Misión socio-política de la Iglesia: Fundamentos patrísticos y teológicos
Por el P. Humberto M. Marsich s.x.
Los Padres de la Iglesia, por ser los primeros intérpretes excepcionales de
la Sagrada Escritura y testigos privilegiados de la tradición apostólica,
constituyen el fundamento de la actual doctrina social de la Iglesia e
inspiradores de su misión social. Sus textos muestran que el espíritu social
es algo inherente al cristianismo y no una simple reacción tardía a las
modernas corrientes socialistas. Son ellos quienes inician la fundación del
pensamiento social, acuñando nuevos términos sociales y proponiendo
experiencias de vida más afines al espíritu del Evangelio.
Muy brevemente recordamos las grandes aportaciones teóricas de santo Tomás
de Aquino y de los teólogos del siglo XVI:
Santo Tomás, quien representa la cumbre del pensamiento medieval, con
claridad y profundidad insuperable abarca casi todos los temas del saber
humano, pero en ninguna parte ha demostrado sus dotes con tan brillante luz
como en el terreno de la ética y de la ética social en particular. Para él
corresponde a la naturaleza del hombre el ser social y político, o sea,
llamado a vivir en medio de sus semejantes formando una comunidad y
buscando, con los demás, el bien común, fin de la sociedad y responsabilidad
de toda autoridad. Pone los principios de solidariedad y de subsidiariedad
como principios directores de la vida social. Lo que también sobresale en su
pensamiento es el principio de justicia que él define como Habitus secundum
quem aliquis, constante et perpetua voluntate, tribuit unicuique suum (La
disposición interior de dar, siempre y constantemente, lo que es debido a
cada quien).
De los teólogos del siglo de oro me gusta recordar cómo Francisco de Vitoria
consideraba la política parte del orden moral y teológico en cuanto
procedente de Dios y en cuanto los consideraba como medios conducentes al
hombre a su fin último.
Al jesuita Francisco Suarez le tocó cuestionar, en su tiempo, el derecho
divino de los reyes y, dando mayor libertad a la persona humana, acentúa el
carácter democrático del poder.
La Iglesia no tiene un modelo político ni social propio. Pero, a la luz de
estos grandes teólogos, a todos los poderes pide: *que se fundamenten en una
visión integral del hombre; *que el bien común no sea excluyente; *que se
tome en cuenta también la dimensión espiritual del hombre; *que estén al
servicio de todos los hombres; *que defiendan siempre la vida en todos sus
niveles y expresiones.
Los Padres de la Iglesia fundaron el pensamiento social considerando a la
política parte del orden moral y teológico, medio conducente al fin último
del hombre.