LORETO, SANTUARIO DE LA INMACULADA
Según una fundada tradición, María nació en su casa de Nazareth. Los Papas, desde Julio II (1507), han considerado a la Santa Casa de Loreto el lugar "donde la bienaventurada Virgen fue concebida, criada y saludada por el ángel".
Dentro de estas humildes paredes se cumple la divina promesa hecha por Dios al hombre inmediatamente después del pecado original: "Yo pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te aplastará y tú pondrás insidias a su calcañar" (Gen. 3, 15).
La mujer que vence al maligno con su hijo es María. La Virgen, concebida sin pecado en previsión de su maternidad divina, es modelo y fuente de fuerza espiritual para cada cristiano que lucha diariamente contra el pecado por el triunfo de la gracia divina.
"La Santa Casa de Loreto, donde aún resuena, par decir así, el saludo Dios te salve, llena de gracia, es, pues, un lugar privilegiado no sólo para meditar en la gracia, sino también para recibirla, incrementarla y recuperarla, si se hubiera perdido, mediante los sacramentos" (Juan Pablo II).
Oración a la Inmaculada
Oh María, Virgen Inmaculada, nosotros nos trasportamos a tu Santa Casa, donde tú fuiste concebida sin pecado y donde naciste trayendo el gozo al mundo.
Nosotros te contemplamos niña entre esos sagrados muros mientras, confiada a tus padres Joaquín y Ana, crecías besada por el Amor de Dios.
Al tercero milenio de la era cristiana nosotros, tus hijos te contemplamos a ti como aurora de salvación que has llevado al mundo la brillante luz de Cristo.
Unidos a ti y a la Iglesia, inspirados por los hechos que se cumplieron en tu Santa Casa, nosotros deseamos volver a recorrer durante estos años, tu camino de gracia: contigo nacer, contigo crecer, contigo repetir nuestro "sí" de total consagración a Jesús, contigo recibir a tu Hijo divino en el alba del tercer milenio cristiano, para que la humanidad sea renovada por el Espíritu Santo de quien tú has tenido la plenitud en todo momento de tu vida.
Virgen Santísima, dispone el alma de todos los creyentes para vivir estos años que nos separan del dos mil, bimilenario de la venida de Cristo en el espíritu del Gran Adviento sugerido por el Papa. Sea un adviento rico de gracia y de particulares dones del Espíritu, sea el adviento vivido con tu Corazón Inmaculado, sea adviento cristiano.
C. Maccari, La promesa de la Redención (Loreto, Cúpula de la Basílica)