DIRECTORIO LITÚRGICO PARA LAS MISAS CON
PARTICIPACIÓN DE NIÑOS
Sagrada Congregación para el Culto Divino
DE LA CONDUCCION DE LOS NIÑOS HACIA LA CELEBRACION
EUCARISTICA
DE LAS MISAS DE ADULTOS DE LAS QUE TAMBIEN
PARTICIPAN NIÑOS
DE LAS MISAS DE NIÑOS EN LAS QUE PARTICIPAN PERSONAS
MAYORES
DEL LUGAR Y TIEMPO DE LA CELEBRACION
DE LA PREPARACION DE LA CELEBRACION
b) De la Lectura de la Palabra de Dios y de su
explicación.
c) De las Oraciones Presidenciales
d) De los Ritos de la Comunión
1 - La
Iglesia debe atender al ciudado especial de los niños bautizados que todavía
deben ser plenamente iniciados por los Sacramentos de la Confirmación y la
Eucaristía y también de aquellos que recientemente han sido admitidos a la
Sagrada Comunión.
Ciertamente las condiciones de la vida actual en la que los niños crecen,
favorecen menos su adelanto espiritual (1). Además los padres a menudo
apenas cumplen las obligaciones de una educación cristiana adquiridas en el
bautismo de sus hijos.
2 - En
cuanto a la educación de los niños en la Iglesia surge una peculiar
dificultad de que las celebraciones litúrgicas, principalmente la Eucaristía
no pueden ejercer plenamente su innata fuerza pedagógica en los niños.
Aunque ahora está permitido usar el idioma patrio en la Misa, sin embargo la
palabra y los signos no han sido suficientemente adaptados para ser
comprendidos por los niños.
A decir
verdad, los niños no siempre entienden en su vida cotidiana todas las cosas
que experimentan con los adultos sin que por ello les cause fastidio. Por lo
cual tampoco se puede pretender que en la liturgia les deban ser
inteligibles todas y cada una de las cosas. Sin embargo se puede temer un
daño espiritual si durante años los niños experimentan en la Iglesia una y
otra vez, cosas que apenas comprenden. La reciente psicología ha probado
cuán profundamente se forman los niños por la experiencia religiosa de la
infancia y de la primera puericia, por la singular capacidad religiosa que
poseen (3).
3 - La
Iglesia siguiendo a su Maestro que abrazando a los niños los bendecía. Mc
10, 16-. No puede abandonar a sí mismo a los niños puestos en tales
condiciones. Por ello, poco después del Concilio Vaticano II -el cual ya en
la Constitución de la Sagrada Liturgia había hablado de la necesidad de la
adaptación de la Liturgia a los diversos grupos (4)- Comenzó a considerar
con más diligencia, principalmente en el Primer Sínodo de los Obispos tenido
en Roma, el año 1967, cómo pudiera facilitarse la participación de los niños
en la Liturgia. Aprovechando aquella ocasión con palabras explícitas, el
Presidente del Concilium ad esequendam Constitutionem de Sagrada Liturgia,
Manifestó que ciertamente no podría tratarse de hacer algún rito totalmente
especial, sino más bien de retener, abreviar u omitir algunos elementos y de
elegir algunos textos más aptos- (5).
4 -
Después que fueron establecidas por la Instrucción General del Misal Romano
instaurado, publicada el año 1969, todas y cada una de las cosas referentes
a la celebración eucarística con el pueblo, esta Congregación, cumpliendo
las peticiones recibidas una y otra vez de todo el mundo católico, comenzó a
preparar un peculiar directorio para la Misa con niños, como suplemento de
aquella Institución, con la cooperación de peritos, hombres y mujeres, de
casi todas las naciones.
5 - En
este Directorio así como en la Instrucción General quedan reservadas algunas
adaptaciones a las Conferencias Episcopales o a los Obispos en particular
(6).
Las
mismas Conferencias Episcopales propongan a la Sede Apostólica -de acuerdo
al artículo 40 de la Constitución de la sagrada Liturgia- las adaptaciones
que conceptúen necesarias para las Misas con niños en su jurisdicción y que
no estén contenidas en el Directorio General, las cuales adaptaciones deben
ser introducidas con el consentimiento de la Santa Sede.
6 - El
Directorio toma en consideración a los niños que aún no han entrado en la
edad llamada pre-adolescencia. Además, de suyo no habla de los niños ya sea
corporal o mentalmente impedidos dado que no raramente es necesario para
ellos una mayor adaptación (7); sin embargo las normas que siguen, mutatis
mutandis, también les pueden ser aplicadas.
7 - En el
primer capítulo del Directorio (8/15) se pone como el fundamento, donde se
trata de la multiforme conducción de los niños hacía la liturgia
eucarística; el segundo capítulo trata brevemente de la Misa con adultos en
la que también participan niños (16/19); finalmente el tercer capítulo
(20/54) trata más largamente de las Misas con niños en las cuales participan
solamente algunos adultos.
DE LA CONDUCCIÓN DE LOS NIÑOS
HACIA LA CELEBRACIÓN
EUCARÍSTICA
8 -
Puesto que la vida plenamente cristiana no se puede pensar sin la
participación en las acciones litúrgicas en la que los fieles congregados en
uno celebran el Misterio Pascual, la iniciación religiosa de los niños no
debe ser ajena a ese fin (8). La Iglesia, que bautiza a los niños, confiada
en los dones que este Sacramento da, debe cuidar que los bautizos crezcan en
la comunión con Cristo y los hermanos, de cuya comunión es signo y prenda la
participación en la mesa eucarística, a la cual se preparan los niños o en
cuya significación son Introducidos más profundamente. La cual formación
litúrgica y eucarística no es lícito separar de la educación universal,
humana y cristiana, más aún, sería nocivo sí la formación eucarística
careciera de tal fundamento.
9 - Por
lo cual todos aquellos a quienes corresponda la instrucción de los niños, en
conjunción de esfuerzos y buscando los consejos adecuados tiendan a que los
niños, aunque ya algún sentido de Dios y de las cosas divinas tienen,
experimenten también -de acuerdo a su edad y a su progreso personal los
valores humanos insitos en la celebración eucarística, como son las acción
comunitaria, los saludos, la capacidad de escuchar, el pedir perdón y
otorgarlo, la expresión de gratitud, experiencias de acciones simbólicas de
una reunión amistosa, de una celebración festiva (9).
La
catequesis eucarística, de la cual se trata en el número 12, deberá de tal
modo cultivar esos valores humanos, que los niños gradualmente de acuerdo a
su edad y condiciones psicológicas y sociales, abran su ánimo a la
percepción de los valores cristianos y a los misterios de Cristo (10).
10 - El
más importante rol en el inculcar estos valores humanos y cristianos lo
tiene la familia cristiana (1). Por lo cual la instrucción que se da a los
padres o a otras personas a quienes corresponde la educación, debe ser
grandemente alentada, también en razón de la educación litúrgica de los
niños.
Por la
conciencia del deber libremente aceptado en el bautismo de sus hijos, los
padres tienen la obligación de enseñar gradualmente a los niños, ahora,
orando junto con ellos cada día y conduciéndolos a hacer sus oraciones
privadamente (12). Si los niños así preparados ya desde los tiernos años,
cuando lo deseen, participan junto con la familia en la Misa, más fácilmente
comenzarán a cantar y a orar en la comunidad litúrgica, ya de algún modo
presentirán el misterio eucarístico.
Si los
padres, sin embargo, son más débiles en la fe, pero desean la instrucción
cristiana de los niños, al menos sean invitados a comunicar con los niños
valores humanos de los cuales se ha hablado antes y, según la ocasión, a
tomar parte en reuniones de padres y en celebraciones eucarísticas que se
hagan con los niños.
11 -
Además las comunidades cristianas a las que pertenecen cada una de las
familias o en las que los niños viven, tienen también una obligación hacía
los niños bautizados en la Iglesia. Una comunidad cristiana que da
testimonio del Evangelio, que vive en fraterna caridad, que celebra los
misterios de Cristo activamente, es una escuela óptima de educación
cristiana y litúrgica para los niños que en ella viven.
Dentro de
la comunidad cristiana los padrinos u otras personas notables por su
formación, movidas por impulso apostólico pueden proporcionar una gran ayuda
en la recta catequización de los niños, a las familias que apenas cumplen su
parte en la educación cristiana.
Para tal
fin sirven especialmente las preescuelas y escuelas católicas así como los
diversos grupos de niños.
12 -
Aunque la Liturgia en sí misma ejerza también en los niños su propia fuerza
de enseñanza, se le debe dar la debida importancia dentro de la educación
catequística tanto escolar como parroquial a la catequesis de la Misa (14),
conducente a la activa, consciente y genuina participación en la misma (15).
Tal
catequesis sanamente acomodada a la edad y al ingenio de los niños, debe
tener a que por los principales ritos y oraciones se dé el significado de la
Misa, también en lo que a la participación de la Iglesia se refiere- (16);
esto se ha de decir principalmente de los textos de la misma plegaria
Eucarística y las aclamaciones con que los niños participan en ella.
Es digna
de particular mención la catequesis por la cual los niños se preparan a la
primera comunión; en ella aprenden no solamente las verdades de la fe sobre
la Eucaristía, sino cómo después, preparados a su manera por la penitencia,
plenamente injertados en el Cuerpo de Cristo, podrán participar activamente
con el pueblo de Dios en la Eucaristía, tomando parte en la Mesa del Señor y
en la Comunidad de los hermanos.
13 - Gran
importancia en la formación litúrgica de los niños y en su preparación para
la vida litúrgica de la Iglesia pueden tener también las diversas
celebraciones por las cuales los niños más fácilmente perciben por la misma
celebración, algunos elementos litúrgicos como son: los saludos, el
silencio, la alabanza común, principalmente la que se hace por el canto
comunitario.
Téngase
sin embargo cuidado que tales celebraciones no adopten una índole demasiado
didáctica.
14 -
Tenga siempre más lugar en estas celebraciones de acuerdo a la comprensión
de los niños la Palabra de Dios. Más aún creciendo su capacidad espiritual
ténganse frecuentemente con ellos sagradas celebraciones propiamente dichas
de la Palabra de Dios principalmente en los tiempos de Adviento y Cuaresma
(17). Las cuales celebraciones grandemente pueden favorecer en los niños la
estimación por la Palabra de Dios.
15 - Toda
educación litúrgica y eucarística, de acuerdo a lo anteriormente dicho, debe
siempre tender a que la vida cotidiana de los niños responda cada día más al
Evangelio.
DE LAS MISAS DE ADULTOS DE LAS
QUE TAMBIÉN PARTICIPAN NIÑOS
16 - En
muchas partes celebran Misas parroquiales, especialmente los domingos y
fiestas, en las que con gran asistencia de personas mayores, no pocos niños
también participan. En estas Misas el testimonio de los mayores puede tener
gran efecto en los niños. Pero también los adultos en cuanto que en tales
celebraciones experimentan la parte que los niños tienen en la comunidad
cristiana, reciben espiritual ganancia.
El
espíritu cristiano de las familias en gran manera se favorece sí los niños
participan de tales Misas juntamente con sus padres y otros miembros de su
familia.
Los
mismos infantiles, que todavía no pueden o no quieren participar de la Misa,
pueden ser llevados al final para recibir la bendición juntamente con la
comunidad, después, por ejemplo, que algunas personas de la comunidad
parroquial encargada de su cuidado los entretuvieran en un lugar separado
durante la Misa.
17
- Con todo en estas Misas, se ha de cuidar con esmero que los niños no se
sientan rechazados por la incapacidad de participar y de entender, aquellas
cosas que se realizan y se proclaman durante la celebración.
De alguna
manera, téngase presente, por ejemplo, hablándoles a ellos particularmente
en las moniciones del comienzo y del final de la Misa y en alguna parte de
la homilía.
Más aún,
si la condición del lugar y de las personas lo permite, podrá ser oportuno
que la Liturgia de la Palabra con la homilía se tenga para ellos en
algún lugar separado pero no muy
distante, para que antes de comenzar la Liturgia de la Eucaristía, pueden
ser llevados al lugar, donde los mayores celebraron su propia Liturgia de la
Palabra.
18 - Es
muy conveniente que en estas Misas algunos niños desempeñen algunos oficios;
pueden ser por ejemplo: llevar los dones, ejecutar alguno u otro de los
cantos de la Misa.
19 -
Algunas veces en estas Misas, si el número de niños es muy notable, ordénese
de tal manera, que satisfaga aún más las necesidades de los niños. Y así la
homilía diríjase a los niños de tal manera que también puedan sacar de ella
provecho los mayores. Además de las adaptaciones en el mismo Ordinario de la
Misa, ya anunciadas, puede emplearse con permiso del Obispo, una u otra de
las adaptaciones que más abajo se detallan, en las Misas con los mayores de
las que también participan los niños.
DE LAS MISAS DE NIÑOS EN LAS
QUE PARTICIPAN PERSONAS MAYORES
20 -
Además de las Misas en las que participan los niños juntamente con sus
padres y otros miembros de la familia, las cuales ni siempre, ni en todas
partes pueden ser realizadas, se recomienda
principalmente en los días de
semana, las Misas que se celebren con niños solamente permitiendo
algunos adultos únicamente.
Que en
estas Misas eran necesarias adaptaciones, era una persuasión común desde el
comienzo de la restauración litúrgica (18).
De tales
adaptaciones y por cierto sólo de las más generales se hablará más adelante
(38-54).
21 -
Siempre hay que tener en consideración que tales celebraciones eucarísticas
deben conducir a los niños hacía las Misas de adultos, principalmente
aquellas en que la comunidad cristiana debe reunirse los domingos (19).
Por lo
tanto, salvas las adaptaciones necesarias por la edad, no se llegue a ritos
totalmente especiales (20), que difieran demasiado del Ordinario de la Misa
que se celebra con el pueblo. El fin de los diversos elementos debe
responder a lo que en la Institución General del Misal Romano se ha dicho de
cada uno de ellos aún cuando por razones pastorales no pueda ser inculcada
una identidad absoluta.
22- Los
principios de una activa y consciente participación tienen también valor aún
cuando la Misa se celebre con niño de ahí que debe cuidarse en que todas las
cosas se realicen para aumentar dicha participación y que se tome así mucho
más eficaz. Por esta razón muchos niños realicen las partes especiales en la
celebración; éstas podrían ser:
·
Preparar el lugar y el altar (No. 29).
· Ejercer
el oficio de cantor (No. 24).
· Cantar
en el coro y tocar los instrumentos musicales (Cfr. No. 32).
·
Proclamar las lecturas (Cfr. No. 24 y 47).
·
Responder en la homilía (Cfr. No. 48).
· Recitar
las intenciones de la oración de los fieles.
Llevar
las ofrendas al altar, y hacer otras acciones semejantes a éstas de acuerdo
a las costumbres de los diversos lugares (Cfr. No. 34).
Para
aumentar la participación alguna vez ayudarán también algunos agregados,
vg.: la inserción de causas para dar gracias antes que el sacerdote comience
el diálogo del Prefacio.
En todas
estas cosas conviene tener presente que las acciones externas permanecerán
sin fruto, más aún, serán nocivas si no sirven para estimular la
participación interna de los niños por los que también en la Misa con niños
tiene su importancia el sagrado silencio
(Cfr. No. 37).
Cuídese
en gran manera que los niños no se olviden que cualquier forma de
participación adquiere su momento culmen en la comunión eucarística en la
que reciben el Cuerpo y la Sangre de Cristo como alimento espiritual (2 l).
23 - El
sacerdote que debe celebrar la misa con niños haga celebración festiva,
fraterna, meditativa (22), el mismo sacerdote manifieste esta disposición
más aún que en la celebración de las Misas con personas mayores. Depende
mucho de su preparación personal, más aún de su manera de actuar y de
hablar.
Sobre
todo atienda a la dignidad, claridad y simplicidad de los gestos. Al hablar
a los niños de tal manera lo haga, que sea fácilmente comprendido, evitando,
con todo, toda forma demasiado pueril.
Las
moniciones que se está permitido decir, conduzcan a los niños a una
participación litúrgica y no sean meras explanaciones didáctica.
Ayudará a
mover los corazones de los niños, sí el sacerdote alguna vez los invita con
sus propias palabras, vg.: al acto penitencial, a la oración sobre las
ofrendas, en la oración del Padre Nuestro, a darse la paz en la comunión.
24 - Como
quiera que sea, la Eucaristía es siempre la acción de toda la comunidad de
la iglesia, se debe optar al menos por la participación de algunas personas
mayores que no asistirán como vigilantes, sino como participantes con ellos
de la Misa y que en cuanto sea necesario, los ayuden.
Nada
impide, que una de estas personas mayores, que participan de la Misa con los
niños, con la anuencia del párroco o del Rector de la Iglesia, dirija unas
palabras a los niños después del Evangelio, especialmente sí el sacerdote en
su manera y forma de hablar no se adapta a los niños o lo hace con
dificultad.
En esto
obsérvense las normas de la Sagrada Congregación para el clero.
Foméntense también en las Misas con niños, la diversidad de los ministerios,
de suerte que la celebración aparezca como comunitaria (24), - ténganse por
ejemplo: lectores y cantores no sólo entre los niños sino también entre los
adultos, y así la variedad de la voz evitará el cansancio.
DEL LUGAR Y TIEMPO DE LA
CELEBRACIÓN
25 - El
lugar primario de la celebración de la Eucaristía con los niños es la
Iglesia, en la cual con todo, si es que la hay, elíjase con diligencia una
parte, que respondiendo el número de los que participan donde los niños
puedan expresarse con libertad según los postulados de la liturgia y de
acuerdo a su edad.
Sí la
construcción de la iglesia no se presta para ello, alguna vez será oportuno
celebrar la Eucaristía con los niños fuera del lugar sagrado, pero entonces
dicho lugar sea digno Y apto para tan gran celebración (25).
26 - Para
estas Misas con niños elíjase aquella hora que más se adapte a las
circunstancias en que viven, de suerte que estén mejor dispuestos para
escuchar con facilidad la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía.
27 - La
Misa en la que participan los niños podrá celebrarse dentro de la semana
ciertamente con mayor fruto y menor peligro de fastidio, sí no se celebra
todos los días (por ejemplo, en los colegios de internados); más aún puede
prepararse con mayor diligencia sí entre las varias celebraciones se da un
espacio mayor de tiempo.
En el
tiempo intermedio se ha de preferir la oración en común, a la cual los niños
pueden espontáneamente contribuir ya sea la meditación en común o la
celebración de la Palabra de Dios, que prolonguen las anteriores
celebraciones eucarísticas y preparen una más profunda participación en las
futuras.
28 -
Puede ocurrir que por el número grande de los niños que juntamente celebran
la Eucaristía, la participación atenta y devota se tome difícil.
Y así, si
puede hacerse, divídanse en varios grupos en los que se encuentren no por la
edad sino atendiendo a la formación religiosa progresiva y a la preparación
catequética.
Y estos
mismos grupos invítense oportunamente a participar del sacrificio de la Misa
durante la semana y en distintos días.
DE LA PREPARACIÓN DE LA
CELEBRACIÓN
29 - Cada
una de las celebraciones eucarísticas de los niños prepárese con cuidado y
en especial de una manera particular las oraciones, los cantos, las
lecturas, las intenciones de la oración de los fieles, tomando para dicha
participación el parecer de los adultos y los niños que ejercen algún
ministerio particular en estas Misas. Para preparar y adornar el lugar de la
celebración así como para la preparación del cáliz con la patena y las
vinajeras. Eras, en cuanto se pueda, dése lugar a algunos niños Salva
siempre la debida preparación interior, también tales acciones ayudan a
despertar el sentido comunitario de la Celebración.
DEL CANTO Y DE LA
MÚSICA
30 - El
canto, si se le debe dar gran importancia en todas las celebraciones, debe
ser particularmente fomentado en las Misas que se celebren con niños por su
peculiar afinidad hacia la música, - teniendo en cuenta el ingenio de los
diversos pueblos y la propia capacidad de los niños presentes.
Donde se
pueda, las aclamaciones principalmente las que pertenecen a la plegaria
eucarística sean por los niños más bien cantadas que recitadas.
31 - A
fin de facilitar la participación de los niños en los cantos del "Gloria",
Credo, Santo y Cordero de Dios", se permite el uso con música de las
interpretaciones populares aprobadas por la competente autoridad, aún cuando
duchos textos no concuerden en todo con los textos litúrgicos (27).
32 -
También en las Misas con niños - la música instrumental puede prestar una
gran utilidad" (28), especialmente si la misma es ejecutada por ellos.
Sirven no sólo para el canto, que sostienen, o para la meditación de los
niños, sino que además expresan a su manera un gozo festivo de alabanza de
Dios.
Préstese
con todo siempre especial cuidado a que la música no predomine sobre el
canto o que sirva para distracción y no para edificación, debe responder a
la finalidad propia de cada uno de los tiempos en los cuales durante la Misa
se puede tocar música.
Con las
mismas cautelas y con la misma debida circunspección y con peculiar
discreción, también la música realizada técnicamente puede emplearse en la
Misa con niños de acuerdo a las normas establecidas por la Conferencia
Episcopal.
33 -
Tenida en cuenta la razón de la naturaleza de la Liturgia como acción de
todo hombre y la psicología de los niños, se ha de propender en gran manera
en la Misa con niños, la participación por los gestos y movimientos del
cuerpo de acuerdo a la edad y a la costumbre del lugar. Mucho depende no
solamente de los gestos que realice el sacerdote (29), sino también de la
manera como se comporte toda la comunidad de los niños Sí alguna Conferencia
Episcopal de acuerdo a las normas de la Institución General del Misal
Romano, adapta al ingenio del pueblo los gestos que ocurren en la Misa,
tenga también en consideración la peculiar condición de los niños o
determina para ellos solos tales adaptaciones.
34 -
Entre las acciones que exigen determinados gestos, son dignas de especial
mención las procesiones y aquellos movimientos que llevan participación del
cuerpo.
Puede
ayudar a esto, el ingreso procesional de los niños con el sacerdote
celebrante, para que entonces mejor se sienta la comunión que se establece
(31); la participación por los menos de algunos niños en la procesión con el
Evangelio hará más clara la presencia de Cristo, que anuncia la Palabra a su
pueblo; la procesión de los niños con el cáliz y los dones pone mejor de
manifiesto la fuerza y el sentido de la preparación de los dones la
procesión de la comunión debidamente ordenada mucho ayuda a aumentar la
piedad de los niños.
35 - La
misma Liturgia de la Misa contiene muchos elementos visuales a los que se
debe atribuir gran importancia, tratándose de los niños; lo que debe decirse
especialmente de los elementos visuales peculiares en el transcurso del año
litúrgico como son la adoración de la Cruz, el cirio pascual, las velas en
la fiesta de la Presentación del Señor, la diversidad de los colores y los
ornamentos litúrgico. Además de aquellos elementos visuales inherentes a la
misma celebración y al lugar de la celebración, introdúzcanse otros que
permitan a los niños percibir por los ojos las maravillas obradas por Dios
en la Creación y Redención y con la fuerza de la vista sostienen la oración.
Que nunca
la Liturgia aparezca como una cosa árida y que sólo perteneciera al
pensamiento.
36 - Por
la misma causa el uso también de imágenes preparadas por los mismos niños
puede ser útil, vg. para ilustrar la homilía, para demostrar visiblemente
las intenciones de la oración universal, para despertar la reflexión.
37 - También
en las Misas con niños - el silencio como parte de la celebración, debe
guardarse a su tiempo- (32), para que no todo se convierta en acción
externa, porque también los niños son de verdad capaces a su manera de hacer
meditación. Con todo deben ser como llevados, para que aprendan según los
diversos momentos (vg. después de la comunión (33), o también después de la
homilía), a que reflexionen dentro de sí o mediten brevemente, o alaben y
oren a Dios en su corazón (34).
Se ha de
cuidar además, y esto con mucho más cuidado que en las Misas con adultos,
que los textos litúrgicos se proclamen sin apuro e inteligiblemente,
haciendo en su lugar las debidas pausas.
38 -
Quedando a salvo siempre la estructura general de la Misa, la que consta de
dos partes, Liturgia de la Palabra y Liturgia de la Eucaristía", y de
algunos ritos que inician y concluyen la celebración (35), entre cada una de
las partes siguientes de la celebración se hace necesario efectuar algunas
adaptaciones, para que los niños verdaderamente conozcan a su manera, según
las leyes psicológicas de la niñez el misterio de la fe por los ritos y las
preces- (36).
39 - A
fin de que no aparezca una gran diferencia entre las Misas con niños y las
Misas con adultos (37) algunos ritos y textos nunca se adapten a los niños,
como ser las aclamaciones y respuestas de los fieles a los saludos del
sacerdote (38), la oración del Padre Nuestro, la fórmula trinitaria, al
final de la bendición con que el sacerdote termina la Misa. Se aconseja
también, que los niños lentamente (salvo el recitado del Símbolo de los
Apóstoles del que se habla en el No. 49), conozcan el símbolo Niceno -
Constantinopolitano.
40 - Como
quiera que el rito inicial en la Misa se dirige a que la finalidad de estos
ritos es constituir en comunidad a los fieles reunidos y disponerlos a
escuchar debidamente la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la
Eucaristía (39), se ha de cuidar que dicha disposición se oriente en los
niños y no se pierda por la abundancia de los ritos que aquí se proponen.
De aquí
que alguna vez pueda omitirse uno u otro elemento del rito inicial, mientras
que otro en cambio podría ampliarse. Siempre, con todo, permanezca algún
elemento introductorio que termine por la oración Colecta.
En la
elección de algunos de estos elementos, atiéndase, a que cada uno de los
mismos elementos aparezca a su tiempo y ninguno quede completamente
excluido.
b) De la Lectura de la Palabra
de Dios y de su explicación.
41 - Como
las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura constituyen la parte principal
de la Liturgia de la Palabra (40), también en las Misas que se celebren con
los niños nunca falte la lectura bíblica.
42 - Por
lo que respecta al número de lecturas en los domingos y fiestas, deben
guardarse los decretos de la Conferencia Episcopales. Si las tres o dos
lecturas señaladas para los domingos y ferias con dificultad podrán ser
entendidas por los niños, está permitido elegir de entre éstas, dos o una
solamente; pero que nunca falte la lectura tomada del Evangelio.
43 - Si
todas las lecturas señaladas del día parecieran menos aptas para la
comprensión de los niños, se permite que las lecturas o lectura puedan ser
elegidas o del Leccionario del Misal Romano, o de la Biblia directamente,
teniendo con todo presente los tiempos litúrgicos. Con todo se aconseja que
casa Conferencia Episcopal cuide de preparar el Leccionario para las Misas
con niños.
44 - El
criterio para elegir las lecturas tómese por la calidad más que por la
cantidad de textos de la Sagrada Escritura. No siempre la lectura más breve,
es la más apta para los niños, que la prolongada.
Todo
depende de la utilidad espiritual, que la lectura pueda proporcionar a los
niños.
Sí por la
capacidad de los niños se viera la necesidad de suprimir uno u otro
versículo de la lectura bíblica hágase esto con mucha prudencia, y de tal
manera que el sentido del texto o del pensamiento y estilo de la Escritura
no aparezca mutilado" (41).
45 - Como
quiera que en el mismo texto bíblico "Dios habla a su Pueblo y se hace
presente el mismo Cristo en medio de los fieles por su Palabra - (421).
Evítense paráfrasis de la Sagrada Escritura. Se aconseja el uso de aquellas
versiones, que aprobadas por la autoridad competente, ya existen tal vez
para la catequesis de los niños.
46 -
Entre las lecturas, cántense o versículos de los Salmos diligentemente
seleccionados según la capacidad de los niños, o algún canto a manera de
salmo o el Aleluya con el versículo simple.
Siempre
en estos cantos los niños tengan parte: nada impide que alguna vez el
silencio meditativo sustituya el canto.
Si se
proclama una sola lectura, el canto puede tenerse después de la homilía.
47 - A
fin de que los niños hagan suyas las lecturas bíblicas. Y conozcan cada día
más la dignidad de la Palabra de Dios, mucho se han de estimar todos
aquellos elementos que sirven para la interpretación de las lecturas.
Entre
estos elementos se han de enumerar las moniciones que preceden alas lecturas
(43), y mueven a los niños a oírlas con atención y fructuosamente ya sea
porque explican el contexto o porque conducen al mismo texto.
En las
Misas correspondientes al santo del día para interpretar e ilustrar las
lecturas de la Sagrada Escritura, se puede narrar algo sobre la vida del
Santo no solamente en la homilía sino también antes de las lecturas bíblicas
a moda de monición.
Donde lo
aconseja el texto de la lectura, puede resultar útil que los niños lean las
diversas partes, distribuidas entre ellos, como se hace en Semana Santa para
la lectura de la Pasión del Señor.
48 - En
todas las Misas con niños se debe poner especial interés en la homilía que
explica la Palabra de Dios. La homilía destinada a los niños puede a veces
convertirse en diálogo con ellos a no ser que se prefiera que escuchen en
silencio.
49 - Sí
al final de la Liturgia de la Palabra debe recitarse el símbolo, para los
niños puede ser el Símbolo Apostólico, como quiera que ya forma parte de su
instrucción catequética.
c) De las Oraciones
Presidenciales
50 - Para
que el sacerdote pueda unir a sí de verdad a los niños por las oraciones
presidenciales, le está permitido elegir del Misal Romano textos más aptos,
atendiendo sin embargo al tiempo litúrgico.
51 -
Alguna vez el principio de selección no basta, para que los niños puedan
considerar las oraciones como expresiones de su vida propia y de su
experiencia religiosa (44), ya que las oraciones han sido hechas para
personas adultas.
En este
caso nada impide que los textos de las oraciones del Misal Romano se Adapten
a las necesidades de los niños, de suerte que sin embargo, conservando el
fin y también la sustancia, se evite todo aquello que sea ajeno al género
literario de la oración presidencial, como son las exhortaciones de
costumbre y la manera demasiado pueril de hablar.
52 - El
momento mayor en la Eucaristía celebrada con niños compete a la Plegaria
Eucarística que es el centro y cumbre de toda la celebración (45).
En gran
manera depende del modo como esta plegaria es pronunciada por el sacerdote
(46) y como es participada por los niños oyendo y aclamando.
La misma
disposición de ánimo, que se requiere para este centro de la celebración, la
tranquilidad y reverencia con que todas las cosas deben ser hechas, debe
conducir a los niños a prestar su mayor atención a la presencia real de
Cristo en el altar bajo las especies del pan y del vino, a su oblación, a la
acción de gracias por El mismo y con El mismo y por El mismo, como así
también a la oblación de la Iglesia que entonces se hace y por la cual los
fieles se ofrecen a sí mismos y su vida con Cristo, al Padre Eterno en el
Espíritu tu Santo.
Hasta que
la Sede Apostólica no provea otra cosa la Misa con niños, deben emplearse
mientras tanto las cuatro Plegarias aprobadas por la Autoridad suprema para
las Misas con adultos e Impuestas para el uso litúrgico.
d) De los Ritos de la Comunión
53 -
Terminada la Plegaria Eucarística siempre sigan la oración del Señor, la
fracción del plan y la invitación a la Comunión (47), ya que estos elementos
tienen máxima importancia en la estructura de esta parte de la Misa.
e) De la
Comunión y de los Ritos que le siguen
54 -
Hágase todo de tal manera que los niños que hayan sido admitidos a la
Eucaristía, debidamente dispuestos, con tranquilidad y ánimo recogido se
acerquen a la Sagrada Mesa para que participen plenamente del misterio
eucarístico. Donde se pueda hacer la procesión de la Comunión, cántese un
canto acomodado a los niños (48).
La
monición que precede a la bendición final (49), es de gran importancia en la
Misa con niños, ya que éstos necesitan antes de la despedida alguna
repetición y aplicación de las cosas que oyeron aunque enunciadas en
bravísimas palabras, principalmente aquí explíquese oportunamente el nexo
entre la Liturgia y la vida.
Por los
menos a veces, según los tiempos litúrgicos y los diversos momentos en la
vida de los niños, emplee el sacerdote formas más ricas de bendición,
reteniendo siempre la fórmula trinitaria con el signo de la Cruz al final
(50).
55 -
Todas las cosas contenidas en este Directorio tienden a que los niños
fácilmente y con alegría puedan en la Celebración Eucarística al mismo
tiempo ir hacia Cristo y con El presentarse al Padre (51).
Formados
en la consciente y activa Participación del Sacrificio y del banquete
eucarístico aprendan cada día más, en casa y fuera de casa, a anunciar
Cristo entre los familiares y los iguales, viviendo la fe que obra por la
caridad. (Gálatas 5,6).
El Sumo
Pontífice Pablo VI, el 22 de octubre de 1973 aprobó este Directorio
preparado por la Sagrada Congregación para el Culto Divino, lo confirmó y
mandó que fuera publicado.
Dado en
el Palacio de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, el 10 de
noviembre de 1973.
1. Cf.
Sagrada Congregación del Clero, Directorio catequístico general, núm. 5:
101-102.
2. Cf.
Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sobre la
Sagrada Liturgia n. 33.
3. Cf.
Sagrada Congregación del Clero, Directorio catequístico general, núm. 78:
pp. 146-147.
4. Mc l0,
16.
5. Cf.
Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagr
núm. 38; cf., también, Sagrada Congregación para el Culto divino,
Instrucción Actio Pastoralis 15 de mayo de 1969: AAS 61(1969), pp. 806-811.
6. ‘De
liturgia in prima Synodo Episcoporum’ Notitiae 3 (1967), p. 368.
7. Cf.
Ritual de la misa con niños sordomudos de la Región germánica, aprobado y
confirmadapor esta Sagrada Congregación el día 26 de junio de 1970 (Prot.
núm. 1546/70).
8.
Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Conci/ium, sobre la sagrada
liturgia, núms. 14 y 19.
9. Cf.
Sagrada Congregación del Clero, Directorio catequístico general, núm. 25:
AAS 6 (1972), p. 114.
10. Cf.
Concilio Vaticano II, Declaración Gravissimum educationis, sobre la
educación cristian< de la juventud, núm. 2.
11.
Cf.ibid., núm. 3.
12. Cf.
Sagrada Congregación del Clero, Directorio catequístico general, núm. 78:
AAS & (l972),p. 147.
13. Cf.
Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada
liturgia, núm. 33.
14. Cf.
Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisuicum mysterium, de de
1967, núm. 14: AAS 59 (1967). p. 550.
15. Cf.
Sagrada Congregación del Clero, Directorio catequístico general, núm. 25:
AAS 64 (1972), p. 114.
16.
Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, de 25 de
mayo de 1967, núm. 14: AAS 59 (1967), p. 550; cf., también, Sagrada
Congregación del Clero, Directorio catequístico general, núm. 57: AAS
64(1972), p. 131.
18. Cf.
ibid, núms. 42 y 106.
19. Cf.
»liturgia in prima Synodo Episcoporum»: Notitiae 3 (1967), p. 368.
20.
Ordenación general del Misal Romano, núm. 56.
21.
ibid., núm. I
22.
Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada
liturgia, núm. 28
23. Cf.
Ordenación general de/Misa/Romana, núm. 253.
24. Cf.
ibid., núm. 19.
25. Cf.
Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Musicam sacram, sobre la
liturgia, de 5 de marzo de 1967, núm. 55: AAS 59(1967), p. 316.
26.
Ibid., núm. 62: AAS 59(1967), p. 318.
27. Cf.
Ordenación general del Misal Romano, núm. 21.
28. Cf.
ibid., núm. 24.
29.
Ibid., núm. 23.
30. Cf.
Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharísticum rnys!eriurn, de de
1967, núm. 38: AAS 59 (1967), p. 562.
31. Cf.
Ordenación general del Misal Romano, núm. 23.
32.
Ibid., núm. 8.
33.
Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanc:um Concilium, sobre la sagrada
liturgia, núm. 48.
34.
Ordenación general del Misal Romano, núm. 15.
35.
Ordenación general del Misal Romano, núm. 24.
36.
ibid., núm. 33.
37. Ordo
lectionum Missae, segunda edición típica, Libreria Editrice Vaticana, 1981,
Prenotandos, núm. 77.
38.
Ordenación general del Misal Romano, núm. 33.
39. Cf.
ibid, núm. 11.
40. Cf.
Consilium para la aplicación de la Constitución sobre la sagrada liturgia
sobre la traducción de los textos litúrgicos para la celebración con el
pueblo, de 25 de enero de 1969, núm. 20: Notitiae 5(1969). p. 7.
41. Cf.
Ordenación general del Misal Romano, núm. 54.
42. Cf.
Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Musicam sacram, sobre la música
en la liturgia, de 5 de marzo de 1967, núm. 32: AAS 59 (1967), p. 309.
43. Cf.
Ordenación general del Misal Romano, núm. 11.
44. Cf.
Missale Romanum, Plegana eucarística II.
45. Ga 5,
6.