Historietas para Reflexionar
0804001 LA MÁQUINA PARA PREDICAR
"Odio las máquinas. Sin embargo, deseo que alguién invente una máquina para la predicación. Se aprieta un potón y se pondría a predicar de manera entusiasta y conmovedora. Luego se entregaría a cada comunidad una máquina. ¿La ventaja? Se evitaría por lo menos el escándalo. Nadie se escandalizaría que la máquina no esté practicando lo que predica" (diario de S. Kierkegaard).
escándalo, predicación, prédica
0804002 LUZ DEL MUNDO
"Cuando pienso en el Papa Juan XXIII – comentaba el Papa Paulo VI – me acuerdo de la observación del P. Bevilacqua: 'Un niño hebreo preguntó a un anciano qué debería hacer el justo. El anciano respondió en seguida: ¿Acaso le pides al sol que haga algo especial? Sale el sol y luego se pone y en su trayecto consuela el alma'. Juan XXIII salió y ha ido hacia el ocaso y ha consolado las almas. Con esto ha provocado un resurgimiento de amor que nadie puede ya hacer desaperecer".
0804003 ENCENDER UNA LUZ - MALDECIR LAS TINIEBLAS
En Norteamérica existe un movimiento que se llama "Los Cristóferos", es decir "Portadores de Cristo". Una noche más de 100 000 de ellos estaban reunidos en un gigantesco estadio. De repente se apagaron todas las luces y se hizo una oscuridad impenetrable. Todo el mundo se puso tenso. El fundador del movimiento, de pie en medio de la cancha. encendió una velita. Era una luz pequeñísima pero todos pudieron verla. Levantó la vela y dijo: "Es mejor encender una luz que maldecir las tinieblas". Tomando lumbre de esta velita se encendieron todas las velas de los 100 000 presentes y se hizo una luz esplendorosa en todo el estadio.
0804003
LA LUCHA DE LA CUARESMA – Y DE TODA LA VIDA.
Se cuenta
lo siguiente de un viejo anacoreta o ermitaño, es decir, uno de esas personas
que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las
montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia. Se quejaba
muchas veces que tenía demasiado que hacer. La gente preguntó cómo era eso de
que en la soledad estuviera con tanto trabajo. Les contestó: "Tengo que
domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos,
vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león". "No vemos
ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos
animales?" Entonces el ermitaño
dio una explicación que todos comprendieron. Porque estos animales los tienen
todos los hombres, ustedes también.
"Los dos halcones son mis ojos. Se lanzan sobre todo lo que que se les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para que sólo se lanzan sobre una presa buena. Los dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlos para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir. Son mis dos manos. Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosa difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta. Son mis dos pies. Los más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula. Es mi lengua. Si no la vigilo de cerca hace daño. El burro es muy obstinado. No quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día. Es mi cuerpo. Finalmente necesito domar el león. Quiere ser rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso. Es mi corazón.
0804004 PALABRA DE DIOS EL PAN DE LA VIDA
Cuentan que el emperador romano había prohibido con la amenaza de severos castigos a los cristianos que tengan una Biblia en su casa. Pero mucho cristianos la guardaban a pesar de todo y la leían a escondidas. Un día entró al pueblo un contingente de policías para revisar casa por casa. Una mujer que los veía llegar tuvo una idea ingeniosa. Ya que estaba justo preparando la masa para hornear el pan para la semana tomó la Biblia la envolvió en la masa y le introdujo en el horno. Cuando entraron los policías a la casa no encontraron Biblia alguna en la casa. Vieron nada más que pan horneándose. El día siguiente la madre sacó el pan del horno para servirlo a la familia. En medio del pan la Biblia estaba perfectamente conservada.
Todos entendían enseguida. La Biblia es el pan de la vida porque es la Palabra de Cristo. Así como el pan aliementa a los hombres diariamente de la misma manera la Palabra de Dios proclamada o leída cada día alimenta la vida eterna en los creyentes. Se pueden imaginar que aquella Biblia fue conservada de generación en generación como tesoro precioso.
0804005 UN POCO MÁS, POR FAVOR
Había una vez dos
amigos que se querían entrañablemente. Todo lo hacían juntos: estudiar,
divertirse y también algunas mataperradas. Llegó el momento cuando tenían que
separarse lo que les causó mucho dolor. Pero se prometían el uno al otro, el
que muriese primero avisaría al otro, ya que de todos modos se encontrarían en
el cielo, Dios mediante.
El que había viajado
lejos a otro país, se enamoró y decidió casarse con una linda chica. Cuando
después de la misa del matrimonio estaban sentados a la mesa para festejar las
bodas, apareció de repente el amigo. Nadie podía verlo sine el novio. El amigo
le hizo señas para que le siguiera y una vez afuera le dijo: "He muerto y
Dios me ha recibido en el cielo. Soy muy feliz y quería avisarte como lo había
prometido".
El novio le pidió
que le mostrara cómo era el cielo y el otro le contestó: "No puedo dejarte
entrar, pero puedes mirar un momento por el ojo de la cerradura". El otro
pegó el ojo y no vio casi nada, pero lo poco que vio era maravilloso. Su amigo
le dijo: "Hombre, los de la boda se están inquietando. Te están
esperando". "Sólo un momento más" suplicaba el novio. El otro
tenía que tomarle de los hombros para que despegara el ojo y regresara al
banquete de matrimonio.
Cosa extraña, al acercarse a la casa, todo estaba en oscuras y no había nadie. El novio tocó la puerta y salió una ancianita Preguntó a la ancianita "¿Dónde están los huéspedes del matrimonio? ¿No se celebra aquí un matrimonio?" La ancianita contestó: "El último matrimonio que ha habido en esta casa fue hace 60 años. Mi novio se levantó de la mesa y no volvió. Nadie sabe a donde se ha ido y aquí me encuentra esperando".
0804006 (Jn 4, 7) DAME DE BEBER -
EL PRÍNCIPE MENDIGO
Cuentan que una vez un mendigo que caminaba por la calle pidiendo limosna y pan para comer vio que un carro lujoso se estaba acercando. Se sorprendió cuando el carruaje paró a su lado y bajaba de él un señor elegantemente vestido. Era un príncipe que se acercaba al mendigo. Este lo miró esperando que le iba a dar una limosna. Pero el príncipe le preguntó: "¿Qué tienes para regalarme?" El mendigo confundido buscó entre las cosas de su bolsa y puesto que tenía mucha hambre sacó sólo dos granos de trigo y se los regaló al príncipe. El príncipe le agradeció cortésmente y, subiendo a su carruaje se fue. En la noche cuando el mendigo vaciaba su costal para ver lo que le habían dado de limosna encontró dos granos de oro. Se dio cuenta que si le hubiera dado al príncipe algo más grandes hubiera recibido las mismas cosas en oro. Y le dio mucha pena.
0804007
SE VE BIEN SÓLO CON EL CORAZÓN
El escritor Saint Exupery en su cuento "El Principito" cuenta de un muchacho que camina por el mundo para buscar a un verdadero amigo. Traba amistad con un zorro. Cuando llega la hora de despedida el zorro le dice: "Te voy a contar mi secreto. Es muy sencillo. Se ve bien sólo con el corazón. Las cosas importantes son invisibles para los ojos". El principito repite la frase una y otra vez para grabarla bien en su memoria. "Las cosas importantes son invisibles para los ojos. Se ve bien sólo con el corazón".
0804008 (Jn 9,2) DIOS ESCRIBE DERECHO SOBRE LÍNEAS TORCIDAS
El pintor inglés Thornbill recibió
el encargo honroso de pintar el interior de la cúpula de la catedral de San
Pablo. Luego de muchos meses de arduo trabajo había concluido su cometido tan
importante. Para mirar bien su obra de arte retrocedió cada vez más sobre el
andamio para poder apreciarla. Sin darse cuenta estaba llegando al borde del
andamio en las alturas de la cúpula. Medio paso más y se hubiera matado cayendo
desde lo alto. Uno de los ayudantes del pintor en ese momento tomó un pincel
y comenzó a pintar una raya horrible a
través de la obra de arte. Indignado el pintor se lanzó hacia el culpable para
arrancarle el pincel. Su ira se convirtió en gratitud cuando el ayudante le
dijo: "Le he salvado la vida. Si gritaba usted se voltearía y caía. Pero
al rayar su pintura se lanzó hacia delante y se alejó del abismo".
Así obra Dios frecuentemente en nuestra vida. Permite desbarajustes para poder ayudar más y mejor y para salvarnos de la caída en el infierno.
0804009 (Jn 11,25) LA MUERTE SE MUERE
Había una vez un leñador que, aún siendo pobre, vivía muy feliz con su familia en su pequeña choza. Frecuentemente en las noches los vecinos escuchaban risas y música. Esto le dio cólera al rey que pasaba todas las noches. "¿Cómo es que este pobre infeliz hace fiesta cuando yo, con todas mis riquezas, ando nada más que preocupado? Le voy a aguar la fiesta". Mandó a un criado para exigir del leñador que so pena de muerte construya en un día un carruaje para el palacio. Si no cumplía moriría él y toda su familia. Por un momento todos los miembros de la familia estaban tristes porque era imposible realizar esta tarea y la muerte estaba segura. Pero luego se decidieron a celebrar la mejor fiesta de su vida porque habían sido felices y querían terminar la vida felices. Así que se escuchaba música y risas. La mañana siguiente se acercó a la casa el criado del rey. Todos salían afuera dispuestos a morir juntos. El criado dijo: "Tengo otro trabajo para usted, leñador. Prepare un ataúd. El rey ha muerto durante la noche".
Muchos
consideran la muerte física como una amenaza que amarga la vida y convierte la
fiesta de la vida un velorio. Con Cristo la muerte se muere. La amenaza de la
muerte no puede quitarnos la fiesta.
0804010 (1P 2,5.9)
PUEBLO
VIVO DE DIOS" ¡Curioso: otro cuento de un ataúd!
Cuenta un feligrés del pueblo de Allá.
“Cuando el nuevo párroco, el Padre Heriberto inició su labor en la Parroquia de
Allá, encontraba solamente indiferencia y rechazo. El primero domingo predicó
en un templo completamente vacío. El segundo domingo sucedió lo mismo. Y cuando
entre semana visitaba a los feligreses, nadie quería escuchar. Le dijeron: "La Iglesia está muerta,
tan muerta que no hay posibilidad de revivirla”.
El jueves de la segunda semana
apareció un aviso en el periódico del pueblo vecino."Cumplimos con el
penoso deber de informarles con en
el consentimiento de la comunidad
parroquial, que ha fallecido la Iglesia de San Francisco de Allá. La Misa
de Honras se celebrará el domingo a las 11. 00 a.m. Cordialmente invitamos a
los feligreses de Allá a que asistan a
este ultimo acto en su templo parroquial.
Padre Heriberto, Párroco
A las 10.30 a.m. los asientos de la
Iglesia parroquial estaban ya ocupándose y hasta las 11. 00 el templo otrora
abandonado estaba repleto. El centro de atención de la comunidad reunida en
el templo fue al ataúd colocado delante
el altar.
Puntualmente
a las 11.00 el párroco salió de la sacristía y luego de haber orado unos
momentos en silencio ante el altar se acercó
al pulpito para dirigirse a la comunidad reunida:" Ustedes me han
hecho comprender que están verdaderamente
convencidos que nuestra Iglesia está muerta. Tampoco tienen esperanza alguna de
revivirla. Quisiera pedirles un ultimo favor. Tengan la bondad de pasar uno por
uno delante el ataúd y contemplen un momento al difunto ofreciéndole sus
últimos respetos. Luego salgan de la Iglesia por el portón lateral. Al final
concluiré yo solo el servicio fúnebre. En el caso de que algunos de entre
ustedes cambien de idea y piensen que sería posible revivir a al Iglesia, les
suplico de entrar nuevamente por la puerta principal. En lugar del servicio
fúnebre celebraré una misa en acción de
gracias”.
Sin una palabra más el párroco se
acercó al ataúd y reverentemente levantó la tapa.
Yo
fui uno de los últimos de la larga fila y así tenía tiempo para
pensar:" ¿Qué es la Iglesia, de qué se compone? ¿A quien encontraría en el
ataúd, acaso la imagen del Salvador? Pero esto no podía ser porque la Iglesia
fue fundada sobre la muerte del Señor y su rescurrección. ¿La Iglesia vive?
¿Puede morir?". Parece que mis vecinos cobijaban pensamientos similares al
acercarse al ataúd. Vi que algunos temblaban. De repente nos asustó
el chirrido del portón principal que se abría para dar paso a una multitud innumerable que entraba.
Y ahora me tocaba mirar a la Iglesia en el ataúd. Casi sin querer
cerré los ojos cuando me incliné sobre el difunto. Cuando abrí los ojos vi en
el ataúd no a la Iglesia difunta sino
un miembro difunto de la Iglesia. Me vi a mí mismo. Habían colocado en el ataúd
un gran espejo”.
¡A mirarse
en el espejo, hermanos!