EL AMOR CONYUGAL SE CONVIERTE EN ALGO INQUEBRANTABLE
Alan Ames
Sobre el matrimonio, en
“Vivir del Espíritu Santo”
En Jesucristo, Nuestro Señor, por medio del maravilloso sacramento del
matrimonio el amor físico y emocional se convierte en algo totalmente puro.
Cuando se le invita a Dios en todo momento del matrimonio y se le da la
bienvenida, él hace que el amor de este matrimonio se vuelva puro y fuerte.
Si de verdad amas a Dios y le das en tu vida el primer lugar, entonces
también en tu matrimonio ocupará el primer lugar de manera que en tu
matrimonio ya no quieres hacer otra cosa que amar a Dios, alabar a Dios,
adorar a Dios. Y te das cuenta que esto en tu matrimonio es posible porque
vives un amor puro y dispuesto al sacrificio. Si vives el amor de este modo
y lo experimentas así, entonces superará muchísimo el amor mundano porque
comenzarás experimentar la plenitud del amor.
Mucha gente tiene un concepto falso del amor. Para algunos el amor es algo
físico. Sin embargo, el amor físico solo se convierte muy pronto en lujuria
y lleva a las personas a que hagan cosas que no deberían hacer. Muchas
personas y lamentablemente también muchos jóvenes confunden el placer con el
amor. ¡No se imaginan cómo se ríe el maligno de eso.
Algunas personas aman emocionalmente, pero nuestras emociones cambian en el
transcurso de la vida y cuando cambian puede que se resquebraje nuestro
amor. Si conoces solamente el amor emocional o físico entonces el amor
fácilmente puede morir o volverse impuro y fácilmente tu mismo serás llevado
a hacer cosas que no deberías hacer. No es de admirar que muchos matrimonios
tienen conflictos. No es de admirar que terminan en divorcio.
Muchas personas piensan en nuestros días que saben qué cosa es amor, sin
embargo, hasta aquellos que son casados a veces no experimentan la plenitud
del amor porque experimentan solamente un amor físico y emocional. El amor
es mucho más que esto. El amor es espiritual. El amor es místico. El amor es
eterno. Para experimentar el amor espiritual y místico necesitas vivir en la
vida eterna de Cristo. Cuando en Cristo Nuestro Señor realmente te hallas a
ti mismo en la eucaristía, entonces experimentarás ese amor espiritual y
místico que transforma también el amor a tu esposo, el amor a tu mujer, a tu
familia y a tus amigos.
Cada vez cuando con amor de te acercarás al otro entonces experimentarás
tanta alegría, tanta felicidad y tantas cosas interesantes porque Jesús está
presente en cada momento de ese amor y te ama a ti y a través de ti al otro.
En el matrimonio como en todo amor, el verdadero amor tiene que ir más allá
de lo físico o de lo emocional. Debe ser espiritual, místico. Cuando invitas
a Dios en el sacramento de tu matrimonio, tu matrimonio se convierte en una
celebración trinitaria del amor, con Dios en primer lugar, más el esposo y
la esposa, que completan esa "Trinidad". El esposo y la esposa se aman y su
amor se une al amor de Dios. Cuando su amor llega a esta unión, Dios llena
sus almas con su amor de él y hace que el amor de ellos se vuelva más
profundo, más fuerte, más puro. Entonces comienzan a experimentar en su
matrimonio un amor místico que permite que se conozcan mutuamente en
profundidad de manera que, a veces, conocen los pensamientos y los
sentimientos del otro sin que se haya dicho palabra alguna.
Cuando vives tu matrimonio de modo trinitario con Dios como el primero, Dios
permitirá que experimentes este amor espiritual y místico en él para que el
amor sea fuerte y siga fuerte eternamente. Dios derrama en el matrimonio a
través de ese amor - un amor que durará eternamente - dones místicos. A
veces uno observa la consecuencia de este amor puro porque cuando el hombre
o la mujer muere y el otro partícipe de esta amor maravilloso muere poco
tiempo después y se manifiesta así el poder de la unión de su amor, entonces
nada puede quebrantarlo sino será llevado a su plenitud en Dios en la
eternidad.
Cuando recibes los sacramentos a ya puedes experimentar el amor espiritual y
místico. Por eso el sacramento del matrimonio es un sacramento tan
importante y por eso también es importante que nosotros (con la experiencia
de la sexualidad) esperemos hasta el matrimonio si somos jóvenes.
Cuando se le invita a Cristo en todo momento al matrimonio entonces uno mira
más allá del yo físico y emocional. Y en consecuencia del esposo y la esposa
verdaderamente llegarán a ser uno en el amor. Cuando uno regala a Dios el
amor en todo cada momento, entonces el Señor derramará su gracia, atrayendo
el hombre y a la mujer a una cercanía más estrecha con él, y de derrama su
Espíritu de amor en sus corazones y en sus almas. Los eleva por encima del
lo físico y de lo emocional de manera que corazón y alma comiencen a amar
verdaderamente porque son llenos del amor espiritual y místico a Dios y al
otro. De esta manera hombre mujer se convierten en el uno solo por la
plenitud del amor verdadero, y eso hace que el amor se vuelva dulce y
fuerte, se vuelva inquebrantable.
Y mientras crece este amor y se convierte en lo que debería ser, la mujer
hará sacrificios por su esposo o el hombre por su mujer, no con
resentimiento o con ira, sino únicamente con la alegría de poder manifestar
el amor de esta manera. Entonces descubrirán que a través de su sacrificio
atraen el sacrificio de Cristo. Mientras ambos en el amor hacen sacrificios
y los entregan a Dios, los atrae el Señor hacia él en la Cruz y los une a él
en su amor místico y sacrificial.
Cuando Cristo desde la cruz se inclina hacia ellos y atrae el matrimonio
hacia su cruz, los eleva a ambos tan alto que todos pueden verlos. A través
de ello el matrimonio católico se convierte en luz en medio de la oscuridad,
en modelo para todos. Naturalmente y a pesar de todo habrá diferencias de
opinión es y discusiones. ¡Pregunta a mi mujer y te lo dirá! Sin embargo
este profundo amor arde dentro de ti porque ya no te colocas a ti mismo en
el centro. El egoísmo destruye el matrimonio, sacrificio y amor lo edifican.
Lamentablemente así muchos matrimonios católicos son débiles por su egoísmo
en lugar de ser fuertes por medio del sacrificio.
En un matrimonio, llevado con un espíritu de sacrificio y de servicio, se
encuentra la plenitud del amor. Cuando la mujer entonces ama al esposo,
descubre que está amando en él a Cristo y cuando el esposo ama a su mujer
descubre, que ama en ella a Cristo. Cuando Cristo de esta manera puede ser
la cabeza del matrimonio y cuando tratas de atraerlo, entonces se paralizará
el egoísmo de este matrimonio mientras que el amor crece y se fortalece.
Entonces experimentarás el amor ya no a la manera del mundo sino quedas más
bien sumergido en el amor eterno de Dios que te eleva más allá y por encima
de este mundo. A través de ello tu matrimonio ya no es una carga, ya no es
un problema, sino tú ves cada día en él una gran bendición. Así debería ser
un matrimonio católico-lleno de sacrificio y de servicio y vacío de egoísmo.
Es tan patente de que muchos matrimonios no son matrimonios en Cristo, sino
matrimonios en egoísmo, porque el esposo o la esposa se colocan en el primer
lugar y quieren ser servidos en lugar de servir. El esposo exige a su mujer
y la mujer exige a su marido. Reclaman lo que ellos desean girando de esta
manera alrededor de sí mismos. Y entonces no miran a Cristo y aquello que él
quiere. Que el matrimonio no sea así. No es de admirar que los matrimonios
se resquebrajan. No sorprende que en algún momento el esposo y la esposa ya
no se quieren y que les es muy difícil de hablar el uno con el otro y
manifestar un amor verdadero.
Cuando solamente te miras a ti mismo entonces te encierras, y porque reina
el egoísmo desaparece Cristo en el matrimonio y mucho más el servicio y el
sacrificio. Sin embargo, la gente piensa que está llevando un matrimonio
católico, es decir, un sacramento del amor verdadero. Pero mientras que no
manifiestas un verdadero amor en el sacramento de tu matrimonio es muy
probable que fracase. La plenitud del amor solamente es posible en el que
regala el verdadero amor, en Nuestro Señor Jesucristo.