Orando con los Salmos Capítulo 4: Samah, (Samaj)
Claudio Daniel Olszanski
2.-SAMAH (SAMAJ):
Es un verbo que significa “alegrarse”.
Se emplea también como adjetivo (Sameah = alegre) y como sustantivo (simhah
= gozo).
La religiosidad de Israel con sus fiestas, su música y sus danzas, concede
un lugar privilegiado a todo lo que es regocijo. Por tanto, no sorprende
comprobar que las palabras que expresan gozo aparecen en más de 300
oportunidades en la biblia. Solo en los salmos las encontramos 68 veces.
Los salmos nos llevan al encuentro de una experiencia de Dios viva y fresca,
llena de sentimientos y de emociones, rebosante de júbilo, y no es para
menos, ya que la imagen de Dios que tienen los judíos es la de un liberador,
el que los ha arrancado de la esclavitud de Egipto, de los trabajos forzados
y de una muerte segura. Los ha hecho pasar de la muerte a la vida, de las
lágrimas a la risa, de la esterilidad a la fecundidad, de la humillación a
formar parte del pueblo elegido.
El gozo en Israel no es ni será jamás una experiencia superficial, por el
contrario, se trata de una expresión que brota desde lo más profundo del
corazón. El gozo en los salmos no corresponde a una actitud despreocupada,
soñadora o ingenuamente optimista, por el contrario, se consigue al final de
una dura lucha contra el sufrimiento y la muerte, de allí que el pueblo
judío proclama:“Has cambiado mi lamento en baile, me quitaste el luto y
me vestiste de alegría” ( Sal 30,12 ).
El salmo 51 presenta la súplica penitencial por excelencia. El autor es
consciente de su profunda miseria (v. 5-7):
5.-Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
6.-contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
7.- Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
El propio salmista experimenta la necesidad de una profunda y total
transformación interior para no dejarse arrastrar por el pecado (v.4):
Lávame totalmente de mi culpa
y puifícame de mi pecado.
Por eso, además de reconocer sus faltas y de implorar el perdón divino,
suplica al Señor que lo renueve íntegramente “creando” en su interior un
corazón puro (v.12):
¡Oh Dios! Crea en mí un corazón puro
renuévame por dentro con espíritu firme.
Solo así se podrá experimentar el gozo de renovarse interiormente y de
transformarse en lo que San Pablo llamará más adelante el “hombre
nuevo” (Col 3,10 ; Ef 4,24). Entonces brotará la
alabanza (v.17):
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
El gozo siempre sobreviene cuando Dios cambia radicalmente una situación,
por ejemplo la de una mujer que deja de ser estéril y da a luz varios hijos:
Desde la salida del sol hasta el ocaso
sea alabado el nombre del Señor.
El honra a la mujer estéril
Haciendo de ella una madre feliz.
( Sal 113,9)
De todos los cambios de situación, la vuelta del destierro es ciertamente la
que dio lugar a manifestaciones más vibrantes de gozo. Un gozo, que por otra
parte había sido esperado por largo tiempo, recordemos los salmos de la
esperanza: “Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo:
se alegrará Jacob, y gozará Israel” ( Sal 14,7). Y cuando
el sueño se hace realidad, explota la alegría: “Cuando el
Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: La boca se nos llenaba de
risas, la lengua de cantares” ( Sal 126, 1-2). Cantar no
significa aquí una simple tonada, por el contrario, la raíz de esta palabra
(rinnah = en el gozo) hace referencia a cantar, saltar y bailar de gozo, a
expresar un sentimiento de júbilo desde las entrañas.
Es así como Israel pudo formular el refrán que expresa admirablemente la
dimensión pascual del gozo en los salmos:“Los que siembran con lágrimas,
cosechan entre cantares. Al ir, iban llorando, llevando la semilla; al
volver vienen cantando trayendo sus gavillas". (Sal 126,
5-6).
La experiencia del gozo no es para nada fría ni intrascendente, por el
contrario es demostrativa y bulliciosa, por ello el salmista nos invita
diciendo: “Servid a Dios con alegría, llegad a él con
regocijo (vítores), (cantos jubilosos), (gritos de alegría). (Sal
100,2 ). Los gritos de alegría y los gritos de victoria no son extraños a la
experiencia del salmista, por el contrario nos hace una invitación
permanente a alabarlo aplaudiendo y gritando de alegría: “Pueblos
todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de alegría” (
Sal 47,2). Dar un grito de alegría no es una falta de respeto, sino una
demostración de que hay dentro nuestro un sentimiento que no podemos
contener. Si somos capaces de gritar con un gol de nuestro equipo favorito,
cuanto más deberíamos hacerlo con la victoria de nuestro Señor sobre la
corrupción, la muerte y el pecado, es propio de los justos regocijarse en el
Señor: “¡Griten de júbilo, justos, por Yahveh!, porque la
alabanza es propia de los buenos” (Sal 33,2).
El salmista no solo se refiere al gozo en el pueblo, sino que también lo
reconoce en Dios:
Cantaré al Señor toda la vida:
porque en Yahveh tengo puesto mi gozo.
¡Sea por siempre la gloria a Yahveh!,
que el Señor se regocije en sus obras.
( Sal 104,33a.34b.31)
Los gritos de alegría de Israel expresan el gozo en la victoria, celebran la
mano de Dios poderosa que los ha librado de enemigos más fuertes y el
triunfo de un pequeño pueblo sobre reyes y ejércitos poderosos: “Alégrense
y regocíjense los justos en el Señor; griten de gozo los rectos de corazón” (
Sal 32,11 ) ; “A él gritó mi boca, mi lengua comenzó a
alabarlo” (Sal 66,17 ) ; “Griten de gozo a
Dios nuestra fuerza, aclamen al Dios de Jacob” ( Sal 81,2
);“Aclame al Señor toda la tierra, estallen en gritos de alegría” (
Sal 98,4 ) ; “Aclame al Señor toda la tierra, sirvan al
Señor con alegría, lleguen hasta él entre gritos de júbilo!”( Sal
100,1-2).