No a la adopción de hijos... por parejas homosexuales (Decálogo)
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No a la adopción...de hijos por
parejas homosexuales, tema que está hoy sobre la mesa. El
asunto me parece de una extraordinaria responsabilidad. Se
trata de educar a unos niños en un ambiente en donde no
existe la complementariedad masculina y femenina. Educar es
convertir a alguien en persona libre e independiente; tarea
de orfebrería, lenta, gradual, progresiva. Educar es
acompañar a una persona para enseñarle a vivir,
entusiasmándola con lo valioso. Educar es seducir por
encantamiento y ejemplaridad, hacia lo mejor. Voy a
intentar esgrimir mis argumentos, en un decálogo
sistematizado. 1º. Los
padres son los primeros modelos de identidad. Las uniones
homosexuales no son matrimonio. No puede ser por derecho lo
que no es por naturaleza. Pueden unirse, pero esa relación
es pareja de hecho y nada más. Los psicólogos y los
psiquiatras mantenemos que la educación en los primeros años
de la vida descansa sobre los procesos de imitación, ya que
el niño calca la conducta de sus padres, la copia, la
reproduce. Si los dos son del mismo sexo, eso va a dejar una
impronta en su psicología muy fuerte. 2º. En
las parejas homosexuales el niño va a carecer del troquelado
masculino y femenino privándole de un ingrediente afectivo
esencial, que se complementan el uno con el otro. El
matrimonio debe ser entendido como la unión de un hombre y
una mujer, lo cual es el fundamento de la familia y el
espacio natural donde deben educarse los hijos. 3º.
Según el Convenio Internacional de la Haya, la adopción debe
tener como principio básico respetar el interés superior del
niño. Siendo la finalidad en la adopción encontrar una
familia para un niño y no al revés, encontrar a un niño para
una pareja. Invertir esta jerarquía de intereses puede ser
una forma de explotación de la infancia. 4º. La
Asociación Española de Pediatría, a través de su presidente
el doctor Alfonso Delgado, ha expresado la siguiente idea:
la experiencia humana y clínica nos dice que lo mejor es un
niño adoptado por una familia, con un padre y una madre, con
roles sentimentales complementarios. Es decir, ofrecerle al
niño un ambiente familiar positivo que contribuya a su pleno
e integral desarrollo. 5º. La
educación sentimental hay que hacerla de forma cuidadosa. Y
se requiere para ella del concurso de todo lo que aporta la
figura del padre y de la madre. Cada uno con sus cargas e
ingredientes afectivos e intelectuales. El modelado de ese
niño se enriquece con la acción de los dos. 6º. El
niño adoptado no tiene libertad de elección, ya que no puede
disponer de su consentimiento. Se convierte así en un objeto
de estudio, entra dentro de un ensayo psicológico, con los
evidentes riesgos que esto puede traer consigo. -El
niño es sometido a una prueba, cuyas consecuencias
desconocemos, es como un laboratorio psicológico, a ver qué
sucede con él cuando pasan los años y transita de la niñez a
la pubertad y luego a la adolescencia. -Este
experimento se salta el derecho del niño a crecer en un
ambiente que se aproxime lo más posible al de la familia
natural que no tiene.
-Prevalece el derecho de los adoptantes, sobre los derechos
del niño. El bienestar presente y futuro del niño se
pospone, adelantándose el de la pareja homosexual. -El
niño no tiene todavía capacidad de análisis y de síntesis y
sus primeras vivencias en el seno de esa pareja le van a
marcar, dejándole una huella muy fuerte. 7º. La
formación de la personalidad en los primeros años es
fundamental. Es un campo rico y frondoso, una verdadera
ingeniería de la conducta: el niño es como una esponja, que
chupa todo lo que va recibiendo en esas cuatro vertientes
básicas de cualquier ser humano: física (desde los vestidos,
modales, etc.), psicológica (todo lo que es el patrimonio
psíquico), social y cultural. Cada una de ellas se abre en
abanico y muestra una espléndida gama de matices. Si los
dos son del mismo sexo, esa formación va a ser incompleta,
parcial, sesgada... con todo lo que ello significa. Se
pueden producir graves daños en el desarrollo del niño y por
tanto, no contribuirá al bien común de nuestra sociedad. Todo
científico sabe que, en el diseño de un experimento, se
predicen todas las variables y se intenta obtener un
resultado basándose en observaciones y conocimientos
previos. Los estudios hasta la fecha (noruegos y suecos,
especialmente) son contrarios unos, escasos otros y muchos
con poco rigor científico. 8º. La
educación sexual va a estar condicionada. La sexualidad a
esas edades es de gran plasticidad y no está aún bien
diferenciada, ya que lo genético puede dejar la voz cantante
a lo ambiental. No quiero decir que un niño o una niña
educados por una pareja homosexual estén abocados a la
homosexualidad. No es así. Pero no hay que perder de vista
que el medio ambiente no es determinante, pero sí poderoso. 9º. El
niño adoptado por una pareja homosexual entrará con muchas
posibilidades en conflicto con otros niños, teniendo que
luchar con su entorno, pudiendo verse envuelto en tensiones
psicológicas, frustraciones, agresividad, cierta
discriminación... y todo esto desde muy temprana edad, lo
que puede irle llevando a tener un desajuste de su mundo
emocional y un trastorno de la personalidad. 10º.
Las personas de condición homosexual merecen todo el respeto
y tienen los mismos derechos y deberes que cualquier
ciudadano. Cualquier tipo de discriminación o de trato
negativo, no debe darse. Pero su unión no es matrimonio,
jugar con las palabras es pervertir las realidades. Y la
posible adopción de niños puede llevar a jugar con la vida
de ellos y convertirlos en conejillos de indias, privándoles
de los conceptos fundamentales de la familia. (cortesía
conoZe.com)
Enrique Rojas, ABC