Florilegio del libro 'Luz del mundo' de Benedicto XVI
El libro "Luz del mundo” en cápsulas La voz sincera y cercana de un papa
ante un mundo en transformación
El libro-entrevista Luz del mundo, presentado este martes en el Vaticano,
recoge respuestas francas de Benedicto XVI al periodista Peter Seewald sobre
el Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos.
La conversación ofrece claves sobre los retos de la sociedad actual y la fe
y la crisis de la Iglesia. También aclara numerosas cuestiones en torno a
cuestiones concretas como el caso Williamson, su discurso en Ratisbona, la
polémica en torno al preservativo, los homosexuales, sus modificaciones en
la liturgia,...
Presentamos algunas de las frases más destacadas del libro.
--Sorpresa ante su elección: "El hecho de que me viera de pronto frente a
esa formidable tarea fue, como todos saben un shock para mí. La
responsabilidad es realmente gigantesca”.
--El poder del papa: “El papa no tiene divisiones ni puede comandar. Tampoco
posee una gran empresa en la que todos los fieles de la Iglesia fuesen sus
empleados o subordinados. En tal ese sentido, el papa es, por un lado, un
hombre totalmente impotente. Por otro lado, tiene una gran responsabilidad.
En cierta medida es el jefe, el representante, y al mismo tiempo el
responsable de que la fe que mantiene unidos a los hombres sea creída, que
siga estando viva y que permanezca intacta en su identidad. Pero sólo el
mismo Señor tiene el poder de mantener a los hombres también en la fe”.
--Renuncia al papado: “Si el papa llega a reconocer con claridad que física,
psíquica y mentalmente no puede ya con el encargo de su oficio, tiene el
derecho y, en ciertas circunstancias, también el deber de renunciar”.
--Persecución: “La Iglesia, el cristiano, y sobre todo el papa, debe contar
con que el testimonio que tiene que dar se convierta en escándalo, no sea
aceptado, y que, entonces, sea puesto en la situación de testigo, en la
situación de Cristo sufriente”.
--Las masas y el papa: “No se trata tanto del contacto con la persona, sino
del contacto físico con ese ministerio, con el representante de lo sagrado,
con el misterio de que hay un sucesor de Pedro, uno que debe representar a
Cristo. En este sentido hay que aceptarlo y no tomar como un agasajo
personal el júbilo dirigido a uno mismo”.
--Escoger colaboradores: “Lo decisivo es que tenga las cualidades, que sea
una persona espiritual, un hombre realmente creyente y, sobre todo,
valiente. Eso implica no dejarse doblegar por el dictado de las opiniones
sino actuar a partir de lo que se reconoce interiormente, aun cuando ello
traiga consigo enojos. Y, como es natural, han de ser hombres que posean
cualidades intelectuales, profesionales y humanas de modo que sean capaces
de conducir e integrar también a otros en una comunidad familiar”.
--Juan Pablo II: “Yo me sé realmente un deudor suyo que, con su modesta
figura, procura continuar lo que Juan Pablo II hizo como gigante”.
--Crisis de los abusos: “Todo esto ha sido para nosotros un shock y a mí
sigue conmoviéndome hoy como ayer hasta lo más hondo”.
--Soluciones a los abusos: “Lo importante es, en primer lugar, cuidar de las
víctimas y hacer todo lo posible por ayudarles y por estar a su lado con
ánimo de contribuir a su sanación; en segundo lugar, evitar lo más que se
pueda estos hechos por medio de una correcta selección de los candidatos al
sacerdocio; y, en tercer lugar, que los autores de los hechos sean
castigados y que se les excluya toda posibilidad de reincidir”.
--Afrontar los abusos: “Lo que nunca debe suceder es escabullirse y
pretender no haber visto, dejando así que los autores de los crímenes sigan
cometiendo sus acciones. Por tanto, es necesaria la vigilancia de la
Iglesia, el castigo para quien ha faltado, y sobre todo la exclusión de todo
ulterior acceso a niños”.
--Situación actual de la Iglesia: “La Iglesia vive. Contemplada sólo desde
Europa pareciera que se encuentra en decadencia Pero ésta es sólo una parte
del conjunto. En otros continentes crece y vive, está llena de dinamismo
(···). Si la Iglesia dejara de estar presente, significaría un colapso de
espacios vitales enteros”.
--Año Sacerdotal: “Se podría decir que el diablo no podía tolerar el Año
Sacerdotal y, por eso, nos echó en cara la inmundicia. Por otra parte,
podría decirse que el Señor quería probarnos y llamarnos a una purificación
más profunda”.
--Libro Jesús de Nazaret: “No es un libro del magisterio, un libro que yo
haya escrito en mi potestad papal, sino un libro que me he propuesto desde
hace largo tiempo como mi última gran obra”.
--Legionarios de Cristo (LC): “Naturalmente, hay que hacer correcciones,
pero en términos generales, es una comunidad sana. Hay en ella muchas
personas jóvenes que quieren servir con entusiasmo a la fe. No se debe
destruir ese entusiasmo. Muchos de ellos partieron de una figura falsa, pero
al final se han visto llamados a adherir a una correcta. Éste es el hecho
notable, la contradicción: que, por así decirlo, un falso profeta haya
podido tener un efecto positivo. A esos jóvenes hay que darles un nuevo
aliento. Hace falta una estructura nueva para que no caigan en el vacío sino
que, rectamente conducidos, puedan prestar un servicio a la Iglesia y a los
hombres”.
--Fundador de los LC: “Para mí, Marcial Maciel sigue siendo una figura
enigmática. Por una parte, una vida que, como ahora sabemos, se encuentra
fuera de la moralidad, una vida de aventuras, disipada, extraviada. Por otra
parte, vemos el dinamismo y la fuerza con al que construyó la comunidad de
los Legionarios”.
--Sacerdotes que cohabitan con una mujer: “El problema fundamental es la
honradez. El segundo problema es el respeto por la verdad de esas dos
personas y de los niños a fin de encontrar la solución correcta. Y el
tercero es: ¿cómo podemos educar de nuevo a los jóvenes en el celibato?”.
--Progreso: “Lo que se puede hacer, hay que poder hacerlo. Todo lo demás
iría contra la libertad. ¿Es verdad eso? Yo pienso que no”.
--Deuda: “Vivimos a costa de las generaciones futuras. En tal sentido se
advierte que vivimos en la falsedad. Vivimos orientados hacia las
apariencias, y las grandes deudas se tratan como algo de nuestra propiedad,
sin más. (···) Haría falta una reflexión, reconocer de nuevo lo que
realmente es posible, lo que se puede, lo que se debe”.
--Relativismo: “Nadie discutirá que es preciso ser cuidadoso y cauteloso al
reivindicar la verdad. Pero descartarla sin más como inalcanzable ejerce
directamente una acción destructiva”.
--Nueva intolerancia: “Hay parámetros acostumbrados del pensamiento que se
quieren imponer a todos. Así, pues, se los anuncia en la llamada “tolerancia
negativa”, por ejemplo, cuando se dice que, en virtud de la tolerancia
negativa, no debe haber cruz alguna en los edificios públicos. En el fondo,
lo que experimentamos con eso es la supresión de la tolerancia, pues
significa que la religión, que la fe cristiana, no puede manifestarse más de
forma visible.
--Burka: “No veo razón alguna para una prohibición general. Se afirma que
algunas mujeres no llevan el burka de forma libre y voluntaria, y que se
trata propiamente de una violación de la mujer. Por supuesto, con eso no se
puede estar de acuerdo. Pero si libre y voluntariamente quieren llevarlo, no
sé por qué hay que prohibírselo”.
--Drogas: “Esa serpiente del tráfico y consumo de drogas abarca toda la
tierra, es un poder que no nos imaginamos como se debe”.
--Sed de eternidad: “Hemos de poner de manifiesto -y vivir también- que la
infinitud que el hombre necesita sólo puede provenir de Dios. Que Dios es de
primera necesidad para que sea posible resistir las tribulaciones de este
tiempo”.
--Comunicar el Evangelio: “Debemos procurar decir realmente la sustancia en
cuanto tal, pero decirla de forma nueva. El proceso interior de traducción
de las grandes palabras a la imagen verbal y conceptual de nuestro tiempo
está avanzando, pero aún no se ha logrado realmente. Y esto sólo puede
conseguirse si los hombres viven el cristianismo desde Aquel que vendrá”.
--¿Un nuevo concilio?: “Creo que en este momento el instrumento correcto son
los sínodos, en los que el episcopado entero está representado y, por así
decirlo, se encuentra en un movimiento de búsqueda, mantiene en unión a la
Iglesia y entera y, al mismo tiempo, la lleva hacia adelante”.
--Nueva generación eclesial: “Es distinta, es más positiva que la generación
de la ruptura de los años setenta”.
--Judíos: “Una nueva unión de amor y comprensión entre Israel y la Iglesia,
en el respeto mutuo por el ser del otro y por su propia misión, tiene que
ser esencial para mi anuncio de la fe cristiana”.
--Ortodoxos: “El lugar donde, por así decirlo, nos sentimos más
inmediatamente en casa y donde más podemos esperar también alcanzar la
unidad es la Ortodoxia”.
--Protestantismo: “Ha dado pasos que más bien lo alejan de nosotros: con la
ordenación de mujeres, la aceptación de uniones homosexuales y cosas
semejantes”.
--Ecumenismo: “El mundo necesita un potencial de testimonio a favor del Dios
uno que nos habla en Cristo”.
--Diálogo interreligioso: “Tenemos un mensaje ético que da orientación a los
hombres. Y llevar juntos ese mensaje es de suma importancia en la crisis de
los pueblos”.
--China: “Hay una gran esperanza de que pronto podamos superar
definitivamente la división. Es una meta por la que tengo un interés
especial y que presento diariamente al Señor en la oración”.
--Iglesia-comunidad eclesial: “Hay Iglesia en sentido auténtico allí donde
está dado el ministerio episcopal en la sucesión sacramental de los
apóstoles y, con ello, está presenta la eucaristía como sacramento que
administran el obispo y el sacerdote”
--Ordinariatos: “La iniciativa no partió de nosotros, sino de obispos
anglicanos que se pusieron en diálogo con la Congregación para la Doctrina
de la Fe. Deseamos ofrecer posibilidades para que tradiciones de Iglesias
particulares, tradiciones que han crecido fuera de la Iglesia romana, entren
en comunión con el papa y, de ese modo, en la comunidad católica”.
--Ratisbona: “Yo había concebido el discurso como una conferencia
estrictamente académica, y así lo pronuncié, sin ser consciente de que un
discurso papal no es interpretado en clave académica, sino política”.
--Islam: “Lo reconozco como una gran realidad religiosas con la que debemos
estar en diálogo”.
--Sexualidad: “Lo importante es que el hombre es alma en cuerpo, que él es
él mismo en cuanto cuerpo y que, por eso, se puede concebir el cuerpo de
forma positiva y la sexualidad como un don positivo. A través de ella, el
hombre participa de la condición creadora de Dios. Encontrar esta concepción
positiva y cuidar de ese tesoro que se nos ha dado es una gran tarea”.
--Preservativos: “Es obvio que ella [la Iglesia] no los ve como una solución
real y moral. No obstante, en uno u otro caso pueden ser, en la intención de
reducir el peligro de contagio, un primer paso ene l camino hacia una
sexualidad vivida de forma diferente, hacia una sexualidad más humana”.
--Lefebrianos: “Su excomunión no tenía nada que ver con el Vaticano II, sino
que había sido pronunciada con motivo de una falta contra el primado. En ese
momento habían declarado en una carta su reconocimiento del primado, y en
tal sentido la consecuencia jurídica era muy clara. (···). Lamentablemente,
de nuestra parte se realizó un mal trabajo de comunicación ante la opinión
pública, de modo que el verdadero contenido jurídico y los límites de este
procedimiento no quedaron claros en absoluto".
--Ideales: “Es preciso percibir nuevamente que, como seres humanos, hemos de
plantear exigencias mayores a la condición humana; más aún: que justamente
sólo a través de eso se accede a la felicidad mayor”.
--Pío XII: “Fue uno de los grandes justos, que salvó a muchos judíos, a
tantos como ningún otro”.
--Posesiones de la Iglesia: “No es que arrojemos fuera con liviandad los
bienes mientras conservan su carácter de servicio. La pregunta es por cuánto
tiempo sirve una cosa realmente al conjunto. Nunca debería suceder que
estemos sometidos a ella, de modo que los bienes dominen el Bien, sino
siempre a la inversa”.
--Nueva evangelización: “El único evangelio debe ser anunciado en su
inmensa, permanente racionalidad y, al mismo tiempo, en su poder, que
sobrepasa la racionalidad, para llegar nuevamente a nuestro pensamiento y
nuestra comprensión”.
--Concepción eclesial: “Si cada uno recibe al mismo Cristo, todos estamos
reunidos realmente en ese cuerpo nuevo, resucitado, como el gran ámbito de
una nueva humanidad”.
--Enseñanza de la religión: “Los obispos deben reflexionar de hecho
seriamente sobre cómo puede darse a la catequesis un corazón nuevo, un
rostro nuevo”.
--Indisolubilidad del matrimonio: “Nosotros no podemos manipular esa
palabra. Debemos dejarla así, aun cuando contradiga las formas de vida hoy
dominantes”.
--Eucaristía: “Si es verdad -como creemos- que en la eucaristía está Cristo
realmente presente, éste es el acontecimiento central sin más”.
--Celibato: “Es siempre, por así decirlo, un ataque a lo que el hombre
piensa normalmente, algo que sólo es realizable y creíble si Dios existe”.
--Ordenación de mujeres: “La Iglesia no tiene 'en modo alguno la facultad'
de ordenar a mujeres. No es que, digamos, no nos guste, sino que no podemos.
El Señor dio a la Iglesia una figura con los Doce, y después, en sucesión de
ellos, con los obispos y los presbíteros (los sacerdotes). Esta figura de la
Iglesia no la hemos hecho nosotros, sino que es constitutiva desde Él.
Seguirla es un acto de obediencia”.
--La mujer en la Iglesia: “Hay tantas funciones destacadas, importantes de
las mujeres en la Iglesia que no puede hablarse de discriminación. Si se
contempla la historia de la Iglesia, la importancia de las mujeres -desde
María, pasando por Mónica y hasta llegar a la Madre Teresa- es tan eminente
que, en muchos sentidos, las mujeres plasman la imagen de la Iglesia más que
los hombres”.
--Homosexualidad: “Si alguien tiene inclinaciones homosexuales profundamente
arraigadas -no se sabe hasta ahora si son realmente innatas o si surgen en
la temprana infancia-, y en cualquier caso si ellas tienen poder en esa
persona, tales inclinaciones son para ella una gran prueba".
--Fin del mundo: “El Apocalipsis no da ningún esquema de una posibilidad de
cálculo cronológico. Justamente lo llamativo en él es que, cuando se cree
que ha llegado propiamente el final, todo empieza de nuevo desde el
comienzo. Lo importante es que cada tiempo se disponga para la cercanía del
Señor. Que justamente nosotros, aquí y ahora, estamos bajo el juicio del
Señor y nos dejamos juzgar desde su juicio”.
--Ecología: “Que el hombre está amenazado, que se amenaza a sí mismo y
amenaza el mundo, se hace hoy de algún modo visible a través de las pruebas
científicas. Sólo puede ser salvado si en su corazón crecen las fuerzas
morales; fuerzas que sólo pueden provenir del encuentro con Dios”.
¿Qué debe hacer la Iglesia?
El Obispo de Roma explica cuál es el cometido de la Iglesia: “La tarea no es
elaborar algún producto o tener éxito en la venta de mercancías. La tarea
consiste, en cambio, en vivir ejemplarmente la fe, anunciarla y, al mismo
tiempo, mantener a esta misma comunidad de adherentes voluntarios, que se
extiende a través de todas las culturas, naciones y tiempos y no se basa en
intereses externos, sino en una relación interior con Cristo, y, de ese
modo, con Dios”.
Benedicto XVI destaca la necesidad de la nueva evangelización y afirma que
“debemos acometer con fuerza renovada la cuestión acerca de cuál es el modo
en que puede anunciarse de nuevo a este mundo el evangelio de manera que
llegue a él, y que tenemos que emplear para ello todas las energías”.
Por otra parte, señala que “la fe del que no ve debe tener también sus
razones. Jesús mismo hizo la fe enteramente comprensible, en cuanto la
expuso con unidad interior y en continuidad con el Antiguo Testamento. La
gran tarea encomendada a la Iglesia sigue siendo unir fe y razón”.
“La Iglesia está siempre llamada a hacer aquello que fue objeto de la
petición de Abrahán: preocuparse de que haya justos suficientes como para
contener el mal y la destrucción” y “que crezcan nuevamente las fuerzas del
bien -aclara-. En ese sentido, los triunfos de Dios, los triunfos de María
son silenciosos, pero reales”.
Y profundiza en esta cuestión, indicando: “Necesitamos en cierto modo islas
en las que la fe en Dios y la sencillez interior del cristianismo estén
vivas e irradien; oasis, arcas de Noé en las que el hombre pueda refugiarse
siempre de nuevo”.
La liturgia
Sobre ello, explica que “los ámbitos de la liturgia son ámbitos de refugio.
Pero también en las diferentes comunidades y movimientos, en las parroquias,
en las celebraciones de los sacramentos, en las prácticas de piedad, en las
peregrinaciones, etcétera, la Iglesia intenta brindar defensas y desarrollar
también refugios en los que, en contraposición a todo lo roto que nos rodea,
se haga visible nuevamente la belleza del mundo y de la posibilidad de
vivir”.
Respecto a la liturgia, indica que “lo que importa es que la palabra de Dios
y la realidad del sacramento estén en el centro; que no desintegremos a Dios
a fuerza de palabras y pensamientos y que la liturgia no se convierta en una
presentación de nosotros mismos”.
Diálogo
El Papa identifica también tareas respecto al diálogo con otras religiones.
“Hemos de procurar, por un lado, vivir y exponer vivamente la grandeza de
nuestra fe y, por el otro, entender la herencia de los otros -explica-. Lo
importante es encontrar lo común y, allí donde sea posible, prestar en este
mundo un servicio común”.
Respecto al ecumenismo, constata que “el mundo necesita un potencial de
testimonio a favor del Dios uno que nos habla en Cristo” y sobre el diálogo
religioso en términos más generales, afirma que “tenemos un mensaje ético
que da orientación a los hombres. Y llevar juntos ese mensaje es de suma
importancia en la crisis de los pueblos”.
Benedicto XVI también ofrece una tarea concreta en relación a los países
“donde el islam domina, digamos, en soledad, indiscutido en sus tradiciones
y en su identidad cultural y política”.
Advierte que en estos lugares, el islam “se ve fácilmente a sí mismo como
posición contraria al mundo occidental” y “entonces la consciencia de verdad
se hace tan estrecha que se convierte en intolerancia y, con ello, hace
también muy difícil una coexistencia con los cristianos”.
“Aquí es importante que permanezcamos de manera intensiva en contacto con
todas las fuerzas islámicas dispuestas al diálogo, de modo que después
puedan darse también cambios de consciencia allí donde el islamismo asocia
todavía la reivindicación de la verdad con la violencia”, indica.
Escatología
Otra de las tareas de la Iglesia propuestas por el Papa en el libro es la
referencia a la eternidad, que considera actualmente “una cuestión muy
seria”.
“Nuestra predicación, nuestro anuncio está orientado realmente de forma
unilateral hacia la plasmación de un mundo mejor, mientras que el mundo
realmente mejor casi no se menciona ya”, lamenta.
“Aquí tenemos que hacer un examen de conciencia -afirma-. Por supuesto, se
intenta salir al encuentro de los oyentes, decirles aquello que se halla
dentro de su horizonte. Pero nuestra tarea es al mismo tiempo abrir ese
horizonte, ampliarlo y mirar hacia lo último”.
El Pontífice reconoce que “estas cosas son arduas para los hombres de hoy.
Les parecen irreales. Quisieran respuestas concretas para el ahora”.
“Pero tales respuestas siguen siendo incompletas si no permiten sentir y
reconocer también por dentro que yo voy más allá de esta vida material, que
existe el juicio, que existen la gracia y la eternidad -recuerda-. Debemos
encontrar también palabras y modalidades nuevas para hacer posible al hombre
romper la 'barrera del sonido' de la finitud”.
Tareas tras los abusos
En el libro, el Papa aborda extensamente el tema de la crisis por los abusos
sexuales de menores por parte de algunos miembros del clero.
“Cómo puede haber sucedido esto es algo que es preciso examinar con todo
detalle, pero al mismo tiempo, hemos de ver qué puede hacerse para que no
vuelva a suceder algo semejante”, señala.
“Lo importante es, en primer lugar, cuidar de las víctimas y hacer todo lo
posible por ayudarles y por estar a su lado con ánimo de contribuir a su
sanación; en segundo lugar, evitar lo más que se pueda estos hechos por
medio de una correcta selección de los candidatos al sacerdocio; y, en
tercer lugar, que los autores de los hechos sean castigados y que se les
excluya toda posibilidad de reincidir”, destaca.
“Lo que nunca debe suceder es escabullirse y pretender no haber visto,
dejando así que los autores de los crímenes sigan cometiendo sus acciones
-sentencia-. Por tanto, es necesaria la vigilancia de la Iglesia, el castigo
para quien ha faltado, y sobre todo la exclusión de todo ulterior acceso a
niños”.
Entre muchas actuaciones que propone, algunas se dirigen a toda la comunidad
de fe, que “tendría que intervenir siempre con su pensamiento y acción en
cuanto a las vocaciones y prestar atención a los distintos candidatos. Por
una parte, conducirlos y sostenerlos, y por la otra ayudar también a los
superiores a reconocer si las personas son aptas o no”.
Además, “tenemos que suplicar a los fieles que cooperen también ellos en
sostener a sus sacerdotes”, dice, “veo en las parroquias que el amor al
sacerdote crece también cuando se reconocen sus debilidades y se asume la
tarea de ayudarle en esas debilidades”.
Subraya que “hoy tenemos que aprender de nuevo que el amor al pecador y al
damnificado están en su recto equilibrio mediante un castigo al pecador
aplicado de forma posible y adecuada”.
“Ahora hay que comenzar realmente de nuevo en espíritu de penitencia, y al
mismo tiempo no perder la alegría por el sacerdocio, sino reconquistarla”,
pide.
Por otra, parte, destaca el necesario esfuerzo que debe realizar la Iglesia
para “que lo vivo y grande que hay en ella se haga nuevamente visible, a
pesar de todo lo negativo”.
Para el Papa, “es un desafío enorme sostener y elaborar de nuevo ambas
cosas, el celibato y el matrimonio”.
También indica que encontrar la concepción positiva de la sexualidad “y
cuidar de ese tesoro que se nos ha dado es una gran tarea”.
A los cristianos
“Ser cristiano no debe convertirse en algo así como un estrato arcaico que
de alguna manera retengo y que vive en cierta medida de forma paralela a la
modernidad -advierte el Papa-. Ser cristiano en en sí mismo algo vivo, algo
moderno, que configura y plasma toda mi modernidad”
Al referirse a las tareas del cristiano, Benedicto XVI no oculta que “aquí
se exige una gran lucha espiritual”.
“Lo importante es que intentemos vivir y pensar el cristianismo de tal
manera que asuma en sí la buena, la correcta modernidad, y que al mismo
tiempo se aparte y distinga de lo que se ha convertido en una
contrarreligión”, resume.
“¿Dónde la fe tiene que hacer propias las formas y figuras de la modernidad
y dónde tiene que ofrecer resistencia? Esta gran lucha atraviesa hoy el
mundo entero”, señala, invitando a la reflexión.
“Hemos de poner de manifiesto -y vivir también- que la infinitud que el
hombre necesita sólo puede provenir de Dios -indica-. Que Dios es de primera
necesidad para que sea posible resistir las tribulaciones de este tiempo”.
Como camino para realizarlo, el Papa indica que “debemos procurar decir
realmente la sustancia en cuanto tal, pero decirla de forma nueva”.
“Nos encontramos realmente en una era en la que se hace necesaria una nueva
evangelización, en la que el único evangelio debe ser anunciado en su
inmensa, permanente racionalidad y, al mismo tiempo, en su poder, que
sobrepasa la racionalidad, para llegar nuevamente a nuestro pensamiento y
nuestra comprensión”.
“El proceso interior de traducción de las grandes palabras a la imagen
verbal y conceptual de nuestro tiempo está avanzando, pero aún no se ha
logrado realmente -observa-. Y esto sólo puede conseguirse si los hombres
viven el cristianismo desde Aquel que vendrá”.
Entre los retos del cristianismo, Benedicto XVI también destaca la
importancia de oponerse a “una presión de intolerancia que, primeramente, lo
caricaturiza -como perteneciente a un pensar equivocado, erróneo-, y
después, en nombre de una aparente racionalidad, quiere quitarle el espacio
que necesita para respirar”.
Según el Papa, se trata de continuar señalando la fe como centro “y de
captar el dramatismo del tiempo, seguir sosteniendo en él la palabra de Dios
como la palabra decisiva y dar al mismo tiempo al cristianismo aquella
sencillez y profundidad sin la cual no puede actuar”.
Presencia pública
El Papa revela que “a menudo uno se pregunta realmente cómo es que
cristianos que son personalmente creyentes no poseen la fuerza para hacer
que su fe tenga una mayor eficacia política”.
En este sentido, indica que “sobre todo debemos intentar que los hombres no
pierdan de vista a Dios. Que reconozcan el tesoro que poseen. Y que,
después, partiendo de la fuerza de la propia fe, puedan confrontarse con el
secularismo y llevar a cabo el discernimiento de los espíritus”.
“Sólo podemos esperar que la fuerza interior de la fe, que está presente en
el hombre, llegue a ser después poderosa en el campo público, plasmando
asimismo el pensamiento a nivel público y no dejando que la sociedad caiga
simplemente en el abismo”, añade.
Para Benedicto XVI, “hoy hay que consolidar, vitalizar y ampliar este
cristianismo de decisión, de modo que haya más personas que vivan y
confiesen de nuevo de manera consciente su fe”.
“Por otra parte, debemos reconocer que no somos simplemente idénticos a la
cultura y la nación en cuanto tales, aunque tenemos la fuerza para
imprimirle e indicarle valores, que ella asume aun cuando la mayoría no sean
creyentes cristianos”.
Esperanza para el mundo
Benedicto XVI apela a la responsabilidad de la Iglesia en lograr un
equilibrio entre el poder del hombre y su potencial ético, un progreso
pensado en clave moral.
Constata el consenso general sobre la necesidad de tomar decisiones morales
para afrontar la catástrofe ecológica que amenaza a la humanidad, pero a la
vez también que “la traducción de esto mismo en voluntad política y en
acciones políticas se ve ampliamente imposibilitada por una falta de una
disposición a la renuncia”.
“¿Cómo puede la voluntad moral, que todos aceptan y todos reclaman, llegar a
ser una decisión personal?”, pregunta, y responde: “sólo puede lograrlo una
instancia que toque la conciencia, que esté cerca de la persona individual y
que no se limite a convocar manifestaciones aparatosas”.
“En tal sentido se dirige aquí el reto a la Iglesia -concluye-. Ella no sólo
tiene una gran responsabilidad, sino que, diría yo, es a menudo la única
esperanza”.
“Tenemos que volver a reconocer que no debemos vivir simplemente en la
arbitrariedad -señala-. Que hay que aprender una libertad que sea
responsabilidad”.
En concreto, reconoce que “se está acostumbrado a un determinado estilo de
vida y, cuando éste se ve amenazado, es natural que se suscite una
resistencia”.
“También son demasiado pocos los modelos que se ven acerca de cómo sería
concretamente la renuncia -explica-. En tal sentido, las comunidades
religiosas, tienen una importancia ejemplar”.
Según Benedicto XVI, “es preciso percibir nuevamente que, como seres
humanos, hemos de plantear exigencias mayores a la condición humana; más
aún: que justamente sólo a través de eso se accede a la felicidad mayor”.
El libro concluye con unas frases alentadoras del Papa sobre lo que Dios
tiene preparado a cada uno: “Realmente Él vino para que conozcamos la
verdad. Para que podamos tocar a Dios. Para que nos esté abierta la puerta.
Para que encontremos la vida, la vida real, la que ya no está sometida a la
muerte”.
Fin del Mundo
Peter Seewald: En su discurso de Lisboa declaró usted que una tarea
primordial de la Iglesia consiste actualmente en hacer a los hombres capaces
de "mirar más allá de las cosas penúltimas y ponerse a la búsqueda de las
últimas". La doctrina de las "cosas últimas", de los "novísimos", es un
contenido central de la fe. Ella trata temas como el infierno, el
purgatorio, el anticristo, la persecución de la Iglesia en el tiempo final,
la segunda venida de Cristo y el juicio final. ¿Por qué reina en el anuncio
un silencio tan llamativo sobre los temas escatológicos, que, a gerencia de
ciertos tópicos internos constantes de la Iglesia, son realmente de índole
existencial e incumben a todo el mundo?
Ésa es una cuestión muy seria. Nuestra predicación, nuestro anuncio está
orientado realmente de forma unilateral hacia la plasmación de un mundo
mejor, mientras que el mundo realmente mejor casi no se menciona ya. Aquí
tenemos que hacer un examen de conciencia. Por supuesto, se intenta salir al
encuentro de los oyentes, decirles aquello que se halla dentro de su
horizonte. Pero nuestra tarea es al mismo tiempo abrir ese horizonte,
ampliarlo y mirar hacia lo último.
Estas cosas son arduas para los hombres de hoy. Les parecen irreales. En
lugar de ellas quisieran respuestas concretas paró el ahora, para las
vicisitudes de la vida cotidiana. Pero tales respuestas siguen siendo
incompletas si no permiten sentir y reconocer también por dentro que yo voy
más allá de esta vida material, que existe el juicio, que existen la. gracia
y.12 eternidad. En ese sentido debemos encontrar también palabras y
modalidades nuevas para hacer posible al hombre romper la "barrera del
sonido" de la finitud.
Todos las profecías de Jesús se han hecho verdad. Sólo una está pendiente:
la de su segunda venida. Sólo su cumplimiento hace plenamente verdadera la
Palabra de la "salvación". Usted acuñó el concepto de "realismo
escatológico". ¿Qué significa eso, exactamente?
Significa que esas cosas no son espejismos y utopías inventadas de alguna
manera, sino que aciertan exactamente en la realidad. Realmente es preciso
tener siempre presente que Él nos dice, con la mayor certidumbre: Yo vengo
de nuevo. Esta palabra está por encima de todo. Por eso la misa se celebraba
originariamente en dirección hacia Oriente, hacia el Señor que viene de
nuevo, simbolizado en el sol. Por eso, cada misa es el caminar al encuentro
de Aquel que viene. Así se anticipa de alguna manera esa venida; vamos hacia
El, y ya ahora, en anticipación, Él viene.
Suelo comparar esto con la historia de las bodas de Caná. Allí, el Señor
dice primeramente a María: "Todavía no ha llegado mi hora". No obstante,
después concede el vino nuevo y, por así decirlo, anticipa su hora, que
todavía vendrá.
En la eucaristía se hace presente este realismo escatológico: vamos al
encuentro de Él -como de Aquel que viene-, y, ya ahora, Él viene y anticipa
esa hora que, un día, tendrá su carácter definitivo. Deberíamos comprenderlo
de tal modo que vayamos al encuentro del Señor que ya viene siempre, que nos
introduzcamos en su venida, y que, de ese modo, nos dejemos insertar en la
realidad mayor, precisamente más allá de la cotidianidad.
La religiosa Faustina Kowalska, canonizada por Juan Pablo II, escuchó hace
unos ochenta años en una visión las palabras de Jesús: "Tú debes preparar el
mundo para mi venida definitiva". ¿Hay que tomar esto en serio?
Si se lo comprendiera de manera cronológica, en el sentido de que, por así
decirlo, nos preparemos de forma inmediata a la segunda venida, sería
erróneo. Si se lo comprende en el sentido espiritual que acabamos de
exponer, de que el Señor es siempre Aquel que viene y que nos preparamos
siempre también a la venida definitiva justamente si vamos hacia su
misericordia y nos dejamos formar por ella, entonces es correcto. Dejarse
formar por la misericordia de Dios como poder opuesto a la falta de
misericordia del mundo: ésa es, por así decirlo, la preparación para que
vengan Él mismo y su misericordia.
Quisiera insistir una vez más en este punto. En el único libro profético del
Nuevo Testamento, el Apocalipsis de Juan, que se entiende como buena
noticia, todo está orientado hacia la segunda aparición de Cristo. Ya los
eruditos bíblicos y los monjes y astrónomos de la época de Jesús se habían
ocupado de calcular el momento de la venida del Mesías.
El científico alemán Rüdiger Holinski cree haber descubierto ahora que las
cartas mencionadas en el Apocalipsis a las siete comunidades no se refieren
a siete lugares, sino que representan de forma cifrada las sucesivas épocas
de la historia de la Iglesia. Así, el nombre de la séptima y última
comunidad, Laodicea (traducido: derecho del pueblo), representa una protesta
generalizada y el ansia de intervención. Siempre según Holinski, el paralelo
"séptimo sello" representa una época caracterizada por angustias,
depresiones, falsos doctores de la Iglesia y nuevas religiones, un tiempo en
que las obras no van a ser ni frías ni calientes.
Comoquiera que sea, el mundo se encuentra hoy amenazado como casi nunca
antes. Como hemos tratado también aquí, en muchos ámbitos la devastación de
nuestro hogar planetario ha alcanzado el punto de no retorno. La situación
de la fe está afectada por cambios dramáticos. La consciencia de fe
desaparece, hay que cerrar iglesias, una dictadura anticristiana de opinión
actúa ya no de forma sutil, sino abiertamente agresiva. A ello se agrega que
el hombre ataca ahora el último tabú bíblico, el "árbol de la vida", la
manipulación y producción de la vida
¿Lo ha inducido esta situación a advertir, en su libro sobre Jesús, de que
hay que aplicar en especial también las palabras de Jesús sobre el juicio a
nuestra situación actual?
Yo soy escéptico frente a tales interpretaciones. El Apocalipsis es un libro
misterioso y tiene muchas dimensiones. Yo dejaría en suspenso la cuestión de
si lo que dice este intérprete es también una de esas dimensiones.
En cualquier caso, el Apocalipsis no da ningún esquema de una posibilidad de
cálculo cronológico. Justamente lo llamativo en él es que, cuando se cree
que ha llegado propiamente el final, todo empieza de nuevo desde el
comienzo. Es decir, el Apocalipsis refleja misteriosamente la continuación
de las tribulaciones sin decirnos al mismo tiempo cuándo y cómo vendrá
exactamente una respuesta y cuándo y cómo se nos mostrará el Señor.
No es un libro apropiado para cálculos cronológicos. Lo importante es que
cada tiempo se disponga para la cercanía del Señor. Que justamente nosotros,
aquí y ahora, estamos bajo el juicio del Señor y nos dejamos juzgar desde su
juicio.
Mientras que antes de Bernardo, de Claraval se hablaba de las dos venidas de
Cristo -una vez en Belén, la segunda vez al fin de los tiempos-, él habló de
un adventus medius, de una venida intermedia por la que el Señor entra
periódicamente siempre de nuevo en la historia.
Creo que con eso encontró el tono correcto. No podemos determinar cuándo
llegará el mundo a su fin. Cristo mismo dice que nadie lo sabe, ni siquiera
el Hijo. Tenemos que estar siempre, por así decirlo, en la cercanía de su
venida, y, sobre todo en las tribulaciones, estar seguros de que Él se halla
cerca. Al mismo tiempo, deberíamos saber que, en nuestras propias acciones,
estamos bajo juicio.