28. EL ÉXITO EN EL NOVIAZGO: Padre Jorge Loring sj
(Conferencia pronunciada en el Casino de Torrevieja,
Alicante, en Febrero de 1977)
Vamos a
comenzar esta «Semana de Conferencias» a la juventud.
El primer tema que vamos a tratar hoy es « El éxito
en el noviazgo».
El noviazgo es un éxito si el matrimonio que le
sigue es un éxito. Si el matrimonio es un fracaso, demuestra que el noviazgo
ha sido un fracaso. Pues la razón de ser del noviazgo es el matrimonio.
El noviazgo no tiene razón de ser en sí mismo. Es en
orden al matrimonio.
Nadie se hace novio para que el noviazgo dure diez
años. A algunos les dura porque empezaron demasiado pronto o se casaron
demasiado tarde. Pero el noviazgo es un estado de transición, no definitivo.
Aunque los novios lo hayan pasado fenómeno en el
noviazgo, y hayan disfrutado de lo lindo, si después el matrimonio es un
fracaso, ese noviazgo también fue un fracaso. El noviazgo no es para pasarlo
bien. No es para disfrutar. El noviazgo es para preparar un matrimonio
feliz. Por lo tanto, podemos decir que en tanto es el noviazgo un éxito en
cuanto sea un éxito el matrimonio que le sigue.
Se oye hoy mucho decir que el matrimonio está en
crisis, que hay muchos matrimonios fracasados. Lo primero que digo es que
los fracasos matrimoniales llaman más la atención, son más noticia: porque
un matrimonio feliz no es noticia, no se comenta, no llama la atención. Pero
los sacerdotes, que somos los que conocemos las conciencias, sabemos que hay
muchos matrimonios que se quieren y son felices. Pero estos matrimonios no
son noticia, no van al psiquiatra, no llaman la atención.
Y desde luego afirmo que lo que está en crisis, más
que el matrimonio, es el noviazgo.
Cuando ves esas parejas de novios que llevan su
noviazgo con tanta ligereza y frivolidad, comprendes que necesariamente
tienen que fracasar después en el matrimonio.
Muchos matrimonios fracasan porque su noviazgo fue
una calamidad.
Esos matrimonios tenían que fracasar necesariamente.
Lo normal es que de un mal noviazgo, salga un mal
matrimonio; y que de un buen noviazgo, salga un buen matrimonio. Habrá
excepciones, pero son las menos.
Podemos considerar que el éxito en el noviazgo está
en una elección acertada, en un verdadero conocimiento mutuo, y en un amor
auténtico entre los dos.
***
Lo primero, una elección acertada.
Si te equivocas al elegir, es muy fácil que tu
matrimonio sea un fracaso.
Si eliges mal, no puedes esperar que el matrimonio
te vaya bien. Si eliges el camino que no es, no lIegarás a donde quieres.
Por eso la elección es muy importante, porque después hay que aceptar a la
persona como es: el intentar cambiarla en su modo de ser es causa de muchos
conflictos.
Siempre se ha dicho: «el matrimonio es una lotería».
No sabes lo que te va a tocar. Tú no sabes cómo te
va a salir el matrimonio. Tú no sabes cómo va a resultar después esta novia
o este novio.
Por eso ponerse en relaciones es como jugar a la
lotería.
Pero no. Mucho peor. Porque en la lotería, en el
peor de los casos, no te toca nada. En cambio, en el matrimonio en lugar de
premio te puede tocar un fardo que no hay quien lo aguante. De manera que
mucho peor que en la lotería. En la lotería, si no te toca premio, no te
pasa nada. No pierdes gran cosa. Pero aquí como tengas mala suerte, y tengas
que cargar con un fardo para toda la vida, ¡ya verás!.
***
Pero mirad, hoy es muy difícil acertar en esto.
Porque vivimos en unos tiempos de supervaloración de lo sexual. Vivimos
obsesionados por lo sexual.
Y lo sexual no es lo primero en el matrimonio. Lo
sexual tiene importancia.
Vamos a hablar de ello. Pero creerse que el
matrimonio es sólo para la vida sexual, es una equivocación. Y el que va al
matrimonio pensando sólo en la vida sexual, se lleva un chasco de
campeonato. Porque el matrimonio no es sólo eso.
Pero como hoy vivimos rodeados de sexo por todas
partes, de ahí la dificultad. Lo que se valora, lo que se exhibe, lo que se
propagandea es el sexo. Una artista de cine es tanto más taquillera cuanto
más «sexy». Ahí tenéis a la Marilyn Monroe, a la B.B., o a la que sea.
Cuanto más tipazo, más taquillera. Apenas se escribe una novela o se hace
una película que no tenga escenas de sexo.
Hasta para anunciar repuestos de automóviles te
ponen una mujer desnuda.
A todas horas nos están explotando el apetito
sexual. En los anuncios de la Tele, para anunciar una camisa, te sale una
guapa zalamera haciéndole monerías al otro. Después: «Camisas de Tervilor».
Señor, ¿qué tendrá que ver una camisa con el amor? Pues nada, te ponen una
guapa zalamera. Así, la gente mira.
Vivimos obsesionados por lo sexual, Por todas partes
la explotación del apetito sexual: novelas, películas, revistas,
calendarios, etc.
Es una especie de idolatría de la belleza. Como si
la belleza fuese lo único que cuenta para el matrimonio.
Evidentemente que es un valor, ¡pero no lo es todo!
La belleza facilita el amor, pero no es
indispensable para el amor. Cuando el amor se basa sólo en la belleza, ese
amor será tan efímero como la belleza misma. Se marchitará.
***
Para buscar novia es lógico que el hombre busque una
mujer que le guste.
Algún atractivo físico tiene que tener. Una cosa
pasable, bien está. Pero no te encandiles con la fachada, que es pasajera.
Es una equivocación que los ojos del soltero que busca novia, sean
exclusivamente sexuales: el día que se case, se va a llevar una desilusión.
Porque va a echar de menos en su novia, en su mujer, montones de cosas que
con los ojos de soltero no calibró. Porque él, de soltero, sólo se fijaba en
lo sexual. Y amigo, cuando te cases y lo sexual pierda ese atractivo
especial que tiene para el soltero como plato prohibido, y entonces la vida
sexual para él sea una cosa normal y corriente, entonces se dará cuenta de
que hay otras muchas cosas en el matrimonio. Empezará a echar de menos en su
mujer montones de cosas que de soltero no las calibró. Después se dará
cuenta del fracaso ya irremediable, porque se ha ligado a una mujer para
toda la vida.
Por lo tanto, digo: hombre, búscate una novia que te
guste; pero enamórate más del alma que del cuerpo. Enamórate de sus virtudes
más que de su tipazo o de su cara bonita. Porque el tipo se estropea y la
cara se arruga. Pero las virtudes no envejecen nunca. El alma no envejece.
El alma siempre es joven. Cuando tú te enamoras de una chica no sólo porque
es bonita, sino sobre todo, si tú te enamoras de ella por unas virtudes que
sustenten ese atractivo, entonces yo te garantizo un matrimonio feliz.
Porque si tú amas a esa mujer por sus virtudes, por
los valores de su espíritu y su modo de ser, cada vez la amarás más. Con el
tiempo cada vez seréis más felices, porque las virtudes no cansan, sino que
fortalecen el amor. Pero si sólo la amabas porque te despertaba el apetito
sexual, después te vas a encontrar vacío, porque eso no te llenará.
De manera que, ¡cuidadito hombres que de solteros
generalmente sólo vais buscando una cara bonita y un buen tipo! ¡Cuidadito!
No hagas el primo.
Fíjate en una chica, pero, como te digo, no basta
que sea muy mona. Porque te puedes casar con una artista de la pantalla y
ser muy desgraciado. ¡Como tantísimos! La cantidad de divorcios que se dan
entre los artistas. ¡Qué pronto se cansan el uno del otro! ¿Cuántos maridos
lleva ya la B.B.? Me han dicho que una docena. Señal que no son por amor.
Son caprichos pasajeros. El amor es perdurable. Quien ama promete amor
eterno. Por eso cuando vemos a esas artistas que cambian de marido como de
vestido, decimos: «Lo que tenían no es amor, sino caprichos pasajeros».
***
Para hacer feliz el matrimonio hacen falta virtudes.
Busca una chica que tenga virtudes, que tenga buen
carácter, buen modo de ser, que no sea caprichosa, alocada, frívola,
irresponsable, ligera, superficial, quisquillosa, chinche, histérica,
soberbia, egoísta, con espíritu de contradicción, mandona, dominante,
posesiva, absorbente, egocéntrica, regañona, comodona, testaruda,
derrochadora, haragana, sucia, desordenada, perezosa, gastona, ¡inútil! Y si
encima es ambiciosa, que siempre le parece poco todo lo que gana su marido,
en su afán de deslumbrar a sus amigas, terminarás harto de ella.
Si es una chica de tipazo despampanante, pero tiene
un carácter inaguantable, insufrible, arreglado estás. Si fuma con mucho
estilo, y baila como un trompo, pero no sabe coser un botón, ni hacer una
tortilla, arreglado estás. El día que te cases, ¿qué vas a hacer? Porque esa
niña para pasearla, es fenómeno. Oye, ¿pero tú no te casas con una chica
para pasearla por la calle y que la gente vuelva la cara para mirarla! Tú te
casas con una mujer para que lleve tu hogar y eduque a tus hijos. Una mujer
que sepa de cocina y sepa de costura; una mujer que sea limpia y ordenada,
trabajadora y sacrificada, amable y servicial, prudente, piadosa, etc., etc.
Esa chica es monísima; pero, ¿de cocina? ¡ Ni pum!
¿De educar hijos.?
¡Cero! ¿De limpieza? ¡Eso ni hablar! Pues tú después
en tu casa vas a vivir hecho un desgraciado. La casa sucia. Todo
desordenado. Si se te cae un botón, te lo tienes que coser tú. Los garbanzos
del cocido, si se caen al suelo, botan de duros que están. ¡Arreglado estás!
Después, cuando salgas de paseo con ella, todo el
mundo dirá: «¡Vaya mujer!.» Y tú, ¿qué? ¿De qué te sirve que los demás
piropeen a tu mujer, si en tu casa es tan sólo un bello objeto de
decoración? Ni sabe educar hijos, ni sabe llevar una casa. Es una nulidad.
Nulidad muy mona, pero nulidad.
Verás qué pronto se te pasa el entusiasmo por su
belleza. Cómo echarás de menos otras virtudes, que ahora con tus ojos de
soltero no sabes calibrar.
Porque tus ojos de soltero, ahora, supervaloran lo
sexual.
***
Es muy importante que a tu novia le guste la casa.
Si ella no se ocupa de la casa, prepárate a vivir en una pocilga. A no ser
que tú te conviertas en «ama de casa».
Si quieres ayudar un poco a tu mujer, no está mal.
Pero qué duda cabe que la encargada de la casa es la mujer. Lo mismo que el
hombre es el encargado de ganar lo suficiente para sustentar la familia. Lo
contrario es la excepción.
Me parece una equivocación el que algunas chicas
consideren el ocuparse de la casa como una esclavitud. Por eso quieren
liberarse del trabajo de la casa. Lo que se hace por amor no se puede llamar
esclavitud. Un mismo trabajo puede realizarse por un sueldo o por amor; y
tendrá un valor totalmente distinto.
Cuando una mujer ama a su marido, todo lo que sea
preparar el hogar para él es una expresión de amor. Al amor no le importan
los sacrificios.
Precisamente se manifiesta con el sacrificio. Lo que
hace que el hogar sea un paraíso o una cárcel es que haya o falte amor. En
el reciente informe FOESA, la encuesta de opinión de muestra que el 81% de
los hombres y el 83% de las mujeres opinan que las faenas de la casa
corresponden a la mujer. Por eso sólo excepcionalmente la mujer casada debe
trabajar fuera de casa.
La igualdad de derechos de la mujer y el hombre
tiene aspectos muy razonables; pero no debe consistir en que la mujer
abandone la casa para la que está especialmente dotada por Dios, y que no
puede ser sustituida eficazmente por el hombre. Dios ha hecho al hombre para
la lucha y el combate, para la dureza del trabajo fuera de casa.
El mismo cuerpo humano demuestra la distinta misión
específica de cada uno. El hombre tiene los hombros más anchos que la mujer,
pues está hecho para la fuerza. En cambio la mujer tiene las caderas más
anchas que el hombre, porque está hecha para la maternidad.
La igualdad de derechos es lógica ante la ley. En
teoría, todos los seres humanos, hombres y mujeres, pueden ser jueces,
médicos o taxistas. Pero sólo las mujeres pueden dar a luz un hijo. Y eso
por biología y por naturaleza.
Porque Dios lo ha hecho así. Por eso ha hecho a la
mujer distinta del hombre en psicología y constitución.
***
Por lo tanto, repito: aprende a descubrir en tu
novia sus cualidades, sus virtudes femeninas, su carácter, su modo de ser.
El atractivo físico también hace falta. Si te resulta repelente, no te sirve
para esposa. Tiene que gustarte. Tienes que descubrir su encanto. Pero no
mires el matrimonio sólo con ojos sexuales, porque te llevarás un desengaño.
Empieza a descubrir, a calibrar y a enamorarte más de su modo de ser, de su
carácter, de sus virtudes. Que esto no pasa. Lo otro pasa. Lo otro termina
cansando. Las virtudes no. Las virtudes no se gastan. Cuanto más la conoces,
más la quieres. Y estas virtudes serán un fortalecimiento del amor en el
matrimonio. Las virtudes sustentan un amor que dura toda la vida.
Es más. La belleza no es el único atractivo de la
mujer. Una chica puede no ser muy guapa, y sin embargo ser merecedora de que
un hombre se enamore de ella.
Porque no sólo se van a casar las guapas. También
las feas tienen derecho a casarse. Porque toda mujer tiene su encanto. Puede
ser que no sirva para Miss España, Miss Europa o Miss Universo. Pero puede
tener un encanto, un don, un atractivo, una simpatía, un algo del cual te
puedes enamorar. Si tiene virtudes, si tiene valores, es digna de ser amada.
Aunque de tipo esté regular y de cara no sea gran cosa. Ahora, si encima de
ser fea, no tiene virtudes, entonces, la pobrecilla, arreglada está.
Las virtudes son las que sustentan un amor
verdadero. Si además tiene belleza corporal, eso no estorba. Pero mucha
belleza sin virtudes no sirve para nada. Quizás de maniquí para pasar
modelos. Pero para el matrimonio no sirve.
Estimar a una mujer sólo por su cuerpo es rebajarla.
La mujer es algo más que un cuerpo. A ninguna mujer normal le gusta ser sólo
cuerpo.
***
Y lo mismo digo a las chicas.
Una chica está muy enamorada de un chico porque es
muy mono. Está loquita por él. Pues mira, si ese chico es muy mono, y sólo
vale por que es muy mono, lIévalo a un parque zoológico. Que es donde están
los monos.
Porque, ¡tú dirás! ¿Qué haces tú casándote con un
mono? ¿Para qué quieres un mono en casa?
Si te casas, que sea con un hombre. ¡Con un hombre!
No con un nene que es una damisela. Preocupado por su carita y su pelito. El
hombre que presume de guapo es insoportable. Leí en un gran pedagogo, Fritz
Lange: «Nunca un hombre grande ha presumido de guapo». Un hombre no tiene la
culpa si ha nacido guapo. Pero presumir de guapo no es varonil.
Virtudes de hombre. Eso es lo que te gustará, y es
lo que sustentará tu matrimonio. Un hombre que sea para ti un apoyo, un
amparo. Un hombre de carácter, un hombre honrado, noble, educado, caballero,
amable, servicial, trabajador, fiel, un hombre valiente, un hombre de
constancia, de voluntad, responsable. Virtudes de hombre.
Atención, que cuando digo hombre, no digo semental.
No confundamos al hombre con el semental de una ganadería. El Dr. Marañón,
especialista en Sexología, como todo el mundo sabe, tiene una frase
fenomenal donde dice cómo no hay que confundir la virilidad con el
libertinaje sexual. Marañón dice que lo característico del hombre es el
dominio propio. El que se domina, ése es hombre. «Si hay una virtud
específica de la condición de hombre es la virtud de la castidad», dice
Marañón. El autodominio, la fuerza de voluntad, el saber dominarse: eso es
lo característico del hombre. El no dominarse es lo propio del animal. El
animal sigue invariablemente el más fuerte de los estímulos que atraen su
instinto. El hombre puede dominar su instinto con la voluntad. El animal no,
porque no tiene voluntad. El que hace sólo lo que le apetece, obra como un
animal. El que hace lo que debe hacer, le apetezca o no, obra como un
hombre. Cuanto más hombre, más se domina. Cuanto menos se domine, más
animal.
Y Alexis Carrel en su libro «La incógnita del
hombre», escribe: «Los santos (es decir, los hombres que han dominado su
instinto sexual), han sido hombres fuertemente sexuados». Lo dice Alexis
Carrel, Premio Nobel de Medicina. Cuanto más casto, más hombre.
Por eso, cuando digo que busquéis un hombre, no me
refiero a un libertino. No es eso. Sino un hombre con carácter, con fuerza
de voluntad, con dominio propio, con espíritu de trabajo, con espíritu de
sacrificio, con nobleza, con honradez. Con virtudes de hombre.
En una estadística que he tenido en mis manos, y se
ha hecho a más de mil chicas, se ve que cuando pensáis en serio, lo hacéis
con sensatez. Porque sólo el 4% de las chicas pusieron como primera cualidad
que quisieran en su novio, el atractivo físico. Sólo el 4% tenía tan poca
cabeza que creía que por casarse con un «mono» iban a ser felices. La media
general del otro 96% fue que las chicas ponían el atractivo físico del
hombre después del séptimo lugar. Esto me parece sensato. Cuando una chica
se enamora de un hombre, que no sea sólo porque tiene buena facha. Que sea
alto o bajo, gordo o flaco, eso es lo de menos. Hay que calibrar otras
cosas. Ellas calibraban la educación, que sea un hombre correcto, caballero,
amable, honrado, fiel, trabajador, que no sea jugador, vago o mujeriego, o
de carácter insoportable, o violento, o borracho. Menudas desgracias hay en
las familias por culpa del vino. El hombre borracho, el hombre bebedor, el
hombre alcohólico, destroza la familia. Pocas mujeres hay más desgraciadas
que las casadas con un borracho.
Por eso es lógico que una chica no quiera casarse
con un borracho, ni con un mujeriego, ni con un ateo. Es muy importante que
sea buen cristiano. Pero de eso ya hablaremos. En la encuesta que digo,
ponían en uno de los primeros lugares que fuera buen cristiano.
Todas estas virtudes las ponían por encima del
atractivo físico, lo cual me parece muy lógico y muy normal. Es decir, que
está visto que cuando las chicas piensan en serio, calibran lo que hay que
calibrar. Por eso os digo una cosa: si cuando pensáis en serio calibráis
estas cosas, que en la vida normal se vea. Si las chicas quieren casarse con
un caballero, ¿por qué tontean con el chico que saben que es un golfo, un
sinvergüenza, y que sólo quiere aprovecharse de ellas? ¿Qué sacas con ese
chico, más que perjudicarte? Si es un chico que te respeta, bien; pero si es
un fresco, mándalo a paseo. No tontees con quien no se porta con corrección.
***
Lo mismo digo a los chicos.
Muchas veces he oído esto:
-Padre, ¡que difícil es hoy encontrar una novia para
casarte con ella!
Una novia para pasar el rato, para aprovecharte de
ella, fácil; pero una novia en serio, para pensar en casarte con ella,
Padre, ¡qué difícil! Todas son unas frescas.
Yo digo.
-Oye, ¿y quién tiene la culpa de que las chicas sean
unas frescas ? Pues vosotros.
-¿Por qué?
-Porque vais detrás de las frescas para daros el
«lote», y después tirarlas como un trapo sucio que ya no sirve. Luego, para
casaros, no las queréis frescas, porque os pueden salir rana, ¿verdad?
¡Claro! De manera que cuando llega el momento de salir, buscas la fresca que
es la que se deja.
Cuando una chica es fresca, tiene los chicos como
moscas. Todos a aprovecharse. Pero cuando una chica es decente, recta, como
Dios manda, que se hace respetar, como de esa chica no se puede sacar nada,
ésa no os interesa. La dejáis sola. A ésa no la llamáis. Tú telefoneas a la
fresca. A la que se deja. A la que se pega bien en el baile. Y entonces las
chicas ven que para salir con los chicos hay que ser frescas. Y como a todas
las chicas les gusta tener éxito con los chicos, cuando ellas ven que las
que tienen éxito son las frescas, sienten inclinación a hacerse frescas. Y
ahora tú te quejas de que las chicas sean frescas. Si vosotros demostrarais
con vuestra conducta estima por las más virtuosas, las chicas serían más
virtuosas. Si las chicas vieran que vosotros, admiráis a las buenas y os
vais con las decentes, ellas serían más decentes. Pero si las chicas creen
que para casarse conviene ser frescas, ¿de quién es la culpa?
***
Muchas veces ellas dicen: «Padre, es que si una no
se deja, el otro se va». Se creen las chicas que para atraer a un hombre hay
que ser fresca, dejarse y ser facilona. No se dan cuenta de que un hombre
con cabeza no se casará nunca con una fresca. ¡Nunca! La llamará, saldrá con
ella, hará de todo, prometerá cincuenta cosas. Pero un hombre casarse con
una fresca, no.
Un hombre que tenga cabeza no lo hace. El que se
case con una fresca..., ¡es un tonto! Y la que se case con un tonto, es
tonta. Tal para cual.
Mirad: a un hombre siempre le preocupa la fidelidad
de su mujer. Y si un hombre tiene la angustia de que un día pueda amanecer
con cornamenta, ¡no vive! La infidelidad de su esposa es una de las mayores
humillaciones para un hombre casado. Es tremenda esa angustia en un hombre.
Y el tormento horrible de dudar si los hijos de su mujer son de él o de
otro. Por eso, cuando va a casarse tiene mucho cuidado a quién elige. Porque
no tiene ninguna gracia que la mujer le salga rana. ¡Natural! ¡Lógico!
El hombre, cuando va a casarse, quiere una mujer
pura. De estreno. No de segunda mano, ¡o de quinta! Que a nadie le gusta
comerse las sobras que otro dejó en el plato. Cuando un marido descubre que
no es el primero, sino que ya hubo quien se le adelantó, le hace poquísima
gracia. ¡Lógico! Si somos así. El hombre quiere mujer de estreno. El hombre
que se casa quiere una mujer pura. El casarse con una mujer pura es para el
hombre de una ilusión especial. Una chica sobada y baboseada, ¿a quién le
puede interesar?
Me decía uno ya casado, pero que había sido muy
corrido, que cuando empezó a buscar novia en serio para casarse, al darse
cuenta de que una chica había tenido experiencias sexuales, se decía: «Con
ésta no cargo yo, se la dejo al siguiente». Hasta que encontró la chica que
buscaba: una chica pura, con valores espirituales. Hoy lleva diez años
casado con ella, sigue enamoradísimo de su mujer, y se siente plenamente
feliz.
Naturalmente, que ninguna chica tiene obligación de
casarse con su primer novio, si ve que no se entienden. Pero hay modos y
modos de llevar un noviazgo. El segundo novio no tiene que tener reparos, si
le consta que el novio anterior fue correcto. Pero no tiene por qué tener
«tragaderas».
***
Muchas veces he oído a chicos enorgullecerse de su
novia porque es un ángel. Jamás he oído a un chico enorgullecerse de su
novia porque es una golfa. ¡Nunca!
Precisamente, la semana pasada ha venido a verme un
matrimonio joven, con un problemón imponente. Él se acababa de enterar que
su mujer se había acostado con otro. A pesar de sus dos hijos, como dos
soles, estaba dispuesto a deshacer su familia, quería echarla de casa, no
podía ni mirarla a la cara. Me decía:
-Nunca más podré hacer el amor con ella. No podré
evitar el pensar que me está engañando.
Estaba triste y furioso al mismo tiempo. Gritaba y
gesticulaba como un loco.
Si alguien dice que no le importa la infidelidad de
su cónyuge, es porque ha dejado de amar.
Precisamente la diferencia entre el amor y la
amistad es que al amigo no le importa compartir con otros al amigo; pero el
amante quiere en exclusividad a la persona amada.
Es muy fácil decir: «No me importa lo que hayas sido
en el pasado». Lo malo es que esta afirmación debería incluir esta otra: «ni
me importa lo que vayas a ser en el futuro». Pero esto es mucho más difícil,
pues a ningún hombre le hace gracia que le «pongan los cuernos». Es verdad
que una mujer puede arrepentirse de su pasado y cambiar. Santa María
Magdalena fue prostituta, y después llegó a santa. Pero esto es
extraordinariamente excepcional, y confiar en una cosa así es muy
arriesgado. Porque «la cabra tira al monte».
Pues bien, si para casarte quieres una mujer
decente, ayuda a las chicas a que sean decentes. ¿Por qué una chica que
quiere ser decente tiene que luchar tanto contra los chicos que la acosan
para que ella ceda? Me escribía una chica: «Padre, ¡que asco! todos los
chicos vienen a lo mismo. Y si no te dejas, no les interesas». ¡Qué triste
que las chicas tengan ese concepto de los chicos! Demuestra tú con tu
conducta que no eres de ésos. Que tú, porque estimas a la mujer decente,
quieres ayudar a todas a que sean decentes.
Por eso yo digo: hombres, si queréis mujeres puras,
¿por qué no las hacéis puras? En vuestro trato las pisoteáis, las degradáis,
las hundís, y después cuando queréis casaros, ¡ahora sí las queréis puras!
¿Con qué derecho quieres una mujer pura, si antes has estropeado toda la que
has tenido al alcance de la mano? ¿Cuántas chicas puras e inocentes se han
hecho lujuriosas y viciosas por culpa de un chico! Si te sale rana, te lo
mereces, hombre. Si tú quieres una mujer pura para casarte, respétalas. No
las pisotees. No las degrades. No las prostituyas. Hay que ver muchas veces
el trato que los chicos dan a las chicas. A ver en qué se diferencia del
trato que se da a una de esas que están esperando a un hombre en una
esquina, y después cobran.
Si para casarte quieres una chica decente, pórtate
con ella como un caballero. Ayuda a su virtud. No la acoses.
Es necesario que el hombre sepa dominarse y respetar
a la mujer. Que la mujer virtuosa se vea halagada con la estima de los
hombres.
***
De manera que este es el primer punto que resumo en
este momento:
Una elección acertada. Lo cual supone en el hombre y
en la mujer enamorarse del alma más que del cuerpo. Más de las virtudes que
sustentan la felicidad del matrimonio, que del atractivo físico que, aunque
tiene su importancia, no es lo único. Ni siquiera lo primero. Que lo
tengamos en cuenta para el momento de la elección.
***
Para el éxito en el noviazgo es también fundamental
un verdadero y mutuo conocimiento. Hay que conocerse. Y muchos novios no se
conocen ¿Por qué?
Porque lo único que hacen es mirarse a los ojos y
decirse cosas bonitas.
¡Pero no se conocen! Porque hablan de pamplinas.
Pero los temas fundamentales no los tocan. Y llegan al matrimonio y no se
han conocido.
No digo que en el noviazgo, alguna vez que otra, no
se digan alguna cosa bonita. Pero que no sea el noviazgo un disco rayado: te
quiero, te quiero, te quiero... El noviazgo no es para estar repitiendo
siempre el verbo amar.
No es eso. Que alguna vez lo digáis, bien está. Pero
hay que hablar de otros temas. Porque hay que conocerse. El carácter, el
modo de ser, las ideas, las reacciones, la educación, etc. etc. Y eso no es
nada fácil.
***
Primero: porque generalmente los chicos y las chicas
en la calle sois encantadores.
Una chica muy mona, muy bien arreglada, muy amable,
muy educada, muy atenta, muy dulce, muy agradable, muy fina: un sol de niña.
Pero que pregunten en su casa: tiene un genio insufrible. Que pregunten en
su casa cuando hay que poner la mesa, cuando hay que fregar los platos,
cuando hay que traer el café, cuando hay que barrer o hacer las camas. Que
pregunten en su casa: que se sienta en un sillón y no hay quien la mueva.
Una comodona de primera. ¡La pobre viene tan cansada de bailar! Eso no le
cansa nada. Pero ayudar en casa, es horrible. ¡Que la dejen en paz! Si hay
que hacer algo en casa, tendrá que hacerlo su hermana o su madre: pero ella,
siempre escurre el bulto. Además es sucia, desordenada, desarreglada. Para
arreglar su carita, media hora. Pero su cuarto parece una pocilga:
desordenado, sucio, un asco. Por eso digo que hay que conocerla en su salsa,
porque en la calle todas son encantadoras. A la chica hay que conocerla en
su casa: cómo baña a los niños, cómo hace la comida, cómo cose la ropa, y
cómo limpia la casa.
Conocerla sólo en la calle, no basta.
Y lo mismo digo de los chicos. Ese chico en la calle
es otro sol. Muy caballero. Muy galante. Muy amable. Muy educado. Muy fino.
Muy gracioso. Muy ocurrente. Muy simpático. Lo que digo, un sol de niño.
Pero que pregunten a su madre, que la trata a gritos. Que pregunten a su
padre, que está harto del niño, y piensa si merece la pena el dinero que se
está gastando en darle estudios; porque el niño no da golpe. Es un vago, un
holgazán, ¡un inútil!
Un trasto de hombre.
Es muy fácil ser encantador en la calle con las
chicas. En la calle todos sois encantadores. Pero en casa, insoportables,
inaguantables e insufribles.
Por eso digo: si os conocieran en vuestra casa,
¿quién se enamoraba de vosotros? Y en el matrimonio os vais a conocer en
vuestra salsa. Ahí salen todos los defectos. Cuando paseabais por la calle
no se os veían. Y como en el tiempo del noviazgo en vez de conoceros os
dedicabais a hablar de pamplinas, no os habéis conocido.
***
Segundo. Esto es lo peor: que engañáis.
En los pueblos pequeños se conoce a todo el mundo, y
es más difícil engañar. Pero en las grandes ciudades es más fácil engañar,
porque no os conocéis. Sólo os conocéis de la academia, de la oficina, del
trabajo, pero no es fácil conocer a la familia. Por eso es más frecuente que
aparentéis lo que no sois. Presumís de montones de cosas. Presumís de
familia, de posición social, de dinero, de educación, de virtudes, de
porvenir, de no sé qué. Hay que ver cómo presumen los chicos de porvenir.
Presentan un porvenir espléndido. Si te vas a fiar de sus sueños, te crees
que te vas a casar con un Onasis. Pero después vas a tener que pagar a
plazos hasta los paños de cocina. ¡Realidad, hombre, realidad! Ni engañes,
ni te engañes. Está bien que tengas aspiraciones. Pero ten en cuenta tus
posibilidades. Sé realista.
Di lo que eres.
Que te conozcan como eres. Que te quieran como eres.
Y si no te aceptan como eres, más vale que te dejen en el noviazgo, y no
después de casados.
Que cada uno diga lo que es con sinceridad. ¿De qué
le sirve engañar.?
Cuando uno descubre que ha sido engañado, queda
defraudado. El engaño no sirve para nada. ¡Si el día que te cases, se va a
enterar de todas las mentiras que has contado! ¿Y tú crees que esas mentiras
que cuentas hoy te van a ayudar al amor el día de mañana? Cuando se descubra
todo tu engaño, toda tu hipocresía y toda tu falsedad, ¡menuda desilusión!
¿Me vas a decir que esto fomenta el amor? Engañar es una barbaridad. Con tu
engaño estás poniendo las bases de la desilusión, el rencor, el
aborrecimiento. ¿Qué va a ser de tu matrimonio? Con el engaño no se va a
ninguna parte.
Pero me dice una chica: «Sí, Padre. Se va a la boda.
Así logro casarme»
¡Y qué! ¿Con tus engaños has llegado a la boda?
¡Pero si no basta llegar a la boda! ¡Si lo importante es llegar a la boda
con garant��as de que el matrimonio va a ir bien! Porque si el matrimonio va
a fracasar, será un martirio.
Y os aseguro que no hay en este mundo mayor martirio
que un matrimonio fracasado. No lo hay. ¿Vosotros sabéis lo que es la
convivencia diaria en la mayor intimidad de la vida con una persona a quien
se aborrece?
El amor hace todo más llevadero. Un matrimonio con
amor es un matrimonio feliz. Pero un matrimonio sin amor, es un martirio.
Por eso el título de esta conferencia es tan trascendental. El éxito de una
cosa tan seria. De la cual depende tu felicidad en esta vida, y quién sabe
si también en la otra.
***
Por lo tanto, conocerse. Conoceros como sois, con
vuestros defectos y vuestras virtudes. Si tienes defectos, procura
quitarlos; y procura aumentar las virtudes. No digas: «Yo soy así. Si me
quiere así, que me tome. Si no, que me deje».
Bueno. Bueno. ¿Tú tienes defectos? Pues quítalos.
Procura corregirte. Que se vea que tienes buena voluntad. Que vas
superándote Que vas mejorando. Si tienes defectos, no engañes. Engañar no.
Pero si pones de tu parte para corregir tus defectos, y pones de tu parte
para aumentar tus virtudes, mucho mejor. Más garantías.
Por lo tanto no digas: «Yo soy así, y ya está. No
pienso cambiar». No hombre. Eso es egoísmo. Corrígete y aumenta tus
virtudes. Todos tenemos defectos, pero todos tenemos que esforzarnos en
corregirnos y cambiar. Todos debemos tener la ilusión de superarnos, de
mejorar, por amor a la persona amada. Hacernos dignos de ella. Ofrecer algo
que merezca la pena. No una vulgaridad.
***
Foerster, un gran pedagogo, dice (bonita frase). «EI
amor vence a la muerte; pero un pequeño defecto desagradable, a la larga,
puede vencer al amor».
Parece mentira, pero es así. Hay momentos en que el
amor vence a la muerte; y por amor, se da la vida. Pero un defecto
desagradable en una persona, aunque sea una pequeñez, a la larga, puede
vencer al amor.
Hay mujeres que no soportan a sus maridos por una
pequeñez. Y no lo aguantan porque él es sucio, porque es un mal educado,
porque es un bruto, porque es un grosero.
Todo esto son defectos. Pero, ¿es posible que una
mujer se sienta desgraciada sólo por una pamplina de su marido? Repito, son
defectos. Cuanto más caballero, más limpio, más correcto, y más educado,
mejor. Pero, ¿es posible que una mujer llegue a aborrecer su marido sólo
porque él tiene un defecto así? Pues esto ocurre.
Hay matrimonios que se van a pique por una auténtica
pequeñez. De novios no se le da importancia, porque en el noviazgo todo está
lleno de ilusiones.
Pero estas pequeñeces, a la larga, pueden hacerse
insufribles. De ahí la importancia de la frase de Foerster.
Por esto digo yo que un pequeño defecto de
educación, de higiene, de modo de ser, de corrección, a la larga te molesta.
Termina por hacerse inaguantable.
Y lo mismo la mujer. Una mujer dominante, mandona,
regañona, absorbente, cascarrabias, antipática, quisquillosa, chinche,
soberbia, testaruda, con espíritu de contradicción, se hace insufrible.
Tendrá otras virtudes. Pero con ese defecto termina por hacerse
insoportable.
Todo esto, tenedlo en cuenta los dos. El que tiene
defectos para corregirse. El otro, que se prepare y busque virtudes que le
compensen de esos defectos.
***
Otro punto. Es necesario que veáis si armonizáis en
modo de ser, en carácter, en ideas, en gustos, en aficiones, en costumbres,
en cultura, en educación. Esto es fundamental. Cuanto más armonía, mejor.
Más garantías. Un desnivel grande en edad, en educación, en higiene, en
cultura, en formación, son causa de problemas. Lo dice la experiencia. No
por clasismo. ¡Por armonía! La cultura y la educación separan más que el
dinero. Si no concordáis, a la larga habrá conflictos, disgustos, problemas.
Y el amor se enfría.
***
Ya comprenderéis que cuando digo que debéis
conoceros a fondo, no quiero decir que también debáis tener experiencias
sexuales prematrimoniales. Están prohibidas por Dios. «Los fornicarios no
entrarán en el reino de los cielos». Palabra de Dios. Lo dice la Biblia. El
que diga lo contrario se equivoca, pues va contra la Biblia. Frente a la
palabra de Dios, sobran todas las razones de los hombres. El uso del aparato
genital es derecho exclusivo de casados, pues sólo ellos pueden afrontar las
responsabilidades que su uso lleva consigo. El hijo necesita un hogar donde
crecer y educarse.
Engendrar hijos, es lo más grande que los hombres
podemos hacer en la vida.
Por eso convertir la sexualidad en un juego es un
crimen. Es degradar la misión más sublime del hombre. El hombre debe dominar
su instinto sexual con la razón.
Y no me digas que hay que entrenarse antes de la
boda. Estas experiencias no sirven para nada. El acto conyugal realizado por
los esposos es algo totalmente distinto de lo que pueden hacer dos solteros,
que no pueden desprenderse de la multitud de inhibiciones por el
remordimiento de conciencia, temor de embarazo, etc. Le oí decir al Dr.
Carlos Soler, por la radio, que la gran mayoría de los matrimonios
fracasados que van a su consulta, habían practicado las relaciones sexuales
antes de casarse. Luego esto,de nada les sirvió.
Es perfectamente normal que el aprendizaje del acto
conyugal se realice después de la boda. No es necesario hacerlo todo la
primera noche. Se va aprendiendo poco a poco. Esto es lo normal. Quien llega
al matrimonio con experiencia sexual, no puede agradar a la otra parte que
tiene derecho a esperar el estreno de la vida sexual de su cónyuge.
-¿Y si después de casados no sintonizamos
sexualmente?
El profesor Eduardo López Azpitarte en su libro
«Sexualidad y Matrimonio, hoy», dice que ningún matrimonio fracasa por falta
de acoplamiento sexual.
Si hay amor, lo sexual irá bien.
Lo que ocurre es que la falta de armonía en el orden
psíquico, repercute en lo sexual.
Pero, además, está el peligro de un embarazo no
deseado.
-Ya tomamos precauciones.
-¿Y si fallan?
La cantidad de embarazos por fallo de las
precauciones.
El Dr. Billings dice en su libro THE OVULATION
METHOD: que la única manera segura de evitar el embarazo es impedir el
contacto de los órganos genitales. Ya que sólo un contacto externo puede ser
la causa de que un microscópico espermatozoide, todavía vivo, alojado en
algún repliegue de la piel, se cuele hasta arriba y fecunde el óvulo.
Por lo visto, bastó el contacto genital de una mano
sucia de semen para dejar embarazada a una chica.
Este temor al embarazo es inevitable e inhibitorio.
Lo mismo que no se puede disfrutar de un coche
robado como del propio.
El temor de ser descubierto produce inquietud.
En cambio, los esposos saben que haciendo la vida
conyugal están cumpliendo la voluntad de Dios. Para ellos, eso es un acto
santificador. Es lógico que lo hagan con toda satisfacción.
De modo que las relaciones sexuales prematrimoniales
son inadmisibles. Si fueran convenientes, Dios no las hubiera prohibido.
***
Algunos dicen que si un chico y una chica se
quieren, para vivir matrimonialmente no necesitan ningún papeleo
burocrático.
Esto es muy fácil, pero no es serio.
En la vida, todas las cosas serias se formalizan con
un documento. Si tú le prestas a un amigo cien mil pesetas, no te basta su
palabra, por muy amigo tuyo que sea. Te quedas más tranquilo si te echa una
firmita en un papelito.
Pues el matrimonio es una cosa muy seria, en la que
se pone en juego la educación de unos hijos que necesitan un hogar. Y eso no
puede estar a merced de una pareja que no quiere comprometerse a vivir
juntos, y por lo tanto, cuando uno de los dos quiera, lo planta todo y se
va.
Por eso la Iglesia no está de acuerdo con las
parejas que quieren vivir matrimonialmente, pero sin formalizar su
matrimonio.
***
Otra cosa importante: ¿armonizas con la familia del
otro?
-Pero Padre, es que yo no me caso con la familia.
De acuerdo. No te casas con la familia, pero es
imposible prescindir de la familia de la otra parte. Cierto trato es
inevitable. El otro tiene unas obligaciones con su madre que no puede
abandonar. Y tú tienes que aceptar un contacto razonable con la familia del
otro. Si tú no encajas de ninguna manera con esa familia, tú verás... Pero
menudo problema. Tienes que encajar. Tienes que quererla. Si os queréis
casar, tú procura ganarte a la familia.
Y que su familia te acepte y te quiera.
***
Otro punto importante en el mutuo conocimiento: las
ideas religiosas.
Una disparidad en ideas religiosas crea un montón de
problemas en el matrimonio. Situaciones dificilísimas, complicadísimas,
amarguísimas. Sufren no sólo por ellos, sino también por los hijos. Por lo
malos ejemplos que ven los hijos; o por los buenos ejemplos que debían de
ver y no ven. Se sufre enormemente porque la otra parte no responde al nivel
religioso que uno desearía.
No es raro que a veces la chica tenga formación
religiosa superior a la del chico. Esto es frecuente.
El chico está trabajando desde pequeño, o ha leído
menos, o ha tenido menos ocasiones; ha estudiado más otras cosas y ha
abandonado la religión.
Puede ocurrir.
En estos casos no hay dificultad, con tal de que él
no sea hostil, no se oponga a la fe, sino que tenga buena voluntad. Que
reconozca que, en nivel religioso, él es inferior a ella, y que tenga buena
voluntad para formarse, para superarse, para acercarse y para nivelarse.
Porque no siempre podemos encontrar chicos de nivel religioso igual al de la
chica. Porque la chica generalmente ha tenido más ocasiones, y ha podido
formarse mejor religiosamente.
Lo malo es cuando un chico no quiere superarse, y el
chico se opone a salir de su nivel, y el chico no acepta una mejor formación
religiosa, y el chico obstaculiza la vida religiosa de la chica. Esto es
intolerable. ¡Nadie en el mundo tiene derecho a quitarte tu fe! ¡Nadie en el
mundo puede ser obstáculo para que tú vivas tu fe! La fe es lo que más vale
en el mundo.
Por eso, para toda persona, Dios es antes que todos
los hombres. Para toda mujer, Dios es antes que su marido. ¡No faltaba más!
Por mucho que quiera a su marido. El marido es el primero entre los hombres.
Debe amarle con todo el corazón y desvivirse por él. Pero antes es Dios.
Cuando haya que elegir entre Dios y su marido, hay que elegir a Dios. En eso
no hay duda.
Os voy a contar un caso que he oído. Histórico.
Una parejita de novios, en un pueblo, se fue un
domingo al atardecer por la carretera paseando. Y cuando llegaron a un sitio
oportuno, se metieron detrás de unos matorrales. ¡No para rezar el rosario
precisamente! ¡Ya se entiende! La chica fue tonta, porque ya podía
comprender que cuando el otro la invitó a esconderse detrás de esas matas,
no era para nada bueno.
Y comienza la función. Ella fue cediendo poco a
poco. Y cuando llegó el momento culminante el otro se tira encima. Entonces,
ella:
-Ah, no. No. Eso no.
Pero el otro ya estaba como un potro desbocado, y
ahora cualquiera lo paraba. Total que ella muy firme se pone en pie. Y el
otro fuera de sí, le
dice:
-Mira, ya estoy harto de tus tonterías. Decídete de
una vez: o tu Dios, o yo.
¿Será idiota? ¿Será imbécil? ¿Quién se ha creído que
es? «O tu Dios o yo».
¿Es que piensa que esa chica le va a escoger a él
antes que a Dios? ¿Por quién se ha tomado? La chica contestó fenomenal. Aquí
estuvo fenomenal. En lo otro estuvo tonta. Tonta de meterse por ahí, porque
ya podía suponer cómo iba a terminar. Tonta en ceder poco a poco, pues podía
suponer que el otro pediría cada vez más. Pero en esto estuvo fenomenal.
Contesta la chica:
-Pues mira, si me obligas a elegir entre Dios o tú,
perdona, pero me quedo con Dios.
¡Natural! ¿Pero qué se habrá creído éste? «O tu Dios
o yo». ¿Pero tú por quién te has tomado, muchacho? ¿Quién te has creído que
eres? ¿Es que pretendes que te prefieran a Dios? No, hombre, no; por encima
de Dios, nadie. Dios es el primero. Siempre. Para todo el mundo. No puede
haber nadie que se ponga por encima de Dios.
Por eso digo, cuando se trata de ideas religiosas
hace falta armonía.
Hace falta unión. Que los dos vayan a una. Porque si
no, habrá muchas ocasiones en las cuales habrá colisión, y entonces la
persona religiosa se verá en la alternativa de disgustar a Dios o de
disgustar a la persona que ama.
Por eso la solución sería: no te cases con una
persona que va a ser para ti un obstáculo para que puedas cumplir con
tranquilidad tus obligaciones para con Dios.
Os voy a contar otro caso para que no parezca que
siempre las chicas son las buenas y los chicos los malos.
Yo conozco a un chico que se casó con una chica muy
mona; pero frívola, superficial. Y él era de una gran formación religiosa.
Hay que ver lo que sufre este hombre. A su mujer la quería. Estaba enamorado
de ella. Pero ahora se da cuenta de que esta mujer es incapaz de infundir la
fe en sus hijos, porque no le sale, porque ella no la tiene dentro. Y cuando
él compara cómo era su madre, y cómo su madre le educó a él y le infundió la
fe; y ve la ligereza y superficialidad de su mujer, este hombre está hecho
polvo. Porque él no puede infundir la fe en sus hijos. Él está en su
trabajo. Cuando llega a casa muchas veces lo niños están durmiendo. Quien
tenía que transmitir estas ideas religiosas es la madre. Quien rezara con
los niños todos los días; quien les hablara de Dios, y de la Virgen y del
Niño Jesús. Pero ella no lo hace, porque no le sale de dentro Lo que sufre
este hombre.
Las ideas religiosas son muy importantes. Que haya
una armonía, que haya un nivel similar.
***
Y no digo nada si encima el otro es protestante o de
otra religión. Los matrimonios mixtos son un problema. Generalmente
desaconsejables.
Se llaman matrimonios mixtos aquellos cuyos cónyuges
no son de la misma religión. Por ejemplo: católico con protestante, o judío,
o mahometano.
La Iglesia tolera los matrimonios mixtos, y por eso
legisla sobre ellos. Pero dice que son desaconsejables.
Lo mejor es que los dos tengan la misma religión. El
católico, que se case con católico; el protestan te, con protestante; y el
mahometano, con mahometano. Para que haya una armonía. Porque si cada cual
tiene una religión diferente, se presentan conflictos de orden práctico.
Muchísimos. Y son motivo de discusiones y disgustos. Y después, la
desorientación de los hijos. Es muy frecuente que los hijos de los
matrimonios mixtos, salgan indiferentes en religión. Ni una cosa ni otra.
Nada. Esto es serio.
***
Otro punto que a veces no se mira: la salud. La
salud del otro.
¿Te has preocupado alguna vez de si el otro tiene
salud?
¿Sabes qué salud tiene?
Hay que conocer el factor Rh de la sangre, para
tomar las precauciones oportunas en caso de incompatibilidad, etc. Se
calcula que más del medio millón de subnormales que hay en España proceden
de la ignorancia de esta incompatibilidad por el factor Rh, y falta del
tratamiento adecuado si hay embarazo.
En el extranjero, en algunas naciones, es
obligatorio el examen médico prematrimonial. En España no es obligatorio. Se
va introduciendo, pero todavía no es obligatorio. Ojalá lo fuera.
Que los que se casan sepan si se casan con un sano o
con un enfermo.
No digo yo que porque un hombre descubra que su
novia está enferma la vaya a dejar. Ni porque una mujer descubra que su
novio está enfermo, lo deje. No. No. Tú verás si tu amor es tan fuerte que
eres capaz de aguantar eso. Pero a lo mejor tu amor no llega a tanto.
Yo conozco el caso de una chica que se casó con un
hombre enfermo. Ella lo sabía. Y se casó con él porque estaba dispuesta a
ser su enfermera toda la vida. No le importó. Bien.
Un hombre puede querer muchísimo a una mujer y se
casa con ella. Y sabe que está enferma. Y sabe las complicaciones, los
sacrificios, las abstenciones que esto supone. A pesar de todo se quiere
casar. Muy bien. Lo malo es que crea que se casa con una mujer sana y
después se encuentra que está enferma.
Saber. Y sabiendo, tú verás si tiene cualidades que
compensen esa enfermedad. Tú verás si tu amor llega a eso. Pero que sepas tú
con quién te casas.
Todos deberían hacerse esos exámenes médicos. Y no a
última hora, cuando ya está todo decidido, y no se puede dar marcha atrás.
Como pasa muchas veces. Se hace tan tarde que el romper entonces es casi
imposible.
***
Por lo tanto, repito: que el noviazgo no es para
divertirse, para entretenerse, para pasarlo bien, para decirse cosas
bonitas, y buscar ciertas satisfacciones. El noviazgo es una escuela
preparatoria para el matrimonio, que es una de las misiones más grandes y
más serias que Dios ha encomendado al hombre y a la mujer. Tenéis que
conoceros a fondo en todas las cosas que os he dicho. Y en otras muchas más.
Saber a dónde vais. Saber si vuestro amor es tal que compensa las
limitaciones del otro. Porque claro, personas perfectas no hay. Unos tienen
un defecto y otros tienen otro. Tú estudia la situación. Tú verás si esa
persona tiene virtudes que compensan sus defectos. Y si tu amor es tal, que
supera esos defectos.
***
Finalmente, para el éxito en el noviazgo es
necesario un auténtico amor entre los dos.
En primer lugar vamos a ver la diferencia que hay
entre apetito sexual y amor.
Los novios deben saber si se quieren de verdad, o
sólo se apetecen sexualmente.
Es muy importante no confundir amor con lujuria. Son
dos cosas muy distintas, como analiza Ortega y Gasset en su ensayo «Estudios
sobre el amor».
No es lo mismo deseo que amor. Al desear busco para
mí, al amar quiero el bien de la persona amada. El sediento desea agua para
saciar su sed, y un hombre puede desear a una mujer para saciar su lujuria.
Pero ni el sediento ama el agua, ni ese hombre ama a esa mujer. Por eso
cuando el sediento deja de tener sed, pierde su interés por el agua. Y
cuando el hombre consigue esa mujer, pierde todo interés por ella.
En confirmación de esto, me dijo un muchacho ya
mayor: «Yo me he acostado con muchas chicas, porque me apetecía, y en cuanto
lo conseguía, se acababa mi interés por ellas. Me daban asco. En cambio, con
mi novia, a quien respeto, se me pasan las horas a su lado en un vuelo».
Esto es muy importante, porque apetito sexual tiene
cualquiera. Pero no todo el mundo es capaz de amar. Y es muy importante que
los novios sepan si lo que hay entre ellos es sólo apetito sexual o amor
auténtico.
***
Yo suelo decir que con el amor ha pasado lo mismo
que con la Coca-Cola.
Mirad, cuando yo tenía vuestra edad a mí no me
gustaba la Coca-Cola. Yo vivía en Madrid. Entonces no había Coca-Cola.
Bueno, la había, pero menos.
Yo recuerdo que alguna vez la tomé, y no me gustaba.
Aquello sabía a medicina. No me gustaba. Tomaba otras cosas: horchata,
cerveza, refrescos; pero Coca-Cola, poca.
Pero, ¿qué pasa? Que viene la era de la Coca-Cola.
Carteles de Coca-Cola por todas partes. Y a fuerza de ver: «Coca-Cola
deliciosa», «Coca-Cola refrescante», «Todo va mejor con Coca-Cola», «La
chispa de la vida», te lo crees. Vamos, que ahora me gusta la Coca-Cola.
¿Por qué? Porque nos lo han metido con la
propaganda. Y yo soy el primero que me lo he creído. Resulta que me gusta Y
antes no me gustaba. La propaganda nos manipula. Pensamos, vestimos, y
calzamos como quiere la propaganda. Los fabricantes de zapatos nos dicen que
esta temporada se llevará la suela así de gorda, o la bota campera, y todos
a comprar ese tipo de calzado, y ellos a vender más, que es de lo que se
trata.
Pues lo mismo ha pasado con el amor. Nos han metido
una idea equivocada de lo que es el amor verdadero. Porque nos presentan la
lujuria como amor.
Entonces la gente no sabe distinguir lo que es
auténtico amor de lo que es solamente lujuria.
¿Qué nos presentan en las películas como amor?
Besazos de campeonato. ¡Y escenitas de cama! Entonces nos hemos creído que
el amor consiste en besarse y en irse a la cama. Nos hemos creído que eso es
amor. ¡Y eso no es amor!
Porque todo eso se hace con una prostituta. ¡Y a la
prostituta no la ama nadie! Con la prostituta se va a hacer el cerdo, se
paga y en paz. Pero nadie ama a la prostituta. ¡Nadie! Pues que no me
confundan el amor con la lujuria. No confundamos. El amor es otra cosa. El
amor incluye el sexo. Pero el apetito sexual puede darse sin amor.
***
lnstinto sexual lo tiene cualquiera. Amor no tiene
cualquiera. El que entre un chico y una chica se despierte el apetito
sexual, es muy fácil.
Pero eso no es amor. Esas apetencias son de orden
animal. Pero nosotros somos algo más. La unión del hombre y la mujer no
puede ser lo mismo que la de dos animales.
Las aventuras sexuales pueden durar más o menos,
pero suelen terminar mal. Lo que hacen es animalizar a la persona e
indisponerla para la verdadera felicidad, que está en el amor espiritual. La
felicidad de la persona humana no puede reducirse a sensaciones corporales,
que no superan el nivel animal.
El animal no ama. Sólo tiene instinto sexual. El
amor tiene una vertiente espiritual. Y el animal no tiene alma espiritual.
El hombre es capaz de amar porque es persona, tiene alma espiritual, y por
eso no le basta el instinto sexual. El hombre necesita amar. Lo único que
nos hace felices es el amor.
Por eso el hombre necesita un hogar. Necesita
estabilidad en su amor. El apetito sexual es caprichoso, voluble, pasajero;
cambia de objeto con enorme facilidad. Hoy apetece una, y mañana otra. El
amor es estable, perdurable.
Reducir el amor del hombre a lo zoológico es rebajar
al hombre. El hombre es algo más que un animal.
El apetito sexual no es lo más importante. El amor
espiritual llena mucho más al hombre. A nivel animal, basta el instinto
sexual. Pero el hombre disfruta mucho más con lo espiritual que con lo
físico, lo mismo que sufre mucho más con lo espiritual que con lo físico: si
a ti te dan una bofetada en la plaza pública, te duele más lo que tiene de
humillación que el dolor físico que te haya producido en la cara.
Lo mismo pasa con la felicidad. La felicidad
espiritual es muy superior al goce de sensaciones corporales.
Mirad: si la lujuria hiciera feliz al hombre, las
personas más felices del mundo serían las prostitutas, que son las que
tienen más de eso.
¡AIgunas reciben varios hombres en una noche! ¡Van
bien despachadas de lujuria! ¿Y son felices? A nadie se le ocurre decir que
una prostituta es una mujer feliz. Dan pena. Por la vida que llevan. Ellas
no pueden sentirse felices viendo que son el juguete de hombres que van con
ellas a satisfacer su instinto zoológico. Eso no puede hacerles felices. Se
sienten degradadas, explotadas, instrumentalizadas, envilecidas.
Me decía uno: «Muchas veces la prostituta ejerce su
oficio con auténtica rutina. Con frecuencia te dicen que termines pronto,
que hay cola». En una ocasión un cliente denunció a una prostituta porque le
había metido prisa para que acabara pronto#
El hecho de que ellas llamen «trabajar» al acostarse
con un hombre, es muy significativo.
Y cuando ellas vienen al sacerdote y le abren el
corazón, te das cuenta de la tragedia tan horrible de esas mujeres, porque
nadie las ama. Los hombres van con ellas para hacer el cerdo, pagan y se
van. Y ellas se sienten degradadas, porque lo que quieren es un hombre que
las ame. Y unos hijos que la Ilamen madre; como toda mujer normal. Pero esa
vida de lujuria las degrada.
Aunque, claro está, cuando están en las salas de
fiestas, tienen que sonreír. ¡Natural! Si no, no trabajan; como ellas dicen.
Para enganchar a uno tienen que poner buena cara. Para vaciarle la cartera.
Pero por dentro:
unas desgraciadas.
Y fijaos que de lujuria van bien despachadas.
Pero es que la lujuria no les basta.
Lo que hace feliz al hombre es el amor espiritual.
Y cuanto más pongas de espíritu en tu amor, más
feliz. Y cuanto más pongas de lujuria, menos sitio dejas a la auténtica
felicidad y al auténtico amor que es el espiritual.
***
Podríamos decir que el amor es la capacidad de
sacrificio en bien de la persona amada. Tanto amo, cuanto soy capaz de
sacrificarme en bien de la persona que amo.
¿Cuál es el prototipo del amor?
La madre.
¿Por qué decimos que una madre ama?
Por la capacidad de sacrificio en favor de los que
ama. Una madre se preocupa más de su hijo que de ella misma.
Leí una frase de un ginecólogo norteamericano que
decía: «Cuando una madre da a luz, por muy difícil que haya sido el parto,
lo primero que pregunta es: «¿Cómo está el niño?». Jamás ha sido la primera
pregunta cómo está ella».
Y es que una madre se preocupa más de sus hijos que
de ella misma.
Una madre, si hace falta, se pasa la noche junto a
la cama de su hijo, y no se acuesta en cuatro días, porque está enfermo. Y
una madre, si hace falta, se quita el pan de la boca, y se lo da a sus hijos
para que coman. Y
decimos: «No hay amor en este mundo como el amor de
una madre».
Pero, ¿que dirías de una madre que tiene poca comida
en casa y se la come ella, y acuesta a sus niños sin cenar? ¡Qué madre tan
desnaturalizada! Esa madre no quiere a sus hijos. ¡Qué barbaridad! ¡Qué
monstruo de madre!
¡Comerse ella la comida y acostar sin cenar a sus
hijos!
¿Por qué decimos esto? Porque lo propio del amor es
sacrificarse en bien de la persona amada. Tanto amas cuanto eres capaz de
sacrificarte por la persona que amas. Por eso cuando el que dice que ama
instrumentaliza a la mujer haciéndola objeto de la satisfacción de su
instinto, eso no es amor.
¡Nunca es amor usar a otra persona en provecho
propio! ¡Nunca!
Esto que lo aprendan los novios cuando usan a sus
novias como objeto para satisfacer su instinto zoológico. ¡A ver! ¿Qué hace?
¿Cómo la degrada? Y, ¿cómo la trata? Como a las que se venden en las
esquinas para satisfacer la lujuria de los hombres. ¡Lo mismo! Y sin pagar,
claro.¿Esto es amor?
¡Cuántas chicas llorando han tenido que ceder a los
impulsos bestiales del otro que las arrolla porque es más fuerte!, Y ellas
llorando de pena y de vergüenza porque su virtud, su pudor y su conciencia
no les permitían conceder lo que el otro se empeñaba en arrebatar.
Y el otro dice:
-Es que te quiero tanto que no me puedo aguantar.
¡Mentira! No la quieres a ella. Te quieres a ti. ¡A
ti!
¡Egoísta feroz! Y porque te quieres a ti, la
humillas. Y la pisoteas. Y la degradas. Y la envileces. Para satisfacer tu
instinto zoológico. Y te importa muy poco el bien de ella. Porque si
buscaras su bien, no la rebajarías a la altura de una fulana. Eso no es
amor. Es lujuria. No nos engañemos. Las cosas en su sitio. Por eso digo:
tanto ama un hombre cuanto es capaz de vencerse en bien de la mujer que ama.
El hombre que quiere a una mujer, se sacrifica a sí mismo para respetarla,
dignificarla y ennoblecerla.
Cuando un hombre ama a una mujer la respeta. Le
apetecen muchas cosas.
Como a cualquiera. Pero aunque le apetezcan, se
domina. Comprende que no puede hacer todo lo que le apetece. Les falta el
sacramento del matrimonio que les dará derecho a expresarse mutuamente el
amor sin limitaciones.
Comprende que el cuerpo de una chica soltera es
intocable. Cuando se case tendrá derecho a todo. Pero mientras no se case,
una chica tiene que defender su cuerpo. Y él, que lo sabe, se sacrifica. ¡Le
apetece muchísimo!, pero se sacrifica. Para no mancharla. Para no
marchitarla. Se sacrifica él.
Y no la degrada a ella. ¡Eso es amor!
En la vida no podemos hacer todo lo que nos apetece.
Hacemos lo que hay que hacer, y cuando hay que hacerlo. Tienes que trabajar,
madrugar, etc.
aunque no te apetezca. Y otras veces no puedes hacer
lo que te apetezca. El apetito no es la suprema norma de conducta. A nuestro
instinto sexual le apetecen muchas cosas que no podemos hacer. El apetito
hay que subordinarlo a un orden superior.
Algunos opinan que el apetito sexual debe saciarse
siempre que apetezca, como una necesidad fisiológica. Por lo visto para
ellos la unión sexual no tiene nada que ver con el amor, sino más bien con
el ir al retrete. ¡Qué barbaridad!
Han degradado el sexo, y de esa manera han matado el
amor, que es lo único que hace feliz al hombre. Al rebajar a la mujer a ser
un objeto de placer, el hombre se hace un egoísta, incapaz de amar, y por lo
tanto incapaz de felicidad. Su apetito desordenado de gozar le incapacita
para la mayor felicidad que hay en la Tierra: el amor.
La sexualidad es una de las facultades más grandes
que Dios ha dado al
hombre: la transmisión de la vida es una de las
cosas más maravillosas que se pueden hacer. Por eso con la sexualidad no se
puede jugar. Trivializar esta maravillosa potencia humana es una salvajada.
Todo lo relativo al sexo hay, que tratarlo con enorme respeto. No se trata
de poner una camisa de fuerza a un impulso natural, sino de encauzar una
fuerza tremenda, como es la sexualidad, para que cumpla la finalidad querida
por Dios.
Las cosas encauzadas son útiles, desbordadas son
catastróficas. El agua encauzada es útil para el riego y para la energía
eléctrica, pero si se desborda lo arrasa todo y el resultado es una
catástrofe. La sexualidad encauzada es fuente de vida y de felicidad en el
matrimonio, pero desbordada es una catástrofe.
La sexualidad desbordada es insaciable: esclaviza al
hombre, lo envilece y lo lleva a toda clase de aberraciones. El apetito
sexual no se autorregula con el uso espontáneo. La experiencia da que si no
se domina, termina esclavizando a la persona: masturbaciones obsesivas,
violaciones brutales, maníacos sexuales, perversiones sexuales degradantes
buscando siempre cosas nuevas y distintas. En este artículo de «YA» se habla
de una prostituta de once años que llevaba más de cien hombres en su haber;
y en esta revista, de una casa de prostitución con niñas de siete años para
los clientes que las prefieren tiernecitas. ¡Esto es monstruoso!
***
Ahora está de moda la liberación de la mujer y la
igualdad de derechos con el hombre, lo cual está muy bien ante la ley; pero
hay un feminismo revanchista que resulta ridículo. Hay mujeres feministas
que quieren ocupar el sitio del hombre en todo; y algunas lesbianas hasta en
el uso del sexo.
La mujer debe ser mujer. El querer ser como el
hombre es una equivocación, pues es considerarse inferior al hombre. Y la
mujer no es inferior al hombre, es diferente, que no es lo mismo. La que
quiere ser como el hombre resulta un marimacho. La feminidad es un gran
valor para la mujer.
Pero, sobre todo, se propagandea mucho la liberación
sexual de la mujer.
Sin embargo la libertad sexual, más que liberar a la
mujer, la degrada, la instrumentaliza y la hace juguete de las apetencias de
hombres irresponsables que las engañan y seducen. ¡Cuántas chicas han sido
víctimas de esta desgraciada experiencia! ¡Y cuántas han quedado después de
la aventura con el corazón destrozado, y quizás con un hijo en sus entrañas!
¿Quién no conoce casos de éstos? Y si alguna,
después de una aventura de éstas, queda tan fresca, es porque se entregó sin
amor. Y esto en castellano se dice con cuatro letras.
Pero no todas las violaciones son a base de fuerza
física. También se viola engañándola y prometiéndole mil cosas, y cuando
queda embarazada, el otro se quita de en medio. ¿Esto es la liberación de la
mujer? ¡Todo lo contrario! La degrada. Y la envilece. La moral sexual
católica es la que libera a la mujer de la instrumentalización del hombre, y
la dignifica exigiendo para ella el máximo respeto.
***
Por eso, el mejor modo que tiene una chica de saber
si el chico que sale con ella busca un ligue o piensa en serio casarse, es
si la respeta. Exígele respeto total. Si él busca un «plan», al no sacar
nada, se irá. Mucho mejor.
Que se vaya antes de hacerte daño.
Yo suelo decir:
-Mira niña, si al que sale contigo le gusta el
toqueteo, le dices que se compre una guitarra. Que tú no eres una bandurria.
Si sigue contigo sin sacar nada, es buena señal.
Señal de que va en serio. Piensa casarse contigo. Por eso no le importa
esperar. Sabe que un día serás suya, y espera.
Pero quien piensa cambiar de ligue, es lógico que
tenga prisa en sacar algo.
Si eres chica «facilona» y el otro saca lo que
quiere, ¿tú qué sabes? Él puede seguir contigo porque lo pasa fenómeno. Y
además, gratis.
-Es que si no me dejo, se va.
Pues que se vaya. Cuanto antes se vaya, menos daño
te hace. Si se va, no te quería. Y si no te quiere, ¿qué puedes esperar de
él? Si te quiere, querrá lIevarte al altar como una flor. Te respetará. Las
flores no se manosean porque se marchitan. Se miran, pero no se tocan. Igual
la mujer.
Pues la mujer es una flor
***
Ahora me voy a meter con ellas.
Es que muchas veces la mujer tiene la culpa.
Muchísimas veces. Unas por sensuales, que las hay. No vayamos a creer que
todas son unos angelitos. Ni mucho menos Hay cada niña de miedo. Las chicas
lujuriosas son las menos, pero las hay. Una mujer viciosa es tremenda.
Desgraciado del que caiga en manos de una mujer lujuriosa. Agotan a
cualquiera.
Me decía un casado:
-Padre, es que mi mujer es insaciable. No deja que
me reponga.
Puede ser que alguna chica haya llegado a ser así
por culpa de un canalla que la inició en el vicio, cuando ella era inocente
y pura. Hay chicas que por esto arrastran las cadenas de una esclavitud
lujuriosa.
La que es así, tiene que dominarse. Lo mismo que el
hombre. La mujer apasionada y ardiente tiene la obligación de ser pura lo
mismo que la que es fría y tranquila.
Las dos pueden ser decentes y vivir en gracia de
Dios.
Hay otro tipo de chicas que yo llamaría audaces. Les
gusta un peligroso deporte que consiste en abrirle el apetito al otro. A ver
qué pasa. A ver hasta dónde llega. A ver a lo que se atreve. A ver cómo
reacciona. Y empieza con su coquetería. Y sus insinuaciones. Hasta que el
otro, claro, se desboca. Y cuando se desboca, es un potro que no hay quien
lo pare. Y ahora la otra se asusta: «¡No, no! ¡Eso no!».
Si no le hubieses desbocado, no te arrollaría. La
culpa es tuya. Juego peligroso. Ella se creía que lo iba a detener en el
momento oportuno; pero el otro es más fuerte, y cuando se pone como un potro
desbocado, ya no hay quien lo pare. Después vienen las lágrimas y las
lamentaciones de lo que ya no tiene remedio.
Incluso las hay que si el otro se domina, dudan de
su virilidad.
-Oye, ¿es que tú no eres hombre? ¿No reaccionas?
Parece que lo que quieren es un hombre golfo. Y
después la que se case con un golfo, sufrirá las consecuencias.
Hay otras tan inocentes, tan ingenuas, tan tontitas
que no se dan cuenta del impacto que hacen con sus zalamerías y con su
romanticismo. Se pone ella pegajosa, sentimental, dulzona, zalamera. Ella
pensaba quedarse en el terreno de las caricias inofensivas. No pensaba en
más. Ella estaba sencillamente dejándose llevar por sus efusiones de cariño.
Pero, ¡claro!, el hombre, que es un potro, se desboca. Lo que a ella le
dejaba sexualmente tranquila, al otro lo pone fuera de control. No puede
más. La chica no pensaba llegar a nada malo, pero es la culpable. ¿Por qué?
Porque las chicas tenéis que saber que el hombre no es como la mujer. Porque
Dios lo ha hecho así. ¡El hombre es explosivo! Y lo tenéis que tener en
cuenta. La mujer es más tranquila, más serena. Se contenta con una caricia,
con una pequeñez.
¡Pero el hombre no se contenta con pequeñeces! ¡El
hombre lo quiere todo!
¡Todo! Y claro, no puede ser. Por lo tanto,
prudencia. Mucha prudencia, porque si echas una cerilla al depósito de
gasolina, eso no hay quien lo apague. Los hombres son como un bidón de
gasolina. No enciendas cerillas.
¡No! ¡Que se inflama! Y eso no hay quien lo apague.
Y te devora. Mucho cuidado. La chica tiene que ser como el ángel de la
guarda para él.
***
No os dais cuenta de lo que perdéis cuando rebajáis
vuestro amor en el noviazgo convirtiéndolo en lujuria. Porque, ¿cómo va a
ser lo mismo el matrimonio después de un noviazgo envilecido que un
matrimonio después de un noviazgo puro? En este caso se va con una ilusión
fenomenal. Con un aliciente enorme. Con una alegría maravillosa. Pero cuando
uno llega al matrimonio después de haber pasado por todo, ¿qué ilusión puede
tener?
Hace muy poco he oído una confidencia de un hombre
casado con un problemón imponente. Me dijo:
-Padre, todo parte de que yo me casé sin ilusión
ninguna, porque nosotros antes de casarnos ya lo habíamos hecho todo. El
matrimonio para mí no tenía nada nuevo.
Claro, llegó al matrimonio sin ilusión, y ahora el
pobre está recogiendo los frutos que sembró.
Otras veces, noviazgos que se han deshecho después
de haberse envilecido.
A mí me dijo un chico:
-Padre, he perdido la ilusión por ella.
Y yo le digo:
-Oye, pero si la culpa ha sido tuya.
Y me contesta el chico:
-Sí, Padre, me reconozco culpable. Pero he perdido
la ilusión por ella.
No puedo remediarlo. Y no puedo casarme con una
chica que me ha desilusionado.
Él fue culpable. Él reconoce que fue quien la
perdió. Pero después dice que sin ilusión no se puede casar con ella. Y no
se casó. Ya se ha casado; pero con otra.
Histórico, ¿eh? Esto pasa, Chicos que han dejado a
sus novias porque han perdido la ilusión por ellas, después de haberlas
envilecido.
Por desgracia muchas mujeres solteras saben por
experiencia propia la verdad de lo que estoy diciendo. Fueron juguete de un
hombre que cuando se cansó de ellas las abandonó envilecidas y las olvidó.
Y, quizás, con un hijo en sus entrañas.
La mujer no tiene que ser juguete de ningún hombre.
Tiene su dignidad y tiene sus derechos. Y el hombre
que arrolla todo esto abusando de su fuerza física o psicológica, no
demuestra precisamente ser un caballero.
¿Y si ella es la que se ofrece, sin valorar lo que
se arriesga a perder?
Pues yo diría que es entonces el hombre, que se
siente caballero, quien debe proteger en ella, Io que ella misma no sabe
proteger.
***
Cuando un hombre ha encontrado entereza en una
mujer, pureza intachable, intransigencia en lo que el hombre sabe que ella
no debe ceder, se llena de ilusión. Puede pasar que el chico tenga un
momento de tentación. Eso lo puede tener cualquiera. Y en un momento de
tentación quiere lograr lo que no debe. Pero si la mujer es como debe ser,
el hombre, cuando se estrella contra la intransigencia de la mujer que no
cede, de momento se enfada, porque no puede conseguir lo que le apetece;
pero es un enfado pasajero. En el fondo la admira. Y ella crece en su
estima. Él reconoce que ella es como debe ser. El hombre, en el fondo,
quiere la mujer pura, no prostituida. Por eso, después se alegra. Y se
enorgullece de tener una mujer así. En cambio, si ella cede, creyendo que
con esto lo va a ganar, se equivoca. En el fondo pierde la ilusión, aunque
de momento él saque lo que quería. La querría más, si fuese más pura. De eso
no hay duda. Eso es la experiencia de la vida.
Yo digo en mi libro «PARA SALVARTE»: «Es verdad que
en el momento de la tentación están fuera de sí, y piden cosas que serenos
jamás pedirían. Pero cuando pasa el torbellino, ellos mismos se avergüenzan
de haber estado así.
Si negándote le defiendes de la bestia que lleva
dentro, te lo agradecerá.
Tu intransigencia aumenta la ilusión que siente por
ti. Tus condescendencias en este punto, no lo dudes, te rebajan, te
estropean, te ensucian, te manchan».
Cuando se da cuenta de que no eres pura, no le
interesas, o pierde la ilusión, o te deja plantada, o se quita de en medio.
Cuanto más pura, más ilusión. Cuanto más intransigente, más deseable. Cuando
eres facilona, no interesas. Porque de ésas hay a montones. Chicas frescas
hay por todas las esquinas. Chicas fáciles hay por todas partes. La chica
facilona, resulta vulgar. Y un hombre de valer no se enamora de una mujer
vulgar, de una cualquiera. Lo vulgar no enamora a nadie que tenga buen
gusto. Un hombre se enamora de una mujer que merece la pena. De una mujer
excepcional, que se sale de lo corriente, de auténticos valores.
He de deciros que las chicas también tienen derecho
a exigir de los chicos que seáis puros. A una mujer también le gusta que su
marido no hay sigo un mujeriego.
***
Es fácil que quienes no han sido capaces de guardar
la pureza sientan instintivamente la inclinación de menospreciar su valor.
Pero las joyas que valen, no pierden valor porque haya quienes no son
capaces de apreciar lo que valen. La ilusión del hombre que se casa con una
mujer pura no tiene igual. No puede ser lo mismo un coche nuevo que uno de
segunda mano. No es que valoremos a la chica sólo por una pequeña parte de
su cuerpo. Sino porque la que lo ha sabido conservar supone unos valores de
los que carece la que voluntariamente lo perdió. Se trata naturalmente de la
que perdió la virginidad voluntariamente. No de la que la perdió por
accidente, o engañada por un hombre malvado.
***
Además, ¿qué pasa cuando el chico logra satisfacer
sus instintos con la chica? ¿Qué pasa? Que la está convirtiendo en un objeto
de satisfacción para él. La rebaja a ser una cosa. Y las cosas no se aman.
Las cosas se usan para uno mismo cuando apetecen. Y cuando ya está uno
harto, se tiran, se arrumban o se olvidan. Pero no se aman. Ser mujer
objeto, juguete de los hombres, es un triste oficio. Y cuando un hombre se
acostumbra a tratar a una mujer como a una cosa, para satisfacerse él,
entonces no la ama. Se ama a sí. Pero a ella no. Es un egoísta. Y el
egoísta, de casado, amargará la vida de su mujer.
***
Pero cuando un hombre se sacrifica para no
mancharla, para no estropearla, para no marchitarla, y se vence: eso es
amor. Eso sí que es amor. Cuesta trabajo. Claro que cuesta trabajo. Pero se
puede hacer.
Y hay mucha gente que lo hace, gracias a Dios. De
eso sabemos los sacerdotes más que nadie. Montones de noviazgos blancos,
inmaculados, puros, intachables. No llevan un letrerito en la frente. La
gente por la calle no lo sabe. Pero los hay, gracias a Dios. Han llegado al
altar sin un pecado.
Eso sí que es amor. Y, ¡cómo se quieren! Y, ¡qué
felices son! Es algo impresionante. Amándose con una alegría, con una
ilusión fenomenales.
También hay parejas que llegan al altar hechas un
guiñapo. ¡Así les va!
Yo no sé si será cosa psicológica, o cosa de Dios.
Pero estos noviazgos tan sucios, que se han envilecido en la lujuria y en el
pecado, después de casados, a veces, ¡qué mal se llevan! ¡Qué fracasos tan
grandes!
Y yo digo: lógico. Porque ese noviazgo, ¿por qué fue
tan sucio? Porque eran unos egoístas y hacían lo que les gustaba, lo que les
apetecía. No tenían ningún espíritu de sacrificio. Y como eran unos egoístas
de novios, no podían ser puros; y porque siguen egoístas de casados, ahora
no se aguantan. Ahora la vida sexual para ellos no es problema. Pero como
siguen siendo egoístas, chocan por otras cosas. Y el matrimonio es un
infierno.
Aunque de vida sexual tengan toda la que quieran. El
que es egoísta, y siempre hace lo que le apetece, que no sabe aguantarse,
resulta insoportable. No se puede vivir con él. No piensa más que en sí
mismo.
En cambio estos noviazgos intachables que han
llegado al altar sin un solo pecado, ¡eso supone dominio, lucha, sacrificio!
Eso les ha templado de una manera que llegan al matrimonio y todo es una
seda. Se quieren con delirio. Porque con todo ese dominio propio que han
adquirido jamás se molestan. Se desviven por darse gusto mutuamente. Por
hacer feliz al otro.
Porque ese dominio propio que han adquirido durante
el noviazgo, les ha servido de un ejercicio fenomenal, y ahora el matrimonio
es una delicia.
***
Mirad: cuando Dios pide a la juventud pureza,
comprenderéis, primero, que es posible. Si la juventud no pudiera ser pura,
Dios no se lo iba a pedir.
Si Dios pide pureza a la juventud, es porque es
posible. Dios no pide imposibles.
Y segundo, que es bueno. Conviene. Dios es padre.
¿Iba a pedir Dios una cosa que no os conviene? Cuando Dios pide a la
juventud que sea pura, es porque a la juventud le conviene ser pura. Si no,
Dios no se lo pediría.
¿Que cuesta trabajo? ¡Ya lo sé! Tantas cosas cuestan
trabajo y merecen la pena. Las cosas buenas cuestan sacrificios. El
sacrificio por un ideal, se hace con gusto. La ilusión alegra la vida. Lo
que mucho vale, mucho cuesta.
El que nunca quiera esforzarse, nunca hará nada que
merezca la pena. La pureza cuesta trabajo. Pero merece la pena. Si Dios lo
quiere, es porque es buena.
***
Pero vienen los novios y me dicen:
-Padre, es que nos queremos y tenemos que manifestar
nuestro amor.
¡Ojito! ¿Cómo os lo vais a manifestar? Porque los
novios os queréis como para estar casados, pero no podéis hacer lo que
pueden hacer los casados.
Mientras seáis novios, tenéis que esperar. Unos
porque tienen que terminar los estudios, otros porque no han hecho el
servicio militar todavía, otros porque no tienen piso, etc. Y mientras no os
caséis tenéis que dominaros.
Como empieces a entusiasmarte, no sabes a dónde
puedes llegar.
Cuantísimas veces me dicen los novios:
-Padre, nunca pensé que iba a llegar a tanto. No me
di cuenta de lo que hacía. Estaba fuera de mí. Estaba frenético. En mis
cinco sentidos no lo hubiera hecho. Parecía un bestia. No era yo. Era un
loco. Sereno no lo hubiera hecho.
Por eso, no te lances. Que te pones como un potro.
Lo arrollas todo y no respetas nada.
No lo pensáis. Pero la vida es así. Como empieces a
rodar por la escalera abajo, no puedes decir que te vas a parar en el
escalón 23. Hasta llegar al final, no paras.
Pero mira, hombre, si tú sabes que tienes que
frenarte, ¿qué más te da hacerlo un poco antes que un poco después? Si sabes
que te vas a quedar con hambre. Si el hambre que tienes es para todo, y
hasta que te cases no puedes. No te acerques al precipicio que puedes perder
el equilibrio. Como quieras llegar al límite, un resbalón, y te vas al
abismo. Quédate en terreno seguro, y no me hagas equilibrios, que te puedes
caer. Es más fácil no encender una traca, que apagarla a la mitad.
Que tus muestras de cariño sean inofensivas: del
cuello para arriba y bajando sólo por el brazo. Nada de merodear zonas
peligrosas.
¿Y de besos, qué?
No es lo mismo un delicado besín que un besazo
atornillado. Este tipo de besos estilo cine, puede poner en marcha el
aparato genital. Y este aparato es uso exclusivo de casados.
De manera que digo: ¡prudencia! Prudencia en las
manifestaciones de cariño. Algunas tienen que darse. Evidente. Pero mucha
prudencia. Porque más vale renunciar a una caricia lícita e inofensiva, que
arriesgarse a caer en la que no es lícita. Es facilísimo caer. Y a veces los
daños son irreparables.
Trata a tu novia pensando en tus hijos. ¿Cómo
querrán ellos que hubieran tratado a su madre? ¡Si vuestros hijos os vieran
en algunas ocasiones! ¡Qué vergüenza!
Que podáis hablar de vuestro noviazgo a vuestros
hijos sin poneros colorados.
***
En mi libro «PARA SALVARTE» he copiado unas frases
que no son mías, pero me han gustado mucho y las he transcrito, porque
resumen muy bien todo lo que he dicho. Son muy bonitas. Son para meditarlas:
«Si te extasías ante su belleza, eso sólo no es
amor: es admiración.
Si sientes palpitar tu corazón en su presencia, eso
sólo no es amor: es sensibilidad.
Si ansías una caricia, un beso, un abrazo, poseer de
alguna manera su cuerpo, eso sólo no es amor: es sensualidad.
Pero si lo que deseas es su bien, aun a costa de tu
sacrificio,
enhorabuena: has encontrado el verdadero amor».
Precioso pensamiento y exactísimo. Si lo que ansías
es su bien, aun a costa de tu sacrificio, enhorabuena:has encontrado el
verdadero amor.
Pues quiera Dios que estas ideas que os he dado os
ayuden a acertar en este asunto tan importante, como es el noviazgo, en bien
de vuestra felicidad matrimonial.
Hasta mañana, si Dios quiere.