Mi tabla ética ante mi enfermedad y muerte
Usted morirá.
¿Ha pensado en las implicancias éticas?
* He de asumir mi propia muerte, en tanto persona reflexiva y consciente del
don de la vida, como la condición natural de la existencia humana en este
mundo espacio-temporal.
* Tengo la obligación moral de dejarme curar por el personal sanitario,
otorgando confianza a su competencia profesional y a su intención de buscar
siempre mi propio bien.
* He de estar dispuesto a aceptar aquellos cuidados paliativos que reduzcan
mis dolores, aunque ello ocasione una abreviación de mi existencia, siempre
y cuando se me haya consultado previamente o a mi familia –en caso de
incapacidad– y no sean un pretexto para procurar intencionadamente mi
muerte.
* Tengo derecho a solicitar al personal sanitario información lo más clara
posible acerca de cuál es mi situación real y a que mis preguntas sean
respondidas del modo más comprensible para mí a través de un diálogo sincero
y confiado con los médicos, que puede plasmarse en un consentimiento
informado.
* He de rechazar siempre la obstinación terapéutica que busque alargar mi
vida de modo artificial y desproporcionado, ocasionándome dolores y
sufrimientos innecesarios sin respetar mi propia capacidad de decisión, o la
de quien me represente.
* Antes de someterme a tratamientos analgésicos o sedativos que me hagan
perder la consciencia, he de solicitar al personal sanitario que respete mis
deseos de concluir mis obligaciones familiares y morales, y cumplir con mis
anhelos espirituales.
* No solicitaré a los médicos ni a mis familiares que me ayuden al suicidio,
ni que me apliquen la eutanasia en ningún caso; sin embargo, sí solicitaré
que los dolores que padezca sean reducidos proporcionalmente, aún a riesgo
de que mi vida se vea abreviada como consecuencia indirecta –no buscada– del
tratamiento paliativo.
* Abogaré, en tanto que ciudadano, por el derecho a que el personal
sanitario pueda ampararse en la objeción de conciencia para negarse a
colaborar en un suicidio asistido o en la eutanasia.
* He de estar dispuesto a donar mis órganos para trasplantes una vez muerto,
porque es un auténtico acto de amor, con el que se me concede la oportunidad
de aliviar el sufrimiento de numerosas personas que podrán continuar
viviendo gracias a mi donación.
* En tanto que posible enfermo –e incluso disfrutando de salud–, he de
redactar unas voluntades anticipadas en las que exponga cuáles son mis
deseos al final de mi existencia, sin contradecir de los criterios morales
anteriormente
(Elaborado por el filósofo Enrique Bonete, A&O 499)
(Vea: asistencia al moribundo)