El Islam y la modernidad
El jesuita Samir Khalil habla
del «miedo a la modernidad» en estos países
G. Paolucci - La Razón n.-2687
Khalil Samir, jesuita y profesor de la Universidad San Joseph de Beirut y del
Pontificio Instituto Oriental de Roma, es un profundo conocedor de todo lo que
se mueve en la «umma» islámica. Recientemente ha realizado unas declaraciones
para el diario «Avvenire» sobre la «necesidad urgente» de una reforma en el seno
del islam. «En los países islámicos, la gente es fácilmente manipulable por las
palabras y las órdenes de los radicales, que instrumentalizan el sentimiento
religioso con finalidades políticas e identifican a Occidente con el Gran
Satanás», asegura. «Con la protesta por las viñetas de Mahoma, no la tomaron
sólo con los autores de las viñetas, sino con los Gobiernos de los países en los
que se han publicado y, por extensión, con Occidente o con los cristianos, con
las trágicas consecuencias que hemos visto, como el homicidio de don Santoro»,
recuerda. «Esto es típico de una mentalidad que se olvida del valor de la
persona ahogándola en el grupo. Es necesario ejercer la razón, no dejarse
determinar por la emoción. Por desgracia, en los países islámicos se está
viviendo el sueño de la razón», se lamenta.
Un mundo estático. Para Samir, esto se debe en parte a la estricta enseñanza
musulmana: «En el colegio, por ejemplo, los métodos de enseñanza se basan en la
repetición y en la memorización, más que en la argumentación lógica. En la
familia, la obediencia que los padres exigen de los hijos no viene acompañada
casi nunca de una motivación, sino de imposiciones, incluso violentas. Y bajo un
perfil estrictamente religioso, el Corán se aprende de memoria y es aplicado de
manera mecanicista y literal: dado que, según el islam, el texto ha sido
transmitido directamente por Dios a Mahoma, contiene ya todo cuanto es necesario
para la vida, y no se admite utilizar ninguna interpretación». «Si alguien dice
que es necesario esforzarse para buscar una aplicación más adecuada a la
realidad actual, se le acusa de ser un traidor del espíritu más auténtico del
islam y merece incluso la muerte por apostasía. El resultado es un mundo
estático, autorreferencial, temeroso de enfrentarse a la modernidad», asegura
Samir Khalil Samir.
«Creo que el Occidente ilustrado debería ayudar a los más liberales a hacerse
escuchar en sus países, contribuir a la difusión de sus ideas favoreciendo la
circulación y la traducción de sus obras, invitándolos a hablar en Europa. Pero
sobre todo, es necesario llevar a cabo un enorme trabajo a nivel educativo, en
los colegios y universidades, actuando sobre los textos y sobre la formación de
los maestros. Un trabajo que necesitará generaciones para que pueda cambiar
lentamente una mentalidad que tiene miedo de la realidad. Como nos enseña el
cristianismo, la razón no es un enemigo, sino aliada de la fe».