¿ERES REALMENTE LIBRE? (Jn 8, 32)
Fredy Adolfo Quispe Lope
3º de Teología 2009
Había un hombre que conociendo la realidad del mundo, se ofreció venir al mundo para liberarnos de la esclavitud. Cristo a través de la cruz, nos liberó y nos dio la salvación a todos los hombres. "Para ser libres nos ha liberado Cristo" (Ga 5,1).
INTRODUCCIÓN
El hombre, ya desde los tiempos remotos ha experimentado, que en la medida que se ha encontrado con la verdad, se ha sentido liberado del error y de la ignorancia. Pero esta liberación no queda solo ahí, sino que trasciende, es decir, libera nuestro ser de la esclavitud del pecado. Muchas veces el hombre, pensando que esta en lo correcto, deja a riendas sueltas sus pasiones; y esto lo hace porque piensa que así es libre, y no se da cuenta que en el fondo es un esclavo de sus bajas pasiones.
"y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Jn 8,32).
Esta frase del evangelio de Juan, me llamó mucho la atención, porque cuando hacia la lectio, me hizo reflexionar y pensar de cómo estaba viviendo en el seminario. Y llegué a la conclusión de que no solo estaba llevando una vida llena de mentira, sino, que esto impedía de que yo, no podía dar mi eco (durante mucho tiempo no daba mi eco).Por eso doy gracias a Dios, por haberme dado estas palabras, pues, gracias a ella, me hizo ver que soy un esclavo del pecado, y solo si el Hijo de Dios me da la libertad, serárealmente libre.
Con respecto a la frase de san Juan, el padre Maldonado lo interpreta de la siguiente manera: si aquellos hombres perseveraban en la fe y doctrina de Cristo que habían comenzado a buscar y practicar, la experiencia les mostraría que no habían sido engañados, sino que todo cuanto Cristo les había dicho era verdadero; y este conocimiento, es decir, esta fe más perfecta ayudada de la caridad, los libraría de la servidumbre de los pecados y los afirmaría en la libertad de los hijos de Dios. La verdad os librará significa propiamente: os hará de siervos libres, como ya notó san Agustín; por consiguiente, es grande la sandez de Calvino cuando dice: "Vengan ahora los católicos y ensalcen sin medida el libre albedrío que nosotros, conscientes de nuestra propia servidumbre sólo nos gloriamos en Cristo libertador". Por cierto que es esta ignorancia merecedora de azotes o mejor dicho, de la hoguera. ¡Cómo si nosotros dijéramos que sólo por el libre albedrío y sin Cristo nos libramos del pecado! Jamás le vino a las mentes a ningún católico tal cosa. ¡Cómo si la libertad del albedrío fuera lo mismo que la libertad de pecar! Si el hereje hubiera leído a San Bernardo y otros autores católicos, no daría en tal confusión. No cayó en la cuenta el mentecato que la objeción que a nosotros hace, a él le perjudica más; porque si es verdad que no tenemos libre albedrío por estar sometidos a la servidumbre del pecado, libres ya por Cristo de tal servidumbre, tendremos libre albedrío, ¿Cómo, pues, niega en general que en esta vida no tenemos libertad ninguna de albedrío? Responde: "Porque en esta vida nunca estamos sin pecado; pues entonces en esta vida nunca somos libres; y Cristo en este lugar y Pablo en otros muchos enseñan que ene esta misma vida somos liberados (Rm 6, 18 — 22; 8,2).
Liberación y salvación.
Por su cruz gloriosa, Cristo obtuvo la salvación para todos lo hombres. Los rescató del pecado que los tenía sometidos a esclavitud "para ser libres nos liberó cristo" (Gá 5,1) En él participamos de "la verdad que nos hace libre" (Jn 8,32). El Espíritu Santo nos ha sido dado y como enseña el apóstol "donde esta el espíritu ahí está la libertad" (2Co 3, 17). Ya desde ahora nos gloriamos "de la libertad de los hijos de Dios" (Rm 8,21).
Libertad y gracia
La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando ésta corresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Al contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la oración a medida que somos más dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecienta nuestra íntima verdad y nuestra seguridad en la pruebas, como también ante las presiones y coacciones del mundo exterior. Por el trabajo de la gracia, el espíritu Santo nos educa en la libertad espiritual para ser de nosotros colaboradores libres de su obra en la Iglesia y en el mundo.