JESÚS MODELO DE FILIACIÓN DIVINA: ¿verdaderamente somos hijos en el Hijo? (Jn 5, 20 y 1 Jn 3, 1)
Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le
mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis (Jn
5, 20).
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues
¡lo somos! El mundo no nos conoce
porque no le conoció a él (1
Jn 3, 1)
A ustedes dignos hermanos que tienen gran curiosidad por las cosas de Dios,
hablando propiamente de los estudios, en cuanto a este tema interesante en
que dejo entrever la filiación divina como modela de lo que estamos llamados
a participar. Espero poder cubrir sus expectativas con este sencillo
trabajo, que lo dedico a mentes tan brillantes como ustedes queridos
lectores.
Este tema elegido quiere hacer que el hombre de hoy se sienta interpelado
por la Sagrada Palabra; en especial el Evangelista San Juan. "Porque en los
sagrados libros el Padre que está en los cielos va con amor al encuentro de
sus hijos y habla con ellos; y es tanta la eficacia que radica en la palabra
de Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y para sus hijos,
fortaleza de la fe, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida
espiritual"1, de esta manera se expresa el magisterio de la Iglesia en
cuanto a la relación de las Sagradas Escrituras con la vida de cada hombre.
El evangelista dice que somos verdaderamente hijos de Dios en virtud de la
sangre de Cristo, esto nos trae una Buena Noticia (kerigma), es decir, que
lo que tiene que hacer esta Palabra es animar el espíritu y engendrar un
germen de vida eterna en cada uno de nosotros. Porque Dios actúa en la
Palabra.
"Porque si alguno se contenta con oír la Palabra sin ponerla por obra, ése
se parece al que contempla su imagen en un espejo: se contempla, pero, en
yéndose, se olvida de cómo es".
La palabra de San Juan interroga la existencia más profunda del hombre,
entra y penetra en el ser más profundo, es Dios mismo.
EXPERIENCIA PERSONAL
Partimos del miedo, en cuanto a que un hijo se mueve a obedecer a su padre
en cuanto al temor, y lo podré hacer; Pero hemos sido creados por amor, para
obedecer en el amor, es decir, que el amor mueve con más naturalidad que el
temor.
Mi primera experiencia es la natural que me ha sido inculcada por mis padres
si te portas mal Dios te castiga, si te portas bien Dios te premia - al
inicio veía así las cosas. Más tarde mi relación con Dios incluso en el
seminario fue como con temor a los castigos de Dios. Los sacramentos como el
de la Penitencia y el sacramento de la Eucaristía los veía de esta manera.
¿Estaré puro para recibir la comunión? ¿Me confieso para que Dios no me
rechace?
La filiación divina de Jesucristo ha hecho posible que nosotros también
seamos llamados hijos de Dios. Como dirá San Agustín "¿De que le sirve al
hombre si detrás no hay ninguna realidad... Pues también hay muchos que se
llaman cristianos, pero en realidad no lo son porque no son lo que se
llaman, ni en su vida, ni en sus costumbres, ni en su fe, ni en su esperanza
ni en su caridad." Nuestra vida consiste en ejercitarnos en desear y al
aumentar el deseo, agranda el alma, y agrandando el alma la hace más capaz,
es como un saquito para una cosa grande, es necesario agrandar nuestro
saquito para lo que vamos a recibir, y eso se logra cuando más desprendamos
nuestros deseos de amar al mundo, es por tanto necesario "vaciar lo que se
quiere llenar".
¿Cómo se hace hijo? dice San Juan en otra parte de la carta, "el que peca
pertenece al diablo, porque el diablo peca desde el principio". El decir,
"pertenece al diablo", significa que se le imita. Porque el diablo no a
engendrado a nadie; entonces el que lo imita es como se hubiese nacido de
él. Por ejemplo en la pregunta ¿cómo eres tú hijo de Abrahán? i De ningún
modo! Sino que los judíos se creen hijos de Abrahán sin imitar su fe, se han
convertido en hijos del diablo, han nacido de la carne de Abrahán pero no
han imitado su fe. La pregunta ahora sería ¿A quién imitas, a Abrahán en su
fe o al diablo en su soberbia? Cristo vino a quitar los pecados del hombre,
el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del diablo.
Es interesante ver que el libro del Apocalipsis hace referencia al diablo en
cuanto a la Bestia, el Dragón, dice el Ap 12, 17: "Entonces despechado
contra la mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que
guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús". A que
se refiere con la frase "El resto Jesús hijos", habla d la mujer en
referencia a la virgen María a la que Jesús entregó como hijo al discípulo
que más amaba. Nosotros estamos llamados pues, a ser hijos de Dios, la
Bestia va a ser la guerra a los hijos, a los cristianos que quieren mantener
la fe, entran en lo que se llama el combate cristiano, el combate de la fe,
en el cual Cristo siempre es el vencedor, porque el maligno ha sido vencido.
Espero haya sido de su agrado la breve exposición del tema, sé bien que
ustedes son un público muy exigente y culto, me quedan cortos los términos
utilizados, pero lo que más me importa es que se quede grabado en su corazón
y mente la finalidad de mi trabajo: me refiero a tomar conciencia, a raíz de
la revelación en las Sagradas Escrituras, en especial del Evangelista San
Juan, sobre la condición a la que todos estamos llamados a vivir, es decir,
como hijos de Dios, y el hijo tiene la naturaleza del Padre que es el amor;
Dios es amor y estamos hechos para amar, hemos sido creados por amor.
Finalmente hermanos, los exhorto, y a mi también, a que vivamos como hijos
de Dios, en realidad es una necesidad urgente tener presente siempre esta
paternidad. Al momento de recibir el anuncio del Kerigma se nos abre esa
paternidad amorosa de Dios. Saber que no ha tenido ningún inconveniente en
enviarnos a su Hijo Jesucristo y ser él el primogénito entre muchos
hermanos, esos hermanos somos nosotros. Somos hermanos de Jesucristo,
entonces entendamos que somos hijos de Dios. Lo dice la revelación y es
Palabra de Dios.