Sobre la corrupción: Tratado del Cardenal Medina
Cardenal Jorge Medina Estévez
(cortesía http://es.catholic.net/)
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Indice:
1.- Significado del
vocablo "corromper"
2.- El poder corruptor del dinero
3.- Algunos casos de corrupción en el Nuevo Testamento
• Introducción
general
El
tema de la corrupción ha tomado en la actualidad especial relieve, sobre
todo a raíz de la comprobación, en países extranjeros, de vastas "redes"
de negociados en los que han sido piezas claves personas investidas de
autoridad o colocadas en cargos públicos, las que se han valido de su
poder e influencias para favorecer intereses no limpios y ganancias
ilegítimas. Los hechos que ha reseñado la prensa han sucedido en países
en que abunda el dinero, pero no es seguro que en naciones más pobres no
exista el flagelo de la corrupción.
La corrupción se ampara en el silencio, en manipulaciones "reservadas"
que procuran no dejar rastro. Cuando hace uso de la violencia y de
amenazas hasta de muerte, se le atribuye el nombre de "mafias" o
"carteles". Una vez que alguien ha cedido a las insinuaciones de la
corrupción, adquiere "tejado de vidrio" y se ve en la necesidad de
guardar silencio y de aceptar, mal que le pese, un status de
complicidad: quien se ha dejado corromper vivirá condicionado por el
temor de que su situación sea conocida y de perder su fama.
La corrupción radica ante todo en las personas, pero se convierte en
sistema, es decir en un "tejido" o "madeja" en que se crean vastas
interdependencias de las que es difícil prescindir, incluso para
aquellos que no son corruptos y detestan la corrupción. En todo acto de
corrupción hay alguien que corrompe y otro que se deja corromper, pero
influye también un ambiente corrompido que no estigmatiza la corrupción
y que incluso la acepta, cuando no la fomenta.
El ministro Fouché, de triste memoria, afirmaba que "todo hombre tiene su precio; lo que hace falta saber es cuál". Ese juicio generalizado corresponde a la época de fines del siglo XVIII y principios del XIX en Europa, y debe referirse a los medios conocidos por su autor. No hay que creer que la corrupción es un flagelo de los tiempos modernos: la Biblia narra como los filisteos corrompieron con dinero a Dalila, la concubina de Sansón, a fin de que lo traicionara y les hiciera saber la explicación de su fuerza portentosa (Jue 16, 4-21; siglo XI o XII antes de Cristo). En la Roma antigua uno de sus próceres mandó que a su muerte, sus cenizas fueran llevadas fuera de la ciudad, e hizo colocar como epitafio una frase desafiante: "Ciudad venal: ¡no poseerás mis cenizas!". En el tristemente célebre proceso de Savonarola, hay también un indicio de corrupción de uno de sus jueces. Problema, pues, de ayer y de hoy.