Julio Chevalier, su historia nuestro carisma
1.- DIOS NOS AMA
El P. julio Chevalier nació en 1824, en una época difícil, problemática. Vivió en su infancia, los recuerdos de la revolución y de las guerras napoleónicas. La miseria era grande en el campo, la enseñanza escasa. La fe parecía haber desaparecido. Es la época del Cura de Ars, que decía: "¡Dejad una parroquia 20 años sin sacerdote y se adorará a las bestias!".
Poco a poco, sin embargo, los seminarios abrían de nuevo y el culto
retornaba. ¡Pero hay tanto que hacer !... El Cura de Ars no es más que la
persona destacable de un gran número de "pequeños sacerdotes", muy pobres y
muy celosos, que con una abnegación extraordinaria, van a intentar
despertar las parroquias. Predican la penitencia: Dios nos ha castigado por
nuestros pecados, hace falta volver a El. Las peregrinaciones se
multiplican, se celebran ceremonias expiatorias, los predicadores son
severos, las confesiones asiduas...
Incorporado muy tarde al Seminario a causa de la pobreza de su familia, el
P. Chevalier realiza su formación en este ambiente. Él es muy austero, muy
serio, y está muy preocupado por la descristianización.
Mientras tanto, se cuestiona: ÉI será pronto sacerdote y la tarea le parece superior a sus fuerzas. ¡Tantos y tantos santos sacerdotes han intentado restaurar la Iglesia en el país desde hace 50 años y el resultado ha sido tan decepcionante!... Es entonces cuando, durante el transcurso de sus estudios en el seminario, un profesor da un curso sobre el Sagrado Corazón. Para Julio Chevalier esto es un impacto, una revelación. ¡He aquí el medio!... ¡El verdadero, bueno y fácil medio!... ¡Se acabó el decirle a la gente: "Convertíos si no queréis experimentar la cólera de Dios"!. Y, por el contrario, gritar: "¡Dios os ama!".
Nos resulta difícil entender lo que supuso este cambio en el corazón de Julio Chevalier. Hoy vivimos en una época en la que los predicadores no hablan de la severidad de Dios ni del infierno. Y escuchamos frecuentemente, al contrario, llamadas a la solidaridad, a la tolerancia... Desde nuestra infancia estamos habituados a la ayuda mutua... "Amémonos los unos a los otros..." Para nosotros ser cristiano es esencialmente esto. Y creemos tenerlo todo comprendido. Pero lo que Julio Chevalier ha descubierto, aquello delo que tuvo una revelación fulminante, no es un amor-amable sino un amor-pasión. Dios nos ama apasionadamente y yo también puedo amarle con idéntica pasión. La “religión” no es un conjunto de prácticas, de fidelidades o de buenas obras, sino amar, estar “unido” a un Dios que nos ama. "Vivir de amor"..., como dirá más tarde Santa Teresa de Lisieux.
Cualquiera que sea la época en la que vivamos, cualesquiera que sean las dificultades que conozcamos o las facilidades de las que nos aprovechemos, la cuestión que se nos plantea a cada uno de nosotros es siempre la misma: “¿Tú amas?”. Sin amor no hay vida humana que valga la pena vivir. Y todos los amores humanos no son más que reflejos del amor de Dios. Dios es el amor mismo. Y, para estar más cercano a nosotros, se encarnó, se hizo hombre, con un corazón de hombre. La expresión “Sagrado Corazón” quiere decir: Dios tiene un corazón como el nuestro, Él nos ama como puede amar un hombre, pero con el poder del amor de Dios...
Ésta era la pasión del P,
Chevalier, la que en adelante llenaría su vida:
¡hacer comprender a todos, en todas
partes, que Dios nos ama!.
2.- EL CENTRO DONDE TODO CONVERGE
Lo que aún se conoce como la "devoción al Sagrado Corazón " no era para el P. Chevalier una devoción entre una multitud de ellas. Para él era la quintaesencia del cristianismo, el centro donde todo converge, la condensación de todo, que abraza todo y responde a todo. He aquí el texto admirable (1862) en el que mejor resume esta convicción:
"El corazón del divino maestro es el centro donde todo converge
tanto en el antiguo como en el nuevo testamento,
el eje en torno al cual todo gira en el catolicismo,
el sol de la Iglesia,
la fuente de nuestros misterios,
el origen de nuestros sacramentos,
la prenda de nuestra reconciliación,
la salvación del mundo,
el remedio a todos nuestros males,
y el arsenal del cristiano.
Es así como yo comprendo la devoción al Sagrado Corazón de Jesús:
ella abarca todo, responde a todo".
Por esta razón se debe mirar al P. Chevalier como un fundador del todo original. Todas las órdenes religiosas, como las congregaciones, fueron fundadas para ayudar a sus miembros a vivir de una forma más perfecta en la imitación de Cristo. Pero como no se puede imitar perfectamente a Cristo en todo, cada fundador ha querido destacar uno de los aspectos de Cristo para vivir entre los hombres. Jesús ha enseñado, y desde entonces hay órdenes de predicadores, o de enseñantes; Jesús era pobre, y desde entonces hay órdenes mendicantes; Jesús sanaba, y por eso hay órdenes hospitalarias; Jesús era hombre de oración y es por lo que existen órdenes contemplativas, etc... Pero el P. Chevalier quería que los Misioneros del Sagrado Corazón estuvieran presentes en todas partes y en toda clase de ministerios:
- "Nuestro nombre indica lo que somos. El nombre de «misionero del Sagrado Corazón» . significa apóstol del Sagrado Corazón. Este título puede servir lo mismo al cura que al vicario, al capellán que al profesor. En una palabra, conviene a todos los miembros de la Sociedad" .
- "Para que el Sagrado Corazón de Jesús resulte así sea amado en todas partes, la Sociedad acepta todas las clases de ministerios que la Iglesia puede ofrecer, sin exceptuar ninguno" .
- "Nosotros estaremos siempre dispuestos, en la medida de nuestras posibilidades, para llevar a cabo todo tipo de misiones en donde sea" .
Es además asombroso el constatar la convergencia del P. Chevalier y Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia. Ellos no se conocían, pero eran contemporáneos, conscientes de las mismas necesidades de la Iglesia de su época. Teresa, que ya de niña no sabía qué escoger, pero "escogía todo", estando en el Carmelo encontró su verdadera vocación particular: ella quería estar en el corazón de la Iglesia. "En el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el amor...". Y se la comprendió tan bien que ella, la pequeña religiosa contemplativa, apartada del mundo desde los 15 años, ha sido proclamada patrona de las misiones de la Iglesia Universal.
"Amado sea en todas partes el Corazón de Jesús" : es la divisa que nos ha dejado el P. Chevalier. Pero en sus escritos, con frecuencia, utiliza otras fórmulas: para todos, por todos, por todos los medios.
3.- “EL REMEDIO A LOS MALES DE NUESTRO TIEMPO”
Ésta es la expresión que emplea el P. Chevalier cuando habla del Sagrado Corazón. Los males de su tiempo eran “el ateísmo, el materialismo, el racionalismo, el liberalismo, el jansenismo...” todo lo que, para él, separaba, alejaba de Dios.
Pero, cuando quiere resumir su pensamiento, simplemente dice: la indiferencia y el egoísmo. Estos son también los males de nuestro tiempo, los males de siempre, desde el primer hombre. La indiferencia es negar la evidencia de que Dios nos ama. ¿Se puede ser cristiano y ser indiferente en este sentido?.¿Cuántos se han hecho una lista de "principios" a los cuales se atienen honestamente y que les dan buena conciencia?.
Se ve con frecuencia en el momento del divorcio, cuando uno y otro declaran conjuntamente:"Yo no veo lo que él (ó ella) me reprocha, pues yo he hecho siempre lo que debía"... Pero no se trata de deberes o de obligaciones, sino de actos de amor. Sin amor, no hay unión verdadera. Sin amor, no hay “religión”, esta palabra que tanto afectaba al P . Chevalier porque la tomaba en su sentido profundo: lo que nos une a Dios. “Aunque repartiera mis bienes en limosnas, aunque entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor no me sirve de nada”,decía Pablo (1Co. 13,3).
El egoísmo es todo lo que se opone al amor. Basta retomar el himno a la caridad de S. Pablo para comprender que el egoísmo es lo negativo: "el amor es paciente, el amor es servicial, no tiene envidia, no se jacta de nada, no es orgulloso. No es grosero ni egoísta; no se irrita ni lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad.Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta...El amor no pasa jamás...”(1Cor. 13,4-8).
Jesús ha venido a revelarnos que Dios es amor y ternura. El P. Chevalier quería ayudar a los hombres a creer en la ternura de Dios, darles razones de esperanza, sacarles de una visión pesimista del mundo y liberarlos por una mirada de amor y de ternura para Dios y para el hombre.
Los Evangelios nos hablan de la relación profunda de Jesús con su Padre. En tanto que Hijo vivía de esta relación que marcaba toda su vida: ¡Abba, Padre mío!. En Lucas leemos: “En ese momento, estremecido de alegría bajo la acción del Espíritu, dijo: «Yo te bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra por haber ocultado esto a los sabios y a los inteligentes y haberlo revelado a los pequeños»".
En la epístola a los Hebreos encontramos un pasaje que ilumina esta relación: "...Viniendo al mundo Cristo ha dicho: «Tú no has querido ni sacrificio ni oblación, pero me has dado un cuerpo. No has aceptado ni holocausto ni sacrificios por los pecados; entonces yo digo: Aquí estoy para hacer tu voluntad»” (10,5-7).
Esta convicción profunda con esta confianza total en su Padre le da una libertad extraordinaria y una seguridad en todas sus acciones. Partiendo de su experiencia personal de Dios, subraya la bondad, la misericordia de su Padre:
"Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuanto más vuestro Padre que está en los cielos, dará cosas buenas a los que le aman (Mc. 1,15). (Ver también la parábola del hijo pródigo que pone de relieve al “Padre misericordioso”). (Lc. 15,11-32.)
El P. Chevalier estaba embargado de este amor de Dios. En Jesús ve el verdadero testimonio de este amor, que vino a revelarnos esta “comunión” en Dios para hacernos entrar en ella, y que quiere que todos los hombres participen en esta vida divina. “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. (Jn. 10,10).
4 -NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN
El P. Chevalier tenía una gran devoción a María. Vivía en un siglo mariano [el siglo XIX es la época de la calle de Bac (1846), de la Salette (1846), de Lourdes (1858), de Pontmain (1871), Pellevoisin (1876)...]. Pero él no deseaba tener una “devoción particular” por Nuestra Señora (la Inmaculada, la Madre de Dios, la Virgen de los Dolores, etc... ). De la misma manera que al hablar del Sagrado Corazón quería decir todo de Jesús, del Amor de Dios encarnado, igualmente buscaba un título que dijese todo de María.
Después de años de meditación, en 1857, les da a sus compañeros el nombre de “Nuestra Señora del Sagrado Corazón”. La preposición “de”, en francés, puede expresar el origen o destino (por ejemplo: “el tren de París”, puede significar el tren que va a París o el que viene de París). Para el P .Chevalier, los dos significados se encuentran en el título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Y, por otra parte, sean cuales fueren las representaciones de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, las imágenes representan siempre un doble gesto: María que nos muestra el corazón de Jesús, Jesús que nos muestra a su Madre.
El P. Chevalier apoyó el titulo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en dos pasajes del evangelio :
1) Las bodas de Caná (María señala a su Hijo diciendo: "Haced lo que Él os diga").
2) María al pié de la cruz ( cuando Jesús dice: "He aquí a tu madre").
Estos dos relatos se encuentran en el Evangelio de S. Juan, el apóstol del Amor, sólo en él. Y éstas son las dos únicas veces en que S. Juan habla de María.
El Evangelio de Juan es el último de los cuatro Evangelios. Juan no ha querido retomar los acontecimientos que se encuentran en los otros tres, para resaltar el valor de lo que a él le parece esencial (se descubre bien aquí el deseo del P. Chevalier: decir todo de María diciendo lo esencial). Y estos dos acontecimientos que casualmente "encuadran" el evangelio, puesto que uno se encuentra casi al comienzo y otro al final, hacen que todo el mensaje evangélico se mantenga en el marco mismo del titulo de “Nuestra Señora del Sagrado Corazón“.
Es lo que nosotros expresamos con la oración de la Fraternidad, el “Acuérdate...” , donde nos gusta decir:
“Conduce a todos los hombres ala fuente de agua viva que brota de su Corazón...”
y “Haznos vivir a todos como tú, en el amor de tu Hijo...”
La gente acudió pronto en gran cantidad. Los sacerdotes, curas de parroquias y religiosos (sobre todo los Jesuitas), hablaban encomiásticamente de Nuestra Señora, honrada con el título que reconducía todo a lo esencial. Los obispos, numerosos, potenciaban los peregrinajes y los santuarios. Como resultado, el Papa Pío IX quiso que la estatua de Nuestra Señora en Issoudun, fuera coronada en su nombre. Esto resultó una fiesta grandiosa que duraría dos semanas: 30.000 peregrinos, 700 sacerdotes (¡que confesaban “día y noche”!), 30 obispos...Era el 8 de Septiembre de 1869, cinco años después de que el P. Chevalier hubiera dado públicamente el título de “Nuestra Señora del Sagrado Corazón”.
El P. Chevalier, el Apóstol de lo esencial... Hablando del Sagrado Corazón, el quería decir todo acerca del amor de Dios. Entonces, ¿por qué le dio este lugar preponderante a María, bajo el título de “Nuestra Señora del Sagrado Corazón”?. Porque dar ese título a María no era sólo decir todo de María, era también decir todo del Dios del Amor. De la misma forma que delante de la obra maestra de un pintor o de un escultor se dice: "Es todo Rafael, o todoFray Angélico lo que hay en esta obra”.
5.- LAS TRES RAMAS
"Amado sea en todas partes el Corazón de Jesús.. ": por todos, para todos, por todos las medios. (cf p.2: “El Centro donde todo converge”).
Del mismo modo que el P. Chevalier no quiso limitar su obra a la imitación de un aspecto de la vida y de la personalidad de Jesús, sino que quería decirlo todo de Él, diciendo todo de su amor, igualmente nuestro fundador no podía contentarse con las estructuras habituales de una Congregación ordinaria. Él quiso, ciertamente, fundar una familia de religiosos (las religiosas vendrán algunos años después), pero también quiso asociar a su obra todos los “estados de la vida”. Los sacerdotes “seculares” y los laicos. Todos aquellos que quisieran seguirle, se tratara de sacerdotes diocesanos, laicos y laicas, casados o no, en comunidad o viviendo simplemente en familia... todos, en los comienzos de la Congregación, llevaban oficialmente el nombre de “Misioneros del Sagrado Corazón”.
Cuando el P. Chevalier quiso que Roma aprobara oficialmente las Constituciones de su Congregación, los juristas oficiales fueron un poco reticentes. Sostenían que una congregación estaba por definición compuesta de religiosos que hubieran pronunciado los tres votos y dependieran de una comunidad. A su pesar, el P. Chevalier aceptó someterse a la voluntad jurídica, si no su congregación no habría podido ser reconocida. Los sacerdotes seculares y los laicos fueron declarados solamente "asociados", perteneciendo simplemente a las "obras", a las "terceras órdenes" de la Congregación.
En nuestra época, la experiencia de "nuevas comunidades" nos demuestra que el P.Chevalier ha sido un visionario y un precursor.
Podemos lamentar que las circunstancias y la historia no hayan permitido que los laicos estén al mismo nivel que los religiosos y las religiosas ( plenamente de la familia, por derecho ). Pero ésa es una realidad puramente jurídica. Y, respetando en todo el derecho, se puede no olvidar en la práctica lo que fueron nuestros comienzos y la voluntad de nuestro fundador.
Hay otros ejemplos en la historia de la Iglesia en los que los fundadores chocaron con el derecho de su época. Cuando en 1610 S. Francisco de Sales quiso fundar las “Visitadoras”, ¡para visitar a los pobres!,se le dijo que, según el derecho de la época, las religiosas eran necesariamente de clausura y apartadas del mundo. A su pesar, S. Francisco de Sales tuvo que someterse a esa exigencia. Cuando 30 años más tarde S. Vicente de Paul quiso fundar las “Hijas de la Caridad” para el servicio de los pobres, se topó con la misma dificultad. Y dijo entonces: "¡Ya que es son así, nosotros no seremos religiosos!". Y proclamó también para sus Hijas que, “¡la calle sería su clausura!" .
Las Hermanas de S. Vicente de Paul no son entonces religiosas “jurídicamente”. Pero la ironía del destino ha querido que, durante siglos, la opinión popular las haya considerado como el prototipo de las religiosas, de las "monjas” como se dice normalmente.
¿ Qué es lo que impide entonces que a los laicos MSC se les considere plenamente como de la familia, de hecho, ya que no de derecho?
Debemos recordar sin cesar este deseo del P .Chevalier de llamar a todos, para proclamar por todas partes y por todos los medios el Amor de Cristo. Hay entre los laicos de la familia MSC un cierto número de grupos diferentes, con estatutos diferentes...Esto puede parecer "desorden" y lo sería, ciertamente, en otras familias religiosas. Pero en la nuestra lo consideramos una riqueza. Querer “unificar” sería excluir automáticamente algunos miembros. Luego todos deben tener la posibilidad de ser y de llamarse “Misioneros del Sagrado Corazón”.
Todos, en todas partes...