MI MAMA SE LLAMA PEDRO
Dos leonas no hacen pareja. Dos gatos, tampoco.
No pueden aparearse. Para ello tendrían que ser de distinto sexo y de la
misma especie. Son cosas de la zoología. No es
producto de la cultura hitita, fenicia, maya, cristiana o musulmana. Por
supuesto no es un invento de la Iglesia Católica. Muchos siglos antes de que
Jesús naciera en Belén, el Derecho Romano reconocía el matrimonio como la
unión de un hombre y una mujer. Después ellos se divertían con efebos, que
para eso estaban, para el disfrute. La esposa era para tener hijos.
La palabra matrimonio procede de dos palabras romanas: "matris" y "munio".
La primera significa "madre", la segunda "defensa". El matrimonio es la
defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más
sublime oficio humano.
Cada palabra tiene su significado propio. Una compraventa gratuita no es una
compraventa, sino una donación. Y una enfiteusis por cinco años no es una
enfiteusis, sino un arriendo vulgar.
Llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo me parece como
poco serio. Jurídicamente, un disparate. De carcajada. Que le llamen
"homomonio", "chulimonio", "seximonio", lo que quieran, todo menos
matrimonio, que ya está inventado hace tiempo. Nadie llama tarta de manzana
a la que está hecha de peras. Lo curioso es que cuando dices cosas como
estas algunos te miran como extrañados de que no reconozcas la libertad de
las personas. Y por más que les dices que sí, que respeto la libertad de
todos, que cada uno puede vivir con quien quiera, incluso con su perro, pero
que eso no es un matrimonio, van y me llaman intolerante.
No sé lo que han hecho los parlamentarios españoles a la hora de votar, tal
vez seguir el modelo argentino. Son políticos, no juristas. Votarán por
razones políticas, no según Derecho. Las consecuencias son graves. Si un
varón tiene derecho a casarse con otro varón y una mujer a hacerlo con otra
mujer, ¿le vas a negar el derecho a un hermano a casarse con su propia
hermana? ¿O a un padre a hacerlo con su hija? ¿No tienen el mismo derecho?
La sociedad se quiebra. Huele a podrido. Como en Dinamarca, cuando la profe
le preguntó a Pablito cómo se llamaba su madre, el niño contestó: "Mi mamá
se llama Pedro"
Autor: R.P. José Carlos Areán, Capellán del R.C. Celta - Vigo