La Iglesia católica de cara a la cultura gay y la ideología de género
El siguiente texto es parte de la entrevista concedida por Mons. Juan
Antonio Reig Pla, Obispo de Segorbe-Castellón a la revista española Alba. En
la entrevista el Prelado español explica los orígenes de la ideología del
género y hace una explicación detallada del fenómeno gay. La entrevista
apareció en la edición de la febrero de 2005 de la mencionada revista.
Revista Alba.- Recientemente, el Gobierno ha anunciado la entrada en vigor
de una nueva ley contra la llamada "Violencia de Género"; hace algunos
meses, la Conferencia Episcopal Española fue muy criticada por relacionar el
aumento de la violencia doméstica con la revolución sexual. ¿Existe esta
relación, y en qué sentido?
Mons. Reig Pla.- Como en todo, pero en estos temas con mayor urgencia, es
necesario ser rigurosos con el lenguaje.
Hay que aclarar, en primer lugar, que la violencia doméstica, reducida por
algunos a la llamada "violencia de género" hunde sus raíces en la condición
humana después del Pecado Original, es decir, en el pecado de soberbia y en
la inclinación al mal. Desde luego no hay nada nuevo bajo el sol, como dice
la Escritura. Ahora bien, dicho esto, los Obispos de la Conferencia
Episcopal Española lo que explicábamos no es que la existencia de la
violencia doméstica sea consecuencia de la revolución sexual, como si antes
de la década de los 60 del siglo XX no hubiera existido dicha violencia,
sino lo que afirmamos es que "el alarmante aumento" de la violencia
doméstica tiene relación con la llamada "revolución sexual".
Pero ¿de qué estamos hablando cuando decimos "revolución sexual"? En primer
lugar, revolución sexual no es lo mismo que liberación sexual. Dios nos
quiere libres en todos los aspectos, también en lo que a la sexualidad se
refiere: libres de taras, libres de esclavitudes, libres de parafílias,
libres del pecado, libres, por tanto, para amar plenamente, cada cual según
su estado: célibes o casados.
Entonces, ¿qué cosa es la "revolución sexual"? La revolución sexual es toda
una ideología que concita los peores aspectos del pensamiento marxista y
neoliberal radical respecto a la sexualidad, la persona y el matrimonio, que
alcanza su máxima expresión pseudocientífica en el fraudulento "Informe
Kinsey" de finales de los años 40, el cual tuvo sus derivaciones ideológicas
en Wilhelm Reich (1897-1957) y Herbert Marcuse (1898-1979), que invitaban a
experimentar todo tipo de situaciones sexuales. También es claro el influjo
del existencialismo ateo de Simone de Beauvoir (1908-1986) que anunció ya en
1949 su conocido aforismo: "¡No naces mujer, te hacen mujer!".
Pues bien, en el indicado Informe Kinsey se revindica de modo formal la
ruptura del polinomio: "matrimonio-amor-sexualidad (varón y
mujer)-procreación".
Primero se postuló la práctica de la sexualidad sin matrimonio: el llamado
amor libre. Después, la práctica de la sexualidad sin la apertura al don de
los hijos: la anticoncepción y el aborto. Luego la práctica de la sexualidad
sin amor: hacer sexo, pornografía, etc. Más tarde la producción de hijos sin
relación sexual: la llamada reproducción asistida (fecundación in vitro,
etc.). Por último, con el anticipo que significó la cultura unisex, y la
incorporación del pensamiento feminista radical, se separó la sexualidad, de
la persona: ya no hay varón y mujer; el sexo es un dato anatómico sin
relevancia antropológica; el cuerpo ya no habla de la persona, de la
complementariedad sexual que expresa la vocación a la donación, de la
vocación al amor; cada cual puede elegir configurarse sexualmente como
desee: hombre heterosexual, hombre homosexual, mujer heterosexual, mujer
homosexual, transexual. Había nacido la "Ideología de Género", cimentada
como hemos visto, en la ruptura del bien que significa los conceptos de
persona y matrimonio, y, por tanto, en la progresiva debilidad del vínculo
conyugal que llevó al aumento de las rupturas matrimoniales y la
desintegración física, psíquica y moral de las personas. En este contexto de
banalización, hedonismo y relativismo moral es comprensible el "aumento" de
la violencia doméstica. De hecho en los países de nuestro entorno cultural
donde hay más separaciones y divorcios, es donde más casos de violencia
doméstica se dan, en términos proporcionales a la población, mucho más que
en España o Polonia, por ejemplo. En efecto, junto a otras causas, los dos
factores de mayor riesgo de violencia doméstica son la debilidad del vínculo
y el momento de la ruptura entre la pareja o los cónyuges. Ambos factores
han aumentado con la llamada "revolución sexual".
Revista Alba.- El Partido Socialista de Cataluña (PSC) prepara un documento
en el que acusa a los representantes de la Iglesia Católica de "insultar,
atacar gravemente e incitar a la discriminación y a la violencia contra el
colectivo homosexual" al rechazar el matrimonio homosexual y reiterar el
carácter inmoral de las relaciones entre personas del mismo sexo. ¿Es esto
así? ¿En qué basa la Iglesia su oposición al matrimonio civil entre personas
del mismo sexo?
Mons. Reig Pla.- Como digo la precisión terminológica es importantísima.
Aunque signifique un preámbulo algo extenso para responder a la primera
pregunta se hace necesario distinguir a la perfección entre SIETE conceptos
distintos, a saber:
1) Las personas con inclinación homosexual. 2) La inclinación homosexual
propiamente dicha. 3) Las prácticas homosexuales. 4) El lobby gay. 5) El
homosexualismo político. 6) La cultura gay. 7) la llamada "teología gay".
1) Las personas con inclinación homosexual "deben ser acogidas con respeto,
compasión y delicadeza. Se evitará respecto a ellos, todo signo de
discriminación injusta" (Cat. Igl. Cat. n. 2358), es decir, hay que
respetarlas, ayudarlas y apreciarlas como a hijos de Dios que son. Su
inclinación homosexual no les resta ni un ápice de su inalienable dignidad
de personas.
2) Otra cosa bien distinta es la inclinación homosexual que algunas personas
sienten. La Iglesia afirma, a la luz de las evidencias antropológicas (sin
excluir, incluso, las anatómicas) que esta inclinación es "objetivamente
desordenada" (Cat. Igl. Cat. nº 2358). Con todo, hay que aclarar que la sola
inclinación homosexual, aunque objetivamente desordenada, no constituye
materia de pecado. Hay que prestar ayuda psicológica y espiritual a las
personas con esta inclinación que lo soliciten. Multitud de psicólogos y
psiquiatras afirman, por experiencia propia, que la inclinación homosexual
se puede curar.
3) Otra cuestión también distinta, pues ya se trata de materia grave de
pecado, son los actos homosexuales. La Iglesia enseña a la luz de la Palabra
de Dios que se trata de "depravaciones graves"; "los actos homosexuales son
intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. (...) No
pueden recibir aprobación en ningún caso" (Cat. Igl. Cat. n. 2357).
4) Algunos homosexuales, una minoría, sin duda, se organizan en distintas
asociaciones que coordinadas entre ellas constituyen verdaderos grupos de
presión social, mediática y política, es el llamado lobby gay. La presión
del lobby homosexual, su poder fáctico, se extiende por doquier. En España
estamos sufriendo, cada vez más, las consecuencias de esta perversa
ideología. Se refleja en el talante de nuestros gobernantes y en las
reformas legislativas que pretenden aprobar en contra del matrimonio, la
familia, la educación, el aborto, etc.
5) El homosexualismo político, junto con la pertinente estrategia mediática,
constituye hoy en día una de las herramientas fundamentales de presión del
lobby gay. Se trata de toda una estrategia política para convencer a los
partidos políticos de todo signo de la rentabilidad electoral y, por tanto,
política de hacer guiños y concesiones legislativas al lobby homosexual.
Desde la caída del Muro de Berlín, con todo lo que el desmoronamiento de la
URSS significó, resulta curiosa la deriva que los llamados grupos de
izquierdas han realizado, "del rojo (marxismo) al verde (ecologismo) -en un
primer periodo-, y ahora del verde al rosa (homosexualismo)"; con todo, es
también cierto que los partidos de centro-derecha no se han visto libres de
este mismo giro "cromático". El homosexualismo político pretende cambiar la
sociedad, nuestra cultura, más aún, nuestra civilización, a través de
cambios legislativos que redefinan las evidencias antropológicas. Todos
estamos de acuerdo que debe ser ilegal faltar a la dignidad de las personas
independientemente de sus inclinaciones; sin embargo, el lobby gay a través
del homosexualismo político, va mucho más allá: desean que se hagan los
cambios legislativos necesarios para poner fuera de la ley, encarcelar en su
caso y privar de todos los derechos civiles, a quienes afirmamos que los
actos homosexuales constituyen una "grave depravación" (Cat. Igl. Cat. n.
2357). Juegan, además, a confundir con las palabras. El diccionario define
la "Homofobia" como "aversión obsesiva hacia las personas homosexuales",
¡ojo! hacia las personas, nada dice el diccionario en esta definición de la
inclinación homosexual ni de los actos homosexuales; sin embargo, este lobby
acusa de homofobia a quienes, respetando a las personas, no compartimos sus
opiniones respecto a la inclinación y los actos homosexuales. Sin duda toda
una estrategia mediática. Manipula el lenguaje, confunde y calumnia que algo
queda.
6) La así llamada cultura gay es el fin último al que desea llevarnos el
lobby gay. Una civilización gay donde sea "natural" y universalmente
aceptada y practicada la homosexualidad o, al menos, la bisexualidad. Claro
está, si la homosexualidad es tan natural y aceptada como la
heterosexualidad, la lógica política es implacable: hay que propiciar
legislativamente que se explique a los niños en los colegios que la
homosexualidad es "natural" y por lo tanto, cuando en ciencias naturales se
explique a los niños y niñas los detalles anatómicos y fisiológicos de la
sexualidad heterosexual humana: el aparato genital masculino y femenino, la
cópula, la fecundación, el parto, etc. habrá que explicar, también, la
anatomía, la fisiología y los procedimientos mecánicos necesarios de las
prácticas homosexuales (la sodomía, etc., etc.). Por último, como las
relaciones homosexuales son radicalmente estériles habrá que propiciar
legalmente la adopción de niños por homosexuales y generalizar las técnicas
de producción artificial de seres humanos financiadas, naturalmente, por el
Estado.
7) El lobby gay infiltrado en todas las confesiones cristianas, y también en
la Iglesia Católica, ha elaborado sistemáticamente todo un cuerpo doctrinal
absolutamente herético llamado teología gay. Esta teología, rayando lo
blasfemo, no sólo quiere justificar las relaciones homosexuales, sino que
afirma de ellas que responden a la verdad, el bien y la belleza de la
persona, constituyendo, según ellos un auténtico don de Dios. El objetivo de
este desarrollo doctrinal es triple: intentar seducir a algunos, dividir a
los católicos y desprestigiar a los pastores difundiendo estas ideas en los
medios de comunicación.
Así pues, y volviendo al principio, la Iglesia ama y respeta a todas las
personas también las que sienten inclinación homosexual. La Iglesia y sus
representantes "ni insultan, ni atacan, ni incitan a la discriminación y a
la violencia contra el colectivo homosexual", pero, con todo, la Iglesia no
puede aceptar como buenos la inclinación homosexual propiamente dicha, los
actos homosexuales, el lobby gay, la cultura gay, el homosexualismo político
y la teología gay. Por cierto, lo mismo sucede respecto a quienes tienen
otras inclinaciones sexuales parafílicas (sadomasoquistas, fetichistas,
etc.): la Iglesia ama y respeta a estas personas, pero no puede aceptar como
buenas estas inclinaciones parafílicas ni las prácticas sexuales
correspondientes.
Respecto a la pregunta de en qué basa la Iglesia su oposición al matrimonio
entre personas del mismo sexo, debo decir que los argumentos son de diverso
orden. Desde el punto de vista del Derecho, el Consejo de Estado y el
Consejo General del Poder Judicial, han emitido sendos informes, de una
contundencia rotunda, oponiéndose radicalmente a que se apruebe legalmente
el matrimonio entre personas del mismo sexo. Muchos de los argumentos de los
que allí se exponen pueden ser asumidos perfectamente por la Iglesia. Desde
el punto de vista del lenguaje la Real Academia de la Lengua Española
también se ha pronunciado en el sentido de que la palabra matrimonio que
significa la "unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos
o formalidades legales" no puede ser usada para definir otras eventuales
uniones, pues ello, desde luego, corrompería el sentido del término y
llevaría a confusión. También este argumento puede ser asumido sin ningún
problema por la Iglesia.
Pero, además, la Iglesia, a la luz de la verdad natural y revelada sobre la
persona enseña que sólo la diversidad sexual que se da entre un varón y una
mujer permite la natural complementariedad sexual y el posible don de una
vida nueva. Asumiendo el riesgo de resultar demasiado explícito, hay que
afirmar que ningún de estos dos aspectos indicados se dan en las uniones del
mismo sexo: son uniones intrínsecamente estériles, y el aparente aspecto
unitivo de su sexualidad se realiza a costa de forzar estructuras anatómicas
y simular actividades fisiológicas naturales, sin excluir, por cierto, la
utilización de los más diversos productos químicos y artilugios mecánicos.
Todo esto hace imposible, ontológicamente, tratar como igual lo que no lo
es: Una cosa es el matrimonio y otra las uniones de personas del mismo sexo.
Mons. Juan Antonio Reig Pla es Obispo de Segorbe-Castellón, Presidente
de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida, Vicepresidente de la Comisión
Episcopal de Apostolado Seglar, Miembro de la Comisión Episcopal para la
Doctrina de la Fe y Decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II para
estudios sobre el Matrimonio y la Familia, dependiente de la Pontificia
Universidad Lateranense de Roma.