CASTIDAD CONSAGRADA EN LA VIDA RELIGIOSA
Pregunta:
¿Qué es
eso lo de la castidad consagrada?
Respuesta.
Desde los comienzos de la Iglesia, el consejo evangélico de la castidad consagrada ha tenido una especial influencia en la vida religiosa. Los Religiosos que viven el celibato consagrado lo hacen en respuesta a un llamado directo de Dios y llegan a ser signos vivos de la fe en la vida más allá de los limites de este mundo. Para fundamentar el sentido del voto de la obediencia nos sirven mucho las exigencias de la sociología de la organización. También el voto de la pobreza nos parece rápidamente comprensible al tener en cuenta la vida religiosa como una alternativa a la sociedad de consumo y rentabilidad que esclaviza a los hombres de hoy. Pero parece que el celibato voluntario contradice a todo lo que el hombre moderno y sus conocimientos procedentes de la sicología y sociología exigen para la realización integral del ser humano.
Sin embargo las
instrucciones de Jesús a sus discípulos culminan claramente en el
consejo de la castidad consagrada. San Pedro lo expresa diciendo:
“Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”, y Jesús contesta:
"Ninguno que haya dejado su casa, hermanos, hermanas, madre, padre,
hijos o campos por amor a mí y a la Buena Nueva quedará sin recompensa.
Pues recibirá cien veces mas... (Mc 10,28-30)
Estas expresiones nos
muestran que con la castidad consagrada no se exige solamente
abstinencia sexual, sino renuncia a la seguridad, al recogimiento, al
ambiente recogedor que incluye la renuncia a la unión matrimonial.. Ya
desde muy temprano en la historia de la Iglesia el celibato consagrado,
motivado por el Reino de Dios, forma parte integral de la vida religiosa
Es verdad que a veces no se entendía bien el llamado de dios a la castidad evangélica interpretando como desprecio del cuerpo y de la vida afectiva. Pero estas equivocaciones fueron siempre corregidas en el contacto directo con el mensaje del Evangelio.
Una
renuncia existencial
El consejo evangélico
de la castidad consagrada significa mas que vida en castidad y
soltería, incluye también una renuncia al ambiente hogareño de una
familia y la incorporación en la más amplia comunidad religiosa. Incluye
la renuncia a la relación íntima entre él yo y él tú y la renuncia a
hijos propios que son corno el autorretrato de sus padres. Jesús
continua diciendo en el mencionado versículo(Mc 10,30: Pues recibirán
cien veces más en la presente vida en casas, hermanos, hermanas, hijos y
campos; esto no obstante las persecuciones. Y en el mundo venidero: la
vida eterna."
De esta manera indica
Jesús por un lado que el hombre consagrado es enraizado en una nueva
comunidad, pero por el otro lado existe realmente una renuncia
existencial que experimentará cada Religioso que hace el voto de la
castidad evangélica. Renuncia pues de algo esencial de su manera de
ser, de su existencia humana, creada por Dios. La castidad consagrada
representa hoy en día un gran valor en el mundo donde aumentan cada
vez más los matrimonios fracasados y se endurece el conflicto entre las
generaciones; no obstante hay que tener bien presente que Se trata de
una renuncia que toca profundamente al hombre.
Esta clase de
celibato obliga a confrontarse sinceramente con la siguiente pregunta:
¿Confías tu tanto en el llamado de Jesús que estás dispuesto a renunciar
a una derecho y deseo fundamentales del hombre?
Es probable que esta
pregunta no se presente tan tajante y tan concretamente en la vida
normal; pero el que se decide a vivir según el consejo de la castidad
consagrada pasará en su vida religiosa por momentos donde esta renuncia
le puede resultar muy pesada. Por eso es muy necesario que todos tengan
bien presentes las consecuencias de esta decisión antes de arriesgarse
por el camino de Jesús. El desprecio o el temor a la vida matrimonial no
deben jamás tener influencia alguna en nuestra decisión. Inclinación
homosexual tampoco no vale como motivo.
El único motivo
aceptable para mi decisión en favor de la vida religiosa es mi vocación,
el llamado de Dios que se dirige a mí personalmente y me llama a mí para
vivir como religioso - mientras que a mis contemporáneos los llama al
matrimonio.
Experiencia de Jesús
En la castidad
consagrada puede permanecer solo et que mantiene una relación personal
con Jesús e integra esta experiencia de Jesús en su vida de cada día.
Con otras palabras: solo el que reza y se toma el tiempo para la
meditación, el que queda en contacto con Dios. Esto es una tarea para
todos los religiosos, una obligación que continua durante toda la
vida(sacerdotes jóvenes, trabajo pastoral) Debemos de tratar de
establecer una relación personal con Dios. El Tú de Jesús es la meta del
camino de la castidad consagrada. Después de haber escogido este camino
tengo que reorientarme constantemente para no perder de la vista la meta
propuesta sino siempre esforzarme en acercarme más hacia ella.
También los que viven
en la castidad consagrada siguen en camino, no han llegado todavía a su
meta. Por lo tanto tienen que preocuparse en mantener la misma ruta
emprendida en la celebración de sus primeros votos religiosos. Lo que
significa concretamente: mantener la vida espiritual, rezar, meditar,
silencio, examen de conciencia, lectura espiritual, formación espiritual
permanente; significa pues vida comunitaria, celebración eucarística y
oración en común.
Jesús resucitado nos
llama del más allá, pero nos llama a ser sus discípulos en este mundo, a
luchar por su causa en esta tierra.
El que ama verdaderamente
a Dios ama también a sus semejantes. Así es que la caridad practicada
en la vida diaria es el mejor criterio para valorar la vida religiosa.
De esta manera es la sonrisa, la preocupación constante de una Religiosa
enfermera que motivada por el amor a Dios Se entrega totalmente a los
enfermos, un signo elocuente de amor abundante a Dios. Lo mismo vale
para el sacerdote que siempre tiene tiempo para sus feligreses, que sabe
escuchar con atención y al que todos se dirigen con confianza. Lo que
vale también para la Religiosa de vida contemplativa que viven en el
silencio de su clausura y ofrece su vida como servicio a los demás. La
castidad consagrada vive en la relación íntima y
personal con Dios (semejante al matrimonio), pero no es una relación
excluyente (como en el matrimonio). De la entrega total a Dios nace más
bien el amor al
prójimo.
La castidad
consagrada de la vida religiosa resulta ser una misión con una doble
tarea: entrega total a Dios y estar dispuesto para el prójimo.
Es
oportuno subrayar una vez más que este camino no corresponde a la
lógica de la naturaleza humana, sino que es una respuesta a la llamada
directa de Dios. Pues según su naturaleza el ser humano es creado para
vivir en matrimonio y familia. Allí es donde debe desarrollar su vida
afectiva y emotiva. La persona que por el Reino de Dios renuncia de este
camino natural tiene que ver como desarrollar su propia sensibilidad.
El vacío producido por la renuncia al matrimonio tiene que ser llenado
para que la vida religiosa no termine en frustración o fracaso. La
relación intensiva con el Tú de Dios es un primer reemplazo pero esta
relación tiene que envolver a toda la persona - con cuerpo y alma, con
todos sus sentidos y su creatividad. El Religioso que vive en castidad
consagran tiene la tarea de prestar una especial atención a su vida
afectiva. El Religioso se entrega integralmente a Dios , no solo su
inteligencia o su voluntad, sino con cuerpo y alma, con todos sus
sentidos.
Y es todo el hombre
que se pone al servicio de los demás. En la vida diaria son a veces
pequeñeces que nos recuerdan este aspecto importante: flores,
conversaciones, atención mutua, disposición para ayudar, salas
ambientadas con cariño, música etc. El hombre que vive en el celibato
cristiano tiene que dar importancia a estas pequeñeces para que su vida
emotiva y su sensibilidad no se marchiten.
Por lo tanto como
para resumir lo expuesto: Hemos de concebir y presentar la realidad de
la castidad consagrada como una vocación, como una vinculación a Cristo,
como un don en la fe y en el amor de convivencia fraterna y de entrega a
nuestros hermanos en dinamismo de creatividad, y por lo tanto, como
signo, quizá el más elocuente, del Reino Dios.