¿Amas de verdad a Dios? (1 Jn 4, 21)
Eduardo Dante Reyes Pariona
2º de Teología 2009
"Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también
a su hermano" (1 Jn 4, 21).
Si no das pruebas sinceras de amor ¿Cómo puedes decir que amas a Dios?
No hay conocimiento de Dios sin amor al hermano, ha quien vez todos los
días. Este será signo del amor en el mundo. ¿Cómo? Permaneciendo en el amor
Uno y Trino, pero dentro de una comunidad (la Iglesia), compartiendo la fe
unidos a Cristo el Señor a pesar de no poder amar al hermano y viviendo en
el amor a al verdad.
1 Jn 2, 6. 9. Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él.
Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está aún en las
tinieblas.
Introducción:
La fuente del amor y de la fe, es ser un don, saliendo de sí mismo y donarse
absoluta y totalmente al otro hasta el martirio y la visión beatifica de
Dios, y esto no se da en la naturaleza misma del hombre caído sino por medio
del amor Uno Trino, bajo la acción del Espíritu Santo. Hay que amar, pues
Dios es amor, Pero que nadie se engañe creyendo presuntuosamente poseer la
caridad perfecta.
Por eso, San Juan recuerda el criterio infalible del amor perfecto: el que
no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve
(v.20). La caridad fraterna está en íntima correlación con el amor de Dios
que es inseparable del amor al prójimo. Pretender que el primero puede
existir sin el segundo es una mentira. El que afirma que ama a Dios, ha de
amar también al prójimo. Porque es imposible excluir al prójimo de la
caridad. El que no ama a su hermano, con el cual continuamente convive, que
es semejante o inferior a él y al que puede exteriorizar en cualquier
momento su amor, mucho menos puede amar a Dios, siempre invisible, infinito
y, sobre todo, porque Dios ha dispuesto que el amor hacia El y hacía el
prójimo estén íntimamente unidos, sean inseparables. Y no solo eso sino que:
quien ama a Dios ame también a su hermano (v.21).
Es voluntad expresa de Dios, manifestada mediante un precepto explícito,
categórico, dado por Jesucristo y los apóstoles. Tal vez alude a los dos
grandes mandamientos de que nos habla Jesucristo. Los sinópticos,
propiamente hablando, no nos transmiten ese mandato tal como es formulado
por San Juan. El cuarto evangelio enseña en varios lugares que amar a Dios
es observar sus mandamientos, el primero de los cuales es el amor fraterno.
San Juan, lo mismo que San Pablo, reduce la ley evangélica a un solo
precepto: el del amor al prójimo. Debemos amar a Dios ante todo; pero este
amor de Dios se realiza, se lleva a efecto, por disposición divina, amando
al prójimo. En el prójimo hemos de amar a Dios, cuyo hijo es el prójimo, y
como tal, hermano nuestro. Porque todo amor, para ser santo, ha de fundarse
en Dios.
No podemos disociar la caridad y el conocimiento de Dios por medio del
prójimo, y el amar en la Verdad.
Cuando uno ama al hermano en la dimensión de la cruz, y en la convivencia
diaria verá sus frutos que son la comunión para así llegar a la unidad y
llevar la misión ha la cual hemos sido convocados que es vivir en el amor.
Sabemos que nos es imposible amar al hermano, y en nuestras propias fuerzas
no lo lograremos nunca, ¿cómo esto se puede dar? Por medio de la fe que se
obtiene por la gracia de Dios que no se da por nuestros méritos sino por la
infinita misericordia y gratuidad de Dios.
Antes pensaba que con decir yo amo a Dios o tengo y que debo de amar al
hermano como Jesús ha amado era suficiente, mis padres me han mostrado de lo
que para ellos era el amor; que ciertamente es condicionado y limitado, ¿Por
qué? Porque me han traído a la vida, por ser hijo de sangre me pero no
trasciende al amor de Cristo. No me daba cuenta que ese "tengo que" y "debo"
es una exigencia impuesta por el mundo y quien lo gobierna hoy, como no
llegaba ha realizar lo que tenía que hacer como una meta meramente humanista
sentía una gran desilusión y frustración interior que no lo daba a conocer.
Y comenzaba a dar cuenta de que no podía amar, pues estaba imposibilitado de
amar pues solo se recibe este amor por medio de la gracia y no por el mérito
propio, por la gratuita misericordia de Dios. Y si no veo a Dios en el
hermano, para que luego se de el amor al enemigo, al quien me persigue, etc.
¿Uno puede amar? en mis fuerzas lo he intentado. Para uno es imposible pero
no para Dios. ¡Amaremos!: Sí en la medida en que nos abramos al conocimiento
del otro, en la convivencia trasparente y sincera, y ¿cómo? Sólo cuando Dios
lo suscite en el corazón de la comunidad y en cada uno de sus miembros.
Darás pruebas sinceras de amor cuando vivas en la verdad y conozcas
realmente lo que es la libertad de los hijos de Dios con relación en el amor
al hermano
No conocer al hermano es no conocer a Dios por que Dios está en el hermano.
Él te da la posibilidad de ver a Dios en el hermano.
El signo de amor en el mundo será el vivir en comunión a pesar de las
diferencias de la propia naturaleza del hombre.
Permanezcamos hermanos en el conocimiento de Dios y viendo a Dios en el amor
al hermano. Pues la comunión con Dios se da en Cristo Jesús y se hace
visible en la vivencia cotidiana de la comunión entre los hermanos, por
medio del pan de vida que es el mismo, en la Palabra encarnada y en la
Eucaristía, y en la oración plena con Dios. La Comunión con Dios se da en la
comunión con los Hermanos que es signo de amor para el mundo.