Julio Chevalier y la Justicia Social
En ese contexto, el lugar del P. Chevalier es completamente original. No tiene posición prefabricada frente al problema social. Contrariamente a muchos otros, no tiene solución que proponer. La formación que ha recibido no lo ha preparado a tomar los problemas de su época por la fuerza. Su intuición, su fin, su "misión", su pasión se sitúan en otro plano. "Todo principio y todo sentimiento religiosos han desaparecido de las instituciones, decía la encíclica de León XIII, y los trabajadores están aislados y sin defensa." Es exactamente el sentimiento de Julio Chevalier, y quiere sacar a los hombres de su aislamiento, presentándoles a un Dios muy cercano. No un Dios paternalista que legisla, condena y recompensa; no un Dios lejano que acepta más o menos la necesidad de misterio y de sagrado que hay en todo corazón humano; sino un Dios cercano, humano. Un Dios que ama y que espera una sola cosa: ser amado.
Julio Chevalier piensa que es el Amor que salvará al mundo. No quiere restablecer nada, ni restaurar nada. Es un mundo nuevo que tiene a la vista (del Corazón de Cristo, veo surgir un mundo nuevo."). Cuando uno ama y se siente amado, todo se hace nuevo, se ve todo bajo una nueva luz, y se encuentran caminos nuevos. No hay más deberes ni obligaciones, porque se toma la delantera y se los rebasa. No existen mas indecisiones, ni temores, ni búsqueda angustiada y estéril, pues el amor es espontáneo, creativo, y mira hacia el porvenir.
El P. Chevalier no propone soluciones a los males de su tiempo, sino la manera de eliminar su fuente. Nacen como efecto de la indiferencia, del egoísmo, de la ignorancia, de la envidia, de la injusticia, de la mentira. Y san Pablo dice: "El amor es paciente, servicial y sin envidia. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad." (1 Cor. 13,4-6).
Podríamos agregar: el amor, el verdadero, no excluye a nadie. Pues el que ama quisiera compartir su felicidad con todos. Por eso es que en boca del P. Chevalier se repiten esas palabras: todos. en todas partes. La indiferencia contra la que quiere luchar primero es la falta de referencia no a ciertos valores, sino a Alguien, luchar contra el anonimato, la soledad, la tristeza, la vida sin meta.
Esas reflexiones eran necesarias para comprender la continuación de los acontecimientos en que serán arrastrados el P. Chevalier y su Congregación. Se podría pensar que vivió esa época, llevado contra su voluntad por aventuras que no le interesaban. Poco importa lo que se haga, aparecerá a menudo como el pequeño sacerdote que fundó "su" obra en el marco de una pequeña ciudad, aislado del mundo agitado. Solamente las circunstancias hubiesen provocado la extensión de su congregación. Ahora bien, desde el comienzo, es la toma de conciencia de los males de su tiempo que determinó al P. Chevalier a fundar su congregación para dar a conocer a todos los hombres el amor de Cristo.
Y el P. Chevalier siempre ha dicho que se puede ser Misionero del Sagrado Corazón en todas partes: como párroco, profesor, capellán, misionero en países lejanos.
(J. Tostain, Julio Chevalier)