Batalla de los católicos por la dignidad humana
Escrito por Autores varios
El Observador Diciembre 2010
ESPECIAL
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México cojo
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la marcha
- La
Iglesia católica se preocupa y ocupa de los derechos humanos
-
Dignidad
de la persona, fundamento de los derechos humanos
- Reino
de Dios: Respeto a la dignidad de mi prójimo -
Antiguo
Testamento: El otro existe
- «La
primer violencia es la pobreza»
- Jesuitas:
en la batalla por los derechos humanos
- Fr.
Francisco de Vitoria, el precursor
- Indígenas:
una riqueza para la Iglesia
- Cojeamos
en México en la libertad religiosa
- Socorrer
al extranjero, una forma de amar al prójimo
- Libertad
religiosa, un derecho humano
México cojo
Hoy mismo cuando la civilización supone la tolerancia y el entendimiento de
la dignidad de la persona humana y su derecho a la libertad religiosa, hay
200 millones de cristianos perseguidos en el mundo.
El Informe de Libertad Religiosa en el Mundo 2010 que presenta cada dos años
una organización amiga de El Observador (amiga y patrocinadora de nuestra
conversión en franquicia), la agencia internacional alemana Ayuda a la
Iglesia Necesitada, arroja un dato sobrecogedor: hoy mismo, siglo XXI de la
era cristiana, habiendo pasado multitud de guerras y de acontecimientos
infaustos, cuando la civilización supone la tolerancia y el entendimiento de
la dignidad de la persona humana y su derecho a la libertad religiosa, hay
200 millones de cristianos perseguidos en el mundo.
Otro dato, ojo para nosotros los mexicanos: hay 150 millones de cristianos
discriminados por expresar su religión. Discriminados quiere decir eso:
hechos a un lado, mutilados en un derecho humano fundamental como lo es el
derecho a expresar, libremente, en público y en privado su creencia
religiosa. Si un político o un escritor (o un periodista) expresa en
público, en nuestro país, que es católico, de inmediato se le cae el mundo
encima, como si expresara que tiene SIDA y va a seguir siendo promiscuo.
Como un aluvión se le echan los perros de caza del laicismo a la yugular.
Hay que aguantar el tipo. Y, sobre todo, permanecer firmes en la fe. Pero,
¿no se supone que en México ya acabó la persecución en 1929, con los
“arreglos” Iglesia-Estado que dieron fin a la guerra cristera?
Como tantas otras cuestiones en el país de la simulación, nada más se
supone. Porque no está ni bien visto y puede ser causa de denuncia penal el
que un obispo o un sacerdote, opine en materia política, escriba algo que
contravenga el “orden sagrado del Estado laico” o, simplemente, exprese el
pensamiento de la Iglesia católica en torno al (mal llamado) “matrimonio
homosexual”. Cierto: no es lo mismo, como en Arabia Saudita, Bangladesh,
Egipto, India, China, Uzbekistán, Eritrea, Nigeria, Vietnam, Yemen o Corea
del Norte, los mayores violadores de la libertad religiosa de la actualidad
mundial, donde decirte cristiano es decirte reo de muerte, que en México,
donde la mayoría católica está condenada al ostracismo por la minoría que
tiene pactos con lo oscuro. Allá matan, aquí no dejan vivir. No es lo mismo,
pero, a la larga, es igual: el respeto de los derechos humanos esenciales
para ser personas, está allá muerto, aquí anda cojito. Por Jaime Septién
La civilización cristiana no es una civilización entre otras.
“La civilización cristiana no es una civilización entre otras. Es la única
civilización construida sobre los derechos de la persona humana, derechos
que derivan de la fe en la inmortalidad del alma del hombre”, escribió el
historiador inglés Douglas Jerrold. Dicho en español y en lenguaje limpio y
claro: la civilización cristiana nació de Cristo. Y también nacieron los
derechos de la persona. Quien defienda el que los derechos humanos tienen su
origen en la temporalidad del hombre, o es un loco o no se ha enterado de
nada. A lo peor, es un funcionario público. Santiago Norte
La
Iglesia católica se preocupa y ocupa de los derechos humanos
Entre las propuestas que surgieron del Concilio Vaticano II estuvo la
creación de «un organismo universal de la Iglesia que tenga como función
estimular a la comunidad católica para promover el desarrollo de los países
pobres y la justicia social internacional» (Gaudium et Spes n. 90). Para
cumplir este mandato, Pablo VI instituyó, con un Motu proprio publicado el 6
de enero de 1967 (Catholicam Christi Ecclesiam), la Pontificia Comisión
Justitia et Pax.
Actividades
Este organismo tiene como finalidad promover la justicia y la paz en el
mundo según el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia. Para ello
realiza diversas funciones: en primer lugar, promueve el estudio y la
difusión de la doctrina social de la Iglesia; la intención es que hombres y
mujeres la apliquen en sus relaciones interpersonales e intercomunitarias..
En segundo lugar, recoge informaciones y resultados de encuestas sobre la
justicia y la paz, el desarrollo de los pueblos y las violaciones de los
derechos humanos, los evalúa y, según los casos, comunica a las asambleas de
obispos las conclusiones obtenidas; fomenta las relaciones con las
asociaciones católicas internacionales y con otras instituciones existentes,
incluso fuera de la Iglesia católica, que trabajen sinceramente por alcanzar
los bienes de la justicia y de la paz en el mundo.
Y, finalmente, sensibiliza respecto al deber de promover la paz. Esto lo
hace especialmente con la Jornada para lograr la paz en el mundo.
Campos de acción
Hay tres áreas donde esta organización trabaja. La primera es en los
derechos humanos. Allì se hace profundización doctrinal, se estudian los
temas debatidos por las organizaciones internacionales, y se hace especial
hincapié en la preocupación por las víctimas de las violaciones de los
derechos del hombre.
El segundo aspecto es la justicia. Allí se tratan las cuestiones
correspondientes a la justicia social, con los problemas específicos del
mundo del trabajo; la justicia internacional, con los problemas relativos al
desarrollo y su dimensión social. También anima la reflexión, bajo el perfil
ético, de la evolución de los sistemas económicos y financieros, y examina
la problemática unida a la cuestión ambiental y al uso responsable en la
administración de los bienes de la tierra.
Finalmente está el aspecto de la paz, en donde se reflexiona sobre los
problemas relativos a la guerra, al desarme, a los armamentos y al comercio
de las armas, a la seguridad internacional y a la violencia bajo sus
diversos y cambiantes aspectos (terrorismo, nacionalismo exacerbado, etc.),
el Pontificio Consejo fija también su atención en los sistemas políticos y
en el compromiso de los católicos en el campo político. Se encarga también
de promover la Jornada Mundial de la Paz.
Una batalla constante.
Esta institución es una de las formas en que la Iglesia responde al mandato
de Cristo de construir un mundo donde la «justicia y la paz se besen». Desde
aquí surge la iluminación de los derechos humanos por la fe.
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Dignidad de la persona, fundamento de los derechos humanos
Extractos del Discurso de Benedicto XVI ante la Organización de las Naciones
Unidas en el 2008
Los derechos humanos son presentados cada vez más como el lenguaje común y
el sustrato ético de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, la
universalidad, la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos
humanos sirven como garantía para la salvaguardia de la dignidad humana.
Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre
y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los
derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder
a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación
de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los
diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos.
Así pues, no se debe permitir que esta vasta variedad de puntos de vista
oscurezca no sólo el hecho de que los derechos son universales, sino que
también lo es la persona humana, sujeto de estos derechos.
La promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más eficaz
para extirpar las desigualdades entre países y grupos sociales, así como
para aumentar la seguridad. Es cierto que las víctimas de la opresión y la
desesperación, cuya dignidad humana se ve impunemente violada, pueden ceder
fácilmente al impulso de la violencia y convertirse ellas mismas en
transgresoras de la paz. Sin embargo, el bien común que los derechos humanos
permiten conseguir no puede lograrse simplemente con la aplicación de
procedimientos correctos ni tampoco a través de un simple equilibrio entre
derechos contrapuestos. La Declaración Universal tiene el mérito de haber
permitido confluir en un núcleo fundamental de valores y, por lo tanto, de
derechos, a diferentes culturas, expresiones jurídicas y modelos
institucionales. No obstante, hoy es preciso redoblar los esfuerzos ante las
presiones para reinterpretar los fundamentos de la Declaración y comprometer
con ello su íntima unidad, facilitando así su alejamiento de la protección
de la dignidad humana para satisfacer meros intereses, con frecuencia
particulares. La Declaración fue adoptada como un «ideal común» (preámbulo)
y no puede ser aplicada por partes separadas, según tendencias u opciones
selectivas que corren simplemente el riesgo de contradecir la unidad de la
persona humana y por tanto la indivisibilidad de los derechos humanos.
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Reino de
Dios: Respeto a la dignidad de mi prójimo
El Nuevo Testamento básicamente nos relata la vida y enseñanzas de Jesús y
la forma de vivir de las primeras comunidades cristianas. Aquí también se
encuentran enseñanzas profundas sobre los derechos humanos.
Cristo y los derechos humanos
La proclamación de Jesús fue escandalosa para Israel porque desproveía de
seguridades a la religión judía y quitaba a los gobernantes la justificación
teológica de la marginación en la que mantenían a los pobres.
Desde aquí se puede entender la radicalidad de la opción evangélica por los
pobres, pues apela al eros y no al logos, es decir, a la compasión más que a
la razón. Los evangelios nos enseñan que la única manera de saber qué es lo
que Dios quiere es optar por un proyecto liberador y humanizador.
La predicación de Cristo sobre el Reino de Dios nos habla de la
transformación que debería haber en las relaciones sociales, un cambio donde
se primara el respeto y la caridad por el prójimo. Hay tres textos donde se
aprecia la relación entre derechos humanos y Reino de Dios: el envío que
Juan Bautista hace de dos discípulos para averiguar qué significaba la
predicación de Jesús (Mt 11,2-6 y Lc 7,18-23); su conclusión es que el nuevo
gobierno que Dios viene a establecer consiste en hacer recobrar a los seres
humanos la humanidad perdida de mil maneras. El segundo texto es de san
Lucas, en donde Jesús, al inicio de su ministerio, entra a la sinagoga de
Nazaret (Lc 4,14-19); en este texto aparece la misión de Jesús descrita como
dar la buena noticia a los pobres, y, finalmente, las bienaventuranzas: allí
se especifica quiénes son los que definen la apuesta de felicidad que trae
Jesús y de qué manera quiere hacerlos felices dicho reinado de Dios.
Hay textos en los que Jesús dio instrucciones precisas acerca de las
relaciones entre los discípulos y de éstos con el mundo; aquí resaltan dos
aspectos: la necesidad de compartir los bienes y las relaciones de igualdad
fraterna que debían existir entre los discípulos.
La comunidad cristiana
Encontramos ya delineados los principios rectores de la comunidad cristiana
en cuanto comunidad alternativa, que tiene que ser signo de una nueva manera
de vivir que debe buscar, por todos los medios, establecer este mínimo de
valores en la convivencia social. El tipo de sociedad al que deben aspirar
los cristianos, y hacia la cual deben dirigir sus esfuerzos organizados, es
una sociedad en la que el lucro y la ganancia no ocupen el primer puesto.
Una sociedad opuesta a la acumulación desmedida de bienes que lleva, como
contraparte, la pobreza de muchos. Y debe procurar una organización social
que responda al ideal fraterno que le marcó su Fundador, es decir, una
sociedad con igualdad de oportunidades, con trato igualitario y respetuoso
para todos los ciudadanos, con leyes que impidan el abuso de los unos sobre
los otros. Estas características se ven plasmadas de manera especial en los
dos sumarios de Hechos de los Apóstoles (2,42-47; 4,32-35), junto con dos
textos que nos enseñan la manera de proceder de los primeros cristianos
frente al uso y a la transmisión del poder en la comunidad (Hech 1,12-14 y
Hech 6,1-7).
El reto
Desde estos textos se ofrece una fundamentación neotestamentaria de la
necesidad de respetar, promover y defender los derechos humanos. La
predicación de Jesús sobre el reinado de Dios y lo que éste significa de
transformación del mundo en el que vivimos, es el punto de partida. Las
actitudes de fraternidad e igualdad, recomendadas por Jesús a sus discípulos
y vividas paradigmáticamente por las primitivas comunidades cristianas,
fueron el segundo elemento de la reflexión.
Desde aquí podemos entender que el reino que Jesús vino a establecer se
identifica con el trabajo a favor de la plena humanización de las personas y
de las sociedades; la experiencia de las comunidades primitivas así nos lo
confirma. Todo lo que la iglesia, sacerdotes y laicos, hagan por ayudar a
que le sea devuelta su dignidad a los pobres y desamparados, es decir, a que
sean respetados los derechos humanos, no es, pues, otra cosa que el
cumplimiento de su misión.
O.A.E
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Antiguo Testamento - El
otro existe
Omar Árcega E.
Efraín llegó emocionado a su casa. En la escuela le habían hablado sobre los
«Derechos humanos». Le contaron que nacieron en Francia. Le mencionaron que
antes de ellos el mundo vivía en la barbarie. Todo esto se lo platicaba a
Fabiola, su hermana, y entre otras cosas, catequista de la parroquia. Ella
le miraba divertida y al fin dijo: ¿Por qué te parecen tan novedosos? El
Antiguo Testamento ya los menciona, aunque no con el término «Derechos
humanos». Efraín no podía creerlo, ¿eran tan viejos los Derechos Humanos?.
Como Efraín, muchos católicos se sorprenden al saber que la mayor
inspiración en la formulación de estos derechos proviene del pensamiento
judeo-cristiano. En efecto, a lo largo del Antiguo Testamento(AT)
encontramos narraciones que nos enseñan a respetar la integridad física del
prójimo, la no discriminación, el respeto a la vida, la lucha contra la
pobreza, la liberación contra la esclavitud. La lista es inmensa, pero
veamos algunos casos en concreto.
Oposición a la esclavitud
El Levítico, el libro donde se detallan normas y prácticas de convivencia,
es muy claro al respecto. Prohíbe que un individuo esclavice a otro: si el
prójimo, por causa de deudas, se vende a sí mismo no se le tomará por
esclavo sino como huésped hasta que la deuda quede resuelta o llegue el año
del jubileo, periodo en el que todas las deudas quedaban pagadas (ver Lev
25, 39-42).
El Génesis, compendio de derechos
Los relatos de los orígenes y el anuncio de la creación del ser humano a
imagen y semejanza de Dios nos ayudan a comprender la dignidad humana como
uno de los elementos fundamentales de la revelación bíblica.
Dos cosas resaltan en los textos del Génesis en relación con la dignidad
humana: la primera es la posibilidad de poder vivir y convivir con Dios, de
lograr la plena armonía con la naturaleza y con los demás seres humanos; un
segundo elemento es la afirmación del libro del Génesis acerca de la igual
dignidad entre el hombre y la mujer: se reconoce a la mujer como semejante
al hombre, por tanto cualquier postura de menosprecio por parte de alguno de
los dos sexos no es querida por Dios.
El derecho y la justicia
En el AT el derecho y la justicia no aparecen en el marco de una relación
legal, a manera de un contrato de compraventa o arrendamiento, sino como la
respuesta de un pueblo que ha experimentado el amor liberador de su Dios.
Los sujetos son casi siempre autoridades: por una parte está Yahveh, el
dueño de toda la tierra, que ordena a su pueblo seguir sus normas y
preceptos, porque él mismo es el autor, hacedor y garante del derecho: «¿O
es que el juez de la tierra no aceptará lo que es justo?» (Gen 18,25). Por
otra parte están los sacerdotes y los jueces, especialmente en los textos
del Deuteronomio, que son los encargados de administrar el derecho y la
justicia (Dt 17,9). Son ellos, precisamente por su deber de impartir
justicia, quienes están sujetos a la tentación del soborno y de la acepción
de personas (Dt 16,19)
Hay gran cantidad de textos que hablan de los pobres, los huérfanos, las
viudas y los forasteros. Se trata del grupo de los indefensos, los que, dada
su particular situación económica y social, no tienen acceso al poder y de
los que es fácil aprovecharse. Dios es el defensor de estos indefensos. Esto
es muy claro, tanto en el Código de la Alianza (Ex 20,22-23,33), como en el
libro del Deuteronomio y en el Código Sacerdotal (Lev 17-26). Así, todos los
textos legislativos del Pentateuco entienden el derecho siempre en relación
con la alianza establecida entre Dios y el pueblo, y en referencia obligada
a los más indefensos de la sociedad.
Las mismas conclusiones se desprenden del estudio de los libros proféticos y
sapienciales, con la particularidad de que el velar por los derechos de los
indefensos encuentra un coronamiento especial en la literatura profética.
Herencia y reto
Como podemos ver, desde el AT se visualiza una sociedad donde impere la
justicia. Para lograr esto, el respeto al prójimo y el reconocimiento de la
igualdad de todos los seres humanos son herramientas indispensables. Por
esta razón una y otra vez se vuelve sobre estos temas que son una herencia
que tenemos como cristianos, pero también un reto, pues debemos hacerlos
vida.
«La primer violencia es la
pobreza»
Mons. Raúl Vera, obispo de la diócesis de Saltillo, un reconocido promotor
de los derechos humanos y fundador de diversas instituciones, ha recibido
recientemente el premio Rafto 2010. Habla sobre la Iglesia y los derechos
humanos.
¿Cómo se define Raúl Vera López?
Me considero un obispo dominico apasionado por una pastoral transformadora
de la historia, una pastoral que haga acontecer, con la ayuda de Dios, la
justicia, el derecho para todos, el amor y la verdad en esta tierra. Me
defino como una persona que quiere apasionadamente anunciar y construir el
Reino de Dios en la historia humana.
En el tema de los derechos humanos, ¿de dónde surge el carisma, la vocación
y ese amor hacia los grupos vulnerables?
Siempre compartí mi vida con los pobres y, aunque tuve acceso a una calidad
de vida suficiente, yo era pobre y viví entre ellos. También desde pequeño
entendí que la estructura social debe estar organizada; de ahí depende si
tenemos acceso a la vida digna o se frenan las oportunidades. En la
universidad entendí lo que eran las estructuras empresariales para las que
debía de trabajar y que no facilitaban el progreso del país. Dos hechos en
el tiempo de la universidad me ayudaron a madurar muchísimo, que fueron los
movimientos universitarios, uno con el fin de derrocar al rector Ignacio
Chávez y otro el movimiento del 68.
¿Qué lo hace optar por la vida religiosa?
Cuando decidí ser dominico fue para incidir en la transformación del mundo;
me decía: «este mundo tiene que cambiar, tiene que darnos oportunidades a
las personas». Por eso la experiencia como obispo en lugares como Guerrero,
Chiapas o Coahuila no la veo en un solo plano, eso es parte de los resortes
que me impulsan. Eso también me ha llevado a compartir la vida con personas
con semejante modo de pensar y ha potenciado mucho mi búsqueda por la
justicia y la paz.
¿Nos podría explicar cuál es el enfoque teológico de los derechos humanos?
Los derechos humanos tienen su fundamento en las Sagradas Escrituras: «Y
Dios hizo el hombre, al ser humano, a su imagen y semejanza». Nosotros somos
imagen y semejanza de Dios en cuanto a que nos movemos con la libertad que
Dios nos da; esto le da dignidad a la persona. Nos hace individuos libres,
conscientes, pensantes, con capacidad de juicio.
Cada ser humano es irrepetible y es digno de ser amado y querido por sí
mismo; la persona humana no puede instrumentarse en orden a tener un
beneficio; se pueden alcanzar beneficios junto a los seres humanos, pero no
a costa de otros. Si se asocian unos seres humanos para obtener sus
beneficios instrumentalizando a otros, están violando la dignidad de esa
persona, están violando el derecho que tiene a una vida en la que reciba un
trato respetuoso, una vida en la que colabore con otros a la construcción
del Reino.
Hablando de la estructura eclesial, ¿qué le falta a la Iglesia como
institución para que se respeten los derechos humanos?
Debemos abandonar la estructura basada en poder. Los ordenados sacerdotes a
veces pensamos que tenemos una dignidad mayor a la de los bautizados, y
luego ya entre los sacerdotes, quienes llegamos a ser obispos creemos que
tenemos una dignidad mayor de un simple presbítero; esas son lecturas de
poder, esas son lecturas que no son del Evangelio.
En cambio, si entendemos las cosas como realmente son, la común dignidad de
nuestro bautismo no cambia, y los dones que recibimos son en orden a servir
al crecimiento de los demás. Somos hermanos, dijo Cristo; todos tienen un
Padre del Cielo, solamente tienen un Maestro. Tenemos que perder esa visión
piramidal y monárquica que nos asemeja a la sociedad medieval.
En este momento de la historia de México, ¿cuál es el reto para los
cristianos y para usted como obispo?
El reto es alcanzar un grado tal de justicia, de convivencia en el respeto a
la dignidad de cada uno de nosotros los mexicanos, que esto nos lleve a
vivir en paz y al verdadero progreso; en una sociedad desigual siempre habrá
connatos de violencia que genera violencia. La primer violencia que se
presenta en una sociedad en un gran número de personas es la miseria y el
hambre.
El gran reto es llegar con la colaboración de todos los ciudadanos y con la
actuación de ellos, sin corrupción de quienes están en la función pública.
Que en este país haya la suficiente justicia que nos lleve a la paz y al
progreso verdadero. Entonces el reto es erradicar la corrupción, eliminar la
desigualdad, erradicar las injusticias y la impunidad en la que vivimos.
(Entrevista resumida)
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Jesuitas: en
la batalla por los derechos humanos
Todos recordamos la película “La misión”, la cual relata la expulsión de los
jesuitas de las misiones que habían edificado en la frontera entre Paraguay
y Brasil en el s.XVIII, en el film se muestra el compromiso social que ha
caracterizado a esta orden. En nuestros días y en México podemos encontrar
los frutos de la Compañía de Jesús en cuanto a la defensa de los derechos
humanos y para muestra dos botones.
Centro Prodh
El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Prodh (Centro Prodh) fue creado
en 1988 por la Compañía de Jesús con la finalidad de promover e incidir en
el respeto de los derechos humanos en el país. Una de las principales
características de este compromiso ha sido la cercanía a las víctimas y la
profesionalidad en la defensa y promoción de los derechos humanos.
En septiembre de 2001, el Centro Prodh recibió el Estatus Consultivo ante el
Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. De igual manera, la
institución es reconocida como Organización Acreditada ante la Organización
de Estados Americanos.
La misión del Centro Prodh es promover y defender los derechos humanos de
personas y colectivos. Ha tenido una fuerte presencia en casos de protección
a indígenas, uno de los casos más sonados que defendió desde un principio
fue el de Jacinta Francisco Marcial, la indígena acusada de secuestro a
policías federales en el muncipio de Amealco en Querétaro.
Las estrategias
Para lograr sus fines tiene diversas lineas de acción, en primer lugar tiene
una presencia activa en diversas redes de organizaciones, al mismo tiempo
tiene constante comunicación con instancias académicas y de investigación;
una acción vital es la defensa de casos claves en los procesos de
democratización y justicia en el país
Como segunda linea de acción realiza activismo, litigio y otras formas de
participación exitosa ante instancias internacionales como la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, los Comités y los mecanismos especiales de la Organización de las
Naciones Unidas, como son los Relatores Especiales.
Finalmente tiene lazos con organizaciones no gubernamentales como Amnistía
Internacional, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, Human
Rights Watch, la Organización Mundial contra la Tortura, la Comisión
Internacional de Juristas, el Centro por la Justicia y el Derecho
Internacional (CEJIL), entre otras.
Cada año presenta un informe sobre el estado de los derechos humanos en
México, con el fin de dar a conocer a la sociedad los retos que se afrontan
en este terreno.
Acompañando a los migrantes
El Servicio Jesuita a Migrantes México (SJM/MEX) es una Organización no
gubernamental, de carácter humanitario. Su objetivo es fortalecer las
comunidades de origen, tránsito y destino de trabajadores migrantes y sus
familias a través de la generación de proyectos autogestivos, s y
articulados en redes, e incidir política y socialmente para lograr un
impacto significativo en el mejoramiento de sus condiciones de vida y en la
reducción de sus niveles de vulnerabilidad.
Fue creada en el año 2001, desarrolla sus actividades en México a través de
la asociación civil “MIGRAMEX, A.C.”, constituida en el año 2003.El SJM/MEX
tiene sus oficinas en la Ciudad de México y además trabaja directamente en
17 municipios del sur de Veracruz.
Entre otras cosas a generado un programa de capacitación para agentes de
pastoral en las diócesis de Tapachula y San Cristóbal de las Casas, Chiapas;
Puerto Escondido, Oaxaca, Coatzacoalcos, Veracruz y Estado de México. Ha
tenido una activa participación en los talleres nacionales de capacitación
de agentes de pastoral, organizados por la Dimensión de Movilidad Humana de
la Conferencia Episcopal .Se han generado de materiales de educación popular
sobre el tema migratorio.
Una batalla permanente
La Iglesia, a través de estos ministerios jesuitas responde a la exigencia
de velar por la dignidad del pobre, del necesitado y del vulnerable. La
invitación a que todos los católicos, desde nuestras muy particulares
trincheras trasmitamos a la sociedad que construir el Reino de Dios en este
mundo globalizado pasa necesariamente por la defensa de los derechos
humanos.
OAE
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Fr. Francisco de Vitoria,
el precursor
Redacción El Observador
Nace en Burgos(España) en 1485. Con 20 años ingresó en el noviciado de la
Orden de Predicadores (más conocida como Orden Dominica), donde inició sus
estudios humanísticos. En 1508 fray Francisco se incorporó a uno de los
colegios que formaban parte de la Universidad de la Sorbona: el Colegio de
Santiago. En París recibió los grados de licenciado y doctor. Afrontó los
mayores desafíos intelectuales de su época renovando métodos y temáticas. Su
obra gira en torno a la dignidad y los problemas morales de la condición
humana.
En toda su obra intentó establecer reglas que humanizaran a los conflictos
armados y que han servido de sustento para el moderno derecho humanitario.
Teórico de los derechos humanos
Supone la primacía de la persona sobre las formas sociales, las estructuras
económicas y los regímenes políticos —«lo humano, por tanto, no en cuanto
encarnado en una raza culturalmente privilegiada o en un pueblo
carismáticamente predestinado, sino lo humano como realidad universal que es
justicia general e igualdad para todos los hombres»—. De aquí que Vitoria
deduzca de la solidaridad humana la solidaridad e interdependencia de todos
los pueblos: el mundo ha de estar sometido a leyes objetivas.
Entonces nos encontramos con el llamado «Derecho natural». Este surge de la
misma naturaleza, y todo aquello que exista según el orden natural comparte
ese derecho. La conclusión obvia es que todos los hombres comparten la misma
naturaleza; también, por tanto, comparten los mismos derechos, como el de
igualdad y el de libertad. Puesto que el hombre no vive aislado sino en
sociedad, la ley natural no se limita al individuo.
Formuló 12 derechos llamados «del hombre», los cuales son el antecedente de
lo que hoy conocemos como «Derechos Humanos». Entre otras cosas, en ellos se
menciona: la libertad de los seres humanos al nacer, la igualdad de las
personas, la dignidad que todo individuo tiene por el sólo hecho ser humano,
la obligatoriedad de las autoridades de dar leyes justas, y el no castigo
para los que no hayan sido juzgados rectamente. Todo esto debería verse
reflejado en las relaciones entre los individuos y a nivel de los países.
El gran acierto de fray Francisco fue su concepción de un orden moderno
internacional, basado en los principios de igualdad de los pueblos y de
respeto de la personalidad humana.
Como podemos apreciar, miembros destacados de la Iglesia contribuyeron al
reconocimiento de una dignidad del hombre. Con ello colaboraron en lo que
hoy conocemos como «Derechos Humanos», y que, sin duda, son uno de los
pilares de nuestra civilización.
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Dominicos,
comprometidos con la dignidad
El Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria fue creado en
octubre de 1984 por la Provincia de Santiago de la Orden de Predicadores de
México, los frailes dominicos. En sus primeros años el Centro Vitoria se
ocupó de los derechos humanos en el área de Centroamérica, particularmente
en El Salvador y Guatemala.
Desde 1988 comenzó a ocuparse de lleno de la situación de los Derechos
Humanos en el país. Sin embargo, en el año 2000 suspendió sus actividades
para reiniciarlas el 19 de febrero de 2001.
Trabajo en la mies
El trabajo del Centro Vitoria se ha distinguido por incidir en la promoción
y en la defensa de los derechos humanos en México por medio de proyectos tan
innovadores como el Programa de Capacitación en Reclusorios Femeniles,
implementado en la Ciudad de México, la Cátedra de Derechos Humanos, la
Escuela para Promotoras y Promotores Juveniles de Derechos Humanos, los Cine
Debates, exposiciones de carteles y arte relacionado con los derechos
humanos.
Otra de sus actividades es el desarrollo de una metodología de investigación
para el análisis de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y
Ambientales (DESCA) a nivel nacional y local, lo que permite comparar de
manera objetiva la dinámica del respeto de los derechos humanos en cada
estado de la república.
El Centro Vitoria, además, cuenta con un trabajo comprometido en materia de
litigio en casos de violaciones a los derechos humanos y proporciona
orientación jurídica gratuita.
A nivel internacional ha tenido la oportunidad de presentar casos ante la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), así como ante la
Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Minorías de Naciones Unidas,
en la cual, en 1998, logró, con otras organizaciones, la aprobación de una
resolución sobre la evolución de la situación de los derechos humanos en
México.
Tiene una área de publicaciones relacionada con la práctica de los derechos
humanos en México. Su trabajo más reciente es Derechos Humanos de las
Juventudes en México 2010.
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Indígenas: una riqueza
para la Iglesia
Conversación con el padre Jesús García, asesor de la Pastoral Social del
Episcopado Mexicano y del Centro Nacional de Misiones Indígenas (CENAMI)
Por Gilberto Hernández García
A la Iglesia le ha tocado acompañar a los pueblos indígenas. ¿Cómo fue el
principio de este acompañamiento?
«Con el advenimiento de la conquista el caminar de los pueblos indígenas se
ve frenado y obstaculizado por el invasor, pero también encuentra
comprensión, defensa y acompañamiento en los primeros misioneros y
evangelizadores. La presencia y acción de la Iglesia en relación con los
pueblos indígenas entrelaza ambas marchas y caminos, el de los pueblos
indígenas y el de la Iglesia en Mesoamérica y México».
¿Cómo se ha situado históricamente la Iglesia en México frente a la realidad
indígena?
«Yo señalo tres tipos o modelos misioneros-pastorales. Tomando en cuenta el
lugar y papel de los indígenas en el actuar de la Iglesia, que va desde ser
un sujeto destinatario de la preocupación y acción de Iglesia, resulta una
acción misionera y pastoral para los indígenas; pasando a ser un sujeto
colaborador en los programas y proyectos de mejoramiento de los pueblos
indígenas, acción de la Iglesia con los indígenas, hasta llegar a ser el
sujeto definitorio y decisorio de sus luchas, aspiraciones, proyectos y
programas, con el apoyo y acompañamiento de los actores pastorales».
¿Qué modelo encarna Vasco de Quiroga?
«Un modelo de promoción comunitaria y autogestora. Él pretendía dar a los
pueblos indígenas instrumentos eficaces, hacerles conscientes de su calidad
de sujeto colectivo organizado.
« A través de técnicas que trajo de España en diversas artesanías y enseres
domésticos, y aprovechando los que ya fabricaban los tarascos, especializó a
las diversas poblaciones en un producto para evitar la competencia y en
Pátzcuaro se hacía el intercambio de productos. Generó lo que hoy se conoce
como una micro región económica y se adelantó varios siglos al modelo de
complementariedad económica y no de rivalidad y competencia, como en el
actual modelo neo-liberal.
«Su limitación a una cultura, la purépecha-tarasca, con su reducido espacio
geográfico, hizo que quedara como un islote de sobrevivencia de la
identidad, cultura y autonomía indígenas, en un inmenso continente».
¿Qué trascendencia tuvo el modelo pastoral de don Vasco?
«La trascendencia de este modelo de organización social fue reconocida y
rescatada en parte por la UNESCO, a través del Centro Regional de Educación
Fundamental para América Latina (CREFAL), creado por ahí de 1950, para la
formación de cuadros expertos en la educación fundamental y organización
comunitaria.
«Algo similar a la experiencia de don Vasco realizaron los jesuitas en el
Paraguay y Bolivia con las famosa reducciones jesuíticas de Paraguay (parte
de las cuales pertenecen ahora a Bolivia)».
Se habla de Bartolomé de Las Casas como un paradigma en la acción pastoral
de la Iglesia de aquella «primera hora» americana. ¿Cómo define su actuar?
«Si el anterior modelo misionero de promoción comunitaria aparecía como un
islote en el continente junto con las reducciones jesuíticas del Paraguay,
este modelo crítico-profético, ejemplificado sobre todo en Bartolomé de Las
Casas, aparecía no sólo aislado, sino como peligroso y subversivo al sistema
colonial, pues se preocupaba de analizar y denunciar como anti-natural,
anti-humano y anti-evangélico ese sistema fundado en la invasión, despojo y
servidumbre de los pueblos indígenas.
«La referencia que hace del célebre sermón de fray Antonio de Montesinos en
el adviento de 1521 —21 de diciembre en Santo Domingo, Isla La Española—,
donde echa en cara las injusticias que cometen los encomenderos cristianos,
es el más claro análisis y denuncia del sistema colonial.
«Durante todo el siglo XVI y principios del XVII hubo por todo el continente
obispos y misioneros que denunciaban los abusos y arbitrariedades de los
colonizadores hacia los indígenas, tal vez no con la claridad, firmeza y
constancia de Bartolomé de las Casas y sus colegas vecinos de Centroamérica,
los obispos Francisco Marroquín de Guatemala y Antonio de Valdivieso, O.P.».
¿Qué implicaciones tuvo esta postura de Bartolomé de Las Casas?
«Este pasaje tan importante en la historia no sólo incorpora la justicia y
la defensa de los derechos humanos como parte constitutiva de la Iglesia
(como lo dice Juan XXIII en Mater et Magistra) sino de la historia humana en
general, y constituyó uno de los mejores ejemplos del caminar juntos la
Iglesia y sus pastores con los pobres y los indígenas y otros sectores en
semejante situación de injusticia.
«Esta posición le valió a Bartolomé de Las Casas, así como a muchos otros
casos parecidos, no sólo el aislamiento sino la incomprensión y
descalificación».
Cojeamos en México
en la libertad religiosa
Redacción de El Observador
Para nadie es un secreto que México no se distingue por sus avances en
libertad religiosa; muy al contrario, siempre ha sido un tema debatido y,
lamentablemente, la balanza se ha inclinado hacia los que buscan eliminar
este derecho humano.
Cambio en la legislación
Esto una vez más se comprueba con el informe sobre la libertad religiosa en
México que presenta la asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). En
primer lugar da cuenta sobre cambios en la legislación con la finalidad de
«frenar el activismo de la jerarquía católica». Según uno de sus promotores,
se argumenta la construcción de un estado laico, pero la reforma crea un
ambiente de sospecha y persecución religiosa. El arzobispo de León, monseñor
Martín Rábago, expresó: «la Iglesia católica no teme la laicidad del Estado;
más aún, si bien se entiende, la Iglesia promueve el carácter laico del
Estado como el recto camino jurídico para el reconocimiento en plenitud del
derecho humano a la libertad religiosa». Sin embargo, si con esta ley se
genera un estado perseguidor esto sería un retroceso en la construcción de
un México democrático.
Imposición de leyes arbitrarias
Se buscó imponer una «cartilla de salud» donde se violentaba el derecho de
los padres a decidir sobre la educación sexual de los hijos. Esto genera un
movimiento social de rechazo. La conferencia de obispos pidió que se
rehiciera el documento con la participación de los padres de familia.
Víctimas de la violencia
Se tiene registrada la muerte de dos sacerdotes y dos seminaristas, aparte
de las amenazas y secuestros a numerosos presbíteros por parte de la
delincuencia organizada. En su momento, un estudio del Centro Multimedial
Católico mostró que México era el segundo país más peligroso de Iberoamérica
para ejercer el sacerdocio.
Los retos
En México estamos lejos de ser una sociedad que garantice la libertad
religiosa. Confundimos un sano laicismo con un eliminar la libre expresión
de las convicciones espirituales. Este informe es una llamada de atención
para, desde nuestras trincheras, trabajar por un México más justo.
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Socorrer
al extranjero, una forma de amar al prójimo
Redacción de El Observador
Entre las actividades en pro de los derechos humanos que realiza la Iglesia
católica está la defensa y asistencia de los migrantes. Esto se percibe
claramente en México, pues somos un país expulsor y de tránsito para hombres
y mujeres que salen de sus países en busca de ese sueño llamado Estados
Unidos.
Como ya lo hemos documentado en este semanario, mediante los artículos de
Gilberto Hernández (ver Nos. 791 al 796), los migrantes sufren vejaciones y
maltratos a su paso por México. Bandas del crimen organizado los secuestran
con la finalidad de obtener rescates de las familias.
En medio de este infierno, donde algunas autoridades están vinculadas a los
criminales, las casas del migrante y los esfuerzos de cientos de católicos
son oasis de esperanza y amor. En efecto, a lo largo de su recorrido los
migrantes encuentran diversos albergues donde, aparte de alimentar el cuerpo
y reponer fuerzas, se les fortalece en el espíritu y se toma nota de sus
testimonios con el fin de denunciar los abusos, de evitar que esta
confabulación entre malos servidores públicos y criminales quede impune.
Este esfuerzo lo encabezan los misioneros de San Carlos Scalabrinianos, con
su red de «Casas del Migrante», en donde proporcionan alojamiento, comida,
apoyo espiritual, orientación, primera atención médica y defensa y promoción
de los derechos humanos. Lo hacen con el apoyo de voluntarios de diversas
partes de la república mexicana. Tienen presencia en Tijuana, B.C. ; Ciudad
Juárez, Chih.; Tecún Umán, en Guatemala; Tapachula, Chis.; Ciudad de
Guatemala, y Agua Prieta, Son.
Al mismo tiempo hay diversas organizaciones de inspiración católica que
prestan servicios similares a lo largo del recorrido que se hace entre la
frontera sur y norte. En el Bajío, por ejemplo, existe una asociación
presidida por un presbítero que brinda alimentos a los migrantes que pasan
por el municipio de Tequisquiapan. Decenas de casos como éste los podemos
encontrar a lo largo del país. Podríamos llenar libros con los testimonios
de estos hombres y mujeres de Iglesia, que hacen vida el mandato de socorrer
al extranjero, que tienen esa actitud de amar y entregarse al prójimo.
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Libertad religiosa, un
derecho humano
Uno de los derechos humanos fundamentales es el de la libertad religiosa; es
decir, la posibilidad de que cada ser humano viva y exprese su sentir
religioso.
Cada dos años la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN)
elabora un informe sobre la libertad religiosa en el mundo. Para ello
analiza la situación de 194 países.
En el informe 2010 se destaca que hay 200 millones perseguidos por la fe y
150 millones discriminados, una cifra parecida a la de hace dos años. Los
países donde hay mayores violaciones a la libertad religiosa de los
cristianos son: China, India, Indonesia, Rusia y Pakistán. La situación ha
empeorado desde el anterior informe, debido, sobre todo, a la mayor
radicalización en el mundo musulmán, que hace aumentar el fanatismo, la
intolerancia y las vejaciones.
En Iberoamérica resaltan los casos de Brasil, Colombia, Bolivia y Venezuela.
En los cuatro países se mantienen actitudes desfavorables para la Iglesia.
En Brasil, en un año hubo 6 sacerdotes católicos asesinados, numerosas
agresiones contra representantes del clero y se pretende impulsar una ley
para eliminar los símbolos religiosos de los espacios públicos.
En Colombia se ha denunciado el asesinato de cinco sacerdotes en la zona
dominada por la guerrilla de las FARC.
En Bolivia existe una actitud hostil hacia la Iglesia católica en numerosas
declaraciones gubernamentales.
En 2009 el gobierno de Venezuela promulgó una ley sobre educación en la que
no se hacía referencia alguna a la instrucción religiosa. De hecho, el
Estado asume además el control doctrinal sobre la educación al establecer
fuertes sanciones en el caso de que se enseñen principios «contrarios a la
soberanía nacional». La oposición considera que esta frase es ambigua y que
está abierta a la interpretación arbitraria. También se ha llevado a cabo
una intensa propaganda hostil contra los representantes de la Iglesia
católica a través de los periódicos cercanos a las posturas del gobierno.
La situación en Cuba está sin cambio en lo que se refiere a la legislación
represiva y a las prácticas administrativas. Ha mostrado señales de apertura
al autorizarse, por ejemplo, la celebración de servicios religiosos
anteriormente prohibidos y al anularse la prohibición de llevar a cabo actos
de culto en las cárceles. A pesar de estas señales positivas, se mantiene
una enorme incertidumbre en lo que respecta a la evolución de este régimen.
El análisis permite constatar que los cristianos conforman el grupo
religioso que con mayor frecuencia e intensidad sufre ataques.