LA NUEVA SÚPLICA ¿Conoces una solemne oración que comunica la vida? (Jn 17, 17-19)
Miguel Alberto Mejía Ropain
3" de Teología 2009
"Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado
al mundo, yo también los he enviado al mundo. Por ellos me santifico a mí
mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad" (Jn
17, 17-19)
Creo conveniente dar a conocer la densidad de los términos empleados que
pone de relieve la altura y grandeza del contenido de la petición. La
expresión que se expondrá, incluye también la dimensión de "fe" y de "amor".
Se pide, pues, que la fe corno una unción, penetre el alma de nosotros y que
la corriente de amor divino que brota del Padre hacía el Hijo nos inunde y
nos lleve al cumplimiento del amor fraterno hasta la muerte (Jn 3, 10-17).
El instrumento o medio de la súplica es la Verdad, Revelación, la Gracia, el
don de Dios, la fuerza de la palabra asimilada en el corazón, el Espíritu de
Dios que morará en nosotros siendo fieles.
Tres ideas destacan principalmente: el mundo corno objeto del envío de
Jesucristo por el Padre y de los discípulos por Jesucristo. El mundo aparece
como término del amor de Dios. Aquí, sin duda, el término mundo tiene
presente a la humanidad.
En segundo lugar, destaca la identidad de la misión entre Cristo y los
discípulos. Los discípulos son continuadores de la misión de Cristo. Desde
ese envío de Jesús, se explica también la conciencia misionera de la
comunidad. Por eso. no se puede reducir a una sublimación de un esfuerzo
misionero comprometido.
Por último, se mostrará una verdadera ofrenda sacerdotal, que tiene un
alcance de presente. La finalidad de la ofrenda es la "consagración", fruto
del sacrificio de Cristo. para quedar llenos de forma firme y permanente
(perfecto) del ser y fuerza de Dios. Así, este pequeño discurso obtiene una
perfecta y cerrada unidad.
Introducción
Trataré puntos fundamentales que pueden ser objeto de una reflexión,
meditación, oración más detenida. Lo que mostraré tiene como una finalidad
de formación permanente. Se expondrán los materiales con la convicción de
prescindir de muchas cuestiones disputadas.
Las promesas del Espíritu Santo, de Cristo y el Padre que morarán en aquel
que es fiel y que ama, son la mejor exposición de una altura espiritual de
la que habla la consumación en la gran oración de súplica, medio cristiano
de una espiritualidad altísima. La súplica, es la sublime plegaria por la
fecundidad del sacrificio en vida eterna para la humanidad y plegaria por la
unidad de la Iglesia en la fe y el amor. Al final, encontraremos el origen y
el despliegue de toda la obra salvífica. De esa manera es que se podrá
comprender que toda la Pasión esté concebida como la realeza del amor de
Jesús.
Jesús ora
Es una petición de Jesús, que hace descubrir el verdadero sentido de su
"glorificación". Esta oración sirve para desencadenar las fuerzas
soteriológicas que comunican la vida, y que él ha liberado con su muerte a
favor de los hombres. Es una nueva súplica por la "santificación". Los
discípulos han de equipararse para su actuación en el mundo, y desde luego
con la "verdad"; es decir, llevando en sí mismos, como una realidad y
fuerza, la palabra divina que Jesús les ha encomendado, en la medida en que
la Palabra de Dios, que es "verdad", les transmite y otorga el ser divino.
Sobre la Palabra de Dios corno portadora y transmisora de la "verdad", puede
también rastrearse en 1.1n 1,8: "La verdad no está en nosotros" es sinónimo
de "su palabra no está en nosotros" (1.1n 1,10). Porque la Palabra de Dios
permanece en los jóvenes, éstos han vencido al Maligno (1.1n 2.14). La
comunidad es consciente de la fuerza santificante y robustecedora de la
palabra divina en la repulsa del pecado y de la "mentira" (1Jn 2,21.27).
La súplica también centra su mirada en el mundo; es ahí donde la comunidad
de los discípulos ha de realizar su existencia. Jesús no desea que el Padre
saque a los discípulos del mundo, pero eso no es todo: incluso los ha
enviado al mundo. Se hace una llamada a continuar en el mundo la misión de
Jesús. Desde ese envío de Jesús, tal como lo entiende el Evangelio de Juan,
se explica también la conciencia misionera de la comunidad, de la Iglesia,
de nosotros como pueblo consagrado. Jesús fue enviado al mundo para dar
"testimonio de la verdad", para proclamar abiertamente, ante todo el mundo,
lo que "había visto y oído" junto al Padre, y esa voz debe seguir resonando
en el mundo.
La santificación parte de Dios, tiene en la verdad divina su ámbito propio y
la Palabra de Dios la comunica. El envío, condujo a Jesús como el enviado
divino, que hace posible la santificación de los hombres y su incardinación
en el ámbito divino. Si los discípulos han de continuar la obra, deben
también estar personalmente santificados, y aquí vuelve a entrar Jesús en su
función mediadora. Esto afirma algo más de Jesús: se "santifica" a sí mismo
por los discípulos, a fin de que ellos a su vez sean santificados. El
Evangelio de Juan en esto no deja duda que está pensando en la entrega de
Jesús a la muerte. No se puede, pues, extrañar que se aflore en la súplica
la terminología sacrificial, ya que es provocada por el contexto.
Verdad y santidad, es lo que debe darse con fuerza en la vida del creyente.
Sólo el que permanezca en la palabra de Jesús llegará a conocer
verdaderamente la verdad y a experimentar la santidad y a verse
interiormente liberado del pecado. Cuando el creyente deja que la semilla de
la palabra "permanezca" activamente en él, se hace impecable (1Jn 3,9), se
santifica en la verdad.
Captatio Benevolente.
Este trabajo reflexivo, está dirigido en primer lugar, a los hombres que
están encerrados en sí mismos sin deseos de trascendencia. A ellos les envío
mi mensaje que implica una iluminación y una conversión, a saber: que el
hombre reconozca en Jesús el camino, la verdad y la vida y abandone su
rebeldía contra Dios. En segundo lugar, está dirigido, a aquellos que han
podido conocer que la verdad es ser santificado por ella, desarraigado de la
mentira y adherido a Dios.
Resumiendo
La santificación implica en primer lugar la limpieza de pecado. En este
sentido la petición de Jesús "No le pido que los retires del mundo sino que
los preserves del Maligno" (.1n 17,15) es ya un primer paso. Pero la
santificación es sobre todo unión con Dios, pasar a ser posesión de Dios; la
santificación es consagración interior. La petición de Jesús en Jn 17,17-19
es un desarrollo, una variante y una especificación concreta de la petición
de la Unidad. La santificación que Jesús pide para sus discípulos es la
unción de la verdad, de la Palabra de Dios en la vida del cristiano, la
penetración total de la comunión divina en la persona del discípulo. Ello
implicará el don de sí mismo, el esfuerzo continuo por apartarse del pecado,
la meditación de la Palabra de Dios, la celebración del Sacramento de la
comunión, la fe vivida y asimilada interiormente, el amor como donación de
sí mismo (el Dios Santo es el Dios Amor).
La palabra de Jesús con la que es consagrado el creyente, tiene una fuerza
liberadora para el creyente mismo. Pero esa consagración en la verdad, en
cuanto es amor práctico, es también la mayor y más auténtica energía
liberadora de la humanidad. Liberación por el amor humilde y sacrificado.
Esa es la dimensión práctica de la consagración por la verdad. Obrar la
verdad, significa abrirse a la luz, renunciar al pecado y a las propias
tinieblas, aceptar como norma de vida el mandamiento nuevo, reconocer a
Jesucristo como el único Camino y adorar al Padre en Espíritu y en verdad
(Jn 4,23-24).