Domingo 1 del Tiempo de Cuaresma C: Preparemos la Acogida de la Palabra de Dios durante la celebración de la Misa dominical parroquial con las Lecturas y el Catecismo
Con las Lecturas Con el Catecismo Con el Directorio Homilético
Recursos adicionales
para la preparación
Año Litúrgico Patrístico
Comentarios de Sabios y Santos
Iglesia del Hogar: Preparando en Familia
Catequesis preparatoria para los niños
Ejemplos que iluminan la participación
Recursos: Gráficos - Videos - Audios
Introducción al Tiempo de Cuaresma
Algunas ideas creativas para la Cuaresma
Algunas ideas raras para Cuaresma que harán que seas más santo
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Lectura
del libro del Deuteronomio 26, 1-2. 4-10
Moisés habló al pueblo diciendo: Cuando entres en la tierra que el Señor, tu
Dios, te da en herencia, cuando tomes posesión de ella y te establezcas
allí, recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas de la tierra
que te da el Señor, tu Dios, las pondrás en una canasta, y las llevarás al
lugar elegido por el Señor, tu Dios, para constituirlo morada de su Nombre.
El sacerdote tomará la canasta que tú le entregues, la depositará ante el
altar, y tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios: «Mi
padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos
pocos hombres, pero luego se convirtió en una nación grande, fuerte y
numerosa.
Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura
servidumbre. Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres,
y Él escuchó nuestra voz. Él vio nuestra miseria, nuestro cansancio y
nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la
fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y prodigios. Él
nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel.
Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo quo tú, Señor,
me diste».
Tú depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante
de Él.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial 90, 1-2. 10-15
R. En el peligro, Señor, estás conmigo.
Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío». R.
No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque Él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos. R.
Ellos te llevarán en sus manos
para que no tropieces contra ninguna piedra;
caminarás sobre leones y víboras,
pisotearás cachorros de león y serpientes. R.
«Él se entregó a mí, por eso, Yo lo libraré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
me invocará, y Yo le responderé.
Estaré con él en el peligro,
lo defenderé y lo glorificaré». R.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma
10, 5-13
Hermanos:
Moisés escribe acerca de la justicia que proviene de la Ley: «El hombre que
la practique, vivirá por ella». En cambio, la justicia que proviene de la fe
habla así: «No digas en tu corazón: ¿quién subirá al cielo?», esto es, para
hacer descender a Cristo. O bien: « ¿quién descenderá al Abismo?», esto es,
para hacer subir a Cristo de entre los muertos. Pero ¿qué es lo que dice
acerca de la justicia de la fe? «La palabra está cerca de ti, en tu boca y
en tu corazón», es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos.
Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón
que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se
cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la
salvación. Así lo afirma la Escritura: «El que cree en Él, no quedará
confundido».
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el
mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que «todo el que
invoque el nombre del Señor se salvará».
Palabra de Dios.
Aclamación Mt. 4, 4b
El hombre no vive solamente de pan,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 1-13
Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue
conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio
durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos
tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: «Si Tú eres Hijo de Dios, manda a
esta piedra que se convierta en pan». Pero Jesús le respondió: «Dice la
Escritura: El hombre no vive solamente de pan».
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante
todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y el
esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a
quien quiero. Si Tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá». Pero
Jesús le respondió: «Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo
rendirás culto».
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del
Templo y le dijo: «Si Tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque
está escrito: Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y
también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con
ninguna piedra». Pero Jesús le respondió: «Está escrito: No tentarás al
Señor, tu Dios».
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de Él,
hasta el momento oportuno.
Palabra del Señor.
Con el Catecismo de la Iglesia Católica entender y vivir la Palabra
IV. SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DE LA PALABRA
B. Contenidos del Catecismo de
la Iglesia Católica
II. LA FE DE LA IGLESIA
«La Iglesia se une todos los años, durante
los cuarenta días de Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto» (540).
«... el mal no es una abstracción, sino que
designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El
``diablo''[``dia-bolos''] es aquel que se atraviesa en el designio de Dios y su
obra de salvación cumplida en Cristo» (2851).
La lucha y la victoria contra el Tentador y
las tentaciones «sólo son posibles con la oración. Por medio de su oración,
Jesús es vencedor del Tentador, desde el principio... y en el último combate de
su agonía... Cristo nos une a su combate y a su agonía. La vigilancia del
corazón es recordada con insistencia en comunión con la suya... La
vigilancia
es ``guarda del corazón''...
El Espíritu Santo trata de despertarnos continuamente a esta vigilancia...»
(2849).
III. TESTIMONIO CRISTIANO
«... El Hijo de Dios tiene el designio de
hacer participar y de extender y continuar sus misterios en nosotros y en toda
su Iglesia, por las gracias que El quiere comunicarnos y por los efectos que
quiere obrar en nosotros, gracias a estos Misterios...» (S. Juan Eudes) (521).
IV. SUGERENCIAS PARA LA CONTEMPLACIÓN DE LA PALABRA
A. Apunte
bíblico-litúrgico
La Cuaresma comienza siempre con el panorama
yermo y atractivo, al mismo tiempo, del desierto (cf Os 1, 16), decisivo en la
historia de la salvación, por el paso de Israel «durante cuarenta años». Oscuro
en la perícopa envangélica por el Tentador. Pero luminoso, pascual, por la
victoria de Cristo.
Después del Bautismo de Cristo e
inmediatamente antes de las tentaciones, S.
Lucas coloca la genealogía de Jesús, que arranca en Adán, el hombre que
viene de las manos de Dios (cf 3, 23-38). En el bautismo, Jesús es presentado
por el Padre como «mi Hijo querido», sobre el que ha descendido en plenitud el
Espíritu Santo de Dios. Por una parte, Jesús pertenece a la raza de Adán
(genealogía), a la raza humana. Por eso, como todo hombre, desde el primero,
será tentado. Por otra parte, como el Hijo del Padre, lleno del Espíritu Santo
de Dios, vencerá la tentación, allí donde sucumbieron el primer hombre y sus
hijos. Comienza, pues, con Jesús una nueva humanidad.
B.
Contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica
La fe:
Las tentaciones y la victoria de Jesús
sustentan nuestra respuesta: 538-540.
Meditación sobre la situación del hombre,
débil e inclinado al mal, pero «no lo abandonaste al poder de la muerte»:
402-412 (también 1707; puede completarse con el paradigma del primer pecado,
385-401).
La respuesta:
«No nos dejes caer en la tentación»:
2846-2849.
«Y líbranos del mal» [«del Malo»]: 2850-2854.
La lucha y la victoria contra los malos
deseos del corazón: 2514-2519; 2534-2543.
C. Otras
sugerencias
Si no hay «ejercicio cuaresmal», no hay
renovación pascual.
El bautizado vive el misterio de la tentación
de Jesús en la
celebración litúrgica y
en las tentaciones que
padece. Así,
anticipa con Jesús la victoria pascual
.