LA IGLESIA Y EL SIDA
El 22 de septiembre, en Nueva York, se celebró la sesión plenaria de las Naciones Unidas dedicada al aumento y declaración de compromisos sobre el sida. Prsentamos la intervención del cardenal Claudio Hummes, arzobispo de Sao Paulo (Brasil), delegado de la Santa Sede. En la intervención la Iglesia confirma ante la ONU su compromiso a favor de los enfermos de sida.
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1º
Juan Pablo II ha alentado las iniciativas que en armonía con la enseñanza de
la Iglesia buscan prevenir la difusión del sida o atender a las personas
afectadas por este virus. Así lo explicó este sábado Juan Pablo II al
encontrarse con los obispos de Uganda, uno de los países más afectados por
el látigo del virus VIH, quienes han cumplido con su quinquenal visita «ad
limina» a Roma.
El pontífice alentó los esfuerzos de la Iglesia en el país africano «en el
ámbito de la atención sanitaria, de la educación y del desarrollo», pues
«sirven para mostrar claramente el compromiso de la Iglesia con el bienestar
integral de sus hijos e hijas y de todos los ugandeses, sin distinción de
credo religioso».
«Dignas de particular atención son las diferentes iniciativas de lucha
contra el sida que, en completa armonía con la enseñanza de la Iglesia,
buscan asistir quienes están afectados por la enfermedad y mantener
debidamente informado al público», subrayó.
Como apoyo de fondo a esta labor, el Papa pidió en primer lugar a los
obispos reforzar la unión de las familias, «gran antídoto» ante el «sentido
de aislamiento que hoy prevalece».
En segundo lugar pidió a los católicos «trabajar para asegurar que las
generaciones más jóvenes sean adecuadamente formadas y preparadas para
desempeñar las responsabilidades que tendrán que asumir, y que en cierto
sentido ya han asumido».
En tercer lugar, pidió que las escuelas católicas sean «comunidades en las
que se alimenta la fe y en las que los alumnos son preparados para su misión
en la Iglesia y en la sociedad».
Al mismo tiempo, señaló, «es importante seguir buscando caminos para ofrecer
una profunda enseñanza moral y religiosa en las escuelas públicas, y
promover en la opinión pública el consenso sobre su importancia».
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2º
Señor Presidente:
En primer lugar, en nombre de mi delegación, permítame expresarle nuestra
sincera gratitud por conducir esta Reunión Plenaria de Alto Nivel sobre
VIH/SIDA, una más que oportuna iniciativa que expresa la resolución de la
comunidad internacional de crear estrategias más efectivas para abordar los
desafíos que acarrea esta epidemia y otras enfermedades que pueden
prevenirse, como la malaria, el cólera y la tuberculosis. Mi delegación
desea rendir homenaje al compromiso personal del Secretario General en la
lucha contra el VIH/ SIDA, y agradecerle por el amplio informe sobre el
progreso en la implementación de la Declaración de Compromiso sobre VIH/SIDA
de la Vigesimosexta Sesión Especial de esta Asamblea General.
El VIH/SIDA ha sido y continúa siendo una de las mayores tragedias de
nuestro tiempo. No es sólo un problema sanitario de enorme magnitud, sino
que también es una cuestión social, económica y política; y, como mi
delegación ya ha subrayado muchas veces aquí en las Naciones Unidas y en
foros similares en otros lugares, también es una cuestión moral, debido a
que las causas de la epidemia claramente reflejan una crisis de valores
grave. Su rápida difusión y trágicas consecuencias no han dejado escapar a
ningún segmento geográfico de la familia humana. Se estima que más de 70
millones de personas morirán a causa del SIDA en los próximos 20 años.
En el año 2001, en ocasión de la Décima Asamblea General del Sínodo de
Obispos de la Iglesia Católica, los Obispos de África del Sub-Sahara
realizaron un llamamiento a la comunidad internacional para obtener una
ayuda inmediata en su batalla contra esta plaga que "está produciendo una
espantosa cosecha de muerte" en dicha región (L’Osservatore Romano, 11 de
octubre de 2001). De hecho, una amplia mayoría de los que han muerto y de
los que se calculan que morirán a causa del SIDA, como así también de los
que están infectados con el virus, se encuentran en el África del
Sub-Sahara.
Permítame llamar su atención sobre uno de los grupos más vulnerables de las
víctimas del VIH/SIDA, es decir, nuestros niños. Tantos de ellos han sido y
continúan siendo víctimas de esta epidemia, ya sea porque han sido
infectados por el virus, el cual les ha sido transmitido al nacer, o porque
han quedado huérfanos debido a la muerte prematura de sus padres causada por
el SIDA. El VIH/SIDA está causando un fuerte aumento de la mortalidad
infantil: 3,8 millones de los 19 millones de personas que murieron a causa
del SIDA el año pasado eran niños menores de 15 años. Durante las últimas
dos décadas, ha dejado huérfanos a más de 14 millones, más de 11 millones de
los cuales se encuentran en África del Sub-Sahara. Y, de acuerdo con un
cálculo, para el año 2010 en África sola habrá 40 millones de huérfanos a
causa del SIDA, el 95% de los cuales será portador del virus.
La necesidad imperiosa de tratamiento para estos enfermos jóvenes puede
satisfacerse con los avances de la ciencia médica. Desafortunadamente, el
costo del tratamiento médico es elevado y a menudo está más allá del alcance
no sólo de los pobres sino que también del de la clase media. Este problema
económico se agrava por cuestiones legales, tales como interpretaciones
contenciosas del derecho a la propiedad intelectual.
Mi delegación se siente alentada por el acuerdo de la OMC (Organización
Mundial del Comercio) que se logró el 30 de agosto de 2003, y que hará que
sea más fácil para los Estados más pobres importar medicamentos genéricos
más económicos fabricados según licencia obligatoria. Este acuerdo debería
dar a estos jóvenes pacientes un mayor acceso a los medicamentos. Nos
atrevemos a esperar que pronto aparezcan expresiones más concretas de
voluntad política y valentía moral como ésta. Pero, los que padecen el VIH/
SIDA no sólo recurren a compañías farmacéuticas en busca de ayuda; su
llamamiento a la voluntad política y valentía moral está dirigido sobre todo
a la comunidad internacional entera.
En efecto, mientras que hay sólo unos pocos inversores en las firmas
farmacéuticas que pueden proveer los medicamentos que estos jóvenes
pacientes desesperadamente necesitan, todos nosotros, como individuos y como
comunidad, debemos ser inversores en la noble causa de proteger a los niños
y a los jóvenes de la infección del VIH/SIDA y de rescatar a quienes ya son
portadores del virus, porque son el futuro de la raza humana.
Señor Presidente:
La Santa Sede y las instituciones católicas no han retrocedido en la lucha
global contra el VIH/SIDA. Mi delegación se complace en notar que 12% de
quienes atienden a pacientes del VIH/SIDA son organismos de la Iglesia
católica, y 13% de la ayuda global a los afectados por la epidemia proviene
de organizaciones no gubernamentales católicas. La Santa Sede, gracias a sus
instituciones en el mundo entero, provee 25% de la atención total que se da
a las víctimas de VIH/SIDA, y así se ubica entre los principales actores en
la materia, particularmente entre los más ubicuos y mejores proveedores de
atención a las víctimas.
De hecho, para el final de este año, por medio del Pontificio Consejo para
la Pastoral de los Agentes Sanitarios y diversas organizaciones católicas,
la Santa Sede habrá logrado su objetivo de tener instituciones y programas
en funcionamiento en todos los países del África del Sub-Sahara, y de
comenzar nuevos en Brasil, Argentina, México, Tailandia y Lituania, y así se
suman a los que ya existen en otros países en todo el mundo. Ofrecen una
amplia gama de servicios, desde campañas de concienciación hasta educación
para un comportamiento responsable, desde asistencia psicológica hasta apoyo
moral, desde centros de nutrición hasta orfanatos, desde tratamiento
hospitalario hasta atención a domicilio y en prisiones para enfermos de
VIH/SIDA.
Asimismo, con el fin de coordinar mejor sus actividades, la Santa Sede ha
creado una Comisión Ad Hoc sobre la lucha contra el VIH/SIDA. La Comisión
intenta expresar su preocupación especial por África del Sub-Sahara, donde
el sufrimiento es más intenso, y prestar especial atención a los problemas
de estigma y discriminación que acompañan a esta enfermedad, al acceso a
tratamiento y atención, a la educación sobre un comportamiento sexual
responsable, incluidas la abstinencia y la fidelidad matrimonial, y a la
atención de los huérfanos a causa del VIH/SIDA. Por medio de estas nuevas
iniciativas, la Santa Sede intenta fortalecer más su compromiso y aumentar
su colaboración en la lucha global contra el VIH/SIDA, mientras reafirma su
creencia en el valor y el carácter sagrado de toda vida humana.
Para concluir, permítame reiterar la buena disposición de la Santa Sede de
cooperar con el resto de la comunidad internacional en la lucha contra este
flagelo del siglo, en la mitigación del actual impacto devastador, en la
detención de su espectro amenazante que acecha al mundo entero y así evitar
que cobre las vidas de las generaciones futuras. No podemos dejar de
responder a este reto abrumador.
Muchas gracias, Señor Presidente.
Tomado de Zenit.org