El Deber de ir a Misa: Participar en lo más grande que existe
Consulta
Que la paz del Señor los acompañe siempre.
Soy un nicaraguense cursillista y pertenezco a la Escuela de Dirigentes del
Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
Se me ha encomendado la responsabilidad de impartir una charla sobre la
Santa Misa como alimento espirirtual desde la perspectiva del laico,la cual
en gran medida ya he preparado,sin embargo se me ha sugerido incluir el
aspecto que es un deber asistir a Misa los dias Domingo y fiestas de
guardar.Como puedo abordar el tema brevemente? Por que es un DEBER?
Un aspecto que me preocupa al abordar el Dia de Señor,es qué pasa con los
otros días una vez que se ha cumplido con el deber ?.Digo lo anterior porque
el contenido de la charla sugiere mas que un deber, una necesidad de tener
ese maravilloso encuentro con el Señor mediante la celebración liturgica de
la Palabra y la Eucaristia.
Me logro explicar? Hay un momento en la vida del cristiano que el deber se
vuelve una necesidad,cómo lo explico?cómo hago la transición del deber a la
necesidad?
Les agradezco anticipadamente la atencion brindada y les saluda en el Señor
De Colores
Carlos Javier Brenes Hurtado
Respuesta
Querido hermano en Cristo.
Estimado Carlos Javier Brenes Hurtado
Que la alegría del Señor esté en su corazón y que en él la Trinidad tenga su
morada.
Gracias por su consulta. Está usted tocando un punto muy importante para la
vida del cristiano y nos parece muy justa su preocupación de querer
transmitir no una exigencia jurídico-legal sino hacer transparentar toda la
maravillosa realidad que contiene la fiesta más grande que pueda vivir un
bautizado.
La palabra deber, además de la exigencia del legislador y de la ley,
contiene también el sentido de correspondencia a una realidad. Es un deber,
por ejemplo, de vivir de acuerdo a las venerables tradiciones de una
familia. O como ejemplo puede usted mirar los diez mandamientos. Ciertamente
son una exigencia aunque la traducción en el futuro “honrarás...”, “no
matarás...”, etc., ya expresan una promesa. Ahora bien, ¿cuándo se han
pronunciado los diez mandamientos? Pues, recién después de que Dios había
dicho a Israel: “Yo seré vuestro Dios y ustedes serán mi pueblo”; y más
adelante “sean santos como yo soy santo”. Los mandamientos expresan, por
tanto, la realidad del deber de un pueblo de ser testigos de la santidad de
Dios. Por ser elegido vivirá una vida que corresponde a los mandamientos.
Entonces será verdad lo que dice el autor sagrado: “¿Qué pueblo tiene un
Dios tan cercano y unos mandatos tan sabios?”. He ahí también la pista para
entender cómo el deber es expresión concreta de una elección, de la calidad
de una persona.
En el Nuevo Testamento la elección se expresa con más fuerza aún porque los
bautizados nos convertimos en templos del Espíritu Santo. Cuando guardamos
los mandatos de Cristo el Padre nos amará y con su Hijo vendrá hará morada
en nosotros. ¿No es entonces un deber sagrado el expresar, el celebrar esta
realidad? El deber no es entonces la respuesta a una exigencia sino
expresión de la santidad de la que goza todo bautizado por ser hijo de Dios.
Con razón la Misa se llama Eucaristía, es decir, Acción de Gracias porque el
bautizado reconoce y goza de los dones divinos. Cuando un hombre es colmado
de dones que no merece, ¿acaso no es un deber agradecer? Lo maravilloso es
que esta acción de gracias se convierte de nuevo en un derramamiento de
dones sobre los que participan en ella. Así la Acción de Gracias te colma de
nuevo con más dones de la generosidad divina.
Hemos subrayado sólo un aspecto de los muchos que entran en juego cuando se
habla del Día del Señor. Para tener una visión integral le sugerimos que lea
la carta encíclica de Juan Pablo II sobre el Día del Señor. También el Papa
utiliza en concordancia con el Concilio Vaticano II la palabra “deber”. Le
citamos un trozo de su carta “dies domini”:
“... nos situamos en la perenne tradición de la Iglesia, recordada
firmemente por el Concilio Vaticano II al enseñar que, en el domingo, « los
fieles deben reunirse en asamblea a fin de que, escuchando la Palabra de
Dios y participando en la Eucaristía, hagan memoria de la pasión,
resurrección y gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios que los ha
regenerado para una esperanza viva por medio de la resurrección de
Jesucristo de entre los muertos (cf. 1 P 1,3)”.(8)7. En efecto, el deber de
santificar el domingo, sobre todo con la participación en la Eucaristía y
con un descanso lleno de alegría cristiana y de fraternidad, se comprende
bien si se tienen presentes las múltiples dimensiones de ese día, al que
dedicaremos atención en la presente Carta”.
Contemple, pues, las “las múltiples dimensiones de ese día” en el desarrollo
de la carta. Le sugerimos concentrarse en el capítulo III de esta
maravillosa carta de nuestro Santo Padre en:
"Dies domini" de Juan Pablo II
¡Qué pena que muchos católicos ni se enteran de lo que tienen entre manos.
Le felicitamos a usted porque contribuye a que los hermanos gocen más y
mejor de los tesoros que encierra la celebración eucarística.
¡Que Dios le bendiga!
Se lo desean y por ello rezan
Los MSC Misioneros del Sagrado Corazón en el Perú
Pío XII: "La Iglesia no evangeliza civilizando. La Iglesia civiliza
evangelizando”.