36. EL PROBLEMA DEL DOLOR: P. Jorge Loring sj
Hasta hace unos días todos los periódicos del mundo se han hecho eco del
crimen del Lieja.
Yo he tenido ocasión de leer varios artículos sobre este asunto, y oí dos
conferencias: una, del Sr Silva, Fiscal de la Audiencia de Sevilla, y, otra,
del Dr. González Meneses. Y me ha parecido interesante utilizar la
conferencia de este mes, para haceros un resumen de los hechos, y sacar
después alguna conclusión.
La talidomida es un tranquilizante que se ha inventado en el año 1959 en
Alemania, y que parecía muy a propósito para las madres gestantes, pues
eliminaba !os mareos y quitaba las nauseas. Por esto, se extendió
enormemente, sobre todo por Centro Europa, y en un año se convirtió en el
tranquilizante más vendido en Alemania, Inglaterra y centro de Europa.
Lo que no se sabía era que, además de ser un tranquilizante extraordinario,
tenía la propiedad de que paralizaba el desarrollo de las células.
Y resultó que en este último año pasado, muchísimas madres que tomaron
talidomida,al dar a luz, veían con horror que sus hijos nacían con
malformaciones orgánicas: unos sin brazos, otros sin piernas, otros ni
brazos ni piernas, otros con las extremidades atrofiadas, es decir, muy
reducidas.
Por cierto que os he traído una revista de la Facultad de Medicina de
Madrid, con unas fotografías de niños nacidos así por la talidomida.
Los que estáis muy lejos no sé si veréis desde allá atrás. Aquí hay niños
sin brazos, sin piernas, y sin brazos ni piernas.
EI poder tan fuerte de la talidomida hacía que una sola pastilla tomada por
la madre durante el embarazo era suficiente para que el niño naciera con
alguna malformación orgánica.
Las estadísticas dan que los niños monstruosos aumentaron trescientas veces
más que la media normal. Es decir, por cada niño monstruoso que nacía antes,
en este último año nacieron trescientos monstruosos.
Naturalmente, esto alborotó a la Medicina, y enseguida empezaron las
investigaciones sobre las causas de las deformaciones de estos niños.
Por cierto que hablé el otro día, precisamente en orden a esta conferencia,
con un médico muy conocido aquí, en Cádiz, y me dijo que es posible que esta
epidemia de niños deformes haya sido el tributo de la Humanidad a un gran
descubrimiento: al descubrimiento de un remedio contra el cáncer.
El problema tremendo del cáncer es el desarrollo vertiginoso de las células
cancerosas. Al descubrir que la talidomida frena este desarrollo, se ha
pensado que la talidomida podía frenar el desarrollo del cáncer. Han
empezado ya a usarlo y parece que con éxito: ya veremos.
***
El hecho es que en Bélgica el matrimonio Vandeput tiene su primera niña.
Le ponen de nombre Corinne.
Como su madre había tomado tranquilizante con talidomida, la pobre chiquilla
nace sin brazos.
La madre, horrorizada ante el espectáculo de su hija deforme, decide
matarla; decide asesinarla.
El 28 de marzo de 1962 le pone en el biberón una dosis mortal de luminal.
La niña toma el biberón y se muere.
Esa mujer es juzgada ante un tribunal. Y, cosa inconcebible, esa mujer sale
absuelta.
Claro, esto ha sido un hecho que ha llamado la atención en el mundo entero.
***
Vamos a analizar un poco las cosas y las consecuencias.
Primero: según la legislación belga, el juez no puede condenar a nadie
mientras que el jurado, compuesto por doce ciudadanos elegidos para ello, no
declare culpable al acusado. Si el jurado declara inocente al acusado, el
juez no tiene nada que hacer; no puede condenar.
Y el jurado de Lieja declara inocente a aquella madre.
Con una particularidad: que un momento antes, aquella misma mujer había
reconocido que ella había dado voluntariamente a su niña una dosis mortal de
luminal, sabiendo lo que hacía, porque quería eliminarla.
Y a pesar de que aquella madre, un momento antes, lo había confesado todo,
el jurado niega su culpabilidad.
EI juez pregunta:
-¿Es Susana Vandeput responsable de la muerte de su hija?
Contesta el jurado:
-No.
EI juez no puede condenar. Si el jurado declara inocente al acusado, el juez
tiene las manos atadas.
Y este veredicto del jurado es tanto más inconcebible, cuanto que había
precedido un discurso del fiscal donde había probado la culpabilidad de
aquella madre, y donde había prevenido al jurado que un veredicto de
absolución, de inocencia, podía traer tremendas consecuencias para la
Humanidad; porque iban a ser miles de madres con hijos deformes las que se
iban a ver tentadas a seguir el ejemplo de aquella mujer infanticida, y
asesinar a sus propios hijos. Efectivamente. A los pocos días de quedar
absuelta Susana Vandeput, una madre berlinesa da muerte a su hijo de ocho
años porque tenía las piernas deformes. Y unos días después, en Mans, otra
madre asesina a su hijo de cinco años porque era un poco mongoloide.
Fijaos en las consecuencias tremendas de un veredicto absolutorio de un
crimen como éste.
El precedente fue tremendo.
Esto nos manifiesta la falta de conciencia moral de aquel jurado.
Nadie tiene derecho a suprimir la vida de un inocente, ni siquiera para
evitar que sufra. Porque los hombres no somos dueños de la vida de los
demás; ni siquiera de la nuestra. Los hombres no podemos disponer de nuestra
vida ¡Cuanto menos de la vida del prójimo!
Nosotros no somos dueños de la vida. El dueño de nuestra vida es Dios. Y
Dios es el único que puede disponer si he de vivir o he de morir. Pero
nosotros no podemos quitarnos la vida a nosotros mismos, ni jamás quitar la
vida a otro. A no ser, como única excepción, en defensa propia si él nos
ataca para matarnos y no hay otro remedio eficaz para defendernos.
Pero, jamás podemos suprimir la vida de un inocente, ni siquiera para evitar
que sufra.
Por eso, es inconcebible ese hecho de una madre que quita la vida a su hija.
Si es lícito asesinar a una niña deforme, ¿por qué no será lícito matar a un
enfermo incurable? ¿Y porqué no matar a un anciano inútil?
Y entonces tenemos a los familiares más próximos asesinando a sus seres más
queridos.
¿Os dais cuenta de la monstruosidad que podría seguir a esto?
Esto es lo que pasa en el mundo cuando nos apartamos de la Ley de Dios.
***
El crimen de Lieja, como dice el fiscal Sr. Silva, tiene, además, los
agravantes de premeditación y alevosía.
Porque fue premeditado. No fue un hecho imprevisto; como una muerte en una
reyerta. No fue de improviso. Eso lo estudiaron.
Y como el médico que asistió al parto no quiso suprimir a la niña -como
quería la abuela, que fue la que tuvo la primera idea de aquel crimen
monstruoso-, fueron a buscar al Dr. Casters, médico de cabecera, para que
recetara una dosis mortal para suprimir a la niña.
Premeditación. ¡Una madre siete días estudiando cómo asesinar a su hija!
Y alevosía. Con abuso. Abuso de la debilidad del prójimo.
Aquella niña no podía defenderse. Dios ha dado esa niña a su madre para que
la cuide, para que la alimente, para que la proteja; y aquella madre se
aprovecha para poner en aquel biberón un veneno, con un poco de miel, para
que pase mejor.
***
¡Qué crueldad! Esto nos horroriza.
Bien. Pues pensad que si en España no ha ocurrido este hecho, a veces
ocurren hechos similares.
Tan crimen es asesinar a una niña de diecisiete días como asesinar a un ser
humano aunque esté todavía en el seno de su madre. EI aborto voluntariamente
provocado por el hombre es tan crimen como esto, que nos horroriza, de la
madre de Lieja.
Tan crimen es matar a un niño que ha nacido ya como matar a un niño que va a
nacer.
Ese ser, es un ser humano, como dicen los médicos, desde el primer momento
de su concepción. Y si se suprime ese ser que se ha concebido, esos padres
son tan asesinos, tan parricidas, como éstos que nos sublevan y nos indignan
del crimen de Lieja.
***
Pero tenemos un paralelismo notable.
Simultáneamente al proceso de Lieja, mientras se está juzgando a una madre
que ha envenenado a su propia hija porque era deforme, resulta que en
Barcelona, en el Hospital del Niño de Dios, hay también una niña, que se
llama Catalina Macías Márquez, que ha nacido sin brazos.
También, por culpa de la talidomida. Porque su madre, cuando estaba
embarazada, tomó un tranquilizante con talidomida, y la niña nació sin
brazos.
Es un caso paralelo.
Pero la niña de Barcelona tuvo la suerte de tener una madre católica Y a esa
madre católica, que tiene una niña sin brazos, no se le ocurre asesinarla.
¿Qué dice la madre católica de veintiséis años?
-Cada día la quiero más. Es mi sol y mi cielo. Voy a desvivirme por ella,
pues me necesita más que si estuviera sana.
Así habla una madre católica.
Eso es amor. ¡Eso sí!
¿Que ha tenido la desgracia de nacer sin brazos? «Pobrecita. Cada día la
quiero más». Evidentemente es más digna de amor.
Eso es amor. No lo de Susana Vandeput, que dice que asesinó a su hija por
piedad; para que no sufra.
¿Por piedad? ¿O por egoísmo propio? ¿Para que no sufra la niña, o para no
sufrir ella, y no tener que cargar con esa niña y quitarse un peso de
encima? ¿Qué fue? ¿Qué fue?
¡Es indignante ver a esa madre, asesina de su hija, fotografiarse sonriente,
y responder a los periodistas, al salir absuelta del juicio, que ella y su
marido emprendían ahora su segundo viaje de novios!
¿Y eso era por piedad ?
¡Egoísmo feroz cuando no se tiene fe!
***
La madre belga y la madre católica son dos símbolos. Dos símbolos ante el
dolor. Dos símbolos ante la desgracia. Dos símbolos ante la vida. El símbolo
del paganismo y el símbolo del cristianismo.
Para el pagano, el sufrir no tiene significado. Para el pagano, el valor de
la persona humana, por lo visto, es un esqueleto perfecto. Por eso, a un ser
deforme lo suprime, lo elimina y lo asesina.
Para un cristiano, la cosa es distinta. Una madre católica sabe que en aquel
cuerpecito deforme hay un alma espiritual; y que aquella niña sin brazos
puede llenarse de méritos para la eternidad.
Por eso, la madre católica no suprime a la hija: la ama más; y le va a
enseñar a sufrir por Dios. Porque sabe que, aunque la pobrecita en la vida
no pueda valerse, puede ganar un cielo eterno.
Es el valor que tiene el sufrimiento para los que creemos en Dios:
labrarnos un porvenir en la eternidad.
Así, el dolor tiene sentido. Para el materialista, no tiene sentido. Por eso
hace esa monstruosidad. Para el cristiano, tiene sentido. Sabemos que
sufrimos en la Tierra en orden a la eternidad. Sufrimos por Dios. Ofrecemos
a Dios nuestros dolores, y sabemos que eso va a fructificar para toda una
eternidad.
***
Es verdad que algunas veces nosotros no entendemos cómo Dios permite el
dolor. ¡Es verdad!
Pero nosotros sabemos que Dios es bueno, y nosotros no podemos dudar de
Dios, aunque a veces no entendamos el dolor.
Porque doy por supuesto que muchas veces no entendemos cómo Dios permite
desgracias. No lo entendemos Pero el hecho de que no entendamos los planes
de Dios no significa que podamos dudar de la bondad de Dios. Dios es bueno
por encima de todo. Aunque yo no lo entienda.
Y es lógico que con mi corto entendimiento yo no pueda entender todos los
planes de Dios. Sería una soberbia inconcebible que yo quisiera que Dios
haga sólo lo que yo entiendo. Pero, ¿quién soy yo para creer que mi
entendimiento va a limitar a Dios para que haga sólo lo que yo entiendo?
Tengo que reconocer que tengo un talento muy pequeño, y que es lógico que yo
no entienda los planes de Dios. Es lógico que Dios haga cosas que yo no
entiendo.
Bien está que nosotros procuremos suavizar el dolor. Bien está que nosotros
procuremos eliminar el sufrimiento.
Pero cuando por encima de nuestras posibilidades vemos que Dios manda
desgracias, hemos de tener fe, y saber que cuando Dios lo permite, por algo
será.
Saber que Dios es bueno por encima de todo. Y aunque yo no entienda los
planes de Dios, tengo que fiarme de Él. ¡Que Él sabe lo que hace!
Si el sufrir en esta vida nos va a dar por premio una corona eterna, merece
la pena sufrir. Aunque nos duela. Aunque nos cueste. Esto es evidente. Esto
es claro.
Saber que el sufrimiento y el dolor, cuando es en orden a una corona eterna,
merece la pena.
Y si creemos que no merecen la pena, es por falta de cabeza. porque nos
falta entendimiento.
Como nos falta entendimiento, por eso muchas veces nos parece que las
desgracias de esta vida son las supremas. Pero Dios, que tiene más
entendimiento que nosotros, sabe que no son las desgracias de esta vida la
mayor de las desgracias. Por eso Dios, en sus planes, permite desgracias en
esta vida en orden a los méritos de una eternidad.
Y Dios, que sabe más que nosotros, admite en sus planes providenciales, que
algunas veces vengan estas desgracias. Como es desgracia, tremenda
desgracia, que a nadie podemos desear, el tener una niña sin brazos.
Pero cuando Dios lo ha permitido, fiémonos de Él. Sepamos que algún plan
tiene Dios sobre esa criatura.
Si Dios permitió que naciera sin brazos, ¿quién sabe la corona que le tiene
reservada a esa niña que tanto va a pasar en este mundo, desde luego, pero
que tanto va a gozar en el otro, si sabe enfocar con fe la desgracia de
haber nacido sin brazos?
***
Por eso digo: Susana Vandeput y la madre de Catalina Macías Márquez son dos
símbolos de la postura ante el dolor. El símbolo materialista y el símbolo
cristiano.
Aquella madre belga, que no concibe sufrir en este mundo, priva a su hija de
una corona de felicidad eterna en la gloria.
La madre española que tiene fe, y sabe lo que su niña sin brazos puede
merecer en la vida, sufriendo por Dios, le enseña a sufrir por Dios, para
que cuando Dios quiera se la lleve, y pueda gozar de esa corona eterna que
mereció con los sufrimientos de esta vida.
Dos posturas ante la vida. Dos posturas ante la desgracia.
La postura pagana, fatalista, que desemboca en una madre asesina de su hija.
La postura cristiana, con fe, que sabe que en este mundo no todo sale a
nuestro gusto, y sabe aceptar confiadamente la voluntad de Dios.
Tenemos que esforzarnos para que la vida sea agradable en la Tierra. Pero
cuando algo, por encima de nuestras posibilidades, no salga a nuestro gusto,
tenemos que tener fe, tenemos que tener confianza en la Providencia de Dios,
y tenemos que saber, como la madre de Catalina Macías Márquez, que el sufrir
en este mundo con fe es prepararnos un tesoro eterno en la gloria.
Y nada más. Hasta otro día.