan la heredad que hice poseer á mi pueblo Israel: He aquí que yo los arrancaré de su tierra, y arrancaré de en medio de ellos la casa de Judá.
12:15
Y será que, después que los hubiere arrancado, tornaré y tendré misericordia de ellos, y harélos volver cada uno á su heredad, y cada cual á su tierra.
12:16
Y será que, si cuidadosamente aprendieren los caminos de mi pueblo, para jurar en mi nombre, diciendo, Vive el Altísimo, así como enseñaron á mi pueblo á jurar por Baal; ellos serán prosperados en medio de mi pueblo.
12:17
Mas si no oyeren, arrancaré á la tal gente, sacándola de raíz, y destruyendo, dice el Altísimo.


Jer 12:1 Tu llevas la razón, Yahveh, cuando discuto contigo, no obstante, voy a tratar contigo un punto de justicia. ¿Por qué tienen suerte los malos, y son felices todos los felones?
Jer 12:2 Los plantas, y enseguida arraigan, van a más y dan fruto. Cerca estás tú de sus bocas, pero lejos de sus riñones.
Jer 12:3 En cambio a mí ya me conoces, Yahveh; me has visto y has comprobado que mi corazón está contigo. Llévatelos como ovejas al matadero, y conságralos para el día de la matanza.
Jer 12:4 (¿Hasta cuándo estará de luto la tierra y la hierba de todo el campo estará seca? Por la maldad de los que moran en ella han desaparecido bestias y aves.) Porque han dicho: «No ve Dios nuestros senderos.»
Jer 12:5 - Si con los de a pie corriste y te cansaron, ¿cómo competirás con los de a caballo? Y si en tierra abierta te sientes seguro. ¿qué harás entre el boscaje del Jordán?
Jer 12:6 Porque incluso tus hermanos y la casa de tu padre, ésos también te traicionarán y a tus espaldas gritarán. No te fíes de ellos cuando te digan hermosas palabras.
Jer 12:7 Dejé mi casa, abandoné mi heredad, entregué el cariño de mi alma en manos de sus enemigos.
Jer 12:8 Se ha portado conmigo mi heredad como un león en la selva: me acosaba con sus voces; por eso la aborrecí.
Jer 12:9 ¿Es por ventura un pájaro pinto mi heredad? Las rapaces merodean sobre ella. ¡Andad, juntaos, fieras todas del campo: id al yantar!
Jer 12:10 Entre muchos pastores destruyeron mi viña, hollaron mi heredad, trocaron mi mejor campa en un yermo desolado.
Jer 12:11 La convirtieron en desolación lamentable, en inculta para mí. Totalmente desolado está todo el país porque no hay allí nadie que lo sienta.
Jer 12:12 Sobre todos los calveros del desierto han venido saqueadores (porque una espada tiene Yahveh devorada), de un cabo al otro de la tierra no hubo cuartel para alma viviente.
Jer 12:13 Sembraron trigo, y espinos segaron, se afanaron sin provecho. Vergüenza les dan sus cosechas, por causa de la ira ardiente de Yahveh.
Jer 12:14 Así dice Yahveh: En cuanto a todos los malos vecinos que han tocado la heredad que di en precio a mi pueblo Israel, he aquí que yo los arranco de su solar. (Y a la casa de Judá voy a arrancarla de en medio de ellos.)
Jer 12:15 Pero luego de haberlos arrancado, me volveré y les tendré lástima, y les haré retornar, cada cual a su heredad y a su tierra.
Jer 12:16 Y entonces, si de veras aprendieron el camino de mi pueblo jurando en mi Nombre: «¡Por vida de Yahveh!» - lo mismo que ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal - serán restablecidos a la par de mi pueblo.
Jer 12:17 Mas si no obedecen, arrancaré a aquella gente y arrancada quedará y la haré perecer - oráculo de Yahveh -.

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Capítulo 13

13:1
ASÍ me dijo el Altísimo: Ve, y cómprate un cinto de lino, y cíñelo sobre tus lomos, y no lo meterás en agua.
13:2
Y compré el cinto conforme á la palabra de el Altísimo, y púselo sobre mis lomos.
13:3
Y fué á mí segunda vez palabra de el Altísimo, diciendo:
13:4
Toma el cinto que compraste, que está sobre tus lomos, y levántate, y ve al Eufrates, y escóndelo allá en la concavidad de una peña.
13:5
Fuí pues, y escondílo junto al Eufrates, como el Altísimo me mandó.
13:6
Y sucedió que al cabo de muchos días me dijo el Altísimo: Levántate, y ve al Eufrates, y toma de allí el cinto que te mandé escondieses allá.
13:7
Entonces fuí al Eufrates, y cavé, y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido; y he aquí que el cinto se había podrido; para ninguna cosa era bueno.
13:8
Y fué á mí palabra de el Altísimo, diciendo:
13:9
Así ha dicho el Altísimo: Así haré podrir la soberbia de Judá, y la mucha soberbia de Jerusalem,
13:10
A este pueblo malo, que no quieren oir mis palabras, que andan en las imaginaciones de su corazón, y se fueron en pos de dioses ajenos para servirles, y para encorvarse á ellos; y vendrá á ser como este cinto, que para ninguna cosa es bueno.
13:11
Porque como el cinto se junta á los lomos del hombre, así hice juntar á mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, dice el Altísimo, para que me fuesen por pueblo y por fama, y por alabanza y por honra: empero no escucharon.
13:12
Les dirás pues esta palabra: Así ha dicho el Altísimo, Dios de Israel: Henchiráse de vino todo odre. Y ellos te dirán: ¿No sabemos que todo odre se henchirá de vino?
13:13
Entonces les has de decir: Así ha dicho el Altísimo: He aquí que yo lleno de embriaguez todos los moradores de esta tierra, y á los reyes de la estirpe de David que se sientan sobre su trono, y á los sacerdotes y profetas, y á todos los moradores de Jerusalem;
13:14
Y quebrantarélos el uno con el otro, los padres con los hijos juntamente, dice el Altísimo: no perdonaré, ni tendré piedad ni misericordia, para no destruirlos.
13:15
Escuchad y oid; no os elevéis: pues el Altísimo ha hablado.
13:16
Dad gloria á el Altísimo Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esperéis luz, y os la torne sombra de muerte y tinieblas.
13:17
Mas si no oyereis esto, en secreto llorará mi alma á causa de vuestra soberbia; y llorando amargamente, se desharán mis ojos en lágrimas, porque el rebaño de el Altísimo fué cautivo.
13:18
Di al rey y á la reina: Humillaos, sentaos en tierra; porque la corona de vuestra gloria bajó de vuestras cabezas.
13:19
Las ciudades del mediodía fueron cerradas, y no hubo quien las abriese: toda Judá fué trasportada, trasportada fué toda ella.
13:20
Alzad vuestros ojos, y ved los que vienen del aquilón: ¿dónde está el rebaño que te fué dado, la grey de tu gloria?
13:21
¿Qué dirás cuando te visitará? porque tu los enseñaste á ser príncipes y cabeza sobre ti. ¿No te tomarán dolores como á mujer que pare?
13:22
Cuando dijeres en tu corazón: ¿Por qué me ha sobrevenido esto? Por la enormidad de tu maldad fueron descubiertas tus faldas, fueron desnudos tus calcañares.
13:23
¿Mudará el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas? Así también podréis vosotros hacer bien, estando habituados á hacer mal.
13:24
Por tanto yo los esparciré, como tamo que pasa, al viento del desierto.
13:25
Esta es tu suerte, la porción de tus medidas de parte mía, dice el Altísimo; porque te olvidaste de mí, y confiaste en la mentira.
13:26
Yo pues descubriré también tus faldas delante de tu cara, y se manifestará tu ignominia.
13:27
Tus adulterios, tus relinchos, la maldad de tu fornicación sobre los collados: en el mismo campo vi tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalem! ¿No serás al cabo limpia? ¿hasta cuándo todavía?


Jer 13:1 Yahveh me dijo así: «Anda y cómprate una faja de lino y te la pones a la cintura, pero no la metas en agua.»
Jer 13:2 Compré la faja, según la orden de Yahveh, y me la puse a la cintura.
Jer 13:3 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh por la segunda vez:
Jer 13:4 «Toma la faja que has comprado y que llevas a la cintura, levántate y vete al Eufrates y la escondes allí en un resquicio de la peña.»
Jer 13:5 Yo fui y la escondí en el Eufrates como me había mandado Yahveh.
Jer 13:6 Al cabo de mucho tiempo me dijo Yahveh: «Levántate, vete al Eufrates y recoges de allí la faja que te mandé que escondieras allí.»
Jer 13:7 Yo fui al Eufrates, cavé, recogí la faja del sitio donde la había escondido y he aquí que se había echado a perder la faja: no valía para nada.
Jer 13:8 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
Jer 13:9 «Así dice Yahveh: Del mismo modo echaré a perder la mucha soberbia de Judá y de Jerusalén.
Jer 13:10 Ese pueblo malo que rehúsa oír mis palabras, que caminan según la terquedad de sus corazones y han ido en pos de otros dioses a servirles y adorarles, serán como esta faja que no vale para nada.
Jer 13:11 Porque así como se pega la faja a la cintura de uno, de igual modo hice apegarse a mí a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá - oráculo de Yahveh - con idea de que fuesen mi pueblo, mi nombradía, mi loor y mi prez, pero ellos no me oyeron.
Jer 13:12 Diles este refrán: Así dice Yahveh, el Dios de Israel: «Todo cántaro se puede llenar de vino.» Ellos te dirán: «¿No sabemos de sobra que todo cántaro se puede llenar de vino?»
Jer 13:13 Entonces les dices: «Pues así dice Yahveh: He aquí que yo lleno de borrachera a todos los habitantes de esta tierra, a los reyes sucesores de David en el trono, a los sacerdotes y profetas y a todos los habitantes de Jerusalén,
Jer 13:14 y los estrellaré, a cada cual contra su hermano, padres e hijos a una - oráculo de Yahveh - sin que piedad, compasión y lástima me quiten de destruirlos.»
Jer 13:15 Oíd y escuchad, no seáis altaneros, porque habla Yahveh.
Jer 13:16 Dad gloria a vuestro Dios Yahveh antes que haga oscurecer, y antes que se os vayan los pies sobre la sierra oscura, y esperéis la luz, y él la haya convertido en negrura, la haya trocado en tiniebla densa.
Jer 13:17 Pero si no le oyereis, en silencio llorará mi alma por ese orgullo, y dejarán caer mi ojos lágrimas, y verterán copiosas lágrimas, porque va cautiva la grey de Yahveh.
Jer 13:18 Di al rey y a la Gran Dama: Humillaos, sentaos, porque ha caído de vuestras cabezas vuestra diadema preciosa.
Jer 13:19 Las ciudades del Négueb están cercadas, y no hay quien abra. Todo Judá es deportado, deportado en masa.
Jer 13:20 Alza tus ojos, Jerusalén, y mira a los que vienen del norte. ¿Dónde está la grey que se te dio, tus preciosas ovejas?
Jer 13:21 ¿Qué dirás cuando te visiten con autoridad sobre ti? Pues lo que tú les enseñabas a hacer sobre ti eran caricias. ¿No te acometerán dolores como de parturienta?
Jer 13:22 Pero acaso digas en tus adentros: «¿Por qué me ocurren estas cosas?» Por tu gran culpa han sido alzadas tus faldas y han sido forzados tus calcañales.
Jer 13:23 ¿Muda el kusita su piel, o el leopardo sus pintas? ¡También vosotros podéis entonces hacer el bien, los avezados a hacer el mal!
Jer 13:24 Por eso os esparcí como paja liviana al viento de la estepa.
Jer 13:25 Esa es tu suerte, el tanto por tu medida que te toca de mi parte - oráculo de Yahveh -: por cuanto que me olvidaste y te fiaste de la Mentira.
Jer 13:26 Pues también yo te he levantado las faldas sobre tu rostro, y se ha visto tu indecencia.
Jer 13:27 ¡Ah, tus adulterios y tus relinchos, la bajeza de tu prostitución! Sobre los altos, por la campiña he visto tus Monstruos abominables. ¡Ay de ti, Jerusalén, que no estás pura! ¿Hasta cuándo todavía...?

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Capítulo 14

14:1
PALABRA de el Altísimo que fué dada á Jeremías, con motivo de la sequía.
14:2
Enlutóse Judá, y sus puertas se despoblaron: oscureciéronse en tierra, y subió el clamor de Jerusalem.
14:3
Y los principales de ellos enviaron sus criados al agua: vinieron á las lagunas, y no hallaron agua: volviéronse con sus vasos vacíos; se avergonzaron, confundiéronse, y cubrieron sus cabezas.
14:4
Porque se resquebrajó la tierra á causa de no llover en el país; confusos los labradores, cubrieron sus cabezas.
14:5
Y aun las ciervas en los campos parían, y dejaban la cría, porque no había hierba.
14:6
Y los asnos monteses se ponían en los altos, aspiraban el viento como los chacales; sus ojos se ofuscaron, porque no había hierba.
14:7
Si nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh el Altísimo, haz por amor de tu nombre; porque nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti pecamos.
14:8
Oh esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de la aflicción, ¿por qué has de ser como peregrino en la tierra, y como caminante que se aparta para tener la noche?
14:9
¿Por qué has de ser como hombre atónito, y como valiente que no puede librar? tú empero estás entre nosotros, oh el Altísimo, y sobre nosotros es invocado tu nombre; no nos desampares.
14:10
Así ha dicho el Altísimo á este pueblo: Así amaron moverse, ni detuvieron sus pies: por tanto, el Altísimo no los tiene en voluntad; acordaráse ahora de la maldad de ellos, y visitará sus pecados.
14:11
Y díjome el Altísimo: No ruegues por este pueblo para bien.
14:12
Cuando ayunaren, yo no oiré su clamor, y cuando ofrecieren holocausto y ofrenda, no lo aceptaré; antes los consumiré con cuchillo, y con hambre, y con pestilencia.
14:13
Y yo dije: ¡Ah! ah! Señor el Altísimo! he aquí que los profetas les dicen: No veréis cuchillo, ni habrá hambre en vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera.
14:14
Díjome entonces el Altísimo: Falso profetizan los profetas en mi nombre: no los envié, ni les mandé, ni les hablé: visión mentirosa, y adivinación, y vanidad, y engaño de su corazón os profetizan.
14:15
Por tanto así ha dicho el Altísimo sobre los profetas que profetizan en mi nombre, los cuales yo no envié, y que dicen, Cuchillo ni hambre no habrá en esta tierra: Con cuchillo y con hambre serán consumidos esos profetas.
14:16
Y el pueblo á quien profetizan, echado será en las calles de Jerusalem por hambre y por espada; y no habrá quien los entierre, ellos, y sus mujeres, y sus hijos, y sus hijas; y sobre ellos derramaré su maldad.
14:17
Decirles has, pues, esta palabra: Córranse mis ojos en lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy recia.
14:18
Si salgo al campo, he aquí muertos á cuchillo; y si me entro en la ciudad, he aquí enfermos de hambre: porque también el profeta como el sacerdote anduvieron rodeando en la tierra, y no conocieron.
14:19
¿Has desechado enteramente á Judá? ¿ha aborrecido tu alma á Sión? ¿Por qué nos hiciste herir sin que nos quede cura? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de cura, y he aquí turbación.
14:20
Reconocemos, oh el Altísimo, nuestra impiedad, la iniquidad de nuestros padres: porque contra ti hemos pecado.
14:21
Por amor de tu nombre no nos deseches, ni trastornes el trono de tu gloria: acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros.
14:22
¿Hay entre las vanidades de las gentes quien haga llover? ¿y darán los cielos lluvias? ¿No eres tú, el Altísimo, nuestro Dios? en ti pues esperamos; pues tú hiciste todas estas cosas.


Jer 14:1 Palabra de Yahveh a Jeremías, a propósito de la sequía.
Jer 14:2 Judá está de luto, y sus ciudades lánguidas: están sórdidas de tierra, y sube el alarido de Jerusalén.
Jer 14:3 Sus nobles mandaban a los pequeños por agua: llegaban a los aljibes y no la encontraban; volvían con sus cántaros vacíos. Quedaban confundidos y avergonzados y se cubrían la cabeza.
Jer 14:4 El suelo está consternado por no haber lluvia en la tierra. Confusos andan los labriegos, se han cubierto la cabeza.
Jer 14:5 Hasta la cierva en el campo parió y abandonó, porque no había césped.
Jer 14:6 Los onagros se paraban sobre los calveros, aspiraban el aire como chacales, tenían los ojos consumidos por falta de hierba.
Jer 14:7 Aunque nuestras culpas atesten contra nosotros, Yahveh, obra por amor de tu Nombre. Cierto, son muchas nuestras apostasías, contra ti hemos pecado.
Jer 14:8 ¡Oh esperanza de Israel, Yahveh, Salvador suyo en tiempo de angustia! ¿Por qué has de ser cual forastero en la tierra, o cual viajero que se tumba para hacer noche?
Jer 14:9 ¿Por qué has de ser como un pasmado, como un valiente incapaz de ayudar? Pues tú estás entre nosotros, Yahveh, y por tu Nombre se nos llama, ¡no te deshagas de nosotros!
Jer 14:10 Así dice Yahveh de este pueblo: ¡Cómo les gusta vagabundear!, no contienen sus pies. Pero Yahveh no se complace en ellos: ahora se va a acordar de su culpa y a castigar su pecado.
Jer 14:11 Y me dijo Yahveh: «No intercedas en pro de este pueblo.
Jer 14:12 Así ayunen, no escucharé su clamoreo; y así levanten holocausto y ofrenda, no me complacerán; sino que con espada, con hambre y con peste voy a acabarlos.»
Jer 14:13 Dije yo: «¡Ah, Señor Yahveh! Pues he aquí que los profetas están diciéndoles: No veréis espada, ni tendréis hambre, sino que voy a daros paz segura en este lugar.»
Jer 14:14 Y me dijo Yahveh: «Mentira profetizan esos profetas en mi nombre. Yo no les he enviado ni dado instrucciones, ni les he hablado. Visión mentirosa, augurio fútil y delirio de sus corazones os dan por profecía.
Jer 14:15 Por tanto, así dice Yahveh: Tocante a los profetas que profetizan en mi nombre sin haberles enviado yo, y que dicen: No habrá espada ni hambre en este país, con espada y con hambre serán rematados los tales profetas,
Jer 14:16 y el pueblo al que profetizan yacerá derribado por las calles de Jerusalén, por causa del hambre y de la espada, y no habrá sepulturero para ellos ni para sus mujeres, sus hijos y sus hijas; pues volcaré sobre ellos mismos su maldad.»
Jer 14:17 Les dirás esta palabra: Dejen caer mis ojos lágrimas de noche y de día sin parar, porque de quebranto grande es quebrantada la doncella, hija de mi pueblo, de golpe gravísimo,
Jer 14:18 Si salgo al campo encuentro heridos de espada; y si entro en la ciudad, encuentro desfallecidos de hambre. Y aun el mismo profeta, aun el mismo sacerdote andan errantes por el país y nada saben.
Jer 14:19 - ¿Es que has desechado a Judá? ¿o acaso de Sión se ha hastiado tu alma? ¿Por qué nos has herido, que no tenemos cura? Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo.
Jer 14:20 Reconocemos, Yahveh, nuestras maldades, la culpa de nuestros padres; que hemos pecado contra ti.
Jer 14:21 No desprecies, por amor de tu Nombre, no deshonres la sede de tu Gloria. Recuerda, no anules tu alianza con nosotros.
Jer 14:22 ¿Hay entre las Vanidades gentílicas quienes hagan llover? ¿o acaso los cielos dan de suyo la llovizna? ¿No eres tú mismo, oh Yahveh? ¡Dios nuestro, esperamos en ti, porque tú hiciste todas estas cosas!

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Capítulo 15

15:1
Y DÍJOME el Altísimo: Si Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, mi voluntad no será con este pueblo: échalos de delante de mí, y salgan.
15:2
Y será que si te preguntaren: ¿A dónde saldremos? les dirás: Así ha dicho el Altísimo: El que á muerte, á muerte; y el que á cuchillo, á cuchillo; y el que á hambre, á hambre; y el que á cautividad, á cautividad.
15:3
Y enviaré sobre ellos cuatro géneros, dice el Altísimo: cuchillo para matar, y perros para despedazar, y aves del cielo y bestias de la tierra, para devorar y para disipar.
15:4
Y entregarélos á ser agitados por todos los reinos de la tierra, á causa de Manasés hijo de Ezechîas rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalem.
15:5
Porque ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalem? ¿ó quién se entristecerá por tu causa? ¿ó quién ha de venir á preguntar por tu paz?
15:6
Tú me dejaste, dice el Altísimo, atrás te volviste: por tanto yo extenderé sobre ti mi mano, y te destruiré; estoy cansado de arrepentirme.
15:7
Y aventélos con aventador hasta las puertas de la tierra; desahijé, desbaraté mi pueblo; no se tornaron de sus caminos.
15:8
Sus viudas se multiplicaron más que la arena de la mar; traje contra ellos destruidor á medio día sobre la madre y los hijos; sobre la ciudad hice que de repente cayesen terrores.
15:9
Enflaquecióse la que parió siete; llenóse de dolor su alma; su sol se le puso siendo aún de día; fué avergonzada y llena de confusión: y lo que de ella quedare, entregarélo á cuchillo delante de sus enemigos, dice el Altísimo.
15:10
¡Ay de mí, madre mía, que me has engendrado hombre de contienda y hombre de discordia á toda la tierra! Nunca les dí á logro, ni lo tomé de ellos; y todos me maldicen.
15:11
Dijo el Altísimo: De cierto tus reliquias serán en bien; de cierto haré que el enemigo te salga á recibir en el tiempo trabajoso, y en el tiempo de angustia.
15:12
¿Quebrará el hierro al hierro de la parte de aquilón, y al bronce?
15:13
Tus riquezas y tus tesoros daré á saco sin ningún precio, por todos tus pecados, y en todos tus términos;
15:14
Y te haré pasar á tus enemigos en tierra que no conoces: porque fuego se ha encendido en mi furor, y arderá sobre vosotros.
15:15
Tú lo sabes, oh el Altísimo; acuérdate de mí, y visítame, y véngame de mis enemigos. No me tomes en la prolongación de tu enojo: sabes que por amor de ti sufro afrenta.
15:16
Halláronse tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fué por gozo y por alegría de mi corazón: porque tu nombre se invocó sobre mí, oh el Altísimo Dios de los ejércitos.
15:17
No me senté en compañia de burladores, ni me engreí á causa de tu profecía; sentéme solo, porque me llenaste de desabrimiento.
15:18
¿Por qué fué perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió cura? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?
15:19
Por tanto así dijo el Altísimo: Si te convirtieres, yo te repondré, y delante de mí estarás; y si sacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos á ti, y tú no te conviertas á ellos.
15:20
Y te daré para este pueblo por fuerte muro de bronce, y pelearán contra ti, y no te vencerán: porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice el Altísimo.
15:21
Y librarte he de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.


Jer 15:1 Y me dijo Yahveh: Aunque se me pongan Moisés y Samuel por delante, no estará mi alma por este pueblo. Échales de mi presencia y que salgan.
Jer 15:2 Y como te digan: «¿A dónde salimos?», les dices: Así dice Yahveh: Quien sea para la muerte, a la muerte; quien para la espada, a la espada; quien para el hambre, al hambre, y quien para el cautiverio, al cautiverio.
Jer 15:3 Haré que se encarguen de ellos cuatro géneros (de males) - oráculo de Yahveh -: la espada para degollar, los perros para despedazar, las aves del cielo y las bestias terrestres para devorar y estragar.
Jer 15:4 Los convertiré en espantajo para todos los reinos de la tierra, por culpa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén.
Jer 15:5 ¿Quién, pues, te tendrá lástima, Jerusalén? ¿quién meneará la cabeza por ti? ¿quién se alargará a saludarte?
Jer 15:6 Tú me has abandonado - oráculo de Yahveh - de espaldas te has ido. Pues yo extiendo mi mano sobre ti y te destruyo. Estoy cansado de apiadarme,
Jer 15:7 y voy a beldarlos con el bieldo en las puertas del país. He dejado sin hijos, he malhadado a mi pueblo, porque de sus caminos no se convertían.
Jer 15:8 Yo les he hecho más viudas que la arena de los mares. He traído sobre las madres de los jóvenes guerreros al saqueador en el pleno mediodía. He hecho caer sobre ellos de pronto sobresalto y alarma.
Jer 15:9 Mal lo pasó la madre de siete hijos: exhalaba el alma, se puso su sol siendo aún de día, se avergonzó y se abochornó. Y lo que queda de ellos, a la espada voy a entregarlo delante de sus enemigos - oráculo de Yahveh -.
Jer 15:10 ¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz varón discutido y debatido por todo el país! Ni les debo, ni me deben, ¡pero todos me maldicen!
Jer 15:11 Di, Yahveh, si no te he servido bien: intercedí ante ti por mis enemigos en el tiempo de su mal y de su apuro.
Jer 15:12 ¿Se mella el hiero, el hierro del norte, y el bronce?
Jer 15:13 Tu haber y tus tesoros al pillaje voy a dar gratis, por todos tus pecados en todas tus fronteras,
Jer 15:14 y te haré esclavo de tus enemigos en un país que no conoces, porque un fuego ha saltado en mi ira que sobre vosotros estará encendido.
Jer 15:15 Tú lo sabes. Yahveh, acuérdate de mí, visítame y véngame de mis perseguidores. No dejes que por alargarse tu ira sea yo arrebatado. Sábelo: he soportado por ti el oprobio.
Jer 15:16 Se presentaban tus palabras, y yo las devoraba; era tu palabra para mí un gozo y alegría de corazón, porque se me llamaba por tu Nombre Yahveh, Dios Sebaot.
Jer 15:17 No me senté en peña de gente alegre y me holgué: por obra tuya, solitario me senté, porque de rabia me llenaste.
Jer 15:18 ¿Por qué ha resultado mi penar perpetuo, y mi herida irremediable, rebelde a la medicina? ¡Ay! ¿serás tú para mí como un espejismo, aguas no verdaderas?
Jer 15:19 Entonces Yahveh dijo así: Si te vuelves por que yo te haga volver, estarás en mi presencia; y si sacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Que ellos se vuelvan a ti, y no tú a ellos.
Jer 15:20 Yo te pondré para este pueblo por muralla de bronce inexpugnable. Y pelearán contigo, pero no te podrán, pues contigo estoy yo para librarte y salvarte - oráculo de Yahveh -.
Jer 15:21 Te salvaré de mano de los malos y te rescataré del puño de esos rabiosos.

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Capítulo 16

16:1
Y FUÉ á mí palabra de el Altísimo, diciendo:
16:2
No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar.
16:3
Porque así ha dicho el Altísimo acerca de los hijos y de las hijas que nacieren en este lugar, y de sus madres que los parieren, y de los padres que los engendraren en esta tierra.
16:4
De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados: serán por muladar sobre la haz de la tierra: y con cuchillo y con hambre serán consumidos, y sus cuerpos serán para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.
16:5
Porque así ha dicho el Altísimo: No entres en casa de luto, ni vayas á lamentar, ni los consueles: porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice el Altísimo, mi misericordia y piedades.
16:6
Y morirán en esta tierra grandes y chicos: no se enterrarán, ni los plañirán, ni se arañarán, ni se mesarán por ellos;
16:7
Ni por ellos partirán pan por luto, para consolarlos de sus muertos; ni les darán á beber vaso de consolaciones por su padre ó por su madre.
16:8
Asimismo no entres en casa de convite, para sentarte con ellos á comer ó á beber.
16:9
Porque así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo haré cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y toda voz de alegría, toda voz de esposo y toda voz de esposa.
16:10
Y acontecerá que cuando anunciares á este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué habló el Altísimo sobre nosotros este mal tan grande? ¿y qué maldad es la nuestra, ó qué pecado es el nuestro, que cometiéramos contra el Altísimo nuestro Dios?
16:11
Entonces les dirás: Porque vuestros padres me dejaron, dice el Altísimo, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y á ellos se encorvaron, y me dejaron á mí, y no guardaron mi ley;
16:12
Y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome á mí.
16:13
Por tanto, yo os haré echar de esta tierra á tierra que ni vosotros ni vuestros padres habéis conocido, y allá serviréis á dioses ajenos de día y de noche; porque no os mostraré clemencia.
16:14
Empero he aquí, vienen días, dice el Altísimo, que no se dirá más: Vive el Altísimo, que hizo subir á los hijos de Israel de tierra de Egipto;
16:15
Sino: Vive el Altísimo, que hizo subir á los hijos de Israel de la tierra del aquilón, y de todas las tierras á donde los había arrojado: y volverélos á su tierra, la cual dí á sus padres.
16:16
He aquí que yo envío muchos pescadores, dice el Altísimo, y los pescarán; y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán de todo monte, y de todo collado, y de las cavernas de los peñascos.
16:17
Porque mis ojos están sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultaron, ni su maldad se esconde de la presencia de mis ojos.
16:18
Mas primero pagaré al doble su iniquidad y su pecado; porque contaminaron mi tierra con los cuerpos muertos de sus abominaciones, y de sus abominaciones llenaron mi heredad.
16:19
Oh el Altísimo, fortaleza mía, y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción; á ti vendrán gentes desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho.
16:20
¿Ha de hacer el hombre dioses para sí? mas ellos no son dioses.
16:21
Por tanto, he aquí, les enseñaré de esta vez, enseñarles he mi mano y mi fortaleza, y sabrán que mi nombre es el Altísimo.


Jer 16:1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
Jer 16:2 No tomes mujer ni tengas hijos ni hijas en este lugar.
Jer 16:3 Que así dice Yahveh de los hijos e hijas nacidos en este lugar, de sus madres que los dieron a luz y de sus padres que los engendraron en esta tierra:
Jer 16:4 De muertes miserables morirán, sin que sean plañidos ni sepultados. Se volverán estiércol sobre la haz del suelo. Con espada y hambre serán acabados, y serán sus cadáveres pasto para las aves del cielo y las bestias de la tierra.
Jer 16:5 Sí, así dice Yahveh: No entres en casa de duelo, ni vayas a plañir, ni les consueles; pues he retirado mi paz de este pueblo - oráculo de Yahveh - la merced y la compasión.
Jer 16:6 Morirán grandes y chicos en esta tierra. No se les sepultará, ni nadie les plañirá, ni se arañarán ni se raparán por ellos,
Jer 16:7 ni se partirá el pan al que está de luto para consolarle por el muerto, ni le darán a beber la taza consolatoria por su padre o por su madre.
Jer 16:8 Y en casa de convite tampoco entres a sentarte con ellos a comer y beber.
Jer 16:9 Que así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que voy a hacer desaparecer de este lugar, a vuestros propios ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia.
Jer 16:10 Luego, cuando hayas comunicado a este pueblo todas estas palabras, y te digan: «¿Por qué ha pronunciado Yahveh contra nosotros toda esta gran desgracia? ¿cuál es nuestra culpa, y cuál nuestro pecado que hemos cometido contra Yahveh nuestro Dios?»,
Jer 16:11 tú les dirás: «Es porque me dejaron vuestros padres - oráculo de Yahveh - y se fueron tras otros dioses y les sirvieron y adoraron, y a mí me dejaron, y mi Ley no guardaron.
Jer 16:12 Y vosotros mismos habéis hecho peor que vuestros padres, pues he aquí que va cada uno en pos de la dureza de su mal corazón, sin escucharme.
Jer 16:13 Pero yo os echaré lejos de esta tierra, a otra que no habéis conocido vosotros ni vuestros padres, y serviréis allí a otros dioses día y noche, pues no os otorgaré perdón.»
Jer 16:14 En efecto, mirad que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no se dirá más: «¡Por vida de Yahveh, que subió a los hijos de Israel de Egipto!»,
Jer 16:15 sino: «¡Por vida de Yahveh, que subió a los hijos de Israel del país del norte, y de todos los países a donde los arrojara!» Pues yo los devolveré a su solar, que di a sus padres.
Jer 16:16 He aquí que envío a muchos pescadores - oráculo de Yahveh - y los pescarán. Y luego de esto enviaré a muchos cazadores, y los cazarán de encima de cada monte y de cada cerro y de los resquicios de las peñas.
Jer 16:17 Porque mis ojos están puestos sobre todos sus caminos: no se me ocultan, ni se zafa su culpa de delante de mis ojos.
Jer 16:18 Pagaré doblado por su culpa y su pecado, porque ellos execraron mi tierra con la carroña de sus Monstruos abominables, y de sus Abominaciones llenaron mi heredad.
Jer 16:19 ¡Oh Yahveh, mi fuerza y mi refuerzo, mi refugio en día de apuro! A ti las gentes vendrán de los confines de la tierra y dirán: ¡Luego Mentira recibieron de herencia nuestros padres, Vanidad y cosas sin provecho!
Jer 16:20 ¿Es que va a hacerse el hombre dioses para sí? ¡aunque aquellos no son dioses!
Jer 16:21 Por tanto, he aquí que yo les hago conocer - esta vez sí - mi mano y mi poderío, y sabrán que mi nombre es Yahveh.

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Capítulo 17

17:1
EL pecado de Judá escrito está con cincel de hierro, y con punta de diamante: esculpido está en la tabla de su corazón, y en los lados de vuestros altares;
17:2
Cuando sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus bosques, junto á los árboles verdes y en los collados altos.
17:3
¡Oh mi montaña! tu hacienda en el campo y todos tus tesoros daré á saco, por el pecado de tus altos en todos tus términos.
17:4
Y habrá en ti cesación de tu heredad, la cual yo te dí, y te haré servir á tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego habéis encendido en mi furor, para siempre arderá.
17:5
Así ha dicho el Altísimo: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de el Altísimo.
17:6
Pues será como la retama en el desierto, y no verá cuando viniere el bien; sino que morará en las securas en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.
17:7
Bendito el varón que se fía en el Altísimo, y cuya confianza es el Altísimo.
17:8
Porque él será como el árbol plantado junto á las aguas, que junto á la corriente echará sus raices, y no verá cuando viniere el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de hacer fruto.
17:9
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
17:10
Yo el Altísimo, que escudriño el corazón, que pruebo los riñones, para dar á cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
17:11
Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que allega riquezas, y no con justicia; en medio de sus días las dejará, y en su postrimería será insipiente.
17:12
Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario.
17:13
¡Oh el Altísimo, esperanza de Israel! todos los que te dejan, serán avergonzados; y los que de mí se apartan, serán escritos en el polvo; porque dejaron la vena de aguas vivas, á el Altísimo.
17:14
Sáname, oh el Altísimo, y seré sano; sálvame, y seré salvo: porque tú eres mi alabanza.
17:15
He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de el Altísimo? venga ahora.
17:16
Mas yo no me entrometí á ser pastor en pos de ti, ni deseé día de calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, fué en tu presencia.
17:17
No me seas tú por espanto: esperanza mía eres tú en el día malo.
17:18
Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo; asómbrense ellos, y yo no me asombre: trae sobre ellos día malo, y quebrántalos con doble quebrantamiento.
17:19
Así me ha dicho el Altísimo: Ve, y ponte á la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá, y á todas las puertas de Jerusalem,
17:20
Y diles: Oid la palabra de el Altísimo, reyes de Judá, y todo Judá, y todos los moradores de Jerusalem que entráis por esta puertas.
17:21
Así ha dicho el Altísimo: Guardaos por vuestras vidas, y no traigáis carga en el día del sábado, para meter por las puertas de Jerusalem;
17:22
Ni saquéis carga de vuestras casas en el día del sábado, ni hagáis obra alguna: mas santificad el día del sábado, como mandé á vuestros padres;
17:23
Mas ellos no oyeron, ni inclinaron su oído, antes endurecieron su cerviz, por no oir, ni recibir corrección.
17:24
Será empero, si vosotros me obedeciereis, dice el Altísimo, no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en el día del sábado, sino que santificaréis el día del sábado, no haciendo en él ninguna obra;
17:25
Que entrarán por las puertas de esta ciudad, en carros y en caballos, los reyes y los príncipes que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus príncipes, los varones de Judá, y los moradores de Jerusalem: y esta ciudad será habitada para siempre.
17:26
Y vendrán de las ciudades de Judá, y de los alrededores de Jerusalem, y de tierra de Benjamín, y de los campos, y del monte, y del austro, trayendo holocausto y sacrificio, y ofrenda é incienso, y trayendo sacrificio de alabanza á la casa de el Altísimo.
17:27
Mas si no me oyereis para santificar el día del sábado, y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalem en día de sábado, yo haré encender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalem, y no se apagará.


Jer 17:1 El pecado de Judá está escrito con buril de hierro; con punta de diamante está grabado sobre la tabla de su corazón y en los cuernos de sus aras,
Jer 17:2 así, recordarán sus hijos sus aras y sus cipos cabe los árboles frondosos, sobre los oteros altos,
Jer 17:3 mi monte, en la campiña. Tu haber y todos tus tesoros al pillaje voy a dar, en pago por todos tus pecados de los altos, en todas tus fronteras.
Jer 17:4 Tendrás que deshacerte de tu heredad que yo te di, y te haré esclavo de tus enemigos en un país que no conoces, porque un fuego ha saltado en mi ira que para siempre estará encendido.
Jer 17:5 Así dice Yahveh: Maldito sea aquel que fía en hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Yahveh se aparta en su corazón.
Jer 17:6 Pues es como el tamarisco en la Arabá, y no verá el bien cuando viniere. Vive en los sitios quemados del desierto, en saladar inhabitable.
Jer 17:7 Bendito sea aquel que fía en Yahveh, pues no defraudará Yahveh su confianza.
Jer 17:8 Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto.
Jer 17:9 El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?
Jer 17:10 Yo, Yahveh, exploro el corazón, pruebo los riñones, para dar a cada cual según su camino, según el fruto de sus obras.
Jer 17:11 La perdiz incuba lo que no ha puesto; así es el que hace dinero, mas no con justicia: en mitad de sus días lo ha de dejar y a la postre resultará un necio.
Jer 17:12 Solio de Gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario...
Jer 17:13 Esperanza de Israel, Yahveh: todos los que te abandonan serán avergonzados, y los que se apartan de ti, en la tierra serán escritos, por haber abandonado el manantial de aguas vivas, Yahveh.
Jer 17:14 Cúrame, Yahveh, y sea yo curado; sálvame, y sea yo salvo, pues mi prez eres tú.
Jer 17:15 Mira que ellos me dicen: «¿Dónde está la palabra de Yahveh? ¡vamos, que venga!»
Jer 17:16 Yo nunca te apremié a hacer daño; el día irremediable no he anhelado; tú lo sabes: lo salido de mis labios enfrente de tu faz ha estado.
Jer 17:17 No seas para mí espanto, ¡oh tú, mi amparo en el día aciago!
Jer 17:18 Avergüéncense mis perseguidores, y no me avergüence yo; espántense ellos, y no me espante yo. Trae sobre ellos el día aciago, y con doble quebrantamiento quebrántalos.
Jer 17:19 Yahveh me dijo así: Ve y te paras a la puerta de los Hijos del pueblo, por la que entran los reyes de Judá y por la que salen, y asimismo en todas las puertas de Jerusalén,
Jer 17:20 y les dices: Oíd la palabra de Yahveh, reyes de Judá, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén que entráis por estas puertas.
Jer 17:21 Así dice Yahveh: «Guardaos, por vida vuestra, de llevar carga en día de sábado y meterla por las puertas de Jerusalén.
Jer 17:22 No saquéis tampoco carga de vuestras casas en sábado, ni hagáis trabajo alguno, antes bien santificad el sábado como mandé a vuestros padres.
Jer 17:23 Mas no oyeron ni aplicaron el oído, sino que atiesaron su cerviz sin oír ni aprender.
Jer 17:24 Que si me hacéis caso - oráculo de Yahveh - no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en sábado y santificando el día de sábado sin realizar en él trabajo alguno,
Jer 17:25 entonces entrarán por las puertas de esta ciudad reyes que se sienten sobre el trono de David, montados en carros y caballos, ellos y sus oficiales, la gente de Judá y los habitantes de Jerusalén. Y durará esta ciudad para siempre.
Jer 17:26 Y vendrán de las ciudades de Judá, de los aledaños de Jerusalén, del país de Benjamín, de la Tierra Baja, de la Sierra y del Négueb a traer holocaustos, sacrificios, oblaciones e incienso y a traer ofrendas de acción de gracias a la Casa de Yahveh.
Jer 17:27 Pero si no me oyereis en cuanto a santificar el sábado y no llevar carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en sábado, entonces prenderé fuego a sus puertas, que consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.

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Capítulo 18

18:1
LA palabra que fué á Jeremías de el Altísimo, diciendo:
18:2
Levántate, y vete á casa del alfarero, y allí te haré oir mis palabras.
18:3
Y descendí á casa del alfarero, y he aquí que él hacía obra sobre la rueda.
18:4
Y el vaso que él hacía de barro se quebró en la mano del alfarero; y tornó é hízolo otro vaso, según que al alfarero pareció mejor hacerlo.
18:5
Entonces fué á mí palabra de el Altísimo, diciendo:
18:6
¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel, dice el Altísimo? He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
18:7
En un instante hablaré contra gentes y contra reinos, para arrancar, y disipar, y destruir.
18:8
Empero si esas gentes se convirtieren de su maldad, de que habré hablado, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles.
18:9
Y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar;
18:10
Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, arrepentiréme del bien que había determinado hacerle.
18:11
Ahora pues habla luego á todo hombre de Judá, y á los moradores de Jerusalem, diciendo: Así ha dicho el Altísimo: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios: conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejorad vuestros caminos y vuestras obras.
18:12
Y dijeron: Es por demás: porque en pos de nuestras imaginaciones hemos de ir, y hemos de hacer cada uno el pensamiento de su malvado corazón.
18:13
Por tanto, así dijo el Altísimo: Preguntad ahora á las gentes, quién tal haya oído. Gran fealdad ha hecho la virgen de Israel.
18:14
¿Faltará la nieve del Líbano de la piedra del campo? ¿faltarán las aguas frías que corren de lejanas tierras?
18:15
Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando á la vanidad, y hácenles tropezar en sus caminos, en las sendas antiguas, para que caminen por sendas, por camino no hollado;
18:16
Para poner su tierra en desolación, y en silbos perpetuos; todo aquel que pasare por ella se maravillará, y meneará su cabeza.
18:17
Como viento solano los esparciré delante del enemigo; mostraréles las espaldas, y no el rostro, en el día de su perdición.
18:18
Y dijeron: Venid, y tracemos maquinaciones contra Jeremías; porque la ley no faltará del sacerdote, ni consejo del sabio, ni palabra del profeta. Venid é hirámoslo de lengua, y no miremos á todas sus palabras.
18:19
Oh el Altísimo, mira por mí, y oye la voz de los que contienden conmigo.
18:20
¿Dase mal por bien para que hayan cavado hoyo á mi alma? Acuérdate que me puse delante de ti para hablar bien por ellos, para apartar de ellos tu ira.
18:21
Por tanto, entrega sus hijos á hambre, y hazlos derramar por medio de la espada; y queden sus mujeres sin hijos, y viudas; y sus maridos sean puestos á muerte, y sus jóvenes heridos á cuchillo en la guerra.
18:22
Oigase clamor de sus casas, cuando trajeres sobre ellos ejército de repente: porque cavaron hoyo para prenderme, y á mis pies han escondido lazos.
18:23
Mas tú, oh el Altísimo, conoces todo su consejo contra mí para muerte; no perdones su maldad, ni borres su pecado de delante de tu rostro: y tropiecen delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu furor.


Jer 18:1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh:
Jer 18:2 Levántate y baja a la alfarería, que allí mismo te haré oír mis palabras.
Jer 18:3 Bajé a la alfarería, y he aquí que el alfarero estaba haciendo un trabajo al torno.
Jer 18:4 El cacharro que estaba haciendo se estropeó como barro en manos del alfarero, y éste volvió a empezar, trasformándolo en otro cacharro diferente, como mejor le pareció al alfarero.
Jer 18:5 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
Jer 18:6 ¿No puedo hacer yo con vosotros, casa de Israel, lo mismo que este alfarero? - oráculo de Yahveh -. Mirad que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel.
Jer 18:7 De pronto hablo contra una nación o reino, de arrancar, derrocar y perder;
Jer 18:8 pero se vuelve atrás de su mal aquella gente contra la que hablé, y yo también desisto del mal que pensaba hacerle.
Jer 18:9 Y de pronto hablo, tocante a una nación o un reino, de edificar y plantar;
Jer 18:10 pero hace lo que parece malo desoyendo mi voz, y entonces yo también desisto del bien que había decidido hacerle.
Jer 18:11 Ahora, pues, di a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Así dice Yahveh: «Mirad que estoy ideando contra vosotros cosa mala y pensando algo contra vosotros. Ea, pues; volveos cada cual de su mal camino y mejorad vuestra conducta y acciones.»
Jer 18:12 Pero van a decir: «Es inútil; porque iremos en pos de nuestros pensamientos y cada uno de nosotros hará conforme a la terquedad de su mal corazón.»
Jer 18:13 Por tanto, así dice Yahveh: Vamos, preguntad entre las naciones: ¿Quién oyó tal cosa? ¡Bien fea cosa ha hecho la virgen de Israel!
Jer 18:14 ¿Faltará acaso de la peña excelsa la nieve del Líbano? ¿o se agotarán las aguas crecidas, frescas, corrientes?
Jer 18:15 Pues bien, mi pueblo me ha olvidado. A la Nada inciensan. Han tropezado en sus caminos, aquellos senderos de siempre, para irse por trochas, por camino no trillado.
Jer 18:16 Es para trocar su tierra en desolación, en eterna rechifla: todo el que pasare se asombrará de ella y meneará la cabeza.
Jer 18:17 Como el viento solano los esparciré delante del enemigo. La espalda, que no la cara, les mostraré el día de su infortunio.
Jer 18:18 Entonces dijeron: «Venid y tramemos algo contra Jeremías, porque no va a faltarle la ley al sacerdote, el consejo al sabio, ni al profeta la palabra. Venid e hirámosle por su propia lengua: no estemos atentos a todas sus palabras.»
Jer 18:19 Estáte atento a mí, Yahveh, y oye lo que dicen mis contrincantes.
Jer 18:20 ¿Es que se paga mal por bien? (Porque han cavado una hoya para mi persona.) Recuerda cuando yo me ponía en tu presencia para hablar en bien de ellos, para apartar tu cólera de ellos.
Jer 18:21 Por tanto, entrega a sus hijos al hambre y desángralos a filo de espada; queden sus mujeres sin hijos y viudas, sean sus varones asesinados, sus mancebos acuchillados en la guerra.
Jer 18:22 Oigase griterío en sus casas, cuando traigas sobre ellos pillaje repentino. Porque han cavado una hoya para prenderme, y trampas han escondido para mis pies.
Jer 18:23 Pero tú, Yahveh, conoces todo su plan de muerte contra mí. ¡No disimules su culpa, no borres de tu presencia su pecado! ¡Que caigan ante ti, al tiempo de tu ira, descarga en ellos!

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Capítulo 19

19:1
ASÍ dijo el Altísimo: Ve, y compra una vasija de barro de alfarero, y lleva contigo de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes;
19:2
Y saldrás al valle del hijo de Hinnom, que está á la entrada de la puerta oriental, y publicarás allí las palabras que yo te hablaré.
19:3
Dirás pues: Oid palabra de el Altísimo, oh reyes de Judá, y moradores de Jerusalem. Así dice el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo mal sobre este lugar, tal que quien lo oyere, le retiñan los oídos.
19:4
Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron en él perfumes á dioses ajenos, los cuales no habían ellos conocido, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de sangre de inocentes;
19:5
Y edificaron alto á Baal, para quemar con fuego sus hijos en holocaustos al mismo Baal; cosa que no les mandé, ni hablé, ni me vino al pensamiento.
19:6
Por tanto, he aquí vienen días, dice el Altísimo, que este lugar no se llamará más Topheth, ni Valle del hijo de Hinnom, sino Valle de la Matanza.
19:7
Y desvaneceré el consejo de Judá y de Jerusalem en este lugar; y haréles caer á cuchillo delante de sus enemigos, y en las manos de los que buscan sus almas; y daré sus cuerpos para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra:
19:8
Y pondré á esta ciudad por espanto y silbo: todo aquel que pasare por ella se maravillará, y silbará sobre todas sus plagas.
19:9
Y haréles comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas; y cada uno comerá la carne de su amigo, en el cerco y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que buscan sus almas.
19:10
Y quebrarás la vasija ante los ojos de los varones que van contigo,
19:11
Y les dirás: Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: Así quebrantaré á este pueblo y á esta ciudad, como quien quiebra un vaso de barro, que no puede más restaurarse; y en Topheth se enterrarán, porque no habrá otro lugar para enterrar.
19:12
Así haré á este lugar, dice el Altísimo, y á sus moradores, poniendo esta ciudad como Topheth.
19:13
Y las casas de Jerusalem, y las casas de los reyes de Judá, serán como el lugar de Topheth inmundas, por todas las casas sobre cuyos tejados ofrecieron perfumes á todo el ejército del cielo, y vertieron libaciones á dioses ajenos.
19:14
Y volvió Jeremías de Topheth, á donde le envió el Altísimo á profetizar, y paróse en el atrio de la casa de el Altísimo, y dijo á todo el pueblo.
19:15
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus villas todo el mal que hablé contra ella: porque han endurecido su cerviz, para no oir mis palabras.


Jer 19:1 Entonces Yahveh dijo a Jeremías: Ve y compras un jarro de cerámica; tomas contigo a algunos ancianos del pueblo y algunos sacerdotes,
Jer 19:2 sales al valle de Ben Hinnom, a la entrada de la puerta de las Tejoletas, y pregonas allí las palabras que voy a decirte.
Jer 19:3 Dirás: Oíd la palabra de Yahveh, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: «He aquí que yo traigo sobre este lugar una desgracia, que a todo el que la oyere le zumbarán los oídos.
Jer 19:4 Porque me han dejado, han hecho extraño este lugar y han incensado en él a otros dioses que ni ellos ni sus padres conocían. Los reyes de Judá han llenado este lugar de sangre de inocentes,
Jer 19:5 y han construido los altos de Baal para quemar a sus hijos en el fuego, en holocausto a Baal, - lo que no les mandé ni les dije ni me pasó por las mientes -.
Jer 19:6 Por tanto, he aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no se hablará más de Tofet ni del valle de Ben Hinnom, sino del "Valle de la Matanza".
Jer 19:7 Vaciaré la prudencia de Judá y Jerusalén a causa de este lugar: les haré caer a espada ante sus enemigos por mano de los que busquen su muerte; daré sus cadáveres por comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra,
Jer 19:8 y convertiré esta ciudad en desolación y en rechifla: todo el que pase a su vera se quedará atónito y silbará en vista de sus heridas.
Jer 19:9 Les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y comerán cada uno la carne de su prójimo, en el aprieto y la estrechez con que les estrecharán sus enemigos y los que busquen su muerte.»
Jer 19:10 Luego rompes el jarro a la vista de los hombres que vayan contigo
Jer 19:11 y les dices: Así dice Yahveh Sebaot: «Asimismo quebrantaré yo a este pueblo y a esta ciudad, como quien rompe un cacharro de alfarería, que ya no tiene arreglo. «Y se harán enterramientos en Tófet, hasta que falte sitio para enterrar.
Jer 19:12 Así haré con este lugar - oráculo de Yahveh - y con sus habitantes, hasta dejar a esta ciudad lo mismo que Tófet,
Jer 19:13 y que sean las casas de Jerusalén y las de los reyes de Judá como el lugar de Tófet: una inmundicia; todas las casas en cuyas azoteas incensaron a toda la tropa celeste y libaron libación a otros dioses.»
Jer 19:14 Partió Jeremías de Tófet a donde le había enviado Yahveh a profetizar y, parándose en el atrio de la Casa de Yahveh, dijo a todo el pueblo:
Jer 19:15 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que yo traigo a esta ciudad y a todos sus aledaños toda la calamidad que he pronunciado contra ella, porque ha atiesado su cerviz, desoyendo mis palabras.»

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Capítulo 20

20:1
Y PASHUR sacerdote, hijo de Immer, que presidía por príncipe en la casa de el Altísimo, oyó á Jeremías que profetizaba estas palabras.
20:2
E hirió Pashur á Jeremías profeta, y púsole en el cepo que estaba á la puerta de Benjamín en lo alto, la cual conducía á la casa de el Altísimo.
20:3
Y el día siguiente Pashur sacó á Jeremías del cepo. Díjole entonces Jeremías: el Altísimo no ha llamado tu nombre Pashur, sino Magormissabib.
20:4
Porque así ha dicho el Altísimo: He aquí yo te pondré en espanto á ti, y á todos los que bien te quieren, y caerán por el cuchillo de sus enemigos, y tus ojos lo verán: y á todo Judá entregaré en mano del rey de Babilonia, y los trasportará á Babilonia, y herirálos á cuchillo.
20:5
Entregaré asimismo toda la sustancia de esta ciudad, y todo su trabajo, y todas sus cosas preciosas; y daré todos los tesoros de los reyes de Judá en manos de sus enemigos, y los saquearán, y los tomarán, y llevaránlos á Babilonia.
20:6
Y tú, Pashur, y todos los moradores de tu casa iréis cautivos, y entrarás en Babilonia, y allí morirás, y serás allá enterrado, tu, y todos los que bien te quieren, á los cuales has profetizado con mentira.
20:7
Alucinásteme, oh el Altísimo, y hállome frustrado: más fuerte fuiste que yo, y vencísteme: cada día he sido escarnecido; cada cual se burla de mí.
20:8
Porque desde que hablo, doy voces, grito, Violencia y destrucción: porque la palabra de el Altísimo me ha sido para afrenta y escarnio cada día.
20:9
Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre: empero fué en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos, trabajé por sufrirlo, y no pude.
20:10
Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, y denunciaremos. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.
20:11
Mas el Altísimo está conmigo como poderoso gigante; por tanto los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.
20:12
Oh el Altísimo de los ejércitos, que sondas los justos, que ves los riñones y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque á ti he descubierto mi causa.
20:13
Cantad á el Altísimo, load á el Altísimo: porque librado ha el alma del pobre de mano de los malignos.
20:14
Maldito el día en que nací: el día en que mi madre me parió no sea bendito.
20:15
Maldito el hombre que dió nuevas á mi padre, diciendo, Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho.
20:16
Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló el Altísimo, y no se arrepintió: y oiga gritos de mañana, y voces al medio día;
20:17
Porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre concebimiento perpetuo.
20:18
¿Para qué salí del vientre? ¿para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?

Jer 20:1 El sacerdote Pasjur, hijo de Immer, que era inspector jefe de la Casa de Yahveh, oyó a Jeremías profetizar dichas palabras.
Jer 20:2 Pasjur hizo dar una paliza al profeta Jeremías y le hizo meter en el calabozo de la Puerta Alta de Benjamín - la que está en la Casa de Yahveh -.
Jer 20:3 Al día siguiente sacó Pasjur a Jeremías del calabozo. Díjole Jeremías: No es Pasjur el nombre que te ha puesto Yahveh, sino «Terror en torno».
Jer 20:4 Porque así dice Yahveh: «He aquí que yo te convierto en terror para ti mismo y para todos tus allegados, los cuales caerán por la espada de sus enemigos, y tus ojos lo estarán viendo. Y asimismo a todo Judá entregaré en manos del rey de Babilonia, que los deportará a Babilonia y los acuchillará.
Jer 20:5 Y entregaré todas las reservas de esta ciudad y todo lo atesorado, todas sus preciosidades y todos los tesoros de los reyes de Judá, en manos de sus enemigos que los pillarán, los tomarán y se los llevarán a Babilonia.
Jer 20:6 En cuanto a ti, Pasjur, y todos los moradores de tu casa, iréis al cautiverio. En Babilonia entrarás, allí morirás y allí mismo serás sepultado tú y todos tus allegados a quienes has profetizado en falso.»
Jer 20:7 Me has seducido, Yahveh, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido. He sido la irrisión cotidiana: todos me remedaban.
Jer 20:8 Pues cada vez que hablo es para clamar: «¡Atropello!», y para gritar: «¡Expolio!». La palabra de Yahveh ha sido para mí oprobio y befa cotidiana.
Jer 20:9 Yo decía: «No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre.» Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía.
Jer 20:10 Escuchaba las calumnias de la turba: «¡Terror por doquier!, ¡denunciadle!, ¡denunciémosle!» Todos aquellos con quienes me saludaba estaban acechando un traspiés mío: «¡A ver si se distrae, y le podremos, y tomaremos venganza de él!»
Jer 20:11 Pero Yahveh está conmigo, cual campeón poderoso. Y así mis perseguidores tropezarán impotentes; se avergonzarán mucho de su imprudencia: confusión eterna, inolvidable.
Jer 20:12 ¡Oh Yahveh Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el corazón!, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
Jer 20:13 Cantad a Yahveh, alabad a Yahveh, porque ha salvado la vida de un pobrecillo de manos de malhechores.
Jer 20:14 ¡Maldito el día en que nací! ¡el día que me dio a luz mi madre no sea bendito!
Jer 20:15 ¡Maldito aquel que felicitó a mi padre diciendo: «Te ha nacido un hijo varón», y le llenó de alegría!
Jer 20:16 Sea el hombre aquel semejante a las ciudades que destruyó Yahveh sin que le pesara, y escuche alaridos de mañana y gritos de ataque al mediodía.
Jer 20:17 ¡Oh, que no me haya hecho morir desde el vientre, y hubiese sido mi madre mi sepultura, con seno preñado eternamente!
Jer 20:18 ¿Para qué haber salido del seno, a ver pena y aflicción, y a consumirse en la vergüenza mis días?


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Capítulo 21

21:1
PALABRA que fué á Jeremías de el Altísimo, cuando el rey Sedechîas envió á él á Pashur hijo de Malchîas, y á Sephanías sacerdote, hijo de Maasías, que le dijesen:
21:2
Pregunta ahora por nosotros á el Altísimo; porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros: quizá el Altísimo hará con nosotros según todas sus maravillas, y aquél se irá de sobre nosotros.
21:3
Y Jeremías les dijo: Diréis así á Sedechîas:
21:4
Así ha dicho el Altísimo Dios de Israel: He aquí yo vuelvo las armas de guerra que están en vuestras manos, y con que vosotros peleáis con el rey de Babilonia; y los Caldeos que os tienen cercados fuera de la muralla, yo los juntaré en medio de esta ciudad.
21:5
Y pelearé contra vosotros con mano alzada y con brazo fuerte, y con furor, y enojo, é ira grande:
21:6
Y heriré los moradores de esta ciudad; y los hombres y las bestias morirán de pestilencia grande.
21:7
Y después, así dice el Altísimo, entregaré á Sedechîas rey de Judá, y á sus criados, y al pueblo, y á los que quedaren en la ciudad de la pestilencia, y del cuchillo, y del hambre, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan sus almas; y él los herirá á filo de espada; no los perdonará, ni los recibirá á merced, ni tendrá de ellos misericordia.
21:8
Y á este pueblo dirás: Así ha dicho el Altísimo: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte.
21:9
El que se quedare en esta ciudad, morirá á cuchillo, ó de hambre, ó pestilencia: mas el que saliere, y se pasare á los Caldeos que os tienen cercados, vivirá, y su vida le será por despojo.
21:10
Porque mi rostro he puesto contra esta ciudad para mal, y no para bien, dice el Altísimo: en mano del rey de Babilonia será entregada, y quemarála á fuego.
21:11
Y á la casa del rey de Judá dirás: Oid palabra de el Altísimo.
21:12
Casa de David, así dijo el Altísimo: Juzgad de mañana juicio, y librad al oprimido de mano del opresor; porque mi ira no salga como fuego, y se encienda, y no haya quien apague, por la maldad de vuestras obras.
21:13
He aquí yo contra ti, moradora del valle de la piedra de la llanura, dice el Altísimo: los que decís: ¿Quién subirá contra nosotros? ¿y quién entrará en nuestras moradas?
21:14
Yo os visitaré conforme al fruto de vuestras obras, dice el Altísimo, y haré encender fuego en su breña, y consumirá todo lo que está alrededor de ella.


Jer 21:1 Palabra dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, cuando el rey Sedecías mandó donde él a Pasjur, hijo de Malkiyías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, a decirle:
Jer 21:2 «Ea, consulta de nuestra parte a Yahveh, porque el rey de Babilonia, Nabucodonosor, nos ataca. A ver si nos hace Yahveh un milagro de los suyos, y aquél se retira de encima de nosotros.»
Jer 21:3 Díjoles Jeremías: «Así diréis a Sedecías:
Jer 21:4 Esto dice Yahveh, el Dios de Israel: Mirad que yo hago rebotar las armas que tenéis en las manos y con las que os batís contra el rey de Babilonia y contra los caldeos que os cercan extramuros, y las amontonaré en medio de esta ciudad.
Jer 21:5 Yo voy a batirme contra vosotros con mano fuerte y tenso brazo, con ira, con cólera y con encono grande.
Jer 21:6 Heriré a los habitantes de esta ciudad, hombres y bestias, con una gran peste; ¡morirán!
Jer 21:7 Y tras de esto - oráculo de Yahveh - entregaré al rey de Judá, Sedecías, a sus siervos y al pueblo que en esta ciudad quedare de la peste, de la espada y del hambre, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus enemigos y de los que buscan su muerte. El los herirá a filo de espada. No les dará cuartel, ni les tendrá clemencia ni lástima.»
Jer 21:8 Y a ese pueblo le dirás: «Así dice Yahveh: Mirad que yo os propongo el camino de la vida y el camino de la muerte.
Jer 21:9 Quien se quede en esta ciudad, morirá de espada, de hambre y de peste. El que salga y caiga en manos de los caldeos que os cercan, vivirá, y eso saldrá ganando.
Jer 21:10 Porque me he fijado en esta ciudad para su daño, no para su bien - oráculo de Yahveh -: será puesta en manos del rey de Babilonia, que la incendiará.»
Jer 21:11 A la casa real de Judá. ¡Oíd la palabra de Yahveh,
Jer 21:12 casa de David! Así dice Yahveh: Haced justicia cada mañana, y salvad al oprimido de mano del opresor, so pena de que brote como fuego mi cólera, y arda y no haya quien apague, a causa de vuestras malas acciones.
Jer 21:13 Mira que por ti va, población del valle, la Roca del Llano - oráculo de Yahveh -: vosotros, los que decís: «¿Quién se nos echará encima? ¿quién entrará en nuestras guaridas?»
Jer 21:14 (Yo os visitaré según el fruto de vuestras acciones - oráculo de Yahveh -.) Encenderé fuego en su bosque, y devorará todos sus contornos.

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Capítulo 22

22:1
ASÍ dijo el Altísimo: Desciende á la casa del rey de Judá, y habla allí esta palabra,
22:2
Y di: Oye palabra de el Altísimo, oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David, tú, y tus criados, y tu pueblo que entran por estas puertas.
22:3
Así ha dicho el Altísimo: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis, ni robéis al extranjero, ni al huérfano, ni á la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar.
22:4
Porque si efectivamente hiciereis esta palabra, los reyes que en lugar de David se sientan sobre su trono, entrarán montados en carros y en caballos por las puertas de esta casa, ellos, y sus criados, y su pueblo.
22:5
Mas si no oyereis estas palabras, por mí he jurado, dice el Altísimo, que esta casa será desierta.
22:6
Porque así ha dicho el Altísimo sobre la casa del rey de Judá: Galaad eres tú para mí, y cabeza del Líbano: empero de cierto te pondré en soledad, y ciudades deshabitadas.
22:7
Y señalaré contra ti disipadores, cada uno con sus armas; y cortarán tus cedros escogidos, y los echarán en el fuego.
22:8
Y muchas gentes pasarán junto á esta ciudad, y dirán cada uno á su compañero: ¿Por qué lo hizo así el Altísimo con esta grande ciudad?
22:9
Y dirán: Porque dejaron el pacto de el Altísimo su Dios, y adoraron dioses ajenos, y les sirvieron.
22:10
No lloréis al muerto, ni de él os condolezcáis: llorad amargamente por el que va; porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació.
22:11
Porque así ha dicho el Altísimo, de Sallum hijo de Josías, rey de Judá, que reina por Josías su padre, que salió de este lugar: No volverá acá más;
22:12
Antes morirá en el lugar adonde lo trasportaren, y no verá más esta tierra.
22:13
¡Ay del que edifica su casa y no en justicia, y sus salas y no en juicio, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo!
22:14
Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y airosas salas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón.
22:15
¿Reinarás porque te cercas de cedro? ¿no comió y bebío tu padre, é hizo juicio y justicia, y entonces le fué bien?
22:16
El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme á mí? dice el Altísimo.
22:17
Mas tus ojos y tu corazón no son sino á tu avaricia, y á derramar la sangre inocente, y á opresión, y á hacer agravio.
22:18
Por tanto así ha dicho el Altísimo, de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: No lo llorarán, diciendo: ¡Ay hermano mío! y ¡ay hermana! ni lo lamentarán, diciendo: ¡Ay señor! ¡ay su grandeza!
22:19
En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas de Jerusalem.
22:20
Sube al Líbano, y clama, y en Basán da tu voz, y grita hacia todas partes; porque todos tus enamorados son quebrantados.
22:21
Hete hablado en tus prosperidades; mas dijiste: No oiré. Este fué tu camino desde tu juventud, que nunca oiste mi voz.
22:22
A todos tus pastores pacerá el viento, y tus enamorados irán en cautiverio: entonces te avergonzarás y te confundirás á causa de toda tu malicia.
22:23
Habitaste en el Líbano, hiciste tu nido en los cedros: ¡cómo gemirás cuando te vinieren dolores, dolor como de mujer que está de parto!
22:24
Vivo yo, dice el Altísimo, que si Conías hijo de Joacím rey de Judá fuese anillo en mi mano diestra, aun de allí te arrancaré;
22:25
Y te entregaré en mano de los que buscan tu alma, y en mano de aquellos cuya vista temes; sí, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los Caldeos.
22:26
Y hacerte he trasportar, á ti, y á tu madre que te parió, á tierra ajena en que no nacisteis; y allá moriréis.
22:27
Y á la tierra á la cual levantan ellos su alma para tornar, allá no volverán.
22:28
¿Es este hombre Conías un ídolo vil quebrado? ¿es vaso con quien nadie se deleita? ¿Por qué fueron arrojados, él y su generación, y echados á tierra que no habían conocido?
22:29
¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de el Altísimo.
22:30
Así ha dicho el Altísimo: Escribid que será este hombre privado de generación, hombre á quien nada sucederá prósperamente en todos los días de su vida: porque ningún hombre de su simiente que se sentare sobre el trono de David, y que se enseñoreare sobre Judá, será jamás dichoso.


Jer 22:1 Yahveh dijo así: Baja a la casa real de Judá y pronuncias allí estas palabras.
Jer 22:2 Dirás: Oye la palabra de Yahveh, tú, rey de Judá, que ocupas el trono de David, y tus servidores y pueblo - los que entran por estas puertas -.
Jer 22:3 Así dice Yahveh: Practicad el derecho y la justicia, librad al oprimido de manos del opresor, y al forastero, al huérfano y a la viuda no atropelléis; no hagáis violencia ni derraméis sangre inocente en este lugar.
Jer 22:4 Porque si ponéis en práctica esta palabra, entonces seguirán entrando por las puertas de esta casa reyes sucesores de David en el trono, montados en carros y caballos, junto con sus servidores y su pueblo.
Jer 22:5 Mas si no oís estas palabras, por mí mismo os juro - oráculo de Yahveh - que en ruinas parará esta casa.
Jer 22:6 Pues así dice Yahveh respecto a la casa real de Judá: Galaad eras tú para mí, cumbre del Líbano: pero ¡vaya si te trocaré en desierto, en ciudades deshabitadas!
Jer 22:7 Voy a consagrar contra ti a quienes te destruyan: ¡cada uno a sus hachas! Talarán lo selecto de tus cedros, y lo arrojarán al fuego.
Jer 22:8 Muchas gentes pasarán a la vera de esta ciudad y dirán cada cual a su prójimo: «¿Por qué ha hecho Yahveh semejante cosa a esta gran ciudad?»
Jer 22:9 Y les dirán: «Es porque dejaron la alianza de su Dios Yahveh, y adoraron a otros dioses y les sirvieron.»
Jer 22:10 No lloréis al muerto ni plañáis por él: llorad, llorad por el que se va, porque jamás volverá ni verá su patria.
Jer 22:11 Pues así dice Yahveh respecto a Sallum, hijo de Josías, rey de Judá y sucesor de su padre Josías en el reino, el cual salió de este lugar: «No volverá más aquí,
Jer 22:12 sino que en el lugar a donde le deportaron, allí mismo morirá, y no verá jamás este país.»
Jer 22:13 ¡Ay del que edifica su casa sin justicia y sus pisos sin derecho! De su prójimo se sirve de balde y su trabajo no le paga.
Jer 22:14 El que dice: «Voy a edificarme una casa espaciosa y pisos ventilados», y le abre sus correspondientes ventanas; pone paneles de cedro y los pinta de rojo.
Jer 22:15 ¿Serás acaso rey porque seas un apasionado del cedro? Tu padre, ¿no comía y bebía? - «También hizo justicia y equidad.» - Pues mejor para él.
Jer 22:16 «- Juzgó la causa del cuitado y del pobrecillo.» - Pues mejor. ¿No es esto conocerme? - oráculo de Yahveh -.
Jer 22:17 Pero tus ojos y tu corazón no están más que a tu granjería, - ¡Y a la sangre inocente! - Para verterla. - ¡Y al atropello y al entuerto! - Para hacer tú lo propio.
Jer 22:18 Por tanto, así dice Yahveh respecto a Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá: No plañirán por él: «¡Ay hermano mío!, ¡ay hermana mía!»; no plañirán por él: «¡Ay Señor!, ¡ay su Majestad!»
Jer 22:19 El entierro de un borrico será el suyo: arrastrarlo y tirarlo fuera de las puertas de Jerusalén.
Jer 22:20 Sube al Líbano y clama, por Basán da voces y clama desde Abarim, porque han sido quebrantados todos tus amantes.
Jer 22:21 Te había hablado en tu prosperidad. Dijiste: «No oigo.» Tal ha sido tu costumbre desde tu mocedad, nunca oíste mi voz.
Jer 22:22 A todos tus pastores les pastoreará el viento, y tus amantes cautivos irán. Entonces sí que estarás avergonzada y confusa de toda tu malicia.
Jer 22:23 Tú, que te asentabas en el Líbano, que anidabas en los cedros, ¡cómo suspirarás, en viniéndote los dolores, el trance como de parturienta!
Jer 22:24 Por mi vida - oráculo de Yahveh -, aunque fuese Konías, el hijo de Yoyaquim, rey de Judá, un sello en mi mano diestra, de allí te arrancaría.
Jer 22:25 Yo te pondré en manos de los que buscan tu muerte, y en manos de los que te atemorizan: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos;
Jer 22:26 y te arrojaré a ti y a la madre que te engendró a otra tierra donde no habéis nacido, y allí moriréis.
Jer 22:27 Pero a la tierra a donde anhelan volver, no volverán.
Jer 22:28 ¿Es algún trasto despreciable, roto, este individuo, Konías?; ¿quizá un objeto sin interés? Pues entonces, ¿por qué han sido arrojados él y su prole, y echados a una tierra, que no conocían?
Jer 22:29 ¡Tierra, tierra, tierra! oye la palabra de Yahveh.
Jer 22:30 Así dice Yahveh: Inscribid a este hombre: «Un sin hijos, un fracasado en la vida»; porque ninguno de su descendencia tendrá la suerte de sentarse en el trono de David y de ser jamás señor en Judá.

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Capítulo 23

23:1
¡AY de los pastores que desperdician y derraman las ovejas de mi majada! dice el Altísimo.
23:2
Por tanto, así ha dicho el Altísimo Dios de Israel á los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros derramasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis visitado: he aquí yo visito sobre vosotros la maldad de vuestras obras, dice el Altísimo.
23:3
Y yo recogeré el resto de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y harélas volver á sus moradas; y crecerán, y se multiplicarán.
23:4
Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se asombrarán, ni serán menoscabadas, dice el Altísimo.
23:5
He aquí que vienen los días, dice el Altísimo, y despertaré á David renuevo justo, y reinará Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.
23:6
En sus días será salvo Judá, é Israel habitará confiado: y este será su nombre que le llamarán: el Altísimo, JUSTICIA NUESTRA.
23:7
Por tanto, he aquí que vienen días, dice el Altísimo, y no dirán más: Vive el Altísimo que hizo subir los hijos de Israel de la tierra de Egipto;
23:8
Sino: Vive el Altísimo que hizo subir y trajo la simiente de la casa de Israel de tierra del aquilón, y de todas las tierras adonde los había yo echado; y habitarán en su tierra.
23:9
A causa de los profetas mi corazón está quebrantado en medio de mí, todos mis huesos tiemblan; estuve como hombre borracho, y como hombre á quien dominó el vino, delante de el Altísimo y delante de las palabras de su santidad.
23:10
Porque la tierra está llena de adúlteros: porque á causa del juramento la tierra está desierta; las cabañas del desierto se secaron; la carrera de ellos fué mala, y su fortaleza no derecha.
23:11
Porque así el profeta como el sacerdote son fingidos: aun en mi casa hallé su maldad, dice el Altísimo.
23:12
Por tanto, como resbaladeros en oscuridad les será su camino: serán empujados, y caerán en él: porque yo traeré mal sobre ellos, año de su visitación, dice el Altísimo.
23:13
Y en los profetas de Samaria he visto desatinos: profetizaban en Baal, é hicieron errar á mi pueblo Israel.
23:14
Y en los profetas de Jerusalem he visto torpezas: cometían adulterios, y andaban en mentiras, y esforzaban las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su malicia: fuéronme todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra.
23:15
Por tanto, así ha dicho el Altísimo de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber aguas de hiel; porque de los profetas de Jerusalem salió la hipocresía sobre toda la tierra.
23:16
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan: os hacen desvanecer; hablan visión de su corazón, no de la boca de el Altísimo.
23:17
Dicen atrevidamente á los que me irritan: el Altísimo dijo: Paz tendréis; y á cualquiera que anda tras la imaginación de su corazón, dijeron: No vendrá mal sobre vosotros.
23:18
Porque ¿quién estuvo en el secreto de el Altísimo, y vió, y oyó su palabra? ¿quién estuvo atento á su palabra, y oyó?
23:19
He aquí que la tempestad de el Altísimo saldrá con furor; y la tempestad que está aparejada, caerá sobre la cabeza de los malos.
23:20
No se apartará el furor de el Altísimo, hasta tanto que haya hecho, y hasta tanto que haya cumplido los pensamientos de su corazón: en lo postrero de los días lo entenderéis cumplidamente.
23:21
No envié yo aquellos profetas, y ellos corrían: yo no les hablé, y ellos profetizaban.
23:22
Y si ellos hubieran estado en mi secreto, también hubieran hecho oir mis palabras á mi pueblo; y les hubieran hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.
23:23
¿Soy yo Dios de poco acá, dice el Altísimo, y no Dios de mucho ha?
23:24
¿Ocultaráse alguno, dice el Altísimo, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No hincho yo, dice el Altísimo, el cielo y la tierra?
23:25
Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé.
23:26
¿Hasta cuándo será esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón?
23:27
¿No piensan como hacen á mi pueblo olvidarse de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta á su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal?
23:28
El profeta con quien fuere sueño, cuente sueño; y el con quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice el Altísimo.
23:29
¿No es mi palabra como el fuego, dice el Altísimo, y como martillo que quebranta la piedra?
23:30
Por tanto, he aquí yo contra los profetas, dice el Altísimo, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano.
23:31
He aquí yo contra los profetas, dice el Altísimo, que endulzan sus lenguas, y dicen: El ha dicho.
23:32
He aquí yo contra los que profetizan sueños mentirosos, dice el Altísimo y contáronlos, é hicieron errar á mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié, ni les mandé; y ningún provecho hicieron á este pueblo, dice el Altísimo.
23:33
Y cuando te preguntare este pueblo, ó el profeta, ó el sacerdote, diciendo: ¿Qué es la carga de el Altísimo? les dirás: ¿Qué carga? Os dejaré, ha dicho el Altísimo.
23:34
Y el profeta, y el sacerdote, ó el pueblo, que dijere: Carga de el Altísimo; yo enviaré castigo sobre tal hombre y sobre su casa.
23:35
Así diréis cada cual á su compañero, y cada cual á su hermano: ¿Qué ha respondido el Altísimo, y qué habló el Altísimo?
23:36
Y nunca más os vendrá á la memoria decir: Carga de el Altísimo: porque la palabra de cada uno le será por carga; pues pervertisteis las palabras del Dios viviente, de el Altísimo de los ejércitos, Dios nuestro.
23:37
Así dirás al profeta: ¿Qué te respondió el Altísimo, y qué habló el Altísimo?
23:38
Mas si dijereis: Carga de el Altísimo: por eso el Altísimo dice así: Porque dijisteis esta palabra, Carga de el Altísimo, habiendo enviado á deciros: No digáis, Carga de el Altísimo:
23:39
Por tanto, he aquí que yo os echaré en olvido, y os arrancaré de mi presencia, y á la ciudad que os dí á vosotros y á vuestros padres;
23:40
Y pondré sobre vosotros afrenta perpetua, y eterna confusión que nunca borrará el olvido.

Jer 23:1 ¡Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas de mis pastos! - oráculo de Yahveh -.
Jer 23:2 Pues así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado las ovejas mías, las empujasteis y no las atendisteis. Mirad que voy a pasaros revista por vuestras malas obras - oráculo de Yahveh -.
Jer 23:3 Yo recogeré el Resto de mis ovejas de todas las tierras a donde las empujé, las haré tornar a sus estancias, criarán y se multiplicarán.
Jer 23:4 Y pondré al frente de ellas pastores que las apacienten, y nunca más estarán medrosas ni asustadas, ni faltará ninguna - oráculo de Yahveh -.
Jer 23:5 Mirad que días vienen - oráculo de Yahveh - en que suscitaré a David un Germen justo: reinará un rey prudente, practicará el derecho y la justicia en la tierra.
Jer 23:6 En sus días estará a salvo Judá, e Israel vivirá en seguro. Y este es el nombre con que te llamarán: «Yahveh, justicia nuestra.»
Jer 23:7 Por tanto, mirad que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no se dirá más: «¡Por vida de Yahveh, que subió a los hijos de Israel de Egipto!»,
Jer 23:8 sino: «¡Por vida de Yahveh, que subió y trajo la simiente de la casa de Israel de tierras del norte y de todas las tierras a donde los arrojara!», y habitarán en su propio suelo.
Jer 23:9 A los profetas. Se me partió el corazón en mis adentros, estremeciéronse todos mis huesos, me quedé como un borracho, como aquél a quien le domina el vino, por causa de Yahveh, por causa de sus santas palabras.
Jer 23:10 «Porque de fornicadores se ha henchido la tierra. (A causa de una maldición se ha enlutado la tierra, se han secado los pastos de la estepa.) Se ha vuelto la carrera de ellos mala y su esfuerzo no recto.
Jer 23:11 Tanto el profeta como el sacerdote se han vuelto impíos; en mi misma Casa topé con su maldad - oráculo de Yahveh -.
Jer 23:12 Por ende su camino vendrá a ser su despeñadero: a la sima serán empujados y caerán en ella. Porque voy a traer sobre ellos una calamidad, al tiempo de su visita» - oráculo de Yahveh -.
Jer 23:13 En los profetas de Samaría, he observado una inepcia: profetizaban por Baal y hacían errar a mi pueblo Israel.
Jer 23:14 Mas en los profetas de Jerusalén he observado una monstruosidad: fornicar y proceder con falsía, dándose la mano con los malhechores, sin volverse cada cual de su malicia. Se me han vuelto todos ellos cual Sodoma, y los habitantes de la ciudad, cual Gomorra.
Jer 23:15 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot tocante a los profetas: He aquí que les voy a dar de comer ajenjo y les voy a dar de beber agua emponzoñada. Porque a partir de los profetas de Jerusalén se ha propagado la impiedad por toda la tierra.
Jer 23:16 Así dice Yahveh Sebaot: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan. Os están embaucando. Os cuentan sus propias fantasías, no cosa de boca de Yahveh.
Jer 23:17 Dicen a los que me desprecian: «Yahveh dice: ¡Paz tendréis!» y a todo el que camina en terquedad de corazón: «No os sucederá nada malo.»
Jer 23:18 (Porque ¿quién asistió al consejo de Yahveh y vio y oyó su palabra?, ¿quién escuchó su palabra y la ha oído?)
Jer 23:19 Mirad que una tormenta de Yahveh, su ira, ha estallado, un torbellino remolinea, sobre la cabeza de los malos descarga.
Jer 23:20 No ha de apaciguarse la ira de Yahveh hasta que la ejecute, y realice los designios de su corazón. En días futuros os percataréis de ello.
Jer 23:21 Yo no envié a esos profetas, y ellos corrieron. No les hablé, y ellos profetizaron.
Jer 23:22 Pues si asistieron a mi consejo, hagan oír mi palabra a mi pueblo, y háganle tornar de su mal camino y de sus acciones malas.
Jer 23:23 ¿Soy yo un Dios sólo de cerca - oráculo de Yahveh - y no soy Dios de lejos?
Jer 23:24 ¿O se esconderá alguno en escondite donde yo no le vea? - oráculo de Yahveh -. ¿Los cielos y la tierra no los lleno yo? - oráculo de Yahveh -.
Jer 23:25 Ya he oído lo que dicen esos profetas que profetizan falsamente en mi nombre diciendo: «¡He tenido un sueño, he tenido un sueño!»
Jer 23:26 ¿Hasta cuándo va a durar esto en el corazón de los profetas que profetizan en falso y son profetas de la impostura de su corazón?,
Jer 23:27 ¿los que piensan hacer olvidarse a mi pueblo de mi Nombre por los sueños que se cuentan cada cual a su vecino, como olvidaron sus padres mi Nombre por Baal?
Jer 23:28 Profeta que tenga un sueño, cuente un sueño, y el que tenga consigo mi palabra, que hable mi palabra fielmente. ¿Qué tiene que ver la paja con el grano? - oráculo de Yahveh -.
Jer 23:29 ¿No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la peña?
Jer 23:30 Pues bien, aquí estoy yo contra los profetas - oráculo de Yahveh - que se roban mis palabras el uno al otro.
Jer 23:31 Aquí estoy yo contra los profetas - oráculo de Yahveh - que usan de su lengua y emiten oráculo.
Jer 23:32 Aquí estoy yo contra los profetas que profetizan falsos sueños - oráculo de Yahveh - y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus falsedades y su presunción, cuando yo ni les he enviado ni dado órdenes, y ellos de ningún provecho han sido para este pueblo - oráculo de Yahveh -.
Jer 23:33 Y cuando te pregunte este pueblo - o un profeta o un sacerdote -. «¿Cuál es la carga de Yahveh?» les dirás: «Vosotros sois la carga, y voy a dejaros en el suelo - oráculo de Yahveh -.»
Jer 23:34 Y el profeta, el sacerdote o cualquiera que dijere: «Una carga de Yahveh», yo me las entenderé con él y con su casa.
Jer 23:35 Así os diréis cada uno a su prójimo, y cada uno a su hermano: «¿Qué ha respondido Yahveh?, ¿qué ha dicho Yahveh?»
Jer 23:36 Pero de eso de la «carga de Yahveh» no os acordaréis más, porque tal carga sería para cada uno su propia palabra. Porque trastornáis las palabras del Dios vivo, Yahveh Sebaot nuestro Dios.
Jer 23:37 Así diréis al profeta: «¿Qué te ha respondido Yahveh?, ¿qué ha dicho Yahveh?»
Jer 23:38 Pero como habléis de «carga de Yahveh», entonces así dice Yahveh: «Por haber dicho eso de carga de Yahveh por más que os avisé que no dijerais carga de Yahveh,
Jer 23:39 por lo mismo, he aquí que yo os levanto en alto y os dejo caer a vosotros y a la ciudad que os di a vosotros y a vuestros padres.
Jer 23:40 Y os pondré encima oprobio eterno y baldón eterno que no será olvidado.»


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Capítulo 24

24:1
MOSTRÓME el Altísimo, y he aquí dos cestas de higos puestas delante del templo de el Altísimo, después de haber trasportado Nabucodonosor rey de Babilonia á Jechônías hijo de Joacim, rey de Judá, y á los príncipes de Judá, y á los oficiales y herreros de Jerusalem, y haberlos llevado á Babilonia.
24:2
La una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que no se podían comer de malos.
24:3
Y díjome el Altísimo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos, higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer.
24:4
Y fué á mí palabra de el Altísimo, diciendo:
24:5
Así ha dicho el Altísimo Dios de Israel: Como á estos buenos higos, así conoceré la trasportación de Judá al cual eché de este lugar á tierra de Caldeos, para bien.
24:6
Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y volverélos á esta tierra; y los edificaré, y no los destruiré: plantarélos, y no los arrancaré.
24:7
Y les daré corazón para que me conozcan, que yo soy el Altísimo: y me serán por pueblo, y yo les seré á ellos por Dios; porque se volverán á mí de todo su corazón.
24:8
Y como los malos higos, que de malos no se pueden comer, así, ha dicho el Altísimo, daré á Sedechîas rey de Judá, y á sus príncipes, y al resto de Jerusalem que quedaron en esta tierra, y que moran en la tierra de Egipto.
24:9
Y darélos por escarnio, por mal á todos los reinos de la tierra: por infamia, y por ejemplo, y por refrán, y por maldición á todos los lugares adonde yo los arrojaré.
24:10
Y enviaré sobre ellos espada, hambre, y pestilencia, hasta que sean acabados de sobre la tierra que les dí á ellos y á sus padres.


Jer 24:1 Hízome ver Yahveh, y he aquí que había un par de cestos de higos presentados delante del Templo de Yahveh - esto era después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, hubo deportado de Jerusalén al rey de Judá, Jeconías, hijo de Yoyaquim, a los principales de Judá y a los herreros y cerrajeros de Jerusalén, y los llevó a Babilonia -.
Jer 24:2 Un cesto era de higos muy buenos, como los primerizos, y el otro de higos malos, tan malos que no se podían comer.
Jer 24:3 Y me dijo Yahveh: «¿Qué estás viendo Jeremías?» Dije: «Higos. Los higos buenos son muy buenos; y los higos malos, muy malos, que no se dejan comer de puro malos.»
Jer 24:4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
Jer 24:5 Así habla Yahveh, Dios de Israel: Como por estos higos buenos, así me interesaré en favor de los desterrados de Judá que yo eché de este lugar al país de los caldeos.
Jer 24:6 Pondré la vista en ellos para su bien, los devolveré a este país, los reconstruiré para no derrocarlos y los plantaré para no arrancarlos.
Jer 24:7 Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, pues volverán a mí con todo su corazón.
Jer 24:8 Pero igual que a los higos malos, que no se pueden comer de malos - sí, así dice Yahveh -, así haré al rey Sedecías, a sus principales y al resto de Jerusalén: a los que quedaren en este país, y a los que están en el país de Egipto.
Jer 24:9 Haré de ellos el espantajo, una calamidad, de todos los reinos de la tierra; el oprobio y el ejemplo, la burla y la maldición por dondequiera que los empuje,
Jer 24:10 daré suelta entre ellos a la espada, al hambre y a la peste, hasta que sean acabados de sobre el solar que di a ellos y a sus padres.

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Capítulo 25

25:1
PALABRA que fué á Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual es el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia;
25:2
La cual habló Jeremías profeta á todo el pueblo de Judá, y á todos los moradores de Jerusalem, diciendo:
25:3
Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, que son veintitrés años, fué á mí palabra de el Altísimo, y os he hablado, madrugando y dando aviso; mas no oisteis.
25:4
Y envió el Altísimo á vosotros todos sus siervos los profetas, madrugando y enviándolos; mas no oisteis, ni inclinasteis vuestro oído para escuchar,
25:5
Cuando decían: Volveos ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras, y morad en la tierra que os dió el Altísimo, á vosotros y á vuestros padres para siempre;
25:6
Y no vayáis en pos de dioses ajenos, sirviéndoles y encorvándoos á ellos, ni me provoquéis á ira con la obra de vuestras manos; y no os haré mal.
25:7
Empero no me habéis oído, dice el Altísimo, para provocarme á ira con la obra de vuestras manos para mal vuestro.
25:8
Por tanto, así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras,
25:9
He aquí enviaré yo, y tomaré todos los linajes del aquilón, dice el Altísimo, y á Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y traerélos contra esta tierra, y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y pondrélos por escarnio, y por silbo, y en soledades perpetuas.
25:10
Y haré que perezca de entre ellos voz de gozo y voz de alegría, voz de desposado y voz de desposada, ruido de muelas, y luz de lámpara.
25:11
Y toda esta tierra será puesta en soledad, en espanto; y servirán estas gentes al rey de Babilonia setenta años.
25:12
Y será que, cuando fueren cumplidos los setenta años, visitaré sobre el rey de Babilonia y sobre aquella gente su maldad, ha dicho el Altísimo, y sobre la tierra de los Caldeos; y pondréla en desiertos para siempre.
25:13
Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todas gentes.
25:14
Porque se servirán también de ellos muchas gentes, y reyes grandes; y yo les pagaré conforme á sus hechos, y conforme á la obra de sus manos.
25:15
Porque así me dijo el Altísimo Dios de Israel: Toma de mi mano el vaso del vino de este furor, y da á beber de él á todas las gentes á las cuales yo te envío.
25:16
Y beberán, y temblarán, y enloquecerán delante del cuchillo que yo envío entre ellos.
25:17
Y tomé el vaso de la mano de el Altísimo, y dí de beber á todas las gentes á las cuales me envió el Altísimo:
25:18
A Jerusalem, á las ciudades de Judá, y á sus reyes, y á sus príncipes, para ponerlos en soledad, en escarnio, y en silbo, y en maldición, como este día;
25:19
A Faraón rey de Egipto, y á sus siervos, á sus príncipes, y á todo su pueblo;
25:20
Y á toda la mezcla de gente, y á todos los reyes de tierra de Hus, y á todos los reyes de tierra de Palestina, y á Ascalón, y Gaza, y Ecrón, y al residuo de Asdod;
25:21
A Edom, y Moab, y á los hijos de Ammón;
25:22
Y á todos los reyes de Tiro, y á todos los reyes de Sidón, y á los reyes de las islas que están de ese lado de la mar;
25:23
Y á Dedán, y Tema, y Buz, y á todos los que están al cabo del mundo;
25:24
Y á todos los reyes de Arabia, y á todos los reyes de pueblos mezclados que habitan en el desierto;
25:25
Y á todos los reyes de Zimri, y á todos los reyes de Elam, y á todos los reyes de Media;
25:26
Y á todos los reyes del aquilón, los de cerca y los de lejos, los unos con los otros; y á todos los reinos de la tierra que están sobre la haz de la tierra: y el rey de Sesach beberá después de ellos.
25:27
Les dirás, pues: Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Bebed, y embriagaos, y vomitad, y caed, y no os levantéis delante del cuchillo que yo envío entre vosotros.
25:28
Y será que, si no quieren tomar el vaso de tu mano para beber, les dirás tú: Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: Habéis de beber.
25:29
Porque he aquí, que á la ciudad sobre la cual es invocado mi nombre yo comienzo á hacer mal; ¿y vosotros seréis absueltos? No seréis absueltos: porque espada traigo sobre todos los moradores de la tierra, dice el Altísimo de los ejércitos.
25:30
Tú pues, profetizarás á ellos todas estas palabras, y les dirás: el Altísimo bramará desde lo alto, y desde la morada de su santidad dará su voz: enfurecido bramará sobre su morada; canción de lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra.
25:31
Llegó el estruendo hasta el cabo de la tierra; porque juicio de el Altísimo con las gentes: él es el Juez de toda carne; entregará los impíos á cuchillo, dice el Altísimo.
25:32
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: He aquí que el mal sale de gente en gente, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra.
25:33
Y serán muertos de el Altísimo en aquel día desde el un cabo de la tierra hasta el otro cabo; no se endecharán, ni se recogerán, ni serán enterrados; como estiércol serán sobre la haz de la tierra.
25:34
Aullad, pastores, y clamad; y revolcaos en el polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son vuestros días para ser vosotros degollados y esparcidos, y caeréis como vaso de codicia.
25:35
Y acabaráse la huída de los pastores, y el escape de los mayorales del rebaño.
25:36
¡Voz de la grita de los pastores, y aullido de los mayorales del rebaño! porque el Altísimo asoló sus majadas.
25:37
Y las majadas quietas serán taladas por el furor de la ira de el Altísimo.
25:38
Dejó cual leoncillo su guarida; pues asolada fué la tierra de ellos por la ira del opresor, y por el furor de su saña.


Jer 25:1 Palabra que fue dirigida a Jeremías tocante a todo el pueblo de Judá el año cuarto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, - o sea el año primero de Nabucodonosor, rey de Babilonia -,
Jer 25:2 la cual pronunció e profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a toda la población de Jerusalén, en estos términos:
Jer 25:3 Desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, veintitrés años hace que me es dirigida la palabra de Yahveh, y os la he comunicado puntualmente (pero no habéis oído.
Jer 25:4 También os envió Yahveh puntualmente a todos sus siervos los profetas, y tampoco oísteis ni aplicasteis el oído),
Jer 25:5 diciendo: Ea, volveos cada cual de su mal camino y de sus malas acciones, y volveréis al solar que os dio Yahveh a vosotros y a vuestros padres, desde siempre hasta siempre.
Jer 25:6 (No vayáis en pos de otros dioses para servirles y adorarles, no me provoquéis con las hechuras de vuestras manos, y no os haré mal.)
Jer 25:7 Pero no me habéis oído (- oráculo de Yahveh - de suerte que con las hechuras de vuestras manos me provocasteis, para vuestro mal).
Jer 25:8 Por eso, así dice Yahveh Sebaot: Puesto que no habéis oído mis palabras,
Jer 25:9 he aquí que yo mando a buscar a todos los linajes del norte (- oráculo de Yahveh - y a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia), y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores (y contra todas estas gentes de alrededor); los anatematizaré y los pondré por pasmo, rechifla y ruinas eternos,
Jer 25:10 y haré desaparecer de ellos voz de gozo y voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el ruido de la muela y la luz de la candela.
Jer 25:11 Será reducida toda esta tierra a pura desolación, y servirán estas gentes al rey de Babilonia setenta años.
Jer 25:12 (Luego, en cumpliéndose los setenta años, visitaré al rey de Babilonia y a dicha gente por su delito - oráculo de Yahveh - y a la tierra de los caldeos trocándola en ruinas eternas).
Jer 25:13 Y atraeré sobre aquella tierra todas las palabras que he hablado respecto a ella, todo lo que está escrito en este libro. Lo que profetizó Jeremías tocante a la generalidad de las naciones.
Jer 25:14 (Pues también a ellos los reducirán a servidumbre muchas naciones y reyes grandes, y les pagaré según sus obras y según la hechura de sus manos.)
Jer 25:15 Así me ha dicho Yahveh Dios de Israel: Toma esta copa de vino de furia, y hazla beber a todas las naciones a las que yo te envíe;
Jer 25:16 beberán, y trompicarán, y se enloquecerán ante la espada que voy a soltar entre ellas.
Jer 25:17 Tomé la copa de mano de Yahveh, e hice beber a todas las naciones a las que me había enviado Yahveh:
Jer 25:18 (a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus principales, para trocarlo todo en desolación, pasmo, rechifla y maldición, como hoy está sucediendo);
Jer 25:19 a Faraón, rey de Egipto, a sus siervos, a sus principales y a todo su pueblo,
Jer 25:20 a todos los mestizos (a todos los reyes de Us); a todos los reyes de Filistea: a Ascalón, Gaza, Ecrón y al residuo de Asdod;
Jer 25:21 a Edom, Moab, y los ammonitas,
Jer 25:22 a (todos) los reyes de Tiro, a (todos) los reyes de Sidón y a los reyes de las islas de allende el mar;
Jer 25:23 a Dedán, Temá, Buz; a todos los que se afeitan las sienes,
Jer 25:24 a todos los reyes de Arabia y a todos los reyes de los mestizos habitantes del desierto;
Jer 25:25 (a todos los reyes de Zimrí) a todos los reyes de Elam y a todos los reyes de Media,
Jer 25:26 a todos los reyes del norte, los próximos y los remotos, cada uno con su hermano, y a todos los reinos que hay sobre la haz de la tierra. (Y el rey de Sesak beberá después de ellos.)
Jer 25:27 Y les dirás: Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Bebed, emborrachaos, vomitad, caed y no os levantéis delante de la espada que yo voy a soltar entre vosotros.
Jer 25:28 Y si rehúsan tomar la copa de tu mano para beber, les dices: Así dice Yahveh Sebaot: Tenéis que beber sin falta,
Jer 25:29 porque precisamente por la ciudad que lleva mi Nombre empiezo a castigar; ¿y vosotros, quedaréis impunes?: ¡no, no quedaréis!, porque a la espada llamo yo contra todos los habitantes de la tierra - oráculo de Yahveh Sebaot -.
Jer 25:30 Tú, pues, les profetizas todas estas palabras y les dices: Yahveh desde lo alto ruge, y desde su santa Morada da su voz. Ruge contra su aprisco: grita como los lagareros. A todos los habitantes de la tierra
Jer 25:31 llega el eco, hasta el fin de la tierra. Porque pleitea Yahveh con las naciones y vence en juicio a toda criatura. A los malos los entrega a la espada - oráculo de Yahveh -.
Jer 25:32 Así dice Yahveh Sebaot: Mirad que una desgracia se propaga de nación a nación, y una gran tormenta surge del fin del mundo.
Jer 25:33 Habrá víctimas de Yahveh en aquel día de cabo a cabo de la tierra; no serán plañidos ni recogidos ni sepultados más: se volverán estiércol sobre la haz de la tierra.
Jer 25:34 Ululad, pastores, y clamad; revolcaos, mayorales, porque se han cumplido vuestros días para la matanza, y caeréis como objetos escogidos.
Jer 25:35 No habrá evasión para los pastores ni escapatoria para los mayorales.
Jer 25:36 Se oye el grito de los pastores, el ulular de los mayorales, porque devasta Yahveh su pastizal,
Jer 25:37 y son aniquiladas las estancias más seguras por la ardiente cólera de Yahveh.
Jer 25:38 Ha dejado el león su cubil, y se ha convertido su tierra en desolación ante la cólera irresistible, ante la ardiente cólera.

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Capítulo 26

26:1
EN el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, fué esta palabra de el Altísimo, diciendo:
26:2
Así ha dicho el Altísimo: Ponte en el atrio de la casa de el Altísimo, y habla á todas las ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de el Altísimo, todas las palabras que yo te mandé les hablases; no retengas palabra.
26:3
Quizá oirán, y se tornarán cada uno de su mal camino; y arrepentiréme yo del mal que pienso hacerles por la maldad de sus obras.
26:4
Les dirás pues: Así ha dicho el Altísimo: Si no me oyereis para andar en mi ley, la cual dí delante de vosotros,
26:5
Para atender á las palabras de mis siervos los profetas que yo os envío, madrugando en enviarlos, á los cuales no habéis oído;
26:6
Yo pondré esta casa como Silo, y daré esta ciudad en maldición á todas las gentes de la tierra.
26:7
Y los sacerdotes, los profetas, y todo el pueblo, oyeron á Jeremías hablar estas palabras en la casa de el Altísimo.
26:8
Y fué que, acabando de hablar Jeremías todo lo que el Altísimo le había mandado que hablase á todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás.
26:9
¿Por qué has profetizado en nombre de el Altísimo, diciendo: Esta casa será como Silo, y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y juntóse todo el pueblo contra Jeremías en la casa de el Altísimo.
26:10
Y los príncipes de Judá oyeron estas cosas, y subieron de casa del rey á la casa de el Altísimo; y sentáronse en la entrada de la puerta nueva de el Altísimo.
26:11
Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas á los príncipes y á todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos.
26:12
Y habló Jeremías á todos los príncipes y á todo el pueblo, diciendo: el Altísimo me envió á que profetizase contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído.
26:13
Y ahora, mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y oid la voz de el Altísimo vuestro Dios, y arrepentiráse el Altísimo del mal que ha hablado contra vosotros.
26:14
En lo que á mí toca, he aquí estoy en vuestras manos: haced de mí como mejor y más recto os pareciere.
26:15
Mas sabed de cierto que, si me matareis, sangre inocente echaréis sobre vosotros, y sobre esta ciudad, y sobre sus moradores: porque en verdad el Altísimo me envió á vosotros para que dijese todas estas palabras en vuestros oídos.
26:16
Y dijeron los príncipes y todo el pueblo á los sacerdotes y profetas. No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre de el Altísimo nuestro Dios nos ha hablado.
26:17
Entonces se levantaron ciertos de los ancianos de la tierra, y hablaron á toda la junta del pueblo, diciendo:
26:18
Miqueas de Morasti profetizó en tiempo de Ezechîas rey de Judá, diciendo: Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: Sión será arada como campo, y Jerusalem vendrá á ser montones, y el monte del templo en cumbres de bosque.
26:19
¿Matáronlo luego Ezechîas rey de Judá y todo Judá? ¿no temió á el Altísimo, y oró en presencia de el Altísimo, y el Altísimo se arrepintió del mal que había hablado contra ellos? ¿Haremos pues nosotros tan grande mal contra nuestras almas?
26:20
Hubo también un hombre que profetizaba en nombre de el Altísimo, Urías, hijo de Semaías de Chîriath-jearim, el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra, conforme á todas las palabras de Jeremías:
26:21
Y oyó sus palabras el rey Joacim, y todos sus grandes, y todos sus príncipes, y el rey procuró de matarle; lo cual entendiendo Urías, tuvo temor, y huyó, y metióse en Egipto:
26:22
Y el rey Joacim envió hombres á Egipto, á Elnathán hijo de Acbor, y otros hombres con él, á Egipto;
26:23
Los cuales sacaron á Urías de Egipto, y lo trajeron al rey Joacim, é hiriólo á cuchillo, y echó su cuerpo en los sepulcros del vulgo.
26:24
La mano empero de Ahicam hijo de Saphán era con Jeremías, porque no lo entregasen en las manos del pueblo para matarlo.


Jer 26:1 Al principio del reinado de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida a Jeremías esta palabra de Yahveh:
Jer 26:2 Así dice Yahveh: Párate en el patio de la Casa de Yahveh y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen a adorar en la Casa de Yahveh, todas las palabras que yo te he mandado hablarles, sin omitir ninguna.
Jer 26:3 Puede que oigan y se torne cada cual de su mal camino, y yo me arrepentiría del mal que estoy pensando hacerles por la maldad de sus obras.
Jer 26:4 Les dirás, pues: «Así dice Yahveh: Si no me oís para andar según mi Ley que os propuse,
Jer 26:5 oyendo las palabras de mis siervos los profetas que yo os envío asiduamente (pero no habéis hecho caso),
Jer 26:6 entonces haré con esta Casa como con Silo, y esta ciudad entregaré a la maldición de todas las gentes de la tierra.»
Jer 26:7 Oyeron los sacerdotes y profetas y todo el pueblo a Jeremías decir estas palabras en la Casa de Yahveh,
Jer 26:8 y luego que hubo acabado Jeremías de hablar todo lo que le había ordenado Yahveh que hablase a todo el pueblo, le prendieron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo diciendo: «¡Vas a morir!
Jer 26:9 ¿Por qué has profetizado en nombre de Yahveh, diciendo: "Como Silo quedará esta Casa, y esta ciudad será arrasada, sin quedar habitante"?» Y se juntó todo el pueblo en torno a Jeremías en la Casa de Yahveh.
Jer 26:10 Oyeron esto los jefes de Judá, y subieron de la casa del rey a la Casa de Yahveh, y se sentaron a la entrada de la Puerta Nueva de la Casa de Yahveh.
Jer 26:11 Y los sacerdotes y profetas, dirigiéndose a los jefes y a todo el pueblo, dijeron: «¡Sentencia de muerte para este hombre, por haber profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos!»
Jer 26:12 Dijo Jeremías a todos los jefes y al pueblo todo: «Yahveh me ha enviado a profetizar sobre esta Casa y esta ciudad todo lo que habéis oído.
Jer 26:13 Ahora bien, mejorad vuestros caminos y vuestras obras y oíd la voz de Yahveh vuestro Dios, y se arrepentirá Yahveh del mal que ha pronunciado contra vosotros.
Jer 26:14 En cuanto a mí, aquí me tenéis en vuestras manos: haced conmigo como mejor y más acertado os parezca.
Jer 26:15 Empero, sabed de fijo que si me matáis vosotros a mí, sangre inocente cargaréis sobre vosotros y sobre esta ciudad y sus moradores, porque en verdad Yahveh me ha enviado a vosotros para pronunciar en vuestros oídos todas estas palabras.»
Jer 26:16 Dijeron los jefes y todo el pueblo a los sacerdotes y profetas: «No merece este hombre sentencia de muerte, porque en nombre de Yahveh nuestro Dios nos ha hablado.»
Jer 26:17 Y se levantaron algunos de los más viejos del país y dijeron a toda la asamblea del pueblo:
Jer 26:18 «Miqueas de Moréset profetizaba en tiempos de Ezequías, rey de Judá, y dijo a todo el pueblo de Judá: Así dice Yahveh Sebaot: = Sión será un campo que se ara, Jerusalén se hará un montón de ruinas, y el monte de la Casa un otero salvaje. =
Jer 26:19 ¿Por ventura le mataron Ezequías, rey de Judá, y todo Judá?, ¿no temió a Yahveh y suplicó a la faz de Yahveh, y se arrepintió Yahveh del daño con que les había amenazado? Mientras que nosotros estamos haciéndonos mucho daño a nosotros mismos.»
Jer 26:20 Pero también hubo otro que decía profetizar en nombre de Yahveh - Urías hijo de Semaías de Quiryat Yearim - el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra enteramente lo mismo que Jeremías,
Jer 26:21 y oyó el rey Yoyaquim y todos sus grandes señores y jefes sus palabras, y el rey buscaba matarle. Enteróse Urías, tuvo miedo, huyó y entró en Egipto.
Jer 26:22 Pero envió el rey Yoyaquim a Elnatán, hijo de Akbor, y otros con él a Egipto,
Jer 26:23 y sacaron a Urías de Egipto y lo trajeron al rey Yoyaquim, quien lo acuchilló y echó su cadáver a la fosa común.
Jer 26:24 Gracias a que Ajicam, hijo de Safán, defendió a Jeremías, impidiendo entregarlo en manos del pueblo para matarle.

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Capítulo 27

27:1
EN el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, fué de el Altísimo esta palabra á Jeremías, diciendo:
27:2
el Altísimo me ha dicho así: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu cuello;
27:3
Y los enviarás al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Ammón, y al rey de Tiro, y al rey de Sidón, por mano de los embajadores que vienen á Jerusalem á Sedechîas, rey de Judá.
27:4
Y les mandarás que digan á sus señores: Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Así habéis de decir á vuestros señores:
27:5
Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que están sobre la haz de la tierra, con mi grande potencia y con mi brazo extendido, y díla á quien me plugo.
27:6
Y ahora yo he dado todas estas tierras en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para que le sirvan.
27:7
Y todas las gentes le servirán á él, y á su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra; y le servirán muchas gentes y reyes grandes.
27:8
Y será, que la gente y el reino que no sirviere á Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, con espada y con hambre y con pestilencia visitaré á la tal gente, dice el Altísimo, hasta que los acabe yo por su mano.
27:9
Y vosotros no prestéis oído á vuestros profetas, ni á vuestros adivinos, ni á vuestros sueños, ni á vuestros agoreros, ni á vuestros encantadores, que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia.
27:10
Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra, y para que yo os arroje y perezcáis.
27:11
Mas la gente que sometiere su cuello al yugo del rey de Babilonia, y le sirviere, haréla dejar en su tierra, dice el Altísimo, y labrarála, y morará en ella.
27:12
Y hablé también á Sedechîas rey de Judá conforme á todas estas palabras, diciendo: Someted vuestros cuellos al yugo del rey de Babilonia, y servid á él y á su pueblo, y vivid.
27:13
¿Por qué moriréis, tú y tu pueblo, á cuchillo, de hambre, y pestilencia, según ha dicho el Altísimo á la gente que no sirviere al rey de Babilonia?
27:14
No oigáis las palabras de los profetas que os hablan, diciendo: No serviréis al rey de Babilonia; porque os profetizan mentira.
27:15
Porque yo no los envié, dice el Altísimo, y ellos profetizan falsamente en mi nombre, para que yo os arroje, y perezcáis, vosotros y los profetas que os profetizan.
27:16
También á los sacerdotes y á todo este pueblo hablé, diciendo: Así ha dicho el Altísimo: No oigáis las palabras de vuestros profetas que os profetizan diciendo: He aquí que los vasos de la casa de el Altísimo volverán de Babilonia ahora presto. Porque os profetizan mentira.
27:17
No los oigáis; servid al rey de Babilonia, y vivid: ¿por qué ha de ser desierta esta ciudad?
27:18
Y si ellos son profetas, y si es con ellos palabra de el Altísimo, oren ahora á el Altísimo de los ejércitos, que los vasos que han quedado en la casa de el Altísimo y en la casa del rey de Judá y en Jerusalem, no vayan á Babilonia.
27:19
Porque así ha dicho el Altísimo de los ejércitos de aquellas columnas, y del mar, y de las basas, y del resto de los vasos que quedan en esta ciudad,
27:20
Que no quitó Nabucodonosor rey de Babilonia, cuando trasportó de Jerusalem á Babilonia á Jechônías hijo de Joacim, rey de Judá, y á todos los nobles de Judá y de Jerusalem:
27:21
Así pues ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de los vasos que quedaron en la casa de el Altísimo, y en la casa del rey de Judá, y en Jerusalem;
27:22
A Babilonia serán trasportados, y allí estarán hasta el día en que yo los visitaré, dice el Altísimo; y después los haré subir, y restituirélos á este lugar.


Jer 27:1 (Al principio del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida esta palabra a Jeremías de parte de Yahveh:)
Jer 27:2 Así me ha dicho Yahveh: «Hazte unas coyundas y un yugo, póntelo sobre la cerviz,
Jer 27:3 y envíalos al rey de Edom, al rey de Moab y al rey de los ammonitas, al rey de Tiro y al rey de Sidón por medio de los embajadores que vienen a Jerusalén a ver a Sedecías, rey de Judá,
Jer 27:4 y dales estas instrucciones para sus señores: «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Así diréis a vuestros señores:
Jer 27:5 Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que hay sobre la haz de la tierra, con mi gran poder y mi tenso brazo, y lo di a quien me plugo.
Jer 27:6 Ahora yo he puesto todos estos países en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y también los animales del campo le he dado para servirle
Jer 27:7 (y todas las naciones le servirán a él, a su hijo y al hijo de su hijo, hasta que llegue también el turno a su propio país - y le reducirán a servidumbre muchas naciones y reyes grandes -).
Jer 27:8 Así que las naciones y reinos que no sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que no sometan su cerviz al yugo del rey de Babilonia, con la espada, con el hambre y con la peste los visitaré - oráculo de Yahveh - hasta acabarlos por medio de él.
Jer 27:9 Vosotros, pues, no oigáis a vuestros profetas, adivinos, soñadores, augures ni hechiceros que os hablan diciendo: "No serviréis al rey de Babilonia",
Jer 27:10 porque cosa falsa os profetizan para alejaros de sobre vuestro suelo, de suerte que yo os arroje y perezcáis.
Jer 27:11 Pero la nación que someta su cerviz al yugo de Babilonia y le sirva, yo la dejaré tranquila en su suelo - oráculo de Yahveh - y lo labrará y morará en él.»
Jer 27:12 A Sedecías, rey de Judá, le hablé en estos mismos términos, diciendo: «Someted vuestras cervices al yugo del rey de Babilonia, servidle a él y a su pueblo, y quedaréis con vida.
Jer 27:13 (¿A qué morir tú y tu pueblo por la espada, el hambre y la peste, como ha amenazado Yahveh a aquella nación que no sirva al rey de Babilonia?)
Jer 27:14 ¡No oigáis, pues, las palabras de los profetas que os dicen: "No serviréis al rey de Babilonia", porque cosa falsa os profetizan,
Jer 27:15 pues yo no les he enviado - oráculo de Yahveh - y ellos andan profetizando en mi Nombre falsamente; no sea que yo os arroje, y perezcáis vosotros y los profetas que os profetizan.»
Jer 27:16 Y a los sacerdotes y a todo este pueblo les hablé diciendo: «Así dice Yahveh: No oigáis las palabras de vuestros profetas que os profetizan diciendo: "He aquí que el ajuar de la Casa de Yahveh va a ser devuelto de Babilonia en seguida", porque cosa falsa os profetizan.
Jer 27:17 (No les hagáis caso. Servid al rey de Babilonia y quedaréis con vida. ¿Para qué ha de quedar esta ciudad arrasada?)
Jer 27:18 Y si ellos son profetas y la palabra de Yahveh les acompaña, que conjuren, ea, a Yahveh Sebaot para que los objetos que quedaron en la Casa de Yahveh, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén no vayan a Babilonia.
Jer 27:19 Porque así dice Yahveh Sebaot de las columnas, del Mar, de las basas y de los demás objetos que quedaron en esta ciudad,
Jer 27:20 de los cuales no se apoderó Nabucodonosor, rey de Babilonia, al deportar a Jeconías, hijo de Yoyaquim, rey de Judá, de Jerusalén a Babilonia (así como a todos los nobles de Judá y Jerusalén).
Jer 27:21 Sí, porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel, respecto a los objetos que quedaron en la Casa de Yahveh, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén:
Jer 27:22 A Babilonia serán llevados (y allí estarán hasta el día que yo los visite) - oráculo de Yahveh - (y entonces los subiré y devolveré a este lugar).»

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Capítulo 28

28:1
Y ACONTECIÓ en el mismo año, en el principio del reinado de Sedechîas rey de Judá, en el año cuarto, en el quinto mes, que Hananías, hijo de Azur, profeta que era de Gabaón, me habló en la casa de el Altísimo delante de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo:
28:2
Así habló el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Quebranté el yugo del rey de Babilonia.
28:3
Dentro de dos años de días tornaré á este lugar todos los vasos de la casa de el Altísimo, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, llevó de este lugar para meterlos en Babilonia;
28:4
Y yo tornaré á este lugar á Jechônías hijo de Joacim, rey de Judá, y á todos los trasportados de Judá que entraron en Babilonia, dice el Altísimo; porque yo quebrantaré el yugo del rey de Babilonia.
28:5
Entonces respondió Jeremías profeta á Hananías profeta, delante de los sacerdotes y delante de todo el pueblo que estaba en la casa de el Altísimo.
28:6
Y dijo Jeremías profeta: Amén, así lo haga el Altísimo. Confirme el Altísimo tus palabras, con las cuales profetizaste que los vasos de la casa de el Altísimo, y todos los trasportados, han de ser tornados de Babilonia á este lugar.
28:7
Con todo eso, oye ahora esta palabra que yo hablo en tus oídos y en los oídos de todo el pueblo:
28:8
Los profetas que fueron antes de mí y antes de ti en tiempos pasados, profetizaron sobre muchas tierras y grandes reinos, de guerra, y de aflicción, y de pestilencia.
28:9
El profeta que profetizó de paz, cuando sobreviniere la palabra del profeta, será conocido el profeta que el Altísimo en verdad lo envió.
28:10
Entonces Hananías profeta quitó el yugo del cuello de Jeremías profeta, y quebrólo,
28:11
Y habló Hananías en presencia de todo el pueblo, diciendo: Así ha dicho el Altísimo: De esta manera quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, del cuello de todas las gentes dentro de dos años de días. Y fuése Jeremías su camino.
28:12
Y después que Hananías profeta quebró el yugo del cuello de Jeremías profeta, fué palabra de el Altísimo á Jeremías, diciendo:
28:13
Ve, y habla á Hananías, diciendo: Así ha dicho el Altísimo: Yugos de madera quebraste, mas en vez de ellos harás yugos de hierro.
28:14
Porque así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Yugo de hierro puso sobre el cuello de todas estas gentes, para que sirvan á Nabucodonosor rey de Babilonia, y han de servirle; y aun también le he dado las bestias del campo.
28:15
Entonces dijo el profeta Jeremías á Hananías profeta: Ahora oye, Hananías; el Altísimo no te envió, y tú has hecho confiar á este pueblo en mentira.
28:16
Por tanto, así ha dicho el Altísimo: He aquí que yo te envío de sobre la haz de la tierra: morirás en este año, porque hablaste rebelión contra el Altísimo.
28:17
Y en el mismo año murió Hananías en el mes séptimo.


Jer 28:1 Aconteció en aquel mismo año - al principio del reinado de Sedecías, rey de Judá, en el año cuarto, en el mes quinto - que se dirigió a mí el profeta Jananías, hijo de Azzur, que era de Gabaón, en la Casa de Yahveh, a vista de los sacerdotes y de todo el pueblo diciendo:
Jer 28:2 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He quebrado el yugo del rey de Babilonia.
Jer 28:3 Dentro de dos años completos yo hago devolver a este lugar todos los objetos de la Casa de Yahveh que el rey de Babilonia, Nabucodonosor, tomó de este lugar y llevó a Babilonia;
Jer 28:4 y a Jeconías, hijo de Yoyaquim, rey de Judá, y a todos los deportados de Judá que han ido a Babilonia, yo les hago volver a este lugar - oráculo de Yahveh - en cuanto rompa el yugo del rey de Babilonia.»
Jer 28:5 Dijo el profeta Jeremías al profeta Jananías, a vista de los sacerdotes y de todo el pueblo, que estaban parados en la Casa de Yahveh;
Jer 28:6 dijo, pues, el profeta Jeremías: «¡Amen! Así haga Yahveh. Confirme Yahveh las palabras que has profetizado, devolviendo de Babilonia a este lugar los objetos de la Casa de Yahveh, y a todos los deportados.
Jer 28:7 Pero, oye ahora esta palabra que pronunció a oídos tuyos y de todo el pueblo:
Jer 28:8 Profetas hubo antes de mí y de ti desde siempre, que profetizaron a muchos países y a grandes reinos la guerra, el mal y la peste.
Jer 28:9 Si un profeta profetiza la paz, cuando se cumpla la palabra del profeta, se reconocerá que le había enviado Yahveh de verdad.»
Jer 28:10 Entonces tomó el profeta Jananías el yugo de sobre la cerviz del profeta Jeremías y lo rompió;
Jer 28:11 y habló Jananías delante de todo el pueblo: «Así dice Yahveh: Así romperé el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, dentro de dos años completos, de sobre la cerviz de todas las naciones.» Y se fue el profeta Jeremías por su camino.
Jer 28:12 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en estos términos, después que el profeta Jananías hubo roto el yugo de sobre la cerviz del profeta Jeremías:
Jer 28:13 «Ve y dices a Jananías: Así dice Yahveh: Yugo de palo has roto, pero tú lo reemplazarás por yugo de hierro.
Jer 28:14 Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Yugo de hierro he puesto sobre la cerviz de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le servirán (y también los animales del campo le he dado...).»
Jer 28:15 Dijo también el profeta Jeremías al profeta Jananías: «Oye, Jananías: No te envió Yahveh, y tú has hecho confiar a este pueblo en cosa falsa.
Jer 28:16 Por eso, así dice Yahveh: He aquí que yo te arrojo de sobre la haz del suelo. Este año morirás (porque rebelión has predicado contra Yahveh).»
Jer 28:17 Y murió el profeta Jananías aquel mismo año, en el mes séptimo.

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Capítulo 29

29:1
Y ESTAS son las palabras de la carta que Jeremías profeta envió de Jerusalem á los ancianos que habían quedado de los trasportados, y á los sacerdotes y profetas, y á todo el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalem á Babilonia:
29:2
(Después que salió el rey Jechônías y la reina, y los de palacio, y los príncipes de Judá y de Jerusalem, y los artífices, y los ingenieros de Jerusalem;)
29:3
Por mano de Elasa hijo de Saphán, y de Jemarías hijo de Hilcías, (los cuales envió Sedechîas rey de Judá á Babilonia, á Nabucodonosor rey de Babilonia,) diciendo:
29:4
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel, á todos los de la cautividad que hice trasportar de Jerusalem á Babilonia:
29:5
Edificad casas, y morad; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos;
29:6
Casaos, y engendrad hijos é hijas; dad mujeres á vuestros hijos, y dad maridos á vuestras hijas, para que paran hijos é hijas; y multiplicaos ahí, y no os hagáis pocos.
29:7
Y procurad la paz de la ciudad á la cual os hice traspasar, y rogad por ella á el Altísimo; porque en su paz tendréis vosotros paz.
29:8
Porque así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni miréis á vuestros sueños que soñáis.
29:9
Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre: no los envié, ha dicho el Altísimo.
29:10
Porque así dijo el Altísimo: Cuando en Babilonia se cumplieren los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para tornaros á este lugar.
29:11
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Altísimo, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
29:12
Entonces me invocaréis, é iréis y oraréis á mí, y yo os oiré:
29:13
Y me buscaréis y hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
29:14
Y seré hallado de vosotros, dice el Altísimo, y tornaré vuestra cautividad, y os juntaré de todas las gentes, y de todos los lugares adonde os arrojé, dice el Altísimo; y os haré volver al lugar de donde os hice ser llevados.
29:15
Mas habéis dicho: el Altísimo nos ha suscitado profetas en Babilonia.
29:16
Así empero ha dicho el Altísimo, del rey que está sentado sobre el trono de David, y de todo el pueblo que mora en esta ciudad, de vuestros hermanos que no salieron con vosotros en cautiverio;
29:17
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: He aquí envío yo contra ellos cuchillo, hambre, y pestilencia, y pondrélos como los malos higos, que de malos no se pueden comer.
29:18
Y perseguirélos con espada, con hambre y con pestilencia; y darélos por escarnio á todos los reinos de la tierra, por maldición y por espanto, y por silbo y por afrenta á todas la gentes á las cuales los habré arrojado;
29:19
Porque no oyeron mis palabras, dice el Altísimo, que les envié por mis siervos los profetas, madrugando en enviarlos; y no habéis escuchado, dice el Altísimo.
29:20
Oid pues palabra de el Altísimo, vosotros todos los trasportados que eché de Jerusalem á Babilonia.
29:21
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de Achâb hijo de Colías, y acerca de Sedechîas hijo de Maasías, quienes os profetizan en mi nombre falsamente: He aquí los entrego yo en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y él los herirá delante de vuestro ojos;
29:22
Y todos los trasportados de Judá que están en Babilonia, tomarán de ellos maldición, diciendo: Póngate el Altísimo como á Sedechîas y como á Achâb, los cuales asó al fuego el rey de Babilonia.
29:23
Porque hicieron maldad en Israel, y cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos, y falsamente hablaron en mi nombre palabra que no les mandé; lo cual yo sé, y soy testigo, dice el Altísimo.
29:24
Y á Semaías de Nehelam hablarás, diciendo:
29:25
Así habló el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Por cuanto enviaste letras en tu nombre á todo el pueblo que está en Jerusalem, y á Sophonías sacerdote hijo de Maasías, y á todos los sacerdotes, diciendo:
29:26
el Altísimo te ha puesto por sacerdote en lugar de Joiada sacerdote, para que presidáis en la casa de el Altísimo sobre todo hombre furioso y profetizante, poniéndolo en el calabozo y en el cepo.
29:27
¿Por qué pues no has ahora reprendido á Jeremías de Anathoth, que os profetiza falsamente?
29:28
Porque por eso nos envió á decir en Babilonia: Largo va el cautiverio: edificad casas, y morad; plantad huertos, y comed el fruto de ellos.
29:29
Y Sophonías sacerdote había leído esta carta á oídos de Jeremías profeta.
29:30
Y fué palabra de el Altísimo á Jeremías, diciendo:
29:31
Envía á decir á toda la transmigración: Así ha dicho el Altísimo de Semaías de Nehelam: Porque os profetizó Semaías, y yo no lo envié, y os hizo confiar en mentira:
29:32
Por tanto, así ha dicho el Altísimo: He aquí que yo visito sobre Semaías de Nehelam, y sobre su generación: no tendrá varón que more entre este pueblo, ni verá aquel bien que haré yo á mi pueblo, dice el Altísimo: porque contra el Altísimo ha hablado rebelión.
Jer 29:1 Este es el tenor de la carta que envió el profeta Jeremías desde Jerusalén al resto de los ancianos de la deportación, a los sacerdotes, profetas y pueblo en general, que había deportado Nabucodonosor desde Jerusalén a Babilonia
Jer 29:2 - después de salir de Jerusalén el rey Jeconías y la Gran Dama, los eunucos, los jefes de Judá y Jerusalén, los herreros y cerrajeros -,
Jer 29:3 por mediación de Elasá, hijo de Safán, y de Guemarías, hijo de Jilquías, a quienes Sedecías, rey de Judá, envió a Babilonia, donde Nabucodonosor, rey de Babilonia:
Jer 29:4 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel, a toda la deportación que deporté de Jerusalén a Babilonia:
Jer 29:5 Edificad casas y habitadlas; plantad huertos y comed su fruto;
Jer 29:6 tomad mujeres y engendrad hijos e hijas; casad a vuestros hijos y dad vuestras hijas a maridos para que den a luz hijos e hijas, y medrad allí y no mengüéis;
Jer 29:7 procurad el bien de la ciudad a donde os he deportado y orad por ella a Yahveh, porque su bien será el vuestro.
Jer 29:8 Así dice Yahveh Sebaot, el dios de Israel: No os embauquen los profetas que hay entre vosotros ni vuestros adivinos, y no hagáis caso de vuestros soñadores que sueñan por cuenta propia,
Jer 29:9 porque falsamente os profetizan en mi Nombre. Yo no los he enviado - oráculo de Yahveh -.
Jer 29:10 «Pues así dice Yahveh: Al filo de cumplírsele a Babilonia setenta años, yo os visitaré y confirmaré sobre vosotros mi favorable promesa de volveros a este lugar;
Jer 29:11 que bien me sé los pensamientos que pienso sobre vosotros - oráculo de Yahveh - pensamientos de paz, y no de desgracia, de daros un porvenir de esperanza.
Jer 29:12 Me invocaréis y vendréis a rogarme, y yo os escucharé.
Jer 29:13 Me buscaréis y me encontraréis cuando me solicitéis de todo corazón;
Jer 29:14 me dejaré encontrar de vosotros (- oráculo de Yahveh -; devolveré vuestros cautivos, os recogeré de todas las naciones y lugares a donde os arrojé - oráculo de Yahveh - y os haré tornar al sitio de donde os hice que fueseis desterrados).
Jer 29:15 «En cuanto a eso que decís: "Nos ha suscitado Yahveh profetas en Babilonia",
Jer 29:16 así dice Yahveh del rey que se sienta sobre el solio de David y de todo el pueblo que se asienta en esta ciudad, los hermanos vuestros que no salieron con vosotros al destierro;
Jer 29:17 así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo suelto contra ellos la espada, el hambre y la peste, y los pondré como aquellos higos reventados,, tan malos que no se podían comer.
Jer 29:18 Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste, y los convertiré en espantajo para todos los reinos de la tierra: maldición, pasmo, rechifla y oprobio entre todas las naciones a donde los arroje,
Jer 29:19 por cuanto que no oyeron las palabras - oráculo de Yahveh - que les envié por mis siervos los profetas asiduamente; pero no oísteis - oráculo de Yahveh -.
Jer 29:20 Vosotros, pues, oíd la palabra de Yahveh, todos los deportados que envié de Jerusalén a Babilonia.
Jer 29:21 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel, sobre Ajab, hijo de Colaías, y sobre Sedecías, hijo de Maasías, que os profetizan falsamente en mi Nombre: He aquí que yo los pongo en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia; él los herirá ante vuestros ojos,
Jer 29:22 y de ellos tomarán esta maldición todos los deportados de Judá que se encuentran en Babilonia: "Vuélvate Yahveh como a Sedecías y como a Ajab, a quienes asó al fuego el rey de Babilonia",
Jer 29:23 porque obraron con fatuidad en Jerusalén, cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos y fingieron pronunciar en mi Nombre palabras que yo no les mandé. Yo soy sabedor y testigo - oráculo de Yahveh -.»
Jer 29:24 Semaías el najlamita despachó en su propio nombre cartas (a todo el pueblo que hay en Jerusalén) a Sofonías, hijo del sacerdote Maasías (y a todos los sacerdotes), diciendo:
Jer 29:26 «Yahveh te ha puesto por sacerdote en vez del sacerdote Yehoyadá como inspector en la Casa de Yahveh de todos los locos y seudoprofetas: tú debes meterlos en los cepos y en el calabozo.
Jer 29:27 Pues entonces, ¿por qué no has sancionado a Jeremías de Anatot que se os hace pasar por profeta?
Jer 29:28 Porque, en efecto, nos ha enviado a Babilonia un mensaje diciendo: "Es para largo. Edificad casas y habitadlas; plantad huertos y comed su fruto"»
Jer 29:29 El sacerdote Sofonías leyó esta carta a oídos del profeta Jeremías.
Jer 29:30 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en estos términos:
Jer 29:31 «Envía este mensaje a todos los deportados: Así dice Yahveh respecto a Semaías el najlamita, por haberos profetizado sin haberle yo enviado, inspirándoos una falsa seguridad.
Jer 29:32 Sí, por cierto, así dice Yahveh: He aquí que yo voy a visitar a Semaías el najlamita y a su descendencia. No habrá en ella ninguno que se siente en medio de este pueblo ni que vea el bien que yo haga a mi pueblo - oráculo de Yahveh - porque predicó la desobediencia a Yahveh.»



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Capítulo 30

30:1
PALABRA que fué á Jeremías de el Altísimo, diciendo:
30:2
Así habló el Altísimo Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado.
30:3
Porque he aquí que vienen días, dice el Altísimo, en que tornaré la cautividad de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho el Altísimo, y harélos volver á la tierra que dí á sus padres, y la poseerán.
30:4
Estas pues son las palabras que habló el Altísimo acerca de Israel y de Judá.
30:5
Porque así ha dicho el Altísimo: Hemos oído voz de temblor: espanto, y no paz.
30:6
Preguntad ahora, y mirad si pare el varón: porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer de parto, y hanse tornado pálidos todos los rostros.
30:7
¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante á él: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será librado.
30:8
Y será en aquel día, dice el Altísimo de los ejércitos, que yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extraños no lo volverán más á poner en servidumbre,
30:9
Sino que servirán á el Altísimo su Dios, y á David su rey, el cual les levantaré.
30:10
Tú pues, siervo mío Jacob, no temas, dice el Altísimo, ni te atemorices, Israel: porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos, y á tu simiente de la tierra de su cautividad; y Jacob tornará, y descansará y sosegará, y no habrá quien le espante.
30:11
Porque yo soy contigo, dice el Altísimo, para salvarte: y haré consumación en todas las gentes entre la cuales te esparcí; en ti empero no haré consumación, sino que te castigaré con juicio, y no te talaré del todo.
30:12
Porque así ha dicho el Altísimo: Desahuciado es tu quebrantamiento, y dificultosa tu llaga.
30:13
No hay quien juzgue tu causa para salud: no hay para ti eficaces medicamentos.
30:14
Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque de herida de enemigo te herí, con azote de cruel, á causa de la muchedumbre de tu maldad, y de la multitud de tus pecados.
30:15
¿Por qué gritas á causa de tu quebrantamiento? Desahuciado es tu dolor: porque por la grandeza de tu iniquidad, y por tus muchos pecados te he hecho esto.
30:16
Empero serán consumidos todos los que te consumen; y todos tus afligidores, todos irán en cautiverio; y hollados serán los que te hollaron, y á todos los que hicieron presa de ti daré en presa.
30:17
Mas yo haré venir sanidad para ti, y te sanaré de tus heridas, dice el Altísimo; porque Arrojada te llamaron, diciendo: Esta es Sión, á la que nadie busca.
30:18
Así ha dicho el Altísimo: He aquí yo hago tornar la cautividad de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia; y la ciudad será edificada sobre su collado, y el templo será asentado según su forma.
30:19
Y saldrá de ellos alabanza, y voz de gente que está en regocijo: y los multiplicaré, y no serán disminuídos; multiplicarélos, y no serán menoscabados.
30:20
Y serán sus hijos como de primero y su congregación delante de mí será confirmada; y visitaré á todos sus opresores.
30:21
Y de él será su fuerte, y de en medio de él saldrá su enseñoreador; y haréle llegar cerca, y acercaráse á mí: porque ¿quién es aquel que ablandó su corazón para llegarse á mí? dice el Altísimo.
30:22
Y me seréis por pueblo, y yo seré vuestro Dios.
30:23
He aquí, la tempestad de el Altísimo sale con furor, la tempestad que se apareja; sobre la cabeza de los impíos reposará.
30:24
No se volverá la ira del enojo de el Altísimo, hasta que haya hecho y cumplido los pensamientos de su corazón: en el fin de los días entenderéis esto.


Jer 30:1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh:
Jer 30:2 Así dice Yahveh el Dios de Israel: Escríbete todas las palabras que te he hablado en un libro.
Jer 30:3 Pues he aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que haré tornar a los cautivos de mi pueblo Israel (y de Judá) - dice Yahveh - y les haré volver a la tierra que di a sus padres en posesión.
Jer 30:4 Estas son las palabras que dirigió Yahveh a Israel (y a Judá).
Jer 30:5 Así dice Yahveh: Voces estremecedoras oímos: ¡Pánico, y no paz!
Jer 30:6 Id a preguntar, y ved si pare el macho. Entonces ¿por qué he visto a todo varón con las manos en las caderas, como la que da a luz, y todas las caras se han vuelto amarillas?
Jer 30:7 ¡Ay! porque grande es aquel día, sin semejante, y tiempo de angustia es para Jacob; pero de ella quedará salvo.
Jer 30:8 (Acontecerá aquel día - oráculo de Yahveh Sebaot - que romperé el yugo de sobre tu cerviz y tus coyundas arrancaré, y no te servirán más los extranjeros,
Jer 30:9 sino que Israel y Judá servirán a Yahveh su Dios y a David su rey, que yo les suscitaré.)
Jer 30:10 Pero tú no temas, siervo mío Jacob - oráculo de Yahveh - ni desmayes, Israel, pues mira que yo acudo a salvarte desde lejos y tu linaje del país de su cautiverio; volverá Jacob, se sosegará y estará tranquilo, y no habrá quien le inquiete,
Jer 30:11 pues contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte: pues acabaré con todas las naciones entre las cuales te dispersé. pero contigo no acabaré; aunque sí te corregiré como conviene, ya que impune no te dejaré.
Jer 30:12 Porque así dice Yahveh: Irremediable es tu quebranto, incurable tu herida.
Jer 30:13 Estás desahuciado; para una herida hay cura, para ti no hay remedio.
Jer 30:14 Todos tus amantes te olvidaron, por tu salud no preguntaron. Porque con herida de enemigo te herí, castigo de hombre cruel, (por tu gran culpa, porque son enormes tus pecados).
Jer 30:15 ¿Por qué te quejas de tu quebranto? Irremediable es tu sufrimiento; por tu gran culpa, por ser enormes tus pecados te he hecho esto.
Jer 30:16 No obstante todos los que te devoran serán devorados, y todos tus opresores, todos ellos, irán al cautiverio; serán tus despojadores despojados, y a todos tus saqueadores los entregaré al saqueo.
Jer 30:17 Sí; haré que tengas alivio, de tus llagas te curaré - oráculo de Yahveh -. Porque «La Repudiada» te llamaron. «Sión de la que nadie se preocupa».
Jer 30:18 Así dice Yahveh: He aquí que yo hago volver a los cautivos de las tiendas de Jacob y de sus mansiones me apiadaré; será reedificada la ciudad sobre su montículo de ruinas y el alcázar tal como era será restablecido.
Jer 30:19 Y saldrá de entre ellos loor y voz de gente alegre; los multiplicaré y no serán pocos, los honraré y no serán menguados,
Jer 30:20 sino que serán sus hijos como antes, su comunidad ante mí estará en pie, y yo visitaré a todos sus opresores.
Jer 30:21 Será su soberano uno de ellos, su jefe de entre ellos saldrá, y le haré acercarse y él llegará hasta mí, porque ¿quién es el que se jugaría la vida por llegarse hasta mí? - oráculo de Yahveh -.
Jer 30:22 Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.
Jer 30:23 Mirad que una tormenta de Yahveh ha estallado, un torbellino remolinea: sobre la cabeza de los malos descarga.
Jer 30:24 No ha de apaciguarse el ardor de la ira de Yahveh hasta que la ejecute, y realice los designios de su corazón. En días futuros os percataréis de ello.

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Capítulo 31

31:1
EN aquel tiempo, dice el Altísimo, yo seré por Dios á todos los linajes de Israel, y ellos me serán á mí por pueblo.
31:2
Así ha dicho el Altísimo: Halló gracia en el desierto el pueblo, los que escaparon del cuchillo, yendo yo para hacer hallar reposo á Israel.
31:3
el Altísimo se manifestó á mí ya mucho tiempo há, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto te soporté con misericordia.
31:4
Aun te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel: todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en corro de danzantes.
31:5
Aun plantarás viñas en los montes de Samaria: plantarán los plantadores, y harán común uso de ellas.
31:6
Porque habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Ephraim: Levantaos, y subamos á Sión, á el Altísimo nuestro Dios.
31:7
Porque así ha dicho el Altísimo: Regocijaos en Jacob con alegría, y dad voces de júbilo á la cabeza de gentes; haced oir, alabad, y decid: Oh el Altísimo, salva tu pueblo, el resto de Israel.
31:8
He aquí yo los vuelvo de tierra del aquilón, y los juntaré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer preñada y la parida juntamente; en grande compañía tornarán acá.
31:9
Irán con lloro, mas con misericordias los haré volver, y harélos andar junto á arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán: porque soy á Israel por padre, y Ephraim es mi primogénito.
31:10
Oid palabra de el Altísimo, oh gentes, y hacedlo saber en las islas que están lejos, y decid: El que esparció á Israel lo juntará y guardará, como pastor á su ganado.
31:11
Porque el Altísimo redimió á Jacob, redimiólo de mano del más fuerte que él.
31:12
Y vendrán, y harán alabanzas en lo alto de Sión, y correrán al bien de el Altísimo, al pan, y al vino, y al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, ni nunca más tendrán dolor.
31:13
Entonces la virgen se holgará en la danza, los mozos y los viejos juntamente; y su lloro tornaré en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor.
31:14
Y el alma del sacerdote embriagaré de grosura, y será mi pueblo saciado de mi bien, dice el Altísimo.
31:15
Así ha dicho el Altísimo: Voz fué oída en Ramá, llanto y lloro amargo: Rachêl que lamenta por sus hijos, no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron.
31:16
Así ha dicho el Altísimo: Reprime tu voz del llanto, y tus ojos de las lágrimas; porque salario hay para tu obra, dice el Altísimo, y volverán de la tierra del enemigo.
31:17
Esperanza también hay para tu fin, dice el Altísimo, y los hijos volverán á su término.
31:18
Escuchando, he oído á Ephraim que se lamentaba: Azotásteme, y fuí castigado como novillo indómito: conviérteme y seré convertido; porque tú eres el Altísimo mi Dios.
31:19
Porque después que me convertí, tuve arrepentimiento, y después que me conocí, herí el muslo: avergoncéme, y confundíme, porque llevé la afrenta de mis mocedades.
31:20
¿No es Ephraim hijo precioso para mí? ¿no es niño delicioso? pues desde que hablé de él, heme acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él: apiadado, tendré de él misericordia, dice el Altísimo.
31:21
Establécete señales, ponte majanos altos; nota atentamente la calzada, el camino por donde viniste: vuélvete, virgen de Israel, vuélvete á estas tus ciudades.
31:22
¿Hasta cuándo andarás errante, oh hija contumaz? porque el Altísimo criará una cosa nueva sobre la tierra: una hembra rodeará al varón.
31:23
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Aun dirán esta palabra en la tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo convertiré su cautiverio: el Altísimo te bendiga, oh morada de justicia, oh monte santo.
31:24
Y morarán allí Judá, y también en todas sus ciudades labradores, y los que van con rebaño.
31:25
Porque habré embriagado el alma cansada, y henchido toda alma entristecida.
31:26
En esto me desperté, y vi, y mi sueño me fué sabroso.
31:27
He aquí vienen días, dice el Altísimo, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal.
31:28
Y será que, como tuve ciudado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder, y afligir, así tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice el Altísimo.
31:29
En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agraces, y los dientes de los hijos tienen la dentera.
31:30
Sino que cada cual morirá por su maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agraces, tendrán la dentera.
31:31
He aquí que vienen días, dice el Altísimo, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Jacob y la casa de Judá:
31:32
No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, bien que fuí yo un marido para ellos, dice el Altísimo:
31:33
Mas éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Altísimo: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y seré yo á ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
31:34
Y no enseñará más ninguno á su prójimo, ni ninguno á su hermano, diciendo: Conoce á el Altísimo: porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Altísimo: porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
31:35
Así ha dicho el Altísimo, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche; que parte la mar y braman sus ondas; el Altísimo de los ejércitos es su nombre:
31:36
Si estas leyes faltaren delante de mí, dice el Altísimo, también la simiente de Israel faltará para no ser nación delante de mí todos los días.
31:37
Así ha dicho el Altísimo: Si los cielos arriba se pueden medir, y buscarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la simiente de Israel por todo lo que hicieron, dice el Altísimo.
31:38
He aquí que vienen días, dice el Altísimo, y la ciudad será edificada á el Altísimo, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del rincón.
31:39
Y saldrá más adelante el cordel de la medida delante de él sobre el collado de Hareb, y rodeará á Goa.
31:40
Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo á el Altísimo: no será arrancada, ni destruída más para siempre.


Jer 31:1 En aquel tiempo - oráculo de Yahveh - seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo.
Jer 31:2 Así dice Yahveh: Halló gracia en el desierto el pueblo que se libró de la espada: va a su descanso Israel.
Jer 31:3 De lejos Yahveh se me apareció. Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti.
Jer 31:4 Volveré a edificarte y serás reedificada, virgen de Israel; aún volverás a tener el adorno de tus adufes, y saldrás a bailar entre gentes festivas.
Jer 31:5 Aún volverás a plantar viñas en los montes de Samaría: (plantarán los plantadores, y disfrutarán).
Jer 31:6 Pues habrá un día en que griten los centinelas en la montaña de Efraím: «¡Levantaos y subamos a Sión, adonde Yahveh, el Dios nuestro!»
Jer 31:7 Pues así dice Yahveh: Dad hurras por Jacob con alegría, y gritos por la capital de las naciones; hacedlo oír, alabad y decid: «¡Ha salvado Yahveh a su pueblo, al Resto de Israel!»
Jer 31:8 Mirad que yo los traigo del país del norte, y los recojo de los confines de la tierra. Entre ellos, el ciego y el cojo, la preñada y la parida a una. Gran asamblea vuelve acá.
Jer 31:9 Con lloro vienen y con súplicas los devuelvo, los llevo a arroyos de agua por camino llano, en que no tropiecen. Porque yo soy para Israel un padre, y Efraím es mi primogénito.
Jer 31:10 Oíd la palabra de Yahveh, naciones, y anunciad por las islas a lo lejos, y decid: «El que dispersó a Israel le reunirá y le guardará cual un pastor su hato.»
Jer 31:11 Porque ha rescatado Yahveh a Jacob, y le ha redimido de la mano de otro más fuerte.
Jer 31:12 Vendrán y darán hurras en la cima de Sión y acudirán al regalo de Yahveh: al grano, al mosto, y al aceite virgen, a las crías de ovejas y de vacas, y será su alma como huerto empapado, no volverán a estar ya macilentos.
Jer 31:13 Entonces se alegrará la doncella en el baile, los mozos y los viejos juntos, y cambiaré su duelo en regocijo, y les consolaré y alegraré de su tristeza;
Jer 31:14 empaparé el alma de los sacerdotes de grasa, y mi pueblo de mi regalo se hartará - oráculo de Yahveh -.
Jer 31:15 Así dice Yahveh: En Ramá se escuchan ayes, lloro amarguísimo. Raquel que llora por sus hijos, que rehúsa consolarse - por sus hijos - porque no existen.
Jer 31:16 Así dice Yahveh: Reprime tu voz del lloro y tus ojos del llanto, porque hay paga para tu trabajo - oráculo de Yahveh -: volverán de tierra hostil,
Jer 31:17 y hay esperanza para tu futuro - oráculo de Yahveh -: volverán los hijos a su territorio.
Jer 31:18 Bien he oído a Efraím lamentarse: «Me corregiste y corregido fui, cual becerro no domado. Hazme volver y volveré, pues tú, Yahveh, eres mi Dios.
Jer 31:19 Porque luego de desviarme, me arrepiento, y luego de darme cuenta, me golpeo el pecho, me avergüenzo y me confundo luego, porque aguanto el oprobio de mi mocedad.»
Jer 31:20 ¿Es un hijo tan caro para mí Efraím, o niño tan mimado, que tras haberme dado tanto que hablar, tenga que recordarlo todavía? Pues, en efecto, se han conmovido mis entrañas por él; ternura hacia él no ha de faltarme - oráculo de Yahveh -.
Jer 31:21 Plántate hitos, ponte jalones de ruta, presta atención a la calzada al camino que anduviste. Vuelve, virgen de Israel, vuelve a estas ciudades.
Jer 31:22 ¿Hasta cuándo darás rodeos, oh díscola muchacha? Pues ha creado Yahveh una novedad en la tierra: la Mujer ronda al Varón.
Jer 31:23 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Todavía dirán este refrán en tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo haga volver a sus cautivos: «¡Bendígate Yahveh, oh estancia justa, oh monte santo!»
Jer 31:24 Y morarán allí Judá y todas sus ciudades juntamente, los labradores y los que trashuman con el rebaño,
Jer 31:25 porque yo empaparé el alma agotada y toda alma macilenta colmaré.
Jer 31:26 En esto, me desperté y vi que mi sueño era sabroso para mí.
Jer 31:27 He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombres y ganados.
Jer 31:28 Entonces, del mismo modo que anduve presto contra ellos para extirpar, destruir, arruinar, perder y dañar, así andaré respecto a ellos para reconstruir y replantar - oráculo de Yahveh -.
Jer 31:29 En aquellos días no dirán más: «Los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos sufren de dentera»;
Jer 31:30 sino que cada uno por su culpa morirá: quienquiera que coma el agraz tendrá la dentera.
Jer 31:31 He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza;
Jer 31:32 no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos - oráculo de Yahveh -.
Jer 31:33 Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Jer 31:34 Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: «Conoced a Yahveh», pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande - - oráculo de Yahveh - cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme.
Jer 31:35 Así dice Yahveh, el que da el sol para alumbrar el día, y gobierna la luna y las estrellas para alumbrar la noche, el que agita el mar y hace bramar sus olas, cuyo nombre es Yahveh Sebaot.
Jer 31:36 Si fallaren estas normas en mi presencia - oráculo de Yahveh - también la prole de Israel dejaría de ser una nación en mi presencia a perpetuidad.
Jer 31:37 Así dice Yahveh: Si fueren medidos los cielos por arriba, y sondeadas las bases de la tierra por abajo, entonces también yo renegaría de todo el linaje de Israel por todo cuanto hicieron - oráculo de Yahveh -.
Jer 31:38 He aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que será reconstruida la ciudad de Yahveh desde la torre de Jananel hasta la Puerta del Angulo;
Jer 31:39 y volverá a salir la cuerda de medir toda derecha hasta la cuesta de Gareb, y torcerá hasta Goá,
Jer 31:40 y toda la hondonada de los Cuerpos Muertos y de la Ceniza, y toda la Campa del Muerto hasta el torrente Cedrón, hasta la esquina de la Puerta de los Caballos hacia oriente será sagrado de Yahveh: no volverá a ser destruido ni dado al anatema nunca jamás.

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Capítulo 32

32:1
PALABRA que fué á Jeremías, de el Altísimo el año décimo de Sedechîas rey de Judá, que fué el año décimo octavo de Nabucodonosor.
32:2
Y entonces el ejército del rey de Babilonia tenía cercada á Jerusalem; y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá.
32:3
Pues Sedechîas rey de Judá lo había preso, diciendo: ¿Por qué profetizas tú diciendo: Así ha dicho el Altísimo: He aquí yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y tomarála,
32:4
Y Sedechîas rey de Judá no escapará de la mano de los Caldeos, sino que de cierto será entregado en mano del rey de Babilonia, y hablará con él boca á boca, y sus ojos verán sus ojos,
32:5
Y hará llevar á Sedechîas á Babilonia, y allá estará hasta que yo le visite, dice el Altísimo: si peleareis con los Caldeos, no os sucederá bien?
32:6
Y dijo Jeremías: Palabra de el Altísimo fué á mí, diciendo:
32:7
He aquí que Hanameel, hijo de Sallum tu tío, viene á ti, diciendo: Cómprame mi heredad que está en Anathoth; porque tú tienes derecho á ella para comprarla.
32:8
Y vino á mí Hanameel, hijo de mi tío, conforme á la palabra de el Altísimo, al patio de la cárcel, y díjome: Compra ahora mi heredad que está en Anathoth, en tierra de Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia, y á ti compete la redención: cómprala para ti. Entonces conocí que era palabra de el Altísimo.
32:9
Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anathoth, y peséle el dinero: diecisiete siclos de plata.
32:10
Y escribí la carta, y selléla, é hice atestiguar á testigos, y pesé el dinero con balanza.
32:11
Tomé luego la carta de venta, sellada según el derecho y costumbre, y el traslado abierto.
32:12
Y dí la carta de venta á Baruch hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito en la carta de venta, delante de todos los Judíos que estaban en el patio de la cárcel.
32:13
Y dí orden á Baruch delante de ellos, diciendo:
32:14
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de venta, la sellada, y ésta la carta abierta, y ponlas en un vaso de barro, para que se guarden muchos días.
32:15
Porque así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Aun se comprarán casas, y heredades, y viñas en esta tierra.
32:16
Y después que dí la carta de venta á Baruch hijo de Nerías, oré á el Altísimo, diciendo:
32:17
¡Oh Señor el Altísimo! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti:
32:18
Que haces misericordia en millares, y vuelves la maldad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos: Dios grande, poderoso, el Altísimo de los ejércitos es su nombre:
32:19
Grande en consejo, y magnífico en hechos: porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar á cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras:
32:20
Que pusiste señales y portentos en tierra de Egipto hasta este día, y en Israel, y entre los hombres; y te has hecho nombre cual es este día;
32:21
Y sacaste tu pueblo Israel de tierra de Egipto con señales y portentos, y con mano fuerte y brazo extendido, con terror grande;
32:22
Y dísteles esta tierra, de la cual juraste á sus padres que se la darías, tierra que mana leche y miel:
32:23
Y entraron, y poseyéronla: mas no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por tanto has hecho venir sobre ellos todo este mal.
32:24
He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla; y la ciudad va á ser entregada en mano de los Caldeos que pelean contra ella, á causa de la espada, y del hambre y de la pestilencia: ha pues venido á ser lo que tú dijiste, y he aquí tú lo estás viendo.
32:25
¡Oh Señor el Altísimo! ¿y me has tú dicho: Cómprate la heredad por dinero, y pon testigos; bien que la ciudad sea entregada en manos de los Caldeos?
32:26
Y fué palabra de el Altísimo á Jeremías, diciendo:
32:27
He aquí que yo soy el Altísimo, Dios de toda carne; ¿encubriráseme á mí alguna cosa?
32:28
Por tanto así ha dicho el Altísimo: He aquí voy á entregar esta ciudad en mano de los Caldeos, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la tomará:
32:29
Y vendrán los Caldeos que combaten esta ciudad, y la pondrán á fuego, y la abrasarán, asimismo las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron perfumes á Baal y derramaron libaciones á dioses ajenos, para provocarme á ira.
32:30
Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud: porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme á ira con la obra de sus manos, dice el Altísimo.
32:31
Por manera que para enojo mío y para ira mía me ha sido esta ciudad, desde el día que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia;
32:32
Por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes, y sus profetas, y los varones de Judá, y los moradores de Jerusalem.
32:33
Y volviéronme la cerviz, y no el rostro: y cuando los enseñaba, enseñaba, fbamadrugando y enseñando, no escucharon para recibir corrección:
32:34
Antes asentaron sus abominaciones en la casa sobre la cual es invocado mi nombre, contaminándola.
32:35
Y edificaron altares á Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinnom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas á Moloch, lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar á Judá.
32:36
Y con todo, ahora así dice el Altísimo Dios de Israel, á esta ciudad, de la cual decís vosotros, Entregada será en mano del rey de Babilonia á cuchillo, á hambre, y á pestilencia:
32:37
He aquí que yo los juntaré de todas las tierras á las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo y saña grande; y los haré tornar á este lugar, y harélos habitar seguramente,
32:38
Y me serán por pueblo, y yo seré á ellos por Dios.
32:39
Y daréles un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que hayan bien ellos, y sus hijos después de ellos.
32:40
Y haré con ellos pacto eterno, que no tornaré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.
32:41
Y alegraréme con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.
32:42
Porque así ha dicho el Altísimo: Como traje sobre este pueblo todo este grande mal, así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo.
32:43
Y poseerán heredad en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desierta, sin hombres y sin animales; es entregada en manos de los Caldeos.
32:44
Heredades comprarán por dinero, y harán carta, y la sellarán, y pondrán testigos, en tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalem, y en las ciudades de Judá: y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de las campiñas, y en las ciudades del mediodía: porque yo haré tornar su cautividad, dice el Altísimo.


Jer 32:1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh el año diez de Sedecías, rey de Judá - o sea, el año dieciocho de Nabucodonosor:
Jer 32:2 A la sazón las fuerzas del rey de Babilonia sitiaban a Jerusalén, mientras el profeta Jeremías estaba detenido en el patio de la guardia de la casa del rey de Judá,
Jer 32:3 donde le tenía detenido Sedecías, rey de Judá, bajo esta acusación: «¿Por qué has profetizado: Así dice Yahveh: He aquí que yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, que la tomará,
Jer 32:4 y el rey de Judá, Sedecías, no escapará de manos de los caldeos, sino que será entregado sin remisión en manos del rey de Babilonia, con quien hablará boca a boca, y sus ojos se encontrarán con sus ojos,
Jer 32:5 y a Babilonia llevará a Sedecías, y allí estará (hasta que yo le visite - oráculo de Yahveh. ¡Aunque luchéis con los caldeos, no triunfaréis!)»
Jer 32:6 Dijo Jeremías: He recibido una palabra de Yahveh que dice así:
Jer 32:7 «He aquí que Janamel, hijo de tu tío Sallum, va a dirigirse a ti diciendo: "Ea, cómprame el campo de Anatot, porque a ti te toca el derecho de rescate para comprarlo."»
Jer 32:8 Vino, pues, a mí Janamel, hijo de mi tío, conforme al dicho de Yahveh, al patio de la guardia, y me dijo: «Ea, cómprame el campo de Anatot - que cae en territorio de Benjamín - porque tuyo es el derecho de adquisición y a ti te toca el rescate. Cómpratelo.» Yo reconocí en aquello la palabra de Yahveh,
Jer 32:9 y compré a Janamel, hijo de mi tío, el campo que está en Anatot. Le pesé la plata: diecisiete siclos de plata.
Jer 32:10 Lo apunté en mi escritura, sellé, aduje testigos y pesé la plata en la balanza.
Jer 32:11 Luego tomé la escritura de la compra, el documento sellado según ley y la copia abierta,
Jer 32:12 y pasé la escritura de la compra a Baruc, hijo de Neriyías, hijo de Majseías, a vista de mi primo Janamel y de los testigos firmantes en la escritura de la compra, y a vista de todos los judíos presentes en el patio de la guardia,
Jer 32:13 y a vista de todos ellos di a Baruc este encargo:
Jer 32:14 Así dice Yahveh Sebaot el Dios de Israel: Toma estas escrituras: la escritura de compra, el documento sellado y la copia abierta, y las pones en un cántaro de arcilla para que duren mucho tiempo.
Jer 32:15 Porque así dice Yahveh Sebaot el Dios de Israel: «Todavía se comprarán casas y campos y viñas en esta tierra.»
Jer 32:16 Después de haber entregado la escritura de propiedad a Baruc, hijo de Neriyías, oré a Yahveh diciendo:
Jer 32:17 «¡Ay, Señor Yahveh! He aquí que tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y tenso brazo: nada es extraordinario para ti,
Jer 32:18 el que hace merced a millares, que se cobra la culpa de los padres a costa de los hijos que les suceden, el Dios grande, el Fuerte, cuyo nombre es Yahveh Sebaot,
Jer 32:19 grande en designios y rico en recursos, que tiene los ojos fijos en la conducta de los humanos, para dar a cada uno según su conducta y el fruto de sus obras;
Jer 32:20 tú que has obrado señales y portentos en Egipto, hasta hoy, y en Israel y en la humanidad entera, y te has hecho un nombre, como hoy se ve;
Jer 32:21 y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales y prodigios y con mano fuerte y tenso brazo y con gran aparato,
Jer 32:22 y les diste esta tierra que habías jurado darla a sus padres: tierra que mana leche y miel.
Jer 32:23 Entraron en ella y la poseyeron, pero no hicieron caso de tu voz, ni conforme a tus leyes anduvieron: nada de lo que les mandaste hacer hicieron, y les conminaste con esta calamidad.
Jer 32:24 He aquí que los terraplenes llegan a la ciudad para tomarla y la ciudad está ya a merced de los caldeos que la atacan, por causa de la espada y del hambre y de la peste; lo que habías dicho, ha sido, y tú mismo lo estás viendo.
Jer 32:25 ¡Precisamente tú me has dicho, oh Señor Yahveh: "Cómprate el campo y aduce testigos" cuando la ciudad está entregada a manos de los caldeos!»
Jer 32:26 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh como sigue:
Jer 32:27 Mira que yo soy Yahveh, el Dios de toda carne. ¿Habrá cosa extraordinaria para mi?
Jer 32:28 Pues así dice Yahveh: He aquí que yo pongo esta ciudad en manos de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que la tomará,
Jer 32:29 y entrarán los caldeos que atacan a esta ciudad y le prenderán fuego incendiándola junto con las casas en cuyos terrados se incensaba a Baal y se libaban libaciones a otros dioses para provocarme.
Jer 32:30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho otra cosa sino lo que me disgusta desde sus mocedades (porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme con las obras de sus manos - oráculo de Yahveh -).
Jer 32:31 Porque motivo de mi furor y de mi ira ha sido para mí esta ciudad, desde el día en que la edificaron hasta hoy, que es como para quitármela de delante,
Jer 32:32 por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que, para provocarme, obraron ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y profetas, el hombre de Judá y el habitante de Jerusalén,
Jer 32:33 y me volvieron la espalda, que no la cara. Yo les adoctriné asiduamente, mas ellos no quisieron aprender la lección,
Jer 32:34 sino que pusieron sus Monstruos abominables en la Casa que llaman por mi Nombre, profanándola,
Jer 32:35 y fraguaron los altos del Baal que hay en el Valle de Ben Hinnom para hacer pasar por el fuego a sus hijos e hijas en honor del Moloc - lo que no les mandé ni me pasó por las mientes -, obrando semejante abominación con el fin de hacer pecar a Judá.
Jer 32:36 Ahora, pues, en verdad así dice Yahveh, el Dios de Israel, acerca de esta ciudad que - al decir de vosotros - está ya a merced del rey de Babilonia por la espada, por el hambre y por la peste.
Jer 32:37 He aquí que yo los reúno de todos los países a donde los empujé en mi ira y mi furor y enojo grande, y les haré volver a este lugar, y les haré vivir en seguridad,
Jer 32:38 serán mi pueblo, y yo seré su Dios;
Jer 32:39 y les daré otro corazón y otro camino, de suerte que me teman todos los días para bien de ellos y de sus hijos después de ellos.
Jer 32:40 Les pactaré alianza eterna - que no revocaré después de ellos - de hacerles bien, y pondré mi temor en sus corazones, de modo que no se aparten de junto a mí;
Jer 32:41 me dedicaré a hacerles bien, y los plantaré en esta tierra firmemente, con todo mi corazón y con toda mi alma.
Jer 32:42 Porque así dice Yahveh: Como he traído sobre este pueblo todo este gran perjuicio, así yo mismo voy a traer sobre ellos todo el beneficio que pronuncio sobre ellos,
Jer 32:43 y se comprarán campos en esta tierra de la que decís vosotros que es una desolación, sin personas ni ganados, y que está a merced de los caldeos;
Jer 32:44 se comprarán campos con dinero, anotándose en escritura, sellándose y llamando testigos, en la tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén, en las ciudades de Judá, en las de la Montaña, en las de la Tierra Baja y en las del Négueb, pues haré tornar a sus cautivos - oráculo de Yahveh -.

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Capítulo 33

33:1
Y FUÉ palabra de el Altísimo á Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo:
33:2
Así ha dicho el Altísimo que la hizo, el Altísimo que la formó para afirmarla; el Altísimo es su nombre:
33:3
Clama á mí, y te responderé, y te enseñaré cosas grandes y dificultosas que tú no sabes.
33:4
Porque así ha dicho el Altísimo, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con hachas:
33:5
(Porque vinieron para pelear con los Caldeos, para henchirlas de cuerpos de hombres muertos, á los cuales herí yo con mi furor y con mi ira, pues que escondí mi rostro de esta ciudad, a causa de toda su malicia:)
33:6
He aquí que yo le hago subir sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.
33:7
Y haré volver la cautividad de Judá, y la cautividad de Israel, y edificarélos como al principio.
33:8
Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con que contra mí se rebelaron.
33:9
Y seráme á mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las gentes de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré.
33:10
Así ha dicho el Altísimo: En este lugar, del cual decís que está desierto sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem, que están asoladas sin hombre y sin morador y sin animal, tiene de oirse aún,
33:11
Voz de gozo y voz de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad á el Altísimo de los ejércitos, porque el Altísimo es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan alabanza á la casa de el Altísimo. Porque tornaré á traer la cautividad de la tierra como al principio, ha dicho el Altísimo.
33:12
Así dice el Altísimo de los ejércitos: En este lugar desierto, sin hombre y sin animal, y en todas sus ciudades, aun habrá cabañas de pastores que hagan tener majada á ganados.
33:13
En las ciudades de las montañas, en las ciudades de los campos, y en las ciudades del mediodía, y en tierra de Benjamín, y alrededor de Jerusalem y en las ciudades de Judá, aun pasarán ganados por las manos de los contadores, ha dicho el Altísimo.
33:14
He aquí vienen días, dice el Altísimo, en que yo confirmaré la palabra buena que he hablado á la casa de Israel y á la casa de Judá.
33:15
En aquellos días y en aquel tiempo haré producir á David Pimpollo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra.
33:16
En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalem habitará seguramente, y esto es lo que la llamarán: el Altísimo, justicia nuestra.
33:17
Porque así ha dicho el Altísimo: No faltará á David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel;
33:18
Y de los sacerdotes y Levitas no faltará varón de mi presencia que ofrezca holocausto, y encienda presente, y que haga sacrificio todos los días.
33:19
Y fué palabra de el Altísimo á Jeremías, diciendo:
33:20
Así ha dicho el Altísimo: Si pudieres invalidar mi concierto con el día y mi concierto con la noche, por manera que no haya día ni noche á su tiempo,
33:21
Podráse también invalidar mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y con los Levitas y sacerdotes, mis ministros.
33:22
Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena de la mar se puede medir, así multiplicaré la simiente de David mi siervo, y los Levitas que á mí ministran.
33:23
Y fué palabra de el Altísimo á Jeremías, diciendo:
33:24
¿No has echado de ver lo que habla este pueblo diciendo: Dos familias que el Altísimo escogiera ha desechado? y han tenido en poco mi pueblo, hasta no tenerlos más por nación.
33:25
Así ha dicho el Altísimo: Si no permaneciere mi concierto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra,
33:26
También desecharé la simiente de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su simiente quien sea señor sobre la simiente de Abraham, de Isaac, y de Jacob. Porque haré volver su cautividad, y tendré de ellos misericordia.


Jer 33:1 De nuevo fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías, que estaba aún detenido en el patio de la guardia, en estos términos:
Jer 33:2 Así dice Yahveh, hacedor de la tierra, que la formó para hacerla subsistir, Yahveh es su nombre:
Jer 33:3 Llámame y te responderé y mostraré cosas grandes, inaccesibles, que desconocías.
Jer 33:4 Porque así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a las casas de esta ciudad y a las de los reyes de Judá que han sido derruidas. Junto a los terraplenes y a la espada,
Jer 33:5 se traba combate con los caldeos para llenar la ciudad de cadáveres humanos, a los que herí en mi ira y mi furor, y por cuya malicia oculté mi rostro de esta ciudad.
Jer 33:6 He aquí que yo les aporto su alivio y su medicina. Los curaré y les descubriré una corona de paz y seguridad.
Jer 33:7 Haré tornar a los cautivos de Judá y a los cautivos de Israel y los reedificaré como en el pasado,
Jer 33:8 y los purificaré de toda culpa que cometieron contra mí, y perdonaré todas las culpas que cometieron contra mí, y con que me fueron rebeldes.
Jer 33:9 Jerusalén será para mí un nombre evocador de alegría, será prez y ornato para todas las naciones de la tierra que oyeren todo el bien que voy a hacerle, y se asustarán y estremecerán de tanta bondad y de tanta paz como voy a concederle.
Jer 33:10 Así dice Yahveh: Aún se oirá en este lugar, del que vosotros decís que está abandonado, sin personas ni ganados, en todas las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén desoladas, sin personas ni habitantes ni ganados,
Jer 33:11 voz de gozo y de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la voz de cuantos traigan sacrificios de alabanza a la Casa de Yahveh diciendo: «Alabad a Yahveh Sebaot, porque es bueno Yahveh, porque es eterno su amor», pues haré tomar a los cautivos del país, y volverán a ser como antes - dice Yahveh -.
Jer 33:12 Así dice Yahveh Sebaot: Aún habrá en este lugar abandonado de hombres y ganados y en todas sus ciudades, dehesa de pastores que hagan acostarse a las ovejas:
Jer 33:13 en las ciudades de la Montaña, y en las de la Tierra Baja, en las del Négueb y en la tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén y en las ciudades de Judá, volverán a pasar ovejas ante la mano del que las cuente - dice Yahveh.
Jer 33:14 Mirad que días vienen - oráculo de Yahveh - en que confirmaré la buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá.
Jer 33:15 En aquellos días y en aquella sazón haré brotar para David un Germen justo, y practicará el derecho y la justicia en la tierra.
Jer 33:16 En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén vivirá en seguro. Y así se la llamará: «Yahveh, justicia nuestra.»
Jer 33:17 Pues así dice Yahveh: No le faltará a David quien se siente en el trono de la casa de Israel;
Jer 33:18 y a los sacerdotes levíticos no les faltará quien en presencia mía eleve holocaustos y queme incienso de oblación y haga sacrificio cada día.
Jer 33:19 Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue:
Jer 33:20 Así dice Yahveh: Si llegareis a romper mi alianza con el día y con la noche, de suerte que no sea de día o de noche a su debido tiempo,
Jer 33:21 entonces también mi alianza romperíais con mi siervo David, de suerte que le falte un hijo que reine sobre su trono y con los levitas sacerdotes, mis servidores.
Jer 33:22 Así como es incontable el ejército de los cielos, e incalculable la arena de la mar, así multiplicaré el linaje de mi siervo David y de los levitas que me sirven.
Jer 33:23 Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue:
Jer 33:24 ¿No has visto qué ha dicho este pueblo?: «Los dos linajes que había elegido Yahveh, los ha rechazado», y a mi pueblo menosprecian, como que ni lo tienen por nación.
Jer 33:25 Pues bien, dice Yahveh: Si no he creado el día y la noche, ni las leyes de los cielos y la tierra he puesto,
Jer 33:26 en ese caso también rechazaré el linaje de Jacob y de mi siervo David, para no escoger más de su linaje a quienes imperen sobre el linaje de Abraham, Isaac y Jacob, cuando yo haga tornar a sus cautivos y les tenga misericordia.

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Capítulo 34

34:1
PALABRA que fué á Jeremías de el Altísimo, (cuando Nabucodonosor rey de Babilonia, y todo su ejército, y todos los reinos de la tierra del señorío de su mano, y todos los pueblos, peleaban contra Jerusalem, y contra todas sus ciudades,) diciendo:
34:2
Así ha dicho el Altísimo Dios de Israel: Ve, y habla á Sedechîas rey de Judá, y dile: Así ha dicho el Altísimo: He aquí entregaré yo esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y la abrasaré con fuego:
34:3
Y no escaparás tú de su mano, sino que de cierto serás preso, y en su mano serás entregado; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y te hablará boca á boca, y en Babilonia entrarás.
34:4
Con todo eso, oye palabra de el Altísimo, Sedechîas rey de Judá: Así ha dicho el Altísimo de ti: No morirás á cuchillo;
34:5
En paz morirás, y conforme á las quemas de tus padres, los reyes primeros que fueron antes de ti, así quemarán por ti, y te endecharán diciendo, ¡Ay, señor!; porque yo he hablado la palabra, dice el Altísimo.
34:6
Y habló Jeremías profeta á Sedechîas rey de Judá todas estas palabras en Jerusalem.
34:7
Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalem, y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado, contra Lachîs, y contra Azeca; porque de las ciudades fuertes de Judá éstas habían quedado.
34:8
Palabra que fué á Jeremías de el Altísimo, después que Sedechîas hizo concierto con todo el pueblo en Jerusalem, para promulgarles libertad:
34:9
Que cada uno dejase su siervo, y cada uno su sierva, hebreo y hebrea, libres; que ninguno usase de los Judíos su hermanos como de siervos.
34:10
Y como oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo que habían venido en el concierto de dejar cada uno su siervo y cada uno su sierva libres, que ninguno usase más de ellos como de siervos, obedecieron, y dejáronlos.
34:11
Mas después se arrepintieron, é hicieron tornar los siervos y las siervas que habían dejado libres, y sujetáronlos por siervos y por siervas.
34:12
Y fué palabra de el Altísimo á Jeremías, de parte de el Altísimo, diciendo:
34:13
Así dice el Altísimo Dios de Israel: Yo hice pacto con vuestros padres el día que los saqué de tierra de Egipto, de casa de siervos, diciendo:
34:14
Al cabo de siete años dejaréis cada uno á su hermano hebreo que te fuere vendido; te servirá pues seis años, y lo enviarás libre de ti: mas vuestros padres no me oyeron, ni inclinaron su oído.
34:15
Y vosotros os habíais hoy convertido, y hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando cada uno libertad á su prójimo; y habíais hecho concierto en mi presencia, en la casa sobre la cual es invocado mi nombre:
34:16
Pero os habéis vuelto y profanado mi nombre, y habéis tornado á tomar cada uno su siervo y cada uno su sierva, que habíais dejado libres á su voluntad; y los habéis sujetado á seros siervos y siervas.
34:17
Por tanto, así ha dicho el Altísimo: Vosotros no me habéis oído en promulgar cada uno libertad á su hermano, y cada uno á su compañero: he aquí que yo os promulgo libertad, dice el Altísimo, á cuchillo y á pestilencia, y á hambre; y os pondré en remoción á todos los reinos de la tierra.
34:18
Y entregaré á los hombres que traspasaron mi pacto, que no han llevado á efecto las palabras del pacto que celebraron en mi presencia dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas:
34:19
A los príncipes de Judá y á los príncipes de Jerusalem, á los eunucos y á los sacerdotes, y á todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del becerro,
34:20
Entregarélos en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan su alma; y sus cuerpos muertos serán para comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra.
34:21
Y á Sedechîas rey de Judá, y á sus príncipes, entregaré en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su alma, y en mano del ejército del rey de Babilonia, que se fueron de vosotros.
34:22
He aquí, mandaré yo, dice el Altísimo, y harélos volver á esta ciudad, y pelearán contra ella, y la tomarán, y la abrasarán á fuego; y reduciré á soledad las ciudades de Judá, hasta no quedar morador.


Jer 34:1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, mientras Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todas sus fuerzas y todos los reinos de la tierra sometidos a su poder y todos los pueblos atacaban a Jerusalén y a todas sus ciudades:
Jer 34:2 Así dice Yahveh el Dios de Israel: Ve y dices a Sedecías, rey de Judá; le dices: Así dice Yahveh: «Mira que yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y la incendiará.
Jer 34:3 En cuanto a ti, no te escaparás de su mano, sino que sin falta serás capturado, y en sus manos te pondré y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y su boca hablará a tu boca, y a Babilonia irás.
Jer 34:4 Empero, oye una palabra de Yahveh, oh Sedecías, rey de Judá: Así dice Yahveh respecto a ti: No morirás por la espada.
Jer 34:5 En paz morirás. Y como se quemaron perfumes por tus padres, los reyes antepasados que te precedieron, así los quemarán por ti, y con el «¡ay, señor!» te plañirán, porque lo digo yo - oráculo de Yahveh -.
Jer 34:6 Y habló el profeta Jeremías a Sedecías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén,
Jer 34:7 mientras las fuerzas del rey de Babilonia atacaban a Jerusalén y a todas las ciudades de Judá que quedaban: a Lakís y Azecá, pues estas dos plazas fuertes habían quedado de todas las ciudades de Judá.
Jer 34:8 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, después de llegar el rey Sedecías a un acuerdo con todo el pueblo de Jerusalén, proclamándoles una manumisión,
Jer 34:9 en orden a dejar cada uno a su siervo o esclava hebreos libres dándoles la libertad de suerte que ningún judío fuera siervo de su hermano.
Jer 34:10 Todos los jefes y todo el pueblo que entraba en el acuerdo obedecieron, dejando libres quién a su siervo, quién a su esclava, dándoles la libertad de modo que no hubiese entre ellos más esclavos: obedecieron y les dejaron libres.
Jer 34:11 Pero luego volvieron a apoderarse de los siervos y esclavas que habían manumitido y los redujeron a servidumbre y esclavitud.
Jer 34:12 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en estos términos:
Jer 34:13 Así dice Yahveh, el Dios de Israel: yo hice alianza con vuestros padres el día que los saqué de Egipto, de la casa de servidumbre, diciendo:
Jer 34:14 «Al cabo de siete años cada uno de vosotros dejará libre al hermano hebreo que se le hubiera vendido. Te servirá por seis años, y le enviarás libre de junto a ti.» Pero no me hicieron caso vuestros padres ni aplicaron el oído.
Jer 34:15 Vosotros os habéis convertido hoy y habéis hecho lo que es recto a mis ojos proclamando manumisión general, y llegando a un acuerdo en mi presencia, en la Casa que se llama por mi Nombre;
Jer 34:16 pero os habéis echado atrás y profanado mi Nombre, os habéis apoderado de vuestros respectivos siervos y esclavas a quienes habíais manumitido, reduciéndolos de nuevo a esclavitud.
Jer 34:17 Por tanto, así dice Yahveh: Vosotros no me habéis hecho caso al proclamar manumisión general. He aquí que yo proclamo contra vosotros manumisión de la espada, de la peste y del hambre - oráculo de Yahveh - y os doy por espantajo de todos los reinos de la tierra.
Jer 34:18 Y a los individuos que traspasaron mi acuerdo, aquellos que no han hecho válidos los términos del acuerdo que firmaron en mi presencia, yo los volveré como el becerro que cortaron en dos y por entre cuyos pedazos pasaron:
Jer 34:19 a los jefes de Judá, los jefes de Jerusalén, los eunucos, los sacerdotes y todo el pueblo de la tierra que han pasado por entre los pedazos del becerro,
Jer 34:20 les pondré en manos de sus enemigos y de quienes buscan su muerte y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.
Jer 34:21 Y a Sedecías, rey de Judá, y a sus jefes les pondré en manos de sus enemigos y de quienes buscan su muerte y del ejército del rey de Babilonia que se ha retirado de vosotros.
Jer 34:22 Mirad que yo lo ordeno - oráculo de Yahveh - y les hago volver sobre esta ciudad, y la atacarán, la tomarán y le darán fuego, y las ciudades de Judá las trocaré en desolación sin habitantes.

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Capítulo 35

35:1
PALABRA que fué á Jeremías de el Altísimo en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:
35:2
Ve á casa de los Rechâbitas, y habla con ellos, é introdúcelos en la casa de el Altísimo, en una de las cámaras, y dales á beber vino.
35:3
Tomé entonces á Jaazanías hijo de Jeremías, hijo de Habassinías, y á sus hermanos, y á todos sus hijos, y á toda la familia de los Rechâbitas;
35:4
Y metílos en la casa de el Altísimo, en la cámara de los hijos de Hanán, hijo de Igdalías, varón de Dios, la cual estaba junto á la cámara de los príncipes, que estaba sobre la cámara de Maasías hijo de Sallum, guarda de los vasos.
35:5
Y puse delante de los hijos de la familia de los Rechâbitas tazas y copas llenas de vino, y díjeles: Bebed vino.
35:6
Mas ellos dijeron: No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Rechâb nuestro padre nos mandó, diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos:
35:7
Ni edificaréis casa, ni sembraréis sementera, ni plantaréis viña, ni la tendréis: mas moraréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis muchos días sobre la haz de la tierra donde vosotros peregrináis.
35:8
Y nosotros hemos obedecido á la voz de Jonadab nuestro padre, hijo de Rechâb, en todas las cosas que nos mandó, de no beber vino en todos nuestros días, nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas;
35:9
Y de no edificar casas para nuestra morada, y de no tener viña, ni heredad, ni sementera.
35:10
Moramos pues en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme á todas las cosas que nos mandó Jonadab nuestro padre.
35:11
Sucedió, empero, que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia subió á la tierra, dijimos: Venid, y entrémonos en Jerusalem, de delante del ejército de los Caldeos y de delante del ejército de los de Siria: y en Jerusalem nos quedamos.
35:12
Y fué palabra de el Altísimo á Jeremías, diciendo:
35:13
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Ve, y di á los varones de Judá, y á los moradores de Jerusalem: ¿No recibiréis instrucción para obedecer á mis palabras? dice el Altísimo.
35:14
Fué firme la palabra de Jonadab hijo de Rechâb, el cual mandó á sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado á vosotros, madrugando, y hablando, y no me habéis oído.
35:15
Y envié á vosotros á todos mis siervos los profetas, madrugando y enviándolos á decir: Tornaos ahora cada uno de su mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que dí á vosotros y á vuestros padres: mas no inclinasteis vuestro oído, ni me oísteis.
35:16
Ciertamente los hijos de Jonadab, hijo de Rechâb, tuvieron por firme el mandamiento que les dió su padre; mas este pueblo no me ha obedecido.
35:17
Por tanto, así ha dicho el Altísimo Dios de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí traeré yo sobre Judá y sobre todos los moradores de Jerusalem todo el mal que contra ellos he hablado: porque les hablé, y no oyeron; llamélos, y no han respondido.
35:18
Y dijo Jeremías á la familia de los Rechâbitas: Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Porque obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, é hicisteis conforme á todas las cosas que os mandó;
35:19
Por tanto, así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará varón de Jonadab, hijo de Rechâb, que esté en mi presencia todos los días.


Jer 35:1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, en tiempo de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá.
Jer 35:2 «Ve a la casa de los rekabitas y les hablas. Les llevas a la Casa de Yahveh, a una de las cámaras, y les escancias vino.»
Jer 35:3 Tomé, pues, a Yazanías, hijo de Jeremías, hijo de Jabassinías, y a sus hermanos, a todos sus hijos y a toda la casa de los rekabitas,
Jer 35:4 y les llevé a la Casa de Yahveh, a la cámara de Ben Yojanán, hijo de Yigdalías, hombre de Dios, la cual cámara está al lado de la de los jefes, y encima de la de Maaseías, hijo de Sallum, guarda del umbral,
Jer 35:5 y presentando a los hijos de la casa de los rekabitas unos jarros llenos de vino y tazas, les dije: «¡Bebed vino!»
Jer 35:6 Dijeron ellos: «No bebemos vino, porque nuestro padre Yonadab, hijo de Rekab, nos dio este mandato: "No beberéis vino ni vosotros ni vuestros hijos nunca jamás,
Jer 35:7 ni edificaréis casa, ni sembraréis semilla, ni plantaréis viñedo, ni poseeréis nada, sino que en tiendas pasaréis toda vuestra existencia, para que viváis muchos días sobre la faz del suelo, donde sois forasteros."
Jer 35:8 Nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro padre Yonadab, hijo de Rekab, en todo cuanto nos mandó, absteniéndonos de beber vino de por vida, nosotros, nuestras mujeres, nuestros hijos y nuestras hijas,
Jer 35:9 y no edificando casas donde vivir, ni poseyendo viña ni campo de sementera,
Jer 35:10 sino que hemos vivido en tiendas, obedeciendo y obrando en todo conforme a lo que nos mandó nuestro padre Yonadab.
Jer 35:11 Pero al subir Nabucodonosor, rey de Babilonia, contra el país, dijimos: "Venid y entremos en Jerusalén, para huir de las fuerzas caldeas y de las de Arán", y nos instalamos en Jerusalén.»
Jer 35:12 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue:
Jer 35:13 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Ve y dices a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿ No aprenderéis la lección que os invita a escuchar mis palabras? - oráculo de Yahveh -.
Jer 35:14 Se ha cumplido la palabra de Yonadab, hijo de Rekab, que prohibió a sus hijos beber vino, y no han bebido hasta la fecha, porque obedecieron la orden de su padre. Yo me afané en hablaros a vosotros y no me oísteis.
Jer 35:15 Me afané en enviaros a todos mis siervos los profetas a deciros: Ea, tornad cada uno de vuestro mal camino, mejorad vuestras acciones y no andéis en pos de otros dioses para servirles, y os quedaréis en la tierra que os di a vosotros y a vuestros padres; mas no aplicasteis el oído ni me hicisteis caso.
Jer 35:16 Así, los hijos de Yonadab, hijo de Rekab, han cumplido el precepto que su padre les impuso, mientras que este pueblo no me ha hecho caso.
Jer 35:17 Por tanto, así ha dicho Yahveh, el Dios Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que yo traigo contra Judá y contra los habitantes de Jerusalén todo el mal que pronuncié respecto a ellos, por cuanto les hablé y no me oyeron, les llamé y no me respondieron.
Jer 35:18 A la casa de los rekabitas dijo Jeremías: «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Por cuanto que habéis hecho caso del precepto de vuestro padre Yonadab y habéis guardado todos esos preceptos y obrado conforme a cuanto os mandó,
Jer 35:19 por lo mismo, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: No faltará a Yonadab, hijo de Rekab, quien siga ante mi faz todos los días.»

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Capítulo 36

36:1
Y ACONTECIÓ en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, que fué esta palabra á Jeremías, de el Altísimo, diciendo:
36:2
Tómate un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las gentes, desde el día que comencé á hablarte, desde los días de Josías hasta hoy.
36:3
Quizá oirá la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, para avolverse cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado.
36:4
Y llamó Jeremías á Baruch hijo de Nerías, y escribió Baruch de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que el Altísimo le había hablado.
36:5
Después mandó Jeremías á Baruch, diciendo: Yo estoy preso, no puedo entrar en la casa de Jehova:
36:6
Entra tú pues, y lee de este rollo que escribiste de mi boca, las palabras de el Altísimo en oídos del pueblo, en la casa de el Altísimo, el día del ayuno; y las leerás también en oídos de todo Judá que vienen de sus ciudades.
36:7
Quizá caerá oración de ellos en la presencia de el Altísimo, y tornaráse cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha expresado el Altísimo contra este pueblo.
36:8
Y Baruch hijo de Nerías hizo conforme á todas las cosas que le mandó Jeremías profeta, leyendo en el libro las palabras de el Altísimo en la casa de el Altísimo.
36:9
Y aconteció en el año quinto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, que promulgaron ayuno en la presencia de el Altísimo, á todo el pueblo de Jerusalem, y á todo el pueblo que venía de las ciudades de Judá á Jerusalem.
36:10
Y Baruch leyó en el libro las palabras de Jeremías en la casa de el Altísimo, en la cámara de Gemarías hijo de Saphán escriba, en el atrio de arriba, á la entrada de la puerta nueva de la casa de el Altísimo, en oídos del pueblo.
36:11
Y Michêas hijo de Gemarías, hijo de Saphán, habiendo oído del libro todas las palabras de el Altísimo,
36:12
Descendió á la casa del rey, á la cámara del secretario, y he aquí que todos los príncipes estaban allí sentados, á saber: Elisama secretario, y Delaías hijo de Semeías, y Elnathán hijo de Achbor, y Gemarías hijo de Saphán, y Sedechîas hijo de Ananías, y todos los príncipes.
36:13
Y contóles Michêas todas las palabras que había oído leyendo Baruch en el libro en oídos del pueblo.
36:14
Entonces enviaron todos los príncipes á Jehudí hijo de Nethanías, hijo de Selemías, hijo de Chusi, para que dijese á Baruch: Toma el rollo en que leíste á oídos del pueblo, y ven. Y Baruch, hijo de Nerías, tomó el rollo en su mano, y vino á ellos.
36:15
Y dijéronle: Siéntate ahora, y léelo en nuestros oídos. Y leyó Baruch en sus oídos.
36:16
Y fué que, como oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvió espantado á su compañero, y dijeron á Baruch: Sin duda contaremos al rey todas estas palabras.
36:17
Preguntaron luego á Baruch, diciendo: Cuéntanos ahora cómo escribiste de boca de Jeremías todas estas palabras.
36:18
Y Baruch les dijo: El me dictaba de su boca todas estas palabras, y yo escribía con tinta en el libro.
36:19
Entonces dijeron los príncipes á Baruch: Ve, y escóndete tú y Jeremías, y nadie sepa dónde estáis.
36:20
Y entraron al rey al atrio, habiendo depositado el rollo en la cámara de Elisama secretario; y contaron en los oídos del rey todas estas palabras.
36:21
Y envió el rey á Jehudí á que tomase el rollo, el cual lo tomó de la cámara de Elisama secretario, y leyó en él Jehudí en oídos del rey, y en oídos de todos los príncipes que junto al rey estaban.
36:22
Y el rey estaba en la casa de invierno en el mes noveno, y había un brasero ardiendo delante de él;
36:23
Y fué que, como Jehudí hubo leído tres ó cuatro planas, rasgólo con un cuchillo de escribanía, y echólo en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había.
36:24
Y no tuvieron temor, ni rasgaron sus vestidos, el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras.
36:25
Y aunque Elnathán y Delaías y Gemarías rogaron al rey que no quemase aquel rollo, no los quiso oir:
36:26
Antes mandó el rey á Jerameel hijo de Amelech, y á Seraías hijo de Azriel, y á Selemías hijo de Abdeel, que prendiesen á Baruch el escribiente y á Jeremías profeta; mas el Altísimo los escondió.
36:27
Y fué palabra de el Altísimo á Jeremías, después que el rey quemó el rollo, las palabras que Baruch había escrito de boca de Jeremías, diciendo:
36:28
Vuelve á tomar otro rollo, y escribe en él todas las palabras primeras, que estaban en el primer rollo que quemó Joacim, el rey de Judá.
36:29
Y dirás á Joacim rey de Judá: Así ha dicho el Altísimo: Tú quemaste este rollo, diciendo: ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto, vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra, y hará que no queden en ella hombres ni animales?
36:30
Por tanto, así ha dicho el Altísimo, en orden á Joacim rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David; y su cuerpo será echado al calor del día y al hielo de la noche.
36:31
Y visitaré sobre él, y sobre su simiente, y sobre sus siervos, su maldad; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalem, y sobre los varones de Judá, todo el mal que les he dicho y no escucharon.
36:32
Y tomó Jeremías otro rollo, y diólo á Baruch hijo de Nerías escriba; y escribió en él de boca de Jeremías todas las palabras del libro que quemó en el fuego Joacim rey de Judá; y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes.


Jer 36:1 Aconteció que en el año cuarto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida esta palabra a Jeremías de parte de Yahveh:
Jer 36:2 Tómate un rollo de escribir, y apuntas en él todas las palabras que te he hablado tocante a Israel, a Judá y a todas las naciones, desde la fecha en que te vengo hablando - desde los tiempos de Josías hasta hoy -.
Jer 36:3 A ver si la casa de Judá se entera de todo el mal que he pensado hacerle, de modo que se convierta cada uno de su mal camino, y entonces yo perdonaría su culpa y su pecado.
Jer 36:4 Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Neriyías, y apuntó Baruc al dictado de Jeremías todas las palabras que Yahveh le había hablado, en un rollo de escribir.
Jer 36:5 Dio Jeremías a Baruc estas instrucciones: «Yo estoy detenido; no puedo ir a la Casa de Yahveh.
Jer 36:6 Así que, vete tú, y lees en voz alta el rollo en que has apuntado al dictado mío las palabras de Yahveh, a oídos del público de la Casa de Yahveh el día del ayuno, y las lees también a oídos de todos los de Judá que vienen de sus ciudades;
Jer 36:7 a ver si presentan sus súplicas a Yahveh, y se vuelven cada uno de su mal camino; porque grande es la ira y el furor que ha expresado Yahveh contra este pueblo.»
Jer 36:8 Hizo Baruc, hijo de Neriyías, conforme a todo cuanto le había mandado el profeta Jeremías, y leyó en el libro las palabras de Yahveh en la Casa de Yahveh.
Jer 36:9 Precisamente en el año quinto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, el mes noveno, se proclamaba ayuno general delante de Yahveh, tanto para el pueblo de Jerusalén como para toda la gente venida de las ciudades de Judá a Jerusalén.
Jer 36:10 Baruc, pues, leyó en el libro las palabras de Jeremías en la Casa de Yahveh, en la cámara de Guemarías, hijo de Safán el escriba, en el patio alto, a la entrada de la Puerta Nueva de la Casa de Yahveh, a oídos de todo el pueblo.
Jer 36:11 Oye Miqueas, hijo de Guemarías, hijo de Safán, todas las palabras de Yahveh según el libro,
Jer 36:12 baja a la casa del rey, al cuarto del escriba, y se encuentra con que allí estaban todos los jefes sentados: el escribano Elisamá, Delaías, hijo de Semaías, Elnatán, hijo de Akbor, Guemarías, hijo de Safán, Sedecías, hijo de Jananías, y todos los demás jefes.
Jer 36:13 Y Miqueas declaró todas las palabras que había oído leer a Baruc en el libro a oídos del pueblo.
Jer 36:14 Entonces todos los jefes enviaron a Yehudí, hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Kusí a decir a Baruc: «Toma en tus propias manos el rollo en el que has leído en voz alta al pueblo y vente.» Baruc, hijo de Neriyías, tomó el rollo en sus manos y se dirigió adonde ellos.
Jer 36:15 Dícenle: «Ea, siéntate y ten a bien leérnoslo a nosotros.» Y Baruc se lo leyó.
Jer 36:16 Como oyeron todas aquellas palabras, se asustaron y dijeron cada cual a su vecino: «Anunciemos sin falta al rey todas estas palabras.»
Jer 36:17 Y a Baruc le pidieron: «Explícanos cómo has escrito todas estas palabras.»
Jer 36:18 Díceles Baruc: «Al dictado. El me recitaba todas estas palabras y yo las iba escribiendo en el libro con tinta.»
Jer 36:19 Dicen los jefes a Baruc: «Vete, escondeos tú y Jeremías, y que nadie sepa dónde estáis.»
Jer 36:20 Y entraron adonde el rey, a la corte (el rollo lo consignaron en la cámara de Elisamá el escriba) y anunciaron a oídos del rey todas aquellas palabras.
Jer 36:21 Entonces envió el rey a Yehudí a apoderarse del rollo, y éste lo tomó del cuarto de Elisamá el escriba. Y Yehudí lo leyó en voz alta al rey y a todos los jefes que estaban en pie en torno al rey.
Jer 36:22 El rey estaba sentado en la casa de invierno, - era en el mes noveno -, con un brasero delante encendido.
Jer 36:23 Y así que había leído Yehudí tres hojas o cuatro, él las rasgaba con el cortaplumas del escriba y las echaba al fuego del brasero, hasta terminar con todo el rollo en el fuego del brasero.
Jer 36:24 Ni se asustaron ni se rasgaron los vestidos el rey ni ninguno de sus siervos que oían todas estas cosas,
Jer 36:25 y por más que Elnatán, Delaías y Guemarías suplicaron el rey que no quemara el rollo, no les hizo caso.
Jer 36:26 Luego el rey ordenó a Yerajmeel, hijo del rey, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdel, apoderarse del escriba Baruc y del profeta Jeremías, pero Yahveh los ocultó.
Jer 36:27 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías - tras de haber quemado el rey el rollo y las cosas que había escrito Baruc al dictado de Jeremías - como sigue:
Jer 36:28 «Vuelve a tomar otro rollo y escribe en él todas las cosas que antes había en el primer rollo que quemó Yoyaquim, rey de Judá.
Jer 36:29 Y a Yoyaquim, rey de Judá, le dices: Así dice Yahveh: Tú has quemado aquel rollo, diciendo: "¿Por qué has escrito en él: Vendrá sin falta el rey de Babilonia y destruirá esta tierra y se llevará cautivos de ella a hombres y bestias?"
Jer 36:30 Por tanto, así dice Yahveh a propósito de Yoyaquim, rey de Judá: No tendrá quien le suceda en el trono de David y su propio cadáver yacerá tirado, expuesto al calor del día y al frío de la noche.
Jer 36:31 Yo pasaré revista a sus culpas y las de su linaje y sus siervos, y traeré sobre ellos y sobre todos los habitantes de Jerusalén y los hombres de Judá todo el mal que les dije, sin que hicieran caso.»
Jer 36:32 Entonces Jeremías tomó otro rollo, que dio al escriba Baruc, hijo de Neriyías, y éste escribió al dictado de Jeremías todas las palabras del libro que había quemado Yoyaquim, rey de Judá, e incluso se añadió a aquéllas otras muchas por el estilo.

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Capítulo 37

37:1
Y REINÓ el rey Sedechîas hijo de Josías, en lugar de Conías hijo de Joacim, al cual Nabucodonosor rey de Babilonia había constituído por rey en la tierra de Judá.
37:2
Mas no obedeció él, ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra á las palabras de el Altísimo, que dijo por el profeta Jeremías.
37:3
Y envió el rey Sedechîas á Jucal hijo de Selemías, y á Sephanías hijo de Maasías sacerdote, para que dijesen al profeta Jeremías: Ruega ahora por nosotros á el Altísimo nuestro Dios.
37:4
Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo; porque no lo habían puesto en la casa de la cárcel.
37:5
Y como el ejército de Faraón hubo salido de Egipto, y vino la fama de ellos á oídos de los Caldeos que tenían cercada á Jerusalem, partiéronse de Jerusalem.
37:6
Entonces fué palabra de el Altísimo á Jeremías profeta, diciendo:
37:7
Así ha dicho el Altísimo Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió á mí para que me preguntaseis: He aquí que el ejército de Faraón que había salido en vuestro socorro, se volvió á su tierra en Egipto.
37:8
Y tornarán los Caldeos, y combatirán esta ciudad, y la tomarán, y la pondrán á fuego.
37:9
Así ha dicho el Altísimo: No engañéis vuestras almas, diciendo: Sin duda los Caldeos se han ido de nosotros: porque no se irán.
37:10
Porque aun cuando hirieseis todo el ejército de los Caldeos que pelean con vosotros, y quedasen de ellos hombres alanceados, cada uno se levantará de su tienda, y pondrán esta ciudad á fuego.
37:11
Y aconteció que, como el ejército de los Caldeos se fué de Jerusalem á causa del ejército de Faraón,
37:12
Salíase de Jerusalem Jeremías para irse á tierra de Benjamín, para apartarse de allí en medio del pueblo.
37:13
Y cuando fué á la puerta de Benjamín, estaba allí un prepósito que se llamaba Irías, hijo de Selemías hijo de Hananías, el cual prendió á Jeremías profeta, diciendo: Fnatú te retiras á los Caldeos.
37:14
Y Jeremías dijo: Falso: no me retiro á los Caldeos. Mas él no lo escuchó, antes prendió Irías á Jeremías, y llevólo delante de los príncipes.
37:15
Y los príncipes se airaron contra Jeremías, y azotáronle, y pusiéronle en prisión en la casa de Jonathán escriba, porque aquélla habían hecho casa de cárcel.
37:16
Entró pues Jeremías en la casa de la mazmorra, y en las camarillas. Y habiendo estado allá Jeremías por muchos días,
37:17
El rey Sedechîas envió, y sacóle; y preguntóle el rey escondidamente en su casa, y dijo: ¿Hay palabra de el Altísimo? Y Jeremías dijo: Hay. Y dijo más: En mano del rey de Babilonia serás entregado.
37:18
Dijo también Jeremías al rey Sedechîas: ¿En qué pequé contra ti, y contra tus siervos, y contra este pueblo, para que me pusieseis en la casa de la cárcel?
37:19
¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaban, diciendo: No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros, ni contra esta tierra?
37:20
Ahora pues, oye, te ruego, oh rey mi señor: caiga ahora mi súplica delante de ti, y no me hagas volver á casa de Jonathán escriba, porque no me muera allí.
37:21
Entonces dió orden el rey Sedechîas, y depositaron á Jeremías en el patio de la cárcel, haciéndole dar una torta de pan al día, de la plaza de los Panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se gastase. Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.


Jer 37:1 Vino a reinar, en vez de Konías, hijo de Yoyaquim, el rey Sedecías, hijo de Josías, al que Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso por rey en tierra de Judá,
Jer 37:2 pero tampoco él ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra, hicieron caso de las palabras que Yahveh había hablado por medio del profeta Jeremías.
Jer 37:3 El rey Sedecías envió a Yukal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maaseías, a decir al profeta Jeremías: «¡Ea! Ruega por nosotros a nuestro Dios Yahveh.»
Jer 37:4 Y Jeremías iba y venía en público, pues no le habían encarcelado.
Jer 37:5 Las fuerzas de Faraón salieron de Egipto, y al oír hablar de ellos los caldeos que sitiaban a Jerusalén, levantaron el sitio de Jerusalén.
Jer 37:6 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh al profeta Jeremías:
Jer 37:7 Así dice Yahveh, el Dios de Israel: Así diréis al rey de Judá que os envía a mí, a consultarme: He aquí que las fuerzas de Faraón que salían en vuestro socorro se han vuelto a su tierra de Egipto,
Jer 37:8 y volverán los caldeos que atacan a esta ciudad, la tomarán y la incendiarán.
Jer 37:9 Así dice Yahveh: No cobréis ánimos diciendo: «Seguro que los caldeos terminarán por dejarnos y marcharse»; porque no se marcharán,
Jer 37:10 pues aunque hubieseis derrotado a todas las fuerzas de los caldeos que os atacan y les quedaren sólo hombres acribillados, se levantarían cada cual en su tienda e incendiarían esta ciudad.
Jer 37:11 Cuando las tropas caldeas estaban levantando el sitio de Jerusalén, replegándose ante las tropas del Faraón, aconteció que
Jer 37:12 Jeremías salía de Jerusalén para ir a tierra de Benjamín a asistir a un reparto en el pueblo.
Jer 37:13 Y encontrándose él en la puerta de Benjamín, donde había un vigilante llamado Yiriyías, hijo de Selemías, hijo de Jananías, éste prendió al profeta Jeremías diciendo: «¡Tú te pasas a los caldeos!»
Jer 37:14 Dice Jeremías: «¡Falso! Yo no me paso a los caldeos.» Pero Yiriyías no le hizo caso, y poniendo preso a Jeremías, le llevó a los jefes,
Jer 37:15 los cuales se irritaron contra Jeremías, le dieron de golpes y le encarcelaron en casa del escriba Jonatán, convertida en prisión.
Jer 37:16 Así que Jeremías ingresó en el calabozo y en las bóvedas y permaneció allí mucho tiempo.
Jer 37:17 El rey Sedecías mandó traerle, y le interrogó en su casa, en secreto: «¿Hay algo de parte de Yahveh?» Dijo Jeremías: «Lo hay.» Y añadió: «En mano del rey de Babilonia serás entregado.»
Jer 37:18 Y dijo Jeremías al rey Sedecías: «¿En qué te he faltado a ti, a tus siervos y a este pueblo, para que me hayáis puesto en prisión?
Jer 37:19 ¿Pues dónde están vuestros profetas que os profetizaban: "No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros ni contra esta tierra?
Jer 37:20 Ahora, pues, oiga el rey mi señor, caiga bien en tu presencia mi petición de gracia y no me vuelvas a casa del escriba Jonatán, no muera yo allí.»
Jer 37:21 Entonces el rey Sedecías mandó que custodiasen a Jeremías en el patio de la guardia y se le diese un rosco de pan por día de la calle de los panaderos, hasta que se acabase todo el pan de la ciudad. Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia.

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Capítulo 38

38:1
Y OYÓ Sephatías hijo de Mathán, y Gedalías hijo de Pashur, y Jucal hijo de Selemías, y Pashur hijo de Melchías, las palabras que Jeremías hablaba á todo el pueblo, diciendo:
38:2
Así ha dicho el Altísimo: El que se quedare en esta ciudad morirá á cuchillo, ó de hambre, ó de pestilencia; mas el que saliere á los Caldeos vivirá, pues su vida le será por despojo, y vivirá.
38:3
Así ha dicho el Altísimo: De cierto será entregada esta ciudad en mano del ejército del rey de Babilonia, y tomarála.
38:4
Y dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre; porque de esta manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal.
38:5
Y dijo el rey Sedechîas: Helo ahí, en vuestras manos está; que el rey no podrá contra vosotros nada.
38:6
Entonces tomaron ellos á Jeremías, é hiciéronlo echar en la mazmorra de Malchîas hijo de Amelech, que estaba en el patio de la cárcel; y metieron á Jeremías con sogas. Y en la mazmorra no había agua, sino cieno; y hundióse Jeremías en el cieno.
38:7
Y oyendo Ebed-melec, hombre etiope, eunuco que estaba en casa del rey, que habían puesto á Jeremías en la mazmorra, y estando sentado el rey á la puerta de Benjamín,
38:8
Ebed-melec salió de la casa del rey, y habló al rey, diciendo:
38:9
Mi señor el rey, mal hicieron estos varones en todo lo que han hecho con Jeremías profeta, al cual hicieron echar en la mazmorra; porque allí se morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad.
38:10
Entonces mandó el rey al mismo Ebed-melec Etiope, diciendo: Toma en tu poder treinta hombres de aquí, y haz sacar á Jeremías profeta de la mazmorra, antes que muera.
38:11
Y tomó Ebed-melec en su poder hombres, y entró á la casa del rey al lugar debajo de la tesorería, y tomó de allí trapos viejos, traídos, viejos, y andrajosos, y echólos á Jeremías con sogas en la mazmorra.
38:12
Y dijo Ebed-melec Etiope á Jeremías: Pon ahora esos trapos viejos, traídos, y rotos, bajo los sobacos de tus brazos, debajo de las sogas. Y lo hizo así Jeremías.
38:13
De este modo sacaron á Jeremías con sogas, y subiéronlo de la mazmorra; y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.
38:14
Después envió el rey Sedechîas, é hizo traer á sí á Jeremías profeta á la tercera entrada que estaba en la casa de el Altísimo. Y dijo el rey á Jeremías: Pregúntote una palabra, no me encubras ninguna cosa.
38:15
Y Jeremías dijo á Sedechîas: Si te lo denunciare, ¿no es verdad que me matarás? y si te diere consejo, no has de escucharme.
38:16
Y juró el rey Sedechîas en secreto á Jeremías, diciendo: Vive el Altísimo que nos hizo esta alma, que no te mataré, ni te entregaré en mano de estos varones que buscan tu alma.
38:17
Entonces dijo Jeremías á Sedechîas: Así ha dicho el Altísimo Dios de los ejércitos, Dios de Israel: Si salieres luego á los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad no será puesta á fuego; y vivirás tú y tu casa:
38:18
Mas si no salieres á los príncipes del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en mano de los Caldeos, y la pondrán á fuego, y tú no escaparás de sus manos.
38:19
Y dijo el rey Sedechîas á Jeremías: Témome á causa de los Judíos que se han adherido á los Caldeos, que no me entreguen en sus manos y me escarnezcan.
38:20
Y dijo Jeremías: No te entregarán. Oye ahora la voz de el Altísimo que yo te hablo, y tendrás bien, y vivirá tu alma.
38:21
Mas si no quisieres salir, esta es la palabra que me ha mostrado el Altísimo:
38:22
Y he aquí que todas las mujeres que han quedado en casa del rey de Judá, serán sacadas á los príncipes del rey de Babilonia; y ellas mismas dirán: Te han engañado, y prevalecido contra ti tus amigos; atollaron en el cieno tus pies, se volvieron atrás.
38:23
Sacarán pues, todas tus mujeres y tus hijos á los Caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que por mano del rey de Babilonia serás preso, y á esta ciudad quemará á fuego.
38:24
Y dijo Sedechîas á Jeremías: Nadie sepa estas palabras, y no morirás.
38:25
Y si los príncipes oyeren que yo he hablado contigo, y vinieren á ti y te dijeren: Decláranos ahora qué hablaste con el rey, no nos lo encubras, y no te mataremos; asimismo qué te dijo el rey;
38:26
Les dirás: Supliqué al rey que no me hiciese tornar á casa de Jonathán porque no me muriese allí.
38:27
Y vinieron luego todos los príncipes á Jeremías, y preguntáronle: y él les respondió conforme á todo lo que el rey le había mandado. Con esto se dejaron de él, porque el negocio no se había oído.
38:28
Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel hasta el día que fué tomada Jerusalem; y allí estaba cuando Jerusalem fué tomada.


Jer 38:1 Oyeron Sefatías, hijo de Mattán, Guedalías, hijo de Pasjur, hijo de Malkiyías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo:
Jer 38:2 «Así dice Yahveh: Quien se quede en esta ciudad, morirá de espada, de hambre y de peste, mas el que se entregue a los caldeos vivirá, y eso saldrá ganando.
Jer 38:3 Así dice Yahveh: Sin remisión será entregada esta ciudad en mano de las tropas del rey de Babilonia, que la tomará.»
Jer 38:4 Y dijeron aquellos jefes al rey: «Ea, hágase morir a ese hombre, porque con eso desmoraliza a los guerreros que quedan en esta ciudad y a toda la plebe, diciéndoles tales cosas. Porque este hombre no procura en absoluto el bien del pueblo, sino su daño.»
Jer 38:5 Dijo el rey Sedecías: «Ahí le tenéis en vuestras manos, pues nada podría el rey contra vosotros.»
Jer 38:6 Ellos se apoderaron de Jeremías, y lo echaron a la cisterna de Malkiyías, hijo del rey, que había en el patio de la guardia, descolgando a Jeremías con sogas. En el pozo no había agua, sino fango, y Jeremías se hundió en el fango.
Jer 38:7 Pero Ebed Mélek el kusita - un eunuco de la casa del rey - oyó que habían metido a Jeremías en la cisterna. El rey estaba sentado en la puerta de Benjamín.
Jer 38:8 Salió Ebed Mélek de la casa del rey, y habló al rey en estos términos:
Jer 38:9 «Oh mi señor el rey, está mal hecho todo cuanto esos hombres han hecho con el profeta Jeremías, arrojándole a la cisterna. Total lo mismo se iba a morir de hambre, pues no quedan ya víveres en la ciudad.»
Jer 38:10 Entonces ordenó el rey a Ebed Mélek el kusita: «Toma tú mismo de aquí treinta hombres, y subes al profeta Jeremías del pozo antes de que muera.»
Jer 38:11 Ebed Mélek tomó consigo a los hombres y entrando en la casa del rey, al vestuario del tesoro, tomó allí deshechos de paños y telas, y con sogas los descolgó por la cisterna hasta Jeremías.
Jer 38:12 Dijo Ebed Mélek el kusita a Jeremías: «Hala, ponte los deshechos de paños y telas entre los sobacos y las sogas.» Así lo hizo Jeremías,
Jer 38:13 y halando a Jeremías con las sogas le subieron de la cisterna. Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia.
Jer 38:14 Entonces el rey Sedecías mandó traer al profeta Jeremías a la entrada tercera que había en la Casa de Yahveh, y dijo el rey a Jeremías: «Yo te pregunto una cosa: no me ocultes nada.»
Jer 38:15 Dijo Jeremías a Sedecías: «Si te soy sincero, seguro que me matarás; y aunque te aconseje, no me escucharás.»
Jer 38:16 El rey Sedecías juró a Jeremías en secreto: «Por vida de Yahveh, y por la vida que nos ha dado, que no te haré morir ni te entregaré en manos de estos hombres que andan buscando tu muerte.»
Jer 38:17 Dijo Jeremías a Sedecías: «Así dice Yahveh, el Dios Sebaot, el Dios de Israel: Si sales a entregarte a los jefes del rey de Babilonia, vivirás tú mismo y esta ciudad no será incendiada: tanto tú como los tuyos viviréis.
Jer 38:18 Pero si no te entregas a los jefes del rey de Babilonia, esta ciudad será puesta en manos de los caldeos e incendiada, y tú no escaparás de sus manos.»
Jer 38:19 Dijo el rey Sedecías a Jeremías: «Me preocupan los judíos que se han pasado a los caldeos, no vaya a ser que me entreguen en sus manos, y éstos hagan mofa de mí.»
Jer 38:20 Pero replicó Jeremías: «No te entregarán. ¡Ea!, oye la voz de Yahveh en esto que te digo, que te resultará bien y quedarás con vida.
Jer 38:21 Mas si rehusas a salir, esto es lo que me ha mostrado Yahveh.
Jer 38:22 Mira que todas las mujeres que han permanecido en la casa del rey de Judá serán sacadas adonde los jefes del rey de Babilonia, e irán diciendo: Te empujaron y pudieron contigo aquellos con quienes te saludabas. Se hundieron en el lodo tus pies, hiciéronse atrás.
Jer 38:23 Y a todas tus mujeres y tus hijos irán sacando adonde los caldeos, y tú no escaparás de ellos, sino que en manos del rey de Babilonia serás puesto, y esta ciudad será incendiada.»
Jer 38:24 Entonces dijo Sedecías a Jeremías: «Que nadie sepa nada de esto, y no morirás.
Jer 38:25 Aunque se enteren los jefes de que he estado hablando contigo, y viniendo a ti te digan: "Decláranos qué has dicho al rey sin ocultárnoslo, y así no te mataremos, como también lo que el rey te ha hablado",
Jer 38:26 tú les dirás: "He pedido al rey la gracia de que no se me devuelva a casa de Jonatán a morirme allí."»
Jer 38:27 En efecto, vinieron todos los jefes a Jeremías, le interrogaron, y él les respondió conforme a lo que queda dicho que le había mandado el rey: y ellos quedaron satisfechos, porque nada se sabía de lo hablado.
Jer 38:28 Así quedó Jeremías en el patio de la guardia, hasta el día en que fue tomada Jerusalén. Ahora bien, cuando fue tomada Jerusalén...

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Capítulo 39

39:1
EN el noveno año de Sedechîas rey de Judá, en el mes décimo, vino Nabucodonosor rey de Babilonia con todo su ejército contra Jerusalem, y cercáronla.
39:2
Y en el undécimo año de Sedechîas, en el mes cuarto, á los nueve del mes, fué rota la ciudad;
39:3
Y entraron todos los príncipes del rey de Babilonia, y asentaron á la puerta del medio: Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarsechim, y Rabsaris, Nergal-sarezer, Rabmag, y todos los demás príncipes del rey de Babilonia.
39:4
Y fué que viéndolos Sedechîas, rey de Judá, y todos los hombres de guerra, huyeron, y saliéronse de noche de la ciudad por el camino de la huerta del rey, por la puerta entre los dos muros: y salió el rey por el camino del desierto.
39:5
Mas el ejército de los Caldeos los siguió, y alcanzaron á Sedechîas en los llanos de Jericó; y tomáronle, é hiciéronle subir á Nabucodonosor rey de Babilonia, á Ribla, en tierra de Hamath, y sentencióle.
39:6
Y degolló el rey de Babilonia los hijos de Sedechîas á su presencia en Ribla, haciendo asimismo degollar el rey de Babilonia á todos los nobles de Judá.
39:7
Y sacó los ojos al rey Sedechîas, y aprisionóle con grillos para llevarle á Babilonia.
39:8
Y los Caldeos pusieron á fuego la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalem.
39:9
Y el resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y los que se habían á él adherido, con todo el resto del pueblo que había quedado, trasportólos á Babilonia Nabuzaradán, capitán de la guardia.
39:10
Empero Nabuzaradán, capitán de la guardia, hizo quedar en tierra de Judá del vulgo de los pobres que no tenían nada, y dióles entonces viñas y heredades.
39:11
Y Nabucodonosor había ordenado á Nabuzaradán capitán de la guardia, acerca de Jeremías, diciendo:
39:12
Tómale, y mira por él, y no le hagas mal ninguno; antes harás con él como él te dijere.
39:13
Envió por tanto Nabuzaradán capitán de la guardia, y Nabusazbán, Rabsaris, y Nergal-sarezer, y Rabmag, y todos los príncipes del rey de Babilonia;
39:14
Enviaron entonces, y tomaron á Jeremías del patio de la cárcel, y entregáronlo á Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Saphán, para que lo sacase á casa: y vivió entre el pueblo.
39:15
Y había sido palabra de el Altísimo á Jeremías, estando preso en el patio de la cárcel, diciendo:
39:16
Ve, y habla á Ebed-melec Etiope, diciendo: Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí traigo yo mis palabras sobre esta ciudad para mal, y no para bien; y vendrán á ser en aquel día á presencia tuya.
39:17
Mas en aquel día yo te libraré, dice el Altísimo, y no serás entregado en mano de aquellos de quienes tú temes.
39:18
Porque ciertamente te libraré, y no caerás á cuchillo, sino que tu vida te será por despojo, porque tuviste confianza en mí, dice el Altísimo.


Jer 39:1 En el año nueve de Sedecías, rey de Judá, el décimo mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron.
Jer 39:2 En el año once de Sedecías, el cuarto mes, el nueve del mes, se abrió una brecha en la ciudad,
Jer 39:3 y entraron todos los jefes del rey de Babilonia y se instalaron en la Puerta Central: Nergal Sareser, Samgar Nebo, Sar Sekim, jefe superior, Nergal Sareser, alto funcionario y todos los demás jefes del rey de Babilonia.
Jer 39:4 Al verles Sedecías, rey de Judá, y todos los guerreros, huyeron de la ciudad salieron de noche camino del parque del rey por la puerta que está entre los dos muros, y se fueron por el camino de la Arabá.
Jer 39:5 Las tropas caldeas les persiguieron y dando alcance a Sedecías en los llanos de Jericó, le prendieron y le subieron a Riblá, en tierra de Jamat, adonde Nabucodonosor, rey de Babilonia, que lo sometió a juicio.
Jer 39:6 Y el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedecías en Riblá a la vista de éste; luego el rey de Babilonia degolló a toda la aristocracia de Judá,
Jer 39:7 y habiendo cegado los ojos a Sedecías le ató con doble cadena de bronce para llevárselo a Babilonia.
Jer 39:8 Los caldeos incendiaron la casa del rey y las casas del pueblo y demolieron los muros de Jerusalén;
Jer 39:9 cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían pasado a él y a los artesanos restantes los deportó Nebuzaradán, jefe de la guardia, a Babilonia.
Jer 39:10 En cuanto a la plebe baja, los que no tienen nada, hízoles quedar Nebuzaradán, jefe de la guardia, en tierra de Judá, y en aquella ocasión les dio viñas y parcelas.
Jer 39:11 Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dado instrucciones a Nebuzaradán, jefe de la guardia, respecto a Jeremías en este sentido:
Jer 39:12 «Préndele y tenle a la vista; y no le hagas daño alguno, antes harás con él lo que él mismo te diga.»
Jer 39:13 Entonces (Nebuzaradán, jefe de la guardia) Nebusazbán, jefe superior, Nergal Sareser, oficial superior, y todos los grandes del rey de Babilonia
Jer 39:14 enviaron en busca de Jeremías, y lo confiaron a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, para que le hiciese salir a casa, y permaneció entre la gente.
Jer 39:15 Estando Jeremías detenido en el patio de la guardia, le había sido dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
Jer 39:16 Vete y dices a Ebed Mélek el kusita: Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mira que yo hago llegar mis palabras a esta ciudad para su daño, que no para su bien, y tú serás testigo en aquel día,
Jer 39:17 pero yo te salvaré a ti aquel día - oráculo de Yahveh - y no serás puesto en manos de aquellos cuya presencia evitas temeroso,
Jer 39:18 antes bien te libraré, y no caerás a espada. Saldrás ganando la propia vida, porque confiaste en mí - oráculo de Yahveh.

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Capítulo 40

40:1
PALABRA que fué á Jeremías de el Altísimo, después que Nabuzaradán capitán de la guardia le envió desde Ramá, cuando le tomó estando atado con esposas entre toda la transmigración de Jerusalem y de Judá que iban cautivos á Babilonia.
40:2
Tomó pues el capitán de la guardia á Jeremías, y díjole: el Altísimo tu Dios habló este mal contra este lugar;
40:3
Y halo traído y hecho el Altísimo según que había dicho: porque pecasteis contra el Altísimo, y no oísteis su voz, por eso os ha venido esto.
40:4
Y ahora yo te he soltado hoy de las esposas que tenías en tus manos. Si te está bien venir conmigo á Babilonia, ven, y yo miraré por ti; mas si no te está bien venir conmigo á Babilonia, déjalo: mira, toda la tierra está delante de ti; ve á donde mejor y más cómodo te pareciere ir.
40:5
Y aun no se había él vuelto, cuando le dijo: Vuélvete á Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Saphán, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo: ó ve á donde te pareciere más cómodo de ir. Y dióle el capitán de la guardia presentes y dones, y despidióle.
40:6
Fuése entonces Jeremías á Gedalías hijo de Ahicam, á Mizpa, y moró con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.
40:7
Y como oyeron todos los príncipes del ejército que estaba por el campo, ellos y sus hombres, que el rey de Babilonia había puesto á Gedalías hijo de Ahicam sobre la tierra, y que le había encomendado los hombres, y las mujeres, y los niños, y los pobres de la tierra, que no fueron trasportados á Babilonia;
40:8
Vinieron luego á Gedalías en Mizpa, es á saber, Ismael hijo de Nethanías, y Johanán y Jonathán hijos de Carea, y Seraías hijo de Tanhumeth, y los hijos de Ephi Netophatita, y Jezanías hijo de Maachâti, ellos y su hombres.
40:9
Y juróles Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Saphán, á ellos y á sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir á los Caldeos: habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y tendréis bien.
40:10
Y he aquí que yo habito en Mizpa, para estar delante de los Caldeos que vendrán á nosotros; mas vosotros, coged el vino, y el pan, y el aceite, y ponedlo en vuestros almacenes, y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado.
40:11
Asimismo todos los Judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Ammón, y en Edom, y los que estaban en todas las tierras, cuando oyeron decir como el rey de Babilonia había dejado algunos en la Judea, y que había puesto sobre ellos á Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Saphán,
40:12
Todos estos Judíos tornaron entonces de todas las partes adonde habían sido echados, y vinieron á tierra de Judá, á Gedalías en Mizpa; y cogieron vino y muy muchos frutos.
40:13
Y Johanán, hijo de Carea, y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban en el campo, vinieron á Gedalías en Mizpa,
40:14
Y dijéronle: ¿No sabes de cierto como Baalis, rey de los hijos de Ammón, ha enviado á Ismael hijo de Nethanías, para matarte? Mas Gedalías hijo de Ahicam no los creyó.
40:15
Entonces Johanán hijo de Carea habló á Gedalías en secreto, en Mizpa, diciendo: Yo iré ahora, y heriré á Ismael hijo de Nethanías, y hombre no lo sabrá: ¿por qué te ha de matar, y todos los Judíos que se han recogido á ti se derramarán, y perecerá el resto de Judá?
40:16
Pero Gedalías hijo de Ahicam dijo á Johanán hijo de Carea: No hagas esto, porque falso es lo que tú dices de Ismael.


Jer 40:1 Palabra dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, luego que Nebuzaradán, jefe de la guardia, le dejó libre en Ramá, cuando le tomó aparte, estando él esposado con todos los deportados de Jerusalén y Judá que iban camino de Babilonia.
Jer 40:2 En efecto, el jefe de la guardia tomó aparte a Jeremías y le dijo: «Tu Dios Yahveh había predicho esta desgracia a este lugar,
Jer 40:3 y lo ha cumplido. Yahveh ha hecho conforme había predicho. Y esto os ha sucedido porque pecasteis contra Yahveh y no oísteis su voz.
Jer 40:4 Ahora bien, desde hoy te suelto las esposas de tus muñecas. Si te parece bien venirte conmigo a Babilonia, vente, y yo miraré por ti. Pero si te parece mal venirte conmigo a Babilonia, déjalo. Mira, tienes toda la tierra por delante; adonde mejor y más cómodo te parezca ir, vete.»
Jer 40:5 Aún no había dado media vuelta cuando le dijo: «Vuelve adonde Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha encargado de las ciudades de Judá, y quédate a vivir con él entre esta gente. En suma, vete adonde mejor te acomode.» Luego el jefe de la guardia le proporcionó algunos víveres y ayuda de costa y le despidió.
Jer 40:6 Jeremías, por su parte, vino al lado de Godolías, hijo de Ajicam, a Mispá, y se quedó a vivir con él entre la población que había quedado en el país.
Jer 40:7 Todos los jefes de guerrilleros, así como sus hombres, oyeron cómo el rey de Babilonia había encargado del país a Godolías, hijo de Ajicam, y cómo le había encargado de los hombres, mujeres, niños y de aquella gente baja de la tierra, que no habían sido deportados a Babilonia,
Jer 40:8 y fueron donde Godolías, a Mispá, Ismael, hijo de Netanías, Yojanán y Jonatán, hijo de Caréaj, Seraías, hijo de Tanjumet, los hijos de Efay el netofita y Yaazanías de Maaká en compañía de sus hombres.
Jer 40:9 Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, les hizo un juramento a ellos y a sus hombres: «No temáis ser siervos de los caldeos. Quedaos en el país y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.
Jer 40:10 Por mi parte, aquí me tenéis establecido en Mispá, para responder a los caldeos que vengan a nosotros; y vosotros cosechad vino, mieses y aceite, metedlo en vuestras vasijas, y vivid en las ciudades que hayáis recuperado.»
Jer 40:11 También todos los judíos que había en Moab, entre los ammonitas, y en Edom, y los que había en todos los demás países oyeron que había dejado el rey de Babilonia un resto a Judá y que había encargado de él a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán.
Jer 40:12 Todos estos judíos regresaron de los distintos lugares adonde se habían refugiado y venidos al país de Judá, junto a Godolías, a Mispá, cosecharon vino y mieses en gran abundancia.
Jer 40:13 Entonces Yojanán, hijo de Caréaj, y todos sus jefes de guerrilleros vinieron adonde Godolías a Mispá
Jer 40:14 y le dijeron: «¿Sabes que Baalís, rey de los ammonitas, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías, para asesinarte?» Godolías, hijo de Ajicam, no les dio crédito.
Jer 40:15 Entonces Yojanán, hijo de Caréaj, dijo a Godolías secretamente en Mispá: «Ea, iré yo y asestaré el golpe a Ismael, hijo de Netanías, sin que nadie lo sepa. ¿Por qué tiene que asesinarte él a ti, lo que supondría la desbandada de todo Judá, apiñado en torno tuyo, y la pérdida del resto de Judá?»
Jer 40:16 Godolías, hijo de Ajicam, replicó a Yojanán, hijo de Caréaj: «No hagas eso, porque es falso lo que dices de Ismael.»

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Capítulo 41

41:1
Y ACONTECIÓ en el mes séptimo, que vino Ismael hijo de Nethanías, hijo de Elisama, de la simiente real, y algunos príncipes del rey, y diez hombres con él, á Gedalías hijo de Ahicam en Mizpa; y comieron pan juntos allí en Mizpa.
41:2
Y levantóse Ismael hijo de Nethanías, y los diez hombres que con él estaban, é hirieron á cuchillo á Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Saphán, matando así á aquel á quien el rey de Babilonia había puesto sobre la tierra.
41:3
Asimismo hirió Ismael á todos los Judíos que estaban con él, con Gedalías en Mizpa, y á los soldados Caldeos que allí se hallaron.
41:4
Sucedió además, un día después que mató á Gedalías, cuando nadie lo sabía aún,
41:5
Que venían unos hombres de Sichêm y de Silo y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba, y rotas las ropas, y arañados y traían en sus manos ofrenda y perfume para llevar á la casa de el Altísimo.
41:6
Y de Mizpa salióles al encuentro, llorando, Ismael hijo de Nethanías: y aconteció que como los encontró, díjoles: Venid á Gedalías, hijo de Ahicam.
41:7
Y fue que cuando llegaron al medio de la ciudad, Ismael hijo de Nethanías los degolló, y echólos en medio de un aljibe, él y los hombres que con él estaban.
41:8
Mas entre aquellos fueron hallados diez hombres que dijeron á Ismael: No nos mates; porque tenemos en el campo tesoros de trigos, y cebadas, y aceite, y miel. Y dejólos, y no los mató entre sus hermanos.
41:9
Y el aljibe en que echó Ismael todos los cuerpos de los hombres que hirió por causa de Gedalías, era el mismo que había hecho el rey Asa por causa de Baasa, rey de Israel: llenólo de muertos Ismael, hijo de Nethanías.
41:10
Después llevó Ismael cautivo á todo el resto del pueblo que estaba en Mizpa; á las hijas del rey, y á todo el pueblo que en Mizpa había quedado, el cual había Nabuzaradán capitán de la guardia encargado á Gedalías hijo de Ahicam. Llevólos pues cautivos Ismael hijo de Nethanías, y se fué para pasarse á los hijos de Ammón.
41:11
Y oyó Johanán hijo de Carea, y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban con él, todo el mal que había hecho Ismael, hijo de Nethanías.
41:12
Entonces tomaron todos los hombres, y fueron á pelear con Ismael hijo de Nethanías, y halláronlo junto á Aguas-muchas, que es en Gabaón.
41:13
Y aconteció que como todo el pueblo que estaba con Ismael vió á Johanán hijo de Carea, y á todos los príncipes de la gente de guerra que estaban con él, se alegraron.
41:14
Y todo el pueblo que Ismael había traído cautivo de Mizpa, tornáronse, y volvieron, y fuéronse á Johanán hijo de Carea.
41:15
Mas Ismael hijo de Nethanías se escapó delante de Johanán con ocho hombres, y se fué á los hijos de Ammón.
41:16
Y Johanán hijo de Carea, y todos los príncipes de la gente de guerra que con él estaban, tomaron todo el resto del pueblo que habían recobrado de Ismael hijo de Nethanías, de Mizpa, después que hirió á Gedalías hijo de Ahicam: hombres de guerra, y mujeres, y niños, y los eunucos que Johanán había hecho tornar de Gabaón;
41:17
Y fueron y habitaron en Geruth-chimham, que es cerca de Bethlehem, á fin de partir y meterse en Egipto,
41:18
Por causa de los Caldeos: porque temían de ellos, por haber herido Ismael hijo de Nethanías á Gedalías hijo de Ahicam, al cual el rey de Babilonia había puesto sobre la tierra.


Jer 41:1 Pues bien, el mes séptimo, Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisamá, de linaje real, se dirigió en compañía de algunos grandes del rey y diez hombres a Godolías, hijo de Ajicam, a Mispá, y allí en Mispá comieron juntos.
Jer 41:2 Se levantó Ismael, hijo de Netanías, y los diez que estaban con él, y acuchillaron a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, y dieron muerte a aquel a quien el rey de Babilonia había encargado del país.
Jer 41:3 También mató Ismael a todos los judíos que estaban con él, con Godolías, en Mispá y a los guerreros caldeos que se hallaban allí.
Jer 41:4 Era al día siguiente del asesinato de Godolías, y nadie lo sabía.
Jer 41:5 Unos hombres venían de Siquem de Silo y de Samaría, ochenta entre todos, la barba raída, harapientos y arañados, portadores de oblaciones e incienso que traían a la Casa de Yahveh.
Jer 41:6 Salió Ismael, hijo de Netanías, a su encuentro desde Mispá. Iba llorando mientras caminaba, y llegando junto a ellos, les dijo: «Venid adonde Godolías, hijo de Ajicam.»
Jer 41:7 Y así que hubieron entrado dentro de la ciudad, Ismael, hijo de Netanías, los degolló con la ayuda de sus hombres, y los echó dentro de una cisterna.
Jer 41:8 Entre aquellos hombres hubo diez que dijeron a Ismael: «No nos mates, que en el campo tenemos escondites de trigo, cebada, aceite y miel.» Y no les mató como a sus hermanos.
Jer 41:9 La cisterna adonde echó Ismael todos los cadáveres de los hombres que mató, era la cisterna grande. Es la que hizo el rey Asá para prevenirse contra Basá, rey de Israel; Ismael, hijo de Netanías, la llenó de asesinados.
Jer 41:10 Luego Ismael hizo prisioneros a todo el resto del pueblo que quedaba en Mispá, a las hijas del rey y a todo el pueblo que quedaba en Mispá, que Nebuzaradán, jefe de la guardia, había encomendado a Godolías, hijo de Ajicam; y de madrugada se fue Ismael, hijo de Netanías, a pasarse a los ammonitas.
Jer 41:11 Oyó Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las fuerzas que le acompañaban, todos los crímenes que había hecho Ismael, hijo de Netanías.
Jer 41:12 Tomando a todos sus hombres fueron a luchar con Ismael, hijo de Netanías, al que encontraron junto a la gran alberca, que está en Gabaón.
Jer 41:13 Apenas toda la gente que esta con Ismael vio a Yojanán, hijo de Caréaj, y a todos los jefes de las fuerzas que le acompañaban, se llenaron de gozo,
Jer 41:14 y dando media vuelta toda aquella gente que Ismael llevaba prisionera de Mispá, regresaron al lado de Yojanán, hijo de Caréaj,
Jer 41:15 en tanto que Ismael, hijo de Netanías, se escapaba de Yojanán con ocho hombres, rumbo a los ammonitas.
Jer 41:16 Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las fuerzas que le acompañaban recogieron de Mispá a todo el resto de la gente que Ismael, hijo de Netanías, había hecho prisionera después que hubo matado a Godolías, hijo de Ajicam - hombres, gente de guerra, mujeres, niños y eunucos -, a los cuales hizo volver de Gabaón.
Jer 41:17 Ellos se fueron y se instalaron en el Refugio de Kimham, que está al lado de Belén, para seguir luego hasta Egipto
Jer 41:18 huyendo de los caldeos, pues les temían por haber matado Ismael, hijo de Netanías, a Godolías, hijo de Ajicam, a quien el rey de Babilonia había encargado del país.

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Capítulo 42

42:1
Y LLEGÁRONSE todos los oficiales de la gente de guerra, y Johanán hijo de Carea, y Jezanías hijo de Osaía, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,
42:2
Y dijeron á Jeremías profeta: Caiga ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros á el Altísimo tu Dios, por todo este resto, (pues hemos quedado unos pocos de muchos, como nos ven tus ojos,)
42:3
Para que el Altísimo tu Dios nos enseñe camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer.
42:4
Y Jeremías profeta les dijo: Ya he oído. He aquí que voy á orar á el Altísimo vuestro Dios, como habéis dicho; y será que todo lo que el Altísimo os respondiere, os enseñaré: no os reservaré palabra.
42:5
Y ellos dijeron á Jeremías: el Altísimo sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hiciéremos conforme á todo aquello para lo cual el Altísimo tu Dios te enviare á nosotros.
42:6
Ora sea bueno, ora malo, á la voz de el Altísimo nuestro Dios, al cual te enviamos, obedeceremos; para que, obedeciendo á la voz de el Altísimo nuestro Dios, tengamos bien.
42:7
Y aconteció que al cabo de diez días fué palabra de el Altísimo á Jeremías.
42:8
Y llamó á Johanán hijo de Carea, y á todos los oficiales de la gente de guerra que con él estaban, y á todo el pueblo desde el menor hasta el mayor;
42:9
Y díjoles: Así ha dicho el Altísimo Dios de Israel, al cual me enviasteis para que hiciese caer vuestros ruegos en su presencia:
42:10
Si os quedareis quietos en esta tierra, os edificaré, y no os destruiré; os plantaré, y no os arrancaré: porque arrepentido estoy del mal que os he hecho.
42:11
No temáis de la presencia del rey de Babilonia, del cual tenéis temor; no temáis de su presencia, ha dicho el Altísimo, porque con vosotros estoy yo para salvaros y libraros de su mano:
42:12
Y os daré misericordias, y tendrá misericordia de vosotros, y os hará tornar á vuestra tierra.
42:13
Mas si dijereis: No moraremos en esta tierra, no obedeciendo así á la voz de el Altísimo vuestro Dios,
42:14
Y diciendo: No, antes nos entraremos en tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni tendremos hambre de pan, y allá moraremos:
42:15
Ahora por eso, oid la palabra de el Altísimo, reliquias de Judá: Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Si vosotros volviereis vuestros rostros para entrar en Egipto, y entrareis para peregrinar allá,
42:16
Será que el cuchillo que teméis, os alcanzará allí en tierra de Egipto, y el hambre de que tenéis temor, allá en Egipto se os pegará; y allí moriréis.
42:17
Será pues, que todos los hombres que tornaren sus rostros para entrarse en Egipto, para peregrinar allí, morirán á cuchillo, de hambre, y de pestilencia: no habrá de ellos quien quede vivo, ni quien escape delante del mal que traeré yo sobre ellos.
42:18
Porque así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Como se derramó mi enojo y mi ira sobre los moradores de Jerusalem, así se derramará mi ira sobre vosotros, cuando entrareis en Egipto; y seréis por juramento y por espanto, y por maldición y por afrenta; y no veréis más este lugar.
42:19
el Altísimo habló sobre vosotros, oh reliquias de Judá: No entréis en Egipto: sabed por cierto que os aviso hoy.
42:20
¿Por qué hicisteis errar vuestras almas? porque vosotros me enviasteis á el Altísimo vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros á el Altísimo nuestro Dios; y conforme á todas las cosas que el Altísimo nuestro Dios dijere, háznoslo saber así, y lo pondremos por obra.
42:21
Y os lo he denunciado hoy, y no habéis obedecido á la voz de el Altísimo vuestro Dios, ni á todas las cosas por las cuales me envió á vosotros.
42:22
Ahora pues sabed de cierto que á cuchillo, y de hambre y pestilencia, moriréis en el lugar donde deseasteis entrar para peregrinar allí.


Jer 42:1 Entonces se llegaron todos los jefes de las fuerzas, así como Yojanán, hijo de Caréaj, Azarías, hijo de Hosaías y el pueblo en masa, del chico al grande,
Jer 42:2 y dijeron al profeta Jeremías: «Caiga bien nuestra demanda de favor ante ti, y ruega a tu Dios Yahveh por nosotros, por todo este resto, pues hemos quedado pocos de muchos que éramos, como tus ojos están viendo,
Jer 42:3 y que nos indique tu Dios Yahveh el camino por donde hemos de ir y lo que hemos de hacer.»
Jer 42:4 Díceles el profeta Jeremías: «De acuerdo: ahora mismo me pongo a rogar a vuestro Dios Yahveh como decís, y sea cual fuere la respuesta de Yahveh para vosotros, yo os la declararé sin ocultaros palabra.»
Jer 42:5 Y ellos dijeron a Jeremías: «Séanos Yahveh testigo veraz y leal, si no obramos conforme a cualquier mensaje que tu Dios Yahveh te envía para nosotros.
Jer 42:6 Sea grata o sea ingrata, nosotros oiremos la voz de nuestro Dios Yahveh a quien te enviamos, por cuanto que bien nos va cuando oímos la voz de nuestro Dios Yahveh.»
Jer 42:7 Pues bien, al cabo de diez días fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías.
Jer 42:8 Este llamó a Yojanán, hijo de Caréaj, a todos los jefes de las fuerzas que había con él y al pueblo todo, del chico al grande,
Jer 42:9 y les dijo: «Así dice Yahveh, el Dios de Israel, a quien me habéis enviado en demanda de su favor:
Jer 42:10 Si os quedáis a vivir en esta tierra, yo os edificaré y no os destruiré, os plantaré y no os arrancaré, porque me pesa del mal que os he hecho.
Jer 42:11 No temáis al rey de Babilonia, que tanto os asusta: no temáis nada de él - oráculo de Yahveh - que con vosotros estoy yo para salvaros y libraros de su mano.
Jer 42:12 Haré que se os tenga compasión y él os la tendrá y os devolverá a vuestro suelo.
Jer 42:13 Pero si decís vosotros: "No nos quedamos en este país", desoyendo así la voz de vuestro Dios Yahveh,
Jer 42:14 diciendo: "No, sino que al país de Egipto iremos, donde no veamos guerra, ni oigamos toque de cuerno, ni tengamos hambre de pan, y allí nos quedaremos";
Jer 42:15 ¡pues bien! en ese caso, oíd la palabra de Yahveh, oh resto de Judá. Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Si vosotros enderezáis rumbo a Egipto, y entráis como refugiados allí,
Jer 42:16 entonces la espada que teméis os alcanzará allí en Egipto, y el hambre que receláis, allá os irá pisando los talones; y allí, en Egipto mismo, moriréis.
Jer 42:17 Así sucederá que todos los que enderecen rumbo a Egipto como refugiados morirán por la espada, por el hambre y por la peste, y no les quedará superviviente ni evadido del daño que yo traiga sobre ellos.
Jer 42:18 Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Como se vertió mi ira y mi cólera sobre los habitantes de Jerusalén, así se verterá mi cólera contra vosotros como entréis en Egipto, y seréis tema de imprecación y asombro, de maldición y oprobio, y no veréis más este lugar.
Jer 42:19 Ha dicho Yahveh respecto a vosotros, resto de Judá: "No entréis en Egipto." Podéis estar seguros que os lo he avisado hoy,
Jer 42:20 que os estáis engañando a vosotros mismos, pues que vosotros me habéis enviado a vuestro Dios Yahveh diciendo: "Ruega por nosotros a nuestro Dios Yahveh, y cuanto diga nuestro Dios Yahveh nos lo declaras, que lo haremos."
Jer 42:21 Yo os lo he declarado hoy, pero no hacéis caso de vuestro Dios Yahveh en nada de cuanto me ha enviado a deciros.
Jer 42:22 Ahora, pues, podéis estar seguros de que por la espada, el hambre y la peste moriréis en aquel lugar adonde deseáis refugiaros.»

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Capítulo 43

43:1
Y ACONTECIÓ que como Jeremías acabó de hablar á todo el pueblo todas las palabras de el Altísimo Dios de ellos, todas estas palabras por las cuales el Altísimo Dios de ellos le había enviado á ellos mismos,
43:2
Dijo Azarías hijo de Osaías, y Johanán hijo de Carea, y todos los varones soberbios dijeron á Jeremías: Mentira dices; no te ha enviado el Altísimo nuestro Dios para decir: No entréis en Egipto á peregrinar allí.
43:3
Sino que Baruch hijo de Nerías te incita contra nosotros, para entregarnos en mano de los Caldeos, para matarnos y para hacernos trasportar á Babilonia.
43:4
No obedeció pues Johanán hijo de Carea, y todos los oficiales de la gente de guerra, y todo el pueblo, á la voz de el Altísimo para quedarse en tierra de Judá;
43:5
Antes tomó Johanán hijo de Carea, y todos los oficiales de la gente de guerra, á todo el resto de Judá, que de todas las gentes adonde habían sido echados habían vuelto para morar en tierra de Judá:
43:6
A hombres, y mujeres, y niños, y á las hijas del rey, y á toda alma que había dejado Nabuzaradán capitán de la guardia con Gedalías hijo de Ahicam hijo de Saphán, y á Jeremías profeta, y á Baruch hijo de Nerías;
43:7
Y entraron en tierra de Egipto; porque no obedecieron á la voz de el Altísimo: y llegaron hasta Taphnes.
43:8
Y fué palabra de el Altísimo á Jeremías en Taphnes, diciendo:
43:9
Toma con tu mano piedras grandes, y cúbrelas de barro en un horno de ladrillos que está á la puerta de la casa de Faraón en Taphnes, á vista de hombres Judíos;
43:10
Y diles: Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo envío, y tomaré á Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y tenderá su dosel sobre ellas.
43:11
Y vendrá, y herirá la tierra de Egipto: los que á muerte, á muerte, y los que á cautiverio, á cautiverio, y los que á cuchillo, á cuchillo.
43:12
Y pondré fuego á las casas de los dioses de Egipto; y las quemará, y á ellos llevará cautivos; y él se vestirá la tierra de Egipto, como el pastor se viste su capa, y saldrá de allá en paz.
43:13
Además, quebrará las estatuas de Beth-semes, que es en tierra de Egipto, y las casas de los dioses de Egipto quemará á fuego.


Jer 43:1 Ahora bien, así que hubo acabado Jeremías de transmitir a todo el pueblo el recado de Yahveh su Dios, que Yahveh le había dado para ellos,
Jer 43:2 dijo Azarías, hijo de Hosaías, y también Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los hombres insolentes se pusieron a decir a Jeremías: «Estás mintiendo. No te ha encargado nuestro Dios Yahveh decir: "No vayáis a Egipto como refugiados allí"».
Jer 43:3 Sino que Baruc, hijo de Neriyías, te azuza contra nosotros con objeto de ponernos en manos de los caldeos para que nos hagan morir y nos deporten a Babilonia.
Jer 43:4 Además, ni Yojanán, hijo de Caréaj, ni ninguno de los jefes de las tropas, ni nadie del pueblo escuchó la voz de Yahveh que mandaba quedarse en tierra de Judá;
Jer 43:5 antes bien, Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las tropas tomaron consigo a todo el resto de Judá, los que habían regresado, para habitar en tierra de Judá, de todas las naciones adonde habían sido rechazados:
Jer 43:6 a hombres, mujeres, niños, a las hijas del rey y a toda persona que Nebuzaradán, jefe de la guardia, había dejado en paz con Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, y también al profeta Jeremías y a Baruc, hijo de Neriyías,
Jer 43:7 y entrando en la tierra de Egipto, - pues desoyeron la voz de Yahveh -, se adentraron hasta Tafnis.
Jer 43:8 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en Tafnis como sigue:
Jer 43:9 Toma en tus manos piedras grandes, y las hundes en el cemento de la terraza que hay a la entrada del palacio de Faraón en Tafnis, a vista de los judíos,
Jer 43:10 y les dices: Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que yo mando en busca de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y pondrá su sede por encima de estas piedras que he enterrado, y desplegaré su pabellón sobre ellas.
Jer 43:11 Vendrá y herirá a Egipto, quien sea para la muerte, a la muerte; quien para el cautiverio, al cautiverio; quien para la espada, a la espada;
Jer 43:12 y prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto, los incendiará, y a los dioses les hará cautivos. Despiojará a Egipto como despioja un pastor su zalea, y saldrá de allí victorioso.
Jer 43:13 Romperá los cipos de Bet Semes que hay en Egipto, y los templos de los dioses egipcios abrasará.

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Capítulo 44

44:1
PALABRA que fué á Jeremías acerca de todos los Judíos que moraban en la tierra de Egipto, que moraban en Migdol, y en Taphnes, y en Noph, y en tierra de Pathros, diciendo:
44:2
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalem y sobre todas las ciudades de Judá: y he aquí que ellas están el día de hoy asoladas, y ni hay en ellas morador;
44:3
A causa de la maldad de ellos que cometieron para hacerme enojar, yendo á ofrecer sahumerios, honrando dioses ajenos que ellos no habían conocido, vosotros, ni vuestros padres.
44:4
Y envié á vosotros á todos mis siervos los profetas, madrugando y enviándolos, diciendo: No hagáis ahora esta cosa abominable que yo aborrezco.
44:5
Mas no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para no ofrecer sahumerios á dioses ajenos.
44:6
Derramóse por tanto mi saña y mi furor, y encendióse en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem, y tornáronse en soledad y en destrucción, como hoy.
44:7
Ahora pues, así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vuestras almas, para ser talados varón y mujer, niño y mamante, de en medio de Judá, sin que os quede residuo alguno;
44:8
Haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo sahumerios á dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para morar, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio á todas las gentes de la tierra?
44:9
¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, y de las maldades de los reyes de Judá, y de las maldades de sus mujeres, y de vuestras maldades, y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en tierra de Judá y en las calles de Jerusalem?
44:10
No se han morigerado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley, ni en mis estatutos que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.
44:11
Por tanto, así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo pongo mi rostro en vosotros para mal, y para destruir á todo Judá.
44:12
Y tomaré el resto de Judá que pusieron sus rostros para entrar en tierra de Egipto para morar allí, y en tierra de Egipto serán todos consumidos, caerán á cuchillo, serán consumidos de hambre, á cuchillo y hambre morirán desde el más pequeño hasta el mayor; y serán por juramento, y por espanto, y por maldición, y por oprobio.
44:13
Pues visitaré á los que moran en tierra de Egipto, como visité á Jerusalem, con cuchillo, y con hambre, y con pestilencia.
44:14
Y del resto de Judá que entraron en tierra de Egipto para morar allí, no habrá quien escape, ni quien quede vivo, para volver á la tierra de Judá, por la cual suspiran ellos por volver para habitar allí: porque no volverán sino los que escaparen.
44:15
Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido sahumerios á dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Pathros, respondieron á Jeremías, diciendo:
44:16
La palabra que nos has hablado en nombre de el Altísimo, no oímos de ti:
44:17
Antes pondremos ciertamente por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer sahumerios á la reina del cielo, y derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalem, y fuimos hartos de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno.
44:18
Mas desde que cesamos de ofrecer sahumerios á la reina del cielo, y de derramarle libaciones, nos falta todo, y á cuchillo y á hambre somos consumidos.
44:19
Y cuando ofrecimos sahumerios á la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿hicímosle nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin nuestros maridos?
44:20
Y habló Jeremías á todo el pueblo, á los hombres y á las mujeres, y á todo el vulgo que le había respondido esto, diciendo:
44:21
¿No se ha acordado el Altísimo, y no ha venido á su memoria el sahumerio que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las plazas de Jerusalem, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes, y el pueblo de la tierra?
44:22
Y no pudo sufrir más el Altísimo á causa de la maldad de vuestras obras, á causa de las abominaciones que habíais hecho: por tanto vuestra tierra fué en asolamiento, y en espanto, y en maldición, hasta no quedar morador, como hoy.
44:23
Porque ofrecisteis sahumerios, y pecasteis contra el Altísimo, y no obedecisteis á la voz de el Altísimo, ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos, ni en sus testimonios: por tanto ha venido sobre vosotros este mal, como hoy.
44:24
Y dijo Jeremías á todo el pueblo, y á todas las mujeres: Oid palabra de el Altísimo, todos los de Judá que estáis en tierra de Egipto:
44:25
Así ha hablado el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras mujeres proferisteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer sahumerios á la reina del cielo y de derramarle libaciones: confirmáis á la verdad vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra.
44:26
Por tanto, oid palabra de el Altísimo, todo Judá que habitáis en tierra de Egipto: He aquí he jurado por mi grande nombre, dice el Altísimo, que mi nombre no será más invocado en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre Judío, diciendo: Vive el Señor el Altísimo.
44:27
He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en tierra de Egipto, serán consumidos á cuchillo y de hambre, hasta que perezcan del todo.
44:28
Y los que escaparen del cuchillo, volverán de tierra de Egipto á tierra de Judá, pocos hombres; sabrán pues todas las reliquias de Judá, que han entrado en Egipto á morar allí la palabra de quién ha de permanecer, si la mía, ó la suya.
44:29
Y esto tendréis por señal, dice el Altísimo, de que en este lugar os visito, para que sepáis que de cierto permanecerán mis palabras para mal sobre vosotros.
44:30
Así ha dicho el Altísimo: He aquí que yo entrego á Farón Hophra rey de Egipto en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su alma, como entregué á Sedechîas rey de Judá en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, su enemigo, y que buscaba su alma.


Jer 44:1 Palabra que fue dirigida a Jeremías con destino a todos los judíos establecidos en territorio egipcio en Migdol, Tafnis, Nof, y en territorio de Patrós.
Jer 44:2 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Vosotros habéis visto la calamidad que he acarreado a Jerusalén y a todas las ciudades de Judá, y ahí las tenéis arruinadas hoy en día, sin que haya en ellas habitante,
Jer 44:3 en vista de la maldad que hicieron para irritarme, yendo a incensar y servir a otros dioses desconocidos de ellos, de vosotros y de vuestros padres.
Jer 44:4 Yo me afané por enviaros a todos mis siervos, los profetas, a deciros: «Ea, no hagáis esta abominación que detesto.»
Jer 44:5 Mas no oyeron ni aplicaron el oído para convertirse de su malicia y dejar de incensar a otros dioses.
Jer 44:6 Derramóse mi cólera y mi ira y ardió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que fueron reducidas a ruinas desoladas, como lo están hoy día.
Jer 44:7 Ahora, pues, así dice Yahveh, el Dios Sebaot, el Dios de Israel: ¿Por qué os hacéis tanto daño a vosotros mismos, hasta borraros a hombre y mujer, niño y lactante de en medio de Judá sin que os quede resto,
Jer 44:8 irritándome con las hechuras de vuestras manos, quemando incienso a otros dioses en Egipto, adonde habéis venido como refugiados, como queriendo acabar de borraros a vosotros mismos y acabar en tema de maldición y oprobio en todas las naciones de la tierra?
Jer 44:9 ¿Si será que habéis olvidado las maldades de vuestros padres y las de los reyes de Judá y de sus caudillos, y las propias vuestras y las de vuestras mujeres; maldades que hacían en tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?
Jer 44:10 No se han compungido hasta la fecha, ni han temido ni andado en la Ley y los preceptos que propuse a vosotros y a vuestros padres.
Jer 44:11 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mirad que yo me fijo en vosotros para mal, y para raer a todo Judá.
Jer 44:12 Echaré mano al resto de Judá - los que enderezaron rumbo a Egipto, para entrar allí como refugiados - y serán acabados todos ellos en Egipto, y caerán por la espada, por el hambre serán acabados. Del chico al grande por la espada y por el hambre morirán, y serán tema de imprecación y asombro, de maldición y oprobio.
Jer 44:13 Visitaré a los que viven en Egipto, lo mismo que visité a Jerusalén: con la espada, el hambre y la peste,
Jer 44:14 y del resto de Judá, que, como refugiados vinieron acá a Egipto, no quedará evadido ni superviviente para volver a tierra de Judá, adonde se prometen volver para quedarse allí, porque ya no volverán más que algunos huidos.
Jer 44:15 Respondieron a Jeremías todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incienso a otros dioses, y todas las mujeres presentes - una gran concurrencia - y todo el pueblo establecido en territorio egipcio, en Patrós:
Jer 44:16 «En eso que nos has dicho en nombre de Yahveh, no te hacemos caso,
Jer 44:17 sino que cumpliremos precisamente cuanto tenemos prometido, que es quemar incienso a la Reina de los Cielos y hacerle libaciones, como venimos haciendo nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros jefes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que nos hartábamos de pan, éramos felices y ningún mal nos sucedía.
Jer 44:18 En cambio, desde que dejamos de quemar incienso a la Reina de los Cielos y de hacerle libaciones, carecemos de todo, y por la espada y el hambre somos acabados.»
Jer 44:19 «Pues y cuando nosotras quemábamos incienso a la Reina de los Cielos y nos dedicábamos a hacerle libaciones, ¿ acaso sin contar con nuestros maridos le hacíamos pasteles con su efigie derramando libaciones?»
Jer 44:20 Jeremías dijo a todo el pueblo, a hombres, a mujeres y a todos sus interlocutores:
Jer 44:21 «¿No es aquel incienso que ofrecíais en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y jefes y el pueblo de la tierra lo que ha recordado Yahveh y le ha venido a las mientes?
Jer 44:22 ¿Y no pudiendo Yahveh aguantar más el espectáculo de vuestras malas acciones, de las abominaciones que habíais hecho, ha venido a ser la tierra vuestra una ruina, tema de pasmo y maldición y sin habitantes - como lo es hoy día -;
Jer 44:23 y porque ofrecisteis incienso y pecasteis contra Yahveh y desoísteis la voz de Yahveh, y no os condujisteis según su Ley, sus preceptos y sus estatutos, pronunció contra vosotros esta calamidad, como sucede hoy día?»
Jer 44:24 Y dijo Jeremías a todo el pueblo y a todas las mujeres: «Oíd la palabra de Yahveh - todo Judá, los que vivís en Egipto -.
Jer 44:25 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos cumplisteis lo dicho: "Sin falta realizaremos los votos que hicimos de quemar incienso a la Reina de los Cielos y de hacerle libaciones." Mantened, pues, vosotras vuestros votos y realizad vuestros votos sin falta.
Jer 44:26 Empero, oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que vivís en Egipto. Mirad que yo he jurado por mi gran Nombre - dice Yahveh - que no será más mi Nombre pronunciado por boca de ninguno de Judá que diga: "¡Por vida del Señor Yahveh!" en toda la tierra de Egipto.
Jer 44:27 Mirad que yo estoy alerta sobre ellos para mal, no para bien, y serán consumidos todos los de Judá que están en Egipto, por la espada y el hambre hasta su acabamiento,
Jer 44:28 sólo unos pocos, escapados de la espada, volverán de Egipto a Judá y sabrá todo el resto de Judá, los que han venido a Egipto como refugiados aquí, qué palabra se mantendrá: si la mía o la suya.
Jer 44:29 Y esto será para vosotros señal - oráculo de Yahveh - de que os visito yo en este lugar, de suerte que sepáis que han de mantenerse sin falta mis palabras para desgracia vuestra.
Jer 44:30 Así dice Yahveh: Mirad que yo entrego al Faraón Jofrá, rey de Egipto, en manos de sus enemigos y de los que buscan su muerte, como entregué a Sedecías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo, que buscaba su muerte.»

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Capítulo 45

45:1
PALABRA que habló Jeremías profeta á Baruch hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de boca de Jeremías, el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:
45:2
Así ha dicho el Altísimo Dios de Israel, á ti, oh Baruch:
45:3
Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora! porque me ha añadido el Altísimo tristeza sobre mi dolor; trabajé en mi gemido, y no he hallado descanso.
45:4
Así le has de decir: Así ha dicho el Altísimo: He aquí que yo destruyo los que edifiqué, y arranco los que planté, y toda esta tierra.
45:5
¿Y tú buscas para ti grandezas? No busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho el Altísimo, y á ti te daré tu vida por despojo en todos los lugares adonde fueres.


Jer 45:1 Palabra que dijo el profeta Jeremías a Baruc, hijo de Neriyías, cuando éste copiaba estas palabras en un libro al dictado de Jeremías, en el año cuarto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá.
Jer 45:2 Así dice Yahveh, el Dios de Israel, respecto a ti, oh Baruc:
Jer 45:3 Tú dijiste: «¡Ay de mí, que añade Yahveh congoja a mi sufrimiento! Me he agotado en mi jadeo, pero sosiego no hallé.»
Jer 45:4 Así le dirás: Esto dice Yahveh: Mira que lo que edifiqué, yo lo derribo, y aquello que planté, yo lo arranco, esto por toda la tierra.
Jer 45:5 ¡Y tú andas buscándote grandezas! No las busques porque mira que yo traigo desgracia sobre toda carne - oráculo de Yahveh - pero a ti te daré la vida salva por botín a donde quiera que vayas.

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Capítulo 46

46:1
PALABRA de el Altísimo que fué á Jeremías profeta, contra las gentes.
46:2
En orden á Egipto: contra el ejército de Faraón Nechâo rey de Egipto, que estaba cerca del río Eufrates en Carchêmis, al cual hirió Nabucodonosor rey de Babilonia el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá.
46:3
Aparejad escudo y pavés, y venid á la guerra.
46:4
Uncid caballos, y subid, vosotros los caballeros, y poneos con capacetes; limpiad las lanzas, vestíos de lorigas.
46:5
¿Por qué los vi medrosos, tornando atrás? y sus valientes fueron deshechos, y huyeron á más huir sin volver á mirar atrás: miedo de todas partes, dice el Altísimo.
46:6
No huya el ligero, ni el valiente escape; al aquilón junto á la ribera del Eufrates tropezaron y cayeron.
46:7
¿Quién es éste que como río sube, y cuyas aguas se mueven como ríos?
46:8
Egipto como río se hincha, y las aguas se mueven como ríos, y dijo: Subiré, cubriré la tierra, destruiré la ciudad y los que en ella moran.
46:9
Subid, caballos, y alborotaos, carros; y salgan los valientes: los de Cus y los de Phut que toman escudo, y los de Lut que toman y entesan arco.
46:10
Mas ese día será á el Altísimo Dios de los ejércitos día de venganza, para vengarse de sus enemigos: y la espada devorará y se hartará, y se embriagará de la sangre de ellos: porque matanza será á el Altísimo, Dios de los ejércitos, en tierra del aquilón junto al río Eufrates.
46:11
Sube á Galaad, y toma bálsamo, virgen hija de Egipto: por demás multiplicarás medicinas; no hay cura para ti.
46:12
Las gentes oyeron tu afrenta, y tu clamor hinchió la tierra: porque fuerte se encontró con fuerte, y cayeron ambos juntos.
46:13
Palabra que habló el Altísimo á Jeremías profeta acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto:
46:14
Denunciad en Egipto, y haced saber en Migdol: haced saber también en Noph y en Taphnes; decid: Para, y apercíbete; porque espada ha de devorar tu comarca.
46:15
¿Por qué ha sido derribado tu fuerte? no se pudo tener, porque el Altísimo lo rempujó.
46:16
Multiplicó los caídos, y cada uno cayó sobre su compañero, y dijeron: Levántate y volvámonos á nuestro pueblo, y á la tierra de nuestro nacimiento, de delante de la espada vencedora.
46:17
Allí gritaron: Faraón rey de Egipto, rey de revuelta: dejó pasar el tiempo señalado.
46:18
Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es el Altísimo de los ejércitos, que como Tabor entre los montes, y como Carmelo en la mar, así vendrá.
46:19
Hazte vasos de transmigración, moradora hija de Egipto; porque Noph será por yermo, y será asolada hasta no quedar morador.
46:20
Becerra hermosa Egipto; mas viene destrucción, del aquilón viene.
46:21
Sus soldados también en medio de ella como engordados becerros: que también ellos se volvieron huyeron todos sin pararse: porque vino sobre ellos el día de su quebrantamiento, el tiempo de su visitación.
46:22
Su voz saldrá como de serpiente; porque con ejército vendrán, y con hachas vienen á ella como cortadores de leña.
46:23
Cortaron su bosque, dice el Altísimo, porque no podrán ser contados; porque serán más que langostas, ni tendrán número.
46:24
Avergonzóse la hija de Egipto; entregada será en mano del pueblo del aquilón.
46:25
el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel, ha dicho: He aquí que yo visito el pueblo de Amón de No, y á Faraón y á Egipto, y á sus dioses y á sus reyes; así á Faraón como á los que en él confían.
46:26
Y entregarélos en mano de los que buscan su alma, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de sus siervos: mas después será habitada como en los días pasados, dice el Altísimo.
46:27
Y tú no temas, siervo mío Jacob, y no desmayes, Israel; porque he aquí que yo te salvo de lejos, y á tu simiente de la tierra de su cautividad. Y volverá Jacob, y descansará y será prosperado, y no habrá quien lo espante.
46:28
Tú, siervo mío Jacob, no temas, dice el Altísimo; porque yo soy contigo: porque haré consumación en todas las gentes á las cuales te habré echado; mas en ti no haré consumación, sino que te castigaré con juicio, y no te talaré del todo.




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Capítulo 47

47:1
PALABRA de el Altísimo que fué á Jeremías profeta acerca de los Palestinos, antes que Faraón hiriese á Gaza.
47:2
Así ha dicho el Altísimo: He aquí que suben aguas del aquilón, y tornaranse en torrente, é inundarán la tierra y su plenitud, ciudades y moradores de ellas; y los hombres clamarán, y aullará todo morador de la tierra.
47:3
Por el sonido de las uñas de sus fuertes, por el alboroto de sus carros, por el estruendo de sus ruedas, los padres no miraron á los hijos por la flaqueza de las manos;
47:4
A causa del día que viene para destrucción de todos los Palestinos, para talar á Tiro, y á Sidón, á todo ayudador que quedó vivo: porque el Altísimo destruirá á los Palestinos, al resto de la isla de Caphtor.
47:5
Sobre Gaza vino mesadura, Ascalón fué cortada, y el resto de su valle: ¿hasta cuándo te arañarás?
47:6
Oh espada de el Altísimo, ¿hasta cuándo no reposarás? Métete en tu vaina, reposa y sosiega.
47:7
¿Cómo reposarás? pues que el Altísimo lo ha enviado contra Ascalón, y á la ribera de la mar, allí lo puso.


Jer 47:1 Lo que fue dicho por Yahveh al profeta Jeremías sobre los filisteos, en vísperas de batir el Faraón a Gaza.
Jer 47:2 Así dice Yahveh: He aquí unas aguas que suben del norte y se hacen torrente inundante, y van a inundar la tierra y lo que la llena, la ciudad y los que moran en ella; y clamará la gente, y ululará todo morador de la tierra
Jer 47:3 al son del galopar de los caballos de sus adalides, al ruido de sus carros y al estrépito de sus ruedas. No se volverán padres a hijos, por el cansancio de sus brazos,
Jer 47:4 hasta que llegue el día de asolar a toda Filistea, y de raer a Tiro y a Sidón todo auxiliar fugado, porque va a asolar Yahveh a Filistea, residuo de la isla de Kaftor.
Jer 47:5 Llegó la rapadura a Gaza, muda ha quedado Ascalón; tú, el resto de su valle, ¿hasta cuándo te arañarás?
Jer 47:6 ¡Ay, espada de Yahveh! ¿Cómo va a estarse quieta? Recógete a tu vaina, date reposo y calla.
Jer 47:7 ¿Cómo va a estarse quieta, si Yahveh la mandó? En Ascalón y el litoral marítimo, allá la citó.

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Capítulo 48

48:1
ACERCA de Moab. Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: ¡Ay de Nebo! que fué destruída, fué avergonzada; Chîriathaim fué tomada; fué confusa Misgab, y desmayó.
48:2
No se alabará ya más Moab; contra Hesbón maquinaron mal, diciendo: Venid, y quitémosla de entre las gentes. También tú, Madmén, serás cortada, espada irá tras ti.
48:3
¡Voz de clamor de Horonaim, destrucción y gran quebrantamiento!
48:4
Moab fué quebrantada; hicieron que se oyese el clamor de sus pequeños.
48:5
Porque á la subida de Luhith con lloro subirá el que llora; porque á la bajada de Horonaim los enemigos oyeron clamor de quebranto.
48:6
Huid, salvad vuestra vida, y sed como retama en el desierto.
48:7
Pues por cuanto confiaste en tus haciendas, en tus tesoros, tú también serás tomada: y Chêmos saldrá en cautiverio, los sacerdotes y sus príncipes juntamente.
48:8
Y vendrá destruidor á cada una de las ciudades, y ninguna ciudad escapará: arruinaráse también el valle, y será destruída la campiña, como ha dicho el Altísimo.
48:9
Dad alas á Moab, para que volando se vaya; pues serán desiertas sus ciudades hasta no quedar en ellas morador.
48:10
Maldito el que hiciere engañosamente la obra de el Altísimo, y maldito el que detuviere su cuchillo de la sangre.
48:11
Quieto estuvo Moab desde su mocedad, y sobre sus heces ha estado él reposado, y no fué trasegado de vaso en vaso, ni nunca fué en cautiverio: por tanto quedó su sabor en él, y su olor no se ha trocado.
48:12
Por eso, he aquí que vienen días, ha dicho el Altísimo, en que yo le enviaré trasportadores que lo harán trasportar; y vaciarán sus vasos, y romperán sus odres.
48:13
Y avergonzaráse Moab de Chêmos, á la manera que la casa de Israel se avergonzó de Beth-el, su confianza.
48:14
¿Cómo diréis: Somos valientes, y robustos hombres para la guerra?
48:15
Destruído fué Moab, y sus ciudades asoló, y sus escogidos mancebos descendieron al degolladero, ha dicho el Rey, cuyo nombre es el Altísimo de los ejércitos.
48:16
Cercano está el quebrantamiento de Moab para venir, y su mal se apresura mucho.
48:17
Compadeceos de él todos los que estáis alrededor suyo; y todos los que sabéis su nombre, decid: ¿Cómo se quebró la vara de fortaleza, el báculo de hermosura?
48:18
Desciende de la gloria, siéntate en seco, moradora hija de Dibón; porque el destruidor de Moab subió contra ti, disipó tus fortalezas.
48:19
Párate en el camino, y mira, oh moradora de Aroer: pregunta á la que va huyendo, y á la que escapó; dile: ¿Qué ha acontecido?
48:20
Avergonzóse Moab, porque fué quebrantado: aullad y clamad: denunciad en Arnón que Moab es destruído.
48:21
Y que vino juicio sobre la tierra de la campiña; sobre Holón, y sobre Jahzah, y sobre Mephaath,
48:22
Y sobre Dibón, y sobre Nebo, y sobre Beth-diblathaim,
48:23
Y sobre Chîriathaim, y sobre Beth-gamul, y sobre Beth-meon,
48:24
Y sobre Chêrioth, y sobre Bosra, y sobre todas las ciudades de tierra de Moab, las de lejos y las de cerca.
48:25
Cortado es el cuerno de Moab, y su brazo quebrantado, dice el Altísimo.
48:26
Embriagadlo, porque contra el Altísimo se engrandeció; y revuélquese Moab sobre su vómito, y sea también él por escarnio.
48:27
¿Y no te fué á ti Israel por escarnio, como si lo tomaran entre ladrones? porque desde que de él hablaste, tú te has movido.
48:28
Desamparad las ciudades, y habitad en peñascos, oh moradores de Moab; y sed como la paloma que hace nido detrás de la boca de la caverna.
48:29
Oído hemos la soberbia de Moab, que es muy soberbio: su hinchazón y su orgullo, y su altivez y la altanería de su corazón.
48:30
Yo conozco, dice el Altísimo, su cólera; mas no tendrá efecto: sus mentiras no han de aprovechar le.
48:31
Por tanto yo aullaré sobre Moab, y sobre todo Moab haré clamor, y sobre los hombres de Kir-heres gemiré.
48:32
Con lloro de Jazer lloraré por ti, oh vid de Sibma: tus sarmientos pasaron la mar, llegaron hasta la mar de Jazer: sobre tu agosto y sobre tu vendimia vino destruidor.
48:33
Y será cortada la alegría y el regocijo de los campos labrados, y de la tierra de Moab: y haré cesar el vino de los lagares: no pisarán con canción; la canción no será canción.
48:34
El clamor, desde Hesbón hasta Eleale; hasta Jaaz dieron su voz: desde Zoar hasta Horonaim, becerra de tres años: porque también las aguas de Nimrin serán destruídas.
48:35
Y haré cesar de Moab, dice el Altísimo, quien sacrifique en altar, y quien ofrezca sahumerio á sus dioses.
48:36
Por tanto, mi corazón resonará como flautas por causa de Moab, asimismo resonará mi corazón á modo de flautas por los hombres de Kir-heres: porque perecieron las riquezas que había hecho.
48:37
Porque en toda cabeza habrá calva, y toda barba será raída; sobre todas manos rasguños, y sacos sobre todos los lomos.
48:38
Sobre todas las techumbres de Moab y en sus calles, todo él será llanto; porque yo quebranté á Moab como á vaso que no agrada, dice el Altísimo.
48:39
Aullad: ¡Cómo ha sido quebrantado! ¡cómo volvió la cerviz Moab, y fué avergonzado! Y fué Moab en escarnio y en espanto á todos los que están en sus alrededores.
48:40
Porque así ha dicho el Altísimo: He aquí que como águila volará, y extenderá sus alas á Moab.
48:41
Tomadas son las ciudades, y tomadas son las fortalezas; y será aquel día el corazón de los valientes de Moab como el corazón de mujer en angustias.
48:42
Y Moab será destruído para dejar de ser pueblo: porque se engrandeció contra el Altísimo.
48:43
Miedo y hoyo y lazo sobre ti, oh morador de Moab, dice el Altísimo.
48:44
El que huyere del miedo, caerá en el hoyo; y el que saliere del hoyo, será preso del lazo: porque yo traeré sobre él, sobre Moab, año de su visitación, dice el Altísimo.
48:45
A la sombra de Hesbón se pararon los que huían de la fuerza; mas salió fuego de Hesbón, y llama de en medio de Sihón, y quemó el rincón de Moab, y la mollera de los hijos revoltosos.
48:46
¡Ay de ti, Moab! pereció el pueblo de Chêmos: porque tus hijos fueron presos para cautividad, y tus hijas para cautiverio.
48:47
Empero haré tornar el cautiverio de Moab en lo postrero de los tiempos, dice el Altísimo. Hasta aquí es el juicio de Moab.


Jer 48:1 Sobre Moab. Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: ¡Ay de Nebo, porque ha sido saqueada! Está confusa, ha sido tomada Quiryatáyim. Está confusa la acrópolis y anonadada.
Jer 48:2 Ya no existe la prez de Moab. En Jesbón han planeado su ruina: «Vamos y borrémosla de entre las naciones.» También a ti, Madmén, se te hará callar. La espada te va a la zaga.
Jer 48:3 Gritos desde Joronáyim, devastación y quebranto grande.
Jer 48:4 Quebrantada fue Moab. Hácense oír los gritos de sus pequeños.
Jer 48:5 La cuesta de Lujit, llorando se la suben, y a la bajada de Joronáyim gritos desgarrados se oyen.
Jer 48:6 «Huid, poneos en salvo, haced como el onagro en el desierto.»
Jer 48:7 En réplica a tu confianza en tus obras y tus tesoros, también tú eres tomada, y sale Kemós desterrado, sus sacerdotes y jefes a una,
Jer 48:8 Viene el devastador a todas las ciudades, y ni una ciudad se salva. Y se pierde el valle, y es asolada la meseta: tal ha dicho Yahveh.
Jer 48:9 Dad alas, a Moab, porque ha de salir volando, y sus ciudades se volverán desolación sin nadie que las habite.
Jer 48:10 (Maldito quien haga el trabajo de Yahveh con dejadez, y maldito el que prive a sus espada de sangre).
Jer 48:11 Tranquilo estaba Moab desde su mocedad, y quieto se estaba en sus atalayas. Nunca fue trasegado, ni al destierro marchó. Por eso le duraba su gusto, y su sabor no se picó.
Jer 48:12 Empero, he aquí que días vienen, - oráculo de Yahveh - en que yo le he de enviar decantadores que lo decanten. Sus vasijas vaciarán, y sus odres reventarán.
Jer 48:13 Se avergonzará Moab de Kemós, como se avergonzó la casa de Israel de Betel, en el que confiaba.
Jer 48:14 ¿Cómo decís: «Valientes somos, y hombres fuertes para la guerra»?
Jer 48:15 Moab está devastado; han escalado sus ciudades, y la flor de sus mancebos bajaron a la matanza - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot.
Jer 48:16 El infortunio de Moab es inminente, y su calamidad se precipita.
Jer 48:17 Lloradle, todos sus vecinos y todos los que conocen su nombradía. Decid: «¿Cómo ha sido quebrantada la vara poderosa, el báculo precioso?»
Jer 48:18 Desciende del honor y siéntate en la tierra seca, población hija de Dibón, porque el devastador de Moab ha subido contra ti, ha destruido tus fortalezas.
Jer 48:19 En el camino párate y otea, población de Aroer; pregunta al fugitivo y al escapado; di: «¿Qué ha sucedido?»
Jer 48:20 Confuso está Moab porque fue destruido. Ululad y clamad. Anunciad en el Arnón que ha sido saqueado Moab.
Jer 48:21 Y la sentencia ha llegado a la meseta, a Jolón, a Yahsá y a Mefaat,
Jer 48:22 a Dibón, a Nebo y a Bet Diblatáyim,
Jer 48:23 a Quiryatáyim, a Bet Gamul y a Bet Maón,
Jer 48:24 a Queriyyot, a Bosrá y a todas las ciudades de la tierra de Moab, las lejanas y las cercanas.
Jer 48:25 «Se partió el cuerno de Moab y su brazo se rompió», - oráculo de Yahveh -.
Jer 48:26 Emborrachadle porque contra Yahveh se engrandeció. Moab se revolcará en su vómito, y quedará en ridículo él también.
Jer 48:27 Pues qué, ¿no te pareció a ti ridículo Israel? ¿o quizá entre ladrones fue sorprendido, que siempre que hablas de él meneas la cabeza?
Jer 48:28 «Dejad las ciudades y acomodaos en la peña, habitantes de Moab, sed como la paloma cuando anida en las paredes de las simas...»
Jer 48:29 Hemos oído la arrogancia de Moab: ¡es muy arrogante!, su orgullo, su arrogancia, su altanería y la soberbia de su corazón.
Jer 48:30 Conozco - oráculo de Yahveh - su presunción, y que sus bravatas no son como sus hechos.
Jer 48:31 Así que, por Moab ulularé y por Moab entero gritaré; por los hombres de Quir Jeres suspiraré:
Jer 48:32 Más que se lloró a Yazer lloraré por ti, ¡oh viña de Sibmá! Tus sarmientos pasaban la mar, hasta Yazer alcanzaban. Sobre tu cosecha y sobre tu vendimia el saqueador se abatió,
Jer 48:33 y fue quitada alegría y alborozo de Carmelo y del país de Moab, y el vino a los trujales he quitado, no se oye el grito alegre del pisador, ya no se oyen gritos.
Jer 48:34 De tanto gritar en Jesbón, hasta Elalé, hasta Yahas llegaron las voces desde Soar hasta Joronáyim, - Eglat Selisiyyá -, porque también las aguas de Nimrim se han trocado en aridez.
Jer 48:35 Quitaré a Moab - oráculo de Yahveh - de subirse al alto e incensar a sus dioses.
Jer 48:36 Por eso mi corazón por Moab como flauta resuena, porque cuanto habían guardado se perdió,
Jer 48:37 pues toda cabeza ha sido rapada y toda barba raída: en todas las manos arañazos y en todos los lomos saco,
Jer 48:38 en todos los terrados de Moab y por sus calles todo el mundo se lamentaba, porque he quebrantado a Moab como vaso de desecho - oráculo de Yahveh -.
Jer 48:39 ¡Cómo has sido destruida! ululad. ¡Cómo ha vuelto la espalda Moab con vergüenza, y ha venido a ser Moab la burla y el espanto de todos sus vecinos!
Jer 48:40 Porque así ha dicho Yahveh: (Ved cómo cual un águila se remonta y extiende sus alas sobre Moab.)
Jer 48:41 Tomadas fueron las plazas, y las fortalezas ocupadas. (Vendrá a ser el corazón de los valientes de Moab en aquel día como corazón de mujer en parto.)
Jer 48:42 Devastado está Moab que ya no es pueblo, porque contra Yahveh se engrandeció.
Jer 48:43 Pánico, hoya y trampa contra ti, morador de Moab, - oráculo de Yahveh.
Jer 48:44 El que huya del pánico, caerá en la hoya y el que suba de la hoya será preso en la trampa, porque voy a hacer que se llegue a ella, a Moab, el año de su castigo - oráculo de Yahveh -.
Jer 48:45 A la sombra de Jesbón se pararon sin fuerza los fugitivos, cuando fuego salió de Jesbón y llama de la casa de Sijón, y devoró las sienes de Moab y el cráneo de los hijos del ruido.
Jer 48:46 ¡Ay de ti Moab! Pereció el pueblo de Kemós, pues han sido tomados sus hijos en cautiverio y sus hijas en cautividad.
Jer 48:47 Pero yo haré volverse a los cautivos de Moab en días futuros - oráculo de Yahveh -. Hasta aquí la sentencia de Moab.

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Capítulo 49

49:1
DE los hijos de Ammón. Así ha dicho el Altísimo: ¿No tiene hijos Israel? ¿No tiene heredero? ¿Por qué tomó como por heredad el rey de ellos á Gad, y su pueblo habitó en sus ciudades?
49:2
Por tanto, he aquí vienen días, ha dicho el Altísimo, en que haré oir en Rabba de los hijos de Ammón clamor de guerra; y será puesta en montón de asolamiento, y sus ciudades serán puestas á fuego, é Israel tomará por heredad á los que los tomaron á ellos, ha dicho el Altísimo.
49:3
Aulla, oh Hesbón, porque destruída es Hai; clamad, hijas de Rabba, vestíos de sacos, endechad, y rodead por los vallados, porque el rey de ellos fué en cautiverio, sus sacerdotes y sus príncipes juntamente.
49:4
¿Por qué te glorías de los valles? Tu valle se deshizo, oh hija contumaz, la que confía en sus tesoros, la que dice: ¿Quién vendrá contra mí?
49:5
He aquí yo traigo sobre ti espanto, dice el Señor el Altísimo de los ejércitos, de todos tus alrededores; y seréis lanzados cada uno en derechura de su rostro, y no habrá quien recoja al errante.
49:6
Y después de esto haré tornar la cautividad de los hijos de Ammón, dice el Altísimo.
49:7
De Edom. Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: ¿No hay más sabiduría en Temán? ¿ha perecido el consejo en los sabios? ¿corrompióse su sabiduría?
49:8
Huid, volveos, escondeos en simas para estar, oh moradores de Dedán; porque el quebrantamiento de Esaú traeré sobre él, al tiempo que lo tengo de visitar.
49:9
Si vendimiadores vinieran contra ti, ¿no dejarán rebuscos? Si ladrones de noche, tomarán lo que hubieren menester.
49:10
Mas yo desnudaré á Esaú, descubriré sus escondrijos, y no podrá esconderse: será destruída su simiente, y sus hermanos, y sus vecinos; y no será.
49:11
Deja tus huérfanos, yo los criaré; y en mí se confiarán tus viudas.
49:12
Porque así ha dicho el Altísimo: He aquí que los que no estaban condenados á beber del cáliz, beberán ciertamente; ¿y serás tú absuelto del todo? No serás absuelto, sino que de cierto beberás.
49:13
Porque por mí he jurado, dice el Altísimo, que en asolamiento, en oprobio, en soledad, y en maldición, será Bosra; y todas su ciudades serán en asolamientos perpetuos.
49:14
La fama oí, que de el Altísimo había sido enviado mensajero á las gentes, diciendo: Juntaos, y venid contra ella, y levantaos á la batalla.
49:15
Porque he aquí que pequeño te he puesto entre las gentes, menospreciado entre los hombres.
49:16
Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón, tú que habitas en cavernas de peñas, que tienes la altura del monte: aunque alces como águila tu nido, de allí te haré descender, dice el Altísimo.
49:17
Y será Edom en asolamiento: todo aquel que pasare por ella se espantará, y silbará sobre todas sus plagas.
49:18
Como el trastornamiento de Sodoma y de Gomorra, y de sus ciudades vecinas, dice el Altísimo, no morará allí nadie, ni la habitará hijo de hombre.
49:19
He aquí que como león subirá de la hinchazón del Jordán contra la bella y robusta; porque muy pronto harélo correr de sobre ella, y al que fuere escogido la encargaré; porque ¿quién es semejante á mí? ¿y quién me emplazará? ¿y quién será aquel pastor que me podrá resistir?
49:20
Por tanto, oíd el consejo de el Altísimo, que ha acordado sobre Edom; y sus pensamientos, que ha resuelto sobre los moradores de Temán. Ciertamente los más pequeños del hato los arrastrarán, y destruirán sus moradas con ellos.
49:21
Del estruendo de la caída de ellos la tierra tembló, y el grito de su voz se oyó en el mar Bermejo.
49:22
He aquí que como águila subirá y volará, y extenderá sus alas sobre Bosra: y el corazón de los valientes de Edom será en aquel día como el corazón de mujer en angustias.
49:23
Acerca de Damasco. Confundióse Hamath, y Arphad, porque oyeron malas nuevas: derritiéronse en aguas de desmayo, no pueden sosegarse.
49:24
Desmayóse Damasco, volvióse para huir, y tomóle temblor: angustia y dolores le tomaron, como de mujer que está de parto.
49:25
¡Cómo dejaron á la ciudad de alabanza, ciudad de mi gozo!
49:26
Por tanto, sus mancebos caerán en sus plazas, y todos los hombres de guerra morirán en aquel día, ha dicho el Altísimo de los ejércitos.
49:27
Y haré encender fuego en el muro de Damasco, y consumirá las casas de Ben-hadad.
49:28
De Cedar y de los reinos de Hasor, los cuales hirió Nabucodonosor rey de Babilonia. Así ha dicho el Altísimo: Levantaos, subid contra Cedar, y destruid los hijos de oriente.
49:29
Sus tiendas y su ganados tomarán: sus cortinas, y todos sus vasos, y sus camellos, tomarán para sí; y llamarán contra ellos miedo alrededor.
49:30
Huid, trasponeos muy lejos, meteos en simas para estar, oh moradores de Hasor, dice el Altísimo; porque tomó consejo contra vosotros Nabucodonosor rey de Babilonia, y contra vosotros ha formado designio.
49:31
Levantaos, subid á gente pacífica, que vive confiadamente, dice el Altísimo, que ni tienen puertas ni cerrojos, que viven solitarios.
49:32
Y serán sus camellos por presa, y la multitud de sus ganados por despojo; y esparcirélos por todos vientos, echados hasta el postrer rincón; y de todos sus lados les traeré su ruina, dice el Altísimo.
49:33
Y Hasor será morada de chacales, soledad para siempre: ninguno morará allí, ni la habitará hijo de hombre.
49:34
Palabra de el Altísimo que fué á Jeremías profeta acerca de Elam, en el principio del reinado de Sedechîas rey de Judá, diciendo:
49:35
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: He aquí que yo quiebro el arco de Elam, principio de su fortaleza.
49:36
Y traeré sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo, y aventarélos á todos estos vientos; ni habrá gente adonde no vengan extranjeros de Elam.
49:37
Y haré que Elam se intimide delante de sus enemigos, y delante de los que buscan su alma; y traeré sobre ellos mal, y el furor de mi enojo, dice el Altísimo; y enviaré en pos de ellos espada hasta que los acabe.
49:38
Y pondré mi silla en Elam, y destruiré de allí rey y príncipe, dice el Altísimo.
49:39
Mas acontecerá en lo postrero de los días, que haré tornar la cautividad de Elam, dice el Altísimo.


Jer 49:1 A los ammonitas. Así dice Yahveh: ¿Hijos no tiene Israel? ¿o heredero no tiene? Entonces ¿por qué ha heredado Milkom a Gad, y su pueblo en las ciudades de éste habita?
Jer 49:2 Por eso, he aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que haré oír a Rabbá de los ammonitas el clamoreo del combate y ella parará el montículo de ruinas; y sus hijas serán abrasadas y heredará Israel a los que le heredaron - oráculo de Yahveh -.
Jer 49:3 Ulula, Jesbón, porque Ar ha sido devastada. Gritad, hijas de Rabbá, ceñíos de sayal, lamentaos y discurrid por las cercas. Porque Milkom al destierro va, sus sacerdotes y sus jefes a una.
Jer 49:4 ¿Por qué te jactas de tu Valle, criatura independiente, confiada en sus tesoros: «¿Quién llegará hasta mí?»
Jer 49:5 Mira que yo traigo sobre ti espanto - oráculo del Señor Yahveh Sebaot - por todos tus alrededores, y seréis ahuyentados cada uno por su lado y no habrá quien reúna a los errantes.
Jer 49:6 (Tras de lo cual haré volverse a los cautivos, de los ammonitas - oráculo de Yahveh -.)
Jer 49:7 A Edom. Así dice Yahveh Sebaot: ¿No queda ya sabiduría en Temán? ¿Pereció la prudencia de los entendidos, se evaporó su sabiduría?
Jer 49:8 Huid, dad media vuelta, buscad profunda morada, moradores de Dedán, porque el infortunio de Esaú he traído sobre él, la hora de su visita.
Jer 49:9 Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían rebuscos? Si ladrones por la noche, dañarían hasta donde les bastase.
Jer 49:10 Pues bien, yo he desnudado a Esaú, he descubierto sus secretos, estar oculto no puede. Ha sido aniquilado su linaje, sus hermanos y vecinos, y él mismo no aparece.
Jer 49:11 Deja a tus huérfanos, yo haré que vivan, y tus viudas en mí confiarán.
Jer 49:12 Pues así dice Yahveh: Conque los que no tienen por qué beber la copa la beben, ¿y tú precisamente vas a quedar impune? No quedarás impune, antes sin falta la beberás.
Jer 49:13 Porque por mí lo he jurado - oráculo de Yahveh - que en desolación se convertirá Bosrá, y todas sus ciudades se convertirán en ruinas eternas.
Jer 49:14 Una nueva he oído de parte de Yahveh, un mensajero entre las naciones enviado: «Juntaos y venid contra él y poneos en pie de guerra.»
Jer 49:15 Porque es cierto que pequeño te hice yo entre las naciones, despreciable entre los hombres.
Jer 49:16 El espanto que infundías te engañó, la soberbia de tu corazón, tú, el que habitas en las hendiduras de la roca, que ocupas lo alto de la cuesta. Aunque pongas en alto, como el águila, tu nido, de allí te haré bajar - oráculo de Yahveh -.
Jer 49:17 Edom parará en desolación: todo el que pase a su vera se asombrará y silbará al ver todas sus heridas.
Jer 49:18 Cual la catástrofe de Sodoma y Gomorra y sus vecinas - dice Yahveh - donde no vive nadie, ni reside en ellas ser humano.
Jer 49:19 Vedlo como león que sube del boscaje del Jordán hacia el pastizal perenne, cuando en un instante le haré salir huyendo de allí, para colocar allí a quien me plazca. Porque ¿quién como yo, y quién me emplazará, y quién es el pastor que aguante en mi presencia?
Jer 49:20 Así pues, oíd la decisión que Yahveh ha tomado sobre Edom y sus planes sobre los moradores de Temán. Juro que les han de llevar a rastras las crías de los rebaños, que asolarán sobre ellos sus pastizales.
Jer 49:21 Al son de su caída retumbó la tierra y el griterío hasta el mar de las Cañas se dejó oír.
Jer 49:22 Ved cómo cual un águila sube, se remonta y extiende sus alas sobre Bosrá; y vendrá a ser el corazón de los valientes de Edom en aquel día como corazón de mujer en parto.
Jer 49:23 A Damasco. Avergonzadas están Jamat y Arpad. Porque una noticia mala oyeron, su corazón tembló de espanto; como el mar que no se puede calmar.
Jer 49:24 Flaqueó Damasco, dio vuelta para huir y escalofríos la sobrecogieron: apuro y dolores la acometieron como a parturienta.
Jer 49:25 ¡Cómo! ¿No fue abandonada la ciudad celebrada, la villa de mi contento?
Jer 49:26 En verdad, caerán sus jóvenes escogidos en sus plazas, y todos los guerreros perecerán aquel día - oráculo de Yahveh Sebaot -.
Jer 49:27 Prenderé fuego a la muralla de Damasco, y consumirá los alcázares de Ben Hadad.
Jer 49:28 A Quedar y a los reinos de Jasor, que batió Nabucodonosor, rey de Babilonia. Así dice Yahveh: Alzaos, subid a Quedar y saquead a los hijos de oriente.
Jer 49:29 Sus tiendas y rebaños serán tomados; sus toldos y todo su ajuar y sus camellos les serán arrebatados, y a ellos se les llamará «Terror por doquier».
Jer 49:30 Huid, emigrad muy lejos, buscad profunda morada, moradores de Jasor - oráculo de Yahveh - porque ha tomado contra vosotros Nabucodonosor, rey de Babilonia, una decisión, y ha trazado un plan contra vosotros.
Jer 49:31 Alzaos, subid contra la nación pacífica que vive confiada - oráculo de Yahveh -. Ni puertas ni cerrojos tiene. En aislamiento viven.
Jer 49:32 Y serán sus camellos objeto del pillaje y el tropel de sus ganados para botín, y esparciré a todo viento a los que se afeitan las sienes, y de todos sus aledaños traeré su infortunio - oráculo de Yahveh -.
Jer 49:33 Y vendrá a ser Jasor guarida de chacales, desolación sempiterna, donde no se asienta nadie y en la que no reside ser humano.
Jer 49:34 Lo que fue dicho por Yahveh al profeta Jeremías tocante a Elam en el principio del reinado de Sedecías, rey de Judá.
Jer 49:35 Así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo rompo el arco de Elam, primicia de su fuerza
Jer 49:36 y voy a traer sobre Elam los cuatro vientos desde los cuatro cabos de los cielos, y a ellos les esparciré a todos estos vientos, y no habrá nación a donde no lleguen los arrojados de Elam.
Jer 49:37 Haré desmayar a Elam ante sus enemigos y ante los que buscan su muerte y traeré sobre ellos cosa mala, el ardor de mi ira - oráculo de Yahveh - y soltaré tras ellos la espada hasta acabarlos.
Jer 49:38 Pondré mi trono en Elam y haré desaparecer de allí a rey y jefes - oráculo de Yahveh -.
Jer 49:39 Luego, en días futuros, haré volver a los cautivos de Elam - oráculo de Yahveh -.

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Capítulo 50

50:1
PALABRA que habló el Altísimo contra Babilonia, contra la tierra de los Caldeos, por mano de Jeremías profeta.
50:2
Denunciad en las gentes, y haced saber; levantad también bandera: publicad, y no encubráis: decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodach; confundidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos.
50:3
Porque subió contra ella gente del aquilón, la cual pondrá su tierra en asolamiento, y no habrá ni hombre ni animal que en ella more: moviéronse, se fueron.
50:4
En aquellos días y en aquel tiempo, dice el Altísimo, vendrán los hijos de Israel, ellos y los hijos de Judá juntamente; é irán andando y llorando, y buscarán á el Altísimo su Dios.
50:5
Preguntarán por el camino de Sión, hacia donde volverán sus rostros, diciendo: Venid, y juntaos á el Altísimo con pacto eterno, que jamás se ponga en olvido.
50:6
Ovejas perdidas fueron mi pueblo: sus pastores las hicieron errar, por los montes las descarriaron: anduvieron de monte en collado, olvidáronse de sus majadas.
50:7
Todos los que los hallaban, los comían; y decían sus enemigos: No pecaremos, porque ellos pecaron á el Altísimo morada de justicia, á el Altísimo, esperanza de sus padres.
50:8
Huid de en medio de Babilonia, y salid de la tierra de los Caldeos, y sed como los mansos delante del ganado.
50:9
Porque he aquí que yo suscito y hago subir contra Babilonia reunión de grandes pueblos de la tierra del aquilón; y desde allí se aparejarán contra ella, y será tomada: sus flechas como de valiente diestro, que no se tornará en vano.
50:10
Y la Caldea será para presa: todos los que la saquearen, saldrán hartos, dice el Altísimo.
50:11
Porque os alegrasteis, porque os gozasteis destruyendo mi heredad, porque os henchisteis como becerra de renuevos, y relinchasteis como caballos;
50:12
Vuestra madre se avergonzó mucho, afrentóse la que os engendró; he aquí será la postrera de las gentes: desierto, sequedad, y páramo.
50:13
Por la ira de el Altísimo no será habitada, sino que asolada será toda ella; todo hombre que pasare por Babilonia se asombrará, y silbará sobre todas sus plagas.
50:14
Apercibíos contra Babilonia alrededor, todos los que entesáis arco; tirad contra ella, no escatiméis las saetas: porque pecó contra el Altísimo.
50:15
Gritad contra ella en derredor; dió su mano; caído han sus fundamentos, derribados son sus muros; porque venganza es de el Altísimo. Tomad venganza de ella; haced con ella como ella hizo.
50:16
Talad de Babilonia sembrador, y el que tiene hoz en tiempo de la siega: delante de la espada opresora cada uno volverá el rostro hacia su pueblo, cada uno huirá hacia su tierra.
50:17
Ganado descarriado es Israel; leones lo amontonaron: el rey de Asiria lo devoró el primero; este Nabucodonosor rey de Babilonia lo deshuesó el postrero.
50:18
Por tanto, así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo visito al rey de Babilonia y á su tierra como visité al rey de Asiria.
50:19
Y volveré á traer á Israel á su morada, y pacerá en el Carmelo y en Basán; y en el monte de Ephraim y de Galaad se hartará su alma.
50:20
En aquellos días y en aquel tiempo, dice el Altísimo, la maldad de Israel será buscada, y no parecerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán: porque perdonaré á los que yo hubiere dejado.
50:21
Sube contra la tierra de Merathaim, contra ella, y contra los moradores de Pekod: destruye y mata en pos de ellos, dice el Altísimo, y haz conforme á todo lo que yo te he mandado.
50:22
Estruendo de guerra en la tierra, y quebrantamiento grande.
50:23
¡Cómo fué cortado y quebrado el martillo de toda la tierra! ¡cómo se tornó Babilonia en desierto entre las gentes!
50:24
Púsete lazos, y aun fuiste tomada, oh Babilonia, y tú no lo supiste: fuiste hallada, y aun presa, porque provocaste á el Altísimo.
50:25
Abrió el Altísimo tu tesoro, y sacó los vasos de su furor: porque esta es obra de el Altísimo, Dios de los ejércitos, en la tierra de los Caldeos.
50:26
Venid contra ella desde el cabo de la tierra: abrid sus almacenes: hacedla montones, y destruidla: no le queden reliquias.
50:27
Matad todos sus novillos; vayan al matadero: ¡ay de ellos! que venido es su día, el tiempo de su visitación.
50:28
Voz de los que huyen y escapan de la tierra de Babilonia, para dar las nuevas en Sión de la venganza de el Altísimo nuestro Dios, de la venganza de su templo.
50:29
Haced juntar sobre Babilonia flecheros, á todos los que entesan arco; asentad campo sobre ella alrededor; no escape de ella ninguno: pagadle según su obra; conforme á todo lo que ella hizo, haced con ella: porque contra el Altísimo se ensoberbeció, contra el Santo de Israel.
50:30
Por tanto sus mancebos caerán es sus plazas, y todos su hombres de guerra serán talados en aquel día, dice el Altísimo.
50:31
He aquí yo contra ti, oh soberbio, dice el Señor el Altísimo de los ejércitos: porque tu día es venido, el tiempo en que te visitaré.
50:32
Y el soberbio tropezará y caerá, y no tendrá quien lo levante: y encenderé fuego en sus ciudades, y quemaré todos sus alrededores.
50:33
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: Oprimidos fueron los hijos de Israel y los hijos de Judá juntamente: y todos los que los tomaron cautivos, se los retuvieron; no los quisieron soltar.
50:34
El redentor de ellos es el Fuerte; el Altísimo de los ejércitos es su nombre: de cierto abogará la causa de ellos, para hacer quietar la tierra, y turbar los moradores de Babilonia.
50:35
Cuchillo sobre los Caldeos, dice el Altísimo, y sobre los moradores de Babilonia, y sobre sus príncipes, y sobre sus sabios.
50:36
Cuchillo sobre los adivinos, y se atontarán; cuchillo sobre sus valientes, y serán quebrantados.
50:37
Cuchillo sobre sus caballos, y sobre sus carros, y sobre todo el vulgo que está en medio de ella, y serán como mujeres: cuchillo sobre sus tesoros, y serán saqueados.
50:38
Sequedad sobre sus aguas, y secaránse: porque tierra es de esculturas, y en ídolos enloquecen.
50:39
Por tanto, allí morarán bestias monteses con lobos, morarán también en ella pollos de avestruz: y no más será poblada para siempre, ni se habitará de generación en generación.
50:40
Como en el trastornamiento de Dios á Sodoma y á Gomorra y á sus ciudades vecinas, dice el Altísimo, no morará allí hombre, ni hijo de hombre la habitará.
50:41
He aquí viene un pueblo del aquilón; y una nación grande, y muchos reyes se levantarán de los lados de la tierra.
50:42
Arco y lanza manejarán; serán crueles, y no tendrán compasión; su voz sonará como la mar, y montarán sobre caballos: apercibirse han como hombre á la pelea, contra ti, oh hija de Babilonia.
50:43
Oyó su fama el rey de Babilonia, y sus manos se descoyuntaron: angustia le tomó, dolor como de mujer de parto.
50:44
He aquí que como león subirá de la hinchazón del Jordán á la morada fuerte: porque muy pronto le haré correr de sobre ella, y al que fuere escogido la encargaré: porque ¿quién es semejante á mí? ¿y quién me emplazará? ¿ó quién será aquel pastor que me podrá resistir?
50:45
Por tanto, oid el consejo de el Altísimo, que ha acordado sobre Babilonia, y sus pensamientos que ha formado sobre la tierra de los Caldeos: Ciertamente los más pequeños del hato los arrastrarán, y destruirán sus moradas con ellos.
50:46
Del grito de la toma de Babilonia la tierra tembló, y el clamor se oyó entre las gentes.


Jer 50:1 La palabra que habló Yahveh contra Babilonia, contra el país de los caldeos, por medio del profeta Jeremías.
Jer 50:2 Anunciadlo y hacedlo oír entre las gentes; levantad bandera; hacedlo oír; no lo calléis; decid: Ha sido tomada Babilonia, está confuso Bel, desmayó Marduk, están confusos sus ídolos, (desmayaron sus inmundicias).
Jer 50:3 Porque subió contra ella una gente del norte, que va a convertir su territorio en desolación, y no habrá en él habitante. Tanto personas como bestias emigraron, se fueron.
Jer 50:4 En aquellos días y en aquella sazón - oráculo de Yahveh - vendrán los hijos de Israel, (y los hijos de Judá junto con ellos), andando y llorando, en busca de Yahveh su Dios.
Jer 50:5 De Sión preguntaron por el camino, allá se dirigen: «Venid y aliémonos a Yahveh con pacto eterno, inolvidable.»
Jer 50:6 Ovejas perdidas era mi pueblo. Sus pastores las descarriaron, extraviándolas por los montes. De monte en collado andaban, olvidaron su aprisco.
Jer 50:7 Cualquiera que les topaba los devoraba, y sus contrarios decían: «No cometemos ningún delito, puesto que ellos pecaron contra Yahveh, ¡el pastizal de justicia y la esperanza de sus padres - Yahveh!»
Jer 50:8 Emigrad de Babilonia, y del país de los caldeos salid. Sed como los machos cabríos al frente del rebaño.
Jer 50:9 Porque mirad que yo hago que despierte y suba contra Babilonia una confederación de grandes naciones del norte, que se organizarán contra ella. Y por allí será tomada. Sus saetas, cual de valiente experto, no volverán de vacío.
Jer 50:10 Entonces será entregada Caldea al saqueo: todos los que la saqueen se hartarán, - oráculo de Yahveh.
Jer 50:11 Porque os alegrasteis, porque gozasteis, depredadores de mi heredad, porque dabais corcovos como novilla en dehesa, y relinchos como animales fuertes.
Jer 50:12 Vergonzosa está vuestra madre sobremanera, abochornada la que os dio a luz. Es ahora la última de las naciones: desierto, sequedad y paramera.
Jer 50:13 Por la cólera de Yahveh no será poblada, mas estará desolada toda ella. Todo el que pase a la vera de Babilonia quedará atónito, y silbará al ver todas sus heridas.
Jer 50:14 Ordenaos contra Babilonia en derredor, todos los que asestáis arco; tirad contra ella, no escatiméis las flechas pues ha pecado contra Yahveh.
Jer 50:15 Dad gritos contra ella en derredor. Ella tiende su mano. Fallaron sus cimientos, se derrumbaron sus muros. Era la venganza de Yahveh. Tomad venganza de ella: Tal cual hizo, haced con ella.
Jer 50:16 Suprimid de Babilonia al sembrador y al que maneja la hoz al tiempo de la siega. Ante la espada irresistible, cada uno enfilará hacia su pueblo, cada uno huirá a su tierra.
Jer 50:17 Rebaño disperso es Israel: leones lo ahuyentaron. El rey de Asiria lo devoró el primero, y Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo quebrantó después.
Jer 50:18 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que yo visito al rey de Babilonia y su territorio, lo mismo que visité al rey de Asiria.
Jer 50:19 Y devolveré a Israel a sus pastizal, y pacerá el Carmelo y el Basán, y en la montaña de Efraím y Galaad se saciará.
Jer 50:20 En aquellos días y en aquella sazón - oráculo de Yahveh -, se buscará la culpa de Israel y no la habrá, y el pecado de Judá y no se hallará, porque seré piadoso con el resto que yo deje.
Jer 50:21 «Sube a la tierra de Meratáyim, sube contra ella; y a los habitantes de Pecod pásalos a espada y dalos al anatema hasta el último - oráculo de Yahveh -: haz en todo según te lo he mandado.»
Jer 50:22 Ruido de guerra en el país y quebranto grande.
Jer 50:23 ¡Cómo se partió y fue quebrado el martillo de toda la tierra! ¡Cómo vino a ser pasmo Babilonia entre las naciones!
Jer 50:24 Te puse lazo y quedaste atrapada, Babilonia, sin darte cuenta; se dio contigo y fuiste capturada, porque contra Yahveh te sublevaste.
Jer 50:25 Abrió Yahveh su arsenal y sacó las armas de su ira. Era la tarea del Señor Yahveh Sebaot en tierra de caldeos.
Jer 50:26 «Venid a ella desde el confín, abrid sus almacenes. Haced con ellos montones y dadlos al anatema: no quede de ella reliquia.
Jer 50:27 Acuchillad todos sus bueyes, bajen a la degollina. ¡Ay de ellos, que llegó su día, la hora de su castigo!»
Jer 50:28 ¡Voces de huidos y escapados del país de Babilonia anunciando en Sión la venganza de Yahveh nuestro Dios, la venganza de su santuario!
Jer 50:29 Haced leva de flecheros contra Babilonia, todos los que asestáis arco acampad en torno suyo. Que no se escape nadie. Pagadle lo que vale su trabajo, Tal cual hizo, haced con ella, porque contra Yahveh se insolentó, contra el Santo de Israel.
Jer 50:30 En verdad, caerán sus mancebos escogidos en sus plazas, y todos sus guerreros perecerán aquel día - oráculo de Yahveh -.
Jer 50:31 Heme aquí contra ti, «Insolencia», - oráculo del Señor Yahveh Sebaot - porque ha llegado tu día, la hora en que yo te castigue.
Jer 50:32 Tropezará «Insolencia» y caerá, sin tener quien la levante. Prenderé fuego a sus ciudades, y devorará todos sus contornos.
Jer 50:33 Así dice Yahveh Sebaot: Oprimidos estaban los hijos de Israel y los hijos de Judá a una. Todos sus cautivadores los retenían, se negaban a soltarlos.
Jer 50:34 Su Redentor esforzado, Yahveh Sebaot se llama. El tomará la defensa de su causa hasta hacer temblar la tierra y estremecerse a los habitantes de Babilonia.
Jer 50:35 ¡Espada a los caldeos - oráculo de Yahveh - y a los habitantes de Babilonia, a sus jefes y a sus sabios!
Jer 50:36 Espada a sus adivinos, y quedarán por necios. Espada a sus valientes, y desmayarán.
Jer 50:37 Espada a sus caballos y a sus carros, a toda la mezcolanza de gentes que hay dentro de ella, y serán como mujeres. Espada a sus tesoros y serán saqueados.
Jer 50:38 ¡Sequía a sus aguas y se secarán; porque tierra de ídolos es aquélla, y por sus Espantos pierden la cabeza!
Jer 50:39 Por eso vivirán las hienas con los chacales y vivirán en ella las avestruces, y no será habitada nunca jamás ni será poblada por siglos y siglos.
Jer 50:40 Como en la catástrofe causada por Dios a Sodoma, Gomorra y sus vecinas - oráculo de Yahveh - donde no vive nadie, ni reside en ellas ser humano.
Jer 50:41 Mirad que un pueblo viene del norte, una gran nación, y muchos reyes se despiertan de los confines de la tierra.
Jer 50:42 Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como la mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo hombre para la guerra contra ti, hija de Babel.
Jer 50:43 Oyó el rey de Babilonia nuevas de ellos y flaquean sus manos. Angustia le asaltó, dolor como de parturienta.
Jer 50:44 Vedlo como león que sube del boscaje del Jordán hacia el pastizal perenne, cuando en un instante le haré salir huyendo de allí, para colocar allí a quien me plazca. Porque ¿quién como yo, y quién me emplazará, y quién es el pastor que aguante en mi presencia?
Jer 50:45 Así pues, oíd la decisión que Yahveh ha tomado sobre Babilonia y sus planes sobre el país de los caldeos. Juro que les han de llevar a rastras las crías de los rebaños, que asolarán sobre ellos sus pastizales.
Jer 50:46 Al son de la conquista de Babilonia retumbó la tierra, y el griterío de las naciones se dejó oír.

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Capítulo 51

51:1
ASÍ ha dicho el Altísimo: He aquí que yo levanto sobre Babilonia, y sobre sus moradores que se levantan contra mí, un viento destruidor.
51:2
Y enviaré á Babilonia aventadores que la avienten, y vaciarán su tierra; porque serán contra ella de todas partes en el día del mal.
51:3
Diré al flechero que entesa su arco, y al que se pone orgulloso con su loriga: No perdonéis á sus mancebos, destruid todo su ejército.
51:4
Y caerán muertos en la tierra de los Caldeos, y alanceados en sus calles.
51:5
Porque Israel y Judá no han enviudado de su Dios, el Altísimo de los ejércitos, aunque su tierra fué llena de pecado contra el Santo de Israel.
51:6
Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su alma, porque no perezcáis á causa de su maldad: porque el tiempo es de venganza de el Altísimo; darále su pago.
51:7
Vaso de oro fué Babilonia en la mano de el Altísimo, que embriaga toda la tierra: de su vino bebieron las gentes; aturdiéronse por tanto las naciones.
51:8
En un momento cayó Babilonia, y despedazóse: aullad sobre ella; tomad bálsamo para su dolor, quizá sanará.
51:9
Curamos á Babilonia, y no ha sanado: dejadla, y vámonos cada uno á su tierra; porque llegado ha hasta el cielo su juicio, y alzádose hasta las nubes.
51:10
el Altísimo sacó á luz nuestras justicias: venid, y contemos en Sión la obra de el Altísimo nuestro Dios.
51:11
Limpiad las saetas, embrazad los escudos: despertado ha el Altísimo el espíritu de los reyes de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla; porque venganza es de el Altísimo, venganza de su templo.
51:12
Levantad bandera sobre los muros de Babilonia, reforzad la guardia, poned centinelas, disponed celadas; porque deliberó el Altísimo, y aun pondrá en efecto lo que ha dicho sobre los moradores de Babilonia.
51:13
La que moras entre muchas aguas, rica en tesoros, venido ha tu fin, la medida de tu codicia.
51:14
el Altísimo de los ejércitos juró por su vida, diciendo: Yo te llenaré de hombres como de langostas, y levantarán contra ti gritería.
51:15
El es el que hizo la tierra con su fortaleza, el que afirmó el mundo con su sabiduría, y extendió los cielos con inteligencia;
51:16
El que da con su voz muchedumbre de aguas del cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; él hace relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus tesoros.
51:17
Todo hombre se ha infatuado y es sin ciencia: avergüénzase todo artífice de la escultura, porque mentira es su vaciadizo, que no tiene espíritu.
51:18
Vanidad son, obra de irrisiones; en el tiempo de su visitación perecerán.
51:19
No es como ellos la parte de Jacob: porque él es el Formador de todo; é Israel es la vara de su heredad: el Altísimo de los ejércitos es su nombre.
51:20
Martillo me sois, y armas de guerra; y por medio de ti quebrantaré gentes, y por medio de ti desharé reinos;
51:21
Y por tu medio quebrantaré caballos y sus cabalgadores, y por medio de ti quebrantaré carros y los que en ellos suben;
51:22
Asimismo por tu medio quebrantaré hombres y mujeres, y por medio de ti quebrantaré viejos y mozos, y por tu medio quebrantaré mancebos y vírgenes:
51:23
También quebrantaré por medio de ti al pastor y á su manada: quebrantaré por tu medio á labradores y sus yuntas; y duques y príncipes quebrantaré por medio de ti.
51:24
Y pagaré á Babilonia y á todos los moradores de Caldea, todo el mal de ellos que hicieron en Sión delante de vuestros ojos, dice el Altísimo.
51:25
He aquí yo contra ti, oh monte destruidor, dice el Altísimo, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano sobre ti, y te haré rodar de las peñas, y te tornaré monte quemado.
51:26
Y nadie tomará de ti piedra para esquina, ni piedra para cimiento; porque perpetuos asolamientos serás, ha dicho el Altísimo.
51:27
Alzad bandera en la tierra, tocad trompeta en las naciones, apercibid gentes contra ella; juntad contra ella los reinos de Ararat, de Minni, y de Aschênaz; señalad contra ella capitán, haced subir caballos como langostas erizadas.
51:28
Apercibid contra ella gentes; á reyes de Media, á sus capitanes, y á todos sus príncipes, y á toda la tierra de su señorío.
51:29
Y temblará la tierra, y afligiráse; porque confirmado es contra Babilonia todo el pensamiento de el Altísimo, para poner la tierra de Babilonia en soledad, y que no haya morador.
51:30
Los valientes de Babilonia dejaron de pelear, estuviéronse en sus fuertes: faltóles su fortaleza, tornáronse como mujeres: encendiéronse sus casas, quebráronse sus cerrojos.
51:31
Correo se encontrará con correo, mensajero se encontrará con mensajero, para noticiar al rey de Babilonia que su ciudad es tomada por todas partes:
51:32
Y los vados fueron tomados, y los carrizos fueron quemados á fuego, y consternáronse los hombres de guerra.
51:33
Porque así ha dicho el Altísimo de los ejércitos, Dios de Israel: La hija de Babilonia es como parva; tiempo es ya de trillarla: de aquí á poco le vendrá el tiempo de la siega.
51:34
Comióme, desmenuzóme Nabucodonosor rey de Babilonia; paróme como vaso vacío, tragóme como dragón, hinchió su vientre de mis delicadezas, y echóme.
51:35
Sobre Babilonia la violencia contra mí y mi carne, dirá la moradora de Sión; y mi sangre sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalem.
51:36
Por tanto, así ha dicho el Altísimo: He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza; y secaré su mar, y haré que quede seca su corriente.
51:37
Y será Babilonia para montones, morada de chacales, espanto y silbo, sin morador.
51:38
A una rugirán como leones; como cachorros de leones bramarán.
51:39
En su calor les pondré sus banquetes; y haréles que se embriaguen, para que se alegren, y duerman eterno sueño, y no despierten, dice el Altísimo.
51:40
Hacerlos he traer como corderos al matadero, como carneros con cabritos.
51:41
¡Cómo fué presa Sesach, y fué tomada la que era alabada por toda la tierra! ¡Cómo fué Babilonia por espanto entre las gentes!
51:42
Subió la mar sobre Babilonia; de la multitud de sus ondas fué cubierta.
51:43
Sus ciudades fueron asoladas, la tierra seca y desierta, tierra que no morará en ella nadie, ni pasará por ella hijo de hombre.
51:44
Y visitaré á Bel en Babilonia, y sacaré de su boca lo que ha tragado: y no vendrán más á él gentes; y el muro de Babilonia caerá.
51:45
Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida de la ira del furor de el Altísimo.
51:46
Y porque no desmaye vuestro corazón, y temáis á causa de la fama que se oirá por la tierra, en un año vendrá la fama, y después en otro año el rumor, y la violencia en la tierra, y el enseñoreador sobre el que enseñorea.
51:47
Por tanto, he aquí vienen días que yo visitaré las esculturas de Babilonia, y toda su tierra será avergonzada, y todos sus muertos caerán en medio de ella.
51:48
Y los cielos y la tierra, y todo lo que está en ellos, darán alabanzas sobre Babilonia: porque del aquilón vendrán sobre ella destruidores, dice el Altísimo.
51:49
Pues que Babilonia fué causa que cayesen muertos de Israel, también de Babilonia caerán muertos de toda la tierra.
51:50
Los que escapasteis del cuchillo, andad, no os detengais; acordaos por muchos días de el Altísimo, y acordaos de Jerusalem.
51:51
Estamos avergonzados, porque oímos la afrenta: confusión cubrió nuestros rostros, porque vinieron extranjeros contra los santuarios de la casa de el Altísimo.
51:52
Por tanto, he aquí vienen días, dice el Altísimo, que yo visitaré sus esculturas, y en toda su tierra gemirán los heridos.
51:53
Si subiese Babilonia al cielo, y si fortaleciere en lo alto su fuerza, de mí vendrán á ella destruidores, dice el Altísimo.
51:54
¡Sonido de grito de Babilonia, y quebrantamiento grande de la tierra de los Caldeos!
51:55
Porque el Altísimo destruye á Babilonia, y quitará de ella el mucho estruendo; y bramarán sus ondas, como muchas aguas será el sonido de la voz de ellos:
51:56
Porque vino destruidor contra ella, contra Babilonia, y sus valientes fueron presos, el arco de ellos fué quebrado: porque el Altísimo, Dios de retribuciones, dará la paga.
51:57
Y embriagaré sus príncipes y sus sabios, sus capitanes y sus nobles y sus fuertes; y dormirán sueño eterno y no despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es el Altísimo de los ejércitos.
51:58
Así ha dicho el Altísimo de los ejércitos: El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente, y sus altas puertas serán quemadas á fuego; y en vano trabajarán pueblos y gentes en el fuego, y se cansarán.
51:59
Palabra que envió Jeremías profeta á Seraías hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando iba con Sedechîas rey de Judá á Babilonia, el cuarto año de su reinado. Y era Seraías el principal camarero.
51:60
Escribió pues Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, todas las palabras que están escritas contra Babilonia.
51:61
Y dijo Jeremías á Seraías: Cuando llegares á Babilonia, y vieres y leyeres todas estas cosas,
51:62
Dirás: Oh el Altísimo, tú has dicho contra este lugar que lo habías de talar, hasta no quedar en él morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser asolado.
51:63
Y será que cuando acabares de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio del Eufrates:
51:64
Y dirás: Así será anegada Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella; y serán rendidos. Hasta aquí son las palabras de Jeremías.


Jer 51:1 Así dice Yahveh: Mirad que yo despierto contra Babilonia y los habitantes de Leb Camay un viento destructor.
Jer 51:2 Enviaré a Babilonia beldadores que la bielden y dejen vacío su territorio, porque se la acosará por todas partes el día aciago.
Jer 51:3 El arquero que no aseste su arco, ni se jacte de su cota. No tengáis piedad para sus jóvenes escogidos: dad al anatema todo su ejército.
Jer 51:4 Caerán heridos en tierra de Caldea, y traspasados en sus calles.
Jer 51:5 Pero no ha enviudado Israel ni Judá de su Dios, de Yahveh Sebaot. Sus tierras estaban llenas de delitos contra el Santo de Israel.
Jer 51:6 Huid del interior de Babilonia, (y salvad cada cual vuestra vida), no perezcáis por su culpa, pues es hora de venganza para Yahveh: le está pagando su merecido.
Jer 51:7 Copa de oro era Babilonia en la mano de Yahveh, que embriagaba toda la tierra. De su vino bebieron las naciones, lo que las hizo enloquecer.
Jer 51:8 De pronto cayó Babilonia y se rompió. Ululad por ella, tomad bálsamo para su sufrimiento, a ver si sana.
Jer 51:9 Hemos curado a Babilonia, pero no ha sanado, dejadla y vayamos, cada cual a su tierra, porque ha llegado a los cielos el juicio contra ella, se ha elevado hasta las nubes.
Jer 51:10 Yahveh hizo patente nuestra justicia; venid y cantemos en Sión las obras de Yahveh nuestro Dios.
Jer 51:11 Aguzad las saetas, llenad las aljabas. Ha despertado Yahveh el espíritu de los reyes de Media, porque sobre Babilonia está su designio de destruirla, porque esta será la venganza de Yahveh, la venganza de su santuario.
Jer 51:12 Sobre las murallas de Babilonia izad bandera, reforzad la guardia, apostad centinelas, preparad celadas; que también Yahveh ha tomado un acuerdo, también él va a cumplir lo que dijo sobre los habitantes de Babilonia.
Jer 51:13 Tú, la que estás instalada sobre ingentes aguas, la de ingentes tesoros, llegó tu fin, el término de tus ganancias.
Jer 51:14 Lo ha jurado Yahveh Sebaot por sí mismo: Yo he de colmarte de hombres como de langostas, y entonarán contra ti el cantar de los lagareros.
Jer 51:15 El es quien hizo la tierra con su poder, el que estableció el orbe con su saber, y con su inteligencia expandió los cielos.
Jer 51:16 Cuando da voces, hay estruendo de aguas en los cielos, y hace subir las nubes desde el extremo de la tierra. El hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.
Jer 51:17 Todo hombre es torpe para comprender, se avergüenza del ídolo todo platero, porque sus estatuas son una mentira y no hay espíritu en ellas.
Jer 51:18 Vanidad son, cosa ridícula; al tiempo de su visita perecerán.
Jer 51:19 No es así la «Parte de Jacob», pues él es el plasmador del universo, y aquel cuy heredero es Israel; Yahveh Sebaot es su nombre.
Jer 51:20 Un martillo eras tú para mí, un arma de guerra: contigo machaqué naciones, contigo destruí reinos,
Jer 51:21 contigo machaqué caballo y caballero, contigo machaqué el carro y a quien lo monta.
Jer 51:22 contigo machaqué a hombre y mujer, contigo machaqué al viejo y al muchacho, contigo machaqué al joven y a la doncella,
Jer 51:23 contigo machaqué al pastor y su hato, contigo machaqué al labrador y su yunta, contigo machaqué a gobernadores y magistrados.
Jer 51:24 Y haré que Babilonia y todos los habitantes de Caldea paguen por todo el daño que hicieron en Sión, delante de vuestros ojos - oráculo de Yahveh -.
Jer 51:25 Heme aquí en contra tuya, montaña destructora - oráculo de Yahveh -, destructora toda la tierra. Voy a echarte mano y a hacerte rodar desde las peñas, y a convertirte en montaña quemada.
Jer 51:26 No tomarán de ti piedra angular ni piedra de cimientos, porque desolación por siempre serás - oráculo de Yahveh -.
Jer 51:27 Alzad bandera en la tierra, tocad cuerno en las naciones. Haced leva santa contra ella en las naciones, citad contra ella a los reinos. de Ararat, Minní y Askenaz, estableced contra ella reclutador, haced que ataque la caballería cual langosta.
Jer 51:28 Haced leva santa contra ella en las naciones, los reyes de Media, sus gobernadores y todos sus magistrados y todo el país de su dominio.
Jer 51:29 Y retiembla la tierra, y da vueltas, por haberse cumplido contra Babilonia los planes de Yahveh, de convertir la tierra de Babel en desolación sin habitantes.
Jer 51:30 Cesaron de guerrear los valientes de Babilonia, se han quedado en las fortalezas. Agotóse su bravura, se volvieron mujeres; quemaron sus aposentos, se rompieron sus barras.
Jer 51:31 Correo al alcance de correo corre, e informador al alcance de informador, para informar al rey de Babilonia que ha sido tomada su ciudad de cabo a cabo,
Jer 51:32 y sus vados fueron ocupados y los cañaverales incendiados, y los guerreros se atemorizaron.
Jer 51:33 Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: La hija de Babel es como era al tiempo de apisonarla; un poco más, y le habrá llegado el tiempo de la siega.
Jer 51:34 Me comió, me arrebañ�� el rey de Babilonia, me dejó como cacharro vacío, me tragó como un dragón, llenó su vientre con mis buenos trozos, me expulsó.
Jer 51:35 «Mi atropello y mis sufrimientos sobre Babilonia», dirá la población de Sión; y «mi sangre sobre los habitantes de Caldea», dirá Jerusalén.
Jer 51:36 Por tanto, así dice Yahveh: Heme aquí, que defiendo tu causa y vengo tu venganza, y deseco el mar de el y dejo enjuto su hontanar,
Jer 51:37 y vendrá a ser Babilonia montón de piedras, guarida de chacales, tema de pasmo y rechifla, sin ningún habitante.
Jer 51:38 A una cual leones rugen, gruñen como cachorros de leonas.
Jer 51:39 En teniendo ellos calor les serviré su bebida y les embriagaré de modo que se alegren, y dormirán un sueño eterno y no se despertarán - oráculo de Yahveh -.
Jer 51:40 Les haré bajar como corderos al matadero, como carneros y machos cabríos.
Jer 51:41 ¡Cómo fue tomada Sesac, y ocupada la prez de toda la tierra! ¡Cómo vino a ser pasmo Babilonia entre las naciones!
Jer 51:42 Subió contra Babilonia el mar, por el tropel de sus olas quedó cubierta.
Jer 51:43 Vinieron a quedar sus ciudades devastadas, tierra reseca y yerma, no vive en ellas nadie, ni discurre por ellas ser humano.
Jer 51:44 Visitaré a Bel en Babilonia, y le sacaré su bocado de la boca, y no afluirán a él ya más las naciones. Hasta la muralla de Babilonia ha caído.
Jer 51:45 Salid de en medio de ella, pueblo mío, que cada cual salve su vida del ardor de la ira de Yahveh.
Jer 51:46 Y que no se marchite vuestro corazón y tengáis miedo por el rumor que se oirá en la tierra. Cierto correrá un año tal rumor, y luego al año siguiente, otro distinto: violencia en la tierra, y domeñador sobre domeñador.
Jer 51:47 Pues bien, mirad que vienen días en que visitaré a los ídolos de Babilonia, y todo su territorio se abochornará, y todos sus heridos caerán en medio de ella.
Jer 51:48 Y harán corro contra Babilonia cielos y tierra y todo cuanto hay en ellos, cuando del norte lleguen los devastadores - oráculo de Yahveh -.
Jer 51:49 También Babilonia caerá, oh heridos de Israel. También por Babilonia cayeron los heridos de toda la tierra.
Jer 51:50 Escapados de la espada, andad, no os paréis, recordad desde lejos a Yahveh, y que Jerusalén os venga en mientes.
Jer 51:51 - «Quedamos abochornados al oír tal afrenta; cubrió la vergüenza nuestros rostros. ¡Habían penetrado extranjeros hasta los santuarios de la Casa de Yahveh!»
Jer 51:52 - Pues bien, mirad que vienen días - oráculo de Yahveh - en que visitaré a sus ídolos, y en todo su territorio se quejarán los heridos.
Jer 51:53 Aunque suba Babilonia a los cielos y encastille en lo alto su poder, de mi parte llegarán saqueadores hasta ella - oráculo de Yahveh -.
Jer 51:54 Suenan gritos de socorro desde Babilonia, y un fragor desde Caldea.
Jer 51:55 Es que devasta Yahveh a Babilonia, apaga de ella el gran ruido, y mugen sus olas como las de alta mar, cuyo son es estruendoso.
Jer 51:56 Es que viene sobre ella, sobre Babilonia el devastador, van a ser apresados sus valientes, se han aflojado sus arcos. Porque Dios retribuidor es Yahveh: cierto pagará.
Jer 51:57 Yo embriagaré a sus jefes y a sus sabios, a sus gobernadores y a sus magistrados y a sus valientes, y dormirán un sueño eterno y no se despertarán - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot -.
Jer 51:58 Así dice Yahveh Sebaot: Aquella ancha muralla de Babilonia ha de ser socavada, y aquellas sus altas puertas con fuego han de ser quemadas, y se habrán fatigado pueblos para nada, y naciones para el fuego se habrán cansado.
Jer 51:59 Orden que dio el profeta Jeremías a Seraías, hijo de Neriyías, hijo de Majseías, al partir éste de junto a Sedecías, rey de Judá, para Babilonia el año cuarto de su reinado, siendo Seraías jefe de etapas.
Jer 51:60 Escribió, pues, Jeremías todo el mal que había de sobrevenir a Babilonia en un libro - todas estas palabras arriba escritas acerca de Babilonia -
Jer 51:61 y dijo Jeremías a Seraías: «En llegando tú a Babilonia, mira de leer en voz alta todas estas palabras,
Jer 51:62 y dirás: "Yahveh, tú has hablado respecto a este lugar, de destruirlo sin que haya en él habitante, ya sea persona o animal, sino que soledad por siempre será."
Jer 51:63 Luego, en acabando tú de leer en voz alta ese libro, atas a él una piedra y lo arroja al Eufrates,
Jer 51:64 y dices: "Así se hundirá Babilonia y no se recobrará del mal que yo mismo voy a traer sobre ella."» Hasta aquí las palabras de Jeremías.

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Capítulo 52

52:1
ERA Sedechîas de edad de veintiún años cuando comenzó á reinar, y reinó once años en Jerusalem. Su madre se llamaba Hamutal, hija de Jeremías, de Libna.
52:2
E hizo lo malo en los ojos de el Altísimo, conforme á todo lo que hizo Joacim.
52:3
Y á causa de la ira de el Altísimo contra Jerusalem y Judá, fué el llegar á echarlos de su presencia: y rebelóse Sedechîas contra el rey de Babilonia.
52:4
Aconteció por tanto á los nueve años de su reinado, en el mes décimo, á los diez días del mes, que vino Nabucodonosor rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalem, y contra ella asentaron campo, y de todas partes edificaron contra ella baluartes.
52:5
Y estuvo cercada la ciudad hasta el undécimo año del rey Sedechîas.
52:6
En el mes cuarto, á los nueve del mes, prevaleció el hambre en la ciudad, hasta no haber pan para el pueblo de la tierra.
52:7
Y fué entrada la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, y saliéronse de la ciudad de noche por el camino de postigo de entre los dos muros, que había cerca del jardín del rey, y fuéronse por el camino del desierto, estando aún los Caldeos junto á la ciudad alrededor.
52:8
Y el ejército de los Caldeos siguió al rey, y alcanzaron á Sedechîas en los llanos de Jericó; y esparcióse de él todo su ejército.
52:9
Entonces prendieron al rey, e hiciéronle venir al rey de Babilonia, á Ribla en tierra de Hamath, donde pronunció contra él sentencia.
52:10
Y degolló el rey de Babilonia á los hijos de Sedechîas delante de sus ojos, y también degolló á todos los príncipes de Judá en Ribla.
52:11
A Sedechîas empero sacó los ojos, y le aprisionó con grillos, é hízolo el rey de Babilonia llevar á Babilonia; y púsolo en la casa de la cárcel hasta el día en que murió.
52:12
Y en el mes quinto, á los diez del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino á Jerusalem Nabuzaradán, capitán de la guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia.
52:13
Y quemó la casa de el Altísimo, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalem; y abrasó con fuego todo grande edificio.
52:14
Y todo el ejército de los Caldeos, que venía con el capitán de la guardia, destruyó todos los muros de Jerusalem en derredor.
52:15
E hizo trasportar Nabuzaradán, capitán de la guardia, los pobres del pueblo, y toda la otra gente vulgar que en la ciudad habían quedado, y los fugitivos que se habían huído al rey de Babilonia, y todo el resto de la multitud vulgar.
52:16
Mas de los pobres del país dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para viñadores y labradores.
52:17
Y los Caldeos quebraron las columnas de bronce que estaban en la casa de el Altísimo, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de el Altísimo, y llevaron todo el metal á Babilonia.
52:18
Lleváronse también los calderos, y los badiles, y los salterios, y las bacías, y los cazos, y todos los vasos de metal con que se servían.
52:19
Y las copas, é incensarios, y tazones, y ollas, y candeleros, y escudillas, y tazas: lo que de oro de oro, y lo que de plata de plata, se llevó el capitán de la guardia.
52:20
Las dos columnas, un mar, y doce bueyes de bronce que estaban debajo de las basas, que había hecho el rey Salomón en la casa de el Altísimo: no se podía pesar el metal de todos estos vasos.
52:21
Cuanto á las columnas, la altura de la columna era de dieciocho codos, y un hilo de doce codos la rodeaba: y su grueso era de cuatro dedos, y hueca.
52:22
Y el capitel de bronce que había sobre ella, era de altura de cinco codos, con una red y granadas en el capitel alrededor, todo de bronce; y lo mismo era lo de la segunda columna con sus granadas.
52:23
Había noventa y seis granadas en cada orden: todas ellas eran ciento sobre la red alrededor.
52:24
Tomó también el capitán de la guardia á Seraías principal sacerdote, y á Sophonías segundo sacerdote, y tres guardas del atrio.
52:25
Y de la ciudad tomó un eunuco que era capitán sobre los hombres de guerra, y siete hombres de los continuos del rey, que se hallaron en al ciudad; y al principal secretario de la milicia, que revistaba el pueblo de la tierra para la guerra; y sesenta hombres del vulgo del país, que se hallaron dentro de la ciudad.
52:26
Tomólos pues Nabuzaradán, capitán de la guardia, y llevólos al rey de Babilonia á Ribla.
52:27
Y el rey de Babilonia los hirió, y los mató en Ribla en tierra de Hamath. Así fué Judá trasportado de su tierra.
52:28
Este es el pueblo que Nabucodonosor hizo trasportar: En el año séptimo, tres mil veintitrés Judíos:
52:29
En el año dieciocho hizo Nabudonosor, trasportar de Jerusalem ochocientas treinta y dos personas:
52:30
El año veintitrés de Nabucodonosor, trasportó Nabuzaradán capitán de la guardia, setecientas cuarenta y cinco personas de los Judíos: todas las personas fueron cuatro mil seiscientas.
52:31
Y acaeció que en el año treinta y siete de la cautividad de Joachîn rey de Judá, en el mes duodécimo, á los veinticinco del mes, Evil-merodach, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joachîn rey de Judá y sacólo de la casa de la cárcel;
52:32
Y habló con él amigablemente, é hizo poner su silla sobre las sillas de los reyes que estaban con él en Babilonia.
52:33
Hízole mudar también los vestidos de su prisión, y comía pan delante de él siempre todos los días de su vida.
52:34
Y continuamente se le daba ración por el rey de Babilonia, cada cosa en su día por todos los de su vida, hasta el día de su muerte.

  • Jer 52:1 Veintiún años tenía Sedecías cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén; el nombre de su madre era Jamital, hija de Jeremías, de Libná.
    Jer 52:2 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, enteramente como había hecho Yoyaquim.
    Jer 52:3 Esto sucedió a causa de la cólera de Yahveh contra Jerusalén y Judá, hasta que los arrojó de su presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia.
    Jer 52:4 En el año noveno de su reinado, en el mes décimo, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército, contra Jerusalén, acampó contra ella, y la cercaron con una empalizada.
    Jer 52:5 La ciudad estuvo sitiada hasta el año once del rey Sedecías.
    Jer 52:6 El mes cuarto, el nueve del mes, cuando arreció el hambre en la ciudad y no había pan para la gente del pueblo,
    Jer 52:7 se abrió una brecha en la ciudad y al verlo el rey y todos los guerreros, huyeron de la ciudad saliendo de noche, por el camino de la puerta que está entre los dos muros que dan al jardín del rey, mientras los caldeos estaban alrededor de la ciudad, y se fueron por el camino de la Arabá.
    Jer 52:8 Las tropas caldeas persiguieron al rey Sedecías y le dieron alcance en los llanos de Jericó; entonces todo el ejército se dispersó de su lado.
    Jer 52:9 Capturaron al rey y lo subieron a Riblá, en la tierra de Jamat, donde el rey de Babilonia, que le sometió a juicio.
    Jer 52:10 Los hijos de Sedecías fueron degollados a su vista, y lo mismo a todos los jefes de Judá degolló en Riblá.
    Jer 52:11 A Sedecías le sacó los ojos, lo encadenó con cadenas de bronce, y el rey de Babilonia lo llevó a Babilonia, donde lo tuvo en prisión hasta el día de su muerte.
    Jer 52:12 En el mes quinto, el diez del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nebuzaradán, jefe de la guardia, uno de los que servían ante el rey de Babilonia, vino a Jerusalén.
    Jer 52:13 Incendió la Casa de Yahveh y la casa del rey y todas las casas de Jerusalén.
    Jer 52:14 Todas las tropas caldeas que había con el jefe de la guardia demolieron las murallas que rodeaban a Jerusalén.
    Jer 52:15 Cuanto (a una parte de los pobres del país) al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y el resto de los artesanos, Nebuzaradán, jefe de la guardia, los deportó,
    Jer 52:16 Nebuzaradán el jefe de la guardia, dejó algunos de entre la gente pobre como viñadores y labradores.
    Jer 52:17 Los caldeos rompieron las columnas de bronce que había en la Casa de Yahveh, las basas, el Mar de bronce de la Casa de Yahveh, y se llevaron todo el bronce a Babilonia.
    Jer 52:18 Tomaron también los ceniceros, las paletas, los cuchillos, los acetres, las cucharas y todos los utensilios de bronce de que se servían.
    Jer 52:19 El jefe de la guardia tomó las vasijas, los incensarios y los aspersorios, los ceniceros, los candeleros, las cucharas y las tazas, cuanto había de oro y plata.
    Jer 52:20 Cuanto a las dos columnas, el Mar, los doce bueyes de bronce que estaban bajo el Mar y las basas que Salomón había hecho para la Casa de Yahveh, no se pudo calcular el peso de bronce de todos aquellos objetos.
    Jer 52:21 La altura de una columna era de dieciocho codos, un hilo de doce codos medía su perímetro; su grosor era de cuatro dedos y era hueca por dentro,
    Jer 52:22 y encima tenía un capitel de bronce; la altura del capitel era de cinco codos; había un trenzado y granadas en torno al capitel, todo de bronce. Lo mismo para la segunda columna.
    Jer 52:23 Había noventa y seis granadas que pendían a los lados. En total había cien granadas rodeando el trenzado.
    Jer 52:24 El jefe de la guardia tomó preso a Seraías, primer sacerdote, y a Sefanías, segundo sacerdote, y a los tres encargados del umbral.
    Jer 52:25 Tomó a un eunuco de la ciudad, que era inspector de los hombres de guerra, siete hombres de los cortesanos del rey, que se encontraban en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado del alistamiento del pueblo de la tierra y sesenta hombres de la tierra que se hallaban en la ciudad.
    Jer 52:26 Nebuzaradán, jefe de la guardia, los tomó y los llevó a Riblá, donde el rey de Babilonia,
    Jer 52:27 y el rey de Babilonia los hirió haciéndoles morir en Riblá, en el país de Jamat. Así fue deportado Judá, lejos de su tierra.
    Jer 52:28 Este es el número de los deportados por Nabucodonosor. El año séptimo: 3.023. de Judá;
    Jer 52:29 el año dieciocho de Nabucodonosor fueron llevadas de Jerusalén 832. personas;
    Jer 52:30 el año veintitrés de Nabucodonosor, Nebuzaradán, jefe de la guardia, deportó a 745. de Judá. En total: 4.600. personas.
    Jer 52:31 En el año treinta y seis de la deportación de Joaquín, rey de Judá, en el mes doce, el veinticinco del mes, Evil Merodak, rey de Babilonia, hizo gracia en el año en que comenzó a reinar, a Joaquín, rey de Judá, y lo sacó de la cárcel.
    Jer 52:32 Le habló con benevolencia y le dio un asiento superior al asiento de los reyes que estaban con él en Babilonia.
    Jer 52:33 Joaquín se quitó sus vestidos de prisión y comió siempre en la mesa del rey, todos los días de su vida.
    Jer 52:34 Le fue dado constantemente su sustento de parte del rey de Babilonia, día tras día, hasta el día de su muerte, todos los días de su vida.

     


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