IV CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO: 'Jesucristo ayer, hoy y siempre' en SANTO DOMINGO
República Dominicana 12-28 de Octubre de 1992
SANTO DOMINGO
NUEVA EVANGELIZACION, PROMOCIÓN HUMANA, CULTURA CRISTIANA
"Jesucristo ayer, hoy y siempre" (Hebreos 13,8)
(vea resumen del documento)
CONCLUSIONES
Primera Parte: JESUCRISTO EVANGELIO DEL PADRE
|p1 1. Convocados por el Papa Juan Pablo II e impulsados por el Espíritu de
Dios nuestro Padre, los Obispos participantes en la IV Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano, reunida en Santo Domingo, en continuidad con
las precedentes de Río de Janeiro, Medellín y Puebla, proclamamos nuestra fe
y nuestro amor a Jesucristo. Él es el mismo "ayer, hoy y siempre" (cf. Hb
13,8).
Reunidos como en un nuevo cenáculo, en torno a María la Madre de Jesús,
damos gracias a Dios por el don inestimable de la fe y por los incontables
dones de su misericordia. Pedimos perdón por las infidelidades a su bondad.
Animados por el Espíritu Santo nos disponemos a impulsar con nuevo ardor una
Nueva Evangelización, que se proyecte en un mayor compromiso por la
promoción integral del hombre e impregne con la luz del Evangelio las
culturas de los pueblos latinoamericanos. Él es quien debe darnos la
sabiduría para encontrar los nuevos métodos y las nuevas expresiones que
hagan más comprensible el único Evangelio de Jesucristo hoy día a nuestros
hermanos. Y así responder a los nuevos interrogantes.
|p2 2. Al contemplar, con una mirada de fe, la implantación de la Cruz de
Cristo en este continente, ocurrida hace cinco siglos, comprendemos que fue
Él, Señor de la historia, quien extendió el anuncio de la salvación a
dimensiones insospechadas. Creció así la familia de Dios y se multiplicó
para gloria de Dios el número de los que dan gracias (cf. 2 Co 4,15; cf.
Juan Pablo II, Discurso inaugural, 3). Dios se escogió un nuevo pueblo entre
los habitantes de estas tierras que, aunque desconocidos para el Viejo
Mundo, eran bien "conocidos por Dios desde toda la eternidad y por Él
siempre abrazados con la paternidad que el Hijo ha revelado en la plenitud
de los tiempos" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 3).
|p3 3. Jesucristo es en verdad el centro del designio amoroso de Dios. Por
eso repetimos con la epístola a los Efesios:
"Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha
bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en
Cristo; por cuanto nos ha elegido en Él antes de la fundación del mundo,
para ser santos e inmaculados en su presencia en el amor, eligiéndonos de
antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo" (Ef 1,3-5).
Celebramos a Jesucristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para
nuestra justificación (cf. Rm 4,25), que vive entre nosotros y es nuestra
"esperanza de la gloria" (Co 1,27). Él es la imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura en quien fueron creadas todas las cosas. Él
sostiene la creación, hacia Él convergen todos los caminos del hombre, es el
Señor de los tiempos. En medio de las dificultades y las cruces queremos
seguir siendo en nuestro continente testigos del amor de Dios y profetas de
aquella esperanza que no falla. Queremos iniciar "una nueva era bajo el
signo de la esperanza" (cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural, V).
1. PROFESION DE FE
|p4 4. Bendecimos a Dios que en su amor misericordioso "envió a su Hijo,
nacido de mujer" (Ga 4,4) para salvar a todos los hombres. Así Jesucristo se
hizo uno de nosotros (cf. Hb 2,17). Ungido por el Espíritu Santo (cf. Lc
1,15) proclama en la plenitud de los tiempos la Buena Nueva diciendo: "El
tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en
el Evangelio" (Mc 1,15). Este Reino inaugurado por Jesús nos revela
primeramente al propio Dios como "un Padre amoroso y lleno de compasión"
(RMi 13), que llama a todos, hombres y mujeres, a ingresar en él.
- Para subrayar este aspecto, Jesús se ha acercado sobre todo a aquéllos que
por sus miserias estaban al margen de la sociedad, anunciándoles la "Buena
Nueva". Al comienzo de su ministerio proclama que ha sido enviado a
"anunciar a los pobres la Buena Nueva" (Lc 4,18). A todas las víctimas del
rechazo y del desprecio, conscientes de sus carencias, Jesús les dice:
"Bienaventurados los pobres" (Lc 6,20; cf. RMi 14). Así, pues, los
necesitados y pecadores pueden sentirse amados por Dios, y objeto de su
inmensa ternura (cf. Lc 1 5, 1-32).
|p5 5. La entrada en el Reino de Dios se realiza mediante la fe en la
Palabra de Jesús, sellada por el bautismo, atestiguada en el seguimiento, en
el compartir su vida, su muerte y resurrección (cf. Rm 6,9). Esto exige una
profunda conversión (cf. Mc 1,15; Mt 4,17), una ruptura con toda forma de
egoísmo en un mundo marcado por el pecado (cf. Mt 7,21; Jn 14,15 RMi 13); es
decir, una adhesión al anuncio de las bienaventuranzas (cf. Mt 5,1-10).
El misterio del Reino, escondido durante siglos y generaciones en Dios (cf.
Co 1,26) y presente en la vida y las palabras de Jesús, identificado con su
persona, es don del Padre (cf. Lc 12,32 y Mt 20,23) y consiste en la
comunión, gratuitamente ofrecida, del ser humano con Dios (cf. EN 9; Jn 14,
23), comenzando en esta vida y teniendo su realización plena en la eternidad
(cf. EN 27).
El amor de Dios se atestigua en el amor fraterno (cf. 1 Jn 4,20), del cual
no puede separarse: "Si nos amamos unos a los otros, Dios permanece en
nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud" (1 Jn 4,12). "Por
tanto, la naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos
entre sí y con Dios" (RMi 15).
|p6 6. Para la realización del Reino, "Jesús instituyó Doce para que
estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar" (Mc 3,14), a los cuales
reveló los "misterios" del Padre haciéndolos sus amigos (cf. Jn 15,15) y
continuadores de la misma misión que Él había recibido de su Padre (cf. Jn
20,21), y estableciendo a Pedro como fundamento de la nueva comunidad (cf.
Mt 16,18).
Antes de su ida al Padre, Jesús instituyó el sacramento de su amor, la
Eucaristía (cf. Mc 14,24), memorial de su sacrificio. Así permanece el Señor
en medio de su pueblo para alimentarlo con su Cuerpo y con su Sangre,
fortaleciendo y expresando la comunión y la solidaridad que debe reinar
entre los cristianos, mientras peregrinan por los caminos de la tierra con
la esperanza del encuentro pleno con Él. Víctima sin mancha ofrecida a Dios
(cf. Hb 9,14), Jesús es igualmente el sacerdote que quita el pecado con una
única ofrenda (cf. Hb 10,14).
Él, y sólo Él, es nuestra salvación, nuestra justicia, nuestra paz y nuestra
reconciliación. En Él fuimos reconciliados con Dios y por Él nos fue
confiado el "Ministerio de la Reconciliación" (2 Co 5,19). Él derriba todo
muro que separa a los hombres y a los pueblos (cf. Ef 2,14). Por eso hoy, en
este tiempo de Nueva Evangelización, queremos repetir con el apóstol San
Pablo: "Déjense reconciliar con Dios" (2 Co 5,20).
|p7 7. Confesamos que Jesús, que verdaderamente resucitó y subió al cielo,
es Señor, consubstancial al Padre, "en Él reside toda la plenitud de la
divinidad" (Co 2,9); sentado a su derecha, merece el tributo de nuestra
adoración. "La resurrección confiere un alcance universal al mensaje de
Cristo, a su acción y a toda su misión" (RMi 16). Cristo resucitó para
comunicarnos su vida. De su plenitud todos hemos recibido la gracia (cf. Jn
1,16). Jesucristo, que murió para liberarnos del pecado y de la muerte, ha
resucitado para hacernos hijos de Dios en Él. Si no hubiera resucitado,
"vana sería nuestra predicación y vana nuestra fe" (1 Co 15,14). Él es
nuestra esperanza (cf. 1 Tm 1,1; 3,14-16), ya que puede salvar a los que se
acercan a Dios y está siempre vivo para interceder en favor nuestro (cf. Hb
7,25).
Conforme a la promesa de Jesús, el Espíritu Santo fue derramado sobre los
apóstoles reunidos con María en el cenáculo (cf. Hch 1,12-14; 2,1). Con la
donación del Espíritu en Pentecostés, la Iglesia fue enviada a anunciar el
Evangelio. Desde ese día, ella, nuevo pueblo de Dios (cf. 1 P 2,9-10) y
cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12,27; Ef 4,12), está ordenada al Reino, del cual
es germen, signo e instrumento (cf. RMi 18) hasta el fin de los tiempos. La
Iglesia, desde entonces y hasta nuestros días, engendra por la predicación y
el bautismo nuevos hijos de Dios, concebidos por el Espíritu Santo y nacidos
de Dios (cf. LG 64).
|p8 8. En la comunión de la fe apostólica, que por boca de Pedro confesó en
Palestina: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo" (Mt 16,16), hoy
hacemos nuestras las palabras de Pablo VI que al empezar nuestros trabajos
nos recordaba Juan Pablo II: "¡Cristo! Cristo, nuestro principio. Cristo,
nuestra vida y nuestro guía. Cristo, nuestra esperanza y nuestro término...
Que no se cierna sobre esta asamblea otra luz que no sea la de Cristo, luz
del mundo. Que ninguna otra verdad atraiga nuestra mente fuera de las
palabras del Señor, único Maestro. Que no tengamos otra aspiración que la de
serle absolutamente fieles. Que ninguna otra esperanza nos sostenga, si no
es aquélla que, mediante su palabra, conforta nuestra debilidad..." (Juan
Pablo II, Discurso inaugural, 1).
Sí, confesamos que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Él es el
Hijo único del Padre, hecho hombre en el seno de la Virgen María, por obra
del Espíritu Santo, que vino al mundo para librarnos de toda esclavitud de
pecado, a darnos la gracia de la adopción filial, y a reconciliarnos con
Dios y con los hombres. Él es el Evangelio viviente del amor del Padre. En
Él la humanidad tiene la medida de su dignidad y el sentido de su
desarrollo.
|p9 9. Reconocemos la dramática situación en que el pecado coloca al hombre.
Porque el hombre creado bueno, a imagen del mismo Dios, señor responsable de
la creación, al pecar ha quedado enemistado con Él, dividido en sí mismo, ha
roto la solidaridad con el prójimo y destruido la armonía de la naturaleza.
Ahí reconocemos el origen de los males individuales y colectivos que
lamentamos en América Latina: las guerras, el terrorismo, la droga, la
miseria, las opresiones e injusticias, la mentira institucionalizada, la
marginación de grupos étnicos, la corrupción, los ataques a la familia, el
abandono de los niños y ancianos, las campañas contra la vida, el aborto, la
instrumentalización de la mujer, la depredación del medio ambiente, en fin,
todo lo que caracteriza una cultura de muerte.
¿Quién nos librará de estas fuerzas de muerte? (cf. Rm 7, 24). Sólo la
gracia de Nuestro Señor Jesucristo, ofrecida una vez más a los hombres y
mujeres de América Latina, como llamada a la conversión del corazón. La
renovada evangelización que ahora emprendemos debe ser, pues, una invitación
a convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los
hombres (cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural, 18), para que los cristianos
seamos como el alma en todos los ambientes de la vida social (cf. Carta a
Diogneto 6).
|p10 10. Identificados con Cristo que vive en cada uno (cf. Ga 2,20) y
conducidos por el Espíritu Santo, los hijos de Dios reciben en su corazón la
ley del amor. De esta manera pueden responder a la exigencia de ser
perfectos como el Padre que está en el cielo (cf. Mt 5,48), siguiendo a
Jesucristo y cargando la propia cruz cada día hasta dar la vida por Él (cf.
Mc 8,34-36).
|p11 11. Creemos en la Iglesia una, santa, católica y apostólica y la
amamos. Fundada por Jesucristo "sobre el fundamento de los Apóstoles" (cf.
Ef 2,20) cuyos sucesores, los obispos, presiden las distintas Iglesias
particulares. En comunión entre ellos y presididos en la caridad por el
Obispo de Roma, sirven a sus Iglesias particulares, de modo que en cada una
de ellas esté viva y operante la Iglesia de Cristo. Ella es "la primera
beneficiaria de la salvación. Cristo la ha adquirido con su sangre (Hch
20,28) y la ha hecho su colaboradora en la obra de la salvación universal"
(cf.RMi 9).
Peregrina en este continente, está presente y se realiza como comunidad de
hermanos bajo la conducción de los obispos. Fieles y pastores, congregados
por el Espíritu Santo (cf. CD 11) en torno a la Palabra de Dios y a la mesa
de la Eucaristía, son a su vez enviados a proclamar el Evangelio, anunciando
a Jesucristo y dando testimonio de amor fraterno.
|p12 12. "La Iglesia peregrinante es, por naturaleza, misionera, puesto que
toma su origen de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo,
según el designio de Dios Padre" (AG 2). La evangelización es su razón de
ser; existe para evangelizar (cf. EN 15). Para América Latina,
providencialmente animada con un nuevo ardor evangélico, ha llegado la hora
de llevar su fe a los pueblos que aún no conocen a Cristo, en la certeza
confiada de que "la fe se fortalece dándola" (Juan Pablo II, Discurso
inaugural, 28).
La Iglesia quiere realizar en estos tiempos una Nueva Evangelización que
transmita, consolide y madure en nuestros pueblos la fe en Dios, Padre de
Nuestro Señor Jesucristo. Esta evangelización "debe contener siempre -como
base, centro y a la vez culmen de su dinamismo - una clara proclamación de
que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece
la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia
de Dios" (EN 27).
|p13 13. El anuncio cristiano, por su propio vigor, tiende a sanar, afianzar
y promover al hombre, a constituir una comunidad fraterna, renovando la
misma humanidad y dándole su plena dignidad humana, con la novedad del
bautismo y de la vida según el Evangelio (cf. EN 18). La Evangelización
promueve el desarrollo integral, exigiendo de todos y cada uno el pleno
respeto de sus derechos y la plena observancia de sus deberes, a fin de
crear una sociedad justa y solidaria, en camino a su plenitud en el Reino
definitivo. El hombre está llamado a colaborar y ser instrumento con
Jesucristo en la Evangelización. En América Latina, continente religioso y
sufrido, urge una Nueva Evangelización que proclame sin equívocos el
Evangelio de la justicia, del amor y de la misericordia.
Sabemos que, en virtud de la encarnación, Cristo se ha unido en cierto modo
a todo hombre (cf. GS 22). Es la perfecta revelación del hombre al propio
hombre y él que descubre la sublimidad de su vocación (cf. ib.). Jesucristo
se inserta en el corazón de la humanidad e invita a todas las culturas a
dejarse llevar por su espíritu hacia la plenitud, elevando en ellas lo que
es bueno y purificando lo que se encuentra marcado por el pecado. Toda
evangelización ha de ser, por tanto, inculturación del Evangelio. Así toda
cultura puede llegar a ser cristiana, es decir, a hacer referencia a Cristo
e inspirarse en Él y en su mensaje (cf. Juan Pablo II, Discurso a la II
Asamblea plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, 14.6.91,
4). Jesucristo es, en efecto, la medida de toda cultura y de toda obra
humana. La inculturación del Evangelio es un imperativo del seguimiento de
Jesús y necesaria para restaurar el rostro desfigurado del mundo (cf. LG 8).
Es una labor que se realiza en el proyecto de cada pueblo, fortaleciendo su
identidad y liberándolo de los poderes de la muerte. Por eso podemos
anunciar con confianza: hombres y mujeres de Latinoamérica, ¡Abrid los
corazones a Jesucristo. Él es el camino, la verdad y la vida, quien le sigue
no anda en tinieblas! (cf. Jn 14,6; 8,12).
|p14 14. Creemos que Cristo, el Señor, ha de volver para llevar a su
plenitud el Reino de Dios y entregarlo al Padre (cf. 1 Co 15,24),
transformada ya la creación entera en "los cielos y la tierra nueva en los
que habita la justicia" (cf. 2 P 3,13). Allí alcanzaremos la comunión
perfecta del cielo, en el gozo de la visión eterna de la Trinidad. Hombres y
mujeres, que se hayan mantenido fieles al Señor, vencidos finalmente el
pecado, el diablo y la muerte, llegarán a su plenitud humana, participando
de la misma naturaleza divina (cf. 2 P 1,4).
Entonces Cristo recapitulará y reconciliará plenamente la creación, todo
será suyo y Dios será todo en todos (cf. 1 Co 15,28).
|p15 15. Confirmando la fe de nuestro pueblo queremos proclamar que la
Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia, es la primera redimida y la
primera creyente. María, mujer de fe, ha sido plenamente evangelizada, es la
más perfecta discípula y evangelizadora (cf. Jn 2,1-12). Es el modelo de
todos los discípulos y evangelizadores por su testimonio de oración, de
escucha de la Palabra de Dios y de pronta y fiel disponibilidad al servicio
del Reino hasta la cruz. Su figura maternal fue decisiva para que los
hombres y mujeres de América Latina se reconocieran en su dignidad de hijos
de Dios. María es el sello distintivo de la cultura de nuestro continente.
Madre y educadora del naciente pueblo latinoamericano, en Santa María de
Guadalupe, a través del Beato Juan Diego, se "ofrece un gran ejemplo de
Evangelización perfectamente inculturada" Juan Pablo II, Discurso inaugural,
24). Nos ha precedido en la peregrinación de la fe y en el camino a la
gloria, y acompaña a nuestros pueblos que la invocan con amor hasta que nos
encontremos definitivamente con su Hijo. Con alegría y agradecimiento
acogemos el don inmenso de su maternidad, su ternura y protección, y
aspiramos a amarla del mismo modo como Jesucristo la amó. Por eso la
invocamos como Estrella de la Primera y de la Nueva Evangelización.
2. A LOS 500 AñOS DE LA PRIMERA EVANGELIZACIóN
|p16 16. "En los pueblos de América, Dios se ha escogido un nuevo pueblo,
[...] lo ha hecho partícipe de su Espíritu. Mediante la Evangelización y la
fe en Cristo, Dios ha renovado su alianza con América Latina" (Juan Pablo
II, Discurso inaugural, 3).
El año 1492 fue clave en este proceso de predicación de la Buena Nueva. En
efecto, "lo que la Iglesia celebra en esta conmemoración no son
acontecimientos históricos más o menos discutibles, sino una realidad
espléndida y permanente que no se puede infravalorar: la llegada de la fe,
la proclamación y difusión del Mensaje evangélico en el continente
[americano]. Y lo celebra en el sentido más profundo y teológico del
término: como se celebra a Jesucristo, Señor de la historia y de los
destinos de la humanidad" (Juan Pablo II, Alocución dominical, 5.1.92, 2).
|p17 17. La presencia creadora, providente y salvadora de Dios acompañaba ya
la vida de estos pueblos. Las "semillas del Verbo", presentes en el hondo
sentido religioso de las culturas precolombinas, esperaban el fecundo rocío
del Espíritu. Tales culturas ofrecían en su base, junto a otros aspectos
necesitados de purificación, aspectos positivos como la apertura a la acción
de Dios, el sentido de la gratitud por los frutos de la tierra, el carácter
sagrado de la vida humana y la valoración de la familia, el sentido de
solidaridad y la corresponsabilidad en el trabajo común, la importancia de
lo cultual, la creencia en una vida ultraterrena y tantos otros valores que
enriquecen el alma latinoamericana (cf. Juan Pablo II, Mensaje a los
indígenas, 12.10.92, 1). Esta religiosidad natural predisponía a los
indígenas americanos a una más pronta recepción del Evangelio, aunque hubo
evangelizadores que no siempre estuvieron en condiciones de reconocer esos
valores.
|p18 18. Como consecuencia, el encuentro del catolicismo ibérico y las
culturas americanas dio lugar a un proceso peculiar de mestizaje, que si
bien tuvo aspectos conflictivos, pone de relieve las raíces católicas así
como la singular identidad del Continente. Dicho proceso de mestizaje,
también perceptible en múltiples formas de religiosidad popular y de arte
mestizo, es conjunción de lo perenne cristiano con lo propio de América, y
desde la primera hora se extendió a lo largo y ancho del Continente.
La historia nos muestra "que se llevó a cabo una válida, fecunda y admirable
obra evangelizadora y que, mediante ella, se abrió camino de tal modo en
América la verdad sobre Dios y sobre el hombre que, de hecho, la
Evangelización misma constituye una especie de tribunal de acusación para
los responsables de aquellos abusos [de colonizadores a veces sin
escrúpulos]" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 4).
|p19 19. La obra evangelizadora, inspirada por el Espíritu Santo, que al
comienzo tuvo como generosos protagonistas sobre todo a miembros de órdenes
religiosas, fue una obra conjunta de todo el pueblo de Dios, de Obispos,
sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos. Entre éstos últimos hay
que señalar también la colaboración de los propios indígenas bautizados, a
los que se sumaron, con el correr del tiempo, catequistas afroamericanos.
Aquella primera evangelización tuvo sus instrumentos privilegiados en
hombres y mujeres de vida santa. Los medios pastorales fueron una incansable
predicación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, la catequesis,
el culto mariano, la práctica de las obras de misericordia, la denuncia de
las injusticias, la defensa de los pobres y la especial solicitud por la
educación y la promoción humana.
|p20 20. Los grandes evangelizadores defendieron los derechos y la dignidad
de los aborígenes, y censuraron "los atropellos cometidos contra los indios
en la época de la conquista" (Juan Pablo II, Mensaje a los indígenas,
12.10.92, 2). Los Obispos, por su parte, en sus Concilios y otras reuniones,
en cartas a los Reyes de España y Portugal y en los decretos de visita
pastoral, revelan también esta actitud profética de denuncia, unida al
anuncio del Evangelio.
Así, pues, "la Iglesia, que con sus religiosos, sacerdotes y obispos ha
estado siempre al lado de los indígenas, ¿cómo podría olvidar en este V
Centenario los enormes sufrimientos infligidos a los pobladores de este
Continente durante la época de la conquista y la colonización? Hay que
reconocer con toda verdad los abusos cometidos debido a la falta de amor de
aquellas personas que no supieron ver en los indígenas hermanos e hijos del
mismo Padre Dios" (Juan Pablo II, Mensaje a los indígenas, 2).
Lamentablemente estos dolores se han prolongado, en algunas formas, hasta
nuestros días.
Uno de los episodios más tristes de la historia latinoamericana y del Caribe
fue el traslado forzoso, como esclavos, de un enorme número de africanos. En
la trata de los negros participaron entidades gubernamentales y particulares
de casi todos los países de la Europa atlántica y de las Américas. El
inhumano tráfico esclavista, la falta de respeto a la vida, a la identidad
personal y familiar y a las etnias son un baldón escandaloso para la
historia de la humanidad. Queremos con Juan Pablo II pedir perdón a Dios por
este "holocausto desconocido" en el que "han tomado parte personas
bautizadas que no han vivido según su fe" (Discurso en la Isla de Gorea,
Senegal, 21.2.92; Mensaje a los afroamericanos, Santo Domingo, 12.10.92, 2).
|p21 21. Mirando la época histórica más reciente, nos seguimos encontrando
con las huellas vivas de una cultura de siglos, en cuyo núcleo está presente
el Evangelio. Esta presencia es atestiguada particularmente por la vida de
los santos americanos, quienes, al vivir en plenitud el Evangelio, han sido
los testigos más auténticos, creíbles y cualificados de Jesucristo. La
Iglesia ha proclamado las virtudes heroicas de muchos de ellos desde el
Beato indio Juan Diego, Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres hasta San
Ezequiel Moreno.
En este V Centenario queremos agradecer a los innumerables misioneros,
agentes de pastoral y laicos anónimos, muchos de los cuales han actuado en
el silencio, y especialmente a quienes han llegado hasta el testimonio de la
sangre por amor de Jesús.
Segunda Parte: JESUCRISTO EVANGELIZADOR VIVIENTE EN SU IGLESIA
|p22 22. "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar
todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los
días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 19-20). "En estas palabras está
contenida la proclama solemne de la evangelización" (Juan Pablo II, Discurso
inaugural, 2).
El Santo Padre nos ha convocado para comprometer a la Iglesia de América
Latina y el Caribe en una Nueva Evangelización y "trazar ahora, para los
próximos años, una nueva estrategia evangelizadora, un plan global de
evangelización" (Juan Pablo II, Discurso a la II Asamblea plenaria de la
Pontificia Comisión para América Latina, 14.6.91, 4).
Queremos presentar algunos elementos que nos servirán de base para concretar
estas orientaciones en las Iglesias locales del Continente.
A partir de la Nueva Evangelización, "el elemento englobante" o "idea
central" que ha iluminado nuestra Conferencia, entenderemos en su verdadera
dimensión la Promoción Humana, respuesta a "la delicada y difícil situación
en la que se encuentran los países latinoamericanos" (Carta del Cardenal
Bernardin Gantin, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina,
a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de América Latina y al
Presidente del CELAM, 12.12.90) y enfocaremos el desafío del diálogo entre
el Evangelio y los distintos elementos que conforman nuestras culturas para
purificarlas y perfeccionarlas desde dentro, con la enseñanza y el ejemplo
de Jesús, hasta llegar a una Cultura Cristiana.
Capítulo I: LA NUEVA EVANGELIZACION
|p23 23. Toda evangelización parte del mandato de Cristo a sus apóstoles y
sucesores, se desarrolla en la comunidad de los bautizados, en el seno de
comunidades vivas que comparten su fe, y se orienta a fortalecer la vida de
adopción filial en Cristo, que se expresa principalmente en el amor
fraterno.
Después de preguntarnos qué es la Nueva Evangelización podremos comprender
mejor que ella tiene su punto de partida en la Iglesia, en la fuerza del
Espíritu, en continuo proceso de conversión, que busca testimoniar la unidad
dentro de la diversidad de ministerios y carismas y que vive intensamente su
compromiso misionero. Sólo una Iglesia evangelizada es capaz de evangelizar.
Las situaciones trágicas de injusticia y sufrimiento de nuestra América, que
se han agudizado más después de Puebla, piden respuestas que sólo podrá dar
una Iglesia, signo de reconciliación y portadora de la vida y la esperanza
que brotan del Evangelio.
|p24 24. ¿Qué es la Nueva Evangelización?
La Nueva Evangelización tiene como punto de partida la certeza de que en
Cristo hay una ""inescrutable riqueza" (Ef 3,8), que no agota ninguna
cultura, ni ninguna época, y a la cual podemos acudir siempre los hombres
para enriquecernos" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 6). Hablar de Nueva
Evangelización es reconocer que existió una antigua o primera. Sería
impropio hablar de Nueva Evangelización de tribus o pueblos que nunca
recibieron el Evangelio. En América Latina se puede hablar así, porque aquí
se ha cumplido una primera evangelización desde hace 500 años.
Hablar de Nueva Evangelización no significa que la anterior haya sido
inválida, infructuosa o de poca duración. Significa que hoy hay desafíos
nuevos, nuevas interpelaciones que se hacen a los cristianos y a los cuales
es urgente responder.
Hablar de Nueva Evangelización, como lo advirtió el Papa en el discurso
inaugural de esta IV Conferencia, no significa proponer un nuevo Evangelio
diferente del primero: hay un solo y único Evangelio del cual se pueden
sacar luces nuevas para los problemas nuevos.
Hablar de Nueva Evangelización no quiere decir reevangelizar. En América
Latina no se trata de prescindir de la primera evangelización sino de partir
de los ricos y abundantes valores que ella ha dejado para profundizarlos y
complementarlos, corrigiendo las deficiencias anteriores. La Nueva
Evangelización surge en América Latina como respuesta a los problemas que
presenta la realidad de un continente en el cual se da un divorcio entre fe
y vida hasta producir clamorosas situaciones de injusticia, desigualdad
social y violencia. Implica afrontar la grandiosa tarea de infundir energías
al cristianismo de América Latina.
Para Juan Pablo II la Nueva Evangelización es algo operativo, dinámico. Es
ante todo una llamada a la conversión (cf. Juan Pablo II, Discurso
inaugural, 1) y a la esperanza, que se apoya en las promesas de Dios y que
tiene como certeza inquebrantable la Resurrección de Cristo, primer anuncio
y raíz de toda evangelización, fundamento de toda promoción humana,
principio de toda auténtica cultura cristiana (cf. ib., 25). Es también un
nuevo ámbito vital, un nuevo Pentecostés (cf. ib., 30-31) donde la acogida
del Espíritu Santo hará surgir un pueblo renovado constituido por hombres
libres conscientes de su dignidad (cf. ib., 19) y capaces de forjar una
historia verdaderamente humana. Es el conjunto de medios, acciones y
actitudes aptos para colocar el Evangelio en diálogo activo con la
modernidad y lo post-moderno, sea para interpelarlos, sea para dejarse
interpelar por ellos. También es el esfuerzo por inculturar el Evangelio en
la situación actual de las culturas de nuestro continente.
|p25 25. El sujeto de la Nueva Evangelización es toda la comunidad eclesial
según su propia naturaleza: nosotros los Obispos, en comunión con el Papa,
nuestros presbíteros y diáconos, los religiosos y religiosas, y todos los
hombres y mujeres que constituimos el Pueblo de Dios.
|p26 26. La Nueva Evangelización tiene como finalidad formar hombres y
comunidades maduras en la fe y dar respuesta a la nueva situación que
vivimos, provocada por los cambios sociales y culturales de la modernidad.
Ha de tener en cuenta la urbanización, la pobreza y la marginación. Nuestra
situación está marcada por el materialismo, la cultura de la muerte, la
invasión de las sectas y propuestas religiosas de distintos orígenes.
Esta situación nueva trae consigo también nuevos valores, el ansia de
solidaridad, de justicia, la búsqueda religiosa y la superación de
ideologías totalizantes.
Destinatarios de la Nueva Evangelización son también las clases medias, los
grupos, las poblaciones, los ambientes de vida y de trabajo, marcados por la
ciencia, la técnica y los medios de comunicación social.
La Nueva Evangelización tiene la tarea de suscitar la adhesión personal a
Jesucristo y a la Iglesia de tantos hombres y mujeres bautizados que viven
sin energía el cristianismo, "han perdido el sentido vivo de la fe o incluso
no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia
alejada de Cristo y de su Evangelio" (RMi 33).
|p27 27. El contenido de la Nueva Evangelización es Jesucristo, Evangelio
del Padre, que anunció con gestos y palabras que Dios es misericordioso con
todas sus creaturas, que ama al hombre con un amor sin límites y que ha
querido entrar en su historia por medio de Jesucristo, muerto y resucitado
por nosotros, para liberarnos del pecado y de todas sus consecuencias y para
hacernos partícipes de su vida divina. (cf. Juan Pablo II, Homilía en
Veracruz, México, 7.5.90). En Cristo todo adquiere sentido. Él rompe el
horizonte estrecho en que el secularismo encierra al hombre, le devuelve su
verdad y dignidad de Hijo de Dios y no permite que ninguna realidad
temporal, ni los estados, ni la economía, ni la técnica se conviertan para
los hombres en la realidad ultima a la que deban someterse. Dicho con
palabras de Pablo VI, evangelizar es anunciar "el nombre, la doctrina, la
vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazareth, Hijo de
Dios" (EN 22).
Esta Evangelización tendrá fuerza renovadora en la fidelidad a la Palabra de
Dios, su lugar de acogida en la comunidad eclesial, su aliento creador en el
Espíritu Santo, que crea en la unidad y en la diversidad, alimenta la
riqueza carismática y ministerial y se proyecta al mundo mediante el
compromiso misionero.
|p28 28. ¿Cómo debe ser esta Nueva Evangelización? El Papa nos ha
respondido: Nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión.
Nueva en su ardor. Jesucristo nos llama a renovar nuestro ardor apostólico.
Para esto envía su Espíritu, que enciende hoy el corazón de la Iglesia. El
ardor apostólico de la Nueva Evangelización brota de una radical
conformación con Jesucristo, el primer evangelizador. Así, el mejor
evangelizador es el santo, el hombre de las bienaventuranzas (cf. RMi
90-91). Una evangelización nueva en su ardor supone una fe sólida, una
caridad pastoral intensa y una recia fidelidad que, bajo la acción del
Espíritu, genere una mística, un entusiasmo incontenible en la tarea de
anunciar el Evangelio y capaz de despertar la credibilidad para acoger la
Buena Nueva de la Salvación.
|p29 29. Nueva en sus métodos. Nuevas situaciones exigen nuevos caminos para
la evangelización. El testimonio y el encuentro personal, la presencia del
cristiano en todo lo humano, así como la confianza. en el anuncio salvador
de Jesús (kerigma) y en la actividad del Espíritu Santo, no pueden faltar.
Se ha de emplear, bajo la acción del Espíritu creador, la imaginación y
creatividad para que de manera pedagógica y convincente el Evangelio llegue
a todos. Ya que vivimos en una cultura de la imagen, debemos ser audaces
para utilizar los medios que la técnica y la ciencia nos proporcionan, sin
poner jamás en ellos toda nuestra confianza.
Por otra parte es necesario utilizar aquellos medios que hagan llegar el
Evangelio al centro de la persona y de la sociedad, a las raíces mismas de
la cultura y "no de una manera decorativa, como un barniz superficial" (EN
20).
|p30 30. Nueva en su expresión. Jesucristo nos pide proclamar la Buena Nueva
con un lenguaje que haga más cercano el mismo Evangelio de siempre a las
nuevas realidades culturales de hoy. Desde la riqueza inagotable de Cristo,
se han de buscar las nuevas expresiones que permitan evangelizar los
ambientes marcados por la cultura urbana e inculturar el Evangelio en las
nuevas formas de la cultura adveniente. La Nueva Evangelización tiene que
inculturarse más en el modo de ser y de vivir de nuestras culturas, teniendo
en cuenta las particularidades de las diversas culturas, especialmente las
indígenas y afroamericanas. (Urge aprender a hablar según la mentalidad y
cultura de los oyentes, de acuerdo a sus formas de comunicación y a los
medios que están en uso). Así, la Nueva Evangelización continuará en la
línea de la encarnación del Verbo. La Nueva Evangelización exige la
conversión pastoral de la Iglesia. Tal conversión debe ser coherente con el
Concilio. Lo toca todo y a todos: en la conciencia y en la praxis personal y
comunitaria, en las relaciones de igualdad y de autoridad; con estructuras y
dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad a la Iglesia, en
cuanto signo eficaz, sacramento de salvación universal.
1.1. La Iglesia convocada a la santidad
Iluminación Doctrinal
|p31 31. Durante nuestra IV Conferencia hemos estado, como María, escuchando
la Palabra, para comunicarla a nuestros pueblos. Hemos sentido que el Señor
Jesús repetía el llamamiento a una vida santa (cf. Ef 1,4), fundamento de
toda nuestra acción misionera.
La Iglesia, como misterio de unidad, encuentra su fuente en Jesucristo. Sólo
en Él puede dar los frutos de santidad que Dios espera de ella. Sólo
participando de su Espíritu puede transmitir a los hombres la auténtica
palabra de Dios. Solamente la santidad de vida alimenta y orienta una
verdadera promoción humana y cultura cristiana. Sólo con Él, por Él y en Él
puede dar a Dios, Padre omnipotente, el honor y la gloria por los siglos de
los siglos.
Llamado a la santidad
|p32 32. La Iglesia es comunidad santa (cf. 1 P 2,9) en primer lugar por la
presencia en ella del Cordero que la santifica por su espíritu (cf. Ap 21,
22s.; 22,1-5; Ef 1,18; 1 Co 3,16; 6,19; LG 4). Por eso, sus miembros deben
esforzarse cada día por vivir, en el seguimiento de Jesús y en obediencia al
Espíritu, "para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor" (Ef
1,4). Éstos son los hombres y mujeres nuevos que América Latina y el Caribe
necesitan: los que han escuchado con corazón bueno y recto (cf. Lc 8,15) el
llamado a la conversión (cf. Mc 1,15) y han renacido por el Espíritu Santo
según la imagen perfecta de Dios (cf. Co 1,15; Rm. 8,29), que llaman a Dios
"Padre" y expresan su amor a Él en el reconocimiento de sus hermanos (cf. DP
327), que son bienaventurados porque participan de la alegría del Reino de
los cielos, que son libres con la libertad que da la Verdad y solidarios con
todos los hombres, especialmente con los que más sufren. La Iglesia ha
alcanzado en la Santísima Virgen la perfección en virtud de la cual no tiene
mancha ni arruga. La santidad "es la clave del ardor renovado de la Nueva
Evangelización" (Juan Pablo II, Homilía en Salto, Uruguay, 9.5.88, 4).
Convocada por la Palabra
|p33 33. La Iglesia, comunidad santa convocada por la Palabra, tiene como
uno de sus oficios principales predicar el Evangelio (cf. LG 25). Los
obispos de las Iglesias particulares que peregrinan en América Latina y el
Caribe y todos los participantes reunidos en Santo Domingo, queremos asumir,
con el renovado ardor que los tiempos exigen, el llamado que el Papa,
sucesor de Pedro, nos ha hecho a emprender una Nueva Evangelización, muy
conscientes de que evangelizar es necesariamente anunciar con gozo el
nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino y el misterio de Jesús
de Nazareth, Hijo de Dios (cf. EN 22).
Kerigma y catequesis. Desde la situación generalizada de muchos bautizados
en América Latina, que no dieron su adhesión personal a Jesucristo por la
conversión primera, se impone, en el ministerio profético de la Iglesia, de
modo prioritario y fundamental, la proclamación vigorosa del anuncio de
Jesús muerto y resucitado (Kerigma; cf. RMi 44), raíz de toda
evangelización, fundamento de toda promoción humana y principio de toda
auténtica cultura cristiana (cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural, 25).
Este ministerio profético de la Iglesia comprende también la catequesis que,
actualizando incesantemente la revelación amorosa de Dios manifestada en
Jesucristo, lleva la fe inicial a su madurez y educa al verdadero discípulo
de Jesucristo (cf. CT 19). Ella debe nutrirse de la Palabra de Dios leída e
interpretada en la Iglesia y celebrada en la comunidad para que al
escudriñar el misterio de Cristo ayude a presentarlo como Buena Nueva en las
situaciones históricas de nuestros pueblos.
Igualmente pertenece al ministerio profético de la Iglesia el servicio que
los teólogos prestan al pueblo de Dios (cf. Juan Pablo II, Discurso
inaugural, 7). Su tarea, enraizada en la Palabra de Dios y cumplida en
abierto diálogo con los pastores, en plena fidelidad al magisterio, es noble
y necesaria. Su labor así cumplida puede contribuir a la inculturación de la
fe y la evangelización de las culturas, como también a nutrir una teología
que impulse la pastoral, que promueva la vida cristiana integral, hasta la
búsqueda de la santidad. Una labor teológica así comprendida impulsa el
trabajo en favor de la justicia social, los derechos humanos y la
solidaridad con los más pobres. No olvidamos, sin embargo, que la función
profética de Cristo es participada por todo el "pueblo santo de Dios" y que
éste la ejerce en primer lugar "difundiendo su testimonio vivo sobre todo
con la vida de fe y caridad" (LG 12). El testimonio de vida cristiana es la
primera e insustituible forma de evangelización, como lo hizo presente
vigorosamente Jesús en varias ocasiones (cf. Mt 7,21-23; 25,31-46; Lc 10,37;
19,1-10) y lo enseñaron también los Apóstoles (cf. St 2,14-18).
Celebración litúrgica
|p34 34. La Iglesia santa encuentra el sentido último de su convocación en
la vida de oración, alabanza y acción de gracias que cielo y tierra dirigen
a Dios por "sus obras grandes y maravillosas" (Ap 15,3s; cf. 7,9-17). Ésta
es la razón por la cual la liturgia "es la cumbre a la cual tiende la
actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su
fuerza" (SC 10). Pero la liturgia es acción del Cristo total, Cabeza y
miembros, y, como tal, debe expresar el sentido más profundo de su oblación
al Padre: obedecer, haciendo de toda su vida la revelación del amor del
Padre por los hombres. Así como la celebración de la Ultima Cena está
esencialmente unida a la vida y al sacrificio de Cristo en la cruz y lo hace
cotidianamente presente por la salvación de todos los hombres, así también,
los que alaban a Dios reunidos en torno al Cordero son los que muestran en
sus vidas los signos testimoniales de la entrega de Jesús (cf. Ap 7,13s).
Por eso, el culto cristiano debe expresar la doble vertiente de la
obediencia al Padre (glorificación) y de la caridad con los hermanos
(redención), pues la gloria de Dios es que el hombre viva. Con lo cual lejos
de alienar a los hombres los libera y los hace hermanos.
|p35 35. El servicio litúrgico así cumplido en la Iglesia tiene por sí mismo
un valor evangelizador que la Nueva Evangelización debe situar en un lugar
muy destacado. En la liturgia se hace presente hoy Cristo Salvador. La
Liturgia es anuncio y realización de los hechos salvíficos (cf. SC 6) que
nos llegan a tocar sacramentalmente; por eso, convoca, celebra y envía. Es
ejercicio de la fe, útil tanto para el de fe robusta como para el de fe
débil, e incluso para el no creyente (cf. 1 Co 14,24-25). Sostiene el
compromiso con la Promoción Humana, en cuanto orienta a los creyentes a
tomar su responsabilidad en la construcción del Reino, "para que se ponga de
manifiesto que los fieles cristianos, sin ser de este mundo, son la luz del
mundo" (SC 9). La celebración no puede ser algo separado o paralelo a la
vida (cf. 1 P 1,15). Por último, es especialmente por la liturgia como el
Evangelio penetra en el corazón mismo de las culturas. Toda la ceremonia
litúrgica de cada sacramento tiene también un valor pedagógico; el lenguaje
de los signos es el mejor vehículo para que "el mensaje de Cristo penetre en
las conciencias de las personas y (desde ahí) se proyecte en el "ethos" de
un pueblo, en su actitudes vitales, en sus instituciones y en todas sus
estructuras" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 20; cf. Juan Pablo II,
Discurso a los intelectuales, Medellín, 5.7.86, 2). Por esto, las formas de
la celebración litúrgica deben ser aptas para expresar el misterio que se
celebra y a la vez claras e inteligibles para los hombres y mujeres (cf.
Juan Pablo II, Discurso a la UNESCO, 2.6.80, 6).
Religiosidad popular
|p36 36. La religiosidad popular es una expresión privilegiada de la
inculturación de la fe. No se trata sólo de expresiones religiosas sino
también de valores, criterios, conductas y actitudes que nacen del dogma
católico y constituyen la sabiduría de nuestro pueblo, formando su matriz
cultural. Esta celebración de la fe, tan importante en la vida de la Iglesia
de América Latina y el Caribe, está presente en nuestra preocupación
pastoral. Las palabras de Pablo VI (cf. EN 48), recibidas y desarrolladas
por la Conferencia de Puebla en propuestas claras, son aún hoy válidas (cf.
DP 444ss.). Es necesario que reafirmemos nuestro propósito de continuar los
esfuerzos por comprender cada vez mejor y acompañar con actitudes pastorales
las maneras de sentir y vivir, comprender y expresar el misterio de Dios y
de Cristo por parte de nuestros pueblos, para que purificadas de sus
posibles limitaciones y desviaciones lleguen a encontrar su lugar propio en
nuestras Iglesias locales y en su acción pastoral.
Contemplación y compromiso
|p37 37. Queremos concluir estas palabras acerca de la Iglesia como misterio
de comunión que se realiza plenamente en la santidad de sus miembros,
recordando y agradeciendo a Dios la vida contemplativa y monástica presente
hoy en América Latina. La santidad, que es el desarrollo de la vida de la
fe, la esperanza y la caridad recibida desde el bautismo, busca la
contemplación del Dios que ama y de Jesucristo su Hijo. La acción profética
no se entiende ni es verdadera y auténtica sino a partir de un real y
amoroso encuentro con Dios que atrae irresistiblemente (cf. Am 3,8; Jr
20,7-9; Os 2,16s). Sin una capacidad de contemplación, la liturgia, que es
acceso a Dios a través de signos, se convierte en acción carente de
profundidad. Agradecemos a Dios la presencia de hombres y mujeres
consagrados a la contemplación en una vida según los consejos evangélicos;
ellos son un signo viviente de la santidad de todo el pueblo de Dios y un
llamado poderoso a todos los cristianos a crecer en la oración como
expresión de fe ardorosa y comprometida, de amor fiel que contempla a Dios
en su vida íntima Trinitaria y en su acción salvífica en la historia, y de
esperanza inquebrantable en el que ha de volver para introducirnos en la
gloria de su Padre, que es también nuestro Padre (cf. Jn 20,17).
Desafíos pastorales:
|p38 38. Las consideraciones arriba hechas, acerca de la santidad de la
Iglesia, de su carácter profético y de su vocación celebrativa, nos llevan a
reconocer algunos desafíos que nos parecen fundamentales, a los que es
preciso responder para que la Iglesia sea plenamente en América Latina y el
Caribe el misterio de la comunión de los hombres con Dios y entre sí.
En la Iglesia se multiplican los grupos de oración, los movimientos
apostólicos, formas nuevas de vida y de espiritualidad contemplativa, además
de diversas expresiones de la religiosidad popular. Muchos laicos toman
conciencia de su responsabilidad pastoral en sus diversas formas. Crece el
interés por la Biblia, lo cual exige una pastoral bíblica adecuada que dé a
los fieles laicos criterios para responder a las insinuaciones de una
interpretación fundamentalista o a un alejamiento de la vida en la Iglesia
para refugiarse en las sectas.
|p39 39. Entre nuestros mismos católicos el desconocimiento de la verdad
sobre Jesucristo y de las verdades fundamentales de la fe es un hecho muy
frecuente y, en algunos casos, esa ignorancia va unida a una pérdida del
sentido del pecado. Frecuentemente la religiosidad popular, a pesar de sus
inmensos valores, no está purificada de elementos ajenos a la auténtica fe
cristiana ni lleva siempre a la adhesión personal a Cristo muerto y
resucitado.
|p40 40. Predicamos poco acerca del Espíritu que actúa en los corazones y
los convierte, haciendo así posible la santidad, el desarrollo de las
virtudes y el valor para tomar cada día la cruz de Cristo (cf. Mt 10,38;
16,24).
|p41 41. Todo esto nos obliga a insistir en la importancia del primer
anuncio (kerigma) y en la catequesis. Damos gracias a Dios por los esfuerzos
de tantos y tantas catequistas que cumplen su servicio eclesial con
sacrificio, sellado a veces con sus vidas. Pero debemos reconocer como
pastores que aún queda mucho por hacer. Existe todavía mucha ignorancia
religiosa, la catequesis no llega a todos y muchas veces llega en forma
superficial, incompleta en cuanto a sus contenidos, o puramente intelectual,
sin fuerza para transformar la vida de las personas y de sus ambientes.
|p42 42. Se ha perdido en gran medida la práctica de la "dirección
espiritual", que sería muy necesaria para la formación de los laicos más
comprometidos, aparte de ser condición para que maduren vocaciones
sacerdotales y religiosas.
|p43 43. Respecto a la liturgia queda aún mucho por hacer en cuanto a
asimilar en nuestras celebraciones la renovación litúrgica impulsada por el
Concilio Vaticano II, y en cuanto a ayudar a los fieles a hacer de la
celebración eucarística la expresión de su compromiso personal y comunitario
con el Señor. No se ha logrado aún plena conciencia de lo que significa la
centralidad de la liturgia como fuente y culmen de la vida eclesial, se
pierde en muchos el sentido del "día del Señor" y de la exigencia
eucarística que conlleva, persiste la poca participación de la comunidad
cristiana y aparecen quienes intentan apropiarse de la liturgia sin
consideración de su verdadero sentido eclesial. Se ha descuidado la seria y
permanente formación litúrgica según las instrucciones y documentos del
Magisterio, en todos los niveles (cf. Carta apostólica "Vicesimus quintus
annus", 4). No se atiende todavía al proceso de una sana inculturación de la
liturgia; esto hace que las celebraciones sean aún, para muchos, algo
ritualista y privado que no los hace conscientes de la presencia
transformadora de Cristo y de su Espíritu ni se traduce en un compromiso
solidario para la transformación del mundo.
|p44 44. La consecuencia de todo esto es una falta de coherencia entre la fe
y la vida en muchos católicos, incluidos, a veces, nosotros mismos o algunos
de nuestros agentes pastorales. La falta de formación doctrinal y de
profundidad en la vida de la fe hace de muchos católicos presa fácil del
secularismo, el hedonismo y el consumismo que invaden la cultura moderna y,
en todo caso, los hace incapaces de evangelizarla.
Líneas pastorales:
|p45 45. La Nueva Evangelización exige una renovada espiritualidad que,
iluminada por la fe que se proclama, anime, con la sabiduría de Dios, la
auténtica promoción humana y sea el fermento de una cultura cristiana.
Pensamos que es preciso continuar y acentuar la formación doctrinal y
espiritual de los fieles cristianos, y en primer lugar del clero, religiosos
y religiosas, catequistas y agentes pastorales, destacando claramente la
primacía de la gracia de Dios que salva por Jesucristo en la Iglesia, por
medio de la caridad vivida y a través de la eficacia de los sacramentos.
|p46 46. Es preciso anunciar de tal manera a Jesús que el encuentro con Él
lleve al reconocimiento del pecado en la propia vida y a la conversión, en
una experiencia profunda de la gracia del Espíritu recibida en el bautismo y
la confirmación. Esto supone una revaloración del sacramento de la
penitencia, cuya pastoral debería prolongarse en dirección espiritual de
quienes muestran la madurez suficiente para aprovecharla.
|p47 47. Debemos procurar que todos los miembros del pueblo de Dios asuman
la dimensión contemplativa de su consagración bautismal y "aprendan a orar"
imitando el ejemplo de Jesucristo (cf. Lc 11,1), de manera que la oración
esté siempre integrada con la misión apostólica en la comunidad cristiana y
en el mundo. Frente a muchos -también cristianos - que buscan en prácticas
ajenas al cristianismo respuestas a sus ansias de vida interior, debemos
saber ofrecer la rica doctrina y la larga experiencia que tiene la Iglesia.
|p48 48. Una tal evangelización de Cristo y de su vida divina en nosotros
debe mostrar la exigencia ineludible de acomodar la conducta al modelo que
Él nos ofrece. La coherencia de la vida de los cristianos con su fe es
condición de la eficacia de la Nueva Evangelización. Para eso es necesario
conocer bien las situaciones concretas vividas por el hombre contemporáneo
para ofrecerle la fe como elemento iluminador. Esto supone también una clara
predicación de la moral cristiana que abarque tanto la conducta personal y
familiar como la social. La práctica de pequeñas comunidades pastoralmente
bien asistidas constituye un buen medio para aprender a vivir la fe en
estrecha comunión con la vida y con proyección misionera. En este campo es
muy significativo también el aporte de los movimientos apostólicos.
|p49 49. La Nueva Evangelización debe acentuar una catequesis Kerigmática y
misionera. Se requieren, para la vitalidad de la comunidad eclesial, más
catequistas y agentes pastorales, dotados de un sólido conocimiento de la
Biblia que los capacite para leerla, a la luz de la Tradición y del
Magisterio de la Iglesia, y para iluminar desde la Palabra de Dios su propia
realidad personal, comunitaria y social. Ellos serán instrumentos
especialmente eficaces de la inculturación del Evangelio. Nuestra catequesis
ha de tener un itinerario continuado que abarque desde la infancia hasta la
edad adulta, utilizando los medios más adecuados para cada edad y situación.
Los catecismos son subsidios muy importantes para la catequesis; son a la
vez camino y fruto de un proceso de inculturación de la fe. El "Catecismo de
la Iglesia Católica", ya anunciado por el Papa Juan Pablo II, orientará la
elaboración de nuestros futuros catecismos.
|p50 50. La función profética de la Iglesia que anuncia a Jesucristo debe
mostrar siempre los signos de la verdadera "valentía" (parresía: cf. Hch
4,13; 1 Tes 2,2) en total libertad frente a cualquier poder de este mundo.
Parte necesaria de toda predicación y de toda catequesis debe ser la
Doctrina Social de la Iglesia, que constituye la base y el estímulo de la
auténtica opción preferencial por los pobres.
|p51 51. Nuestras Iglesias locales, que se expresan plenamente en la
liturgia y en primer lugar en la Eucaristía, deben promover una seria y
permanente formación litúrgica del pueblo de Dios en todos sus niveles, a
fin de que pueda vivir la liturgia espiritual, consciente y activamente.
Esta formación deberá tener en cuenta la presencia viva de Cristo en la
celebración, su valor pascual y festivo, el papel activo que le cabe a la
Asamblea y su dinamismo misionero. Una preocupación especial debe ser la de
promover y dar una seria formación a quienes estén encargados de dirigir la
oración y la celebración de la Palabra en ausencia del sacerdote. Nos
parece, en fin, que es urgente darle al domingo, a los tiempos litúrgicos y
a la celebración de la Liturgia de las Horas todo su sentido y su fuerza
evangelizadora.
|p52 52. La celebración comunitaria debe ayudar a integrar en Cristo y su
misterio los acontecimientos de la propia vida, debe hacer crecer en la
fraternidad y la solidaridad, debe atraer a todos.
|p53 53. Hemos de promover una liturgia que en total fidelidad al espíritu
que el Concilio Vaticano II quiso recuperar en toda su pureza busque, dentro
de las normas dadas por la Iglesia, la adopción de las formas, signos y
acciones propias de las culturas de América Latina y el Caribe. En esta
tarea se deberá poner una especial atención a la valorización de la piedad
popular, que encuentra su expresión especialmente en la devoción a la
Santísima Virgen, las peregrinaciones a los santuarios y en las fiestas
religiosas iluminadas por la Palabra de Dios. Si los pastores no nos
empeñamos a fondo en acompañar las expresiones de nuestra religiosidad
popular purificándolas y abriéndolas a nuevas situaciones, el secularismo se
impondrá más fuertemente en nuestro pueblo latinoamericano y será más
difícil la inculturación del Evangelio.
1.2. Comunidades eclesiales vivas y dinámicas
|p54 54. "Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos
también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado"
(Jn 17,21). Ésta es la oración de Jesucristo por su Iglesia. Para ella ha
pedido que viva la unidad, según el modelo de la unidad trinitaria (cf. GS
24). Así procuraron vivir los primeros cristianos en Jerusalén.
Conscientes de que el momento histórico que vivimos nos exige "delinear el
rostro de una Iglesia viva y dinámica que crece en la fe, se santifica, ama,
sufre, se compromete y espera en su Señor" (Juan Pablo II, Discurso
inaugural, 25), queremos volver a descubrir al Señor Resucitado que hoy vive
en su Iglesia, se entrega a ella, la santifica (cf. Ef 5,25-26) y la hace
signo de la unión de todos los hombres entre sí y de éstos con Dios. (cf. LG
1).
Queremos reflejar este "rostro" en nuestras Iglesias particulares,
parroquias y demás comunidades cristianas. Buscamos dar impulso
evangelizador a nuestra Iglesia a partir de una vivencia de comunión y
participación, que ya se experimenta en diversas formas de comunidades
existentes en nuestro continente.
1.2.1. La Iglesia Particular
|p55 55. Las Iglesias particulares tienen como misión prolongar para las
diversas comunidades "la presencia y la acción evangelizadora de Cristo" (DP
224), ya que están "formadas a imagen de la Iglesia Universal, en las cuales
y a base de las cuales existe la Iglesia Católica, una y única" (LG 23).
La Iglesia particular está llamada a vivir el dinamismo de comunión-misión,
"la comunión y la misión están profundamente unidas entre sí; se compenetran
y se implican mutuamente, hasta tal punto que la comunión representa a la
vez la fuente y el fruto de la misión. .. siempre es el único e idéntico
Espíritu el que convoca y une a la Iglesia y el que la envía a predicar el
Evangelio hasta los confines de la tierra" (ChL 32).
La Iglesia particular es igualmente "comunión orgánica... caracterizada por
la simultánea presencia de la diversidad y de la complementariedad de las
vocaciones y condiciones de vida, de los ministerios, de los carismas y de
las responsabilidades" (ChL 20).
"En la unidad de la Iglesia local, que brota de la Eucaristía, se encuentra
todo el Colegio episcopal con el sucesor de Pedro a la cabeza, como
perteneciente a la misma esencia de la Iglesia particular. En torno al
Obispo y en perfecta comunión con él tienen que florecer las parroquias y
comunidades cristianas como células pujantes de vida eclesial" (Juan Pablo
II, Discurso inaugural, 25).
La Iglesia particular, conforme a su ser y a su misión, por congregar al
Pueblo de Dios de un lugar o región, conoce de cerca la vida, la cultura,
los problemas de sus integrantes y está llamada a generar allí con todas sus
fuerzas, bajo la acción del Espíritu, la Nueva Evangelización, la promoción
humana, la inculturación de la fe (cf. RMi 54).
|p56 56. En general nuestras diócesis carecen de suficientes agentes
calificados de pastoral. Muchas de ellas aún no poseen una clara y verdadera
planificación pastoral. Es urgente avanzar en el camino de la comunión y
participación, que muchas veces es obstaculizado por la falta del sentido de
Iglesia y del auténtico espíritu misionero.
|p57 57. Por eso es indispensable:
-Promover el aumento y la adecuada formación de los agentes para los
diversos campos de la acción pastoral, conforme a la eclesiología del
Vaticano II y el magisterio posterior.
-Impulsar procesos globales, orgánicos y planificados quefaciliten y
procuren la integración de todos los miembros del pueblo de Dios, de las
comunidades y de los diversos carismas, y los oriente a la Nueva
Evangelización, incluida la misión
"ad gentes".
1.2.2. La Parroquia
|p58 58. La parroquia, comunidad de comunidades y movimientos, acoge las
angustias y esperanzas de los hombres, anima y orienta la comunión,
participación y misión. "No es principalmente una estructura, un territorio,
un edificio, ella es "la familia de Dios, como una fraternidad animada por
el Espíritu de unidad"... La parroquia está fundada sobre una realidad
teológica porque ella es una comunidad eucarística..."La parroquia es una
comunidad de fe y una comunidad orgánica en la que el párroco, que
representa al obispo diocesano, es el vínculo jerárquico con toda la Iglesia
particular" (ChL26).
Si la parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los
hombres, ella vive y obra entonces profundamente insertada en la sociedad
humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dificultades.
La parroquia tiene la misión de evangelizar, de celebrar la liturgia, de
impulsar la promoción humana, de adelantar la inculturación de la fe en las
familias, en las CEBs, en los grupos y movimientos apostólicos y, a través
de todos ellos, a la sociedad.
La parroquia, comunión orgánica y misionera, es así una red de comunidades.
|p59 59. Sigue todavía lento el proceso de renovación de la parroquia en sus
agentes de pastoral y en la participación de los fieles laicos.
Es urgente e indispensable dar solución a los interrogantes que se presentan
a las parroquias urbanas para que éstas puedan responder a los desafíos de
la Nueva Evangelización. Hay desfase entre el ritmo de la vida moderna y los
criterios que animan ordinariamente a la parroquia.
|p60 60. Hemos de poner en práctica estas grandes líneas:
- Renovar las parroquias a partir de estructuras que permitan sectorizar la
pastoral mediante pequeñas comunidades eclesiales en las que aparezca la
responsabilidad de los fieles laicos.
- Cualificar la formación y participación de los laicos, capacitándolos para
encarnar el Evangelio en las situaciones específicas donde viven o actúan.
- En las parroquias urbanas se deben privilegiar planes de conjunto en zonas
homogéneas para organizar servicios ágiles que faciliten la Nueva
Evangelización.
- Renovar su capacidad de acogida y su dinamismo misionero con los fieles
alejados y multiplicar la presencia física de la parroquia mediante la
creación de capillas y pequeñas comunidades.
1.2.3. Las Comunidades Eclesiales de Base
|p61 61. La comunidad eclesial de base es célula viva de la parroquia,
entendida ésta como comunión orgánica y misionera.
La CEB en sí misma, ordinariamente integrada por pocas familias, está
llamada a vivir como comunidad de fe, de culto y de amor; ha de estar
animada por laicos, hombres y mujeres adecuadamente preparados en el mismo
proceso comunitario; los animadores han de estar en comunión con el párroco
respectivo y el obispo.
"Las comunidades eclesiales de base deben caracterizarse siempre por una
decidida proyección universalista y misionera que les infunda un renovado
dinamismo apostólico" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 25). "Son un signo
de vitalidad de la Iglesia, instrumento de formación y de evangelización, un
punto de partida válido para una nueva sociedad fundada sobre la
civilización del amor" (RMi 51).
|p62 62. Cuando no existe una clara fundamentación eclesiológica y una
búsqueda sincera de comunión, estas comunidades dejan de ser eclesiales y
pueden ser víctimas de manipulación ideológica o política.
|p63 63. Consideramos necesario:
- Ratificar la validez de las comunidades eclesiales de base fomentando en
ellas un espíritu misionero y solidario y buscando su integración con la
parroquia, con la diócesis y con la Iglesia universal, en conformidad con
las enseñanzas de la "Evangelii Nuntiandi" (cf. EN 55).
- Elaborar planes de acción pastoral que aseguren la preparación de los
animadores laicos que asistan a estas comunidades en íntima comunión con el
párroco y el obispo.
1.2.4. La familia cristiana
|p64 64. La familia cristiana es "Iglesia doméstica", primera comunidad
evangelizadora. "No obstante los problemas que en nuestros días asedian al
matrimonio y la institución familiar, ésta, como célula primera y vital de
la sociedad, puede generar grandes energías que son necesarias para el bien
de la humanidad" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 18). Es necesario hacer
de la pastoral familiar una prioridad básica, sentida, real y operante.
Básica como frontera de la Nueva Evangelización. Sentida, esto es, acogida y
asumida por toda la comunidad diocesana. Real porque será respaldada
concreta y decididamente con el acompañamiento del obispo diocesano y sus
párrocos. Operante significa que debe estar inserta en una pastoral
orgánica. Esta pastoral debe estar al día en instrumentos pastorales y
científicos. Necesita ser acogida desde sus propios carismas por las
comunidades religiosas y los movimientos en general.
1.3. En la unidad del Espíritu y con diversidad de ministerios y carismas
|p65 65. El bautismo nos constituye pueblo de Dios, miembros vivos de la
Iglesia. Por la acción del Espíritu Santo participamos de todas las riquezas
de gracia que nos regala el Resucitado.
Es este mismo Espíritu el que nos da la posibilidad de reconocer a Jesús
como Señor y nos lleva a construir la unidad de la Iglesia desde distintos
carismas que Él nos confía para "provecho común" (cf. 1 Co 12,3-11). He aquí
nuestra grandeza y nuestra responsabilidad. Ser portadores del mensaje
salvador para los demás.
|p66 66. Así, el ministerio salvífico de Cristo (cf. Mt 20,28; Jn 10,10) se
actualiza a través del servicio de cada uno de nosotros. Existimos y
servimos en una Iglesia rica en ministerios.
1.3.1. Los ministerios ordenados
|p67 67. El ministerio de los obispos, en comunión con el Sucesor de Pedro,
y el de los presbíteros y diáconos es esencial para que la Iglesia responda
al designio salvífico de Dios con el anuncio de la palabra, con la
celebración de los sacramentos y en la conducción pastoral. El ministerio
ordenado es siempre un servicio a la humanidad en orden al reino. Hemos
recibido "la fuerza del Espíritu Santo" (cf. Hch 1,8) para ser testigos de
Cristo e instrumentos de vida nueva.
Volvemos a escuchar hoy la voz del Señor quien, con los desafíos de la hora
actual, nos llama y envía; queremos permanecer fieles al Señor y a los
hombres y mujeres, sobre todo los más pobres, para cuyo servicio hemos sido
consagrados.
a) El desafío de la unidad
|p68 68. El Concilio nos recordó la dimensión comunitaria de nuestro
ministerio: colegialidad episcopal, comunión presbiteral, unidad entre los
diáconos. A nivel continental y en cada una de nuestras Iglesias
particulares, existen ya organismos de integración y coordinación. Es
notorio el esfuerzo de unidad con los religiosos que comparten los esfuerzos
pastorales en cada Diócesis.
Reconocemos, sin embargo, que existen causas de preocupación en nuestras
Iglesias particulares: divisiones y conflictos que no siempre reflejan la
unidad que ha querido el Señor.
Por otra parte, la escasez de ministros y el recargo de trabajo que impone a
algunos el ejercicio de su ministerio hacen que muchos permanezcan aislados.
Por tanto, se hace necesario vivir la reconciliación en la Iglesia, recorrer
todavía el camino de unidad y de comunión de nosotros, los pastores, entre
nosotros mismos y con las personas y comunidades que se nos han encomendado.
|p69 69. Por eso nos proponemos:
- Mantener las estructuras que están al servicio de la comunión entre los
ministros ordenados, prestando especial atención a los respectivos papeles
subsidiarios y sin desmedro de las competencias propias, en conformidad al
derecho de la Iglesia. Según las necesidades y lo que enseña la experiencia
tales estructuras pueden revisarse y redimensionarse, precisando su
competencia y naturaleza. Entre estas instancias están las conferencias
episcopales, las provincias y regiones eclesiásticas, los consejos
presbiterales y, a nivel continental, el CELAM.
- En la formación inicial de los futuros pastores y en la formación
permanente de obispos, presbíteros y diáconos queremos impulsar, muy
especialmente, el espíritu de unidad y comunión.
b) La exigencia de una profunda vida espiritual
|p70 70. El sacerdocio procede de la profundidad del inefable misterio de
Dios. Nuestra existencia sacerdotal nace del amor del Padre, de la gracia de
Jesucristo y de la acción santificadora y unificante del Espíritu Santo;
esta misma existencia se va realizando para el servicio de una comunidad a
fin de que todos se hagan dóciles a la acción salvadora de Cristo (cf. Mt
20,28; PDV 12).
El Sínodo Episcopal de 1990 y la exhortación post-sinodal "Pastores dabo
vobis" han delineado de manera clara las notas características de una
espiritualidad sacerdotal, con una insistencia honda sobre la caridad
pastoral (cf. PDV, cap. 3).
|p71 71. Por estas razones nos proponemos:
- Buscar en nuestra oración litúrgica y privada y en nuestro ministerio una
permanente y profunda renovación espiritual para que en los labios, en el
corazón y en la vida de cada uno de nosotros, esté siempre presente
Jesucristo.
- Crecer en el testimonio de santidad de vida a la que estamos llamados, con
la ayuda de los medios que ya tenemos en nuestras manos: "los encuentros de
espiritualidad sacerdotal, como los ejercicios espirituales, los días de
retiro o de espiritualidad" (PDV 80) y otros recursos que señala el
Documento Pontificio Post-sinodal.
c) La urgencia de la formación permanente
|p72 72. San Pablo recomienda a su discípulo que reavive el don que ha
recibido por la imposición de las manos (cf. 2 Tm 1,6). Juan Pablo II nos ha
recordado que la Iglesia necesita presentar modelos creíbles de sacerdotes
que sean ministros convencidos y fervorosos de la Nueva Evangelización (cf.
PDV n.8 y cap. 6).
Existe una conciencia creciente de la necesidad e integralidad de la
formación permanente, entendida y aceptada como camino de conversión y medio
para la fidelidad. Las implicaciones concretas que tiene esta formación para
el compromiso del sacerdote con la Nueva Evangelización exigen crear y
estimular cauces concretos que la puedan asegurar. Cada vez aparece con más
fuerza la necesidad de acompañar el proceso de crecimiento, intentando que
los desafíos que el secularismo y la injusticia le plantean puedan ser
asimilados y respondidos desde la caridad pastoral. Igual atención hemos de
prestar a los sacerdotes ancianos o enfermos.
|p73 73. Consideramos importante:
- Elaborar proyectos y programas de formación permanente para obispos,
sacerdotes y diáconos, las comisiones nacionales del clero y los consejos
presbiterales.
- Motivar y apoyar a todos los ministros ordenados para una formación
permanente estructurada conforme a las orientaciones del magisterio
pontificio.
d) La indispensable cercanía a nuestras comunidades
|p74 74. El Buen Pastor conoce sus ovejas y es conocido por ellas (cf. Jn
10,14). Servidores de la comunión, queremos velar por nuestras comunidades
con entrega generosa, siendo modelos para el rebaño (cf. 1 P 5,1-5).
Queremos que nuestro servicio humilde haga sentir a todos que hacemos
presente a Cristo Cabeza, Buen Pastor y Esposo de la Iglesia (cf. PDV 10).
La cercanía a cada una de las personas permite a los pastores compartir con
ellas las situaciones de dolor e ignorancia, de pobreza y marginación, los
anhelos de justicia y liberación. Es todo un programa para vivir mejor
nuestra condición de ministros de la reconciliación (cf. 2 Co 5,18), dando a
cada uno motivos de esperanza (cf. 1 P 3,15), por el anuncio salvador de
Jesucristo (cf. Ga 5,1)
|p75 75. - Nosotros, obispos, nos proponemos organizar mejor una pastoral de
acompañamiento de nuestros presbíteros y diáconos, para apoyar a quienes se
encuentran en ambientes especialmente difíciles.
- Todos los ministros queremos conservar una presencia humilde y cercana en
medio de nuestras comunidades para que todos puedan sentir la misericordia
de Dios. Queremos ser testigos de solidaridad con nuestros hermanos.
e) La atención a los diáconos permanentes
|p76 76. Para el servicio de la comunión en América Latina, tiene
importancia el ministerio de los diáconos. Ellos son, en forma muy
privilegiada, signos del Señor Jesús "que no ha venido a ser servido sino a
servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 20,28). Su servicio será
el testimonio evangélico frente a una historia en que se hace presente cada
vez más la iniquidad y se ha enfriado la caridad (cf. Mt 24,12).
Para una Nueva Evangelización que, por el servicio de la Palabra y la
Doctrina Social de la Iglesia, responda a las necesidades de promoción
humana y vaya generando una cultura de solidaridad, el diácono permanente,
por su condición de ministro ordenado e inserto en las complejas situaciones
humanas, tiene un amplio campo de servicio en nuestro Continente.
|p77 77. - Queremos reconocer nuestros diáconos más por lo que son que por
lo que hacen.
- Queremos acompañar a nuestros diáconos en el discernimiento para que
logren una formación inicial y permanente, adecuada a su condición.
- Continuaremos nuestra reflexión sobre la espiritualidad propia de los
diáconos fundamentada en Cristo siervo, para que vivan con hondo sentido de
fe su entrega a la Iglesia y su integración con el presbiterio diocesano.
- Queremos ayudar a los diáconos casados para que sean fieles a su doble
sacramentalidad: la del matrimonio y la del orden y para que sus esposas e
hijos vivan y participen con ellos en la diaconía. La experiencia de trabajo
y su papel de padres y esposos los constituyen en colaboradores muy
calificados para abordar diversas realidades urgentes en nuestras Iglesias
particulares
- Nos proponemos crear los espacios necesarios para que los diáconos
colaboren en la animación de los servicios en la Iglesia, detectando y
promoviendo líderes, estimulando la corresponsabilidad de todos para una
cultura de la reconciliación y la solidaridad. Hay situaciones y lugares,
principalmente en las zonas rurales alejadas y en las grandes áreas urbanas
densamente pobladas, donde sólo a través del diácono se hace presente un
ministro ordenado.
1.3.2. Las vocaciones al ministerio presbiteral y los seminarios
|p78 78. "Sucedió que por aquellos días se fue Jesús al monte para orar, y
se pasó la noche en la oración a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus
discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles"
(Lc 6,12-13; Mc 3, 13-14).
"Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados
y abatidos como ovejas que no tienen pastor" (Mt, 9,36-38).
En el marco de una Iglesia "comunión para la misión", el Señor, que nos
llama a todos a la santidad, llama a algunos para el servicio sacerdotal.
a) La pastoral vocacional: una prioridad
|p79 79. Estamos frente a hechos innegables: hay un aumento de las
vocaciones sacerdotales, ha crecido el interés por una pastoral que presente
a los jóvenes, con claridad, la posibilidad de un llamado del Señor.
Pero los jóvenes llamados no pueden sustraerse a los cambios familiares,
culturales, económicos y sociales del momento. La desintegración familiar
puede impedir una experiencia de amor que prepare para la entrega generosa
de toda la vida. El contagio de una sociedad "permisiva" y consumista no
favorece una vida de austeridad y sacrificio. Puede suceder que la
motivación vocacional resulte, sin quererlo el candidato, viciada con
razones no evangélicas.
|p80 80. Por eso consideramos muy importante:
- Estructurar una pastoral vocacional inserta en lapastoral orgánica de la
diócesis, en estrecha vinculación con la pastoral familiar y la juvenil. Es
urgente preparar agentes y encontrar recursos para este campo de la pastoral
y apoyar el compromiso de los laicos en la promoción de vocaciones
consagradas.
- Fundamentar la pastoral vocacional en la oración, en la frecuencia de los
sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, la catequesis de la
confirmación, la devoción mariana, el acompañamiento con la dirección
espiritual y un compromiso misionero concreto; éstos son los principales
medios que ayudarán a los jóvenes en su discernimiento.
- Procurar el fomento de las vocaciones que provengan de todas las culturas
presentes en nuestras Iglesias particulares. El Papa nos ha invitado a
prestar atención a las vocaciones de indígenas (cf. Mensaje a los indígenas,
6; Mensaje a los afroamericanos, 5).
|p81 81. - Mantienen su validez los seminarios menores y centros afines
debidamente adaptados a las condiciones de la época actual para los jóvenes
de los últimos años de educación media en los que empieza a manifestarse un
fuerte deseo por la opción hacia el sacerdocio. En algunos países y en
ambientes familiares muy deteriorados son necesarias estas instituciones
para que los jóvenes crezcan en su vivencia cristiana y puedan hacer una más
madura opción vocacional.
|p82 82. Ante el resurgimiento de vocaciones entre los adolescentes, es
tarea nuestra su adecuada promoción, discernimiento y formación.
- En nuestra pastoral vocacional tendremos muy en cuenta las palabras del
Santo Padre: "condición indispensable para la Nueva Evangelización es poder
contar con evangelizadores numerosos y cualificados. Por ello, la promoción
de las vocaciones sacerdotales y religiosas... ha de ser una prioridad de
los obispos y un compromiso de todo el pueblo de Dios" (Juan Pablo II,
Discurso inaugural, 26).
b) Los seminarios
|p83 83. Signo de alegría y de esperanza es el nacimiento de seminarios
mayores en nuestro continente y el aumento del número de alumnos en ellos.
En general, se trabaja por un ambiente favorable a la dirección espiritual y
se procura "estar al día" en la formación, especialmente pastoral, de los
futuros sacerdotes.
Preocupa, sin embargo, la dificultad para encontrar el equipo de formadores
adecuado a las necesidades de cada seminario, lo que produce un detrimento
en la calidad de la formación.
En muchos casos el medio social del cual provienen los candidatos "los
marca" con modos de vida muy secularizados o los hace llegar al seminario
con limitaciones en su formación humana o intelectual y aun en los
fundamentos de su fe cristiana.
|p84 84. Frente a estas realidades nos proponemos:
- Asumir plenamente las directivas de la exhortación post-sinodal "Pastores
dabo vobis" y revisar, desde ella, nuestras "Normas básicas para la
formación sacerdotal" en cada país.
- Seleccionar y preparar formadores, aprovechando los cursos que ofrecen el
CELAM y otras instituciones. Antes de abrir un seminario es necesario
asegurar la presencia del equipo de formadores.
- Revisar la orientación de la formación impartida en cada uno de nuestros
seminarios para que corresponda a las exigencias de la Nueva Evangelización,
con sus consecuencias para la promoción humana y la inculturación del
Evangelio. Sin disminuir las exigencias de una seria formación integral, dar
particular interés al desafío que representa la formación sacerdotal de
aquellos candidatos que provienen de culturas indígenas y afroamericanas.
- Procurar una formación integral que ya desde el seminario disponga para la
formación permanente del sacerdote.
1.3.3. La Vida Consagrada
|p85 85. La vida consagrada, como don del Espíritu Santo a su Iglesia, que
pertenece a la vida íntima y santidad de la Iglesia (cf. LG 44; EN 69), es
manifestada por el testimonio heroico de muchas religiosas y religiosos que
a partir de su singular alianza con Dios hacen presente en todas las
situaciones, hasta las más difíciles, la fuerza del Evangelio.
Por la vivencia fiel de los consejos evangélicos participan del misterio y
de la misión de Cristo, irradian los valores del Reino, glorifican a Dios,
animan la propia comunidad eclesial e interpelan a la sociedad (cf. Lc
4,14-21; 9,1-6). Los consejos evangélicos tienen una profunda dimensión
pascual, ya que suponen una identificación con Cristo, en su muerte y
resurrección (cf. Juan Pablo II, Los caminos del Evangelio, 17).
Por su experiencia testimonial, la vida religiosa "ha de ser siempre
evangelizadora para que los necesitados de la luz de la fe acojan con gozo
la Palabra de salvación; para que los pobres y los más olvidados sientan la
cercanía de la solidaridad fraterna; para que los marginados y abandonados
experimenten el amor de Cristo; para que los sin voz se sientan escuchados;
para que los tratados injustamente hallen defensa y ayuda" (Juan Pablo II,
Homilía en la Catedral de Santo Domingo, 10.10.92, 8).
La Virgen María, que pertenece tan profundamente a la identidad cristiana de
nuestros pueblos latinoamericanos (cf. DP 283), es modelo de vida para los
consagrados y apoyo seguro de su fidelidad.
A raíz del Concilio Vaticano II, y bajo el impulso de Medellín y Puebla, ha
habido un esfuerzo de renovación de los religiosos, una "vuelta a las
fuentes" y la primitiva inspiración de los institutos (cf. Perfectae
Caritatis, 2). Las conferencias de Superiores Mayores cumplen un papel
importante para la vida consagrada; respetando el fin y el espíritu de cada
instituto, tratan asuntos comunes y establecen la conveniente cooperación
con los pastores de la Iglesia (cf. CIC 708).
La vida consagrada, siendo don peculiar de Dios a su Iglesia, es
necesariamente eclesial y enriquece a las Iglesias particulares. Los
religiosos de América Latina renuevan su adhesión al Papa. A partir de las
disposiciones de "Mutuae relationes", es preciso un esfuerzo de mayor
conocimiento recíproco entre las diversas formas de vida consagrada y las
Iglesias particulares.
|p86 86. De singular fecundidad evangelizadora y misionera es la vida
contemplativa; ella testimonia con toda su vida la primacía de lo absoluto
de Dios. Con alegría constatamos su aumento de vocaciones y el envío a otros
países.
|p87 87. La experiencia de los institutos seculares es significativa y ellos
están en crecimiento. Por su consagración intentan armonizar los valores
auténticos del mundo contemporáneo con el seguimiento de Jesús vivido desde
la secularidad; han de ocupar, pues, un puesto importante en la labor de la
Nueva Evangelización para la promoción humana y la inculturación del
Evangelio.
|p88 88. A esta tarea de evangelización contribuyen también generosamente y
están llamadas a proseguir con sus características específicas las
sociedades de vida apostólica.
|p89 89. Otra forma de consagración es la de las vírgenes consagradas a Dios
por el obispo diocesano, esposas místicas de Jesucristo, que se entregan al
servicio de la Iglesia (cf. CIC 604, 1).
|p90 90. La mujer consagrada contribuye a impregnar de Evangelio nuestros
procesos de promoción humana integral y da dinamismo a la pastoral de la
Iglesia. Ella se encuentra frecuentemente en los lugares de misión que
ofrecen mayor dificultad y es especialmente sensible al clamor de los
pobres. Por esto es necesario responsabilizarla más en la programación de la
acción pastoral y caritativa.
|p91 91. "La obra de evangelización (dice el Papa) en América Latina ha
sido, en gran parte, fruto de vuestro servicio misionero... También en
nuestros días los religiosos y religiosas representan una fuerza
evangelizadora y apostólica primordial en el continente latinoamericano"
(Juan Pablo II, "Los Caminos del Evangelio", 29.6.90, 2.3).
En su carta a los religiosos de América Latina ("Los Caminos del Evangelio",
29.6.90) el Santo Padre les plantea los siguientes retos: seguir "en la
vanguardia misma de la predicación, dando siempre testimonio del Evangelio
de la salvación" (n. 24). "Evangelizar a partir de una profunda experiencia
de Dios" (n. 25). "Mantener vivos los carismas de los fundadores" (n. 26).
Evangelizar en estrecha colaboración con los obispos, sacerdotes y laicos,
dando ejemplo de renovada comunión (cf. n. 27). Estar en la vanguardia de la
evangelización de las culturas (cf. n. 28). Responder a la necesidad de
evangelizar más allá de nuestras fronteras.
Líneas pastorales:
|p92 92. Esta IV Conferencia señala los siguientes compromisos y líneas de
acción pastoral con relación a la vida consagrada:
- Reconocer la vida consagrada como un don para nuestras Iglesias
particulares.
- Fomentar la vocación a la santidad en las religiosas y religiosos
valorando su vida por su misma existencia y testimonio. Por eso queremos
respetar y fomentar la fidelidad a cada carisma fundacional como
contribución a la Iglesia.
- Dialogar en las comisiones mixtas y otros organismos previstos en el
Documento de la Santa Sede "Mutuae Relationes" para responder a las
distintas tensiones y conflictos desde la comunión eclesial. Queremos que en
nuestros seminarios se fomente el conocimiento de la teología de la vida
religiosa y que, en las casas de formación de los religiosos, se dé especial
importancia a la teología de la Iglesia particular presidida por el obispo
y, además, un conocimiento de la espiritualidad específica del sacerdote
diocesano.
- Queremos alentar las iniciativas de los Superiores Mayores en favor de una
formación inicial y permanente y de un acompañamiento espiritual de los
religiosos y religiosas para que éstos puedan responder a los retos de la
Nueva Evangelización. Trataremos de impulsar un espíritu misionero que
despierte en los religiosos el anhelo de servir más allá "de nuestras
fronteras".
- Apoyar y asumir el ser y la presencia misionera de los religiosos en la
Iglesia particular, sobre todo cuando su opción por los pobres los lleva a
puestos de vanguardia de mayor dificultad o de inserción más comprometida.
|p93 93. - Procurar que los religiosos y religiosas que se encuentran
trabajando pastoralmente en una Iglesia particular lo hagan siempre en
perfecta comunión con el obispo y los presbíteros.
1.3.4. Los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo
|p94 94. El Pueblo de Dios está constituido en su mayoría por fieles
cristianos laicos. Ellos son llamados por Cristo como Iglesia, agentes y
destinatarios de la Buena Noticia de Salvación, a ejercer en el mundo, viña
de Dios, una tarea evangelizadora indispensable. A ellos se dirigen hoy las
palabras del Señor: "Id también vosotros a mi viña" (Mt 20,3-4) y estas
otras: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Noticia a toda la
creación" (Mc 16,15 cf. ChL 33).
Como consecuencia del bautismo los fieles son insertados en Cristo y son
llamados a vivir el triple oficio sacerdotal, profético y real. Esta
vocación debe ser fomentada constantemente por los pastores en las Iglesias
particulares.
a) Los Laicos hoy en nuestras Iglesias
|p95 95. Hoy, como signo de los tiempos, vemos un gran número de laicos
comprometidos en la Iglesia: ejercen diversos ministerios, servicios y
funciones en las comunidades eclesiales de base o actividades en los
movimientos eclesiales. Crece siempre más la conciencia de su
responsabilidad en el mundo y en la misión "ad gentes". Aumenta así el
sentido evangelizador de los fieles cristianos. Los jóvenes evangelizan a
los jóvenes. Los pobres evangelizan a los pobres.
Los fieles laicos comprometidos manifiestan una sentida necesidad de
formación y de espiritualidad.
|p96 96. Sin embargo se comprueba que la mayor parte de los bautizados no
han tomado aún conciencia plena de su pertenencia a la Iglesia. Se sienten
católicos, pero no Iglesia. Pocos asumen los valores cristianos como un
elemento de su identidad cultural y por lo tanto no sienten la necesidad de
un compromiso eclesial y evangelizador. Como consecuencia, el mundo del
trabajo, de la política, de la economía, de la ciencia, del arte, de la
literatura y de los medios de comunicación social no son guiados por
criterios evangélicos. Así se explica la incoherencia que se da entre la fe
que dicen profesar y el compromiso real en la vida (cf. DP 783).
Se comprueba también que los laicos no son siempre adecuadamente acompañados
por los Pastores en el descubrimiento y maduración de su propia vocación.
La persistencia de cierta mentalidad clerical en numerosos agentes de
pastoral, clérigos e incluso laicos (cf. DP 784), la dedicación de muchos
laicos de manera preferente a tareas intra-eclesiales y una deficiente
formación les privan de dar respuestas eficaces a los desafíos actuales de
la sociedad.
b) Los desafíos para los laicos
|p97 97. Las urgencias de la hora presente en América Latina y el Caribe
reclaman:
Que todos los laicos sean protagonistas de la Nueva Evangelización, la
Promoción Humana y la Cultura Cristiana. Es necesaria la constante promoción
del laicado, libre de todo clericalismo y sin reducción a lo intra-eclesial.
Que los bautizados no evangelizados sean los principales destinatarios de la
Nueva Evangelización. Ésta sólo se llevará a cabo efectivamente si los
laicos conscientes de su bautismo responden al llamado de Cristo a
convertirse en protagonistas de la Nueva Evangelización.
Es urgente un esfuerzo para favorecer, en el marco de la comunión eclesial,
la búsqueda de santidad de los laicos y el ejercicio de su misión.
c) Principales líneas pastorales
|p98 98. - Acrecentar la vivencia de la Iglesia-comunión, que nos lleva a la
corresponsabilidad en la misión de la Iglesia. Fomentar la participación de
los laicos en los Consejos Pastorales, a diversos niveles de la estructura
eclesial. Evitar que los laicos reduzcan su acción al ámbito intra-eclesial,
impulsándolos a penetrar los ambientes socio-culturales y a ser en ellos
protagonistas de la transformación de la sociedad a la luz del Evangelio y
de la Doctrina Social de la Iglesia.
- Promover los consejos de laicos, en plena comunión con los pastores y
adecuada autonomía, como lugares de encuentro, diálogo y servicio, que
contribuyan al fortalecimiento de la unidad, la espiritualidad y la
organización del laicado: estos consejos de laicos son también espacios de
formación y pueden establecerse en cada diócesis en la Iglesia de cada país
y abarcar tanto a los movimientos de apostolado como a los laicos que,
estando comprometidos con la Evangelización, no están integrados en grupos
apostólicos.
|p99 99. - Incentivar una formación integral, gradual y permanente de los
laicos mediante organismos que faciliten "la formación de formadores" y
programen cursos y escuelas diocesanas y nacionales, teniendo una particular
atención a la formación de los pobres (cf. ChL 63).
- Los pastores procuraremos, como objetivo pastoral inmediato, impulsar la
preparación de laicos que sobresalgan en el campo de la educación, de la
política, de los medios de comunicación social, de la cultura y del trabajo.
Estimularemos una pastoral específica para cada uno de estos campos de tal
manera que quienes estén presentes en ellos sientan todo el respaldo de sus
pastores. Estarán incluidos también los militares, a quienes corresponde
siempre estar al servicio de la libertad, la democracia y la paz de los
pueblos (cf. GS 79).
-Teniendo presente que la santidad es un llamado a todos los cristianos, los
pastores procurarán los medios adecuados que favorezcan en los laicos una
auténtica experiencia de Dios. Incentivarán también publicaciones
específicas de espiritualidad laical.
|p100 100. - Favorecer la organización de los fieles laicos a todos los
niveles de la estructura pastoral, basada en los criterios de comunión y
participación y respetando "la libertad de
asociación de los fieles laicos en la Iglesia" (cf. ChL 29-30).
d) Ministerios conferidos a los laicos
|p101 101. El Documento de Puebla recogió la experiencia del Continente en
cuanto a los ministerios conferidos a laicos y dio orientaciones claras para
que, de acuerdo con los carismas de cada persona y las necesidades de cada
comunidad, se fomentase "una especial creatividad en el establecimiento de
ministerios o servicios que pueden ser ejercidos por laicos, de acuerdo con
las necesidades de la evangelización" (DP 833; cf. 804-805; 811-817).
El Sínodo de los Obispos en 1987 y la Exhortación Apostólica "Christifideles
laici" han insistido en la importancia de mostrar que estos ministerios
"tienen su fundamento sacramental en el Bautismo y en la Confirmación" (ChL
23).
Fieles a las orientaciones del Santo Padre, queremos continuar fomentando
estas experiencias que dan un amplio margen de participación a los laicos
(cf. ChL 21-23), y que responden a necesidades de muchas comunidades que,
sin esta valiosa colaboración, carecerían de todo acompañamiento en la
catequesis, la oración y la animación de sus compromisos sociales y
caritativos.
Consideramos que "nuevas expresiones y nuevos métodos" para nuestra misión
evangelizadora encuentran amplios campos de realización en "ministerios,
oficios y funciones" que pueden desempeñar algunos laicos (cf. ChL 23)
cuidadosamente escogidos y preparados. Una forma adecuada podría ser que a
una familia completa se le dé el encargo pastoral de animar a otras
familias, preparándose debidamente para este oficio.
e) Los movimientos y asociaciones de Iglesia
|p102 102. Como respuesta a las situaciones de secularismo, ateísmo e
indiferencia religiosa y como fruto de la aspiración y necesidad de lo
religioso (cf. ChL 4), el Espíritu Santo ha impulsado el nacimiento de
movimientos y asociaciones de laicos que han producido ya muchos frutos en
nuestras Iglesias.
Los movimientos dan importancia fundamental a la Palabra de Dios, la oración
en común y la atención especial a la acción del Espíritu. Hay casos también
en que, a la experiencia de una fe compartida, sigue siempre una necesidad
de comunicación cristiana de bienes, primer paso para una economía de
solidaridad.
Las asociaciones de apostolado son legítimas y necesarias (cf. AA 18);
siguiendo la orientación del Concilio, se reconoce un lugar especial a la
Acción Católica por su vinculación profunda a la Iglesia particular (cf. AA
20; ChL 31). Ante los riesgos de algunos movimientos y asociaciones que
pueden llegar a cerrarse sobre sí mismos, es particularmente urgente tener
en cuenta los "criterios de eclesialidad" indicados en la exhortación
post-sinodal "Christifideles laici" n. 30. Es necesario acompañar a los
movimientos en un proceso de inculturación más definido y alentar la
formación de movimientos con una mayor impronta latinoamericana.
"La Iglesia espera mucho de todos aquellos laicos que, con entusiasmo y
eficacia evangélica, operan a través de los nuevos movimientos apostólicos,
que han de estar coordinados en la pastoral de conjunto y que responden a la
necesidad de una mayor presencia de la fe en la vida social" (Juan Pablo II,
Discurso inaugural, 27).
f) Los laicos, línea pastoral prioritaria
|p103 103. La importancia de la presencia de los laicos en la tarea de la
Nueva Evangelización, que conduce a la promoción humana y llega a informar
todo el ámbito de la cultura con la fuerza del Resucitado, nos permite
afirmar que una línea prioritaria de nuestra pastoral, fruto de esta IV
Conferencia, ha de ser la de una Iglesia en la que los fieles cristianos
laicos sean protagonistas. Un laicado, bien estructurado con una formación
permanente, maduro y comprometido, es el signo de Iglesias particulares que
han tomado muy en serio el compromiso de Nueva Evangelización.
1.3.5. Las mujeres
|p104 104. En Cristo, plenitud de los tiempos, la igualdad y
complementariedad con que el hombre y la mujer fueron creados (cf. Gn 1, 27)
se hace posible, "ya que no hay hombre ni mujer, ya que todos somos uno en
Cristo" (Ga 3, 26-29). Jesús acogió a las mujeres, les devolvió su dignidad
y les confió después de su resurrección la misión de anunciarlo, (cf. MD
16). Cristo, "nacido de mujer" (Ga 4,4) nos da a María, que precede a la
Iglesia mostrando en forma eminente y singular el modelo de Virgen y de
Madre (cf. LG 63). Ella es protagonista de la historia por su cooperación
libre, llevada a la máxima participación con Cristo (cf. DP 293). María ha
representado un papel muy importante en la evangelización de las mujeres
latinoamericanas y ha hecho de ellas evangelizadoras eficaces, como esposas,
madres, religiosas, trabajadoras, campesinas, profesionales. Continuamente
les inspira la fortaleza para dar la vida, inclinarse ante el dolor,
resistir y dar esperanza cuando la vida está más amenazada, encontrar
alternativas cuando los caminos se cierran, como compañera activa, libre y
animadora de la sociedad.
Situación
|p105 105. En nuestro tiempo la sociedad y la Iglesia han crecido en la
conciencia de la igual dignidad de la mujer y el varón. Aunque teóricamente
se reconoce esta igualdad, en la práctica con frecuencia se la desconoce. La
Nueva Evangelización debe ser promotora decidida y activa de la
dignificación de la mujer; esto supone profundizar en el papel de la mujer
en la Iglesia y en la sociedad.
- Hoy se difunden diversas proposiciones reduccionistas sobre la naturaleza
y misión de la mujer se niega su específica dimensión femenina, se la
pospone en su dignidad y derechos, se la convierte en objeto de placer, con
un papel secundario en la vida social. Ante esto queremos proponer la
doctrina evangélica sobre la dignidad y vocación de la mujer, subrayando su
papel "como madre, defensora de la vida y educadora del hogar" (DP 846).
|p106 106. En la familia y en la construcción del mundo hoy gana terreno una
mayor solidaridad entre hombres y mujeres, pero hacen falta pasos más
concretos hacia la igualdad real y el descubrimiento de que ambos se
realizan en la reciprocidad.
Tanto en la familia como en las comunidades eclesiales y en las diversas
organizaciones de un país, las mujeres son quienes más comunican, sostienen
y promueven la vida, la fe y los valores. Ellas han sido durante siglos "el
ángel custodio del alma cristiana del continente (cf. Juan Pablo II, Homilía
en Santo Domingo, 11.10.92, 9). Este reconocimiento choca escandalosamente
con la frecuente realidad de su marginación, de los peligros a los que se
somete su dignidad, de la violencia de la que es objeto muchas veces. A
aquella que da y que defiende la vida, le es negada una vida digna. La
Iglesia se siente llamada a estar del lado de la vida y defenderla en la
mujer.
Compromisos Pastorales
|p107 107. Consideramos urgentes estas líneas de acción:
- Denunciar valientemente los atropellos a las mujeres latinoamericanas y
caribeñas, sobre todo a las campesinas, indígenas, afroamericanas, migrantes
y obreras, incluso los que se cometen por los medios de comunicación social
contra su dignidad. Promover la formación integral para que se dé una
verdadera toma de conciencia de la dignidad común del varón y la mujer.
Anunciar proféticamente el ser verdadero de la mujer, sacando del Evangelio
la luz y la esperanza de lo que ella es en plenitud, sin reducirla a
modalidades culturales transitorias. Crear espacios para que la mujer pueda
descubrir sus propios valores, apreciarlos y aportarlos abiertamente a la
sociedad y a la Iglesia.
|p108 108. - Desarrollar la conciencia de los sacerdotes y dirigentes laicos
para que acepten y valoren a la mujer en la comunidad eclesial y en la
sociedad, no sólo por lo que ellas hacen, sino sobre todo por lo que son.
Fomentar una actitud de análisis crítico ante los mensajes de los medios de
comunicación sobre los estereotipos que éstos presentan sobre la feminidad.
Discernir a la luz del Evangelio de Jesús los movimientos que luchan por la
mujer desde distintas perspectivas, para potenciar sus valores, iluminar lo
que puede parecer confuso y denunciar lo que resulta contrario a la dignidad
humana. Al leer las Escrituras, anunciar con fuerza lo que el Evangelio
significa para la mujer y desarrollar una lectura de la Palabra de Dios que
descubra los rasgos que la vocación femenina aporta al plan de Salvación.
|p109 109. - Crear en la educación nuevos lenguajes y símbolos que no
reduzcan a nadie a la categoría de objeto, sino que rescaten el valor de
cada uno como persona, y evitar en los programas educativos los contenidos
que discriminan a la mujer, reduciendo su dignidad e identidad. Es
importante poner en práctica programas de educación para el amor y educación
sexual en la perspectiva cristiana, buscar caminos para que se den entre el
varón y la mujer relaciones interpersonales basadas en el mutuo respeto y
aprecio, el reconocimiento de las diferencias, el diálogo y la reciprocidad.
Se ha de incorporar a las mujeres en el proceso de toma de decisiones
responsablemente en todos los ámbitos: en la familia y en la sociedad. Urge
contar con el liderazgo femenino, y promover la presencia de la mujer en la
organización y la animación de la Nueva Evangelización de América Latina y
el Caribe. Es necesario impulsar una pastoral que promueva a las mujeres
indígenas en lo social, en lo educativo y en lo político.
|p110 110 - Denunciar todo aquello que, atentando contra la vida, afecte la
dignidad de la mujer, como el aborto, la esterilización, los programas
antinatalistas, la violencia en las relaciones sexuales; favorecer los
medios que garanticen una vida digna para las mujeres más expuestas:
empleadas domésticas, migrantes, campesinas, indígenas, afroamericanas,
trabajadoras humildes y explotadas; intensificar y renovar el acompañamiento
pastoral a mujeres en situaciones difíciles: separadas, divorciadas, madres
solteras, niñas y mujeres prostituidas a causa del hambre, del engaño y del
abandono.
1.3.6. Los adolescentes y los jóvenes
|p111 111. Jesús ha recorrido las etapas de la vida de toda persona humana:
niñez, adolescencia, juventud, edad adulta. Él se revela como el camino, la
verdad y la vida (cf. Jn 14,5). Al nacer asumió la condición de niño pobre y
sometido a sus padres, recién nacido fue perseguido (cf. Mt 2,13). El mismo
Jesús, revelación del Padre que quiere la vida en abundancia (cf. Jn 10,10),
devuelve la vida a su amigo Lázaro (cf. Jn 11), al joven hijo de la viuda de
Naim (cf. Lc 7,7-17) y a la joven hija de Jairo (cf. Mc 5,21-43). Él sigue
llamando hoy a los jóvenes para dar sentido a sus vidas.
La misión de los adolescentes y jóvenes en América Latina que caminan hacia
el tercer milenio cristiano es prepararse para ser los hombres y mujeres del
futuro, responsables y activos en las estructuras sociales, culturales y
eclesiales, para que, incorporados por el Espíritu de Cristo y por su
ingenio en conseguir soluciones originales, contribuyan a lograr un
desarrollo cada vez más humano y más cristiano (cf. Homilía Juan Pablo II en
Higüey, 12.10.92, 5).
Situación
|p112 112. Muchos jóvenes son víctimas del empobrecimiento y de la
marginación social, de la falta de empleo y del subempleo, de una educación
que no responde a las exigencias de sus vidas, del narcotráfico, de la
guerrilla, de las pandillas, de la prostitución, del alcoholismo, de abusos
sexuales, muchos viven adormecidos por la propaganda de los medios de
comunicación social y alienados por imposiciones culturales, y por el
pragmatismo inmediatista que ha generado nuevos problemas en la maduración
afectiva de los adolescentes y de los jóvenes.
Por otra parte constatamos que hay adolescentes y jóvenes que reaccionan al
consumismo imperante y se sensibilizan con las debilidades de la gente y el
dolor de los más pobres. Buscan insertarse en la sociedad, rechazando la
corrupción y generando espacios de participación genuinamente democráticos.
Cada vez son más los que se congregan en grupos, movimientos y comunidades
eclesiales para orar y realizar distintos servicios de acción misionera y
apostólica. Los adolescentes y los jóvenes están cargados de interrogantes
vitales y presentan el desafío de tener un proyecto de vida personal y
comunitario que dé sentido a sus vidas y así logren la realización de sus
capacidades; manifiestan el desafío de ser acompañados en sus caminos de
crecimiento en su fe y trabajo eclesial y preocupaciones de transformación
necesaria de la sociedad por medio de una pastoral orgánica.
|p113 113. En la Iglesia de América Latina los jóvenes católicos organizados
en grupos piden a los pastores acompañamiento espiritual y apoyo en sus
actividades, pero sobre todo necesitan en cada país líneas pastorales claras
que contribuyan a una pastoral juvenil orgánica.
Compromisos pastorales
|p114 114. Nos proponemos ejecutar las siguientes acciones pastorales:
- Reafirmar la "opción preferencial" por los jóvenes proclamada en Puebla no
sólo de modo afectivo sino efectivamente; esto debe significar una opción
concreta por una pastoral juvenil orgánica, donde haya un acompañamiento y
apoyo real con diálogo mutuo entre jóvenes, pastores y comunidades. La
efectiva opción por los jóvenes exige mayores recursos personales y
materiales por parte de las parroquias y de las diócesis. Esta pastoral
juvenil debe tener siempre una dimensión vocacional.
|p115 115. Para cumplirla proponemos una acción pastoral:
- Que responda a las necesidades de maduración afectiva y a la necesidad de
acompañar a los adolescentes y jóvenes en todo el proceso de formación
humana y crecimiento de la fe. Habrá que dar importancia especial al
sacramento de la Confirmación, para que su celebración lleve a los jóvenes
al compromiso apostólico y a ser evangelizadores de otros jóvenes.
- Que capacite para conocer y responder críticamente a los impactos
culturales y sociales que reciben y los ayude a comprometerse en la pastoral
de la Iglesia y en las necesarias transformaciones de la sociedad.
|p116 116. -Que dinamice una espiritualidad del seguimiento de Jesús, que
logre el encuentro entre la fe y la vida, que sea promotora de la justicia,
de la solidaridad y que aliente un proyecto esperanzador y generador de una
nueva cultura de vida.
|p117 117. - Que asuma las nuevas formas celebrativas de la fe, propias de
la cultura de los jóvenes, y fomente la creatividad y la pedagogía de los
signos, respetando siempre los elementos esenciales de la liturgia.
|p118 118. - Que anuncie, en los compromisos asumidos y en la vida
cotidiana, que el Dios de la vida ama a los jóvenes y quiere para ellos un
futuro distinto sin frustraciones ni marginaciones, donde la vida plena sea
fruto accesible para todos.
|p119 119. - Que abra a los adolescentes y jóvenes espacios de participación
en la misma Iglesia. Que el proceso educativo se realice a través de una
pedagogía que sea experiencial, participativa y transformadora. Que promueva
el protagonismo a través de la metodología del ver, juzgar, actuar, revisar
y celebrar. Tal pedagogía ha de integrar el crecimiento de la fe en el
proceso de crecimiento humano, teniendo en cuenta los diversos elementos
como el deporte, la fiesta, la música, el teatro.
- Esta pastoral debe tener en cuenta y fortalecer todos los procesos
orgánicos válidos y largamente analizados por la Iglesia desde Puebla hasta
ahora. Cuidará muy especialmente de dar relevancia a la pastoral juvenil de
medios específicos donde viven y actúan los adolescentes y los jóvenes:
campesinos, indígenas, afroamericanos, trabajadores, estudiantes, pobladores
de periferias urbanas, marginados, militares y jóvenes en situaciones
críticas.
- La Iglesia con su palabra y su testimonio debe ante todo presentar a los
adolescentes y a los jóvenes a Jesucristo en forma atractiva y motivante, de
modo tal que sea para ellos el camino, la verdad y la vida que responde a
sus ansias de realización personal y a sus necesidades de encontrar sentido
a la misma vida.
|p120 120. - Para responder a la realidad cultural actual, la pastoral
juvenil deberá presentar, con fuerza y de un modo atractivo y accesible a la
vida de los jóvenes, los ideales evangélicos. Deberá favorecer la creación y
animación de grupos y comunidades juveniles vigorosas y evangélicas, que
aseguren la continuidad y perseverancia de los procesos educativos de los
adolescentes y jóvenes y los sensibilicen y comprometan a responder a los
retos de la promoción humana, de la solidaridad y de la construcción de la
civilización del amor.
1.4. Para anunciar el Reino a todos los pueblos
|p121 121. Cristo nos revela al Padre y nos introduce en el Misterio de la
vida trinitaria por el Espíritu. Todo pasa por Cristo, que se hace camino,
verdad y vida. Por el bautismo recibimos la filiación divina, y hechos todos
hijos de Dios, todos los pueblos de América Latina hemos sido hechos también
hermanos entre nosotros.
Hemos sido introducidos en el Misterio de la comunión trinitaria porque
Cristo se ha hecho uno con nosotros, asumiendo la condición de siervo y todo
lo que lleva nuestra condición humana menos el pecado, para transformarla,
vivificarla y hacerla cada vez más humana y divina. De esta manera incluso
ahora Cristo entra en el corazón de nuestros pueblos, los asume y los
transforma.
Al incorporarnos a Él, nos comunica su vida amorosa, como la vid a los
sarmientos, infundiéndonos su Espíritu, que nos hace capaces de perdonar, de
amar a Dios sobre todas las cosas y a todos los hermanos sin diferencia de
razas, naciones o situaciones económicas. Jesucristo es así la semilla de
una nueva humanidad reconciliada.
|p122 122. En América Latina son muchos los que viven en la pobreza, que
alcanza con frecuencia niveles escandalosos. Sin embargo, incluso en
situaciones límites, somos capaces de amarnos, de vivir unidos a pesar de
nuestras diferencias y de aportar al mundo entero nuestra acendrada
experiencia de fraternidad.
|p123 123. Con alegría testimoniamos que en Jesucristo tenemos la liberación
integral para cada uno de nosotros y para nuestros pueblos; liberación del
pecado, de la muerte y de la esclavitud, que está hecha de perdón y de
reconciliación.
Jesucristo nos convoca en su Iglesia, que es sacramento de comunión
evangelizadora. En ella debemos vivir la unidad de nuestras Iglesias en la
caridad, comunicando y anunciando esa comunión a todo el mundo con la
Palabra, con la Eucaristía y con los demás sacramentos. La Iglesia vive para
evangelizar; su vida y vocación se realizan cuando se hace testimonio,
cuando provoca la conversión y conduce a los hombres y a las mujeres a la
salvación (cf. EN 15). "Así, pues, desde el día en que los Apóstoles
recibieron el Espíritu Santo, la Iglesia inició la gran tarea de la
evangelización" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 2).
|p124 124. Jesucristo nos da la vida para comunicarla a todos. Nuestra
misión nos exige que, unidos a nuestros pueblos, estemos abiertos a recibir
esta vida en plenitud, para comunicarla abundantemente a las Iglesias a
nosotros encomendadas, y también más allá de nuestras fronteras. Pedimos
perdón por nuestras fragilidades e imploramos la gracia del Señor para
cumplir más eficazmente la misión que hemos recibido. Invitamos a todos para
que, renovados en el Espíritu, anuncien también a Jesucristo, y se
conviertan en misioneros de la vida y la esperanza para todos nuestros
hermanos.
La Nueva Evangelización tiene que ser capaz de despertar un nuevo fervor
misionero en una Iglesia cada vez más arraigada en la fuerza y el poder
perennes de Pentecostés (cf. EN, 41).
1.4.1. Que se proyecte a la misión "Ad Gentes"
|p125 125. Nacida del amor salvífico del Padre, la misión del Hijo con la
fuerza del Espíritu Santo (cf. Lc 4,18), esencia misma de la Iglesia (cf. AG
2) y objeto fundamental de esta IV Conferencia, es para nosotros nuestro
principal cometido.
Juan Pablo II en su encíclica misionera nos ha llevado a discernir tres
modos de realizar esa misión: la atención pastoral en situaciones de fe
viva, la Nueva Evangelización y la acción misionera "ad gentes" (cf. RMi
33).
Renovamos este último sentido de la misión, sabiendo que no puede haber
Nueva Evangelización sin proyección hacia el mundo no cristiano, pues como
anota el Papa: "La Nueva Evangelización de los pueblos cristianos hallará
inspiración y apoyo en el compromiso por la misión universal" (RMi 2).
Podemos decir con satisfacción que el desafío de la misión ad gentes
propuesto por Puebla ha sido asumido desde nuestra pobreza, compartiendo la
riqueza de nuestra fe con la que el Señor nos ha bendecido. Reconocemos, sin
embargo, que la conciencia misionera "ad gentes" es todavía insuficiente o
débil.
Los Congresos Misioneros Latinoamericanos (COMLAS), los Congresos misioneros
Nacionales, los grupos y movimientos misioneros y la ayuda de Iglesias
hermanas han sido un incentivo para tomar conciencia de esta exigencia
evangélica.
Desafíos pastorales:
|p126 126. - No se ha insistido lo suficiente en que seamos mejores
evangelizadores.
- Nos encerramos en nuestros propios problemas locales, olvidando nuestro
compromiso apostólico con el mundo no cristiano.
- Descargamos nuestro compromiso misionero en algunos de nuestros hermanos y
hermanas que los cumplen por nosotros.
|p127 127. Raíz de todo lo anterior es la carencia de un explícito programa
de formación misionera en la mayoría de los seminarios y casas de formación.
|p128 128. Invitamos a cada Iglesia particular del continente
latinoamericano para que:
- Introduzca en su pastoral ordinaria la animación misionera, apoyada en un
centro misionero diocesano, sostenido por un equipo misionero, movido por
una espiritualidad viva para una acción misionera, creativa y generosa.
- Establezca una positiva relación con las Obras Misionales Pontificias, las
cuales deben tener un responsable eficaz y el apoyo de la Iglesia
particular.
- Promueva la cooperación misionera de todo el Pueblo de Dios traducida en
oración, sacrificio, testimonio de vida cristiana y ayuda económica.
- Integre en los programas de formación sacerdotal y religiosa cursos
específicos de misionología e instruya a los candidatos al sacerdocio sobre
la importancia de la inculturación del Evangelio.
- Forme agentes de pastoral autóctonos con espíritu misionero, en la línea
señalada por la Encíclica "Redemptoris Missio".
- Asuma con valentía el envío misionero, ya de sacerdotes como de religiosos
y laicos. Coordine los recursos humanos y materiales que fortalezcan los
procesos de formación, envío, acompañamiento y reinserción de los
misioneros.
1.4.2. Que vivifique la fe de los bautizados alejados
|p129 129. Nuestro Dios es el Padre rico en misericordia. Él respeta la
libertad de sus hijos e hijas y espera el tiempo del retorno, saliendo al
encuentro de aquéllos que se hanalejado de su casa (cf. Lc 15).
Desafíos pastorales:
|p130 130. En América Latina y el Caribe numerosos bautizados no orientan su
vida según el Evangelio.
Muchos de ellos se apartan de la Iglesia o no se identifican con ella. Entre
ésos, aunque no exclusivamente, hay muchos jóvenes y personas más críticas
de la acción de la Iglesia. Hay otros que, habiendo emigrado de sus regiones
de origen, se desarraigan de su ambiente religioso.
Líneas pastorales:
|p131 131. Como pastores de la Iglesia esto nos preocupa. Al mismo tiempo
nos duele ver cómo muchos de nuestros fieles no son capaces de comunicar a
los demás la alegría de su fe. Jesucristo nos pide que seamos la "sal de la
tierra", la levadura en la masa. Por ello, la Iglesia, pastores y fieles,
sin descuidar la atención de los cercanos, debe salir al encuentro de los
que están alejados.
Muchas puertas de estos hermanos alejados esperan el llamado del Señor (cf.
Ap 3,20) a través de los cristianos que, asumiendo misioneramente su
bautismo y confirmación, salen al encuentro de aquéllos que se alejaron de
la casa del Padre. Por eso sugerimos:
- Promover un nuevo impulso misionero hacia estos fieles, saliendo a su
encuentro. La Iglesia no debe quedarse tranquila con los que la aceptan y
siguen con mayor facilidad.
- Predicarles, en una forma viva y alegre, el kerigma.
- Organizar campañas misioneras que descubran la novedad siempre actual de
Jesucristo, entre las que pueden destacarse las visitas domiciliarias y las
misiones populares.
- Aprovechar los momentos de contacto que los bautizados mantienen con la
Iglesia, tales como el bautismo de sus hijos, la primera comunión, la
confirmación, la enfermedad, el matrimonio, las exequias, para descubrirles
la novedad siempre actual de Jesucristo.
- Buscar una proximidad con aquéllos que no pueden ser alcanzados
directamente, a través de los medios de comunicación social.
- Motivar y alentar a las comunidades y movimientos eclesiales para que
redoblen su servicio evangelizador dentro de la orientación pastoral de la
Iglesia local.
1.4.3. Que reúna a todos los hermanos en Cristo
|p132 132. Padre "que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que
ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado" (Jn 17,21). Esta súplica de Cristo justifica la denuncia del
Concilio Vaticano II al señalar el escándalo de la división de los
cristianos (cf. UR 1), y nos exige encontrar los caminos más eficaces para
alcanzar la unidad en la verdad.
Desafíos pastorales:
|p133 133. El gran desafío con el que nos encontramos es esta división entre
los cristianos; división que se ha agravado por diversos motivos a lo largo
de la historia.
- La existencia de una confusión sobre el tema, fruto de una deficiente
formación religiosa, y de otros factores.
- El fundamentalismo proselitista de grupos sectarios cristianos que
obstaculizan el sano camino del ecumenismo.
|p134 134. -En situación similar a los cristianos separados podemos colocar
a todo el pueblo judío. También el diálogo con él es desafío para nuestra
Iglesia.
Líneas pastorales:
|p135 135. Por eso también nosotros, con el Papa Juan Pablo II, decimos: "El
ecumenismo es una prioridad en la pastoral de la Iglesia de nuestro tiempo".
Para dar una respuesta adecuada a este desafío sugerimos:
- Consolidar el espíritu y el trabajo ecuménico en la verdad, la justicia y
la caridad.
- Profundizar las relaciones de convergencia y diálogo con aquellas Iglesias
que rezan con nosotros el Credo Niceno Constantinopolitano, comparten los
mismos sacramentos y la veneración por Santa María, la Madre de Dios, si
bien no reconocen el primado del Romano Pontífice.
- Intensificar el diálogo teológico ecuménico.
- Alentar la oración en común por la unidad de los cristianos y de modo
particular la semana de oración por la unidad de los creyentes.
- Promover la formación ecuménica en los cursos de formación de los agentes
de pastoral, principalmente en los seminarios.
- Alentar el estudio de la Biblia entre teólogos y estudiosos de la Iglesia
y de las denominaciones cristianas.
- Mantener y reforzar programas e iniciativas de cooperación conjunta en el
campo social y la promoción de valores comunes.
- Valorizar la sección de Ecumenismo del CELAM (SECUM) y colaborar con sus
iniciativas.
1.4.4. Que dialogue con las religiones no cristianas
|p136 136. "Dios, en un diálogo que dura a lo largo de los siglos, ha
ofrecido y sigue ofreciendo la salvación a la humanidad. Para ser fiel a la
iniciativa divina, la Iglesia debe entrar en diálogo de salvación con todos"
(Diálogo y Anuncio, 38). Al promover este diálogo, la Iglesia sabe bien que
éste tiene un carácter testimonial dentro del respeto a la persona e
identidad del interlocutor (cf. DP 1114).
Desafíos pastorales:
|p137 137. - La importancia de profundizar un diálogo con las religiones no
cristianas presentes en nuestro continente, particularmente las indígenas y
afroamericanas, durante mucho tiempo ignoradas o marginadas.
- La existencia de prejuicios e incomprensiones como obstáculo para el
diálogo.
Líneas pastorales:
|p138 138. Para intensificar el diálogo interreligioso consideramos
importante:
- Alentar un cambio de actitud de nuestra parte, dejando atrás prejuicios
históricos, para crear un clima de confianza y cercanía.
- Promover el diálogo con judíos y musulmanes, pese a las dificultades que
sufre la Iglesia en los países en donde estas religiones son mayoritarias.
- Profundizar en los agentes de pastoral el conocimiento del judaísmo y del
islamismo.
- Animar en los agentes de pastoral el conocimiento de las otras religiones
y formas religiosas presentes en el continente.
- Buscar acciones en favor de la paz, de la promoción y defensa de la
dignidad humana, así como la cooperación en la defensa de la creación y el
equilibrio ecológico, como una forma de encuentro con otras religiones.
- Buscar ocasiones de diálogo con las religiones afroamericanas y de los
pueblos indígenas, atentos a descubrir en ellas las "semillas del Verbo",
con un verdadero discernimiento cristiano, ofreciéndoles el anuncio integral
del Evangelio y evitando cualquier forma de sincretismo religioso.
1.4.5. Las sectas fundamentalistas
|p139 139. El problema de las sectas ha adquirido proporciones dramáticas y
ha llegado a ser verdaderamente preocupante sobre todo por el creciente
proselitismo.
|p140 140. Las sectas fundamentalistas son grupos religiosos que insisten en
que sólo la fe en Jesucristo salva y que la única base de la fe es la
Sagrada Escritura, interpretada de manera personal y fundamentalista, por lo
tanto con exclusión de la Iglesia, y la insistencia en la proximidad del fin
del mundo y del juicio próximo.
Se caracterizan por su afán proselitista mediante insistentes visitas
domiciliarias, gran difusión de Biblias, revistas y libros; la presencia y
ayuda oportunista en momentos críticos de la persona o de la familia y una
gran capacidad técnica en el uso de los medios de comunicación social.
Cuentan con una poderosa ayuda financiera proveniente del extranjero y del
diezmo que obligatoriamente tributan todos los adheridos.
Están marcados por un moralismo riguroso, por reuniones de oración con un
culto participativo y emotivo, basado en la Biblia, y por su agresividad
contra la Iglesia, valiéndose con frecuencia de la calumnia y de la dádiva.
Aunque su compromiso con lo temporal es débil, se orientan hacia la
participación política encaminada a la toma del poder.
La presencia de estas sectas religiosas fundamentalistas en América Latina
ha aumentado de manera extraordinaria desde Puebla hasta nuestros días.
Desafíos pastorales:
|p141 141. Dar una respuesta pastoral eficaz ante el avance de las sectas,
haciendo más presente la acción evangelizadora de la Iglesia en aquellos
sectores más vulnerables, como migrantes, poblaciones sin atención
sacerdotal y con gran ignorancia religiosa, personas sencillas o con
problemas materiales y de familia.
Líneas pastorales:
|p142 142. - Que la Iglesia sea cada vez más comunitaria y participativa y
con comunidades eclesiales, grupos de familias, círculos bíblicos,
movimientos y asociaciones eclesiales, haciendo de la parroquia una
comunidad de comunidades.
- Provocar en los católicos la adhesión personal a Cristo y a la Iglesia por
el anuncio del Señor resucitado.
- Desarrollar una catequesis que instruya debidamente al pueblo, explicando
el misterio de la Iglesia, sacramento de salvación y comunión, la mediación
de la Virgen María y de los santos y la misión de la jerarquía.
- Promover una Iglesia ministerial con el aumento de ministros ordenados y
la promoción de ministros laicos debidamente formados para impulsar el
servicio evangelizador en todos los sectores del Pueblo de Dios.
|p143 143. - Afianzar la identidad de la Iglesia cultivando aspectos que le
son característicos como:
a) La devoción al misterio de la Eucaristía, sacrificio y banquete pascual;
b) La devoción a la Santísima Virgen, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia;
c) La comunión y obediencia al Romano Pontífice y al propio obispo;
d) La devoción a la Palabra de Dios leída en la Iglesia.
|p144 144. - Procurar que en todos los planes de pastoral sea una prioridad
la dimensión contemplativa y la santidad, a fin de que la Iglesia pueda
hacer presencia de Dios en el hombre contemporáneo, que tiene tanta sed de
Él.
|p145 145. - Crear condiciones para que todos los ministros del Pueblo de
Dios den testimonio de vida y caridad, espíritu de servicio, capacidad de
acogida, sobre todo en momentos de dolor y de crisis.
- Promover una liturgia viva, participativa y con proyección a la vida.
|p146 146. - Instruir ampliamente, con serenidad y objetividad, al pueblo
sobre las características y diferencias de las diversas sectas y sobre las
respuestas a las injustas acusaciones contra la Iglesia.
- Promover las visitas domiciliarias con laicos preparados y organizar la
pastoral del retorno para acoger a los católicos que regresan a la Iglesia.
1.4.6. Nuevos movimientos religiosos o movimientos religiosos libres
|p147 147. Fenomenológicamente se trata de hechos socio-culturales
protagonizados por sectores marginados y también capas medias y pudientes en
América Latina, que a través de formas religiosas generalmente sincréticas
logran expresar su identidad y anhelos humanos. Desde el punto de vista de
la fe católica, estos fenómenos pueden ser considerados como signos de los
tiempos, y también como advertencia de que existen ambientes humanos donde
la Iglesia está ausente y debe replantear su acción evangelizadora.
Cabe distinguir varias corrientes o tipos de fenómeno:
- formas para-cristianas o semi-cristianas, como Testigos de Jehová, y
Mormones. Cada uno de estos movimientos tiene sus características, pero en
común manifiestan un proselitismo, un milenarismo, y rasgos organizativos
empresariales;
- formas esotéricas que buscan una iluminación especial y comparten
conocimientos secretos y un ocultismo religioso. Tal es el caso de
corrientes espiritistas, rosacruces, gnósticos, teósofos, etc.;
- filosofías y cultos con facetas orientales, pero que rápidamente se están
adecuando a nuestro continente, tales como Hare Krishna, la Luz Divina,
Ananda Marga y otros, que aportan un misticismo y una experiencia comunal;
- grupos derivados de las grandes religiones asiáticas, ya sea del budismo
(seicho no ié, etc), del hinduismo (yoga, etc.), o del islam (bahá'i), que
no sólo expresan a migrantes del Asia sino que también echan raíces en
sectores de nuestra sociedad;
- empresas socio-religiosas, como la secta Moon o la Nueva Acrópolis, que
tienen objetivos ideológicos y políticos bien precisos, junto con sus
expresiones religiosas, cruzadas mediante medios de comunicación y campañas
proselitistas, que cuentan con apoyo o inspiración del primer mundo, y que
religiosamente insisten en la conversión inmediata y la sanación, y donde
resaltan las llamadas "iglesias electrónicas";
- una multitud de centros de "cura divina" o atención a malestares
espirituales y físicos de gente con problemas y pobre. Estos cultos
terapéuticos atienden individualmente a sus clientes.
|p148 148. Ante la multiplicidad de nuevos movimientos religiosos, con
expresiones muy diversas entre sí, queremos centrar nuestra atención sobre
las causas de su crecimiento (cf. DP 1122) y los desafíos pastorales que
plantean.
|p149 149. Son muchas y variadas las causas que explican el interés que
despiertan en algunos. Entre ellas se debe señalar:
- La permanente y progresiva crisis social que suscita una cierta angustia
colectiva, la pérdida de identidad y el desenraizamiento de las personas.
- La capacidad de estos movimientos para adaptarse a las circunstancia
sociales y para satisfacer momentáneamente algunas necesidades de la
población. En todo esto no deja de tener cierta presencia el gusto por lo
novedoso.
- El distanciamiento de la Iglesia de sectores - ya sea populares o
pudientes - que buscan nuevos canales de expresión religiosa, en los que no
se debe descartar una evasión de los compromisos de la fe
- Su habilidad para ofrecer aparente solución a los deseos de "sanación" por
parte de gente atribulada.
Desafíos pastorales:
|p150 150. - Nuestro mayor desafío está en evaluar la acción evangelizadora
de la Iglesia y determinar así a cuáles ambientes humanos llega y a cuáles
no llega esta acción.
- Cómo dar una respuesta adecuada a las preguntas que las personas se hacen
sobre el sentido de su vida, sobre el sentido de la relación con Dios, en
medio de la permanente y progresiva crisis social.
- Adquirir un mejor conocimiento de las identidades y culturas de nuestros
pueblos.
Líneas pastorales:
|p151 151. Ante estos desafíos proponemos estas líneas pastorales:
- Ayudar en el discernimiento de los problemas de la vida a la luz de la fe.
En este sentido hay que revalorizar el sacramento de la Penitencia y la
orientación espiritual.
- Procurar adaptar nuestra evangelización y celebraciones de fe a las
culturas y necesidades subjetivas de los fieles sin falsear el Evangelio.
- Hacer una revisión profunda de nuestro trabajo pastoral a fin de mejorar
la calidad de nuestros medios y de nuestro testimonio.
- Dar un trato diferenciado a los movimientos religiosos según su índole y
sus actitudes en relación con la Iglesia.
|p152 152. - Promover una liturgia viva en la que los fieles se introduzcan
al misterio.
- Presentar una antropología cristiana que dé el sentido de la potencialidad
humana, el sentido de la resurrección y el sentido de las relaciones con el
universo (horóscopos). No olvidar que el indiferentismo debe ser combatido
mediante una presentación adecuada del sentido último del hombre, a lo que
mucho ayudará la presentación de los novísimos.
1.4.7. Que convoque a los sin Dios y a los indiferentes
|p153 153. El fenómeno de la no-creencia crece hoy en América Latina y el
Caribe y preocupa a la Iglesia sobre todo por aquellos que viven como si no
fueran bautizados (cf. EN 56).
Una modalidad es el "secularismo" que niega a Dios, o porque sostiene que
todas las realidades se explican por sí solas sin recurrir a Dios, o porque
se considera a Dios enemigo, alienante del hombre. Esta posición secularista
se debe distinguir del proceso llamado "secularización", el cual sostiene
legítimamente que las realidades materiales de la naturaleza y del hombre
son en sí "buenas" y sus leyes deben ser respetadas, y que la libertad es
para la autorrealización humana y es respetada por Dios (cf. GS 36).
Lo otro es el "indiferentismo" de aquéllos, que o rechazan toda religión
porque la consideran inútil o nociva para la vida humana y por eso no les
interesa, o bien sostienen que todas las religiones son equivalentes y por
tanto ninguna puede presentarse como única verdadera.
Desafíos pastorales:
|p154 154. - El secularismo es un serio desafío a la Nueva Evangelización
por considerar a Dios incompatible con la libertad humana (cf. Juan Pablo
II, Discurso inaugural, 11) y a la religión como actitud antihumana y
alienante porque separa al hombre de su quehacer terrenal. Además, negando
la dependencia del Creador, conduce a las idolatrías del tener, del poder y
del placer, y hace perder el sentido de la vida reduciendo al ser humano a
sólo valor material.
- También el indiferentismo ofrece un desafío a la Nueva Evangelización
porque suprime de raíz la relación de la creatura con Dios, es decir, niega
todo interés por la religión y con ello el compromiso de la fe, o porque
reduce la figura de Cristo a ser un maestro de moral o un fundador de
religiones entre otras igualmente válidas, negándole el carácter de salvador
único, universal y definitivo de los hombres.
- Asimismo, tanto el indiferentismo como el secularismo minan la moral
porque dejan el comportamiento humano sin fundamento para su valor ético, y
por eso fácilmente caen en el relativismo y el permisivismo que caracterizan
a la sociedad de hoy.
|p155 155. Muchos movimientos pseudo-religiosos de carácter orientalista y
aquéllos de ocultismo, adivinación y espiritismo minan la fe y causan
desconcierto en las mentes, dando soluciones falsas a los grandes
interrogantes del hombre, su destino, su libertad y el sentido de la vida.
Líneas pastorales:
|p156 156. La Nueva Evangelización nos exige:
- Formar en una fe que se haga vida, iniciándola con el anuncio del kerigma
a los que están en el mundo descristianizado (cf. EN 51 y 52) y
promoviéndola con el testimonio alegre de auténticas comunidades de fe en
las que nuestros laicos vivan el significado de los sacramentos.
-Cultivar una sólida conciencia moral para que en las complejas
circunstancias de la vida moderna nuestros fieles sepan interpretar
acertadamente la voz de Dios en materia moral y desarrollen un evangélico
sentido del pecado.
- Educar a los cristianos para ver a Dios en su propia persona, en la
naturaleza, en la historia entera, en el trabajo, en la cultura, en todo lo
secular, descubriendo la armonía que, en el plan de Dios, debe haber entre
el orden de la creación y el de la redención.
- Desarrollar un estilo de celebración de la liturgia que integre la vida de
los hombres en una honda y respetuosa experiencia del insondable misterio
divino de riqueza inefable.
- Impulsar una pastoral adecuada para evangelizar los ambientes
universitarios donde se forman quienes han de plasmar decisivamente la
cultura.
Capítulo II : LA PROMOCION HUMANA
|p157 157. "Entre evangelización y promoción humana - desarrollo, liberación
- existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico,
porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser
sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya
que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención que
llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que
combatir, y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden
eminentemente evangélico, como es el de la caridad; en efecto, ¿cómo
proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz,
el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?" (EN 31).
El sentido último del compromiso de la Iglesia con la promoción humana,
predicado reiteradamente en su magisterio social, está en la firme
convicción de que "la genuina unión social exterior procede de la unión de
los espíritus y los corazones, esto es, de la fe y de la caridad" (GS 42).
"Con el mensaje evangélico la Iglesia ofrece una fuerza liberadora y
promotora del desarrollo precisamente porque lleva a la conversión del
corazón y de la mentalidad; ayuda a reconocer la dignidad de cada persona;
dispone a la solidaridad, al compromiso, al servicio de los hermanos" (RMi
59), "salvaguardando siempre la prioridad de las realidades trascendentes y
espirituales, que son premisas de la salvación escatológica" (RMi 20). Así
procediendo la Iglesia ofrece su participación específica a la promoción
humana, que es deber de todos.
|p158 158. La doctrina social de la Iglesia es la enseñanza del Magisterio
en materia social y contiene principios, criterios y orientaciones para la
actuación del creyente en la tarea de transformar el mundo según el proyecto
de Dios. La enseñanza del pensamiento social de la Iglesia "forma parte de
la misión evangelizadora" (SRS 41) y tiene "el valor de un instrumento de
evangelización" (CA 54), porque ilumina la vivencia concreta de nuestra fe.
2.1. La Promoción Humana, una dimensión privilegiada de la Nueva
Evangelización
|p159 159. Jesús ordenó a sus discípulos que repartieran el pan multiplicado
a la muchedumbre necesitada, de modo que "comieron todos y se saciaron" (cf.
Mc 6,34-44). Curó a los enfermos, "pasó la vida haciendo el bien" (Hch
10,38). Al final de los tiempos nos juzgará en el amor (cf. Mt 25).
Jesús es el buen samaritano (cf. Lc 10, 25-37) que encarna la caridad y no
sólo se conmueve, sino que se transforma en ayuda eficaz. Su acción está
motivada por la dignidad de todo hombre, cuyo fundamento está en Jesucristo
mismo como Verbo creador (cf. Jn 1,3), encarnado (cf. Jn 1,14). Como
señalaba "Gaudium et Spes": "el misterio del hombre sólo se esclarece en el
misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del
que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor. Cristo, el nuevo Adán,
en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta
plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su
vocación" (GS 22).
Dignidad que no se perdió por la herida del pecado, sino que fue exaltada
por la compasión de Dios, que se revela en el corazón de Jesucristo (cf. Mc
6,34). La solidaridad cristiana, por ello, es ciertamente servicio a los
necesitados, pero sobre todo es fidelidad a Dios. Esto fundamenta lo íntimo
de la relación entre evangelización y promoción humana (cf. EN 31).
|p160 160. Nuestra fe en el Dios de Jesucristo y el amor a los hermanos
tiene que traducirse en obras concretas. El seguimiento de Cristo significa
comprometerse a vivir según su estilo. Esta preocupación de coherencia entre
la fe y la vida ha estado siempre presente en las comunidades cristianas. Ya
el apóstol Santiago escribía: "¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien
diga: "Tengo fe", si no tiene obras?, ¿acaso podrá salvarle la fe? Si un
hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno
de vosotros les dice: "Idos en paz, calentaos y hartaos", pero no les dais
lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? así también la fe, si no tiene
obras, está realmente muerta" (St 2,14-17.26).
|p161 161. La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida
cotidiana es una de las varias causas que generan pobreza en nuestros
países, porque los cristianos no han sabido encontrar en la fe la fuerza
necesaria para penetrar los criterios y las decisiones de los sectores
responsables del liderazgo ideológico y de la organización de la convivencia
social, económica y política de nuestros pueblos. "En pueblos de arraigada
fe cristiana se han impuesto estructuras generadoras de injusticia" (DP
437).
|p162 162. La promoción, como indica la Doctrina Social de la Iglesia, debe
llevar al hombre y a la mujer a pasar de condiciones menos humanas a
condiciones cada vez más humanas, hasta llegar al pleno conocimiento de
Jesucristo (cf. "Populorum Progressio", 20-21). En su raíz descubrimos,
pues, que se trata de un verdadero canto a la vida, de toda vida, desde el
no nacido hasta el abandonado.
|p163 163. María, la mujer solícita ante la necesidad surgida en las bodas
de Caná, es modelo y figura de la Iglesia frente a toda forma de necesidad
humana (cfr. Jn 2,3ss). A la Iglesia, como a María, Jesús le encomienda
preocuparse por el cuidado maternal de la humanidad, sobre todo de los que
sufren (cf. Jn 19,26-27).
2.2. Los nuevos signos de los tiempos en el campo de la Promoción Humana
2.2.1. Derechos humanos
|p164 164. La igualdad entre los seres humanos en su dignidad, por ser
creados a imagen y semejanza de Dios, se afianza y perfecciona en Cristo.
Desde la Encarnación, al asumir el Verbo nuestra naturaleza y sobre todo su
acción redentora en la cruz, muestra el valor de cada persona. Por lo mismo
Cristo, Dios y hombre, es la fuente más profunda que garantiza la dignidad
de la persona y de sus derechos. Toda violación de los derechos humanos
contradice el Plan de Dios y es pecado.
|p165 165. La Iglesia, al proclamar el Evangelio, raíz profunda de los
derechos humanos, no se arroga una tarea ajena a su misión, sino, por el
contrario, obedece al mandato de Jesucristo al hacer de la ayuda al
necesitado una exigencia esencial de su misión evangelizadora. Los Estados
no conceden estos derechos; a ellos les corresponde protegerlos y
desarrollarlos, pues pertenecen al hombre por su naturaleza.
Desafíos pastorales:
|p166 166. - La conciencia de los derechos humanos ha progresado
notablemente desde Puebla, junto con acciones significativas de la Iglesia
en este campo. Pero al mismo tiempo ha crecido el problema de la violación
de algunos derechos, se han incrementado las condiciones sociales y
políticas adversas. Igualmente se ha oscurecido la concepción de los mismos
derechos por interpretaciones ideologizadas y manipulación de grupos,
mientras aparece una mayor necesidad de mecanismos jurídicos y de
participación ciudadana.
|p167 167. - Los derechos humanos se violan no sólo por el terrorismo, la
represión, los asesinatos, sino también por la existencia de condiciones de
extrema pobreza y de estructuras económicas injustas que originan grandes
desigualdades. La intolerancia política y el indiferentismo frente a la
situación del empobrecimiento generalizado muestran un desprecio a la vida
humana concreta que no podemos callar.
- Merecen una denuncia especial las violencias contra los derechos de los
niños, la mujer y los grupos más pobres de la sociedad: campesinos,
indígenas y afroamericanos. También hay que denunciar el negocio del
narcotráfico.
Líneas pastorales:
|p168 168. - Promover, de modo más eficaz y valiente, los derechos humanos,
desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, con la palabra, la
acción y la colaboración, comprometiéndose en la defensa de los derechos
individuales y sociales del hombre, de los pueblos, de las culturas y de los
sectores marginados, así como de los desprotegidos y encarcelados.
- Comprometerse en la defensa de la vida desde el primer momento de la
concepción hasta su último aliento.
- Participar con discernimiento en organismos de diálogo y mediación y
también en instituciones de apoyo a las diversas clases de víctimas, con la
condición de que sean serios y no instrumentalicen mediante ideologías
incompatibles con la Doctrina Social de la Iglesia.
- Empeñarse firmemente, a la luz de los valores evangélicos, en la
superación de toda injusta discriminación por razón de razas, nacionalismos,
culturas, sexos y credos, procurando eliminar todo odio, resentimiento y
espíritu de venganza y promoviendo la reconciliación y la justicia.
2.2.2. Ecología
|p169 169. La creación es obra de la Palabra del Señor y la presencia del
Espíritu, que desde el comienzo aleteaba sobre todo lo que fue creado (cf.
Gn 1-2). Ésta fue la primera alianza de Dios con nosotros. Cuando el ser
humano, llamado a entrar en esta alianza de amor, se niega, el pecado del
hombre afecta su relación con Dios y también con toda la creación.
Desafíos pastorales:
- La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente y el
desarrollo, celebrada en Río de Janeiro, ha puesto en relieve a nivel
mundial la gravedad de la crisis ecológica.
- En América Latina y el Caribe las grandes ciudades están enfermas en sus
zonas centrales deterioradas y sobre todo en sus villas de miseria. En el
campo, las`poblaciones indígenas y campesinas son despojadas de sus tierras
o arrinconadas en las menos productivas y se siguen talando y quemando los
bosques en la Amazonia y en otras partes del Continente. Ante esta crisis,
se viene proponiendo como salida el desarrollo sostenible que pretende
responder a las necesidades y aspiraciones del presente, sin comprometer las
posibilidades de atenderlas en el futuro. Se quiere así conjugar el
crecimiento económico con los límites ecológicos.
Frente a esta propuesta, tenemos que preguntarnos si son legítimas todas
estas aspiraciones y quién paga los costos de dicho desarrollo; y además
para quién se destinan sus beneficios. No puede ser un desarrollo que
privilegia minorías en detrimento de las grandes mayorías empobrecidas del
mundo.
- Las propuestas de desarrollo tienen que estar subordinadas a criterios
éticos. Una ética ecológica implica el abandono de una moral utilitarista e
individualista. Postula la aceptación del principio del destino universal de
los bienes de la creación y promoción de la justicia y solidaridad como
valores indispensables.
Líneas pastorales:
- Los cristianos, como integrantes de la sociedad, no están exentos de
responsabilidad en relación a los modelos de desarrollo que han provocado
los actuales desastres ambientales y sociales.
- Partiendo de los niños y de los jóvenes, emprender una tarea de
reeducación de todos ante el valor de la vida y la interdependencia de los
diversos ecosistemas.
- Cultivar una espiritualidad que recupere el sentido de Dios, siempre
presente en la naturaleza. Explicitar la nueva relación establecida por el
misterio de la encarnación, por la cual Cristo asumió todo lo creado.
- Valorar la nueva plataforma de diálogo que la crisis ecológica ha creado y
cuestionar la riqueza y el desperdicio.
- Aprender de los pobres a vivir en sobriedad y a compartir y valorar la
sabiduría de los pueblos indígenas en cuanto a la preservación de la
naturaleza como ambiente de vida para todos.
|p170 170. - Profundizar los mensajes del Santo Padre con ocasión de la
jornada mundial de la paz, sobre todo dentro de una configuración de
"ecología humana".
- Impulsar a los cristianos a asumir el diálogo con el Norte, a través de
los canales de la Iglesia católica, así como de otros movimientos ecológicos
y ecuménicos.
- San Francisco de Asís, en su amor a los pobres y a la naturaleza, puede
inspirar este camino de reconciliación con lo creado y con los hombres todos
entre sí, camino de justicia y de paz.
2.2.3. La Tierra: don de Dios
|p171 171. Los cristianos no miran el universo solamente como naturaleza
considerada en sí misma, sino como creación y primer don del amor del Señor
por nosotros.
"Del Señor es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él
habitan" (Sal 24,1), es la afirmación de fe que recorre toda la Biblia y
confirma la creencia de nuestros pueblos de que la tierra es el primer signo
de la Alianza de Dios con el hombre. En efecto, la revelación bíblica nos
enseña que cuando Dios creó al hombre lo colocó en el jardín del Edén para
que lo labrara y lo cuidara (cf. Gn 2,15) e hiciera uso de él (cf. Gn 2,16),
señalándole unos límites (cf. Gn 2, 17), que recordaran siempre al hombre
que "Dios es el Señor y el creador, y de Él es la tierra y todo lo que ella
contiene" y él la puede usar, no como dueño absoluto, sino como
administrador.
Estos límites en el uso de la tierra miran a preservar la justicia y el
derecho que todos tienen a acceder a los bienes de la creación, que Dios
destinó al servicio de todo hombre que viene a este mundo.
|p172 172. En nuestro continente hay que considerar dos mentalidades
opuestas con relación a la tierra, ambas distintas de la visión cristiana:
a) La tierra, dentro del conjunto de elementos que forman la comunidad
indígena, es vida, lugar sagrado, centro integrador de la vida de la
comunidad. En ella viven y con ella conviven, a través de ella se sienten en
comunión con sus antepasados y en armonía con Dios; por eso mismo la tierra,
su tierra, forma parte sustancial de su experiencia religiosa y de su propio
proyecto histórico. En los indígenas existe un sentido natural de respeto
por la tierra; ella es la madre tierra, que alimenta a sus hijos, por eso
hay que cuidarla, pedir permiso para sembrar y no maltratarla.
b) La visión mercantilista: considera la tierra en relación exclusiva con la
explotación y lucro, llegando hasta el desalojo y expulsión de sus legítimos
dueños.
El mismo mercantilismo lleva a la especulación del suelo urbano, haciendo
inaccesible la tierra para la vivienda de los pobres, cada vez más numerosos
en nuestras grandes ciudades.
Además de los tipos anteriores, no podemos olvidar la situación de los
campesinos que trabajan su tierra y ganan el sustento de su familia con
tecnologías tradicionales.
|p173 173. La mentalidad propia de la visión cristiana tiene su base en la
Sagrada Escritura, que considera la tierra y los elementos de la naturaleza
ante todo como aliados del pueblo de Dios e instrumentos de nuestra
salvación. La resurrección de Jesucristo sitúa de nuevo a la humanidad ante
la misión de liberar a toda la creación, que ha de ser transformada en nuevo
cielo y nueva tierra, donde tenga su morada la justicia (cf. 2 P 3,13).
Desafíos pastorales:
|p174 174. - Nos desafía la situación problemática de la tierra en América
Latina y el Caribe, ya que "cinco siglos de presencia del Evangelio... no
han logrado aún una equitativa distribución de los bienes de la tierra", que
"está todavía, por desgracia, en manos de unas minorías" (Juan Pablo II,
Mensaje para la Cuaresma de 1992). Los antiguos aborígenes fueron, en
general, despojados de sus tierras y los afroamericanos tuvieron
dificultades por la legislación al acceso a la propiedad de la tierra. Los
actuales campesinos sufren el peso del desorden institucional y las
consecuencias
de las crisis económicas.
- En los últimos años esta crisis se ha hecho sentir con más fuerza allí
donde la modernización de nuestras sociedades ha traído expansión del
comercio agrícola internacional, la creciente integración de países, el
mayor uso de la tecnología y la presencia transnacional. Esto, no pocas
veces, favorece a los sectores económicos fuertes, pero a costa de los
pequeños productores y trabajadores.
|p175 175. -La situación de la tenencia, administración y utilización de la
tierra en América Latina y el Caribe es uno de los reclamos más urgentes a
la Promoción Humana.
Líneas pastorales:
|p176 176. - Promover un cambio de mentalidad sobre el valor de la tierra
desde la cosmovisión cristiana, que enlaza con las tradiciones culturales de
los sectores pobres y campesinos.
- Recordar a los fieles laicos que han de influir en las políticas agrarias
de los gobiernos (sobre todo en las de modernización) y en las
organizaciones de campesinos e indígenas, para lograr formas justas, más
comunitarias y participativas en el uso de la tierra.
|p177 177. - Apoyar a todas las personas e instituciones que están buscando
de parte de los gobiernos, y de quienes poseen los medios de producción, la
creación de una justa y humana reforma y política agraria, que legisle,
programe y acompañe una distribución más justa de la tierra y su utilización
eficaz.
- Dar un apoyo solidario a aquellas organizaciones de campesinos e indígenas
que luchan, por cauces justos y legítimos, por conservar o readquirir sus
tierras.
- Promover progresos técnicos indispensables para que la tierra produzca,
teniendo en cuenta también las condiciones del mercado, y la necesidad para
eso de fomentar la conciencia de la importancia de la tecnología.
- Favorecer una reflexión teológica en torno a la problemática de la tierra,
haciendo énfasis en la inculturación y en una presencia efectiva de los
agentes de pastoral en las comunidades de campesinos.
- Apoyar la organización de grupos intermedios, por ejemplo cooperativas,
que sean instancia de defensa de derechos humanos, de participación
democrática y de educación comunitaria.
2.2.4. Empobrecimiento y solidaridad
|p178 178. Evangelizar es hacer lo que hizo Jesucristo, cuando en la
sinagoga mostró que vino a "evangelizar" a los pobres (cf. Lc 4,18-19). Él
"siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza" (2 Co 8,9). Él
nos desafía a dar un testimonio auténtico de pobreza evangélica en nuestro
estilo de vida y en nuestras estructuras eclesiales, tal cual como Él lo
dio.
Esta es la fundamentación que nos compromete en una opción evangélica y
preferencial por los pobres, firme e irrevocable pero no exclusiva ni
excluyente, tan solemnemente afirmada en las Conferencias de Medellín y
Puebla. Bajo la luz de esta opción preferencial, a ejemplo de Jesús, nos
inspiramos para toda acción evangelizadora comunitaria y personal (cf. SRS
42; RMi 14; Juan Pablo II, Discurso inaugural, 16). Con el "potencial
evangelizador de los pobres" (DP 1147), la Iglesia pobre quiere impulsar la
evangelización de nuestras comunidades.
Descubrir en los rostros sufrientes de los pobres el rostro del Señor (cf.
Mt 25,31-46) es algo que desafía a todos los cristianos a una profunda
conversión personal y eclesial. En la fe encontramos los rostros
desfigurados por el hambre, consecuencia de la inflación, de la deuda
externa y de injusticias sociales; los rostros desilusionados por los
políticos, que prometen pero no cumplen; los rostros humillados a causa de
su propia cultura, que no es respetada y es incluso despreciada; los rostros
aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; los rostros
angustiados de los menores abandonados que caminan por nuestras calles y
duermen bajo nuestros puentes; los rostros sufridos de las mujeres
humilladas y postergadas; los rostros cansados de los migrantes, que no
encuentran digna acogida; los rostros envejecidos por el tiempo y el trabajo
de los que no tienen lo mínimo para sobrevivir dignamente (cf. CELAM,
"Documento de trabajo", 163). El amor misericordioso es también volverse a
los que se encuentran en carencia espiritual, moral, social y cultural.
Desafíos pastorales:
|p179 179. - El creciente empobrecimiento en el que están sumidos millones
de hermanos nuestros hasta llegar a intolerables extremos de miseria es el
más devastador y humillante flagelo que vive América Latina y el Caribe. Así
lo denunciamos tanto en Medellín como en Puebla y hoy volvemos a hacerlo con
preocupación y angustia. Las estadísticas muestran con elocuencia que en la
última década las situaciones de pobreza han crecido tanto en números
absolutos como en relativos. A nosotros los pastores nos conmueve hasta las
entrañas el ver continuamente la multitud de hombres y mujeres, niños y
jóvenes y ancianos que sufren el insoportable peso de la miseria así como
diversas formas de exclusión social, étnica y cultural; son personas humanas
concretas e irrepetibles, que ven sus horizontes cada vez más cerrados y su
dignidad desconocida.
- Miramos el empobrecimiento de nuestro pueblo no sólo como un fenómeno
económico y social, registrado y cuantificado por las ciencias sociales. Lo
miramos desde dentro de la experiencia de mucha gente con la que
compartimos, como pastores, su lucha cotidiana por la vida.
- La política de corte neoliberal que predomina hoy en América Latina y el
Caribe profundiza aún más las consecuencias negativas de estos mecanismos.
Al desregular indiscriminadamente el mercado, eliminarse partes importantes
de la legislación laboral y despedirse trabajadores, al reducirse los gastos
sociales que protegían a las familias de trabajadores, se han ahondado aún
más las distancias en la sociedad.
- Tenemos que alargar la lista de rostros sufrientes que ya habíamos
señalado en Puebla (cf. DP 31-39), todos ellos desfigurados por el hambre,
aterrorizados por la violencia, envejecidos por infrahumanas condiciones de
vida, angustiados por la supervivencia familiar. El Señor nos pide que
sepamos descubrir su propio rostro en los rostros sufrientes de los
hermanos.
- Por otra parte, comprobamos con alegría los múltiples esfuerzos que
diversos grupos e instituciones de América Latina y el Caribe están haciendo
en orden a transformar esta realidad. La Iglesia, llamada a ser cada vez más
fiel a su opción preferencial por los pobres, ha tenido creciente
participación en los mismos. Damos gracias a Dios por esto y convocamos a
ensanchar el camino ya abierto, porque son muchos más los que aún tienen que
caminar por él.
Líneas pastorales:
|p180 180. - Asumir con decisión renovada la opción evangélica y
preferencial por los pobres, siguiendo el ejemplo y las palabras del Señor
Jesús, con plena confianza en Dios, austeridad de vida y participación de
bienes.
- Privilegiar el servicio fraterno a los más pobres entre los pobres y
ayudar a las instituciones que cuidan de ellos: los minusválidos, enfermos,
ancianos solos, niños abandonados, encarcelados, enfermos de sida y todos
aquellos que requieren la cercanía misericordiosa del "buen samaritano".
- Revisar actitudes y comportamientos personales y comunitarios, así como
las estructuras y métodos pastorales, a fin de que no alejen a los pobres
sino que propicien la cercanía y el compartir con ellos.
- Promover la participación social ante el Estado, reclamando leyes que
defiendan los derechos de los pobres.
|p181 181. - Hacer de nuestras parroquias un espacio para la solidaridad.
- Apoyar y estimular las organizaciones de economía solidaria, con las
cuales nuestros pueblos tratan de responder a las angustiosas situaciones de
pobreza.
- Urgir respuestas de los Estados a las difíciles situaciones agravadas por
el modelo económico neoliberal, que afecta principalmente a los más pobres.
Entre estas situaciones es importante destacar los millones de
latinoamericanos que luchan por sobrevivir en la economía informal.
2.2.5. El trabajo
|p182 182. Una de las realidades que más nos preocupa en nuestra tarea
pastoral es el mundo del trabajo, por su significación humanizadora y
salvífica, que tiene su origen en la vocación co-creadora del hombre como
"imagen de Dios" (Gn 1-26) y que ha sido rescatado y elevado por Jesús,
trabajador e "hijo de carpintero" (Mt 13,55 y Mc 6,3).
La Iglesia, como depositaria y servidora del mensaje de Jesús, ha visto
siempre al hombre como sujeto que dignifica el trabajo, realizándose a sí
mismo y perfeccionando la obra de Dios, para hacer de ella una alabanza al
Creador y un servicio a sus hermanos.
La permanente enseñanza del magisterio de la Iglesia, respecto al trabajo
como "clave de la cuestión social", ha sido confirmada y desarrollada en las
recientes encíclicas sociales de Juan Pablo II ("Laborem exercens",
"Sollicitudo rei socialis" y "Centesimus annus"). Y de modo especial subraya
"la dimensión subjetiva" del trabajo (cf. LE 6), que es la expresión más
elocuente de la dignidad del trabajador.
Desafíos pastorales:
|p183 183. - La realidad desafía una cultura del trabajo y de la
solidaridad, partiendo de la fe en Dios Padre, que nos hace hermanos en
Jesucristo. En lo que se refiere al mundo de los trabajadores, se advierte
un deterioro en sus condiciones de vida y en el respeto a sus derechos; un
escaso o nulo cumplimiento de normas establecidas para los sectores más
débiles (por ej. niños, jubilados...); una pérdida de autonomía por parte de
las organizaciones de trabajadores debida a dependencias o autodependencias
de diverso género; abuso del capital, que desconoce o niega la primacía del
trabajo; pocas o nulas oportunidades de trabajo para los jóvenes. Se
advierte la alarmante falta de trabajo, o desempleo, con toda la inseguridad
económica y social que ello comporta. El mundo del trabajo reclama el
crecimiento de la economía y el aumento de la productividad, de tal modo que
hagan posible mediante una justa y equitativa distribución el mayor
bienestar del hombre y su familia.
|p184 184. - Los derechos del trabajador son un patrimonio moral de la
sociedad, que deben ser tutelados por una adecuada legislación social y su
necesaria instancia judicial, que asegure la continuidad confiable en las
relaciones laborales.
Líneas pastorales:
|p185 185. - Impulsar y sostener una pastoral del trabajo en todas nuestras
diócesis para promover y defender el valor humano del trabajo.
- Apoyar las organizaciones propias de los hombres del trabajo para la
defensa de sus legítimos derechos, en especial de un salario suficiente y de
una justa protección social para la vejez, la enfermedad y el desempleo (cf.
CA 35).
- Favorecer la formación de trabajadores, empresarios y gobernantes en sus
derechos y en sus deberes y propiciar espacios de encuentro y mutua
colaboración.
2.2.6. La movilidad humana
|p186 186. El Verbo de Dios se hace carne para reunir en un solo pueblo a
los que andaban dispersos, y hacerlos "ciudadanos del cielo" (Flp 3,20; cf.
Hb 11, 13-16).
Así el Hijo de Dios se hace peregrino, pasa por la experiencia de los
desplazados (cf. Mt 2,13-23), como un migrante radicado en una
insignificante aldea (cf. Jn 1,46). Educa a sus discípulos para ser
misioneros, haciéndoles pasar por la experiencia del que migra para confiar
sólo en el amor de Dios, de cuya buena nueva son portadores (cf. Mc
6,6b-12).
Desafíos pastorales:
|p187 187. - Hay, en los últimos años, un fuerte incremento de la migración
hacia los dos grandes países en el Norte, y también - aunque en menor grado
- hacia otros países latinoamericanos más ricos. Surgen también fenómenos
como la repatriación voluntaria y la deportación de indocumentados. El auge
de los viajes y el turismo, e incluso las peregrinaciones religiosas y de
los que viven del mar, interpelan la solicitud especial de la Iglesia.
- En los países con especiales problemas de migración por causas
socio-económicas existe por lo general ausencia de medidas sociales para
detenerla; y en los países receptores, una tendencia a impedir su ingreso.
Esto trae graves consecuencias de desintegración familiar y desangre de
fuerzas productivas en nuestros pueblos, junto con desarraigo, inseguridad,
discriminación, explotación y degradación moral y religiosa en los mismos
migrantes. Sin embargo, en algunos casos, logran insertarse en comunidades
católicas y aun las revitalizan.
Líneas pastorales:
|p188 188. - Reforzar la pastoral de la movilidad humana enlazando esfuerzos
entre diócesis y conferencias episcopales de las regiones afectadas, y
cuidando que, en la acogida y demás servicios en favor de los migrantes, se
respeten sus riquezas espirituales y religiosas.
- Concientizar a los sectores públicos sobre el problema de las migraciones,
con miras a la equidad de las leyes sobre el trabajo y el seguro social y el
cumplimiento de convenios internacionales.
|p189 189. -Ofrecer a los migrantes una catequesis adaptada a su cultura y
asesoría legal para proteger sus derechos
- Presentar alternativas a los campesinos para que no se sientan obligados a
migrar a la ciudad.
2.2.7. El orden democrático
|p190 190. Cristo, el Señor, enviado por el Padre para la redención del
mundo, vino para anunciar la buena noticia e iniciar el Reino y mediante la
conversión de las personas lograr una nueva vida según Dios y un nuevo tipo
de convivencia y relación social. A la Iglesia, fiel a la misión que le
otorgó su fundador, corresponde constituir la comunidad de los Hijos de Dios
y ayudar en la construcción de una sociedad donde primen los valores
cristianos evangélicos.
La Iglesia respeta la legítima autonomía del orden temporal y no tiene un
modelo específico de régimen político. "La Iglesia aprecia el sistema de la
democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos
en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de
elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos
oportunamente de manera pacífica" (CA 46).
Durante los últimos años de este proceso, la Iglesia ha jugado en América
Latina y el Caribe un papel protagónico. En muchos países su acción sentó
las bases para una convivencia basada en el diálogo y el respeto a la
persona humana. Apoyada en el magisterio de su doctrina social, la Iglesia
ha venido acompañando al pueblo en sus luchas y anhelos de una mayor
participación y el estado de derecho.
|p191 191. La libertad, inherente a la persona humana y puesta de relieve
por la modernidad, viene siendo conquistada por el pueblo en nuestro
continente y ha posibilitado la instauración de la democracia como el
sistema de gobierno más aceptado, aunque su ejercicio sea todavía más formal
que real.
Desafíos pastorales:
|p192 192. La convivencia democrática, que se afianzó después de Puebla, en
algunos países se ha venido deteriorando, entre otros factores, por los
siguientes: corrupción administrativa, distanciamientos de los liderazgos
partidistas con relación a los intereses de las bases y las reales
necesidades de la comunidad; vacíos programáticos y desatención de lo social
y ético-cultural de parte de las organizaciones partidistas; gobiernos
elegidos por el pueblo, pero no orientados eficazmente al bien común; mucho
clientelismo político y populismo, pero poca participación.
Líneas pastorales:
|p193 193. - Proclamar insistentemente a la sociedad civil los valores de
una genuina democracia pluralista, justa y participativa.
- Iluminar y animar al pueblo hacia un real protagonismo.
- Crear las condiciones para que los laicos se formen según la Doctrina
Social de la Iglesia, en orden a una actuación política dirigida al
saneamiento, al perfeccionamiento de la democracia y al servicio efectivo de
la comunidad.
- Orientar a la familia, a la escuela y a las diversas instancias
eclesiales, para que eduquen en los valores que fundan una auténtica
democracia: responsabilidad, corresponsabilidad, participación, respeto de
la dignidad de las personas, diálogo, bien común.
2.2.8. Nuevo orden económico
|p194 194. Conscientes de que se está gestando un nuevo orden económico
mundial que afecta a América Latina y el Caribe. la Iglesia desde su
perspectiva está obligada a hacer un serio esfuerzo de discernimiento.
Tenemos que preguntarnos: ¿hasta dónde debe llegar la libertad de mercado?
¿Qué características debe tener para que sirva al desarrollo de las grandes
mayorías?
|p195 195. Según la reciente enseñanza de Juan Pablo II (cf. Carta encíclica
"Centesimus annus"), es lícita la libre actividad de los individuos en el
mercado. Esto no significa que el mercado pueda ofrecer todos los bienes que
requiere la sociedad ni que ésta pueda pagar muchos bienes necesarios. La
economía de mercado debe tener en cuenta estos límites.
Por eso las enseñanzas del Santo Padre señalan la necesidad de acciones
concretas de los poderes públicos para que la economía de mercado no se
convierta en algo absoluto a lo cual se sacrifique todo, acentuando la
desigualdad y la marginación de las grandes mayorías. No puede haber una
economía de mercado creativa y al mismo tiempo socialmente justa, sin un
sólido compromiso de toda la sociedad y sus actores con la solidaridad a
través de un marco jurídico que asegure el valor de la persona, la honradez,
el respeto a la vida y la justicia distributiva, y la preocupación efectiva
por los más pobres.
|p196 196. Los ajustes económicos, aunque puedan ser beneficiosos a largo
plazo, al frenar la inflación y estabilizar la economía, suelen producir un
grave deterioro del nivel de vida de los pobres. Por eso, el Estado está
obligado en la medida de lo posible, pero sincera y generosamente, a
compensar los costos sociales de los más pobres.
|p197 197. El problema de la deuda externa no es sólo, ni principalmente,
económico, sino humano, porque lleva a un empobrecimiento cada vez mayor e
impide el desarrollo y retarda la promoción de los más pobres. Nos
preguntamos por su validez cuando por su pago peligra seriamente la
sobrevivencia de los pueblos, cuando la misma población no ha sido
consultada antes de contraer la deuda, y cuando ésta ha sido usada para
fines no siempre lícitos. Por eso, como pastores hacemos nuestra la
preocupación de Juan Pablo II cuando afirma que "es necesario encontrar
modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda, compatibles con
el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al progreso" (CA
35).
Desafíos pastorales:
|p198 198. - Los años ochenta se han caracterizado por el flagelo de la
inflación aumentado por el déficit fiscal, el peso de la deuda externa y el
desorden monetario, la destrucción de las economías estatales por la pérdida
de recursos fiscales, la inflación y la corrupción, la caída de las
inversiones tanto nacionales como extranjeras, entre otros fenómenos.
- La relación de los precios a nivel internacional entre las materias primas
y los productos terminados fue cada vez más desigual y discriminativa,
afectando muy desfavorablemente a la economía de nuestros países. Esta
situación persiste y tiende a agravarse.
|p199 199. -El empobrecimiento y la agudización de la brecha entre ricos y
pobres golpean de modo grave a las grandes mayorías de nuestros pueblos
debido a la inflación y reducción de los salarios reales y a la falta de
acceso a servicios básicos, al desempleo y al aumento de la economía
informal y de la dependencia científico-tecnológica.
- Se difunde una mentalidad y un estilo de vida consumistas y egoístas,
ampliamente divulgados por los medios de comunicación social. Esto dificulta
o impide una organización social más justa y digna.
- Ante la crisis de sistemas económicos que han conducido a fracasos y
frustraciones, suele plantearse como solución una economía de libre mercado,
asumida por no pocos bajo términos de neoliberalismo y con un alcance que va
más allá del puro campo económico, y que parte de interpretaciones estrechas
o reductivas de la persona y de la sociedad.
Líneas pastorales:
|p200 200. - Robustecer el conocimiento, difusión y puesta en práctica de la
Doctrina Social de la Iglesia en los distintos ambientes.
- Impulsar en los diversos niveles y sectores de la Iglesia una pastoral
social que parta de la opción evangélica preferencial por los pobres,
actuando en los frentes del anuncio, la denuncia y el testimonio,
promoviendo iniciativas de cooperación, en el contexto de una economía de
mercado.
- Educar en los valores de la laboriosidad y del compartir, de la honestidad
y la austeridad, del sentido ético-religioso de la vida, para que desde la
familia -primera escuela - se formen hombres nuevos para una sociedad más
fraterna donde se viva la destinación universal de los bienes en contexto de
desarrollo integral.
|p201 201. - Sentar las bases de una economía solidaria, real y eficiente,
sin olvidar la correspondiente creación de modelos socio-económicos a nivel
local y nacional.
- Fomentar la búsqueda e implementación de modelos socio-económicos que
conjuguen la libre iniciativa, la creatividad de personas y grupos, la
función moderadora del Estado, sin dejar de dar atención especial a los
sectores más necesitados. Todo esto, orientado a la realización de una
economía de la solidaridad y la participación, expresada en diversas formas
de propiedad.
|p202 202. - Promover relaciones económicas internacionales que faciliten la
transferencia de la tecnología en un ambiente de reciprocidad social.
- Denunciar aquellos mecanismos de la economía de mercado que dañan
fundamentalmente a los pobres. No podemos estar ausentes en una hora en la
que no hay quien vele por sus intereses.
|p203 203. - Constatar que la economía informal obedece a una necesidad de
sobrevivencia, aunque sea susceptible de naufragio en caso de enfermedades,
inflación, etc.
- Recordar a los fieles laicos que han de influir para que el Estado logre
una mayor estabilidad de las políticas económicas, elimine la corrupción
administrativa y aumente la descentralización administrativa, económica y
educacional.
- Reconocer el papel fundamental de la empresa, del mercado, de la propiedad
privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de
producción, de la creatividad humana, en el marco jurídico de una justicia
social (cf. CA 42).
2.2.9. Integración latinoamericana
|p204 204. La experiencia nos ha mostrado que ninguna nación puede vivir y
desarrollarse con solidez de manera aislada. Todos sentimos la urgencia de
integrar lo disperso y de unir esfuerzos para que la interdependencia se
haga solidaridad y ésta pueda transformarse en fraternidad. Por eso
destacamos estos valores al hablar de la realidad económica y social del
mundo y de los anhelos de humanización que laten en ellas.
Los cristianos encuentran motivaciones muy hondas para continuar este
esfuerzo. Jesucristo ha hecho presente el Reino de Dios, un reino de
justicia, de amor y de paz. Él ha realizado la fraternidad de todos
haciéndose hermano nuestro y enseñándonos a reconocernos como hijos de un
mismo Padre (cf. Mc 14,36). Él mismo nos ha llamado a la unidad: "Que todos
sean uno como Yo y el Padre somos uno" (Jn 17,21).
La Iglesia es consciente de su singular protagonismo y de su papel
orientador en cuanto a la formación de una mentalidad de pertenencia a la
humanidad y al fomento de una cultura solidaria y de reconciliación.
|p205 205. La necesaria interdependencia de las personas y la de las
naciones para una auténtica solidaridad son características humanas. También
constatamos el dinamismo mundial de naciones, que se asocian, como signo de
los tiempos, aun en América Latina y el Caribe.
|p206 206. Juan Pablo II ha insistido en que hay que transformar las
estructuras que no responden a las necesidades de los pueblos y ante todo en
"que las naciones más fuertes sepan ofrecer a las más débiles oportunidad de
inserción en la vida internacional" (CA 35). Ante el espectáculo de países
cada vez más ricos junto a otros cada vez más pobres, expresó: "Hay que
buscar soluciones a nivel mundial, instaurando una verdadera economía de
comunión y participación de bienes, tanto en el orden internacional como
nacional. A este propósito, un factor que puede contribuir notablemente a
superar los apremiantes problemas que hoy afectan a este continente es la
integración latinoamericana. Es grave responsabilidad de los gobernantes el
favorecer el ya iniciado proceso de integración de unos pueblos a quienes la
misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unido
definitivamente en el camino de la historia" (Juan Pablo II, Discurso
inaugural, 15).
Desafíos pastorales:
|p207 207. - Se experimenta un aislamiento y fraccionamiento de nuestras
naciones, al tiempo que se incrementa una globalización de la economía
planetaria junto a la formación y/o reformulación de grandes bloques.
|p208 208. - La formación de grandes bloques que amenazan dejar aislados a
todo el continente en cuanto no responde a sus intereses económicos.
-Se da una desintegración en el interior de nuestros países como efecto de
discriminaciones raciales o grupales y del predominio económico-politico
cultural de intereses particulares, que dificultan también una apertura a
espacios más amplios.
- La misma falta de comunión entre las Iglesias particulares de una nación a
otra, o entre naciones vecinas del continente, debilita la fuerza
integradora de la misma Iglesia.
Líneas pastorales:
|p209 209. - Fomentar y acompañar los esfuerzos en pro de la integración
latinoamericana como "patria grande", desde una perspectiva de solidaridad
que exige, por lo demás, un nuevo orden internacional.
- Promover la justicia y la participación en el interior de nuestras
naciones, educando en dichos valores, denunciando situaciones que los
contradicen y dando testimonio de un relación fraterna.
- Animar iniciativas y fortalecer las estructuras y organismos de
colaboración intra-eclesial que sean necesarios o útiles, respetando las
diversas competencias. Asumir en este sentido la sugerencia del Santo Padre
relativa a un encuentro de los Episcopados de todo el continente americano.
2.3. La Familia y la Vida: desafíos de especial urgencia en la Promoción
Humana
2.3.1. La Familia, santuario de la vida
|p210 210. La Iglesia anuncia con alegría y convicción la Buena Nueva sobre
la familia en la cual se fragua el futuro de la humanidad y se concreta la
frontera decisiva de la Nueva Evangelización. Así lo proclamamos, aquí en
América Latina y el Caribe, en un momento histórico en que la familia es
víctima de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla.
Es cierto que el lugar más indicado para hablar de la familia es cuando se
trata de la Iglesia particular, parroquia y comunidades eclesiales, ya que
la familia es la Iglesia doméstica. Pero, a causa de los tremendos problemas
que hoy afectan a la vida humana, incluimos este tema en la parte que trata
de la Promoción Humana.
Ciertamente reconocemos la diversidad de familias rurales y urbanas, cada
una dentro de su contexto cultural; pero en todas partes la familia es
fermento y signo del amor divino y de la misma Iglesia y, por tanto, debe
estar abierta al plan de Dios.
|p211 211. El matrimonio y la familia en el proyecto original de Dios son
instituciones de origen divino y no productos de la voluntad humana. Cuando
el Señor dice "al comienzo no fue así" (Mt 19,8), se refiere a la verdad
sobre el matrimonio, que, según el plan de Dios, excluye el divorcio.
|p212 212. El hombre y la mujer, siendo imagen y semejanza de Dios (cf. Gn
1,27), que es amor, son llamados a vivir en el matrimonio el misterio de la
comunión y relación trinitaria. "Dios inscribe en la humanidad del hombre y
de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la
responsabilidad del amor y de la comunión" (FC 11). Hombre y mujer son
llamados al amor en la totalidad de su cuerpo y espíritu.
|p213 213. Jesucristo es la Nueva Alianza, en Él el matrimonio adquiere su
verdadera dimensión. Por su Encarnación y por su vida en familia con María y
José en el hogar de Nazareth se constituye un modelo de toda familia. El
amor de los esposos por Cristo llega a ser como el de Él: total, exclusivo,
fiel y fecundo. A partir de Cristo y por su voluntad, proclamada por el
Apóstol, el matrimonio no sólo vuelve a la perfección primera sino que se
enriquece con nuevos contenidos (cf. Ef 5,25-33). El matrimonio cristiano es
un sacramento en el que el amor humano es santificante y comunica la vida
divina por la obra de Cristo; un sacramento en el que los esposos significan
y realizan el amor de Cristo y de su Iglesia, amor que pasa por el camino de
la cruz, de las limitaciones, del perdón y de los defectos para llegar al
gozo de la resurrección. Es necesario tener presente que "entre bautizados,
no puede haber contrato matrimonial válido, que no sea por eso mismo
sacramento" (CIC 1055, 2).
|p214 214. En el plan de Dios Creador y Redentor la familia descubre no sólo
su identidad sino también su misión: custodiar, revelar y comunicar el amor
y la vida, a través de cuatro cometidos fundamentales (cf. FC 17):
a) La misión de la familia es vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad
de personas que se caracteriza por la unidad y la indisolubilidad. La
familia es el lugar privilegiado para la realización personal junto con los
seres amados.
b) Ser "como el santuario de la vida" (CA 39), servidora de la vida, ya que
el derecho a la vida es la base de todos los derechos humanos. Este servicio
no se reduce a la sola procreación, sino que es ayuda eficaz para transmitir
y educar en valores auténticamente humanos y cristianos.
c) Ser "célula primera y vital de la sociedad" (FC 42). Por su naturaleza y
vocación la familia debe ser promotora del desarrollo, protagonista de una
auténtica política familiar.
d) Ser "Iglesia doméstica" que acoge, vive, celebra y anuncia la Palabra de
Dios, es santuario donde se edifica la santidad y desde donde la Iglesia y
el mundo pueden ser santificados (cf. FC 55).
No obstante las graves crisis de la familia, constatamos que muchas familias
latinoamericanas y del Caribe se esfuerzan y viven llenas de esperanza y con
fidelidad el proyecto de Dios Creador y Redentor, la fidelidad, la apertura
a la vida, la educación cristiana de los hijos y el compromiso con la
Iglesia y el mundo.
|p215 215. Dios es el mismo Señor de la vida. La vida es don suyo. El hombre
no es ni puede ser árbitro o dueño de la vida. El hijo debe ser
responsablemente acogido en la familia como don preciosísimo e irrepetible
de Dios. El niño, concebido, no nacido, es el ser más pobre, vulnerable e
indefenso que hay que defender y tutelar. Se ve hoy, con mayor claridad, la
relación tan estrecha, subjetiva y objetiva entre anticoncepción y aborto.
Se separa de modo drástico el significado unitivo del procreativo en el acto
conyugal, el cual traiciona el mismo sentido del amor.
2.3.2. Los desafíos a la familia y a la vida hoy
|p216 216. - El cambio histórico cultural ha causado impacto en la imagen
tradicional de la familia. Cada vez son más numerosas las uniones
consensuales libres, los divorcios y los abortos. La novedad es el que estos
problemas familiares se han vuelto un problema de orden ético-político y una
mentalidad "laicista" y los medios de comunicación social han contribuido a
ello.
|p217 217. - Con demasiada frecuencia, se desconoce que el matrimonio y la
familia son un proyecto de Dios, que invita al hombre y a la mujer creados
por amor a realizar su proyecto de amor en fidelidad hasta la muerte, debido
al secularismo reinante, a la inmadurez psicológica y a causas
socio-económicas y políticas, que llevan a quebrantar los valores morales y
éticos de la misma familia. Dando como resultado la dolorosa realidad de
familias incompletas, parejas en situación irregular y el creciente
matrimonio civil sin celebración sacramental y uniones consensuales.
|p218 218. - Un número creciente de familias de América Latina y el Caribe
interpela a gobiernos, sociedad y organismos internacionales, desde su
situación de miseria y hambre por el desempleo, la carencia de vivienda
digna, de servicios educativos y sanitarios, de salarios bajos; desde el
abandono de ancianos y desde el número creciente de madres solteras.
|p219 219. - Nos desafía la cultura de la muerte. Con tristeza humana y
preocupación cristiana somos testigos de las campañas anti-vida, que se
difunden en América Latina y en el Caribe perturbando la mentalidad de
nuestro pueblo con una cultura de muerte. El egoísmo, el miedo al sacrificio
y a la cruz unidos a las dificultades de la vida moderna generan un rechazo
hacia el hijo que no es responsable y alegremente acogido en la familia sino
considerado como un agresor. Se atemoriza a las personas con un verdadero
"terrorismo demográfico", que exagera el peligro que puede representar el
crecimiento de la población frente a la calidad de vida.
Existe una distribución masiva de anticonceptivos, en su gran mayoría
abortivos. Inmensos sectores de mujeres son víctimas de programas de
esterilizaciones masivas. También los hombres sucumben ante estas amenazas.
Nuestro continente sufre a causa del "imperialismo anticonceptivo, que
consiste en imponer a pueblos y culturas toda forma de contracepción,
esterilización y aborto, que se considera efectiva, sin respeto a las
tradiciones religiosas, étnicas y familiares de un pueblo o cultura" (Carta
de la Santa Sede a la Reunión de Bangkok de la OMS).
Cada día es mayor la masacre del aborto, que produce millones de víctimas en
nuestros pueblos latinoamericanos. La mentalidad anti-vida, además de la
eutanasia prenatal lleva a la eliminación de niños apenas nacidos y de los
ancianos y enfermos estimados como inútiles, defectuosos, o "carga" para la
sociedad. Otras expresiones de la anticultura de la muerte son la eutanasia,
la guerra, la guerrilla, el secuestro, el terrorismo, el narcotráfico.
|p220 220. - Los fieles cristianos se sienten perplejos ante las
contradicciones y falta de coherencia de los agentes de pastoral familiar
cuando no siguen el Magisterio de la Iglesia ("Humanae Vitae"; "Familiaris
consortio"; "Reconciliatio et Poenitentia").
|p221 221. - América Latina y el Caribe tienen una población infantil
creciente. Los niños, adolescentes y jóvenes son más de la mitad de la
población del continente (55%). Esta "emergencia silenciosa" que vive
América Latina y el Caribe es desafiante no sólo desde el punto de vista
numérico sino muy especialmente desde el punto de vista humano y pastoral.
En efecto, en muchas ciudades han aumentado los "niños de la calle", que
deambulan día y noche sin hogar ni futuro. En algunos países han sido
víctimas de campañas de exterminio realizadas por organismos policiales y
privados; niños sin familia, sin amor, sin acceso a la educación, es decir,
niños en extrema miseria física y moral, muchas veces consecuencia de la
desintegración familiar. Incluso se presenta un aberrante comercio de niños
y niñas, tráfico de órganos y hasta niños utilizados para cultos satánicos.
Desde el punto de vista de la educación de la fe se percibe un marcado
descuido en cuanto a la recepción de sacramentos y a la catequesis.
2.3.3. Líneas Pastorales
|p222 222. 1.Subrayar la prioridad y centralidad de la pastoral familiar en
la Iglesia diocesana. Para ello es necesario capacitar agentes. Los
movimientos apostólicos que tienen por objetivo el matrimonio y la familia
pueden ofrecer apreciable cooperación a las Iglesias particulares, dentro de
un plan orgánico integral.
- La pastoral familiar no puede limitarse a una actitud meramente
protectora, debe ser previsora, audaz y positiva. Ha de discernir con
sabiduría evangélica los retos que los cambios culturales plantean a la
familia. Ha de denunciar las violaciones contra la justicia y la dignidad de
la familia. Ha de acompañar a las familias de los sectores más pobres,
rurales y urbanos, promoviendo la solidaridad.
- La pastoral familiar ha de cuidar la formación de los futuros esposos y el
acompañamiento de los cónyuges, sobre todo en los primeros años de su vida
matrimonial. Como preparación inmediata tienen reconocido valor los cursos
para novios antes de la celebración sacramental.
|p223 223. 2.Proclamar que Dios es el único Señor de la vida, que el hombre
no es ni puede ser amo o árbitro de la vida humana. Condenar y rechazar
cualquier violación ejercida por las autoridades en favor de la
anticoncepción, la eutanasia, la esterilización y el aborto provocado.
Igualmente, las políticas de algunos gobiernos y organismos internacionales
que condicionan la ayuda económica a los programas contra la vida.
|p224 224. Buscar, siguiendo el ejemplo del Buen Pastor, caminos y formas
para lograr una pastoral orientada a las parejas en situaciones irregulares,
especialmente las divorciadas y vueltos a casar civilmente.
|p225 225. Fortalecer la vida de la Iglesia y de la sociedad a partir de la
familia: enriquecerla desde la catequesis familiar, la oración en el hogar,
la Eucaristía, la participación en el sacramento de la Reconciliación, el
conocimiento de la Palabra de Dios, para ser fermento en la Iglesia y en la
sociedad.
|p226 226. 3.Invitar a los teólogos, científicos y matrimonios cristianos a
colaborar con el magisterio jerárquico para iluminar mejor los fundamentos
bíblicos, las motivaciones éticas y las razones científicas para la
paternidad responsable, para la decisión libre, de acuerdo con una
conciencia bien formada, según los principios de la moral, tanto en lo que
mira al número de hijos que se pueden educar, y en cuanto a los métodos,
según una auténtica paternidad responsable. El fruto de estos trabajos será
la promoción de programas y servicios que difundan los métodos naturales de
planificación, y elaboren manuales de educación para la sexualidad y el
amor, dirigidos a niños, adolescentes y jóvenes.
- Ante los equívocos de algunos programas "demográficos" hemos de recordar
las palabras del Papa en su Discurso inaugural de esta Conferencia: "Lo que
hace falta es aumentar los medios y distribuir con mayor justicia la
riqueza, para que todos puedan participar equitativamente de los bienes de
la creación" (n.15).
|p227 227. 4.Ejercer el ministerio profético de la Iglesia: denunciando toda
violación contra los niños nacidos y no nacidos. Difundir y urgir el
cumplimiento de la "convención de los derechos del niño" con las
observaciones de la Santa Sede y también la Carta de la Santa Sede sobre los
derechos de la familia. Orientar a los laicos para que promuevan en los
diversos países legislaciones que tutelen los derechos del niño y urgir su
cumplimiento. Acompañar y apoyar efectivamente a los padres de familia,
educadores, catequistas e institutos religiosos que se dedican a la
educación de la niñez, prestando una atención especial al crecimiento en la
fe. Fomentar la mística por el trabajo en favor de los niños y promover la
pastoral de la infancia, a través de acciones proféticas y caritativas que
testimonian el amor de Cristo por los niños más pobres y abandonados.
Capítulo III : LA CULTURA CRISTIANA
Introducción
|p228 228. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés (cf. Hch 2,1-11) pone
de manifiesto la universalidad del mandato evangelizador: pretende llegar a
toda cultura. Manifiesta también la diversidad cultural de los fieles,
cuando oían hablar a los apóstoles cada uno en su propia lengua.
Nace la cultura con el mandato inicial de Dios a los seres humanos: crecer y
multiplicarse, llenar la tierra y someterla (cf. Gn 1,28-30). En esa forma
la cultura es cultivo y expresión de todo lo humano en relación amorosa con
la naturaleza y en la dimensión comunitaria de los pueblos.
Cuando Jesucristo, en la encarnación, asume y expresa todo lo humano,
excepto el pecado, entonces el Verbo de Dios entra en la cultura. Así,
Jesucristo es la medida de todo lo humano y por tanto también de la cultura.
Él, que se encarnó en la cultura de su pueblo, trae para cada cultura
histórica el don de la purificación y de la plenitud. Todos los valores y
expresiones culturales que puedan dirigirse a Cristo promueven lo auténtico
humano. Lo que no pasa por Cristo no podrá quedar redimido.
|p229 229. Por nuestra adhesión radical a Cristo en el bautismo nos hemos
comprometido a procurar que la fe, plenamente anunciada, pensada y vivida,
llegue a hacerse cultura. Así, podemos hablar de una cultura cristiana
cuando el sentir común de la vida de un pueblo ha sido penetrado
interiormente, hasta "situar el mensaje evangélico en la base de su pensar,
en sus principios fundamentales de vida, en sus criterios de juicio, en sus
normas de acción" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 24) y de allí "se
proyecta en el ethos del pueblo... en sus instituciones y en todas sus
estructuras" (ib. 20).
Esta evangelización de la cultura, que la invade hasta su núcleo dinámico,
se manifiesta en el proceso de inculturación, al que Juan Pablo II ha
llamado "centro, medio y objetivo de la Nueva Evangelización" (Discurso al
Consejo Internacional de Catequesis, 26.9.92): Los auténticos valores
culturales, discernidos y asumidos por la fe, son necesarios para encarnar
en esa misma cultura el mensaje evangélico y la reflexión y praxis de la
Iglesia.
La Virgen María acompaña a los apóstoles cuando el Espíritu de Jesús
resucitado penetra y transforma los pueblos de las diversas culturas. María,
que es modelo de la Iglesia, también es modelo de la evangelización de la
cultura. Es la mujer judía que representa al pueblo de la Antigua Alianza
con toda su realidad cultural. Pero se abre a la novedad del Evangelio y
está presente en nuestras tierras como Madre común tanto de los aborígenes
como de los que han llegado, propiciando desde el principio la nueva
síntesis cultural que es América Latina y el Caribe .
|p230 230. Inculturación del Evangelio
Puesto que estamos ante "una crisis cultural de proporciones insospechadas"
(Juan Pablo II, Discurso inaugural, 21) en la cual van desapareciendo
valores evangélicos y aun humanos fundamentales, se presenta a la Iglesia un
desafío gigantesco para una nueva Evangelización, al cual se propone
responder con el esfuerzo de la inculturación del Evangelio. Es necesario
inculturar el Evangelio a la luz de los tres grandes misterios de la
salvación: la Navidad, que muestra el camino de la Encarnación y mueve al
evangelizador a compartir su vida con el evangelizado; la Pascua, que
conduce a través del sufrimiento a la purificación de los pecados, para que
sean redimidos; y Pentecostés, que por la fuerza del Espíritu posibilita a
todos entender en su propia lengua las maravillas de Dios.
La inculturación del Evangelio es un proceso que supone reconocimiento de
los valores evangélicos que se han mantenido más o menos puros en la actual
cultura; y el reconocimiento de nuevos valores que coinciden con el mensaje
de Cristo. Mediante la inculturación se busca que la sociedad descubra el
carácter cristiano de estos valores, los aprecie y los mantenga como tales.
Además, intenta la incorporación de valores evangélicos que están ausentes
de la cultura, o porque se han oscurecido o porque han llegado a
desaparecer. "Por medio de la inculturación, la Iglesia encarna el Evangelio
en las diversas culturas y, al mismo tiempo, introduce a los pueblos con sus
culturas en su misma comunidad; transmite a las mismas sus propios valores,
asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro" (RMi
52). La fe, al encarnarse en esas culturas, debe corregir sus errores y
evitar sincretismos. La tarea de inculturación de la fe es propia de las
Iglesias particulares bajo la dirección de sus pastores, con la
participación de todo el Pueblo de Dios. "Los criterios fundamentales en
este proceso son la sintonía con la exigencias objetivas de la fe y la
apertura a la comunión con la Iglesia universal" (RMi 54).
3.1. Valores culturales: Cristo, medida de nuestra conducta moral
|p231 231. - Creados a imagen de Dios, tenemos la medida de nuestra conducta
moral en Cristo, Verbo encarnado, plenitud del hombre. Ya el quehacer ético
natural, esencialmente ligado a la dignidad humana y sus derechos,
constituye la base para un diálogo con los no creyentes.
- Por el bautismo nacemos a una nueva vida y recibimos la capacidad de
acercarnos al modelo que es Cristo. Caminar hacia Él es la moral cristiana;
es la forma de vida propia del creyente, que con la ayuda de la gracia
sacramental sigue a Jesucristo, vive la alegría de la salvación y abunda en
frutos de caridad para la vida del mundo (cf. Jn 15; OT 16).
- Consciente de la necesidad de seguir este camino, el cristiano se empeña
en la formación de la propia conciencia. De esta formación, tanto individual
como colectiva, de la madurez de mentalidad, de su sentido de
responsabilidad y de la pureza de las costumbres depende el desarrollo y la
riqueza de los pueblos (cf. Juan Pablo II, Discurso inaugural, 19). La moral
cristiana sólo se entiende dentro de la Iglesia y se plenifica en la
Eucaristía. Todo lo que en ella podemos ofrecer es vida; lo que no puede
ofrecerse es el pecado.
Desafíos pastorales:
|p232 232. - Gracias a Dios, en América Latina y el Caribe hay mucha gente
que sigue con fidelidad a Jesucristo, aun en circunstancias adversas. Sin
embargo, se observa en nuestra realidad social el creciente desajuste ético
moral, en especial la deformación de la conciencia, la ética permisiva y una
sensible baja del sentido de pecado. Decrece el influjo de la fe, se pierde
el valor religioso, se desconoce a Dios como sumo bien y último juez.
Disminuye la práctica del sacramento de la reconciliación. Es deficiente la
presentación del magisterio moral de la Iglesia.
|p233 233. - La corrupción se ha generalizado. Hay un mal manejo de los
recursos económicos públicos; progresan la demagogia, el populismo, la
"mentira política" en las promesas electorales; se burla la justicia, se
generaliza la impunidad y la comunidad se siente impotente e indefensa
frente al delito. Con ello se fomenta la insensibilidad social y el
escepticismo ante la falta de aplicación de la justicia, se emiten leyes
contrarias a los valores humanos y cristianos fundamentales. No hay una
equitativa distribución de los bienes de la tierra, se abusa de la
naturaleza y se daña el ecosistema.
|p234 234. - Se fomentan la mentalidad y las acciones contra la vida
mediante campañas antinatalistas, de manipulación genética, del abominable
crimen del aborto y de la eutanasia. Se cambia el sentido de la vida como
conquista del fuerte sobre el débil, que propicia acciones de odio y
destrucción, e impide la realización y crecimiento del hombre.
|p235 235. - Se asiste así a un deterioro creciente de la dignidad de la
persona humana. Crecen la cultura de la muerte, la violencia y el
terrorismo, la drogadicción y el narcotráfico. Se desnaturaliza la dimensión
integral de la sexualidad humana, se hace de hombres y mujeres, aun de
niños, una industria de pornografía y prostitución; en el ámbito de la
permisividad y promiscuidad sexual crece el terrible mal del sida y aumentan
las enfermedades venéreas.
|p236 236. - Se introduce como norma de moralidad la llamada "ética civil o
ciudadana", sobre la base de un consenso mínimo de todos con la cultura
reinante, sin necesidad de respetar la moral natural y las normas
cristianas. Se observa una "moral de situación" según la cual algo de por sí
malo dejaría de serlo de acuerdo a las personas, circunstancias e intereses
que estén en juego. Frecuentemente los medios de comunicación social se
hacen eco de todos estos criterios y los difunden.
Líneas pastorales:
|p237 237. - Trabajar en la formación cristiana de las conciencias y
rescatar los valores perdidos de la moral cristiana. Volver a tomar
conciencia del pecado (del pecado original y de los pecados personales) y de
la gracia de Dios como fuerza para poder seguir nuestra conciencia
cristiana. Despertar en todos la experiencia del amor que el Espíritu Santo
derrama en los corazones, como fuerza de toda Moral cristiana.
|p238 238. - Vigilar para que los medios de comunicación social ni manipulen
ni sean manipulados al transmitir, bajo pretexto de pluralismo, lo que
destruye al pueblo latinoamericano. Fortalecer la unidad de la familia y su
influjo en la formación de la conciencia moral.
|p239 239. - Presentar la vida moral como un seguimiento de Cristo,
acentuando la vivencia de las Bienaventuranzas y la frecuente práctica de
los Sacramentos. Difundir las virtudes morales y sociales, que nos
conviertan en hombres nuevos, creadores de una nueva humanidad. Este anuncio
tiene que ser vital y Kerigmático, especialmente donde más se ha introducido
el secularismo, presentando en la catequesis la conducta cristiana como el
auténtico seguimiento de Cristo. Cuidar que, en el campo moral, la justa
aplicación de criterios de gradualidad no mengüe las exigencias perentorias
de la conversión.
|p240 240. - Favorecer la formación permanente de los Obispos y presbíteros,
de los diáconos, de los religiosos, religiosas y laicos, especialmente de
los agentes de pastoral, conforme a la enseñanza del Magisterio. La liturgia
debe expresar más claramente los compromisos morales que conlleva. La
Religiosidad popular, especialmente en los Santuarios, debe dirigirse a la
conversión. Hay que fomentar y facilitar el acceso al sacramento de la
reconciliación.
|p241 241. - En cuanto al problema de la droga, impulsar acciones de
prevención en la sociedad y de atención y curación a los drogadictos;
denunciar con valentía los daños que producen en nuestros pueblos la
adicción y el tráfico de la droga, y el gravísimo pecado que significa su
producción, su comercialización y su consumo. Hacer notar, en especial, la
responsabilidad de los poderosos mercados consumidores. Promover la
solidaridad y la cooperación nacional e internacional en el combate a este
flagelo.
|p242 242. - Orientar y acompañar pastoralmente a los constructores de la
sociedad en la formación de una conciencia moral en sus tareas y en la
actuación política.
- Estar siempre abiertos al diálogo con quienes guían sus vidas por caminos
diferentes de la ética cristiana. Comprometernos efectivamente en la
consecución de la justicia y la paz de nuestros pueblos.
3.2. Unidad y pluralidad de las culturas indígenas, afroamericanas y
mestizas
Iluminación teológica
|p243 243. - La acción de Dios, a través de su Espíritu, se da
permanentemente en el interior de todas las culturas. En la plenitud de los
tiempos, Dios envió a su Hijo Jesucristo, que asumió las condiciones
sociales y culturales de los pueblos y se hizo "verdaderamente uno de
nosotros, semejante en todo, menos en el pecado" (Hb 4, 15; cf. GS 22).
- La analogía entre la encarnación y la presencia cristiana en el contexto
socio-cultural e histórico de los pueblos nos lleva al planteamiento
teológico de la inculturación. Esta inculturación es un proceso conducido
desde el Evangelio hasta el interior de cada pueblo y comunidad con la
mediación del lenguaje y de los símbolos comprensibles y apropiados a juicio
de la Iglesia.
- Una meta de la Evangelización inculturada será siempre la salvación y
liberación integral de un determinado pueblo o grupo humano, que fortalezca
su identidad y confíe en su futuro específico, contraponiéndose a los
poderes de la muerte, adoptando la perspectiva de Jesucristo encarnado, que
salvó al hombre desde la debilidad, la pobreza y la cruz redentora. La
Iglesia defiende los auténticos valores culturales de todos los pueblos,
especialmente de los oprimidos, indefensos y marginados, ante la fuerza
arrolladora de las estructuras de pecado manifiestas en la sociedad moderna.
Desafíos Pastorales:
|p244 244. - América Latina y el Caribe configuran un continente multiétnico
y pluricultural. En él conviven en general pueblos aborígenes,
afroamericanos, mestizos y descendientes de europeos y asiáticos, cada cual
con su propia cultura que los sitúa en su respectiva identidad social, de
acuerdo con la cosmovisión de cada pueblo, pero buscan su unidad desde la
identidad católica.
|p245 245. - Los pueblos indígenas de hoy cultivan valores humanos de gran
significación y en palabras de Juan Pablo II tienen la "persuasión de que el
mal se identifica con la muerte y el bien con la vida" (Juan Pablo Mensaje a
los indígenas, 2). Estos valores y convicciones son fruto de "las semillas
del Verbo" que estaban ya presentes y obraban en sus antepasados para que
fueran descubriendo la presencia del Creador en todas sus criaturas: el sol,
la luna, la madre tierra, etc. (cf. ib.).
La Iglesia, al encontrarse con estos pueblos nativos, trató desde el
principio de acompañarlos en la lucha por su propia sobrevivencia,
enseñándoles el camino de Cristo Salvador, desde la injusta situación de
pueblos vencidos, invadidos y tratados como esclavos. En la primera
evangelización, junto a enormes sufrimientos, hubo grandes aciertos e
intuiciones pastorales valiosas, cuyos frutos perduran hasta nuestros días.
|p246 246. - Las culturas afroamericanas, presentes en América Latina y el
Caribe, están marcadas por una constante resistencia a la esclavitud. Estos
pueblos, que suman millones de personas, tienen también en sus culturas
valores humanos que expresan la presencia del Dios creador.
- Durante los cuatro siglos, es cierto que varios millones de africanos
negros fueron transportados como esclavos, violentamente arrancados de sus
tierras, separados de sus familias y vendidos como mercancías. La esclavitud
de los negros y las matanzas de los indios fueron el mayor pecado de la
expansión colonial de occidente. Por desgracia, en lo que se refiere a la
esclavitud, el racismo y la discriminación, hubo bautizados que no fueron
ajenos a esta situación.
|p247 247. - Como lo ha señalado vigorosamente el Documento de Puebla, en
los pueblos que son fruto del mestizaje racial se ha desarrollado una
particular cultura "mestiza", donde está muy vigente la religiosidad
popular, como forma inculturada del catolicismo. Coexisten, sin embargo, el
incumplimiento de deberes cristianos al lado de admirables ejemplos de vida
cristiana y un desconocimiento de la doctrina junto a vivencias católicas
enraizadas en los principios del Evangelio.
- En las expresiones culturales y religiosas de campesinos y suburbanos se
reconoce gran parte del patrimonio cristiano del continente y una fe
arraigada de los valores del Reino de Dios.
Líneas pastorales: Evangelización inculturada
|p248 248. Después de haber pedido perdón con el Papa a nuestros hermanos
indígenas y afroamericanos "ante la infinita santidad de Dios por todo lo
que [...] ha estado marcado por el pecado, la injusticia y la violencia"
(Audiencia general, miércoles 21 de octubre de 1992, 3), queremos
desarrollar una evangelización inculturada:
1. Para con nuestros hermanos indígenas:
- Ofrecer el evangelio de Jesús con el testimonio de una actitud humilde,
comprensiva y profética, valorando su palabra a través de un diálogo
respetuoso, franco y fraterno y esforzarnos por conocer sus propias lenguas.
- Crecer en el conocimiento crítico de sus culturas para apreciarlas a la
luz del Evangelio.
- Promover una inculturación de la liturgia, acogiendo con aprecio sus
símbolos, ritos y expresiones religiosas compatibles con el claro sentido de
la fe, manteniendo el valor de los símbolos universales y en armonía con la
disciplina general de la Iglesia.
- Acompañar su reflexión teológica, respetando sus formulaciones culturales
que les ayudan a dar razón de su fe y esperanza.
- Crecer en el conocimiento de su cosmovisión, que hace de la globalidad
Dios, hombre y mundo, una unidad que impregna todas las relaciones humanas,
espirituales y trascendentes.
- Promover en los pueblos indígenas sus valores culturales autóctonos
mediante una inculturación de la Iglesia para lograr una mayor realización
del Reino.
|p249 249. 2. Para con nuestros hermanos afroamericanos:
Conscientes del problema de marginación y racismo que pesa sobre la
población negra, la Iglesia, en su misión evangelizadora, quiere participar
de sus sufrimientos y acompañarlos en sus legítimas aspiraciones en busca de
una vida más justa y digna para todos (cf. ib.).
- Por lo mismo, la Iglesia en América Latina y el Caribe quiere apoyar a los
pueblos afroamericanos en la defensa de su identidad y en el reconocimiento
de sus propios valores; como también ayudarlos a mantener vivos sus usos y
costumbres compatibles con la doctrina cristiana (cf. Mensaje a los
afroamericanos, 3).
- Del mismo modo nos comprometemos a dedicar especial atención a la causa de
las comunidades afroamericanas en el campo pastoral, favoreciendo la
manifestación de las expresiones religiosas propias de sus culturas (cf.
ib.).
|p250 250. 3. Desarrollar la conciencia del mestizaje, no sólo racial sino
cultural, que caracteriza a grandes mayorías en muchos de nuestros pueblos,
pues está vinculado con la inculturación del Evangelio.
Promoción Humana de las Etnias
|p251 251. Para una auténtica promoción humana, la Iglesia quiere apoyar los
esfuerzos que hacen estos pueblos para ser reconocidos como tales por las
leyes nacionales e internacionales, con pleno derecho a la tierra, a sus
propias organizaciones y vivencias culturales, a fin de garantizar el
derecho que tienen de vivir de acuerdo con su identidad, con su propia
lengua y sus costumbres ancestrales, y de relacionarse con plena igualdad
con todos los pueblos de la tierra.
Por tanto asumimos los siguientes compromisos:
- Superar la mentalidad y la praxis del desarrollo inducido desde fuera, en
favor del autodesarrollo a fin de que estos pueblos sean artífices de su
propio destino.
- Contribuir eficazmente a frenar y erradicar las políticas tendientes a
hacer desaparecer las culturas autóctonas como medios de forzada
integración; o por el contrario, políticas que quieran mantener a los
indígenas aislados y marginados de la realidad nacional.
- Impulsar la plena vigencia de los derechos humanos de los indígenas y
afroamericanos, incluyendo la legítima defensa de sus tierras.
- Como gesto concreto de solidaridad en favor de los campesinos, indígenas y
afroamericanos, apoyar la Fundación "Populorum Progressio" instituida por el
Santo Padre.
- Revisar a fondo nuestros sistemas educacionales para eliminar
definitivamente todo aspecto discriminatorio en cuanto a métodos educativos,
volumen e inversión de recursos.
- Hacer lo posible para que se garantice a los indígenas y afroamericanos
una educación adecuada a sus respectivas culturas, comenzando incluso con la
alfabetización bilingüe.
3.3. Nueva cultura
3.3.1. Cultura moderna
Situación
|p252 252. - Aunque realidad pluricultural, América Latina y el Caribe está
profundamente marcada por la cultura occidental, cuya memoria, conciencia y
proyecto se presentan siempre en nuestro predominante estilo de vida común.
De aquí el impacto que han producido en nuestro modo de ser la cultura
moderna y las posibilidades que nos ofrece ahora su período post-moderno.
- La cultura moderna se caracteriza por la centralidad del hombre; los
valores de la personalización, de la dimensión social y de la convivencia;
la absolutización de la razón, cuyas conquistas científicas y tecnológicas e
informáticas han satisfecho muchas de las necesidades del hombre, a la vez
que han buscado una autonomía frente a la naturaleza, a la que domina;
frente a la historia, cuya construcción él asume; y aun frente a Dios, del
cual se desinteresa o relega a la conciencia personal, privilegiando al
orden temporal exclusivamente.
- La post-modernidad es el resultado del fracaso de la pretensión
reduccionista de la razón moderna, que lleva al hombre a cuestionar tanto
algunos logros de la modernidad como la confianza en el progreso indefinido,
aunque reconozca, como lo hace también la Iglesia (cf. GS 57), sus valores.
- Tanto la modernidad, con sus valores y contravalores, como la
post-modernidad en tanto que espacio abierto a la trascendencia, presentan
serios desafíos a la evangelización de la cultura.
Desafíos Pastorales:
|p253 253. - Ruptura entre fe y cultura, consecuencia de errarse el hombre
moderno a la trascendencia, de la excesiva especialización que impide la
visión de conjunto.
- Escasa conciencia de la necesidad de una verdadera inculturación como
camino hacia la evangelización de la cultura
- Incoherencia entre los valores del pueblo, inspirados en principios
cristianos, y las estructuras sociales generadoras de injusticias, que
impiden el ejercicio de los derechos humanos.
- El vacío ético y el individualismo reinante, que reducen la fundamentación
de los valores a meros consensos sociales subjetivos.
- El poder masivo de los medios de comunicación, con frecuencia al servicio
de contravalores.
- La escasa presencia de la Iglesia en el campo de las expresiones
dominantes del arte, del pensamiento filosófico y antropológico-social, con
el universo de la educación.
- La Nueva Cultura urbana, con sus valores, expresiones y estructuras
características, con su espacio abierto y al mismo tiempo diversificado, con
su movilidad, en el que predominan las relaciones funcionales.
Líneas pastorales:
|p254 254. -Presentar a Jesucristo como paradigma de toda actitud personal y
social, y como respuesta a los problemas que afligen a las culturas
modernas: el mal, la muerte, la falta de amor.
- Intensificar el diálogo entre fe y ciencia, fe y expresiones, fe e
instituciones, que son grandes ámbitos de la cultura moderna.
- Cuidar los signos y el lenguaje cultural que señala la presencia cristiana
y permite introducir la originalidad del mensaje evangélico en el corazón de
las culturas, especialmente en el campo de la Liturgia.
- Promover y formar el laicado para ejercer en el mundo su triple función:
la profética, en el campo de la palabra, del pensamiento, su expresión y
valores; la sacerdotal, en el mundo de la celebración y del sacramento,
enriquecida por las expresiones, del arte, y la comunicación; la real, en el
universo de las estructuras, sociales, políticas, económicas.
- Promover el conocimiento y discernimiento de la cultura moderna en orden a
una adecuada inculturación.
3.3.2. La ciudad
Desafíos Pastorales:
|p255 255. -América Latina y el Caribe se encuentra hoy en un proceso
acelerado de urbanización. La ciudad post-industrial no representa sólo una
variante del tradicional hábitat humano, sino que constituye de hecho el
paso de la cultura rural a la cultura urbana, sede y motor de la nueva
civilización universal (cf. DP 429). En ella se altera la forma con la cual
en un grupo social, en un pueblo, en una nación, los hombres cultivan su
relación consigo mismos, con los otros, con la naturaleza y con Dios.
- En la ciudad, las relaciones con la naturaleza se limitan casi siempre, y
por el mismo ser de la ciudad, al proceso de producción de bienes de
consumo. Las relaciones entre las personas se tornan ampliamente funcionales
y las relaciones con Dios pasan por una acentuada crisis, porque falta la
mediación de la naturaleza tan importante en la religiosidad rural y porque
la misma modernidad tiende a cerrar al hombre dentro de la inmanencia del
mundo. Las relaciones del hombre urbano consigo mismo también cambian,
porque la cultura moderna hace que principalmente valorice su libertad, su
autonomía, la racionalidad científico-tecnológica y, de modo general, su
subjetividad, su dignidad humana y sus derechos. Efectivamente, en la ciudad
se encuentran los grandes centros generadores de la ciencia y tecnología
moderna.
-Sin embargo, nuestras metrópolis latinoamericanas tienen también como
característica actual periferias de pobreza y miseria, que casi siempre
constituyen la mayoría de la población, fruto de modelos económicos
explotadores y excluyentes. El mismo campo se urbaniza por la multiplicación
de las comunicaciones y transportes.
- A su vez, el hombre urbano actual presenta un tipo diverso del hombre
rural: confía en la ciencia y en la tecnología; está influido por los
grandes medios de comunicación social; es dinámico y proyectado hacia lo
nuevo; consumista, audiovisual, anónimo en la masa y desarraigado.
Líneas pastorales:
|p256 256. - Realizar una pastoral urbanamente inculturada en relación a la
catequesis, a la liturgia y a la organización de la Iglesia. La Iglesia
deberá inculturar el Evangelio en la ciudad y en el hombre urbano. Discernir
sus valores y antivalores; captar su lenguaje y sus símbolos. El proceso de
inculturación abarca el anuncio, la asimilación y la re-expresión de la fe.
|p257 257. - Reprogramar la parroquia urbana. La Iglesia en la ciudad debe
reorganizar sus estructuras pastorales. La parroquia urbana debe ser más
abierta, flexible y misionera, permitiendo una acción pastoral
transparroquial y supraparroquial. Además, la estructura de la ciudad exige
una pastoral especialmente pensada para esa realidad. Lugares privilegiados
de la misión deberían ser las grandes ciudades, donde surgen nuevas formas
de cultura y comunicación.
|p258 258. - Promover la formación de laicos para la pastoral urbana, con
formación bíblica y espiritual; crear ministerios conferidos a los laicos
para la evangelización de las grandes ciudades.
|p259 259. - Multiplicar las pequeñas comunidades, los grupos y movimientos
eclesiales, y las comunidades eclesiales de base. Iniciar la llamada
"pastoral de los edificios", mediante la acción de laicos comprometidos que
vivan en ellos.
|p260 260. - Programar una pastoral ambiental y funcional, diferenciada
según los espacios de la ciudad. Una pastoral de acogida, dado el fenómeno
de migraciones. Una pastoral para los grupos marginados. Asegurar la
asistencia religiosa a los habitantes de las grandes ciudades durante los
meses de verano y vacaciones; procurar una atención pastoral para quienes
pasan habitualmente los fines de semana fuera de la ciudad, donde no tienen
posibilidad de cumplir con el precepto dominical.
|p261 261. -Incentivar la evangelización de los grupos de influencia y de
los responsables de la ciudad, en el sentido de hacer de ésta,
principalmente en las barriadas, un hábitat digno del hombre.
|p262 262. - Promover en ámbito continental (CELAM), nacional y regional,
encuentros y cursos sobre evangelización de las grandes metrópolis.
3.4. La acción educativa de la Iglesia
Iluminación Teológica
|p263 263. - Reafirmamos lo que hemos dicho en Medellín y Puebla (cf.
Documento de Educación, Medellín, Puebla) y a partir de allí señalamos
algunos aspectos, que son importantes para la educación católica en nuestros
días.
- La Educación es la asimilación de la cultura. La Educación cristiana es la
asimilación de la cultura cristiana.
Es la inculturación del Evangelio en la propia cultura. Sus niveles, son muy
diversos: pueden ser escolares o no escolares, elementales o superiores,
formales o no formales. En todo caso la educación es un proceso dinámico que
dura toda la vida de la persona y de los pueblos. Recoge la memoria del
pasado, enseña a vivir hoy y se proyecta hacia el futuro. Por esto, la
educación cristiana es indispensable en la Nueva Evangelización.
|p264 264. - La educación cristiana desarrolla y afianza en cada cristiano
su vida de fe y hace que verdaderamente en él su vida sea Cristo (cf. Flp
1,21). Por ella, se escuchan en el hombre las "palabras de vida eterna" (Jn
6,68), se realiza en cada quien la "nueva creatura" (II Co 5,17) y se lleva
a cabo el proyecto del Padre de recapitular en Cristo todas las cosas (cf.
Ef 1,10). Así la educación cristiana se funda en una verdadera Antropología
cristiana, que significa la apertura del hombre hacia Dios como Creador y
Padre, hacia los demás como a sus hermanos, y al mundo como a lo que le ha
sido entregado para potenciar sus virtualidades y no para ejercer sobre él
un dominio despótico que destruya la naturaleza.
|p265 265. - Ningún maestro educa sin saber para qué educa y hacia dónde
educa. Hay un proyecto de hombre encerrado en todo proyecto educativo; y
este proyecto vale o no según construya o destruya al educando. Éste es el
valor educativo. Cuando hablamos de una educación cristiana, hablamos de que
el maestro educa hacia un proyecto de hombre en el que viva Jesucristo. Hay
muchos aspectos en los que se educa y de los que consta el proyecto
educativo del hombre; hay muchos valores; pero estos valores nunca están
solos, siempre forman una constelación ordenada explícita o implícitamente.
Si la ordenación tiene como fundamento y término a Cristo, entonces esta
educación está recapitulando todo en Cristo y es una verdadera educación
cristiana; si no, puede hablar de Cristo, pero no es cristiana.
- El maestro cristiano debe ser considerado como sujeto eclesial que
evangeliza, que catequiza y educa cristianamente. Tiene una identidad
definida en la comunidad eclesial. Su papel debe ser reconocido en la
Iglesia.
|p266 266. - En la situación actual encontramos una pluralidad de valores
que nos interpelan y que son ambivalentes. De aquí surge la necesidad de
confrontar los nuevos valores educativos con Cristo revelador del misterio
del hombre En la nueva educación se trata de hacer crecer y madurar la
persona según las exigencias de los nuevos valores; a esto hay que agregar
la armonización con la tipología propia del contexto latinoamericano.
- Generalmente desde los criterios secularistas nos piden que eduquemos al
hombre técnico, al hombre apto para dominar su mundo y vivir en un
intercambio de bienes producidos bajo ciertas normas políticas; las mínimas.
Esta realidad nos interpela fuertemente para poder ser conscientes de todos
los valores que están en ella y poderlos recapitular en Cristo; nos
interpela para continuar la línea de la Encarnación del Verbo en nuestra
educación cristiana, y llegar al proyecto de vida para todo hombre, que es
Cristo muerto y resucitado.
Desafíos Pastorales:
|p267 267. - Desde otros aspectos, la realidad educativa latinoamericana nos
interpela por la exclusión de mucha gente de la educación escolar, aun la
básica, por el gran analfabetismo que existe en varios de nuestros países;
nos interpela por la crisis de la familia, la primera educadora, por el
divorcio existente entre el Evangelio y la cultura; por las diferencias
sociales y económicas que hacen que para muchos sea onerosa la educación
católica, especialmente en niveles superiores. Nos interpela también la
educación informal que se recibe a través de tantos comunicadores no
propiamente cristianos, vgr. en televisión.
|p268 268. - Un gran reto es la Universidad católica y la Universidad de
inspiración cristiana, ya que su papel es especialmente el de realizar un
proyecto cristiano de hombre y, por tanto, tiene que estar en diálogo vivo,
continuo y progresivo con el Humanismo y con la cultura técnica, de manera
que sepa enseñar la auténtica Sabiduría cristiana en la que el modelo del
"hombre trabajador", aunado con el del "hombre sabio", culmine en
Jesucristo. Sólo así podrá apuntar soluciones para los complejos problemas
no resueltos de la cultura emergente y las nuevas estructuraciones sociales,
como la dignidad de la persona humana, los derechos inviolables de la vida,
la libertad religiosa, la familia como primer espacio para el compromiso
social, la solidaridad en sus distintos niveles, el compromiso propio de una
sociedad democrática, la compleja problemática económico-social, el fenómeno
de las sectas, la velocidad del cambio cultural.
|p269 269. - En el campo escolar otro desafío es el que presenta en varios
países el espinoso problema de las relaciones entre la educación estatal y
la educación cristiana. Aunque en otras naciones se ha producido una mayor
fluidez de éstas, hay países en los que todavía no se comprende que la
educación católica es un derecho inalienable de los padres de familia
católicos y de sus hijos y no se reciben los recursos necesarios para ella,
o simplemente se prohíbe.
|p270 270. - Otros desafíos significativos son la ignorancia religiosa de la
juventud, la educación extraescolar y la educación informal. También es un
reto la educación adecuada a las diferentes culturas, en especial a las
culturas indígenas y afroamericanas; no sólo en el sentido de que no se
acomoda a su manera de ser, sino en el de no marginarlas y excluirlas del
progreso, de la igualdad de oportunidades y de la capacidad de construir la
unidad nacional.
Líneas Pastorales
|p271 271. - Nuestros compromisos en el campo educativo se resumen sin lugar
a dudas en la línea pastoral de la inculturación: la educación es la
mediación metodológica para la evangelización de la cultura. Por tanto, nos
pronunciamos por una educación cristiana desde y para la vida en el ámbito
individual, familiar y comunitario y en el ámbito del ecosistema; que
fomente la dignidad de la persona humana y la verdadera solidaridad;
educación a la que se integre un proceso de formación cívico-social
inspirado en el Evangelio y en la Doctrina social de la Iglesia. Nos
comprometemos con una educación evangelizadora.
|p272 272. - Apoyamos a los padres de familia para que decidan de acuerdo
con sus convicciones el tipo de educación para sus hijos y denunciamos todas
las intromisiones del poder civil que coarte este derecho natural. Debe
garantizarse el derecho de la formación religiosa para cada persona, y por
tanto el de la enseñanza religiosa en las escuelas a todos los niveles.
|p273 273. - Alentamos a los educadores cristianos que trabajan en
Instituciones de Iglesia, a las Congregaciones que siguen en la labor
educativa y a los profesores católicos que laboran en instituciones no
católicas. Debemos promover la formación permanente de los educadores
católicos en lo concerniente al crecimiento de su fe y a la capacidad de
comunicarla como verdadera Sabiduría, especialmente en la educación
católica.
|p274 274. - Urge una verdadera formación cristiana sobre la vida, el amor y
la sexualidad, que corrija las desviaciones de ciertas informaciones que se
reciben en las escuelas. Urge una educación hacia la libertad, pues es uno
de los valores fundamentales de la persona. Es también necesario que la
educación cristiana se preocupe de educar para el trabajo, especialmente en
las circunstancias de la cultura actual.
|p275 275. - Los carismas de las Ordenes y Congregaciones religiosas,
puestos al servicio de la educación católica en las diversas Iglesias
particulares de nuestro Continente, nos ayudan muchísimo para cumplir con el
mandato recibido del Señor de ir a enseñar a todas las gentes (Mt 28,18-20),
especialmente en la Evangelización de la cultura. Llamamos a los religiosos
y religiosas que han abandonado este campo tan importante de la educación
católica para que se reincorporen a su tarea; recordando que la opción
preferencial por los pobres incluye opción preferencial por los medios para
que la gente salga de su miseria, y uno de los medios privilegiados para
ello es la educación católica. La opción preferencial por los pobres se
manifiesta también en que los religiosos educadores continúen su labor
educativa en tantos lugares rurales tan apartados como necesitados.
|p276 276. - Debemos también esforzarnos para que la educación católica
escolar en todos sus niveles esté al alcance de toda la gente y no quede
reservada para unos cuantos, aun teniendo en cuenta los problemas económicos
que ello comporta. Debe promoverse la responsabilidad de la comunidad
parroquial en la escuela y su gestión. Pedimos que se garanticen los
recursos públicos destinados a la educación católica.
En particular creemos que la Universidad católica a partir de la
Constitución apostólica "Ex corde Ecclesiae" está llamada a una importante
misión de diálogo entre el Evangelio y las Culturas y de promoción humana en
América Latina y el Caribe .
|p277 277. - Conscientes de la extensión planetaria de la cultura actual
formaremos desde la educación católica y a todo nivel una conciencia crítica
frente a los medios de comunicación social. Urge dotar de criterios de
verdad para capacitar a la familia, para el uso de la TV, la prensa y la
radio.
|p278 278. - Transformar la escuela católica en una comunidad centro de
irradiación evangelizadora, mediante alumnos, padres y maestros. Nos
empeñamos en fortalecer la comunidad educativa y en ella un proceso de
formación cívico-social, inspirado en el Evangelio y en el Magisterio social
de la Iglesia, que responda a las verdaderas necesidades del pueblo. Se
reforzará así la organización de estudiantes, docentes, padres de alumnos y
exalumnos, como método de educación cívico-social y política que posibilite
la formación democrática de las personas. Solicitamos asimismo a los
Gobiernos que sigan encaminando sus esfuerzos para promover cada vez más la
democratización de la educación.
3.5. Comunicación social y cultura
Iluminación Teológica
|p279 279. - La Evangelización, anuncio del Reino, es comunicación, para que
vivamos en comunión (cf. DP 1063): "Lo que hemos visto y oído, os lo
anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y
nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo" (1 Jn
1,3). Cada persona y cada grupo humano desarrolla su identidad en el
encuentro con otros (alteridad). Esta comunicación es camino necesario para
llegar a la comunión (comunidad). La razón es que el hombre ha sido hecho a
la imagen de Dios Uno y Trino, y en el corazón de la Revelación encontramos
su misterio trinitario como la comunicación eternamente interpersonal, cuya
Palabra se hace diálogo, entra en la historia por obra del Espíritu e
inaugura así un mundo de nuevos encuentros, intercambios, comunicación y
comunión. Esta comunicación es importante no sólo con el mundo sino en el
interior de la Iglesia.
- En el gesto de comunicación del Padre, a través del Verbo hecho carne, "la
palabra se hace liberadora y redentora para toda la humanidad en la
predicación y en la acción de Jesús. Este acto de amor por el que Dios se
revela, asociado a la respuesta de fe de la humanidad, engendra en diálogo
profundo" (Pontificio Consejo para las comunicaciones sociales, Instrucción
pastoral "Aetatis novae", 6). Cristo así es el modelo del comunicador, en
Él, Dios, el totalmente Otro, sale al encuentro nuestro y espera nuestra
respuesta libre. Este encuentro de comunión con Él es siempre crecimiento.
Es el camino de la santidad.
- Así se da una relación muy íntima entre evangelización, promoción humana y
cultura, fundada en la comunicación, lo que impone a la Iglesia tareas y
desafíos concretos en el campo de la comunicación social. Lo dijo el Papa en
el discurso inaugural de esta Conferencia: "Intensificar la presencia de la
Iglesia en el mundo de la Comunicación ha de ser ciertamente una de vuestras
prioridades" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 23).
- Sabemos que nos encontramos en la nueva cultura de la imagen, y que el
Mensaje evangélico debe inculturarse en esta cultura y llegar así a hacerla
expresiva de Cristo, la máxima comunicación. Comprendemos la importancia de
los innumerables medios electrónicos que ahora están a nuestro alcance para
anunciar el Evangelio. Le damos gracias a Dios por este nuevo don que nos ha
dado en la cultura actual.
Desafíos Pastorales:
|p280 280. - El desarrollo tecnológico en materia de comunicaciones,
especialmente en la televisión, ofrece a la evangelización amplias
perspectivas de comunicación a los más diversos niveles y facilita a la
sociedad en general una interrelación también planetaria. Éste es un hecho
positivo, pero también en el contexto actual presenta retos muy serios por
la orientación secularista de muchas programaciones.
Nos damos cuenta del desarrollo de la industria de la comunicación en
América Latina y el Caribe. que muestra el crecimiento de grupos económicos
y políticos que concentran cada vez más en pocas manos y con enorme poder la
propiedad de los diversos medios y llegan a manipular la comunicación,
imponiendo una cultura que estimula el hedonismo y consumismo y atropella
nuestras culturas con sus valores e identidades.
- Vemos cómo la publicidad introduce a menudo falsas expectativas y crea
necesidades ficticias; vemos también cómo especialmente en la programación
televisiva abundan la violencia y la pornografía, que penetran agresivamente
en el seno de las familias. También constatamos que las sectas hacen uso
cada vez más intensivo y extendido de los medios de comunicación.
- Por otra parte, la presencia de la Iglesia en el sistema de medios es
todavía insuficiente y se carece de suficientes agentes con la preparación
debida para enfrentar el desafío; además de que falta por parte de los
diversos episcopados una adecuada planificación de la pastoral de las
comunicaciones.
La telemática y la informática son nuevos desafíos para la integración de la
Iglesia en ese mundo.
Líneas Pastorales:
|p281 281. - Apoyar e impulsar los esfuerzos de cuantos con el uso de los
medios defienden la identidad cultural, asumiendo el desafío del encuentro
con realidades nuevas y distintas y procurando se dé lugar a un diálogo
auténtico. Articular la comunicación masiva con la comunitaria y grupal.
Hacer el esfuerzo para tener medios propios y en lo posible una productora
de Vídeo al servicio de América Latina y el Caribe.
|p282 282. Ayudar a discernir y orientar las políticas y estrategias de la
comunicación, que deben encaminarse a crear condiciones para el encuentro
entre las personas, para la vigencia de una auténtica y responsable libertad
de expresión, para fomentar los valores culturales propios y para buscar la
integración latinoamericana.
|p283 283. - Dar a los profesionales católicos de la comunicación el apoyo
suficiente para cumplir su misión. Procurar una creciente relación de
comunión eclesial con las organizaciones internacionales (OCIC-AL, UNDA-AL,
UCLAP) "cuyos miembros pueden ser colaboradores valiosos y competentes de
las Conferencias Episcopales y de los diferentes obispos" (Pontificio
Consejo para las comunicaciones sociales, Instrucción pastoral "Aetatis
novae", 17). Las Comisiones Episcopales de Comunicación de cada país y el
propio DECOS-CELAM y el SERTAL han de aumentar y mejorar su presencia en
este campo.
|p284 284. - Se debe poner todo empeño en la formación técnica, doctrinal y
moral de todos los agentes de pastoral que trabajan en y con los medios de
comunicación social. Al mismo tiempo es necesario un Plan de educación
orientado tanto a la percepción crítica, especialmente en los hogares, como
a la capacidad de utilizar activa y creativamente los medios y su lenguaje,
utilizando los símbolos culturales de nuestro pueblo.
|p285 285. - Es necesario alentar a las Universidades Católicas para que
ofrezcan formación del mejor nivel humano, académico y profesional en
comunicación social. En los seminarios y casas de formación religiosa se
enseñarán los lenguajes y técnicas correspondientes de comunicación, que
garanticen una preparación sistemática suficiente.
Es hoy imprescindible usar la informática para optimizar nuestros recursos
evangelizadores. Se debe avanzar en la instalación de la red informática de
la Iglesia en las diferentes Conferencias Episcopales.
|p286 286. Que las editoriales católicas actúen en forma coordinada dentro
de la pastoral orgánica.
Tercera Parte:
JESUCRISTO VIDA Y ESPERANZA DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
LíNEAS PASTORALES PRIORITARIAS
|p287 287. A Santo Domingo hemos llegado desde nuestras Iglesias
particulares. Éramos portadores del "gozo y la esperanza, la tristeza y la
angustia" (GS 1) de nuestros pueblos. Nos acompañaron los anhelos de vida y
esperanza para el Continente.
Nuestro encuentro con el Santo Padre nos confirmó en la fe, en la esperanza
y en el amor al Señor y a la Iglesia. La compañía espiritual de tantos
hermanos que oraron por nosotros y nos ofrecieron su apoyo nos dio
fortaleza.
La celebración diaria de la Eucaristía, la meditación de la Palabra de Dios
y el trabajo común realizado con la confianza puesta en el Señor nos
permitieron una auténtica experiencia de la presencia de Jesús en medio de
nosotros (cf.Mt 18,20) y de la acción del Espíritu.
"Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre", nos ha hecho sentir que Él nos
hace "creaturas nuevas" (cf. 2 Co 5, 17); que nos da "vida abundante" (Jn
10, 10); que nos promete "vida eterna" (Jn 6,54). Él es "nuestra esperanza"
(1 Tm 1, 1).
Ahora regresamos a los diferentes campos de nuestro ministerio. Anunciaremos
el Evangelio de la vida. Continuaremos dando "razón de nuestra esperanza" (1
P 3,15) a cada una de las personas que el Señor colocará en nuestros
caminos.
|p288 288. Al final de nuestras reflexiones, con el corazón agradecido a
Dios, volvemos nuestra mirada al trabajo realizado para identificar las
principales líneas pastorales que encontramos y para continuar marchando,
guiados por los tres temas que el Santo Padre nos invitó a estudiar,
profundizar y aplicar a partir de esta IV Conferencia.
Revisando nuestro camino proclamamos con nuevo ardor nuestra fe en
Jesucristo, Hijo de Dios vivo, única razón de nuestra vida y fuente de
nuestra misión. Él es el camino, la verdad y la vida. Él nos da la vida que
deseamos comunicar plenamente a nuestros pueblos para que tengan todos un
espíritu de solidaridad, reconciliación y esperanza.
|p289 289. Hacemos esta profesión de fe bajo la protección de Nuestra Señora
de Guadalupe, Patrona de América Latina, que ha estado con nosotros en este
encuentro episcopal y que nos acompaña siempre en la misión que el Señor nos
confía.
|p290 290. Renovamos nuestra intención de llevar adelante las orientaciones
pastorales del Concilio Vaticano II, aplicadas en las Conferencias Generales
del Episcopado latinoamericano celebradas en Medellín y Puebla,
actualizándolas a través de las líneas pastorales trazadas en la presente
Conferencia.
|p291 291. Los tres temas propuestos por el Santo Padre constituyen para
nosotros las tres grandes líneas pastorales que asumimos para nuestras
Iglesias. Cada Iglesia Particular y cada Conferencia Episcopal podrán
encontrar, en las orientaciones de Santo Domingo, los desafíos y las líneas
pastorales que más respondan a sus exigencias concretas.
|p292 292. En nombre de nuestras Iglesias Particulares de América Latina y
el Caribe nos comprometemos a trabajar en:
1. Una Nueva Evangelización de nuestros pueblos.
2. Una promoción integral de los pueblos latinoamericanos y caribeños.
3. Una Evangelización inculturada.
- En este sentido, resaltamos los elementos que durante la Conferencia
fueron indicados con especial énfasis y aprobados para impulsar y concretar
las tres líneas pastorales principales.
1. Una nueva evangelización de nuestros pueblos
|p293 293. 1.1.El compromiso es de todos y desde comunidades vivas. Un
especial protagonismo corresponde a los laicos, en continuidad con las
orientaciones de la Exhortación Apostólica "Christifideles Laici". Entre
ellos, siguiendo la invitación constante del Papa, convocamos una vez más a
los jóvenes, para que sean fuerza renovadora de la Iglesia y esperanza del
mundo.
A fin de suscitar presbíteros, diáconos permanentes, religiosos, religiosas
y miembros de los Institutos Seculares para la Nueva Evangelización,
impulsaremos una vigorosa pastoral de las vocaciones.
|p294 294. 1.2.Estamos todos llamados a la santidad (cf. LG 39-42). En una
Iglesia, comunidad misionera, nos urge un decidido empeño por la continua
educación de la fe, por medio de la catequesis, que tiene su fundamento en
la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, y permite a los católicos
dar razón de su esperanza en toda ocasión y frente a las sectas y a los
nuevos movimientos religiosos.
La celebración de la fe en la liturgia, cumbre de la vida de la Iglesia, ha
de realizarse con gozo y en forma que permita una participación más viva,
activa y comprometida en la realidad de nuestros pueblos.
|p295 295. 1.3.Es la hora misionera de América. Dirigimos a todos un anuncio
fuerte y entusiasta para la Evangelización, no sólo en el seno de nuestras
Iglesias sino más allá de nuestras fronteras. Ésta será la respuesta al
ejemplo de los misioneros que de otras partes llegaron a América, para
comunicarnos su fe y será también fuente de generosidad para nuestros
jóvenes y bendición para nuestras Iglesias.
2. Una promoción humana integral de los pueblos latinoamericanos y caribeños
|p296 296. 2.1.Hacemos nuestro el clamor de los pobres. Asumimos con
renovado ardor la opción evangélica preferencial por los pobres, en
continuidad con Medellín y Puebla. Esta opción, no exclusiva ni excluyente,
iluminará, a imitación de Jesucristo, toda nuestra acción evangelizadora.
Con tal luz invitamos a promover un nuevo orden económico, social y
político, conforme a la dignidad de todas y cada una de las personas,
impulsando la justicia y la solidaridad y abriendo para todas ellas
horizontes de eternidad.
|p297 297. 2.2.Decimos sí a la vida y a la familia. Ante las graves
agresiones a la vida y a la familia, agudizadas en los últimos años,
proponemos una decidida acción para defender y promover la vida y la
familia, iglesia doméstica y santuario de la vida, desde su concepción hasta
el final natural de su etapa temporal. Toda vida humana es sagrada.
3. Una evangelización inculturada
Es el tercer compromiso que asumimos en la perspectiva de nuevos métodos y
expresiones para vivir hoy el mensaje evangélico.
|p298 298. 3.1.Las grandes ciudades de América Latina y el Caribe con sus
múltiples problemas, nos han interpelado. Atenderemos a la evangelización de
estos centros donde vive la mayor parte de nuestra población. Nuestra
solicitud se dirigirá también a las áreas rurales; en ellas se siente ya el
impacto de cambios culturales.
|p299 299. 3.2.Queremos acercarnos a los pueblos indígenas y afroamericanos,
a fin de que el Evangelio encarnado en sus culturas manifieste toda su
vitalidad y entren ellos en diálogo de comunión con las demás comunidades
cristianas para mutuo enriquecimiento.
|p300 300. 3.3.Buscaremos también impulsar una eficaz acción educativa y un
decidido empeño por una moderna comunicación.
|p301 301. Nos colocamos bajo la acción del Espíritu Santo, que desde
Pentecostés conduce a la Iglesia en el amor. Él nos concedió la gracia del
Concilio Vaticano II y de nuestras Conferencias Generales de Río de Janeiro,
Medellín y Puebla.
Estamos seguros de que no nos ha de faltar su auxilio para que continuemos,
desde Santo Domingo, más unidos entre nosotros bajo la orientación y guía
del Santo Padre, sucesor de Pedro y, a pesar de nuestras limitaciones,
podamos impulsar con entusiasmo en Latinoamérica y el Caribe el anuncio de
Jesucristo y de su Reino.
|p302 302. La Iglesia en Latinoamérica y el Caribe proclama su fe:
"JESUCRISTO: AYER, HOY Y SIEMPRE" (cf Hb 13, 8)
Nuestras Iglesias particulares, unidas en la esperanza y en el amor, bajo la
protección de Nuestra Señora de Guadalupe, en comunión con el Santo Padre y
en continuidad con las orientaciones pastorales de las Conferencias
Generales de Medellín y Puebla, se comprometen a trabajar en:
1- Una Nueva Evangelización de nuestros pueblos
- A la que TODOS están llamados, con énfasis en la PASTORAL VOCACIONAL con
especial protagonismo de los LAICOS y, entre ellos, de los JóVENES Mediante
la educación continua de la fe y su celebración: la CATEQUESIS y la LITURGIA
- También más allá de nuestras propias fronteras: LATINOAMÉRICA MISIONERA
2. Una promoción integral del pueblo latinoamericano y caribeño
- Desde una evangélica y renovada opción preferencial por los POBRES
- Al servicio de la VIDA y de la FAMILIA
3. Una Evangelización inculturada
- Que penetre los ambientes marcados por la CULTURA URBANA
- Que se encarne en las CULTURAS INDíGENAS y AFROAMERICANAS
- Con una eficaz ACCIóN EDUCATIVA y una MODERNA COMUNICACIóN
|p303 303.PLEGARIA
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, Buen Pastor y Hermano nuestro. Nuestra
única opción es por Ti.
Unidos en el amor y la esperanza bajo la protección de nuestra Señora de
Guadalupe, Estrella de la Evangelización, pedimos tu Espíritu.
Danos la gracia, en continuidad con Medellín y Puebla, de empeñarnos en una
Nueva Evangelización a la que todos somos llamados, con especial
protagonismo de los laicos, particularmente de los jóvenes,
comprometiéndonos en una educación continua de la fe, celebrando tu alabanza
y anunciándote más allá de nuestras propias fronteras, en una Iglesia
decididamente misionera.
Aumenta nuestras vocaciones para que no falten obreros en tu mies.
Anímanos a comprometernos en una promoción integral del pueblo
latinoamericano y caribeño, desde una evangélica y renovada opción
preferencial por los pobres y al servicio de la vida y de la familia.
Ayúdanos a trabajar por una evangelización inculturada que penetre los
ambientes de nuestras ciudades, que se encarne en las culturas indígenas y
afroamericanas por medio de una eficaz acción educativa y de una moderna
comunicación. Amén.
FIN
(vea resumen del documento)