La enseñanza sobre la castidad y la moral sexual del Catecismo de la Iglesia Católica
La parte del Catecismo de la Iglesia Católica que reproducimos a
continuación trata sobre la virtud de la castidad y sobre la moral sexual,
concretamente la doctrina sobre el 6o y 9o Mandamientos. Al reproducir estas
secciones no hemos incluido aquellas que tratan sobre la homosexualidad, la
anticoncepción y la reproducción artificial, porque cada uno de estos temas
ha sido tratado aparte en otros artículos de "Documentación para la defensa
de la vida y la familia" de Vida Humana Internacional. Por ello hemos
omitido algunos números en este extracto del Catecismo.
Artículo 6 EL SEXTO MANDAMIENTO
" "No cometerás adulterio" (Éxodo 20:14; Deuteronomio 5:17).
" "Habéis oído que se dijo: 'No cometerás adulterio'. Pues yo os digo: Todo
el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su
corazón" (Mateo 5:27-28).
I "HOMBRE Y MUJER LOS CREO ..."
2331 "Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de
amor. Creándola a su imagen... Dios inscribe en la humanidad del hombre y de
la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad
del amor y de la comunión" (Juan Pablo II, Exhortación apostólica Familiaris
consortio sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual, 1981,
número 11).
"Dios creó el hombre a imagen suya ... hombre y mujer los creó" (Génesis 1,
27). "Creced y multiplicaos" (Génesis 1, 28); "el día en que Dios creó al
hombre, le hizo a imagen de Dios. Los creó varón y hembra, los bendijo, y
los llamó 'Hombre' en el día de su creación" (Génesis 5, 1-2).
2332 La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la
unidad de su cuerpo y de su alma. Concierne particularmente a la
afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general,
a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro.
2333 Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su
identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y
espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo
de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende
en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la
complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.
2334 "Creando al hombre 'varón y mujer', Dios da la dignidad personal de
igual modo al hombre y a la mujer" (Familiaris consortio, 22; véase también
Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia
en el mundo contemporáneo, 1964, número 49). "El hombre es una persona, y
esto se aplica en la misma medida al hombre y a la mujer, porque los dos
fueron creados a imagen y semejanza de un Dios personal" (Juan Pablo II,
Carta pastoral Mulieris dignitatem sobre la dignidad y vocación de la mujer,
1988, número 6).
2335 Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera
distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios. La unión del hombre y de
la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carnela generosidad
y la fecundidad del Creador: "El hombre deja a su padre y a su madre y se
une a su mujer, y se hacen una sola carne" (Génesis 2, 24). De esta unión
proceden todas las generaciones humanas (véase Génesis 4:1-2, 25-26; 5:1).
2336 Jesús vino a restaurar la creación en la pureza de sus orígenes. En el
Sermón de la Montaña interpreta de manera rigurosa el plan de Dios: "Habéis
oído que se dijo: 'no cometerás adulterio'. Pues yo os digo: 'Todo el que
mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón'"
(Mateo 5: 27-28). El hombre no debe separar lo que Dios ha unido (véase
Mateo 19:6).
La Tradición de la Iglesia ha entendido el sexto mandamiento como referido a
la globalidad de la sexualidad humana.
II LA VOCACIÓN A LA CASTIDAD
2337 La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la
persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y
espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al
mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando
está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y
temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer.
La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y
la totalidad del don.
La integridad de la persona
2338 La persona casta mantiene la integridad de las fuerzas de vida y de
amor depositadas en ella. Esta integridad asegura la unidad de la persona;
se opone a todo comportamiento que la pueda lesionar. No tolera ni la doble
vida ni el doble lenguaje (véase Mateo 5:37).
2339 La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una
pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre
controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se
hace desgraciado (véase Eclesiástico 1:22). "La dignidad del hombre
requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es
decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de
un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra
esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones,
persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y
habilidad los medios adecuados" (Gaudium et spes, 17).
2340 El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir
las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la
práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la
obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y
la fidelidad a la oración. "La castidad nos recompone; nos devuelve a la
unidad que habíamos perdido dispersándonos" (San Agustín, Confesiones,
10:29; 40).
2341 La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la
templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los
apetitos de la sensibilidad humana.
2342 El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la
considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo reiterado
en todas las edades de la vida (véase Tito 2:1-6). El esfuerzo requerido
puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la
personalidad, durante la infancia y la adolescencia.
2343 La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados
marcados por la imperfección y, muy a menudo, por el pecado. "Pero el
hombre, llamado a vivir responsablemente el designio sabio y amoroso de
Dios, es un ser histórico que se construye día a día con sus opciones
numerosas y libres; por esto él conoce, ama y realiza el bien moral según
las diversas etapas de crecimiento" (Familiaris consortio, 34).
2344 La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica
también un esfuerzo cultural, pues "el desarrollo de la persona humana y el
crecimiento de la sociedad misma están mutuamente condicionados"(Gaudium et
spes, 25). La castidad supone el respeto de los derechos de la persona, en
particular, el de recibir una información y una educación que respeten las
dimensiones morales y espirituales de la vida humana.
2345 La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia,
un fruto del trabajo espiritual (véase Gálatas 5:22). El Espíritu Santo
concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la
pureza de Cristo (véase 1 Juan 3:3).
La totalidad del don de sí
2346 La caridad es la forma de todas las virtudes. Bajo su influencia, la
castidad aparece como una escuela de donación de la persona. El dominio de
sí está ordenado al don de sí mismo. La castidad conduce al que la practica
a ser ante el prójimo un testigo de la fidelidad y de la ternura de Dios.
2347 La virtud de la castidad se desarrolla en la amistad. Indica al
discípulo cómo seguir e imitar al que nos eligió como sus amigos (véase Juan
15:15), a quien se dio totalmente a nosotros y nos hace participar de su
condición divina. La castidad es promesa de inmortalidad.
La castidad se expresa especialmente en la amistad con el prójimo.
Desarrollada entre personas del mismo sexo o de sexos distintos, la amistad
representa un gran bien para todos. Conduce a la comunión espiritual.
Los diversos regímenes de la castidad
2348 Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha "revestido
de Cristo" (Gálatas 3: 27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de
Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En
el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su
afectividad en la castidad.
2349 La castidad "debe calificar a las personas según los diferentes estados
de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera
eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a
otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean
casadas o célibes" (Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe,
Declaración Persona humana sobre algunas cuestiones de ética sexual, 1975,
número 11). Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal;
las otras practican la castidad en la continencia.
"Existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra
de las viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con exclusión
de las otras. En esto la disciplina de la Iglesia es rica" (San Ambrosio,
Vida, 23).
2350 Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En
esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje
de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios.
Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura
específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la
castidad.
Las ofensas a la castidad
2351 La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El
placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo,
separado de las finalidades de procreación y de unión.
2352 Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los
órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. "Tanto el Magisterio
de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral
de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto
intrínseca y gravemente desordenado". "El uso deliberado de la facultad
sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su
finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine". Así, el goce sexual
es buscado aquí al margen de "la relación sexual requerida por el orden
moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y
de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero" (Persona
humana, 9).
Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los
sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la
inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de
angustia u otros factores psíquicos o sociales que reducen, e incluso anulan
la culpabilidad moral.
2353 La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del
matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la
sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a
la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando
hay de por medio corrupción de menores.
2354 La pornografía consiste en dar a conocer actos sexuales, reales o
simulados, fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibiéndolos ante
terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque
desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad
de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno
viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia
ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es
una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la
distribución de material pornográfico.
2355 La prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se
prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella.
El que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que
lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo
(véase 1 Corintios 6:15-20). La prostitución constituye una lacra social.
Habitualmente afecta a las mujeres, pero también a los hombres, los niños y
los adolescentes (en estos dos últimos casos el pecado entraña también un
escándalo). Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostitución,
pero la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la
imputabilidad de la falta.
2356 La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de
una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La violación lesiona
profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la
integridad física y moral. Produce un daño grave que puede marcar a la
víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo. Más
grave todavía es la violación cometida por parte de los padres (que se llama
incesto) o de educadores con los niños que les están confiados.
III EL AMOR DE LOS ESPOSOS
2360 La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer.
En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo
y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del
matrimonio están santificados por el sacramento.
2361 "La sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al
otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente
biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto
tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte
integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente
entre sí hasta la muerte" (Familiaris consortio, 11):
"Tobías se levantó del lecho y dijo a Sara: 'Levántate, hermana, y oremos y
pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve'. Ella se
levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él
diciendo: '¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres... tú creaste a Adán, y
para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos
proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: 'no es bueno que el
hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él'. 'Yo no tomo a
ésta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí
y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad'. Y dijeron a coro:
'Amén, amén'. Y se acostaron para pasar la noche" (Tobías 8: 4-9).
2362 "Los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí
son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano,
significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen
mutuamente con alegría y gratitud" (Gaudium et spes, 49). La sexualidad es
fuente de alegría y de agrado:
"El Creador... estableció que en esta función (de generación) los esposos
experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por
tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y gozando de
él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos
deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación" (Pío XII,
Discurso, 29 de octubre de 1951).
2363 Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el
bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas
dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual
de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la
familia.
Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble
exigencia de la fidelidad y la fecundidad.
La fidelidad conyugal
2364 El matrimonio constituye una "íntima comunidad de vida y amor conyugal,
fundada por el Creador y provista de leyes propias". Esta comunidad "se
establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento
personal e irrevocable" (Gaudium et spes, 48). Los dos se dan definitiva y
totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La
alianza contraída libremente por los esposos les impone la obligación de
mantenerla una e indisoluble (véase Código de Derecho Canónico, 1983, canon
1056). "Lo que Dios unió, no lo separe el hombre" (Marcos 10: 9; véanse
también Mateo 19:1-12; 1 Corintios 7:10-11).
2365 La fidelidad expresa la constancia en el mantenimiento de la palabra
dada. Dios es fiel. El sacramento del Matrimonio hace entrar al hombre y la
mujer en el misterio de la fidelidad de Cristo para con su Iglesia. Por la
castidad conyugal dan testimonio de este misterio ante el mundo.
San Juan Crisóstomo sugiere a los jóvenes esposos hacer este razonamiento a
sus esposas: "Te he tomado en mis brazos, te amo y te prefiero a mi vida.
Porque la vida presente no es nada, mi deseo más ardiente es pasarla contigo
de tal manera que estemos seguros de no estar separados en la vida que nos
está reservada ... pongo tu amor por encima de todo, y nada me será más
penoso que no tener los mismos pensamientos que tú tienes" (Homilía sobre
Efesios, 20,8).
IV LAS OFENSAS A LA DIGNIDAD DEL MATRIMONIO
2380 El adulterio. Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando un
hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una
relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena
incluso el deseo del adulterio (véase Mateo 5:27-28). El sexto mandamiento y
el Nuevo Testamento prohíben absolutamente el adulterio (véanse Mateo 5:32;
19:6; Marcos 10:11; 1 Corintios 6:9-10). Los profetas denuncian su gravedad;
ven en el adulterio la imagen del pecado de idolatría (véanse Oseas 2:7;
Jeremías 5:7; 13:27).
2381 El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus
compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial.
Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del
matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la
generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los
padres.
El divorcio
2382 El Señor Jesús insiste en la intención original del Creador que quería
un matrimonio indisoluble (véanse Mateo5:31-32; 19:3-9; Marcos 10:9; Lucas
16:18; 1 Corintios 7:10-11), y deroga la tolerancia que se había introducido
en la ley antigua (véase Mateo 19:7-9).
Entre bautizados católicos, "el matrimonio rato y consumado no puede ser
disuelto por ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte"
(Código de Derecho Canónico, canon 1141).
2383 La separación de los esposos con permanencia del vínculo matrimonial
puede ser legítima en ciertos casos previstos por el Derecho Canónico (véase
Código de Derecho Canónico, cánones 1151-1155).
Si el divorcio civil representa la única manera posible de asegurar ciertos
derechos legítimos, el cuidado de los hijos o la defensa del patrimonio,
puede ser tolerado sin constituir una falta moral.
2384 El divorcio es una ofensa grave a la ley natural. Pretende romper el
contrato, aceptado libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la
muerte. El divorcio atenta contra la Alianza de salvación de la cual el
matrimonio sacramental es un signo. El hecho de contraer una nueva unión,
aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el
cónyuge casado de nuevo se halla entonces en situación de adulterio público
y permanente:
"Si el marido, tras haberse separado de su mujer, se une a otra mujer, es
adúltero, porque hace cometer un adulterio a esta mujer; y la mujer que
habita con él es adúltera, porque ha atraído a sí al marido de otra" (San
Basilio, Moral, Regla 73).
2385 El divorcio adquiere también su carácter inmoral a causa del desorden
que introduce en la célula familiar y en la sociedad. Este desorden entraña
daños graves: para el cónyuge, que se ve abandonado; para los hijos,
traumatizados por la separación de los padres, y a menudo viviendo en
tensión a causa de sus padres; por su efecto contagioso, que hace de él una
verdadera plaga social.
2386 Puede ocurrir que uno de los cónyuges sea la víctima inocente del
divorcio dictado en conformidad con la ley civil; entonces no contradice el
precepto moral. Existe una diferencia considerable entre el cónyuge que se
ha esforzado con sinceridad por ser fiel al sacramento del Matrimonio y se
ve injustamente abandonado y el que, por una falta grave de su parte,
destruye un matrimonio canónicamente válido (véase Familiaris consortio,
84).
Otras ofensas a la dignidad del matrimonio
2387 Es comprensible el drama del que, deseoso de convertirse al Evangelio,
se ve obligado a repudiar una o varias mujeres con las que ha compartido
años de vida conyugal. Sin embargo, la poligamia no se ajusta a la ley
moral, pues contradice radicalmente la comunión conyugal. La poligamia
"niega directamente el designio de Dios, tal como es revelado desde los
orígenes, porque es contraria a la igual dignidad personal del hombre y de
la mujer, que en el matrimonio se dan con un amor total y por lo mismo único
y exclusivo" (Familiaris consortio, 19; véase también Gaudium et spes, 47).
El cristiano que había sido polígamo está gravemente obligado en justicia a
cumplir los deberes contraídos respecto a sus antiguas mujeres y sus hijos.
2388 Incesto es la relación carnal entre parientes dentro de los grados en
que está prohibido el matrimonio (véase Levítico 18:7-20). San Pablo condena
esta falta particularmente grave: "Se oye hablar de que hay inmoralidad
entre vosotros ... hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer
de su padre ... en nombre del Señor Jesús ... sea entregado ese individuo a
Satanás para destrucción de la carne ... " (1 Corintios 5: 1,4-5). El
incesto corrompe las relaciones familiares y representa una regresión a la
animalidad.
2389 Se puede equiparar al incesto los abusos sexuales perpetrados por
adultos en niños o adolescentes confiados a su guarda. Entonces esta falta
adquiere una mayor gravedad por atentar escandalosamente contra la
integridad física y moral de los jóvenes que quedarán así marcados para toda
la vida, y por ser una violación de la responsabilidad educativa.
2390 Hay unión libre cuando el hombre y la mujer se niegan a dar forma
jurídica y pública a una unión que implica la intimidad sexual.
La expresión en sí misma es engañosa: ¿qué puede significar una unión en la
que las personas no se comprometen entre sí y testimonian con ello una falta
de confianza en el otro, en sí mismo, o en el porvenir?
Esta expresión abarca situaciones distintas: concubinato, rechazo del
matrimonio en cuanto tal, incapacidad de unirse mediante compromisos a largo
plazo (véase Familiaris consortio, 81). Todas estas situaciones ofenden la
dignidad del matrimonio; destruyen la idea misma de la familia; debilitan el
sentido de la fidelidad. Son contrarias a la ley moral: el acto sexual debe
tener lugar exclusivamente en el matrimonio; fuera de éste constituye
siempre un pecado grave y excluye de la comunión sacramental.
2391 No pocos postulan hoy una especie de "unión a prueba" cuando existe
intención de casarse. Cualquiera que sea la firmeza del propósito de los que
se comprometen en relaciones sexuales prematuras, éstas "no garantizan que
la sinceridad y la fidelidad de la relación interpersonal entre un hombre y
una mujer queden aseguradas, y sobre todo protegidas, contra los vaivenes y
las veleidades de las pasiones" (Persona humana, 7). La unión carnal sólo es
moralmente legítima cuando se ha instaurado una comunidad de vida definitiva
entre el hombre y la mujer. El amor humano no tolera la "prueba". Exige un
don total y definitivo de las personas entre sí (véase Familiaris consortio,
80).
Artículo 9 EL NOVENO MANDAMIENTO
"No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo,
ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu
prójimo (Éxodo 20:17).
"El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su
corazón (Mateo 5:28).
2514 San Juan distingue tres especies de codicia o concupiscencia: la
concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de
la vida (véase 1 Juan 2:16). Siguiendo la tradición catequética católica, el
noveno mandamiento prohíbe la concupiscencia de la carne; el décimo prohíbe
la codicia del bien ajeno.
2515 En sentido etimológico, la "concupiscencia" puede designar toda forma
vehemente de deseo humano. La teología cristiana le ha dado el sentido
particular de un movimiento del apetito sensible que contraría la obra de la
razón humana. El apóstol san Pablo la identifica con la lucha que la "carne"
sostiene contra el "espíritu" (véase Gálatas 5:16,17,24; Efesios 2:3).
Procede de la desobediencia del primer pecado (véase Génesis 3:11).
Desordena las facultades morales del hombre y, sin ser una falta en sí
misma, le inclina a cometer pecados (véase Concilio de Trento, DS 1515).
2516 En el hombre, porque es un ser compuesto de espíritu y cuerpo, existe
cierta tensión, y se desarrolla una lucha de tendencias entre el "espíritu"
y la "carne". Pero, en realidad, esta lucha pertenece a la herencia del
pecado. Es una consecuencia de él, y, al mismo tiempo, confirma su
existencia. Forma parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual:
"Para el apóstol no se trata de discriminar o condenar el cuerpo, que con el
alma espiritual constituye la naturaleza del hombre y su subjetividad
personal, sino que trata de las obras -- mejor dicho, de las disposiciones
estables --, virtudes y vicios, moralmente buenas o malas, que son fruto de
sumisión (en el primer caso) o bien de resistencia (en el segundo caso) a la
acción salvífica del Espíritu Santo. Por ello el apóstol escribe: 'si
vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu' (Gálatas
5:25)" (Juan Pablo II, Carta Encíclica Dominum et vivificantem sobre el
Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y del mundo, 1986, número 55).
I LA PURIFICACION DEL CORAZON
2517 El corazón es la sede de la personalidad moral: "de dentro del corazón
salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones" (Mateo
15:19). La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la
purificación del corazón: "Mantente en la simplicidad, la inocencia y serás
como los niños pequeños que ignoran el mal destructor de la vida de los
hombres" (Pastor de Hermas, Mandamiento 2,1).
2518 La sexta bienaventuranza proclama: "Bienaventurados los limpios de
corazón porque ellos verán a Dios" (Mateo 5:8). Los "corazones limpios"
designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las
exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la
caridad (véanse 1 Timoteo 4:3-9; 2 Timoteo 2:22), la castidad o rectitud
sexual (véanse 1 Tesalonicenses 4:7; Colosenses 3:5; Efesios 4:19). el amor
de la verdad y la ortodoxia de la fe (véanse Tito 1:15; 1 Timoteo 1:3-4; 2
Timoteo 2:23-26). Existe un vínculo entre la pureza del corazón, la del
cuerpo y la de la fe:
"Los fieles deben creer los artículos del Símbolo "para que, creyendo,
obedezcan a Dios; obedeciéndole, vivan bien; viviendo bien, purifiquen su
corazón; y purificando su corazón, comprendan lo que creen" (San Agustín, La
fe y el Credo, 10,25).
2519 A los "limpios de corazón" se les promete que verán a Dios cara a cara
y que serán semejantes a El (véanse 1 Corintios 13:12; 1 Juan 3:2). La
pureza de corazón es el preámbulo de la visión. Ya desde ahora esta pureza
nos concede ver según Dios, recibir al otro como un "prójimo"; nos permite
considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del
Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina.
II EL COMBATE POR LA PUREZA
2520 El Bautismo confiere al que lo recibe la gracia de la purificación de
todos los pecados. Pero el bautizado debe seguir luchando contra la
concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados. Con la gracia de
Dios lo consigue:
· mediante la virtud y el don de la castidad, pues la castidad permite amar
con un corazón recto e indiviso;
· mediante la pureza de intención, que consiste en buscar el fin verdadero
del hombre: con una mirada limpia el bautizado se afana por encontrar y
realizar en todo la voluntad de Dios (véanse Romanos 12:2; Colosenses 1:10);
· mediante la pureza de la mirada exterior e interior; mediante la
disciplina de los sentidos y la imaginación; mediante el rechazo de toda
complacencia en los pensamientos impuros que inclinan a apartarse del camino
de los mandamientos divinos: "la vista despierta la pasión de los
insensatos" (Sabiduría 15:5);
· mediante la oración:
"Creía que la continencia dependía de mis propias fuerzas, las cuales no
sentía en mí; siendo tan necio que no entendía lo que estaba escrito: que
nadie puede ser continente, si tú no se lo das. Y cierto que tú me lo
dieras, si con interior gemido llamase a tus oídos, y con fe sólida arrojase
en ti mi cuidado" (San Agustín, Confesiones, 6,11,20).
2521 La pureza exige el pudor. Este es parte integrante de la templanza. El
pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo
que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza
proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de
las personas y con la relación que existe entre ellas.
2522 El pudor protege el misterio de las personas y de su amor. Invita a la
paciencia y a la moderación en la relación amorosa; exige que se cumplan las
condiciones del don y del compromiso definitivo del hombre y de la mujer
entre sí. El pudor es modestia; inspira la elección de la vestimenta.
Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad
malsana; se convierte en discreción.
2523 Existe un pudor de los sentimientos como también un pudor del cuerpo.
Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano
propios de cierta publicidad o las incitaciones de algunos medios de
comunicación a hacer pública toda confidencia íntima. El pudor inspira una
manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la
presión de las ideologías dominantes.
2524 Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra. Sin
embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual
propia al hombre. Nace con el despertar de la conciencia personal. Educar en
el pudor a niños y adolescentes es despertar en ellos el respeto de la
persona humana.
2525 La pureza cristiana exige una purificación del clima social. Obliga a
los medios de comunicación social a una información cuidadosa del respeto y
de la discreción. La pureza de corazón libera del erotismo difuso y aparta
de los espectáculos que favorecen el exhibicionismo y los sueños
indecorosos.
2526 Lo que se llama permisividad de las costumbres se basa en una
concepción errónea de la libertad humana; para llegar a su madurez, ésta
necesita dejarse educar previamente por la ley moral. Conviene pedir a los
responsables de la educación que impartan a la juventud una enseñanza
respetuosa de la verdad, de las cualidades del corazón y de la dignidad
moral y espiritual del hombre.
2527 "La buena nueva de Cristo renueva continuamente la vida y la cultura
del hombre caído; combate y elimina los errores y males que brotan de la
seducción, siempre amenazadora, del pecado. Purifica y eleva sin cesar las
costumbres de los pueblos. Con las riquezas de lo alto fecunda, consolida,
completa y restaura en Cristo, como desde dentro, las bellezas y cualidades
espirituales de cada pueblo o edad" (Gaudium et spes, 58).
Vida Humana Internacional