Pastoral de la Cultura
Consejo Pontificio de la Cultura
Introducción
El Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, cardenal Paul Poupard, y el secretario del citado dicasterio, padre Bernard Ardura, presentaron, recientemente, el documento titulado «Para una pastoral de la cultura». También intervino el cardenal Martini. Ofrecemos en esta página una síntesis del texto.
Pablo VI escribió, en Evangelii nuntiandi, que la ruptura entre la fe y la cultura constituía el drama de nuestra época. Mientras que durante siglos decir cultura era prácticamente sinónimo de Iglesia, nuestros tiempos se caracterizan por un atípico, casi antinatural, extrañamiento mutuo entre ambas realidades. Frente a esta situación se advierte un sentimiento de desconcierto y desazón que ha ido creciendo en los últimos años. El cuadro que emerge de las relaciones presentadas con ocasión de las visitas ad limina presenta, junto a algunas Iglesias locales comprometidas en una nueva evangelización, un difuso sentimiento de desaliento en muchas otras, que se refleja después en múltiples síntomas: la sensación de haber perdido el contacto con las personas e instituciones creadoras de cultura, especialmente en el campo de la educación; una cierta desconfianza frente a la cultura predominante, sospechosa de ocupar el puesto de la fe, y el consiguiente repliegue en guetos nostálgicos; una insensibilidad ante la importancia del campo cultural para la nueva evangelización, o bien la consideración de la pastoral de la cultura como un lujo, que tendría lugar sólo tras haber resuelto los problemas más urgentes.
-Se trata, pues, de un documento pastoral, tanto en la concepción general como en las propuestas concretas que en él se presentan. No se trata de un documento de estudio o análisis cultural; tampoco se limita a enumerar fríamente una serie de objetivos pastorales. Contiene un poco de ambas cosas, tratando de ofrecer algunas claves para comprender los principales ámbitos culturales de nuestro tiempo y pautas de acción en dichos campos.
-Está dirigido ante todo a los pastores, pero también a todos los cristianos, sacerdotes, religiosos, laicos, comprometidos en la nueva evangelización. Destinatarios del documento son también los futuros sacerdotes y religiosos, así como los responsables de Centros culturales católicos. El objetivo, en definitiva, es hacer tomar conciencia a toda la Iglesia de la importancia de este campo de acción pastoral, en el que se juega el destino de la Humanidad. No se trata de una pastoral de lujo, dedicada a los intelectuales y los artistas, sino más bien de una dimensión transversal que afecta a toda acción evangelizadora. En este sentido se dirige a toda la Iglesia, como una llamada a vivir en plenitud la fe, pues una fe que no se hace cultura -en palabras de Juan Pablo II especialmente subrayadas- es una fe no plenamente asumida, no enteramente pensada, no fielmente vivida.
-El documento, que ha conocido un largo proceso de elaboración en estos últimos cinco años es fruto de innumerables consultas con obispos de todo el mundo, así como de los consultores del Consejo de la Cultura miembros de la Comisión Teológica Internacional. Ha conocido sucesivas redacciones y ha sido ampliamente discutido, especialmente con ocasión de la Asamblea Plenaria del Dicasterio celebrada en 1997.
-En cuanto al contenido, la primera parte ofrece algunas líneas de orientación, de carácter más teórico, acerca de las relaciones entre la fe y la cultura, sin pretender hacer de ello un estudio exhaustivo. Se trata tan sólo de señalar y resumir los puntos clave del debate teológico actual.
LOS NUEVOS AREÓPAGOS
La segunda parte trata de llamar la atención sobre los diferentes campos culturales que constituyen a la vez un desafío y una esperanza para el anuncio del Evangelio. Se trata de los nuevos areópagos, como los definió Juan Pablo II en Redemptoris missio, es decir, de espacios abiertos a la misión. Además de presentar una panorámica de los principales desafíos culturales en todos los continentes, el documento analiza especialmente los areópagos de los medios de comunicación social, la educación, la familia, el arte, la cultura científica, el ocio y tiempo libre, las nuevas formas de religiosidad y las sectas, etc., tratando de identificar lo que el documento llama puntos de anclaje y piedras de espera para el anuncio del Evangelio, así como señalando las principales amenazas.
La tercera parte, claramente propositiva, lanza sugerencias de actuación pastoral para responder a las esperanzas y recoger los desafíos de los que son portadores los diversos campos culturales. No se trata de emplear grandes recursos; con medios pequeños se puede lograr un enorme impacto cultural: los Centros culturales católicos son, sin duda, el caso paradigmático de la eficacia de medios modestos bien empleados.