El Discernimiento de espíritus: Capítulo 6 Modo de comportarse ante uno y otro espíritu
Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, IVE
Finalmente hay que ver los modos de comportarse una vez identificado el
espíritu del que provienen las mociones o consolaciones del alma.
1) Las mociones del mal espíritu
Las mociones del mal espíritu son para nuestro mal; consecuentemente hay que
resistirse a ellas. El alma conseguirá esto:
a) En las mociones que empujan al pecado (tentaciones): el alma tiene que
resistir con los medios ordinarios: huir de las ocasiones de pecado,
recurrir a la oración y a la mortificación, desviar la atención psicológica
del alma hacia objetos diversos de los que el mal espíritu usa para tentar,
etc.
b) En las desolaciones del mal espíritu:
–Nunca hacer cambio; hay que mantener firmes los propósitos tomados con
anterioridad a la desolación (EE, 318).
–Obrar contra la misma desolación (agere contra), por ejemplo instar más en
la oración, meditación, examinar la conciencia y alargarse en la penitencia
(EE, 319).
–Considerar que son pruebas y confiar que el auxilio divino nunca faltará
(EE, 320. 324).
–Trabajar con paciencia sabiendo que la desolación pasará presto y será
consolado (EE, 321).
–Examinar las causas posibles de la desolación para poner remedio si de
nosotros depende. Las causas de la desolación pueden ser tres: la tibieza y
pereza en la vida espiritual; la prueba divina para ver cuánto somos y
podemos; el hacernos ver, puesto que no podemos causarla cuando queremos,
que la consolación no viene de nosotros sino que es don de Dios. Por tanto:
si proviene de nuestra tibieza debemos reaccionar con fervor; si proviene
del habernos atribuido las consolaciones, debemos humillarnos ante Dios (EE,
322).
c) Cuando se constata que el mal espíritu ha conseguido infiltrarse en
nuestros pensamientos: examinar cómo y cuando ha conseguido meterse en el
discurso de nuestra mente, para sacar experiencia y guardarse en adelante
(EE, 334).
2) Las mociones del buen espíritu
a) Ante las consolaciones del alma:
–Pensar que no duran siempre sino que a la consolación sucede la desolación;
fortalecerse para ese momento (EE, 323).
–Procurar humillarse y abajarse pensando cuán poco vale y puede uno en
tiempo de desolación (EE, 324).
b) Ante las inspiraciones o inclinaciones del alma: secundarlas con toda
docilidad y prontitud. ¿Cómo?:
–Sometiéndonos plenamente a la voluntad de Dios que conocemos ya por los
preceptos y consejos conformes con nuestra vocación. Haciendo buen uso de
las cosas que ya conocemos, el Señor irá haciendo conocer otras nuevas.
–Renovando con frecuencia la resolución de seguir en todo la voluntad de
Dios.
–Pidiendo sin cesar al Espíritu Santo luz y fuerza para cumplir la voluntad
de Dios.
–Siguiendo la inspiración de la gracia en el mismo instante en que se
produzca, sin hacer esperar un segundo al Espíritu Santo, no cayendo en las
tentaciones más comunes contra la docilidad: la tentación de la dilación
(dejar las cosas para más adelante), la tentación de dar menos de lo que
Dios nos pide y la tentación de recuperar lo que ya le hemos dado.