Y tú, ¿qué camino estás siguiendo para obtener la vida eterna? (Jn 14, 4-6)
Edward Siancas Cueva
2º de Teología 2009
Y donde yo voy sabéis el camino.
Le dice Tomás:
"Señor, no sabemos a donde vas,
¿cómo podemos saber el camino?"
Le dice Jesús:
"Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Nadie va al Padre sino por mi."
(Jn 14, 4-6)
Estimados hermanos, al hacer una retrospección en la historia de nuestra
vida, podemos darnos cuenta en el transcurso de los tiempos, han existido
personas que han escogido el camino correcto para obtener como premio la
vida eterna, la cual nos ofrece Dios, aunque ésta les haya costado muchos
sufrimientos; pero también han existido muchos personas que se han dejado
seducir por todo cuanto el mundo le ofrece, desviándose así de este camino
que les conduciría obtener esta vida; hoy en día, nos habremos preguntado
¿qué camino he escogido para obtener esta vida? O es que estamos aletargados
y ensimismados, conduciéndonos por vías anexas que nos extravían de nuestro
objetivo final, contentándoos tan solo con sucedáneos que el mundo nos
ofrece impidiéndonos esta victoria, la cual nos está reservada para cada
uno. Sabemos que todo en este mundo cuesta, nada es fácil, pero obtendremos
una recompensa gratificante.
San Juan quiere expresar que Jesús es el Cristo, Hijo de Dios y para que
creyendo en él tengamos vida en su nombre (Jn 20, 31), además quiere hacer
ver la necesidad que hay de "creer" en su enseñanza, y el "hacer la verdad"
(Jn 3, 21) y así seguirle para tener "vida" en el "nombre" de Cristo que es
su realidad de Hijo encarnado.
En el mundo podemos vislumbrar que se presentan dos caminos en la vida del
hombre, el camino del bien que es el camino estrecho, que le conducirá a la
luz; y el camino del mal, camino ancho que le conducirá a la oscuridad; es
decir un camino de vida y un camino de muerte.
El camino de la vida que es Jesucristo, un camino de sufrimiento para llegar
a alcanzar el premio eterno, por otro lado el camino de la muerte,
aparentemente ofrece la felicidad, pero una felicidad superflua, la cual te
conducirá a tu propia destrucción.
Por otro lado, quiere resaltar la importancia que tiene el seguir el camino
que nos conducirá a la salvación; este camino que no es otro sino Cristo
mismo, un camino de amor, de esperanza y de fortaleza; puesto que conducirse
por él, implica estar dispuesto a configurarse con él, si es posible padecer
lo que él padeció. Por lo tanto, es preciso tener en claro que, aceptar este
camino significa aceptar la cruz y ello implica dejar nuestra voluntad para
entrar en la suya, la cual nos conducirá a la vida eterna.
Recuerdo que cuando participaba en la catequesis de primera comunión en mi
parroquia, un hermano contó su experiencia de vida la cual me ayudó mucho,
manifestaba que cuando estaba inmerso en el mundo, esclavizado por el sexo,
la infidelidad a su esposa, con su matrimonio a punto de destruirse, y con
sus hijos prácticamente en mal camino; se encontraba en un sinsentido,
desesperado y a punto de suicidarse, precisamente porque el camino que
estaba siguiendo lo conducía a la desesperanza; hasta que un día fue
invitado a un retiro del grupo de matrimonios Bodas de Caná, y que fue ahí
donde se logró encontrar con el verdadero camino que es Jesucristo, llegando
a tener la alegría de ser feliz, y logró que su matrimonio se reconstruyera
y ahora estaba dentro de la Iglesia en agradecimiento a Dios por darle otra
oportunidad.
Al escuchar la palabra "camino" se nos viene a la mente la idea del concepto
de tierra hoyada o plana y preparada de cierto modo, por donde se transita
para ir de un lugar a otro, pero también es necesario saber que en lenguaje
figurado bíblico, "camino" se le denomina a la conducta del hombre
(cristianismo), se dice que al practicar la justicia y el derecho es estar
en el camino de Dios (Gn 18, 19); lo mismo que guardar los mandatos del
Señor, es seguir sus caminos (Dt 11, 22; 26, 17) no se debe torcer ni a la
derecha ni a la izquierda, se debe seguir rectamente el camino trazado por
Dios (Dt 5, 33).
Cuando el pueblo se pervirtió en el desierto, Dios le dice a Moisés que se
han apartado del camino prescrito (Ex 32, 8; Dt 9, 12; 16, 11. 28; 13, 6;
31, 29). De aquí podemos darnos cuenta que en el mundo existen dos caminos:
" Un camino bueno (1S12, 13), sin mácula (Sal 101, 2), recto (Eclo 11, 15) y
que lleva a la paz (Is 59, 6).
" Otro camino que conduce a la muerte (Pr 14, 12).
Dios deja actuar al hombre en su libertad sin coaccionarlo para nada, por
ello podemos decir que es posible andar por camino del hombre, el cual le
conduce a su propia destrucción (1Re16, 2). Pero es mucho mejor andar por al
camino de Dios que le conduce a la felicidad (2Re 21, 22), camino por el
cual él mismo anda (Ez 18, 25) y él lo recomienda, puesto que este camino es
la santidad (Jr 5, 4ss).
Muchos son los que transitan por el camino ancho de la perdición, que
conlleva a la muerte; y pocos son los que deciden entrar por el camino
angosto, el cual lleva a la vida (Mt 7, 13-14), hoy en día al hombre no le
gusta sufrir, es decir, deponer su voluntad y ceñirse a la voluntad de su
creador, quien le dará la vida eterna. Ya Juan Bautista, fue enviado a
preparar el camino del Mesías (Mt 11. 10; Mc 1, 12) para que la humanidad se
preparara para recibirlo.
En el AT el camino no se determina por el término que atrae al hombre y
hacia el cual debe tender (Hb 9,8), sino más bien por un mandato de Dios, el
cual viene ser como el punto de partida de tal camino; en tanto en el NT,
Dios es el término hacia el cual avanza el camino (Hb 19, 22; Jn 14, 1-4).
yo soy el "camino" (Jn 14, 5-6) nos da como repuesta que él es el camino,
puesto que como Hijo de Dios tiene el poder de llevarnos consigo hasta la
casa de su padre (Jn 14, 5ss), por eso también podemos tomar como camino o
vía al conjunto de todas aquellas directrices prácticas que ocupan un lugar
tan importante en la predicación de Jesucristo (Mt 22, 16), en Hechos 9, 2;
18, 25ss se llaman caminos a las enseñanzas cristianas.
El camino que ha de recorrer la comunidad se identifica claramente con
Jesucristo mismo, pues la asimilación de su vida y su muerte es el
itinerario de cada uno. La meta es el Padre, pues al fin del camino, en el
don de sí como el de Jesús, se manifiesta plenamente en su presencia.
Se describe en términos de camino la relación progresiva de semejanza entre
el discípulo y Dios que lo va convirtiendo en don suyo para la humanidad,
cada vez más pleno como lo fue Jesús, con la seguridad que nos da Jesús de
ser admitidos en el hogar del Padre (Jn 14, 1-3), enseguida les señala el
camino que han de seguir, que se identifica con él mismo (Jn 14, 4-6).
Nos hace presente que la meta es conocida por nosotros porque su persona
hace presente al Padre y el camino es posible porque sus palabras realizan
las obras del padre (Jn 14, 7-11) y asegura que su ayuda no nos hará falta,
que será constante (Jn 14, 12-14).
Jesús el camino hacia el Padre
"Y para ir a donde yo me marcho, ya sabéis el camino" (Jn 14, 4-6)
Jesús nos va ha aperturar el camino, se va a constituir en camino hacia el
Padre. El se marcha con Dios (Jn 13,13) por el amor hasta la muerte, como lo
ha mostrado en las escenas anteriores.
Aquí se puede admitir una diferencia en el uso del verbo: ir, puesto que
admite una vuelta (Jn 14,3), que a diferencia de marcharse, en cambio,
denota la entrada en un estado definitivo, en la esfera divina, de donde
seguirá actuando. Allí termina el camino.
Los discípulo, capacitados por el don del Espíritu, han de aprender a amar
hasta el final; ese será su camino. También ellos han de ir manifestando
hasta donde llega el amor de Dios al hombre. El don de sí total lo realizará
plenamente y hará brillar en ellos la presencia de Dios.
Tomás no legaba a comprender nada y le dice a Jesús "Señor no sabemos a
dónde te marchas" ¿cómo podemos saber el camino?, el un primer momento, él
estaba dispuesto a morir con Jesús, pero es claro que no ve cómo la muerte
puede expresarse en términos de para qué permites alcanzar una meta; para él
ello mismo es la meta y el final del viaje. De allí que no sepa a dónde 'se
marcha Jesús, aún después de la Resurrección le costará verlo (Jn 20, 24ss).
Está desconcertado y no encuentra su propio camino.
En la respuesta de Jesús "yo soy el camino la verdad y la vida", cuando
Jesús expone en primer lugar cuál es el camino, enseguida manifiesta que
quien es la meta es el Padre, ya él mismo se define como el camino, pero
uniendo esta cualidad suya a otras dos, "la verdad y la vida". Hay que
Examinar el significado de estos términos y su relación:
"Camino": es u concepto relativo subordinado a un término al que conduce.
"Verdad": por su parte, es un concepto adjetivado, que supone un contenido
que se refiere a él. En el prólogo ha quedado patente que la verdad-luz,
tiene como contenido la "vida" (Jn 1,4) ella contenía vida y la vida era la
luz del hombre. De los tres términos el único absoluto es la vida, los otros
dos están él relación con ella (Jn 11, 25).
"Jesús es la vida" porque es el único que la posee en plenitud y puede
comunicarla (Jn 5, 2). Por ser la vida plena es la verdad total, es decir,
puede conocerse como y formularse como la plena realidad del hombre y de
Dios. Es pues, el único camino, porque sólo a través de su vida y de su
muerte muestra el itinerario que los llevará a realizarse. Por tanto,
seguirle implica recorrer un camino, asimilarse a su vida y muerte. La vida
que Jesús, la nueva vida, la cual la recibimos por un nuevo nacimiento que
produce el espíritu (Jn 1,3; 3,3-9; 7,37-39); esta nueva vida experimentada
y consciente en la verdad que se percibe sobre nosotros mismos y sobre Dios
que nos manifiesta su amor (Jn 8,38), Jesús es así el camino de los que
poseen la vida y con ella la verdad, para llevarlos a su pleno desarrollo.
El camino a quedado expresado en su mandamiento (Jn 13,34), la verdad era
"su barro", que puso en los ojos del ciego (Jn 9,6); y la vida es el
espíritu que comunica (Jn 7, 37-39).
Desde el principio, la vida se revela en el discípulo como verdad, pero a
medida que progresa en ella, la va descubriendo cada vez más. Lo que Jesús
se encuentra en su cumbre definitiva, en el discípulo es adquisición
gradual, por su entrega a imitación de Jesús. Al don de sí total corresponde
la plenitud de vida y de verdad, el final del camino, donde la plenitud del
hombre encuentra la plenitud de Dios.
"Nadie viene al Padre sino por mí"
El discípulo remarca que el Padre no está lejano, pues su presencia es
inmediata una vez nacido del Espíritu (Jn 1,13; 3,6), el acercamiento que se
efectúa es el de la semejanza, la realización del ser de hijo (Jn 1,12), que
va produciendo una intimidad creciente. Por lo tanto, para ello, no hay más
camino que Jesús, el Hijo único. La configuración con Jesús, desarrollado
por un amor como el suyo, la vida recibida de él, la hace semejante al
Padre.
La obra de Jesús ha sido un comienzo, el futuro de una labor más extensa, él
no se propone como modelo inalcanzable, antes bien hace presente que el
discípulo puede hacer cosas mayores. Esto confirma, que las señales hechas
por Jesús no son irrepetibles por lo extraordinarios, sino que su carácter
principal es ser símbolo de la actividad que libera al hombre ofreciéndole
la vida. Por ello, estar adheridos a él se vive enseguida y se cumplen sus
mandamientos, su presencia y actividad en el mundo a significado un recado
en la historia; Jesús ha venido para cambiar su rumbo. Toca pues a los
discípulos continuar la dirección dada por él.
En el presente tema expuesto he tratado de desarrollar el verdadero
significado que tiene el transitar por este camino que Cristo nos ha
aperturado con su muerte y resurrección, y que nos invita a conducirnos por
el, es decir que él siendo el camino verdadero nos conducirá a la verdadera
y eterna felicidad, es decir a contemplar el rostro del Padre.
La comunidad de Jesús tiene que recorrer un camino, la metáfora del camino
expresa el dinamismo de la vida que es progresivo. Es un vivir que va
terminando al hombre, pero su término puede ser éxito o fracaso. El éxito es
la madurez el pleno desarrollo de las potencialidades; el fracaso, la
decadencia, la ruina.
Jesús marca la dirección en el que el hombre se realiza: es el camino que él
mismo ha abierto y trazado, el de la solidaridad con el hombre y la entrega,
el del amor creciente. Ahí se encuentra el éxito de la vida, la vida
definitiva. Todo otro camino lleva a la nada, a la muerte. La meta es la
máxima solidaridad con el hombre, dándose enteramente por él. En ese amor se
encuentra el Padre. Pero Jesús no es solamente el "camino" como modelo, al
mismo tiempo, la energía que él comunica, (el Espíritu) impulsa y desarrolla
en su misma dirección, con el Espíritu, Jesús crea una honda de solidaridad
con el hombre, de amor desinteresado que sigue sus pasos y lleva ala
humanidad al encuentro final con el Padre. Así se constituirá el encuentro
definitivo (Jn 3, 3.5). Jesús acompaña siempre a los suyos en ese camino, no
es solamente individual, sino comunitario. Su muerte no interrumpe el
contacto. Él los acompaña, su amor se asocia al itinerario.
Tras la pregunta insegura de Tomás, suena la respuesta de Jesús como una
revelación de la máxima certeza, como una palabra soberana que hasta hoy
nada a perdido de su luz refulgente.
Su resonancia grandiosa nos viene ya dada de revelación " ego eimi ", aunque
también la refuerza la trilogía de predicados.
Es evidente que todo el acento carga sobre la afirmación "yo soy el camino".
De por sí "el camino", resulta una metáfora extraña aplicada a una persona,
sus sentidos se esclarecen al agregar que en esa persona se encarnan "la
verdad" y "la vida", casi podría sonar como una razón o fundamento, 'pero es
mas bien una explicación aclarativa: "yo soy el camino, es decir, la verdad
y la vida", para cuantos deseamos alcanzar esa meta. Lo que con otras
palabras equivale a decir: porque Jesús revela la verdad que lleva a la vida
y a quien acoge con fe y realiza esa verdad, le comunica la vida verdadera,
conduce a todo aquel que cree en él hasta la meta de su existencia "hasta el
Padre"; y así se convierte en "el camino".