Mateo 17, 2 comentado
(Mt 17, 2) TRANSFIGURACIÓN – DIOS SE REVELA
COMO SIERVO
El resucitado es un hombre que, después de la Pasión, ha sido exaltado a la diestra de Dios. Pero el Transfigurado es el Dios que se revela en su hacerse hombre, en su descenso a la condición humana. A esto apuntan los elementos tradicionales del acontecimiento de la transfiguración: el monte elevado de las teofanías, como las tuvieron Moisés y Elías en el Sinaí y en el Horeb respectivamente, que, por algo aparecen junto a Jesús; las vestiduras blancas y resplandecientes, que suelen llevar las apariciones celestes, por ejemplo, los ángeles de la resurrección; el rostro que brilla como el sol, atributo de la divinidad (Sal 84, 12) y del glorificado (Apc 1, 16); la nube luminosa que lo cubre todo con su sombra, una imagen tradicional de la gloria divina, pues Dios mismo aparece en la nube y bajo la forma de nube (Ex 16, 10; 24, 18); la voz que habla desde la nube (Dt 5, 19); y las tres tiendas que Pedro quiere construir y que recuerdan la fiesta de los Tabernáculos, que, a su vez, trae a la memoria la presencia de la gloria de Dios entre los hombres. Pero la teofanía no descansa en sí misma. La voz se dirige a los discípulos, “¡Escuchadle!”, y, por consiguiente, alude expresamente al siervo de Dios de Isaías, que sufre en sustitución de los hombres (Is 42, 1) (cita que constituye un leitmotiv en toda la vida de Jesús : Mt 3, 17; cf. Mt 12, 18-21 par). De acuerdo con esto con esto, el diálogo entre la Antigua y Nueva Alianza (ambas transfiguradas) gira en torno a la Pasión inminente (Lc 9, 31), y, en Mateo, toda la teofanía viene enmarcada entre dos anuncios de la Pasión. Es la gloria de Dios mismo en su camino hacia la Pasión. Para los discípulos se trata de una “metamorfosis” (el vocablo aparece e en Mc 9, 3) de la forma aparente del siervo en la no-aparente de Dios. Pero lo que aquí se hace visible de un modo más profundo es la metamorfosis inversa y fundadora de la forma de Dios en la forma de siervo como forma de Dios. Los discípulos han de aprender a leer y a entender la forma de siervo como forma de Dios. Han de aprender a interpretar (a través de la fe) todo lo que en Jesús aparece ser “naturaleza”, como acción y amor de Dios.
Para evitar cualquier error , se habla de las vestiduras que se vuelven resplandecientes, que Orígenes interpreta en el sentido de la letra que se torna transparente al Espíritu-Logos desnudo y sin velos. Pero el Esposo sólo se muestra desnudo en su cuerpo al mundo en la forma de la indigencia y miseria de la cruz, y el pecador habrá que soportar esta desnudez y despojamiento de vestiduras. Al contemplar el amor divino sin velos, verá su propia ignominia al desnudo. Y sólo la mirada virginal de un Juan era capaz de meditar a una ambos desnudos como una sola cosa : el desvelamiento del Cantar de los Cantares, la trasparentacación somática en el ardor del eros, y el desvelamiento del amor doliente , hecho cuerpo, del Dios unitrino... Hay una doble y recíproca enajenación : la de Dios en la forma humana y la del hombre en la forma de Dios.” (Gloria I, 595-597).
”
(H. U. von Balthasar, Gloria I, 595-596)
DOS MONTES, EL SINAÍ Y EL TABOR.
Hoy, en el monte Tabor, Cristo ha
devuelto a su semblanza humana la belleza celestial. Por eso es bueno y
justo que yo diga: ¡Qué terrible es este lugar! Es en verdad la casa de Dios
y puerta de los cielos (Gen. 28, 17). Hoy, en efecto el Señor ha aparecido
verdaderamente en el monte. Hoy, la naturaleza humana creada ya a semejanza
de Dios pero oscurecida por las deformes figuras de los ídolos, ha sido
transfigurada en la antigua hermosura hecha a imagen y semejanza de Dios
(cf. Gen. 1, 26). Hoy,
sobre el monte la naturaleza, extraviada por la idolatría ha sido
transformada, permaneciendo ella misma, y ha comenzado a resplandecer en el
fulgor de la divinidad. Hoy,
en el monte aquel que un tiempo fue revestido de las vestiduras escuálidas y
tristes de piel de las que habla el
libro del Génesis (cf. 3, 21), se ha revestido la vestidura divina envuelto
de luz como de un manto (cf. Sal 103 2). Hoy, sobre el monto Tabor de manera
totalmente misteriosa se ha visto cómo será la vida futura en el reino del
gozo. Hoy, de modo admirable se han reunido entorno a Dios los antiguos
precursores de la Antigua y de la Nueva Alianza trayendo un misterio repleto
de prodigios. Hoy, en el monte Tabor se dibuja el madero de la cruz que a
través de la muerte da vida; como Cristo fue crucificado entre dos hombres en
el monte Calvario así ha aparecido lleno de majestad entre Moisés y Elías.
Y esta fiesta de hoy nos muestra también
el otro Sinaí, monte más precioso que el Sinaí gracias a los prodigios y a
los acontecimientos que se realizaron allí. Allí la aparición de la
Divinidad sobrepasa las visiones que aún siendo divinas se
expresaban en imágenes y oscuramente. Como en el Sinaí las imágenes fueron
esbozadas mostrando el futuro así en el Tabor resplandece de ahora en
adelante la verdad. Allí reina la oscuridad, aquí el sol; allí las
tinieblas, aquí la nube luminosa; de una parte el decálogo y de otra el
Verbo eterno superior a toda palabra. La montaña del Sinaí no le abrió a
Moisés la tierra prometida pero el Tabor lo ha conducido a la tierra objeto
de la promesa.
(Anastasio Sinaita, Hom.
de Transfigurat.)