Domingo 3 del Tiempo de Adviento B - 'Para dar testimonio de la luz': Preparemos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical con las Lecturas y el Catecismo
Con las Lecturas Con el Catecismo Con el Directorio Homiléico
Recursos adicionales para la preparación
Año Litúrgico Patrístico
Comentarios de Sabios y Santos
I
Comentarios de Sabios y Santos II
Iglesia del Hogar: Preparando en Familia
Catequesis preparatoria para los niños
Ejemplos que iluminan la participación
Recursos: Gráficos - Videos - Audios
Falta un dedo: Celebrarla
Las Lecturas del Domingo
Lectura del
Profeta Isaías 61,1-2a. 10-11.
El Espíritu del Señor está sobre mí
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos
y a los prisioneros, la libertad,
para proclamar el año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.
Palabra de Dios
Salmo
responsorial - Lc 1,46-48. 49-50. 53-54
R/. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.
Proclama mi alma la grandeza del Señor
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. R/.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R/.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de la misericordia. R/.
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los
Tesalonicenses 5,16-24.
Hermanos:
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. En toda ocasión tened la
Acción de Gracias:
ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía;
sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno.
Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre
totalmente, y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin
reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
Palabra de Dios
Aleluya
El Espíritu del Señor está sobre mí
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres.
Aleluya
Lectura del santo Evangelio según San Juan 1,6-8. 19-28.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como
testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la
fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le
preguntaran:
—¿Tú quién eres?
El confesó sin reservas:
—Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron:
—Entonces ¿qué? ¿Eres tú Elías?
El dijo:
—No lo soy.
—¿Eres tú el Profeta?
Respondió:
—No.
Y le dijeron:
—¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado,
¿qué dices de ti mismo?
El contestó:
—Yo soy "la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor" (como
dijo el Profeta Isaías).
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
—Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías ni Elías, ni el
Profeta?
Juan les respondió:
—Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que
viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de
desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan
bautizando.
Palabra del Señor
Con el Catecismo de la Iglesia Católica entender y vivir la Palabra
La imagen de los
desposorios, tan frecuentemente usada en el Antiguo Testamento, es usada una
vez más, como reflejo de la Alianza de Dios con su Pueblo. El clima de alegría
y de gozo desbordante que recoge el profeta encaja perfectamente en este
domingo denominado “Gaudete”.
Consciente de su
papel de precursor, Juan “desvía” hábilmente la conversación para que quienes
preguntan quién es él, se dirijan hacia la persona de Jesús. O tal vez se trate
de una lección más sutil, buscando que sus interlocutores descubran que no
pueden comprender la persona de Juan, sin referencia a Jesús. Esto sí es
verdaderamente “cristiano”, es decir, nadie que se llame cristiano puede
encontrar su identidad al margen de Jesucristo.
Es conocida la
famosa tesis de Pirandello: “Yo soy lo que realmente soy; yo soy lo que creo
que soy; yo soy lo que los demás creen que soy; yo soy lo que creo que los
demás creen que soy”. Aplicada esta frase a las circunstancias del hombre de
hoy, descubrimos que tan importante es a veces lo que piensan de uno como lo
que uno realmente es. ¿Será por eso por lo que el hombre de hoy cuida tanto la
imagen? El riesgo está en que al final puede no saberse dónde está la verdad,
si en la imagen o en el hombre que hay detrás.
_ Cristo en el
centro de toda catequesis:
“En la catequesis
lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás
en referencia a Él; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en
la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca”
(427; cf. 426-429).
_ El bautismo de
Juan, distinto del de Cristo:
“En fin, con Juan
Bautista, el Espíritu Santo inaugura, prefigurándolo, lo que realizar�� con y en
Cristo: volver a dar al hombre la ``semejanza'' divina. El bautismo de Juan era
para el arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento”
(720).
_ El Bautismo,
compromiso con la fe:
“Los bautizados
``por su nuevo nacimiento como hijos de Dios están obligados a confesar delante
de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia'' (LG 11) y
a participar en la actividad apostólica y misionera del Pueblo de Dios” (1270).
_ El bautismo,
asimilación a Cristo:
“Por el bautismo,
el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su
muerte y su resurrección; debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde
y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús para subir con Él, renacer
del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y
``vivir una vida nueva'' (Rm 6,4)” (537).
_ “Enterrémonos
con Cristo por el Bautismo, para resucitar con Él; descendamos con Él para ser
ascendidos con Él, ascendamos con Él para ser glorificados con Él” (San
Gregorio Nacianceno, Or 40,9)” (537).
_ “Todo lo que
aconteció en Cristo nos enseña que después del baño del agua, el Espíritu Santo
desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la voz
del Padre, lleguemos a ser hijos de Dios (San Hilario, Mat 2)” (537).
Cuando el
cristiano se da cuenta de que no es autor de la luz sino testigo y portador,
empieza a preparar los caminos del Señor.