San Ammonas Carta V: La paternidad espiritual
A los amadísimos en el Señor
Ustedes saben que el amor de Dios exige el amor del prójimo sin cesar. Ahora
bien, el prójimo es aquel que ha sido llamado a la vocación celestial. El
servidor de Dios está orando por el prójimo noche y día, como por sí mismo.
Y puesto que ustedes también son mi prójimo, los recuerdo noche y día en mis
oraciones, para que aumente su fe y adquieran una fuerza más grande. Hago
esto por ustedes, porque en Dios ustedes son considerados como hijos.
Timoteo fue considerado como hijo por Pablo, y le escribía como sigue: Te
recuerdo noche y día en mis oraciones, y deseo verte. Me acuerdo de tus lágrimas y me lleno de gozo, porque me acuerdo de la fe sincera que tienes (2
Tm 1,3-5).
Ahora, queridísimos, como Pablo hacía con Timoteo, también mi corazón desea
verlos, recordando sus gemidos y la pena de su corazón. Pero yo sé que
también ustedes desean verme y que ello les es muy provechoso. Pablo, en
efecto, decía: Quiero ir a verlos, a fin de darles alguna gracia espiritual
que los consolide (Rm 1,11). Por ende, aunque están muy instruidos por el
Espíritu Santo, si voy a visitarlos, los afirmaré mucho con la doctrina del
mismo Espíritu, y les daré a conocer asimismo otras cosas que no puedo
escribirles por carta.
Compórtense bien en el Señor, en el Espíritu de bondad.