Revisión de la Investigación sobre Paternidad Homosexual, Adopción, y Paternidad Adoptiva
National Association for Research and Therapy of Homosexuality (NARTH)
España y Canadá no han dejado de dar pasos hacia
la legalización del «matrimonio» del mismo sexo. En los últimos meses, las
conferencias episcopales de ambos países han hecho públicas numerosas
declaraciones para hacer frente a los intentos de poner al mismo nivel el
matrimonio heterosexual y las uniones del mismo sexo.
Esta oposición, explicaba la Conferencia
Episcopal Española en una declaración el 21 de abril, no significa que se
deba discriminar o maltratar a los homosexuales. Como individuos tienen los
mismos derechos y dignidad que cualquier otra persona, indicaban los
obispos. Sin embargo, esto no significa que dos personas del mismo sexo
tengan algún derecho a contraer matrimonio, advertía la declaración
episcopal.
En Canadá la oposición ha sido igual de
firme. «Puesto que la relación de un hombre y una mujer comprometidos en
matrimonio es la base más fuerte de la familia, y puesto que la familia es
la unidad más vital de la sociedad, corremos grandes riesgos al trivializar
la definición de matrimonio y familia», explicaba una nota publicada el 16
de marzo por la Conferencia Episcopal Canadiense.
De especial preocupación para la
Iglesia, y para otros grupos, es que las leyes propuestas en España y Canadá
permitirían a las parejas del mismo sexo adoptar niños.
La adopción, insisten los obispos
españoles en una declaración el 1 de octubre, debería ocuparse del bien de
los niños, y no de los «supuestos» derechos de quienes deseen adoptar. Dos
personas del mismo sexo no constituyen un punto de referencia adecuado para
la adopción, indicaban los obispos.
A inicios de mes, la National
Association for Research and Therapy of Homosexuality (NARTH) publicaba una
recopilación de evidencias empíricas que apoyan la objeción de la Iglesia al
tema de la adopción. La organización fue fundada en 1992 para proporcionar
la comprensión psicológica de la causa, tratamiento y patrones de
comportamiento asociados con la homosexualidad.
El 6 de mayo 2004, NARTH publicaba un
estudio titulado, «Review of Research on Homosexual Parenting, Adoption, and
Foster Parenting» (Revisión de la Investigación sobre Paternidad Homosexual,
Adopción, y Paternidad Adoptiva).
Vea el
documento original en inglés. El documento ha sido escrito por George
Rekers, profesor de neuropsiquiatría y ciencias del comportamiento en la
Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Sur.
El estudio, acompañado de una extensa
documentación y de referencias bibliográficas, fue preparado para utilizarse
en los procesos judiciales en Estados Unidos sobre la cuestión de si a los
homosexuales se les debe permitir o no adoptar niños.
Tensiones dañinas
Rekers explica que la naturaleza
inherente de un hogar formado por adultos con un comportamiento homosexual
«pone en peligro de manera especial a los niños adoptados, al exponerlos a
un nivel importante de tensiones dañinas que van más allá y están por encima
de los niveles de tensión de los hogares adoptivos heterosexuales».
El profesor observa que los niños
adoptados están «entre los más vulnerables de todos los ciudadanos», puesto
que, en el momento en que llegan a su nuevo hogar, ya han atravesado una
serie de dificultades, que suelen implicar separaciones, negligencias,
traumas como la muerte de los padres. Junto a esto están las tensiones de
adaptarse a un nuevo hogar y vecindario.
Cita luego una serie de estudios que
detallan cómo, incluso cuando los niños adoptados son puestos en
circunstancias familiares favorables, sufren ya de altos e importantes
índices de desórdenes psicológicos.
Citando un amplio abanico de estudios
académicos de países de todo el mundo, Rekers explica que los adultos
homosexuales sufren de índices significativamente altos de desórdenes
psicológicos como el suicidio, la conducta desordenada y el consumo de
substancias. Vivir con un padre que sufre un desorden mental o tiene
problemas con el consumo de drogas o alcohol sólo dará como resultado
mayores tensiones y problemas para los niños adoptados, defiende Rekers.
«La conclusión lógica de estos
resultados sería que los adultos heterosexuales tienen por lo general,
perceptible y sustancialmente, mejor salud, más energía y mejor aguante
emocional para dedicarse a sus hijos adoptivos», sostiene Rekers.
Inestabilidad
Otro factor en contra de los
homosexuales, a la hora de darles la posibilidad de adoptar niños, es el
hecho bien demostrado de que las relaciones de pareja del mismo sexo son de
media significativamente menos estables y de más breve duración en
comparación con el matrimonio de un hombre y una mujer.
Para los niños adoptados, puestos a
cargo de un adulto de comportamiento homosexual, esto llevaría a un índice
notablemente mayor de cambios de hogar. Los niños adoptivos han sufrido ya
uno o más cambios, observa Rekers, y cambios más frecuentes dan como
resultado un mayor daño psicológico y mayores inadaptaciones psicosociales.
Rekers observa que en un estudio
longitudinal basado en los registros de población de Noruega y Suecia, que
incluyeron, en esta última nación, las uniones del mismo sexo legalmente
registradas, dio como resultado que era 1,5 veces más probable que se
rompieran las parejas de hombres homosexuales que las parejas casadas
heterosexuales.
Los índices de ruptura son incluso
mayores para las parejas de mujeres homosexuales, que eran 2,67 veces más
proclives a la ruptura que las parejas heterosexuales casadas. Rekers va más
allá explicando que según este estudio, cuando se añaden los controles de
las características demográficas asociados con el riesgo incrementado de
divorcio, sería 1,35 veces más probable que se separaran las parejas
homosexuales de hombres y 3 veces más probable las parejas lesbianas, que
las parejas casadas heterosexuales.
Necesidad de una mamá y un papá
Otra serie de problemas se presenta con
la carencia de modelos, normalmente presentes en un hogar con un padre y una
madre. Un hogar con uno o más miembros de comportamiento homosexual «priva a
los niños adoptados de las aportaciones positivas vitalmente necesarias para
la adaptación de un niño», indica Rekers.
Falta la relación y el modelo
padre/madre respecto a la crianza del niño. También está ausente el modelo
de una relación marido/esposa «que es significativamente más sana,
sustancialmente más estable social y psicológicamente, y cuenta con una
aprobación más amplia que el estilo de vida homosexual», escribe el
profesor.
Rekers observa que los investigadores
identificados con los homosexuales suelen defender abiertamente que la
orientación sexual del adulto no tiene nada que ver con que puedan
desempeñar las importantes funciones de la paternidad. Admite que esta
capacidad es necesaria en un hogar de adopción, pero no es la única
condición que se necesita.
Los niños adoptados no sólo requieren
padres que puedan llevar a cabo sus funciones parentales básicas. También
necesitan padres que les proporcionen una estructura familiar donde haya un
ambiente que sea propicio para el desarrollo del niño. De hecho, por esta
razón, observa, el estado ya impone restricciones a quienes pueden adoptar,
y normalmente excluye, por ejemplo, a recién casados o a parejas ancianas, y
a inmigrantes recién llegados.
Los niños dados en adopción normalmente
ya han perdido el modelo positivo de una madre y un padre casados, y
colocarlos en un hogar formado por dos personas del mismo sexo les seguiría
dejando privados de este modelo.
Los matrimonios de un hombre y una mujer
proporcionan ventajas especiales a la hora de criar a los niños, explica
Rekers. Los niños ven y experimentan las capacidades y características
innatas y únicas que cada sexo posee y con las que contribuye en un esfuerzo
combinado. Asimismo, los niños aprenden lecciones para el resto de su vida
viendo a ambos padres trabajar juntos criándolo.
Rekers sostiene que un matrimonio heterosexual provee al niño de cuatro modelos que proporcionan grandes ventajas a un niño que crece para convertirse en un adulto casado:
-- Un modelo heterosocial de una relación estable varón/mujer casados.
-- Un modelo heterosocial de una madre y un padre que se coordinan en la copaternidad.
-- Un modelo parental de relación padre-hijo.
-- Un modelo parental de relación madre-hijo.
El estudio observa que la mejor adaptación para el niño tiene lugar cuando vive con un hombre y una mujer casados. «Es claramente en el mejor interés de los niños adoptados», indica Rekers, «el que se les ponga con familias adoptivas de parejas exclusivamente casadas y heterosexuales porque esta estructura familiar natural proporciona, de modo inherente, unas ventajas necesarias únicas y da como resultado una mejor adaptación del niño que, generalmente, en el caso de los hogares con un adulto de comportamiento homosexual».
Queda por ver si estos argumentos impresionarán a los legisladores de Canadá y España.