Los poderosos lobbys anticristianos
«Zapatero es la
caricatura
de lo éticamente correcto
y ve en la Iglesia a su enemigo»
Vittorio Messori / Escritor y articulista
TURÍN- El escritor italiano da nombres y apellidos a la hora de denunciar los «lobbys» anticristianos que, según afirma, van desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), a ciertos sectores de la masonería, las asociaciones gays (sobre todo americanas), las multinacionales farmacéuticas o las potentes organizaciones ecologistas internacionales que, asegura, «odian el cristianismo por nostalgia del paganismo». Son los círculos liberales radicales «de lo políticamente correcto».
-¿Quién se empeña en atacar a la familia,
y en general, a la ética católica?
-Es evidente la existencia de esos «lobbys» a los que recientemente
se ha referido Benedicto XVI. La acción de estos influyentes grupos de
presión no se dirige sólo hacia el matrimonio y la familia desde la
perspectiva de la fe, sino contra todo el complejo ético y moral de la
Iglesia. Estoy hablando, por ejemplo, de la OMS en temas de
contracepción, aborto, diagnóstico prenatal para eliminar a los fetos
con malformaciones; también de algunas siglas importantes del
medio ambiente que querrían liberarse del Evangelio para recuperar
nostalgias paganas o ciertos sectores de la masonería que, sobre todo en
los países latinos y bajo influencias francesas y españolas, son
hostiles a la moral católica. Pero los «lobbys» a los que se refiere el
Papa son también otros...
-¿Cuáles?
-Las grandes organizaciones de homosexuales, muchas de matriz
anglosajona. Los gays, como todas las minorías, a menudo se pelean en el
seno de sus comunidades, pero especialmente en los EEUU superan sus
desavenencias en la aversión prácticamente unánime de la ética
«papista».
Después está la colosal industria farmacéutica, el negocio más
rentable de la economía global, que obtiene ganancias formidables de la
producción de píldoras anticonceptivas, preservativos y otros fármacos e
instrumentos que contradicen con los hechos las indicaciones de la
Iglesia.
- ¿Existen también lobbys políticos contra
la familia?
-Sobre todo ciertos influyentes sectores del Partido Socialista
Europeo, ese grupo europarlamentario que no ha aceptado al católico
Rocco Buttiglione como comisario sólo porque no ha ocultado que es
creyente; los mismos que no han querido mencionar las raíces cristianas
en el texto de la Constitución Europea. El presidente español Zapatero
es un cabecilla casi caricaturesco de lo «éticamente correcto» que
impera en Bruselas, un radicalismo de masas que ve en la Iglesia a su
enemigo jurado. Las palabras del filósofo Augusto del Noce fueron
proféticas. Los partidos de vieja inspiración marxista se han
transformado en grupos liberales en los que la perspectiva moral es
aquella que fue de la minoría radical de Panella y que ahora inspira a
la vulgata hegemónica. Y la secularización se convierte en desconfianza,
a menudo odio hacia el cristianismo, en deseo de cerrar un paréntesis
evangélico que ha durado veinte siglos. Demasiado tiempo. Cierta
«intelligentzia» se lamenta del «mito semita» del Nazareno que ha sumido
en el letargo a un Olimpo que se podría resucitar, con sus dioses que no
podían blasfemar, porque eran los primeros que seguían sus impulsos, sus
instintos y placeres...
-¿La Iglesia está sufriendo un ataque
frontal?
-Sí. Como siempre y gracias a Dios, si lo vemos con una perspectiva
providencial, ya que el Evangelio, si de verdad lo es, divide. Pero la
Iglesia se encuentra en dificultades no sólo externas, sino también
internas. A veces tengo la impresión de que el Papa es un jefe sin
tropas. Después del Concilio, los católico-progresistas se enfrentaban
abiertamente a las instituciones eclesiásticas, sobre todo en los temas
sociales que por aquel entonces prevalecían. Hoy asistimos a una especie
de cisma sumergido de los creyentes que, sin manifestarlo públicamente,
no obedecen en privado a las normas morales de la Iglesia. Son los que,
si les preguntas, se dicen católicos, incluso van a misa, pero no siguen
las directivas sobre ética sexual y familiar. Desde el uso de los
métodos contraceptivos a la aceptación del divorcio, a la convivencia,
la homosexualidad o incluso el aborto. Luego están los intelectuales
creyentes que firman manifiestos de tono dramático donde Benedicto XVI
aparece como un Pío IX que quisiera cavar un foso entre fe y sociedad,
entre Iglesia y Estado. Al otro lado de la barricada política, el que
hace prédicas edificantes y se postula como defensor a ultranza e
incluso capaz de hacer cruzadas, habla desde los púlpitos dejándonos
cuanto menos perplejos.
- ¿Qué quiere decir?
- Es bien sabido que los líderes italianos de la CdL [la coalición
italiana de centro derecha] que se enfrentan a las «Dico» [nuevas leyes
de parejas de hecho] están todos, pero absolutamente todos, en una
situación familiar que para la Iglesia es irregular. Entre los que se
declaran defensores de la familia, el único que podría recibir sin
problemas los sacramentos, que sólo tiene una mujer a la que nunca ha
abandonado, es Clemente Mastella. Es decir, irónicamente, un exponente
del partido que ha regularizado las uniones de hecho que los
«irregulares» anuncian que quieren combatir a ultranza. Sólo Dios,
naturalmente, «penetra en los corazones» y Él sólo, por tanto, puede
juzgar. Pero, a los ojos de los hombres, también los políticos que se
sitúan en defensa de la familia participan de la incoherencia entre
doctrina y praxis que caracteriza hoy al catolicismo. (Entrevistado por Giacomo
Galeazzi, La Stampa,
traducción del italiano por La Razón)