3. LA CIENCIA Y LA FE FRENTE A FRENTE: Padre Jorge Loring sj
(Conferencia pronunciada el el Salón de la Caja de Ahorros del Círculo
Católico de Obreros de Burgos)
En la conferencia de ayer hablábamos
de la grandeza de Dios. Dando un vistazo a lo que es el Universo,
admirábamos la sabiduría, el talento y la técnica de Dios que es el Autor de
esta máquina fenomenal que llamamos Universo. Y, en frase del astrónomo
contemporáneo James Jeans, decíamos que el Universo es obra de un gran
matemático. Es decir, que este cosmos fenomenal no es un juguete hecho con
un palo y una rueda, que puede hacer un chiquillo; supone mucha matemática,
supone mucho talento, supone mucha técnica.
Y entonces, ayer, observando el Universo, no con ojos de ignorante, sino con
ojos de hombres cultos y conscientes, nos dábamos cuenta de la maravilla de
la Creación, y al final caíamos de rodillas admirando la grandeza, la
sabiduría, el poder y la técnica de ese Ser maravilloso a quien nosotros
llamamos Dios.
Sin embargo hace unos días, el primer cosmonauta soviético que se ha salido
de la cápsula, Alexis Leonov, ha dicho: «me he paseado entre las estrellas y
allí no me he encontrado a Dios». Esto es una ingenuidad. Si Leonov pensaba
encontrarse a Dios entre las estrellas como a un amigo por la calle, es que
no tiene idea de lo que es Dios. No es que Dios no estuviera entre las
estrellas. Dios estaba allí, pero a Dios no se le puede ver con los ojos,
porque es espíritu, y con los ojos sólo se puede ver la materia.
Hay muchas cosas que existen, aunque no se vean con los ojos de la cara.
Como un sordo en un concierto. Se levanta la gente aplaudiendo entusiasmada
ante la maravillosa interpretación de la Quinta Sinfonía de Beethoven, y el
sordo se queda impasible. No se ha enterado de nada. Sin embargo la
interpretación fue magnífica. Lo mismo le pasó a Leonov.
***
Hoy vamos a dar un paso más.
El camino lógico para ir a Dios es la fe. Pero vamos a ver cómo también la
ciencia lleva a Dios. La ciencia confirma la fe.
No es que creamos sólo por lo que dice la ciencia. Creemos porque Dios nos
ha hablado. Pero nos alegramos de que la ciencia moderna nos confirme las
cosas que ya sabíamos por fe.
Me voy a fijar en una frase que dijo Pío XIl en un Congreso Internacional de
Hombres de Ciencia: «La ciencia moderna descubre a Dios detrás de cada nueva
puerta que abre».i Precioso!
El hombre progresa, el hombre investiga, el hombre va descubriendo más
verdades, va profundizando en la ciencia; y según el hombre va profundizando
en la ciencia va encontrando a Dios. La ciencia me proporciona datos que
confirman la fe. Antes de seguir adelante he de advertir que cuando hablo de
ciencia, hablo de verdadera ciencia. No hablo de una hipótesis de trabajo
que puede hacer un científico, que todavía no es ciencia definitiva, porque
no tiene una comprobación experimental suficiente. Hablo de la ciencia ya
comprobada y confirmada, de las verdades científicas definitivas. No hablo
de hipótesis científicas, porque las hipótesis científicas pueden ser
pasajeras, y lo que hoy es hipótesis, mañana puede arrumbarse en el olvido.
En cambio la verdadera ciencia vale lo mismo hoy que hace mil años, que
dentro de mil años. El principio de Arquímedes, como verdadera ciencia, es
inmutable. Lo mismo hoy, que 300 años antes de Cristo, cuando Arquímedes
dijo que «todo cuerpo sumergido en un fluido recibe un empuje hacia arriba
igual al peso del volumen del fluido que desaloja». Lo mismo vale este
principio para la flotación de los galeones del lmperio Romano que para los
grandes superpetroleros de hoy.
***
En el siglo pasado se decía que la Ciencia se oponía a la Fe. Los nuevos
descubrimientos científicos y el vertiginoso avance de la técnica
perturbaron a algunos. Con la euforia de los nuevos descubrimientos
quisieron que la Religión se arrodillara ante la Ciencia. La Ciencia era el
dios del futuro. Creyeron que la Religión era algo ya superado. El progreso
técnico trajo a la vida un cambio tan grande que se quedaron perplejos.
Tengamos en cuenta que la revolución técnica es cosa de cien años.
***
Quitadle a nuestra civilización actual la electricidad, quitadle el
ferrocarril, quitadle el automóvil, quitadle el avión. Es decir, si
reducimos nuestra vida a movernos a base de caballo y a alumbrarnos a base
de quinqué, ¿qué queda de nuestra vida moderna? Pues así ha estado la
Humanidad hasta hace cien años.
Los antropólogos estudian los restos humanos, y se conocen restos humanos
desde hace más de un millón de años. Esto es interesante. Hace más de un
millón de años que el hombre pisa la Tierra, y el hombre hasta hace cien
años no conocía otro medio de locomoción que el animal: sea el elefante, sea
el camello, sea el caballo o el burro. ¡Hasta hace sólo cien años!
Mirad, algunos de los que estáis aquí, recordaréis que cuando se quería ir a
Madrid, no se tenía otro vehículo que la diligencia. No había más. Había que
ir a base de caballo. Y en toda la historia de la Humanidad, hasta hace cien
años no había otra cosa. El ferrocarril es de mediados del siglo pasado. El
automóvil de finales del siglo pasado. El avión de principios de este siglo.
Los hermanos Wright volaron en avión por primera vez en el año 1903. Y
fijaos la velocidad con que ha progresado el ferrocarril, el automóvil y el
avión. i Lo que ha progresado el hombre en cien años, en medios de
locomoción! iY en medios de comunicación!
Felipe lI tardó un mes en enterarse de la victoria de la batalla de Lepanto.
Y hoy podemos ver en directo por televisión, al mismo tiempo que está
ocurriendo, una carrera de automóviles en Francia, o la salida de los
cohetes espaciales americanos.
Pero hasta hace cien años, como no se conocía la corriente eléctrica, no
había televisión, ni radio, ni teléfono, ni nada. Las noticias sólo podían
llegar por carta.
***
Lo que se ha transformado la vida del hombre. Y no digamos nada de lo que
queda. Las perspectivas que tiene el progreso con el láser, que llaman rayo
de la muerte. Es verdad que el rayo láser sirve para matar, pero también
sirve para la comunicación, la cirugía, etc. Y veremos lo que Dios tiene
reservado para el progreso de la Humanidad.
Vamos a una velocidad descomunal en el progreso técnico. Os voy a contar una
anécdota que confirma esto que estoy diciendo.
Me acaban de contar que en Dunquerque, en Francia, se inauguró una
monumental siderúrgica. Pues el mismo día de la inauguración ya no era
moderna, porque se acababa de inventar el método de colada continua, que
hacía anticuada la maquinaria que se había instalado en aquella planta
siderúrgica. iEl mismo día de la inauguración quedó anticuada, porque ya
había métodos más modernos!
Ésta es la velocidad del mundo moderno. La velocidad de la técnica. Haces
una cosa, y antes de un año se queda antigua; porque ya se ha inventado otra
cosa más rápida, más económica o más práctica.
Y bien. ¿ Por qué quería yo insistir en esto? Para que comprendamos que
cuando en el siglo pasado el hombre empieza a hacer los descubrimientos
científicos, y empieza el progreso técnico, el hombre empieza entonces a
adorar a la ciencia, y a la diosa razón, y el hombre empieza a creer que la
auténtica religión hay que arrumbarla, porque es una atadura a la ciencia.
Que la ciencia era la religión del porvenir. Ya Dios no es necesario. La
ciencia lo explica todo. iEso decían algunos en el siglo pasado! Hoy,
gracias a Dios, estamos de vuelta.
El filósofo alemán Max Scheler dice: « El hombre, o cree en Dios o se crea
un ídolo». Ese ídolo será la política, o el Estado, o la raza, o el dinero o
una mujer. Pero el hombre tiene que creer en algo. Añade Max Scheler: «EI
hombre necesita algo que adorar. El hombre es esencialmente religioso. Por
eso para que el hombre crea en Dios, hay primero que derribar el ídolo que
él se ha levantado en lugar de Dios». Esto es lo que dice Max Scheler. En
muchos de los que dicen que no creen en Dios, no sería difícil encontrar el
ídolo al que adoran en lugar de Dios. No porque la fe no sea razonable, sino
porque la adoración de su ídolo le impide adorar al Dios verdadero.
***
Vamos a ver hoy cómo la ciencia nos lleva a Dios.
Hoy los hombres de ciencia saben que la Religión no sólo no se opone a la
Ciencia, sino que las dos se ayudan mutuamente.
Os voy a citar a un hombre de ciencia moderno.
En mi libro «Para salvarte» he puesto una frase que me gusta mucho de Max
Planck, un hombre de ciencia contemporáneo. Premio Nobel de Física. Uno de
los hombres de ciencia más notables de nuestro tiempo, por su teoría
cuántica. Pues Max Planck dice esta frase: «Jamás puede haber oposición
entre la Religión y la Ciencia, porque una es complemento de la otra». Es
interesante que un hombre de ciencia hable así; la Religión no se opone a la
Ciencia.
Es más, la Religión, la fe, ayuda a la Ciencia. Porque como no puede haber
oposición entre Fe y Ciencia, cuando la Ciencia tiene en cuenta la Fe, tiene
la suerte de no desviarse por caminos equivocados. Es como las vías del tren
que lo conducen por su camino. Le ayudan. Le impiden salirse del camino. Eso
no es obstaculizar, es facilitar el camino. El tren, fuera de la vía no da
un paso.
Os voy a explicar esto: No puede haber oposición entre la ciencia y la fe.
¿Porqué?
Porque las dos vienen de Dios.
¿Qué es la fe? Fe es el conocimiento de las verdades de la Religión, que
Dios nos revela. Yo creo porque acepto unas verdades de Religión que Dios me
comunica, que Dios me transmite. Yo las acepto. Yo creo. Yo me fío. Esto es
Fe. Eso es Religión. El conjunto de verdades religiosas que Dios me
comunica.
¿Qué es ciencia? El conocimiento de las leyes que Dios ha puesto en la
Naturaleza. Las leyes de la Naturaleza son objeto de la ciencia. Estudiando
la Naturaleza se formulan esas leyes. Después la técnica las aplica para el
progreso.
Pero, ¿quién ha puesto estas leyes en la Naturaleza?
¿Los hombres? No. Estas leyes no son de los hombres.
Los hombres descubren y formulan las leyes, pero no las ponen. Veíamos ayer
que Newton y Kepler formularon las leyes que rigen los movimientos de los
astros. Pero esas leyes no las hicieron ni Newton ni Kepler. Esas leyes
regían el movimiento de las estrellas mucho antes que nacieran Newton y
Kepler. Lo que hacen Newton y Kepler, es que estudiando el movimiento de las
estrellas, deducen y formulan unas leyes según las cuales se rige el
movimiento de las estrellas; pero ellos no hacen esa ley. La ley existía
antes que ellos nacieran.
Lo mismo pasa con las leyes de la termodinámica, electrónica o biología.
¿Quién hizo la ley? El que hizo el Universo.
Luego, ¿de quién es esa ley? De Dios. ¿Quién es el autor de la ley? Dios.
Luego si Dios es el autor de la ciencia, porque es el que pone las leyes en
la Naturaleza; y Dios es el autor de la fe, porque la fe es la aceptación de
las verdades de la religión que Dios ha revelado; ciencia y fe vienen de la
misma Verdad, y por lo tanto no puede haber contradicción entre ciencia y
fe, porque las dos vienen de Dios. Y Dios no va a contradecirse en lo que
nos comunica por la Revelación y lo que nos comunica por la Naturaleza.
Por eso, si alguna vez un hombre de ciencia cree haber encontrado alguna
verdad que se opone a un dogma de fe, nosotros de antemano podemos asegurar
que ese hombre se equivoca.¿Por qué? Porque un hombre se puede equivocar,
por mucho talento que tenga. El que no se puede equivocar es Dios.
Y si Dios te revela un dogma de fe, todo hombre que crea descubrir una
verdad que vaya en contra de ese dogma de fe, podemos afirmar que se
equivoca. Y eso que él cree una verdad científica, no pasa de ser una
hipótesis particular suya que pasará con el tiempo, como han pasado tantas
hipótesis que no se han mantenido porque no eran verdadera ciencia. Porque,
repito, la verdadera ciencia nunca puede encontrar nada contra la fe. Porque
ciencia y fe, las dos vienen de Dios.
***
Como la Iglesia sabe esto, por eso la Iglesia apoya la ciencia, apoya el
progreso.
La Iglesia no tiene miedo a la ciencia. La Iglesia tiene interés en que la
ciencia progrese. Porque la Iglesia sabe que la ciencia cuanto más
profundiza y avanza más confirma la fe.
La Iglesia no le tiene miedo a la ciencia, aunque sea soviética. Porque la
ciencia soviética no es distinta de la ciencia occidental. Dos y dos son
cuatro. Lo mismo en Berlín que en Madrid, en Nueva York o en Moscú.
La Iglesia apoya la ciencia. La Iglesia apoya el progreso. Porque sabe que
el progreso, la verdadera ciencia, ayuda a la fe
***
Por eso, cuando hay un hombre que de verdad hace progresar la ciencia, la
Iglesia lo aplaude.
Me acuerdo de una conversación que tuve en una factoría de Cádiz, con un
obrero, cuando en abril de 1961, Yuri Gagarin, cosmonauta soviético, se
salió del campo gravitatorio de la Tierra. Fue el primer hombre que lo hizo.
Entonces Juan XXIll le mandó una felicitación.
Y viene un obrero a decirme:
-Padre, ¿cómo es posible que el Papa felicite a Yuri Gagarin que es
comunista.?
Y le contesté:
-Bueno. Primero, tú no sabes si Yuri Gagarin es comunista. Porque no te
creas que todos los que están en Rusia son comunistas. Unos serán comunistas
y otros no. En Rusia gobiernan los comunistas, pero eso no quiere decir que
todos los rusos sean comunistas. En Rusia hay 230 millones de hombres y sólo
diez millones son del Partido Comunista. Hay 220 millones que no lo son.
Pero en fin, vamos a suponer que Yuri Gagarin es comunista. De acuerdo. Lo
suponemos, pero no nos consta. Pues sí. El Papa felicita a Yuri Gagarin que
es comunista. No por ser comunista. Porque el comunismo es ateo, y por ser
ateo está excomulgado por la Iglesia.Pero el Papa lo felicita, aunque sea
comunista, porque Yuri Gagarin es un héroe de la Humanidad. Yuri Gagarin ha
arriesgado su vida para hacer avanzar los vuelos interplanetarios. Ha sido
el primer hombre que se ha atrevido a salir del campo gravitatorio de la
Tierra. No sabía si se le iba a parar el corazón, o si se iba a morir por
una subida de tensión, etc. Se jugó la vida para que los médicos desde la
Tierra, por telemetría, vigilaran en su cuerpo las consecuencias de la
ingravidez: su ritmo cardíaco, su tensión arterial, etc. Por eso Juan XXIll
le manda una felicitación. Por la proeza que había hecho. Aunque sea
comunista.
Más tarde Yuri Gagarin murió como un auténtico héroe en Wladimir, probando
un avión estratosférico. Tuvo una avería, y viendo que se iba a estrellar en
la ciudad de Wladimir, 200 Kms. al Este de Moscú, haciendo un estrago, en
lugar de tirarse en paracaídas y salvarse él, se quedó en el aparato y lo
estrelló en las afueras, para no hacer daño a nadie, muriendo en el
accidente. Murió en un acto heroico de caridad. Fue un héroe. i Claro que
era digno de que el Papa lo felicitara! Aunque el Papa no sospechara
entonces la madera de héroe que tenía Yuri Gagarin.
***
La Iglesia no le tiene miedo a la ciencia. La Iglesia procura el progreso de
la ciencia. La Iglesia sabe que los nuevos descubrimientos nos irán
confirmando nuestra fe.
Os voy a poner unos ejemplos de esto que estoy diciendo: la ciencia confirma
la fe.
Mirad: desde que los hombres leen la Biblia, todos siempre hemos sabido que
el mundo lo hizo Dios. Nuestros abuelos, nuestros tatarabuelos, etc., creían
que el mundo lo hizo Dios porque lo dice la Biblia. Nada más. Y no tenían
más datos. Pero es interesante que hoy no sólo la Biblia es la que nos dice
que el mundo lo ha hecho Dios. i Es que lo dice la ciencia! Os lo voy a
explicar.
La ciencia misma nos confirma la creación del mundo por Dios. Es una verdad
religiosa confirmada por las leyes de la Física.
Esto es tan serio, que Pío XII en ese discurso a un Congreso Internacional
de Hombres de Ciencia al que antes aludía, dijo: «La Ciencia moderna
confirma con la exactitud propia de las pruebas físicas que el cosmos que
hoy contemplamos es obra de un Creador».Tened en cuenta que Pío XIl hablaba
delante de científicos católicos y no católicos, y por lo tanto tenía que
cuidar mucho sus palabras para nos desprestigiar a la Iglesia a quien
representaba.
Esto es interesantísimo. Los hombres de ciencia han llegado a la conclusión
de que el universo no es eterno. Que esto que contemplamos, comenzó. Ésta es
la gran afirmación del mundo de la ciencia, de los hombres de ciencia.
Ese Universo eterno, esa materia eterna propia del ateísmo marxista, no
tiene base científica. Marx se equivocó en esto como en otras muchas cosas.
Para barrer a Dios necesitaba suponer que el Universo es eterno. Así no
necesita Creador. Pero ahora resulta que los científicos demuestran que el
Universo no puede ser eterno.
Os pongo unos datos fáciles de comprender.
Todos los hombres que han estudiado un poco estas cosas, saben que el
hidrógeno se convierte en helio en un proceso continuo e irreversible. Es
decir, que el paso de hidrógeno a helio es continuo y nunca vuelve atrás.
Siempre es el hidrógeno el que se convierte en helio. Nunca el helio se
convierte en hidrógeno. Eso lo sabe cualquiera que haya estudiado: todos los
hombres de ciencia.
Por lo tanto, puesto que el paso de hidrógeno a helio es continuo e
irreversible, si el Universo fuera eterno, ya se habría agotado todo el
hidrógeno del Universo, que es limitado.
Sin embargo, los astrónomos saben que todavía queda hidrógeno que se quema
en las estrellas. Luego si queda hidrógeno en el Universo, señal de que este
Universo no es eterno. Si fuera eterno ya no quedaría hidrógeno. Y todavía
queda.
El Universo no es eterno. Eso lo saben todos. Es una de las razones. La más
breve que os he podido explicar de cómo la ciencia confirma que el Universo
no es eterno, que tuvo principio. Interesante.
***
Es más: sabemos la edad que tiene el Universo. Los hombres de ciencia por
distintos caminos han calculado que el Universo tiene cerca de los quince
mil millones de años. Quizás a algunos le parezca mucho. No es mucho porque
antes había quien calculaba quinientos mil millones de años. Pero hoy nadie
va por esa escala larga. Todos están por la escala corta, que es del orden
de unos quince mil millones de años.
El hombre ha logrado saber que este Universo no sólo no es eterno, primer
paso, sino que ahora la ciencia averigua la edad que tiene el Universo. Y
dice: alrededor de los quince mil millones de años.
Una anécdota:
Estaba yo dando conferencias en la Factoría de San Carlos de la Naval, la
Constructora de San Fernando. Hablaba de esto. Dije más o menos lo que he
dicho ahora. Al día siguiente cuando llego a la factoría para tener otra
conferencia, me dice un ordenanza:
-Padre, el Sr. Director me ha dicho que suba Vd. a su despacho antes de la
conferencia.
Subo a su despacho y me dice el Director:
-Mire Vd. Padre, iqué casualidad! Ayer nos dijo en la conferencia que la
edad del Universo era de quince mil millones de años. Pues mire Vd., después
de la conferencia vengo a mi despacho, y en la correspondencia que acaba de
llegar venía esta revista.
Y me la entrega. Era una revista gráfica informativa que se llama «London
News». Y venía un artículo del director del Observatorio de Edimburgo sobre
la edad del Universo. La revista estaba en inglés. Pero me digo: «Esto es
una ocasión única».
Con la revista bajo el brazo, voy a la conferencia, y el impacto es
fenomenal. Porque les digo a los obreros:
-¿Qué os decía ayer? Que el Universo tenía quince mil millones de años,
¿no.? Pues acabo de llegar a la factoría. Me llama el Director. Me entrega
esta revista. Acaba de llegar de Londres. Está en inglés, pero los números
son internacionales.
Les abro la revista y, aunque las palabras no las entendían, los números sí.
La casualidad de que el mismo día que estaba hablando de esto llega de
Londres una revista donde decía lo mismo. No podía decir otra cosa, porque
lo dice cualquier escrito de astronomía que trate de estas cosas.
Por cierto, que esta explosión que dio origen al cosmos, el Big-Bang, como
dicen los anglosajones, ha sido confirmada por los astrónomos Premios Nobel
de Física, Wilson y Penzias, que han recogido las microondas de la explosión
del momento de la Creación. El catedrático de Física Teórica de la
Universidad Complutense de Madrid, D.Alberto Galindo, califica este hallazgo
como «uno de los más importantes de la Astrofísica del siglo XX».
***
Bien, con esto lo que quería deciros es que la ciencia nos confirma algunas
verdades de la fe. No sólo que la ciencia nunca puede oponerse a la fe, sino
que la ciencia va confirmando la fe.
Os voy a leer algunos textos que he puesto en mi libro «Para Salvarte». El
Dr. Pascual Jordan, Profesor de Física Teórica de la Universidad de
Hamburgo, ha publicado recientemente un libro en el que afirma que « la
Física moderna no sostiene ya más un concepto materialista del Universo,
basado en la negación de Dios». Max Planck, del que os he hablado antes,
sabio alemán contemporáneo, premio Nobel de Física, dice: «Lo que nosotros
tenemos que mirar como la mayor maravilla es el hecho de que la conveniente
formulación de esta ley produce en todo hombre imparcial la impresión de que
la Naturaleza estuviera regida por una voluntad inteligente y consciente del
fin». iPor alguien! iPor una persona! iPor una voluntad inteligente! La
Naturaleza está regida por una voluntad inteligente. Y a Ése, a esa voluntad
inteligente, de la cual habla Max Planck, a Ése llamamos Dios.
Algunos, que tienen alergia a Dios, hablan de una energía preexistente.
Pero esa energía tiene que ser inteligente y eterna, es decir, que es Dios.
Eddington, considerado como uno de los más grandes astrofísicos de los
últimos tiempos, dice: «El principio del proceso mundial presenta
dificultades insuperables a no ser que convengamos en considerarlo como
sobrenatural». Y Edmundo Whittaker, Profesor de la Universidad de Edimburgo,
se convirtió al catolicismo como fruto de las investigaciones sobre el
origen del Universo.
***
Voy a tocar brevemente, porque no quiero extenderme mucho, un paso más.
Voy a dejar las ciencias experimentales. Me voy a meter en la Metafísica.
La Metafísica necesariamente me lleva a creer en Dios. Quien estudia
Metafísica debe ser creyente. No es que la Metafísica sea necesaria para
creer en Dios. Puede un hombre inculto e ignorante tener fe, que es un don
de Dios. El camino del conocimiento de Dios es la fe, no la cultura. Lo que
decimos es que la Metafísica también me lleva a Dios. ¿Por qué? Porque es
necesario que haya un ser que sea eterno.
Los católicos sabemos que hay un Dios eterno. Porque lo dice la Biblia. Y
ahora viene la Metafísica a confirmarlo. Pensemos en el hecho de la
evolución integral: un hombre viene de otro hombre; una estrella de otra
estrella; unos seres vienen de otros. Todo lo que comienza debe su
existencia a otro. En el Universo estamos rodeados de seres que comienzan.
Todo el que comienza debe su existencia a otro, que lo pone en la
existencia.
Ahora vamos al primero. Vamos al autor de todo lo demás. Y decimos: este
primer ser tiene que ser eterno.¿Por qué? Porque si debiera su existencia a
otro ya no sería el primero. Sería el segundo. El primero tiene que ser
eterno. No ha comenzado nunca. Ha existido desde siempre. No puede deber su
existencia a nadie. Él es el primero. No puede tener principio, porque si
tuviera principio, ¿cómo comienza? Antes de existir no puede darse la
existencia a sí mismo. A otro no le debe la existencia porque es el primero.
A sí mismo no se la puede dar antes de existir. Porque antes de existir,
¿qué va a hacer? No puede hacer nada. Todos para actuar, primero tenemos que
existir. Después actuamos. Pero actuar antes de existir es un absurdo. Hace
cien años no existía ninguno de nosotros. Y hace cien años, cuando no
existíamos, ¿qué podíamos hacer para existir? iSi éramos nada! iNi desear
existir siquiera! iÉramos nada! Nosotros hemos existido cuando otros
(nuestros padres) nos ponen en la existencia. Lo que comienza no puede darse
la existencia a sí mismo; porque antes de existir, nada puede hacer.
Luego todo lo que comienza debe la existencia a otro. Y el primero, que no
tiene otro, tiene que existir desde siempre. No puede comenzar a existir.
Tiene que ser eterno. A ese ser que no tiene comienzo y que es eterno, a ése
llamamos Dios. El inglés lo llama GOD, el francés DIEU, el italiano DÍO, el
griego ZEÓS, el hebreo YAVÉ, el árabe ALÁ, y el ruso BOG; pero en todas las
lenguas del mundo hay una palabra para llamar a ese SER ETERNO, Creador del
Universo.
Se impone a nuestra razón la necesidad de un Ser Eterno.
Si consideramos un momento en que no hay ningún ser, ni Dios, nada: la nada
absoluta, ¿cómo comienza en primero? No hay manera de que comience el
primero. No puede comenzar. Entonces nunca hubiera existido nada.
Si vemos un mundo, vemos un Universo, vemos unos seres que proceden unos de
otros, necesariamente se nos impone a la razón la existencia de un Ser
Eterno que ha existido desde siempre, que nunca ha comenzado a existir, y
que es la causa de todos los seres que han comenzado a existir después: ése
es Dios. La Metafísica nos lleva a creer en Dios.
***
Termino diciendo que demos gracias a Dios por vivir en un siglo en el cual
los descubrimientos científicos nos llevan a Dios. Nuestros abuelos creían.
Pero sólo por la fe. Nosotros creemos, primero por la fe, que es el camino
lógico de creer; pero también por la ciencia. Porque la ciencia nos lleva a
Dios. Demos gracias a Dios de que el estudio y el progreso científico nos
lleve a Dios. Pero no olvidemos nunca que nosotros no creemos por lo que
dice la ciencia. Creemos por lo que dice Dios, que es más importante. Por la
fe. pero nos alegramos de que la ciencia moderna venga a confirmarnos
nuestra fe.
Y recordemos una cosa. Nunca la verdadera ciencia descubrirá nada que vaya
contra la fe. Porque ciencia y fe, las dos vienen de Dios. Y si alguna vez
alguien nos dice alguna cosa que parece ciencia y va contra la fe, eso que
parece ciencia es hipótesis pasajera, algo que pasará de moda. Porque la
verdadera ciencia no puede ir nunca contra la fe.
Pues demos gracias a Dios porque hemos recibido esa fe auténtica en el
verdadero Dios, confirmada por los descubrimientos de la ciencia. Demos
gracias a Dios de la fe que tenemos y pidámosle en ella vivir y morir.
Hasta mañana, si Dios quiere.