Julio Chevalier: 1907, su último año.
Autor: Jesús Lada Camblor msc
A la gran Familia Chevalier en el primer centenario de la santa muerte
del P. Fundador y en el sesquicentenario de la advocación Nuestra 5eñora del
Sagrado Corazón
1.- Ante un nuevo año
El 31 de diciembre de 1906, desde Issoudun, el padre Julio Chevalier
escribía al superior general de los MSC y a la cofundadora y superiora
general de las Hijas de Ntra. Sra. del Sagrado Corazón, respondiendo a sus
felicitaciones por el Año Nuevo. Eran dos cartas más entre las que venía
escribiendo al P. Eugenio Meyer, como anteriormente lo había hecho con el P.
Arturo Lanctin, y a la madre María Luisa Hartzer, por iniciativa propia o
respondiendo a alguna consulta o información. Le movían el amor y el interés
por la vida y la misión de ambas congregaciones.
A la madre Hartzer le decía: "Le trasmito mis afectuosos deseos de feliz
año. ¡Que el Señor los escuche!. Tenemos gran necesidad de su divina
protección. En Bélgica lo mismo que en Sydney -los dos lugares donde estaban
casi todas las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón)- clamemos
:¡Sagrado Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros!. ¡Nuestra señora del
Sagrado Corazón, protégenos! Es la hora de una auténtica persecución. Pienso
en sus queridas hermanas, oro mucho por ellas. Lo mismo que a usted, les
ofrezco lo mejor de mi corazón.(...) Estoy cansado y desbordado por las
preocupaciones"I.
(Una de estas era la anunciada subasta pública de la basílica y del convento
del Sagrado Corazón y las amenazas sobre los bienes inmuebles de las Hijas
de Nuestra Señora del Sagrado Corazón).
En la carta al P Meyer se refería a "acontecimientos graves en Francia, en
los que podemos ser expulsados, arrojados de un momento a otro",
aconsejándole el aplazamiento de su visita de tres meses a Australia y el
del Capítulo General, que revisaría las Constituciones, cuyos previsibles
cambios le parecían inconvenientes pues, por exigencias de un modelo común
de la Santa Sede para las Congregaciones religiosas, restringían el espacio
de lo genuinamente MSC. Y añadía: "Me siento seriamente enfermo. No creo que
pueda resistir mucho tiempo"2.
En ambas cartas invocaba e invitaba a invocar la misericordia y la
protección donde siempre las había encontrado Y señalaba la clave de su
calma en las tormentas: "Me abandono a la divina Providencia, diciendo:
Sagrado Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros. Nuestra Señora Sagrado
Corazón sálvanos"
El Padre Fundador, un octogenario enfermo y aún activo, desde aquella
especie de confinamiento que era Issoudun vivía muy pendiente del devenir de
las dos Congregaciones y obras que había fundado. Ambas Congregaciones
sabían de persecuciones. A ambas las animaba un vigoroso espíritu misionero
y ambas vivían una etapa de crecimiento y expansión, en medio de muchas
dificultades. Los datos siguientes, de finales de 1907, lo confirman.
Integraban la Congregación de Misioneros del S.. C. 802 religiosos (4
obispos, 325 sacerdotes, 272 hermanos laicos, 201 estudiantes), agrupados en
cinco provincias, tres de ellas con misiones en el lejano Pacífico Sur. La
Provincia del Norte (1894) tenía comunidades en Holanda y Bélgica y
evangelizaba en Nueva Guinea holandesa, teniendo a su cargo la Prefectura
Apostólica de Nueva Guinea holandesa. La Provincia alemana (1897) estaba
encargada de los Vicariatos Apostólicos de Nueva Pomerania y de las Islas
Marshall. La Provincia italiana (1900) sólo tenía comunidades en Italia;
mientras la Provincia francesa (1905) con comunidades en Francia, España,
Suiza, Bélgica y Canadá atendía el Vicariato Apostólico de Nueva Guinea
inglesa y el de las Islas Gilbert e Islas Ellice. La quinta Provincia era la
australiana (1905).
Compartían el espíritu, el carisma, la misión y las misiones de los MSC las
Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en esperanzador estado de
crecimiento los últimos años con su curia general en Bélgica por causa de la
persecución en Francia. De un total de 151 religiosas 63 evangelizaban en
misiones del Pacífico Sur. Además de dos comunidades numerosas - la de la
casa generalicia y el postulantadonoviciado de Thuin, Bélgica, y la de la
comunidad provincial y postulantado-noviciado de la ciudad australiana de
Kengsinton- formaban treinta pequeñas comunidades de entre dos y cinco
hermanas cada una: una en Issoudun, cuatro en Bélgica, siete en Australia y
el resto en Nueva Guinea inglesa e Islas Gilbert.
Debido a la tradicional rivalidad entre los gobiernos francés y alemán las
Hijas de Nuestra Señora habían encontrado dificultades insuperables para
evangelizar en misiones de colonias alemanas, por lo que el P. Linckens
había fundado en 1900 en Hiltrup, Alemania, la congregación de Misioneras
del Sagrado Corazón, en comunión de espíritu, carisma y misión con las otras
dos, según lo dispuesto en 1899 por el P. Chevalier y su Consejo: que sus
Constituciones fueran conformes a las de las Hijas, "porque estas son muy
semejantes a las nuestras". La joven Congregación había ofrendado en agosto
de 1904 el testimonio supremo de cinco misioneras mártires en Rabaul, Nueva
Pomerania, junto al de cuatro MSC alemanes y un trapense.
En Issoudun estaba el corazón de la grandiosa obra apostólica realizada por
el P. Chevalier. De su presencia en Issoudun dependían sectores tan vitales
de la Congregación como eran las casas de formación en países extranjeros y
algunas misiones. Aquella presencia había estado amenazada desde 1880, año
en que la mayor parte de los MSC salieron al exilio y la Congregación
comenzó a extenderse y a crecer. La autoridad gubernamental había precintado
las puertas de la basílica del Sagrado Corazón. En consecuencia todo lo que
funcionaba en ella o en torno a ella como eran el culto a Nuestra Señora, la
sede de la Archicofradía, la revista y las oficinas hubo de ser trasladado a
la parroquia de San Siro, cuyo párroco desde 1972 era el P. Julio Chevalier.
Aquel diciembre de 1906 en Issoudun se decía que en enero el gobierno
republicano, radicalmente anticlerical, subastaría públicamente y vendería
al mejor postor la basílica y el convento de sus amores. Habían sido
evaluados, tirando a la baja, en 100.000 francos, unos 335.000 dólares
actuales. Pero el P. Chevalier no era hombre de lamentaciones, sino previsor
y audaz. Por eso ya para entonces tenía en vías de solución el problema. No
serian vendidos a cualquiera y, por lo mismo, tampoco expuestos a la
profanación Haría recomprar lo injustamente expropiado. Los salvaría
contando con la lealtad de un buen amigo, el vizconde Fernando de Bonneval,
quien con dinero de los MSC los compraría y registraría a nombre de él. Y a
su nombre seguirían hasta que pudieran ser otra vez registrados a nombre de
la Congregación. Con este fin y con mucha previsión el P. Chevalier había
colocado ya en 1904 en un banco belga 40.000 francos franceses.
En 1901 y en 1905 la persecución del gobierno francés se había acentuado,
adoptando nuevas formas. Sirviéndose de una estratagema jurídica - una nueva
especie de exclaustración-, autorizada por la Santa Sede y que posibilitaba
que, siendo y viviendo como auténticos MSC, figuraran ante las autoridades
civiles sólo como sacerdotes diocesanos, en 1881 habían permanecido en
Francia el P. Chevalier y otros trece. Los demás habían salido al exilio. En
diciembre de 1906 en la casa parroquial vivían siete MSC y en torno a la
basílica en lugares distintos otros cuatro. El hábito de los sacerdotes
había cambiado ligeramente: el cordón negro y el alzacuello romano habían
cedido su puesto al fajín negro en la cintura y al popularmente llamado
'babero', pero nada había cambiado en el fuero interno.
Eran proverbiales la serenidad, lucidez y firmeza con que el P. Chevalier
afrontaba las dificultades. En las tormentas conservaba la calma de su
espíritu y la firmeza de su voluntad. A este propósito escribió el hermano
Juan, alemán, acompañante y enfermero los últimos años del venerable
anciano: "Nuestro reverendo Padre mostraba siempre y en cualquier
circunstancia una inteligencia extraordinaria para afrontar las dificultades
con fuerte voluntad cuando se trataba de su fundación y de la gloria de
Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Nada podía detenerle. Su confianza en el
gran poder de la Virgen se mantuvo idéntico hasta la muerte, sobre todo en
las más penosas dificultades,
En 1900, cuando estalló en Francia la segunda gran persecución, no temía por
su querida Congregación, y ni siquiera mostró ansiedad unos años después,
cuando todo fue confiscado por el Estado para ser puesto en venta. En
aquella época vivía yo con él y de cuando en cuando salíamos de paseo en
carruaje porque debía acompañarle siempre a causa de su debilidad. Por
supuesto que hablábamos frecuentemente de asuntos de actualidad. Alguna vez
le dije:
-"Será una lástima que esta magnífica basílica y toda la casa se perderán
para la Congregación, pues no hay ninguna esperanza. Seguro que lo
perderemos todo".
Y me respondió nuestro padre:
-"También es seguro que Nuestra Señora del Sagrado Corazón defenderá su
santuario: quede tranquilo"
De verdad que en aquellos momentos cualquiera pensaría que era imposible. Y,
sin embargo, sucedió como él había dicho"3
El secreto de la serenidad del P. Chevalier radicaba en que sabía conjugar
con acierto la confianza teologal con la confianza en sus hermanos, la
reflexión, la creatividad y la acción. Y también con la firmeza, como
demostró ante el allanamiento y expulsión de la casa parroquial. En él se
hacía verdadero el refrán: "A Dios rogando y con la almádana dando"
2.- Arrojados de su casa
El 2 de enero de 1907 fue un día triste y glorioso en la vida del P.
Chevalier. La municipalidad de Issoudun había dado la orden de allanamiento
y desalojo de la casa parroquial. En Francia, en tiempos de persecución como
aquellos, era algo que se veía venir.
En 1901 habían comenzado a aplicarse las nuevas leyes persecutorias
aprobadas en 1900. El Gobierno cerró las casas religiosas. Gracias a lo que
llamé estratagema canónica aprobada por la Santa Sede, los MSC, ante Dios y
ante la Iglesia, continuaron siendo verdaderos MSC con apariencia de
sacerdotes diocesanos, 'legalmente' seculares con legalidad civil. Además,
según las legislaciones civil y eclesiástica francesas, el P. Chevalier era
párroco inamovible, condición que fue extraordinariamente provechosa para su
Congregación. Las celebraciones litúrgicas estaban incluidas en la categoría
de reuniones públicas, que no se podían celebrar sin autorización previa
gubernamental. Por ahí llegaría algún problema, como escribió uno de los
compañeros del P. Fundador: "El R. P. Fundador y los Misioneros del Sagrado
Corazón no fueron molestados por el Gobierno, en la ciudad de Issoudun,
salvo por el delito de celebración de misas en San Ciro. Todos los vicarios
y el P.Bátard afrontaron proceso verbal por tal delito.
El P. Hériault fue citado ante el juez de paz. Este, que era protestante, le
dejó libre, sentenciando que no había organizado, sin autorización previa,
reuniones publicas"4
El Padre se había defendido diciendo que quienes habían convocado la reunión
habían sido los deudos de la persona difunta.
El P. Chevalier había procurado estar en buenas relaciones con el gobernador
departamental o prefecto de Cháteaurroux, y el subprefecto de Issoudun,
quienes le respetaron.
No así la municipalidad de Issoudun. De ella dependía que los sacerdotes de
la parroquia de San Ciro siguieran o no en la casa parroquia]. El alcalde de
Issoudun la tenía tomada contra lo que representaba el P.Chevalier. Le había
dicho un día: -"Contra usted no tenemos nada, sólo contra su sotana"5
Al P. Chevalier no le llegó de sorpresa el golpe de aquel día de enero. En
Bourges, a mediados de mes, el alcalde había desalojado de su palacio al
arzobispo Servonet, a pesar de todo su republicanismo.
Desde tempranas horas de día 21 de enero se encerró en la casa parroquia]
con sus cuatro vicarios, los padres Hériault, Brunet, Juan Bautista y
Michel, los hermanos León y Juan, y, solidarios con ellos, tres feligreses,
uno de ellos el joven Luciano Sadouet, futuro MSC. Con trancas y cerrojos
habían asegurado por dentro las puertas. Numerosos feligreses estaban
atentos a lo que podía suceder.
A las ocho de la mañana se presentaron ante la puerta de la casa parroquial
el comisario y tres gendarmes, gorra, capa y sable al cinto, con un
cerrajero. Si el comisario dio la orden de abrir a la autoridad, no recibió
ninguna respuesta de dentro. De fuera sí, muchas e indignadas:
-¡Viva el P.Chevalier!. ¡Viva el P.Chevalier! -¡Abajo los ladrones! ¡Abajo
los ladrones! El cerrajero probó toda clase de llaves y no logró abrir.
Mientras tanto arreciaba el griterío con vivas al P. Chevalier y rechazo a
los gendarmes y a la municipalidad.
La comisión municipal tuvo que retirarse con las manos vacías, para regresar
a las dos de la tarde con otro cerrajero armado de un hacha.
Se encontraron con muchos más partidarios del P. Chevalier que la vez
anterior.
En el interior de la casa parroquial comenzaron a resonar los fuertes
hachazos en la puerta, mientras la calle se estremecía con el creciente
griterío:
-¡Viva el P. Chevalier!. ¡Abajo los ladrones!.
Por la puerta rota penetró el comisario con sus tres gendarmes. No
encontraron a nadie en las dos primeras habitaciones y sí en la tercera. Un
testigo escribió: "Incómodo, balbuciendo, el representante de la ley
notificó el objeto de su presencia y el por qué de de este mes he sido
brutalmente expulsado de la casa parroquial junto con los Vicarios..."7
Por las mismas fechas le comentaba al P. Jouét: "Gracias mil veces por su
simpatía y por compartir mi brutal expulsión de la casa parroquial. Es la
acción de algunos sectarios francmasones. Toda la población, acordándose de
mis beneficios a Issoudun, se mostró admirable. Toda la ciudad, por así
decirlo, ha venido a expresarme sus condolencias. Estoy en la casa de la
Obra militar, que pertenece al señor de Bonneval. Francia está en vísperas
de acontecimientos graves. ¡Vivan el Sagrado Corazón y Nuestra Señora"8
3.-En la casa alquilada
El nuevo domicilio era una casa grande, extraña y fría, en la que no cambió
la vida religiosa y comunitaria de los siete inquilinos. Al contrario,
siguieron, como antes, con mucha edificación: "De hecho en la casa
parroquia] con el P. Fundador, en la plaza de Vouet con el P. Maillard la
vida religiosa se mantuvo íntegramente, con mucha edificación"9 (9)
El trabajo de la comunidad siguió centrado en la parroquia de San Ciro.
Relacionados con ellos seguían en Issoudun los otros cuatro en torno a la
basílica y a la casa del Sagrado Corazón, habitando dos en una casita de
unas religiosas los otros en casas particulares. Encabezados por el P.
Maillard atendían intereses de la Congregación gubernamentalmente prohibida.
Tenían que evitar la impresión de que eran la comunidad de la basílica y de
la casa del Sagrado Corazón.
La casa alquilada era incómoda y nada funcional, pero se podía arreglar:
"Cuando hayan sido hechas las reparaciones y adaptaciones no estaremos
mal"14 según le escribía el P. Fundador al ecónomo general MSC a la semana
siguiente.
El 15 de marzo, día en que cumplía 83 años, el P. Chevalier firmó con el
señor de Bonneval un contrato de alquiler sobre la "casa y sus dependencias
para que sirvan de casa parroquial, situada en Issoudun, calle Daridán, n°
3"11. El cambio forzoso de casa no favoreció la deteriorada salud del
venerable anciano, según se aprecia en sus cartas.
En el extensísimo Epistolario Chevalier veinticuatro documentos corresponden
al año 1907. Se trata de veinte cartas, dos contratos, una tarjeta de
gratitud y una lista de cardenales y obispos amigos. Constituyen una fuente
importante y sirven de hilo conductor en este relato de sus nueve últimos
meses.
Enfermo.-Quienes le conocieron mencionaban problemas en la médula espinal; a
veces, en sus cartas, él se refería al reumatismo, que en ocasiones le
impedía moverse y le causaba sufrimientos tan vivos que, como apuntó uno de
sus vicarios, le hacían gritar de dolor. Como consecuencia de su artritis y
del daño en la médula no podía caminar, a no ser apoyado en el hermano Juan.
Del tiempo variable, con vientos y lluvias comentó en una de sus cartas en
la primavera del 1907 que le reavivaban los dolores.
Desde marzo hasta su última carta (conocida) escrita en agosto en muchas de
ellas se refiere muy brevemente al curso de su enfermedad, señalando, de
paso, el espíritu con que la sobrellevaba. En marzo a la madre Hartzer, que
le había felicitado por su 83° cumpleaños le comentaba: " Estoy en sus
manos. El hará de mí lo que juzgue mejor. Beberé el cáliz que me presenta y
me someteré siempre a su santísima y adorable voluntad"I2
A la señora Laura de Coigny, que sufría fractura de huesos, le decía: "Ambos
estamos en la cruz. Mis dolores se hacen más violentos cada día. Espero que
el buen tiempo los aliviará y que podré hacer la peregrinación a Nuestra
Señora de La Grille"13
A principios de abril le informaba al P. Benedetti: "Sigo sufriendo mucho;
me cansa mucho escribir"14
El día 11 anota un elemento nuevo en el proceso de su enfermedad; "Mi salud,
en lugar de mejorar, se debilita cada día, porque no puedo tomar los
alimentos. ¡Gracias a Dios!. El es quien lo gobierna todo. ¡Ante todo su
divina voluntad!. Me detengo, porque escribir me cansa mucho"I5
En junio, con el verano a las puertas, cree experimentar una ligera mejoría:
"La salud no iría demasiado mal en este momento; se mantiene. Espero poder
hacer la pequeña peregrinación a La Grille en julio o agosto"I'
Pero la enfermedad se agravaba y se intensificaban los dolores: "No puedo
moverme; tanto es lo que me hace sufrir el reumatismo. De tanto sufrir se me
van las ideas. Ruegue por mí, ruegue por mí estoy como atontado"17
A mediados de agosto se había acentuado el debilitamiento: "Estoy en el
límite de mis fuerzas. No puedo moverme a causa de los sufrimientos de
reumatismo"18
En las dos últimas cartas que se conocen, escritas el 22 y 25 de agosto, la
primera al P. Benedetti y la segunda a la madre Hartzer, no hay ninguna
mención acerca de su salud, que continuaba empeorando. La persecución
religiosa en Francia de la que le hablaba al P. Benedetti tal vez hizo que
se olvidara de sí mismo. Por otra parte no le parecería bien ensombrecer con
una referencia a sus sufrimientos una cariñosa carta de felicitación en la
fiesta de la madre Hartzer.
En su biografía del P. Fundador el P. Carlos Piperon, su más fiel compañero
durante medio siglo, resumía del siguiente modo el proceso de su enfermedad
los tres últimos años:
"Los años 1905 y 1906 fueron relativamente buenos para su salud. No
obstante, aunque el venerable octogenario conservaba íntegras sus facultades
mentales, sus fuerzas físicas habían quedado muy quebrantadas a causa del
peso de los años y como consecuencia de los sufrimientos. Siguió dedicándose
a las funciones pastorales en cuanto sus achaques se lo permitían. Lo mismo
que en tiempos anteriores, había empezado de nuevo (después de la gravísima
enfermedad de 1904) sus predicaciones dominicales, claras, sencillas y
prácticas, escuchadas con gusto por sus feligreses. Su voz, firme aún y
agradable, impresionaba vivamente a sus oyentes.(...). Los ratos que no
podía dedicarse al ministerio pastoral, los empleaba en revisar las obras
escritas por él (y en escribir una nueva: El Apocalipsis y los tiempos
modernos)".
El invierno de 1906-1907, el último de su vida, fue especialmente doloroso.
Sus doloridas piernas rehusaban prestarle servicio. Se le había declarado
una dolencia en la médula espinal. Apenas podía andar ni siquiera tenerse de
pie sin el apoyo de un brazo caritativo que le sostuviera"19
El brazo caritativo era el buen hermano Juan, un holandés de apellido Van
Heugten, brazo derecho, hombre de confianza, acompañante y enfermero del P.
Chevalier los últimos años. Dice un refrán que nadie es grande para su
hombre de cámara. Pero se equivoca en el caso del hermano Juan, que admiraba
y quería profundamente al Fundador. Cuando le preguntaban cómo era, resumía
en una palabra su pensamiento :
"Es un gigante".
Un gigante del espíritu”.
"A partir del 21 de enero de 1907, prosigue el P. Piperon, día de su
violenta expulsión de la casa parroquial, la salud de nuestro querido
enfermo fue haciéndose cada vez más inquietante. Evidentemente la tristeza
que eso le produjo, las molestias del nuevo alojamiento, el cambio en sus
costumbres a una edad avanzada, unido todo a la extrema debilidad siguiente
a su dolencia de la médula espinal y demás achaques no podían contribuir a
aliviar al venerable anciano.
Las primeras semanas que siguieron a la brutal expulsión no produjeron los
temidos resultados. Había aceptado con tal resignación aquel sacrificio que
no parecía dar demasiada importancia al suceso. Acudían muchas visitas para
testimoniarle su cariño y su condolencia, manifestando a veces su
indignación contra los miserables inmisericordes que habían cometido con él
aquella tropelía. Su invariable respuesta era siempre:-`Dios lo ha permitido
así; adorados sean sus designios; bendita sea su santa voluntad'. Era su
máxima favorita y su práctica constante"20
La Misa ¿dónde?. -Los testigos y el mismo P. Chevalier concuerdan en que
durante los más dolorosos días de la enfermedad pocos fueron los que no
celebró o no le celebraron la Eucaristía en su habitación, primero en la
casa parroquia] y el último año en la casa alquilada. Al menos desde su
gravísima enfermedad de 1904 gozaba de especial autorización concedida por
la Santa Sede para celebrar la Eucaristía en su habitación. Tres meses antes
de morir escribió: "No puedo celebrar cada día la santa misa"21, pero el
texto no es concluyente en el sentido de que no se la celebrara un vicario,
como haría algunos días el último mes de su vida.
Lo mismo que en la casa parroquia], su mayor consuelo y la fuente que le
daba vida era celebrar personalmente la misa en la capilla de la casa
alquilada o en la habitación o, sino, que algún compañero se la celebrara
cuando él no podía. Salvo alguna imprecisión, es muy valioso el siguiente
testimonio del P. Hériault, vicario suyo durante treinta años: "En su última
enfermedad la celebró hasta el fin, asistiéndole en el altar uno de sus
vicarios. Apenas estuvo diez días sin celebrar el santo sacrificio. Con
permiso del Sumo Pontífice se celebraba la misa en su habitación de manera
que pudiera oírla y comulgar hasta el último día"22
No es seguro, pero tal vez tampoco haya razones para excluir que su fiel
acompañante el hermano Juan se refiriera al año 1907 cuando escribió
:"Todavía podía celebrar raras veces la misa en su querida iglesia
parroquial. Y cuando aún le quedaban algunas fuerzas, se dirigía a sus
queridos feligreses brevemente, pero siempre de forma interesante"23
Libros.- Enfermo y todo como estaba, el P. Chevalier no se mantenía
inactivo. A principios de 1907 andaba a vueltas con la tercera edición de su
noveno libro titulado El Apocalipsis y los tiempos modernos. No hacía mucho
que había salido a la luz la segunda edición de su Historia religiosa de
Issoudun .
El año anterior había entregado el manuscrito a su nada amistoso arzobispo
Servonet, quien le había contestado que lo remitía al Índice de Libros
Prohibidos. Por el contrario el eminente hiblista P. Genocchi, MSC, para la
primera edición le había escrito con cariñosa benevolencia: "Lo he leído y
encuentro que es un excelente resumen de los comentaristas piadosos de
nuestra época. Es su finalidad y no tiene necesidad de tener en cuenta los
comentarios científicos. Teniendo esto en cuenta, hay poco o nada que
corregir. Pongo un "?' en dos o tres puntos, que me parecen inexactos"24
Conforme a la descripción de uno de sus vicarios, podemos verle sentado en
un sillón, ante una mesita o con una tabla en las rodillas, escribiendo con
dificultad o dictándole correcciones al vicario según le iba leyendo su
escrito.
En carta suya al ecónomo general dedica menos de una tercera parte a la
noticia de la expulsión de la casa parroquial, reservando el resto para
hablarle del libro, recomendándole, por ejemplo, que "ofrezca un ejemplar
encuadernado, con el escudo pontificio, a Pio X y otro al cardenal Merry del
Val", sin olvidar a "otros personajes de relieve"25'
El 6 de febrero se lo recomendaba al P. Benedetti, procurador general MSC,
al mismo tiempo que le informaba sobre la expulsión.
El mismo 6 de febrero firmó un contrato con otro librero suyo, de Issoudun,
cediéndole todos sus derechos sobre segunda edición de su 'Historia
religiosa de Issoudun', correspondiéndole a él cien ejemplares.
Era un enfermo activo.
El 83° cumpleaños.- El P. Chevalier no era amigo de recibir homenajes ni
elogios. Hay testimonios de que le molestaban. Y, sin embargo, le gustaba
celebrar sus cumpleaños en la comunidad MSC, y en la de las hijas de Nuestra
Señora. Y es que las celebraciones de los cumpleaños eran otra cosa. Eran,
ante todo, una fiesta de familia. En su último aniversario, 15 de marzo de
1907, se dio una peculiaridad, que no sé si le agradó o no. Un grupo de
amistades, generosas las califica un cronista, "quisieron que se conservaran
los rasgos de su rostro" y encargaron a un buen escultor que esculpiera un
busto suyo y, dicho en el más genuino estilo de ecos de sociedad, aunque en
este caso se tratara de una crónica necrológica, "su magistral cincel trazó
para siempre la fisonomía tan llena de grandeza, iluminada por los reflejos
del genio del fundador del Sagrado Corazón"26
Uno de los MSC de Issoudun en tono de crónica familiar retrospectiva
escribió de aquel último cumpleaños: "En marzo de 1907, para su fiesta, nos
reunimos todos en torno a él para ofrecerle el busto, que el escultor
acababa de realizar. Era la reunión de unos buenos hijos alrededor de un
padre..."27
Interés por sus Congregaciones.-De las veinte cartas publicadas
correspondientes al año 1907, seis están dirigidas a la madre María Luisa
Hartzer, cuatro a Misioneros del Sagrado Corazón, otras cuatro a una de sus
mayores bienhechoras durante muchísimos años, una al salvador de la basílica
y la casa del Sagrado Corazón y otra al director del diario católico más
importante de Francia. Todas ellas son un claro indicador de dónde estaba el
interés del P. fundador.
Es significativa, por ejemplo, la carta al director de L'Univers. Le había
dado ocasión la publicación de un artículo sobre la beatificación de Pío IX,
con quien, afirmaba: "he tenido la suerte de mantener muy cordiales
relaciones"28, siguiendo con un interesante relato de sus encuentros con él,
de los orígenes y desarrollo de la Congregación MSC y de la entrega de
treinta volúmenes con tres millones de firmas pidiéndole que consagrara el
mundo al Sagrado Corazón.
A la madre Hartzer, que le había escrito felicitándole por su 83"
cumpleaños, le contestó agradeciéndole recuerdo y oraciones y expresando su
felicidad "por la prosperidad de sus obras en Bélgica y por bien que allí
hace con sus queridas hermanas"29.
En otras ocasiones expresaba su alegría por el crecimiento de las Hijas en
Australia.
En Bélgica las Hijas habían realizado unas compras y se congratulaba con
ellas por aquellas "nuevas adquisiciones a precios muy moderados" por lo que
quedaban "en tranquilidad para el futuro"3°
En agosto tuvo la honda satisfacción de encontrarse con el P. Treand, el
gran impulsor de la Provincia australiana. Se lo comunicaba al
p.Benedetti:"hace unos días vi al reverendo padre Treand. La Obra
australiana marcha admirablemente bien. Es un verdadero consuelo en medio de
las pruebas"3I
Del 25 de agosto es su última carta conocida, felicitando a la madre
Hartzer: "Querida hija Celebro hoy su fiesta, enviándole toda clase de
bendiciones. Que el buen Dios la mantenga aún mucho tiempo en el cariño de
sus hijas queridas. Necesitan sus oraciones sus oraciones, (repetido en el
manuscrito) y su ayuda. Le pido todas estas gracias a Nuestro Señor. Que El
se las conceda junto con muchas otras.
A todas sus buenas hermanas mis respetos con mis mejores bendiciones.
Todo suyo y de sus buenas hermanas en el Corazón de Jesús,
J. Chevalier
Por aquí, ninguna novedad. Sigue todo como de ordinario. Suyo in C.J, - J.
Chevalier"32 (No le comentaba nada sobre su enfermedad que se agravaba
semana a semana)
Además de estas cartas queda una nota, sin fecha, del P. Fundador escrita
por aquellos días. Estaba pendiente de la próxima peregrinación a Issoudun
el 8 de septiembre. La calificaba de "peregrinación más solemne". Se trata
de una lista para invitar a las fiestas a seis cardenales, dos arzobispos,
catorce obispos y al nuncio y como predicadores a otros seis monseñores.
Es el último documento del extenso Epistolario Chevalier.
Corrobora y sintetiza de forma rotunda estos y otros testimonios el del P.
Mourgues, uno de los que vivieron con él la persecución en Issoudun: "Se
interesaba vivamente por todo lo concerniente a sus Congregaciones. Al final
de su vida, agotado como estaba, permanecía adormilado. Para reanimarlo
bastaba con llevar la conversación hacia la Congregación y sus obras;
inmediatamente, el venerable Padre recuperaba vivacidad (...) Cuando en 1907
(la casa d)el Sagrado Corazón fue recuperada por el señor de Bonneval
escribió a los asociados de la Archicofradía una circular para pedirles
limosna hasta lograr los 100.000 francos que permitiría a la Congregación
recuperar la propiedad cuando lo permitieran las circunstancias"33.
Actuaba como fundador, como cuando animaba al mismo testigo al
bendecirle:"El 21 de julio de 1907, fui a despedirme de él, porque me
cambiaban, y le pedí la bendición. Me bendijo y añadió:'para que sea un buen
misionero...(y con voz más fuerte) del Sagrado Corazón' "34
Dos grandes preocupaciones.-De tiempo atrás pesaban sobre el ánimo del P.
Fundador dos preocupaciones originadas por la injusta e inevitable subasta
pública y por la previsible orientación que se daría a la reforma de las
Constituciones. Hacía tiempo también que venía preparando una solución
favorable al problema de la subasta, mientras temía que la reforma de las
Constituciones fuera contraria a sus ideas y deseos.
Igualmente estaba amenazada de subasta pública la casa de las Hijas de
Nuestra Señora del Sagrado, pero, felizmente, en este caso, llegado el día
no se presentó ningún comprador. "Nuestra Señora del sagrado Corazón ha
intervenido milagrosamente. No hay puja. Les queda su convento. Es una
bendición"35 le escribía el fundador a la cofundadora .
Venta en pública subasta de la basílica y de la casa del Sagrado Corazón.-La
subasta de la basílica y del convento se aplazaba. A principios de abril
había escrito: "El 30 de este mes serán puestos en venta nuestros bienes
inmuebles "36
Mientras tanto, a escondidas, habían sido puestos a buen recaudo los libros
de la biblioteca, muebles y objetos de interés de ambos edificios.
Finalmente en julio se efectuaron subasta y compra, siendo comprador, el
único que se presentó, el señor de Bonneval, un amigo leal.
Así pudo escribir el P. Mourgues: "Desde julio de 1907 el señor Bernardo de
Bonneval es propietario efectivo del Sagrado Corazón y de la basílica y
dueño absoluto. Los padres Hériault y Bátard son sus capellanes (una especie
de empleados), pagados por él; el personal depende de él y es pagado por él.
La Congregación no recuperó los derechos sobre la (casa de)1 Sagrado Corazón
y la basílica hasta alrededor de 1928"37, a causa de impedimentos legales.
Adelantándose a los acontecimientos, muy previsora y responsablemente, el P.
Chevalier había venido reuniendo fondos para que el señor de Bonneval
pudiera efectuar la compra. En abril de 1906 le daba cuenta al superior
general de que era posible que para antes de la subasta llegara él a los
80.000 francos y que "haciendo una llamada a las celadoras, que aman a
Nuestra Señora, nos elevaremos hasta los 100.000 trancos"38, que tal era el
precio en que habían sido evaluados ambos edificios, por dejajo de su valor
real.
Reforma de las Constituciones.-La Sagrada Congregación de Obispos y
Regulares había dispuesto que las Constituciones debían ser reformadas de
acuerdo a sus "Normas a tenor de las cuales la Sagrada Congregación...suele
proceder en la aprobación de los nuevos Institutos de votos simples".
Un consultor de la Congregación romana, el carmelita P. Antonio, a petición
de la misma, había preparado un esquema que no agradó a los MSC. Por ello el
Capítulo General de 1905 nombró una Comisión, cuyo presidente de honor era
el P. Fundador. El esquema elaborado seguía, en lo posible, las
Constituciones de 1891. Paralelamente apareció el llamado esquema de los
'hermanos de Roma', más afin al del carmelita.
En el Capítulo General de 1907 (Roma, 5 septiembre- 4 octubre) los
diecisiete capitulares, "alegres por la concordia fraterna", según escribió
el cronista de Analecta Societatis MSC, eligieron como documento de estudio
el esquema de la Comisión precapitular.
Las Constituciones del Capítulo de 1907, aprobadas por San Pío X el 8 de
diciembre de 1907, promulgadas por el Superior general el 2 de enero de
1908, serían sustituidas provisional y parcialmente por los Documentos de
Renovación MSC de 1969 y total y definitivamente por las actuales de 1985,
que son mucho más coherentes con el carisma y espíritu del P. Fundador que
las de 1908 y lo expresan con más fuerza y globalmente.
El P. Fundador, que había hecho cuanto le había sido posible para no se
modificaran demasiado las de 1891, murió mes y medio antes de que fueran
aprobadas por el Papa San Pío X. Las hubiera aceptado en la fe, aunque no se
parecieran mucho a las 'suyas'.
La necesidad de ajustarlas a nueva la normativa canónica de 1901, impuso un
estructura jurídica tan fuerte y minuciosa que las empobreció en el carisma
y espíritu del P. Fundador. Como escribió el P. J. Nouwens, MSC, "Si las
Constituciones de 1923 saben a Código de Derecho Canónico, este predominante
aspecto jurídico se debe a la revisión anterior (la de 1907). Al agrandar el
elemento jurídico que no faltaba en las de 1877/91, el Capítulo de 1907 le
dio a las Constituciones otra imagen39
Lo que el P. Cuskelly refiere a los Documentos de Renovación MSC es más
aplicable aún a las actuales Constituciones de 1985: "La redacción más
antigua de nuestras Constituciones exigida por la Santa Sede no facilitó su
integración (la del carisma). Aquella formulación daba la impresión de que
algunas cosas eran expresión de nuestro espíritu MSC, mientras que otras,
por ejemplo los votos, nos eran impuestas por ser religiosos (...) No es que
nos diera un conocimiento falso, sino que limitaba nuestro panorama y
perjudicaba la visión unificada de una sana espiritualidad. Felizmente hemos
vuelto a reconsiderar nuestro carisma y nuestra misión para redescubrir lo
que se nos dice sobre cómo vivir en nuestra Congregación la pobreza, la
castidad y la obediencia""
Un viaje desaconsejado. Al Chevalier, trabajador infatigable, le venía bien
cambiar de aires en el verano. Por eso tenía la costumbre de tomarse dos o
tres semanas de descanso, aunque en ellas siguiera escribiendo cartas o
libros, en casa de alguna persona amiga y bienhechora. Tal fue el caso de la
señora de Coigny unos años mayor que él, gran bienhechora antigua, Vivía a
varias horas de tren. Con ella mantenía frecuente comunicación epistolar,
siendo muchas de estas cartas un modelo de sabia guía espiritual.
El último año, tal vez por hallarse tan enfermo, se hizo la ilusión de que
unos días en pleno campo -la señora de Coigny poseía viñedos- le harían
bien.Ya en marzo, al día siguiente de su cumpleaños, animándola por un
accidente sufrido y refiriéndose a su propia enfermedad le decía que
esperaba mejorar con el buen tiempo y "así realizar mi peregrinación a
Nuestra Señora de La Grille"41
Los meses siguientes hizo varias veces mención de este
viaje-peregrinación-descanso. En la comunidad a todos les parecía más que
desaconsejable la idea, pero no lograron quitársela de la cabeza. Era
proverbial la firmeza de voluntad del P. Chevalier. Pero de la firmeza de
voluntad a la testarudez sólo hay un paso y en este caso el P. Chevalier lo
dio. Tenía el presentimiento (fallido) de que el cambio le haría bien.
Además la señora, a la que estaba muy agradecido, tampoco estaba bien de
salud. Y hacia su casa tomó el tren el 16 de agosto en compañía del hermano
Juan y el padre Juan Bautista. Antes de una semana, disimulando su
desencanto, le escribía al señor de Bonneval :"Respiro el aire libre
perfumado por el olor de los abetos. Sin embargo, La Grille no es Issoudun,
con lo que creo que no tardaré en regresar a Issoudun"42
Regresó a Issoudun peor de lo que había ido.
Paseos al parque.- Cuando hacía buen tiempo le gustaba ir al Parque de las
Peregrinaciones. Ya no podía caminar, a no ser apoyado en el hermano Juan.
Por eso iban en un carruaje halado por un caballo. El Parque es uno de los
símbolos de la gran obra del P. Fundador, una expresión de su amor al
Corazón de Jesús y a su Madre santísima, siendo el símbolo mayor la basílica
que se yergue al lado. Para él parque y basílica le despertaban recuerdos
cordiales. Más de una vez le contaría al buen hermano Juan cómo, hacía cerca
de cuarenta años, la municipalidad se había propuesto la construcción de un
cuartel militar allí mismo y cómo él había intentado impedirlo haciendo
gestiones en Issoudun, en la cabecera departamental de Cháteaurroux y,
finalmente y con éxito en París, a condición de que comprara el predio
señalado para el cuartel, que ya tenía los cimientos a medio echar, y cómo
lo había comprado, posibilitando así la creación del amplio y hermoso
parque, escenario glorioso de las anuales peregrinaciones del 8 de
septiembre. Una hermana escribió más tarde que para el P. Fundador aquel
parque era el paraíso terrenal.
De regreso a casa solían detenerse unos momentos en el convento de las Hijas
de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Una de las cuatro que permanecían en
Issoudun le recordaba sonriente y paternal, sentado en un sillón, dándoles
consejos como:
-`Quiéranse mucho, hijas mías'
-¿Sean santas religiosas'
-¿Observen bien su Regla'
-`Tengan gran devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón; ella las
protegerá durante esta separación de su Congregación'
'-Digan a la madre que oraré por ella cuando esté al lado del buen Dios.
Ustedes, mis pequeñas, rogarán por mí para que no esté mucho tiempo en el
Purgatorio". Y, razonándolo, concluía: 'Un fundador tiene grandes
responsabilidades"43.
Según la misma hermana, a principios de octubre "aún hizo el trayecto del
parque, pero parecía agotado".
El día 7, lunes, cayó definitivamente en cama
4.- "Se durmió dulcemente en el Señor"
Al P. Chevalier, hombre tan dinámico, se resistía a guardar cama. Sólo lo
hacía por razones de fuerza mayor; es decir, cuando ya no podía más, como en
1904, cuando "crisis terribles le llevaron varias veces a las puertas de la
muerte"44
De tiempo atrás tenía afectada la médula espinal. La artritis no le permitía
moverse. La fuerzas se le iban en rápida progresión. Sufrió mucho aquellos
últimos meses con espíritu de fe, asumiendo el misterio de la cruz,
obediente a la voluntad de Dios, en cuyas manos estaba, según solía repetir.
Virtud y voluntad no le faltaban.
En octubre se intensificó la gravedad y los "sufrimientos (llegaron a ser)
tan agudos que a veces arrancaban gritos al pobre paciente(...). A pesar de
los cuidados tan profesionales como asiduos y afectuosos del médico y de la
incansable dedicación del enfermero, que desde hacía varios años, día y
noche, cuidaba a nuestro venerado Padre con todo esmero y con la delicadeza
de un buen hijo, pronto se hizo evidente que se acercaba el momento de la
separación"45
"El lunes 7 hacia las tres de la tarde subió la fiebre y comenzó a tiritar,
a pesar del buen fuego de la chimenea y pidió ser acostado"46, sigue
contando uno de sus vicarios, el P. Benin, en el segundo de sus tres relatos
escritos a raíz de la muerte del P. Fundador.
El martes y miércoles le bajó la fiebre. Este mismo día, después de la cena,
se reunieron todos en la casa parroquial. Fue una hora muy solemne. De manos
del P. Hériault, su primer vicario parroquial, con profunda fe y devoción
recibió la Eucaristía como Viático y la Unción de los enfermos. Al vicario
que le decía lo que iba haciendo le respondía: - Gracias, gracias.
Al final "nos bendijo a todos, padres, hermanos y hermanas reunidos para la
celebración y con nosotros a toda la Congregación"47
Muchos años después, la hermana Justina, por su parte, precisaría dentro de
algunas inexactitudes que "recibió los últimos sacramentos con pleno
conocimiento. Sufría mucho. De rodillas al lado de su cama, contemplábamos
sus rasgos demacrados por la enfermedad. Aún tuvo fuerza para levantar el
brazo y bendecirnos; nuestras lágrimas corrían abundantes"" Tuvo una noche
tranquila, durmió pasablemente bien y, algo totalmente excepcional, el
hermano Juan sólo le hizo una cura, "cosa que no le había sucedido desde
hacía mucho tiempo"49.
El jueves y el viernes se sintió mejor. Estaba persuadido, y así lo
manifestaba, de que moriría el sábado, día 12. Mas que un presentimiento
sería su deseo el que le llevó a tal persuasión. Durante toda su vida había
sido tan intenso y confiado su amor a la Virgen María, a la que supo venerar
de una manera especial según había prometido, que para morir prefería el día
que le dedicaba la piedad popular. Consiguientemente se despidió de todos
los que llegaban a visitarle. Tal vez la despedida más tierna y conmovedora
fue para el hermano Juan, que en los "cinco últimos años le había cuidado
con una ternura muy filial y con una dedicación sin par”, dándole gracias y
pidiéndole "perdón por sus prontos, impaciencias y exigencias"
No se olvidó de expresar su agradecimiento al médico y tuvo la suficiente
serenidad para hacer sus recomendaciones "como si se tratase de otra persona
y no la suya" añade el P. Benin, quien comenta: "tan poco le asustaba el
pensamiento de la muerte"5°.
Entre las recomendaciones estaría las que había hecho en su Testamento
espiritual: que no pusieran flores sobre su tumba ni hubiera discurso
fúnebre o panegírico
Desde el domingo, día 13, hasta el 17, fiesta de Santa Margarita María,
patrona secundaria de la Congregación, el P.Bertin le celebró la Eucaristía
en su habitación y le dio la santa comunión. A pesar de su enorme
agotamiento, "En general seguía bien el santo sacrificio...Veía en la
penumbra, como hacía las señales de la cruz en los momentos precisos y cómo
se quitaba el bonete al`sanctus'"51.
El 17 experimentó una profunda alegría cuando, después de la misa, el P.
Bertin le comunicó la gran noticia de que aquel mismo día la Archicofradía
reanudaba sus reuniones en la basílica, después de seis años exactos de
estar gubernamentalmente cerrada. Con muchas dificultades ya para hablar, le
contestó: - "Sí, lo sé, lo sé", mientras, tal como comentó el P. Bertin con
devoción filial, cariño y admiración, "iluminaba su rostro una inefable
sonrisa, expresión del consuelo de su corazón, al mismo tiempo que su mirada
expresaba su reconocimiento a Dios, cuya delicada bondad le había reservado
este supremo consuelo,,52.
(Por los mismos días también le fue de mucho co- suelo saber que sería
sepultado en la basílica)
La buena noticia le ayudó a pasar mejor el día. Incluso quiso levantarse,
estando toda la mañana sentado en el sillón, única vez que el P. Bertin
menciona el sillón durante aquellos quince días. Después empeoró.
Los dolores, muy fuertes, fueron en aumento a pesar de los "enérgicos
remedios", sin especificar cuáles, recetados por el médico. "ya no podía más
que responder por monosílabos, manifestando con una señal de la cabeza, o
una dulce sonrisa o con la presión de la mano, que reconocía y agradecía a
sus visitantes"53.
Las noches resultaron muy penosas. Durante el día estaba aletargado. Se le
veía agotado en extremo. Ya no podía tomar sino líquidos, por lo que ya no
pudo comulgar ni tampoco hubiera podido estar mínimamente atento a la
celebración de la Eucaristía. El día 20 la celebró en el oratorio de al lado
el P. Berlín y el 21 el superior general, P. E. Meyer, llegado de Roma la
noche anterior.
A mediodía del lunes, 21, sufrió una crisis tan fuerte que a todos les
pareció que se moría. Entonces le rezaron las oraciones de los agonizantes.
Pero "la crisis cedió, cayendo entonces el venerable enfermo en un letargo,
sin perder, no obstante, el conocimiento.(...). A las tres sufrió una nueva
crisis; le aliviaron algo los cuidados de su enfermero. 'Pobre padre, me
dijo el mismo; me miraba de una manera tan conmo- vedora como si quisiera
decirme que era la última vez'
Y así fue. Dos horas y media después se dormía dulcemente en el Señor, sin
agitarse, mientras los presentes oraban en tomo a él"54.
En la iglesia de San Ciro las campanas llamaban al Ángelus.
El día 22, presidida por una imagen de Nuestra Se- ñora del Sagrado Corazón
fue instalada la capilla ar- diente en el despacho del P. Chevalier en la
casa pa- rroquial, la alquilada. El P. Bertin, cronista de los últimos días
del P. Fundador, manifestó muy piado- samente sus sentimientos durante la
velación al escri- bir: "me parecía que el Niño Jesús hablaba diciendo: 'He
ahí el amigo de mi Corazón, el que tanto ha glori- ficado a mi Madre', y que
Nuestra Señora respondía, mostrando al divino Niño: 'He ahí también su
recompensa"55.
En Issoudun nadie quedó indiferente ante la noticia de muerte del P.
Chevalier. Era una institución. Había convivido con tres generaciones de
exoldunenses a lo largo de sus 53 arios de presencia misionera en aquella
población, cuyo nombre, gracias a su obra, de desconocido había pasado a
conocerse en toda Europa y en muchos países de América, por ejemplo en
Guatemala, ya en tiempos de Justo Rufino Barrios. Todos eran testigos de su
vida y de su obra. Quienes le eran contrarios hubieran podido decir, como un
alcalde de Issoudun, que no tenían nada contra su persona, sino sólo contra
lo que simbolizaba su sotana. Un periódico local, refiriéndose a la
municipalidad que tan sañudamente le había perseguido, publicó que
"sabiamente se había abstenido (de manifestaciones contrarias), por lo que
no había más que felicitarla y desear que en adelante comprenda su deber y
deje total libertad a las manifestaciones de culto"56. De algún modo era una
muestra de respeto.
Fueron muchísimas las personas que, además de respeto, manifestaron pena,
fe, amor y gratitud. Desfilando por la capilla ardiente y tomando parte en
el funeral y en la procesión a la basílica del Sagrado Corazón donde seria
sepultado.
Una crónica publicada en un periódico departamental se refería a una
"multitud hasta tal punto compacta que hubo que interrumpir el desfile para
no retrasar el inicio del funeral" en la iglesia parroquia], y que, después
de kilómetro y medio de recorrido procesional, no pudo entrar toda la gente
en la basílica57.
Sobre el féretro se había colocado una estola y un bonete, símbolos de la
condición de párroco. No pudo haber ningún signo MSC, como hubieran podido
ser las Constituciones, porque no lo permitía la legisla- ción de la
República francesa.
Encabezaba el duelo el P. Eugenio Meyer, superior general, acompañado de los
MSC Carriére, provin- cial, y Genocchi, llegados de Suiza y Roma, Maillard y
Bátard, del grupo de Issoudun.
En el presbiterio de la iglesia de San Ciro la silla del P. Chevalier,
vacía, estaba cubierta con un paño negro.
El predicador calificó de imponente aquella "asamblea de sacerdotes y
religiosos en medio de estos piadosos fieles llegados para mezclar sus
lágrimas y oraciones"88.
En expresión del P. Benin "los funerales fueron magníficos. Más de cien
sacerdotes con sobrepelliz y veintidós canónigos con el hábito de coro. Y se
comenzó a cantar de nuevo en las calles. Le aseguro que era imponente el
canto de los sacerdotes junto al de noventa seminaristas mientras el cortejo
seguía la Calle Mayor, cuyos comercios estaban casi todos ce- nados. Y la
multitud que seguía, impresionada, guardaba un silencio majestuoso tanto más
impactante cuanto que no es raro que los cortejos fúnebres parezcan ferias.
Y en la iglesia,¡que multitud!"89.
"En todo el recorrido, añade el mismo padre, de la iglesia a la basílica,
una multitud enorme y respetuosa. Era la hora en que los obreros esperan
para volver a entrar en las fábricas. Todos se mostraron muy respetuosos, en
silencio, descubriéndose (ante el féretro).
La ceremonia de la basílica fue particularmente impresionante. El cuerpo del
Padre fue llevado a la entrada de la capilla de Nuestra Señora. Antes
solamente habían entrado los sacerdotes y seminaristas (...) Y la capilla
con bellos lienzos negros en los que un ángel plateado señalando el cielo —y
arriba Nuestra Señora en medio de luces- producía un hermosísimo efecto
(...).
Después la multitud llenó la basílica. Y "durante toda la tarde los
feligreses desfilaron ante el féretro"60
Aquella impresionante multitud con su presencia en la misa exequial y en la
procesión hacia la basílica constituyó una afirmación rotunda y vital de
adhesión agradecida a la persona y obra del P. Fundador, con cuyo claro y
prolongado testimonio de toda una vida se habían visto beneficiados. En
Issoudun sabían cómo, de la mano de la Virgen María, el P. Chevalier había
centrado su vida en el amor misericordioso de Dios, simbolizado en el
Corazón de Cristo, y cómo, en conocerlo y creer en él, se hallaba solución a
los problemas y remedio a los males de la época y de todas las épocas. Sin
el P. Chevalier Issoudun experimentó una cierta orfandad,
El día 24, con la asistencia de unas cien personas de las más cercanas y
afines a él - MSC, Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, miembros de
la Archicofradía, amistades; es decir una parte de la familia Chevalier-
después de una sencilla celebración de la misa - se había querido una
celebración en la intimidad- el cuerpo del P. Fundador fue sepultado donde
siempre había soñado: en la cripta de la basílica, debajo del altar mayor y
de la imagen de Nuestra Señora, en un nicho junto al del P. Juan María Van-
del, el providencial fundador de la Pequeña Obra del Sagrado Corazón, fuente
principal de vocaciones MSC durante un siglo.
Lo había sabido durante su última enfermedad. "Y ese fue uno de sus últimos
consuelos de su vida. 'Mi querido hermano - le dijo hace poco al hermano
Bernardino (Juan)- es para mi un consuelo muy dulce saber que tendré la
dicha (de descansar) en medio de mis obras' "61.
Después de un siglo, al lado de otros MSC insignes, el P. Fundador espera en
la cripta de la basílica del Sagrado Corazón la resurrección de los muertos,
él que sigue viviendo en su familia, en su carisma y en sus obras.
5.- Perfil del P. Fundador: testimonios
El P. Chevalier tuvo clara conciencia de su misión en la Iglesia. En el
atardecer de su vida confesaría que no había estado a la altura de su
misión, si bien reconoce que sólo ha buscado la gloria del Sagrado Corazón y
el bien de la Congregación.
La fidelidad al Sagrado Corazón y a su propia obra era la fidelidad de quien
se sentía llamado a ser testigo del amor de Dios, manifestado en Cristo y
simbolizado en su Corazón abierto, en quien está la salvación del mundo, el
remedio de sus males.
De cómo y con qué talante cumplió su misión y vivió su carisma dieron
testimonio muchos que le conocieron, de dentro y de fuera de casa, o que,
sin haberle conocido, estudiaron su vida y sus obras. Podremos comprobarlo
con el rico y largo florilegio de testimonios que trazan su perfil62.
Hombre de una idea y una obra, amable, sereno y firme. Pocos días después de
su santa muerte, un sacerdote francés muy relacionado con los MSC, de
apellido Belleville, escribió refiriéndose a él: "Su nombre permanece unido
a una obra y a una posteridad viviente, en cuyo seno seguirá viviendo como
los patriarcas en su numerosa descendencia y los fundadores en sus familias
religiosas .y, sin embargo, si nos fijamos en sus comienzos era una medianía
de poco porvenir. Sus primeros profesores dudaban de él (tal vez, añade el
traductor, por las dificultades en la adaptación propias de un muchacho de
diecisiete 17 años, que inicia los estudios del Seminario con niños de
once)(...).
Pero se abrió camino a pesar de todos los pesares. Fundó una orden
religiosa, edificó obras monumentales e incluso escribió libros, que, sin
ser obras maes- tras, tienen sello propio y autoridad. Pero un hombre vale
sobre todo por el carácter puesto al servicio de una idea, entregándose a
ella sin reservas y sin mar- cha atrás. Se trata de una idea mística: la
fundación de una Congregación de Misioneros del Sagrado Corazón.
Ahí está su vida entera. Es el hombre de una idea y de una obra;
introducido, por así decirlo, en el Corazón de Cristo, nunca más saldría de
El, ocurriera lo que ocurriese. Una y otra vez, por motivos diversos, podrán
cerrarle la capilla o la basílica, pero él nunca perderá la esperanza de
volver a entrar.
No le gusta el ruido; no es lo suyo la violencia; pe- ro no renuncia a sus
derechos; camina tranquilamente hacia su meta sin que se le pueda desviar;
es mansa- mente obstinado.
Tiene otra fuerza a su servicio: un tranquilo e imperturbable autodominio.
Lo hemos visto probado por toda clase de dificultades y expuesto a
contrariedades y no perdía la paz del alma. En las inolvidables fiestas en
que convocaba a muchísimos sacerdotes y a muchedumbres inmensas en torno a
los obispos, lejos de agitarse parecía inmutable. Cuando conversaba con
alguien parecía como si no tuviera ninguna otra cosa en que ocuparse.
De acceso fácil, era amable con todos. Toda su persona respiraba sencillez;
pero era la sencillez de la paloma que, según el Evangelio, esta unida a la
prudencia de la serpiente.
Debía mover a muchos hombres y muchas cosas. En cuanto estaba en lo suyo se
dejaba sentir su influjo. Encontró la frase, un título que dio a la
santísima Virgen y resuena en todo el mundo cristiano. Nuestra Señora del
Sagrado Corazón es invocada en todo el mundo e Issoudun se convierte en un
centro famoso de peregrinación.(...)
No se vaya a creer que una obra tal haya podido realizarse sin dificultades
ni contrariedades; las pruebas son naturalmente inevitables y
sobrenaturalmente necesarias. El P. Chevalier las encontró muchas veces en
su camino sin sorprenderse ni desanimarse. Ni siquiera perdió su
característica serenidad del alma del rostro.(...) No tememos proponer su
hermosa vida para que sea imitada por sus hermanos sacerdotes"63.
Su retrato.-El P. Vicente Casas, primer MSC español, que no disimulaba la
satisfacción de decir que había tenido "la dicha de conocerle y tratarle
personalmente" hizo este elogio del P. Fundador: "Varón pacientísimo como
Job...; afable y cariñoso a lo san Francisco de Sales; bondadoso y
bienhechor como un san Vicente de Paúl; celoso de la salvación de las almas
y devotísimo de la Virgen María a semejanza de san Alfonso María de Liborio;
apóstol de la devoción a al Sagrado Corazón de Jesús a la manera de la beata
Margarita María de Alacoque; alimento de las almas piadosas por la multitud
de sus escritos ascéticos; columna de la Iglesia por la Congregación que
fundara (...)
El Señor que le había elegido para tan arduas y colosales empresas le dio
valor y fuerzas para llevarlas a buen término y el consuelo de verlas
acabadas y con- solidadas antes de su muerte"64.
Según el P. H. Vermin, MSC, uno de sus principales biógrafos, "inspiraba
confianza, una confianza que infundía respeto. Era de mediana estatura, bien
proporcionado, erguido, de abundante cabellera, agradable aspecto, voz
cálida y hablar algo lento, Su modestia, celo, exactitud, y prudencia en sus
relaciones con los demás eran muy notorias"65.
Modestamente me permito añadir que "este retrato del P. Julio Chevalier, con
ser tan sugestivo, no es completo. Y, por los rasgos que le faltan, hasta se
puede considerar pobre.(...) Una visión más completa y rica, que incluirá,
entre otros valores, el convencimiento, la tenacidad, el entusiasmo, la
audacia, la serenidad, la moderación, el equilibrio, la sencillez, la
amabilidad, la confianza, la humildad, el sentir con la Iglesia, la visión
de futuro, y por encima de todo y como razón de todo un amor ardiente al
Corazón de Jesús y una viva preocupación por la gente y sus problemas"66:
los que él consideraba que eran los problemas mayores para la gente.
Su descubrimiento clave.- El secreto, la fuente y la raíz de su vida y obra
está en su descubrimiento y experiencia del Corazón de Cristo, según expresó
muy bellamente el P. Cuskelly: "Entendemos muy bien que para el P. Chevalier
la visión e inspiración particulares que le surgían del descubrimiento del
Corazón de Cristo hayan sido en su vida una experiencia maravillosa. Era
algo nuevo, fresco, diferente"67
Llamado a una misión.- Con aquella luz y experiencia se sintió llamado a la
misión de anunciar y testimoniar por todas partes el amor misericordioso de
Dios, manifestado en Cristo y simbolizado en su Corazón. Estaba serena y
firmemente convencido. En palabras del P. Cuskelly, poseía "una gran
serenidad de fe, que le daba el convencimiento de que, pasara lo que pasara,
Dios estaba con él, y... la sosegada confianza de que estaba destinado a una
misión especial en la Iglesia"68.
Como testigo del amor misericordioso de Dios.- El P. Piperon no se cansaba
de ensalzar esta condición del P. Fundador: "Todavía hoy, después de
cincuenta años, le encontramos siempre bondadoso, compasivo, amable con
todos los que se acercan a él. Se ha hecho todo a todos para ganarlos para
Cristo. Este es el gran secreto de cómo atrae tras sí tantas almas de todos
los países. Nadie se aparta de él sin llevarse consigo una Nadie se aparta
de él sin llevarse consigo una palabra amable o consoladora y un deseo de
ser mejor”69.
.
Y el P. Cuskelly la confirma:
"La caridad fue la virtud dominante de su vida. Para él la caridad
significaba algo más que ser amable con la gente. La caridad de Cristo fue
la que le llevó a trabajar incansablemente por la extensión del Reino"70.
Con la espiritualidad del Corazón.- Poniendo al Corazón de Cristo en el
centro de su ser y de su obrar:" Nuestro padre Fundador quería que todo en
nuestra vida, obras, predicaciones, celebraciones litúrgicas y oraciones,
hiciera recordar al divino Corazón, que tanto ha amado a los hombres.
Hubiera querido que todo llevase el sello del Corazón de Jesús: sin él todo
le resultaba insípido"71.
Hasta soñaba, antes de construirla, que la iglesia del Sagrado Corazón en
Issoudun tuviera forma de corazón
De la mano de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.-Tal fue el convencimiento
suyo y de quienes convivieron con él. "Creemos, aseguraba el P. Pipe- ron,
que nuestro reverendo padre, inspirado por la Virgen Inmaculada, actuaba
bajo su especial protección. Nos decía a menudo con un profundo sentimiento
de gratitud: “¿No es Ella quien lo hace todo en nuestra Pequeña
Congregación?'; y nosotros, testigos todos los días de las maravillas de su
poder inefable, que experimentamos la acción constante y dulce de sus manos
maternales, repetíamos con el mismo convencimiento: -Sí, Ntra. Sra. del Sdo.
Corazón obra estos prodigios. Sólo a Ella corresponde la gloria"72.
Confiado en el Señor.-La confianza teologal es una característica de la
espiritualidad del Corazón. A sus compañeros no les cupo duda de que lo fue
de la del P. Fundador. Así testimonió el P. Piperon: "El P. Chevalier,
dispuesto siempre a conformar sus sentimientos a los del Modelo Divino, no
tuvo otra práctica más apreciada que la de vivir en un completo abandono a
la voluntad de Dios. Por eso en los momentos más dolorosos le oíamos
exclamar: `Dios lo ha querido así, bendito sea'. Por eso le encontrábamos
siempre animoso en las pruebas, sin jamás desfallecer porque para triunfar
en la debilidad, no hay mejor disposición que un completo abandono a la
voluntad de Dios"73.
Manso y humilde de corazón. -El P. Piperon lo recordaba, como hemos visto,
"bondadoso, compasivo y afable con todos", porque, según comentó el P.
Cuskelly, "convencido de que todas las cosas nos han sido dadas, vivía las
consecuencias lógicas de este convencimiento. Mientras gustosamente se
sumaba a un himno de acción de gracias a Dios y al Sagrado Corazón, se
turbaba si alguien le felicitaba. Si la alabanza era pública, no podía
ocultar su desagrado"74.
En sus 'testamentos espirituales' brilla por todas partes la humildad:
"Confieso humildemente que no he estado a la altura de la misión que se me
había confiado"75.
Líder por la bondad.-Decía por experiencia su lealísimo compañero y fiel
colaborador durante medio siglo, "Tenía todo lo que necesitaba para mandar a
los hombres y dirigirlos; sabía cómo atraerlos, entregándose a ellos; se
hacía querer por el encanto de su 'persona y la persuasión de sus palabras.
Y todo era para poder darles a Dios, ya que tenía alma de apóstol"76.
Bondadoso desde la ascesis.-Tal como interpretó el P. Cuskelly, "la aparente
sencillez de su cortés cari- dad era resultado del constante esfuerzo
ascético planeado y aplicado a cada detalle. Era la ascética con una
inspiración mística, pues procedía del convencimiento de que él
personalmente y todos los otros 'estaban atraídos por el amor del Corazón de
Cristo, envueltos en su ternura, con sus favores prodigados sobre nosotros'.
La inspiración mística y las exigencias ascéticas
aparecen en su meditación sobre la caridad fraterna"77
Con la firme fortaleza de quien confía en Dios.- El
padre Maillard, de la comunidad de Issoudun durante las dos persecuciones,
destacó: "La primera (de sus virtudes) es la fe y la confianza en Dios. Este
doble sentimiento le sostenía en todas las dificultades encontradas en su
camino y bien sabe Dios que fueron muchísimas. No se precipitaba en sus
decisiones; pero cuando había tomado una decisión, seguía en ella con una
tenacidad inquebrantable. En los obstáculos que encontraba -y los encontró
siempre y en todas partes- los pasaba por encima y, si no podía, sabía
esquivarlos; aguardaba, tenía paciencia todo el tiempo que fuera necesario,
pero llegaba siempre a su objetivo. Y actuaba de ese modo tanto si se
trataba de personas como de acontecimientos.
Sin forzar nunca las voluntades, llegaba a moverlas apenas sin dudar. Se ha
dicho que tenía `mano de hierro en guante de seda'. Evidentemente, en todas
estas circunstancias se apoyaba más en la confianza en Dios que sus propios
recursos. Así fue en todas las etapas penosas e incluso peligrosas por las
que atravesó la Congregación.
El R. P. Piperon menciona algunas de éstas en su `Noticia biográfica'; pero
no habla de la más terrible de todas: la provocada por los acontecimientos
que se desencadenaron de 1891 a 1894. En aquella época tan triste la mayoría
pensaba que la Congregación se hundiría definitivamente. Pienso que el muy
reverendo Padre nunca compartió tales temores. Siempre me pareció que tenía
una confianza completa y absoluta en un feliz final de aquellos
acontecimientos"78.
Otro testigo, el P. E. Meyer, tercer superior general, le recordaba así en
el centenario de su nacimiento: "Se consagra a su misión sin tregua ni
desfallecimiento. Dotado de una energía y una tenacidad extra- ordinarias,
al mismo tiempo que de una humilde con- fianza en Dios, nunca se desanima ni
se deja abatir. Pertinaz en el trabajo, no pierde un instante y dirige todos
sus esfuerzos hacia el objetivo que Dios le ha mostrado desde el umbral del
sacerdocio y ve que se realiza año a año"79.
A la hermana Gertrudis, que le había tratado durante muchos años, "dos
rasgos principales de su carácter (le) quedaron grabados en la memoria: su
gran bondad y su tenaz hombría". Y aducía un ejemplo de firmeza, uno entre
tantísimos:"Cuando se cerró la basílica hizo gestiones para que el 8 de
septiembre se abriera a los peregrinos. Primero le concedieron autorización
y después se la quitaron. Llegó un policía para cumplir las órdenes y cerró
las puertas y la reja. El R. P. Chevalier, allí presente, las abrió
inmediata- mente y la gente comenzó a entrar, pero el policía volvi�� a
cerrarlas. Sin desconcertarse, el padre las reabrió y así tres o cuatro
veces seguidas hasta que el policía, de mala gana y abucheado por la
multitud, cedió"8°.
El P. Cuskelly sintetiza y corrobora muy acertadamente todo lo anterior:
"Julio Chevalier fue un hombre fuerte con esa extraordinaria fortaleza que,
basada en la confianza en Dios, puede afrontar dificultades aparentemente
insuperables (...) Fue su mansedumbre la mansedumbre de un hombre fuerte"81
Su propia contextura espiritual de fortaleza y mansedumbre le llevó a una
peculiar valoración de algunas virtudes de Jesús, en quien se inspiraba:
"Valor, fortaleza, constancia, tales eran las virtudes que Chevalier
consideraba propias del Corazón de Jesús, porque expresan las cualidades del
amor. El mismo tuvo esa valentía basada en la fe, en su amor"82.
Seguidor del Buen Pastor. -Probablemente la siguiente apreciación se deba a
alguien muy allegado a la comunidad de Issoudun MSC: "Pastor de almas en el
más noble y elevado sentido de la palabra, el P. Chevalier fue durante
sesenta años el buen consejero, el amigo fiel y seguro de quienes acudían a
la luz de su fe profunda y llamaban a su corazón, fuente inagotable de
indulgencia y de bondad. Perseguido como tantos otros hermanos suyos, se
mantuvo sonriente e inquebrantable ante la adversidad; jamás pronunció una
palabra de rencor contra quienes parecía haberse propuesto destruir su
obra"83.
Con visión de futuro y confianza en él. - El P. Cuskelly después de
referirse a que "los años entre 1881 y 1888 fueron de mucho movimiento
interno de la Congregación: el desarrollo misionero tomaba un aspecto
importante y complejo y tenían lugar una serie de nuevas fundaciones"
concluye que "dar tales pasos suponía una fe sólida en la futura expansión
de la Congregación". "El P. Fundador, continúa, pensó siempre de una manera
positiva y creía que era bueno seguir los rayos de esperanza donde quiera
que brilla- sen. Opinaba que, supuestas una reflexión y planificación
serias, se podía asegurar el éxito del futuro por medio de una actuación
decidida y la confianza en la Providencia"84.
Referido a un ámbito muy distinto e inmensamente mayor que el de la propia
Congregación, el cuaderno de los tres generalatos de la Familia Chevalier
recupera un texto con una gran visión de futuro por parte del P. Chevalier,
un anciano entonces de 82 años:"... China.., se apoderará de sus colonias
(las de las potencias extranjeras) y sacudirá su yugo, exclamando, a ejemplo
de los americanos: Asia para los asiáticos; y quizá un día los africanos
dirán: África para los africanos. Abundan las razones para justificar esta
previsión (...).
El futuro está lleno de sorpresas. ¿No llegará acaso un momento en que se
invertirán los roles y en los que la vieja Europa, culpable de tantos daños,
servirá de colonia a los pueblos que tiene bajo su dominio?". (El
Apocalipsis y los tiempos actuales, 3' ed. 1907, p. 9136-39).
Amplio de miras.-Lo indica su lema, que expresa la razón de su vida: "Amado
sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús".
Amando como amaba a Issoudun, por lo que podía significar de restrictivo le
molestaba que en instancias de la Santa Sede se les llamara Misioneros del
Sagrado Corazón de Issoudun. Y mandó protestar: "Veo que en Roma, escribió
en 1898, se va tomando la costumbre de llamarnos Misioneros del Sagrado
Corazón de Issoudun. Proteste. Insistamos en decir sencillamente Misioneros
del Sagrado Corazón de Jesús. Es nuestro título oficial; pertenecemos a la
Iglesia, no a Issoudun"85.
Con razón dijo de él el P. Cuskelly que "El interés por la propia
Congregación no le desvió de un interés más amplio por todo lo que tendiera
al bien de la Iglesia"86.
Generoso en el perdón.- Generoso en grado admirable se podría decir, como lo
indican los dos ejemplos siguientes aportados por el P. Claudio Hériault,
vicario suyo durante treinta años: En una ocasión "... el P. Chevalier
recomendó al arzobispo a un sacerdote que esperaba ser nombrado canónigo y
que le había pedido que le recomendase al arzobispo. Este le dijo con su
franqueza habitual:
-'Le diré una cosa Padre. No soy muy amigo de nombrar canónigos y menos al
que Vd. me recomienda, porque fue uno de los que me escribieron contra
Vd...'
-Bien, en este caso se lo recomiendo doblemente a su benevolencia. No podría
agradarme más que dándole la canonjía...' Aquel presbítero fue nombrado
canónigo gracias a las insistentes peticiones del P. Chevalier. Así vivía la
caridad con sus enemigos"87:
"La caridad del P. Chevalier era tan grande con to- dos estos infelices (de
la municipalidad de Issoudun) que jamás dejó de ayudarles cuando le pidieron
su ayuda o influencia ante personajes importantes de quienes querían
conseguir algún favor. ¡Cuántos ser- vicios no prestó a los familiares del
masón Tripier, el alcalde de Issoudun, que, en recompensa, le expulsó de la
casa parroquial dejándolo en la calle.
Cuando sufría persecución de los enemigos a quienes había hecho bien,
repetía las palabras de Nuestro Señor en la cruz: 'Perdónales, padre, porque
no saben lo que hacen"88.
Agradecido .- De acuerdo con el P. Cuskelly,"...Fue un hombre agradecido,
que no cesaba de maravillarse o de dar abundantes gracias a la divina
Providencia, agradeciendo efusivamente a la gente lo que otros, tal vez,
hubieran considerado lo que les era debido"89.
Hospitalario, acogedor y solidario.-El P. Maillard, del grupo de Issoudun en
los arios difíciles de la persecución, destaca el espíritu de agradecimiento
y acogida del P. Chevalier:
"Admiraba y daba efusivas gracias a la divina Providencia, que, a medida de
las necesidades de la Congregación, no sólo le enviaba el pan de cada día,
sino, de cuando en cuando, donativos considerables: él a su vez daba a los
pobres una generosa parte de lo que recibía.
Cuando hablo de los pobres no me refiero sólo a las personas necesitadas de
su parroquia, sino también a las de otras partes. Siempre estuvo lleno de
compasión con ella y sus limosnas eran abundantes. Hablo también de obras de
educación y apostolado a las que abría ampliamente su corazón y su
mano.(...)
Recibió mucho de su generosidad la obra de la Buena Prensa (...)
Practicó una hospitalidad generosa, especialmente con el clero religioso y
diocesano. Su casa estaba siempre abierta a sus hermanos sacerdotes. Y,
aunque la mesa era sencilla y frugal, su bienvenida era siempre muy cordial,
lo que contribuyó mucho a atraerse la simpatía del clero diocesano de
Bourges. (...) A la comunidad del Sagrado Corazón llegaban con frecuencia
sacerdotes en peregrinación o para hacer algunos días de retiro; nunca les
pidió nada por su estancia" 90
Había coherencia entre su vida y su enseñanza: "Practicó lo que predicaba.
Por ejemplo, había escrito: 'Si a tu vecino le ocurre algo bueno, alégrate
con él como si te hubiese ocurrido a ti, Felicítale de corazón. Si, por el
contrario, experimenta adversidades, compadécete de él, como si estuvieras
sufriendo tú en vez de él, y no escatimes esfuerzo en manifestarle tu
simpatía'"91.
Era hombre de corazón, manos y puertas abiertas: "Precisamente porque su
mente y su corazón estaban abiertos a todos, también lo estaba su casa, ya
que la hospitalidad es una de las manifestaciones de la caridad"92.
Trabajador incansable.-De nuevo el testimonio preciso y detallado de un
compañero suyo en Issoudun: "Tuve ocasión de viajar alguna vez con él. Ya en
el tren, después de intercambiar amablemente unas palabras con los
compañeros de viaje, se disculpaba de interrumpir la conversación y se ponía
a rezar el breviario o el Itinerario. Terminada la oración, sacaba de su
bolsa de viaje un libro instructivo y se sumergía en su lectura.
En casa, menos en el recreo, estaba siempre ocupado; no perdía un minuto, lo
que explica la cantidad increíble de trabajo realizado a lo largo de su
vida. Durante 47 años, fundador y superior de una Congregación que, sobre
todo en los diez últimos años se había desarrollado considerablemente;
párroco duran- te 35 años de una parroquia de 12.000 almas de muy difícil
dirección; cargado de una correspondencia muy voluminosa, pudo, con todo,
encontrar la manera de escribir muchas obras, que le exigían mucho estudio e
investigación. ¡Es realmente prodigioso!. Por eso algunas veces predicadores
de retiros eclesiásticos le citaban como modelo de admirable actividad y
como trabajador infatigable. Para ello su gran secreto fue, desde el
comienzo de su vida sacerdotal, saber ajustar y economizar el tiempo.
Desde 1872 cuando fue nombrado párroco de Issoudun hasta las expulsiones de
1880, este era el horario de su jornada. Vivía entonces en la comunidad del
Sagrado Corazón. A las 5 de la mañana estaba en la capilla con sus hermanos,
a las 6 se sentaba en el confesonario de la basílica, a las seis y media
celebraba la santa misa en el altar de Ntra. Sra. del S. C. y después de la
acción de gracias, se ponía otra vez a disposición de los penitentes.
Terminadas las confesiones desayunaba y abría el correo. Pasaba el resto de
la mañana en el despacho escribiendo cartas y recibiendo a los religiosos
que deseaban verle.
A las 11 iba a la iglesia para explicar el catecismo a los niños hasta
mediodía; almorzaba en la casa parroquial y después del mediodía quedaba a
disposición de los feligreses; si no llegaban, visitaba a los enfermos de la
parroquia
Hacia las 6 de la tarde regresaba al Sdo. Corazón para los ejercicios de la
comunidad y pernoctaba allí.
Después de las expulsiones de 1880, tuvo que residir en la casa parroquial
(...), pero el cambio de residencia no alteró ni sus hábitos ni su
reglamento; fue asiduo a los ejercicios de la pequeña comunidad de la casa
parroquial como anteriormente lo había sido a los de la gran comunidad del
Sagrado Corazón y dispuso y empleó el tiempo como hasta entonces.
Sus funciones de párroco y de Superior general de la Congregación le
llevaban muchísimas visitas, las recibía siempre con muy buenos modos, les
daba el tiempo para explicarse cómodamente; terminada la conversación, les
acompañaba a la puerta y proseguía el trabajo interrumpido con la misma
aplicación. Se puede decir que, en expresión suya, era "como un buey al
arado", sin dejarse detener por las asperezas del terreno ni por cualquier
otra dificultad"93.
Comunitario y con sentido del humor.- Es el mismo testigo quien pone de
relieve uno de los muchos amables rasgos del P. fundador: "Las numerosas
ocupaciones del reverendísimo P. Chevalier y el cuidado que les dedicaba no
le impedían tomar su recreo con la comunidad; nunca faltaba a él. Estando
aún en la casa del Sagrado Corazón, en invierno, de cuando en cuando, le
gustaba jugar una partida de damas, preferentemente con un hermano
coadjutor. Se divertía haciendo a veces, hábilmente, algunas trampitas;
cuando el buen hermano caía en la cuenta protestaba con vehemencia, con lo
que todos se divertían mucho y todavía más el Padre.
Así como el buen Padre se mostraba, grave, reservado y, en general, breve
con sus visitantes en el des- pacho parroquial, en el recreo era alegre y
platicador. Le gustaba bromear y molestar amablemente a los compañeros,
sobre todo a quienes mejor se prestaban a sus finos ataques y a sus
ingeniosas agudezas.
Tenía mucha facilidad para la rima, de lo que se servía para cantarles
coplas a sus compañeros. Sus versos rezumaban chispa; no faltaban las finas
alusiones y puntos interesantes, dicho todo con tanta gracia, finura y
sencillez que nadie podía molestarse y a menudo las personas aludidas
aplaudían más que las otras.
De este modo con el Padre todos se sentían a sus anchas, y sin perder nada
de su autoridad y prestigio, se colocaba al nivel de los más humildes.
Revestido de la suprema autoridad en la Congregación, no se aprovechaba de
ella, siendo siempre `primus inter pares'. Su trato era agradable. Tal fue
uno de los hermosos aspectos de su carácter"94.
Con pasión por el Reino y por la humanidad.- La expresión es moderna, pero
lo que con ella se significa le pertenece también al P. Chevalier, creyente
y apóstol apasionado. Recién fallecido, la madre María Luisa Hartzer,
cofundadora con él de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, les
hacía esta recomendación: "Tengamos como nuestro buen Padre la pasión del
Corazón de Jesús, la pasión de Nuestra Señora y la pasión de las almas" y
"y, sin cesar, olvidémonos de nosotras por los otros"95.
Con expresión actualizada podemos decir que la pasión por el Reino y la
pasión por la Humanidad animaron intensamente y movieron con eficacia la
vida del P. Chevalier, fundador de dos Congregaciones religiosas e
inspirador de una tercera, descubridor de la advocación mañana Nuestra
señora del Sagrado Corazón, creador de la Archicofradía de Nuestra Señora
del Sagrado Corazón, impulsor de las misiones entre infieles, promotor de
los sacerdotes y del laicado MSC, constructor de edificios sagrados, autor
de libros de teología, espiritualidad e historia, vicario, párroco y deán de
Issoudun, enamorado del Corazón de Cristo y de su Madre, bien dotado de
dones de la naturaleza y la gracia, corazón tan amplio y apasiona- do como
su lema, que es el nuestro: ¡Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de
Jesús!.
Un cronista de su muerte y sepultura terminaba su crónica con el mismo deseo
con que concluyo este escrito en alabanza suya y para edificación nuestra:
"Dios quiera que pase a todos y a cada uno de los miembros de la
Congregación su cuádruple espíritu: espíritu de benignidad con el prójimo,
de abnegación consigo mismo, de amor filial a la Santísima Virgen y de amor
muy ardiente al Corazón de Jesús, quien por todos sea amado en todas partes
y siempre"96.
Guatemala, fiesta de la Epifanía enero 2007
1 Epistolario Chevalier, tomo VIII, carta 2712,
traducción y edición del P. Angel González García, MSC, Roma, 2004.
Nota.- Para citas de este Epistolario he tenido en cuenta el texto original
francés, CDR Correspondance du Père Chevalier (18501907), por lo que a veces
modifico la traducción del P. González García
2 Epistolario Chevalier„ VIII, carta 2713.
3 Juan van Heugten, MSC, testimonio dado en 1924, en Pére Jules Chevalier,
Témoignages, pp.146-9, CDR editado por el P.Philipe Seveau, MSC, Roma, 2005
4 P. Mourgues, MSC, Notes sur la Congrégation, 1950-51, en CDR citado,
testimonio 65, pp.210-27
5-Testimonios del P. Luciano Sadouet, MSC, sobre el P. Fundador, traducción
del P. S. Murillo, MSC, Madrid, 2006, pag.70
7 P.Chevalier. MSC, carta al P. J. Wemmers, MSC, Issoudun, 29 de enero de
1907, Epistolario Chevalier, pag .4.196, c. 2714
8 P. Chevalier, MSC, carta al P. V. Jouét, Issoudun, sin fecha, Epistolario
Chevalier, c. 2716
9 P. Mourgues, MSC, Notes sur la Congregation, 1950-51, testimonio 65, pag.
219.
I° P. Chevalier, carta al P.J. Wemmers, MSC, 29 enero 1907, Epistolario
Chevalier, c. 2714.
II P. Chevalier y F. de Bonneval, Issoudun, 15 marzo 1907, Epistolario
Chevalier, c. 2721
12 P. Chevalier, carta a la madre María Luisa Hartzer, 13 marzo 1907,
Epistolario Chevalier, c. 2720
13 P. Chevalier, carta a la señora Laura de Cougny, 16 marzo 1907,
Epistolario Chevalier, c. 2722
14 -P. Chevalier, carta al P. Benedetti., 4 mayo 1907. Epistolario
Chevalier, c. 2725
15 P. Chevalier, carta a la madre Luisa María Hartzer, 11 abril 1907,
Epistolario Chevalier, c. 2727
16 P. Chevalier, carta a la señora Laura de Cougny, 14 junio 1907,
Epistolario Chevalier ,c. 2730
P. Chevalier, carta a la madre María Luisa Hartzer, 10 de julio 1909,
Epistolario Chevalier, c. 2732
18 P. Chevalier, carta a la señora Laura de Cougny, 15 de agosto de 1907,
Epistolario Chevalier, c. 2733
19 P. Piperon, MSC, Julio Chevalier, traducción del P. José Antonio
Rodríguez, MSC, Madrid 1989
20 P. Piperon, MSC, o.c pag.163
21 P.Chevalier, MSC, carta a la señora Laura de Cougny, 19 de julio de 1907,
Epistolario Chevalier, c. 2732
22 P. C. Hériault, MSC, Notes, en CDR citado, testimonio 71, pag. 268
23 Juan van Heugten, MSC, en CDR citado, testimonio 45 pag. 147.
24 Citado por el P. Chevalier, en carta al P. E. Meyer, MSC, Sup. Gen., 8 de
enero de 1906, Epistolario Chevalier,c. 2689
25 P.Chevalier, carta al P. J. Wemmers, MSC, 29 de enero de 1907,
Epistolario Chevalier, c. 2174
26 Le Réveil de L'Indre, Mort du T. R. P. Chevaher, Cháteaurroux, 27 de
octubre de 1907, en CDR citado, testimonio 28 ,pag. 91
27 P. Mourgues, MSC, Notes..., CDR, testimonio 65, pag. 218
28 P. t Chevalier, carta al director de L'Univers, París, marzo 1907,
Epistolario Chevalier, c. 2719.
29 P. Chevalier, carta a la madre Hartzer, 13 de marzo de 1907, Epistolario
Chevalier, c. 2720
30 P. Chevalier, carta a la madre Hartzer, 4 de mayo de 1907, Epistolario
Chevalier, c. 2728
31 P. Chevalier, carta al P. Benedetti, MSC, agosto de 1907, sin fecha,
Epistolario Chevalier, c 2735
32 32.- P. Chevalier, carta a la madre Hartzer, 25 de agosto de 1907
,Epistolario Chevalier, c. 2736
33 P. Mourgues, MSC, Notes..., en CDR citado testimonio 65, pag 219
34 P. Mourgues, MSC, Notes...,CDR citado, testimonio 65 pag. 218
35 P. Chevalier, carta a la madre Hartzer, 9 de mayo de 1907. Epistolario
Chevalier, c. 2729
36 P. Chevalier, carta a la señora Laura de Cougny, Epistolario Chevalier,
c. 2725
37 P. Mourgues, MSC, Notes,,,, CDR citado, testimonio 65, pag. 225
38 P. Chevalier, MSC, carta al P.E. Meyer, MSC, 13 abril 1906, Epistolario
Chevalier, c. 2699
41 P. Chevalier, MSC, carta a la señora Laura de Coigny, 16 de marzo de
1907, Epistolario Chevalier, c. 2722
42 P. Chevalier, MSC, carta al señor de Bonneval, Cháteau de la Grille, Prés
Chinon (Indre et Loire) 21 de agosto de 1907 Epistolario Chevalier, c. 2734
41 P. Chevalier, MSC, carta a la señora Laura de Coigny, 16 de marzo de
1907, Epistolario Chevalier, c. 2722
42 P. Chevalier, MSC, carta al señor de Bonneval, Cháteau de la Grille, Prés
Chinon (Indre et Loire) 21 de agosto de 1907 Epistolario Chevalier, c. 2734
43 Hna. Justina, FNDSC, Quelques traits du R.P.Jules Chevalier, CDR citado,
testimonio 87, pp.231-32
44 P. E. Benin, MSC, Épreves et souffrances — Mort et funéraiiles du T.R. P.
Chevalier, CDR citado, testimonio 36, pag. 122
45 P. Bertin, MSC 37, Épreves el souffi•ances - Mort ei funéraiiles du T.R.
P. Chevalier, CDR citado, testimonio 36, pag. 122
46 P. Benin, MSC, Les derniers jours du R.P. Fondateur, CDR citado,
testimonio 29, pag.98
47 P. Benin, MSC, Les derniers jours..., CDR citado, testimonio 29, pag.98
48 P. Benin, MSC, Les derniers jours...„ CDR citado, testimonio 29, pag.98.
49 P. Benin, MSC, Les derniers jours, CDR citado, testimonio 29, pag.98
50 P. Bertin, MSC, Lettre..., Issodun, 10 noviembre de 1907, CDR citado,
testimonio 30, pag. 100
51 P. Benin. MSC, Lettre..., Issodun, 10 noviembre de 1907, CDR citado,
testimonio 30, pag. 100
52 P. Bertin, MSC, Les derniers jours..., CDR citado, testimonio 29, pag. 98
53 P. Bertin, MSC, les derniers jours..., CDR citado, pag.98
54 P.Bertin, MSC, Les derniers jours...., pag. 98.
55 55.- P. Bertin, MSC, Lettre... pag.101.
56 Echo des Marchés du Centre, Funérailles du R. P. Chevalier, Issodun 27
octubre 1907, en CDR citado, testimonio 27, pg. 90
57 Le Réveil de L 7ndre, Cháteaurroux, 27 de octubre de 1907, Mort du T. R.
P. Chevalier, en CDR citado, testimonio 28 pag. 92
58 Le Réveil de L'Indre, CDR citado, testimonio 27, pag. 93
59.- P. Bertin, MSC, Lettre..., pag. 102.
60 P. Benin. MSC, Lettre..., pag. 102,
61 P. Bertin, MSC, Lettre...pag.102
62 La mayor parte de los siguientes testimonios están tomados del CDR tantas
veces citado. Traduje del original francés algunos testimonios citados por
el P.Cuskelly ,MSC, y recogidos en el CDR. Algunos otros son del P.Cuskelly,
Julio Chevalier, un hombre con una misión. I ed.
63 Belleville, Le T. R. P. Chevalier d'Issoudun, en L'Univers, París
,octubre 1907, en CDR citado, testimonio 31, pp.105-6
64 P. Vicente Casas, MSC, Anales de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, pp.
352-3, Barcelona, diciembre 1907
65 P. Henry Vermin, MSC, Le pére Jules Chevalier, Fondateur des Missionaires
du Sacré-Coeur. Etudes sur sa vie el oeu- vres,1824-1869, pag.108 Roma 1957
66 P. Jesús Lada Camblor, MSC, Historia de la Provincia española MSC, 1'
parte Un lento caminar, (1880-1915), pag. 1, Obra inédita, Valladolid
1983-86
67 P. Cuskelly, MSC, Un corazón nuevo y un espíritu nuevo, pag26, 1978
68 P. Cuskelly, MSC, Julio Chevalier, pag.113
69 P. Piperon, MSC, Le T.R.P. Jules Chevalier. pág. 218, Lille- Bruges 1924
7° P. Cuskelly, MSC, Julio Chevalier, pag. 326
71P.Piperon, MSC, o.c. pag. 79
72 P. Piperon, MSC, o.c. pag.66
73 P. Piperon, MSC. Julio Chevalier, pp.163-64, traducción del P. José
Antonio Rodríguez, MSC, Madrid 1989.
74 P. Cuskelly, MSC, Julio Chevalier, .pag. 331
75 Analecia Societatis MSC, pag. 261 ,Roma, 1907
76 P. Piperon, MSC, citado por P. Cuskelly, o.c. pag. 322
77 P. Cuskelly, o.c., quien cita al P. Chevalier,MSC, Ecole du Sacré-Coeur,
pag.146
78 F.X Maillard, MSC, Quelques notes sur le T. R. P. Chevalier, 1923 CDR
citado, testimonio 44, p. 142
79 P. E. Meyer, M.S.C. Centenaire de la naissance du T.R.P. Jules Chevalier,
CDR citado, testimonio 50, pp.164-65
80 Hna. Gertrudis, FNDSC, Quelques souvenirs de R.P. Chevalier, en CDR
citado, testimonio 70 pag.256
81 P. Cuskelly, MSC, Julio Chevalier pag.331
82 P. Cuskelly, MSC, o.c. pag. 142.43
83 Mort du R. P. Chevalier, Le Réveil de 1'Indre, Cháteauroux 27 octubre
1907, en CDR citado, pp. 91, testimonio 28
84 P. Cuskelly, MSC, o.c. pag. 109.
85 Citado en Constituciones, pag. 16
86 P Cuskelly, MSC, Julio Chevalier. ed. española, pag. 329
87 P. Hériault, MSC, Notes. ., en CDR citado, testimonio 71, p. 265
88 P. Hériault, MSC, Notes..., pag. 264
89 P. Cuskelly, MSC, o.c. pag. 330
90 P. F. X Maillard, MSC, Quelques notes sur le T. R. P. Chevalier,
fondateur de la Congregation des Missionaires du SacréCoeur, CDR citado,
testimonio 44, pp. ] 42-5.
91 P. Cuskelly, MSC, o.c. pag. 323, citando al P.Chevalier.
92 Ecole du Sacré-Coeur, pag. 246 92 92.- P. Cuskelly, MSC o.c. pag.32
93 F. X. Maillard, MSC, Quelques notes..., CDR citado, pp.142- 5, testimonio
44
94 F. X. Maillard, MSC, Quelques notes...CDR citado, testimonio 44, pp.
142-45.
95 Madre María Luisa Hartzer, FNDSC, lettre circulaire, Thuin, Bélgica,
octubre 1907, CDR citado, testimonio 25, p. 85.
96 Analecta Societatis MSC, pag, 266, Roma. 1907, citado por Jesús Lada C.
MSC. o.c. 1, pag. 396.