El Viaje Eterno, Turismo de la Muerte
Escrito por Domencio Di Sette
El Observador de la Actualidad
n° 837
Viktor Frankl, psiquiatra y escritor, fundador del método de la logoterapia:
«Debemos aprender por nosotros mismos y también enseñar a los hombres
desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida
-como es el caso de estos ‘viajeros’- sino que la vida espere algo de
nosotros».
Siempre que se habla de turismo, lo primero que viene a la mente son unos
paisajes o unas cuantas ciudades culturales donde poder pasar las
vacaciones; la idea de viajar por placer y en compañía de amigos. Casi
siempre turismo es sinónimo de descanso, de lugares nuevos por conocer.
Pero, aunque pueda parecer extraño, hay personas que deciden «viajar» a
otros países para suicidarse.
El turismo suicida se registra principalmente en Suiza, Holanda, Luxemburgo,
Bélgica, Australia, y en los estados de Washington y Oregon, en Estados
Unidos, países donde está permitida la eutanasia. Al turismo suicida
recurren principalmente adultos y personas con discapacidades físicas o
enfermos terminales.
En Zurich, Suiza, el centro de suicidio asistido Dignitas ofrece diversos
servicios a sus miembros: hay una especie de orientación sobre la decisión
de morir; se les dan a conocer las variantes del suicidio, sus
consecuencias, y la asistencia durante el proceso. Dicha organización fue
fundada en 1998 y ha ayudado a 450 personas a morir.
Una pareja británica prefirió viajar a Australia para que se les aplicara la
eutanasia. Realizaron el suicidio en la Exit International, que les ofreció
el servicio. Minutos antes de cometer el suicidio, la pareja grabó un video
que publicaron en YouTube, donde apoyaban la eutanasia asistida.
Frente a tales eventos, Suiza decidió proponer una iniciativa de ley que
buscaba limitar el «turismo» suicida y evitar que más extranjeros viajaran a
su país para morir de forma voluntaria. A mediados de mayo, los electores
rechazaron la iniciativa con 78.4 y 85.5 en contra.
Naturalmente, el suicidio no es gratis. Basta con decir que la clínica
Dignitas cobra el equivalente a 8 mil 300 dólares por aplicar la eutanasia.
Lo que se pone aquí es la pregunta por el sentido de la vida. Viktor Frankl,
psiquiatra y escritor, fundador del método de la Logoterapia, prisionero
mucho tiempo en los campos de concentración, escribe en su libro El hombre
en búsqueda de sentido que lo que en verdad necesitamos es un cambio radical
en nuestra actitud frente a la vida.
Debemos aprender por nosotros mismos y también enseñar a los hombres
desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida
-como es el caso de estos ‘viajeros’- sino que la vida espere algo de
nosotros. Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio,
pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente.
Ningún hombre ni ningún destino pueden compararse a otro hombre o a otro
destino. Todos, enfermos y sanos, tienen la misma dignidad, y todos tienen
igual derecho a la vida.
El sufrimiento es lo que hace individual a cada ser humano. Viktor Frankl
cuenta una de sus experiencias en el campo de concentración: dos prisioneros
habían manifestado la intención de suicidarse porque ya no esperaban algo en
la vida. La logoterapia, un nuevo método ideado por Frankl, con sus mismas
palabras consistía en hacerles comprender que la vida sí esperaba algo de
ellos. A uno de ellos le esperaba en el extranjero su hijo, un hijo al que
adoraba. En el otro caso no se trataba de una persona sino de una cosa: ¡su
obra! Era un científico que había iniciado la publicación de una colección
de libros aún por concluir.
El psiquiatra afirmaba que cuando se acepta a la persona como un ser
irrepetible, insustituible, entonces surge en toda su trascendencia la
responsabilidad que el hombre asume ante el sentido de su existencia. Un
hombre consciente de su responsabilidad ante otro ser humano que lo aguarda
con todo su corazón, o ante una obra inconclusa, jamás podrá tirar su vida
por la borda.