La eutanasia que nos espera: Holanda fuera de control
De los estrictos requisitos
a la práctica incontrolada:
Eutanasia en Holanda
Cuando se propone permitir la eutanasia, se la plantea como una solución
para casos extremos, bajo control riguroso. La experiencia muestra que, si
se legaliza, la práctica de la eutanasia tiende a expandirse cada vez más.
Es el fenómeno llamado de la "pendiente resbaladiza", que Javier Vega
Gutiérrez, profesor de Medicina legal, examina cómo se ha verificado en las
tres jurisdicciones del mundo donde se autoriza la eutanasia: Holanda,
Oregón (Estados Unidos) y Bélgica, en sendos estudios publicados en
"Cuadernos de Bioética" (enero-abril 2007). Resumimos el relativo a Holanda,
que el Dr. Vega firma junto con Íñigo Ortega.
Sobre la situación de la práctica eutanásica en Holanda existen
fundamentalmente tres informes oficiales acerca de las muertes producidas en
1990, 1995 y 2001. Los resultados más relevantes se exponen en la tabla.
La metodología usada en estos informes para obtener los datos consistió en
entrevistas a más de 400 profesionales sanitarios en cada año estudiado, y
el análisis de una muestra representativa de 5.200-5.600 certificados de
defunción.
Es importante advertir que las únicas cifras objetivamente verificables son
las relativas al número total de fallecimientos y al número total de casos
de eutanasia notificados. Todas las demás se basan en respuestas anónimas
del personal sanitario acerca de los casos en que manifestaron estar
involucrados, y se trata por tanto de estimaciones. Un último punto
preliminar es que en los informes se adopta una definición reductiva de
eutanasia, que en la ley holandesa significa solamente eutanasia voluntaria
activa.
Cada vez más
Realizando un breve análisis de la tabla, vemos cómo casi todos los tipos de
muertes relacionadas con la eutanasia han ido aumentando de un estudio al
siguiente. Adoptando la definición holandesa de eutanasia como "eutanasia
voluntaria activa", se produjeron 2.300 casos en 1990, 3.200 en 1995, y
3.700 en 2001.
Si se incluyen todos los casos en que los médicos pretendían explícitamente
acortar la vida (tanto por acción como por omisión, con petición o sin
petición de los pacientes), el total se eleva notablemente. Añadiendo por
tanto los casos de suicidio asistido, los de terminación de la vida sin
petición, las muertes por intensificación del tratamiento del dolor y de
otros síntomas con propósito explícito de acortar la vida, y los casos de
renuncia al tratamiento o retirada del mismo con la misma intención, el
total de muertes intencionadas ha ido ascendiendo de unas 15.400 en 1990 a
19.700 en 1995 y 31.600 en 2001.
Sin petición del enfermo
Los casos de "terminación de la vida sin petición" del paciente han
permanecido prácticamente invariables en los diferentes informes, en torno a
mil. El control social es prácticamente nulo, pues los médicos no los
notifican. Para el secretario de la Real Asociación Médica de Holanda, este
número es un índice de que la práctica eutanásica está todavía bajo el
control de los médicos. Sin embargo, que alrededor de mil enfermos mueran
cada año de esta forma es inaceptable también para muchos partidarios de la
legalización de la eutanasia (y no se consideran aquí otros tipos de
eutanasia sin solicitud del paciente).
También la "eutanasia neonatal" se da sin prácticamente ningún control
social, pues los médicos no la declaran. Se han notificado una media de 3
casos anuales entre 1996 y 2001; sin embargo, en 2001, a unos 100 de los
1.088 niños que murieron con menos de un año, los médicos les suministraron
fármacos para acelerar la muerte.
En cuanto a la "sedación terminal", el informe pretende combinar la
administración de medios para provocar la sedación profunda o coma y la
omisión de la hidratación y la nutrición. En 8.400 casos ha sido aplicada la
sedación, y en 5.500 de ellos no se ha suministrado ni alimento ni líquidos.
En el 46% de los casos de sedación el fin era doble: aliviar los síntomas y
acelerar la muerte, mientras que en el 54% acelerar la muerte era el fin
principal. Todo esto, aunque la cesación de la vida sea más lenta, es un
acto intencional de eutanasia.
Según los informes, el motivo principal por el que se solicita la eutanasia
está relacionado con una grave enfermedad física, que sea origen de un
"sufrimiento insoportable sin perspectivas de mejoría", o "para evitar la
pérdida de dignidad" y "evitar un sufrimiento ulterior", siendo poco
frecuente que se practique la eutanasia a petición a causa de una patología
psiquiátrica, o por "estar cansado de vivir".
Eutanasia sin transparencia
En relación con los "cuidados paliativos", el informe señala que la mitad de
los médicos encuestados no pueden juzgar su eficacia para prevenir las
peticiones de eutanasia, pues no tienen un conocimiento suficiente sobre
ellos, y que en Holanda la calidad de la Medicina paliativa deja aún mucho
que desear. Sin duda, una oferta insuficiente de cuidados paliativos puede
hacer que el paciente perciba prontamente el dolor como insoportable; sin
embargo, el síntoma dolor sólo es el motivo de la solicitud en el 29% de los
casos.
Con relación a las notificaciones de eutanasia por parte de los médicos, se
ha confirmado en los diferentes estudios que sólo una minoría de los médicos
rellena el cuestionario, y no en todos los casos en que intervienen. El
número anual de notificaciones fue aumentando hasta más de 2.500 en 1998,
para después empezar a disminuir y quedarse por debajo de 2.000 desde el año
2002.
El cambio de tendencia coincide con el del procedimiento de notificación,
que antes se tramitaba por medio del patólogo comunal y ahora debe hacerse a
la "Comisión regional de control sobre la eutanasia". Con el nuevo sistema
se pretendía que los médicos comunicaran los casos de eutanasia con mayor
regularidad, para hacer más transparente esta práctica; pero no se ha
obtenido el fruto esperado. En 2001 los médicos evitaban el control jurídico
en la mitad de los casos, y en 2003 se ha revelado que para no tener que
notificar los casos de eutanasia, los médicos acudían a la denominada
"sedación terminal" con intención de acabar con la vida del paciente.
A la vista de los datos, intentaremos comprobar si en Holanda se ha
producido el deslizamiento por la "pendiente resbaladiza" de la eutanasia.
Utilizaremos el esquema propuesto por I. Ortega ("La pendiente resbaladiza.
¿Ilusión o realidad", "Annales Theologici" 17 (2003), 107-112), que
distingue cuatro fases en el deslizamiento:
A: ley que autoriza la eutanasia o el suicidio asistido si se dan tres
requisitos: 1.°, plena voluntariedad; 2.°, enfermedad terminal; 3.°, padecer
dolores insoportables.
B: se permite la eutanasia no voluntaria e involuntaria (pacientes en coma,
recién nacidos con malformaciones, ancianos dementes o enfermos con
perturbaciones mentales).
C: se permite la eutanasia o el suicidio asistido en enfermos incurables no
terminales, o que no están en situación irreversible, o con enfermedades de
las que se pueden curar.
D: se permite la eutanasia por motivos de sufrimiento psicológico, por
pérdida de la autonomía, escasa calidad de vida, sentimiento de ser una
carga económica, etc.
Cae la primera barrera
Con respecto a la primera condición exigida por la ley (voluntariedad plena
en el enfermo que solicita la eutanasia), al estudiar el caso holandés se
aprecia que, tanto tribunales como la Real Sociedad Médica, en casos de
pacientes que sufren depresión, demencia u otra enfermedad psíquica, aceptan
que se les practique la eutanasia. Aun reconociendo que la capacidad de
juicio del enfermo está disminuida, consideran "cruel" aplicar los
requisitos legales de forma estricta. Lo mismo ocurre con recién nacidos
minusválidos o pacientes en coma, que claramente no pueden expresar su
voluntad: para acabar con sus vidas basta que el doctor y/o la familia
opinen que el sufrimiento es insoportable y pongan en duda la eficacia de
los tratamientos.
Existen pruebas razonables provenientes de diversas investigaciones que
denuncian una extensión progresiva de la eutanasia no voluntaria e
involuntaria; basta pensar en el Informe Remmelink (1991) o en el Segundo
Informe (1996), en el millar de eutanasias causadas sin ninguna petición del
paciente.
No es fácil calcular con precisión la extensión de la eutanasia no
voluntaria e involuntaria, aunque diferentes estudios coinciden en afirmar
que es mayor el número de las muertes "sin petición expresa". Entre las
causas se señalan tanto el deseo del médico de acabar con casos de
sufrimiento extremo, convencido de que actúa en beneficio del paciente, como
el considerar que hay vidas carentes de valor que no merecen la pena ser
vividas, por la falta de calidad de vida.
Para cansados de vivir
El segundo requisito, la condición de enfermo terminal, no es exigido por
los tribunales desde el caso Chabot, y ni siquiera la Real Sociedad de
Médicos la considera importante. Ya durante el debate parlamentario,
temiendo un descenso por la pendiente resbaladiza, el senador Egbert
Schuurman había predicho el peligro de que "los defensores de la eutanasia
irán añadiendo nuevos criterios, por ejemplo 'estar cansado de vivir'".
Efectivamente, nada más acabar el debate, el propio ministro de Sanidad Els
Borst, en una entrevista, se mostró partidario de la así llamada píldora de
suicidio (Drion-pill) para aquellas personas mayores que estuvieran cansadas
de vivir.
Otro ejemplo es el del Dr. Sutorias, que facilitó el suicidio de un anciano
de 86 años que "estaba cansado de vivir", aunque gozaba de buen estado
físico. Un tribunal de primera instancia dictaminó que el médico no había
violado las normas sobre la eutanasia, si bien un tribunal de apelación y
finalmente la Corte Suprema decidieron que fuera procesado.
Subdesarrollo de los cuidados paliativos
El último requisito ya hemos estudiado cómo se verifica: es indiferente que
el dolor sea somático o psíquico, y se aplica la eutanasia a personas que la
solicitan por motivos diferentes del sufrimiento.
El subdesarrollo de la Medicina paliativa en Holanda es uno de los efectos
previstos en el argumento de la pendiente resbaladiza que se ha cumplido con
más claridad. Cuando en 1993 se reglamentó la eutanasia, los cuidados
paliativos en Holanda apenas estaban desarrollados; el Gobierno parecía más
preocupado por el debate de la eutanasia que por buscar alternativas
eficaces. El ministro de Sanidad del siguiente gobierno, en una carta
enviada al Parlamento en 1996, reconoció una gran carencia de profesionales
de asistencia paliativa, falta de coordinación y descuido de los programas
de formación en este sector de la Medicina. Hasta el verano de 1997 no se
produce una inversión económica sustancial del Gobierno para mejorar el
desarrollo de los cuidados paliativos.
Observadores extranjeros y, cada vez más, también de la propia Holanda,
atribuyen este retraso a la eutanasia, que se ha convertido en una opción
sustitutiva de estos cuidados, una opción rápida, barata y definitiva del
problema del sufrimiento, que ha impedido el desarrollo de alternativas.
En pacientes incapaces
Como señala Ortega, de la evolución de la eutanasia en Holanda se deduce que
se ha producido un fuerte descenso por la pendiente resbaladiza a la fase B
(ausencia de voluntariedad): se ha permitido la eliminación de pacientes
incapaces (con depresión, dementes, enfermos psíquicos, recién nacidos
minusválidos o pacientes en coma); no se han desarrollado mecanismos que
puedan evitar las presiones (médicas, familiares o sociales), y existe una
práctica extendida de eutanasia involuntaria que ha provocado desconfianza y
deterioro de la convivencia.
La fase C, que admite varios grados, se ha cumplido en todos ellos: el
primero, cuando se ha permitido la eliminación de enfermos incurables pero
que no se encontraban todavía en estado terminal; el segundo, con la
eutanasia de los que no están en situación irreversible; y el tercero, con
la supresión de pacientes con enfermedades que se pueden curar.
En el descenso a la fase D se ha llegado a una "profundidad" considerable:
de permitir la eutanasia a personas que padecían dolores intratables se ha
pasado a las personas con sufrimientos psíquicos, y de aquí a los que en
realidad no experimentaban dolor, sino que tenían otros motivos para acabar
con sus vidas.
Pero el argumento de la pendiente resbaladiza no se limita a pronosticar que
una vez dado el paso A y aceptada la eutanasia en unos pocos casos límites,
se producirán B, C y D. También sostiene que las medidas preventivas que
intenten impedir este deslizamiento están destinadas al fracaso y, al cabo
de un tiempo, las autoridades no perseguirán a los infractores de la ley o
incluso la cambiarán, permitiendo comportamientos menos restrictivos.
En Holanda, esta previsión se ha cumplido: los tribunales han eliminado
varios de los límites considerados como "medidas estrictas de seguridad"
introducidas por el Gobierno en 1993. El Gobierno no ha conseguido controlar
la práctica, pues la mayoría de los médicos no notifican los casos de
eutanasia (es irreal pretender que el médico se autodenuncie cuando no ha
cumplido con las condiciones establecidas), y es incapaz de verificar que se
cumplen el resto de las medidas preventivas. Por su parte, los tribunales, a
juzgar por el escaso número de procesos y la cantidad irrisoria de condenas,
no parecen demostrar capacidad o interés en perseguir a los infractores de
la ley.
Salvaguardas inoperantes
En Holanda el descenso por la pendiente resbaladiza ha sido muy fuerte; las
autoridades no han podido controlar la práctica de la eutanasia ni a los
trasgresores de la ley; las precauciones establecidas legalmente han
desaparecido en parte y la ley ha terminado permitiendo nuevos casos
distintos de los iniciales.
También otros autores, como H. Jochemsen y J. Keown ("Voluntary euthanasia
under control? Further empirical evidence from the Netherlands", "Journal of
Medical Ethics" 25 (1999), 16-21), a la vista de los datos empíricos
holandeses, confirman que "el paso A" (permisividad legal de la eutanasia
voluntaria bajo ciertos requisitos) ha dado origen en Holanda a un fuerte
descenso por la pendiente resbaladiza. Señalan que el informe de 1990 ha
manifestado el fracaso de las "salvaguardas estrictas" establecidas en 1984
por los tribunales y la Real Asociación Médica holandesa, y que no se han
cumplido las garantías esenciales ofrecidas por los partidarios de la
eutanasia voluntaria. Estos autores señalan también que los datos del
segundo informe de 1995 confirman de nuevo el descenso por la pendiente
resbaladiza, y muestran que la mayoría de los casos de eutanasia, tanto con
petición como sin ella, quedan sin informar y sin comprobar.
Los proponentes holandeses de la eutanasia voluntaria aseguraban que su
tolerancia, sujeta a "salvaguardas", permitiría a la eutanasia quedar
"expuesta a la luz pública" y ser controlada con efectividad. Sin embargo,
ante el hecho indiscutible de que la mayoría de las veces no existe siquiera
oportunidad de examinar los casos oficialmente, las pretensiones de
regulación efectiva son vanas: la eutanasia en Holanda se está deslizando
por la pendiente resbaladiza.
(cortesía de Aragón liberal)