Domingo 17 del Tiempo Ordinario B - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical
¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
Falta un dedo: Celebrarla
Introducción a las lecturas del domingo
Primera lectura: 2 Re 4, 42-44
En todos los tiempos
Dios se ha manifestado como el Padre bondadoso que alimenta los hambrientos.
Aprendamos por medio de esta proclamación de la palabra de Dios que se hace
milagros cuando el hombre sabe compartir.
No hay razón alguna,
ni siquiera la ofensa o el insulto del otro que justifique el odio y la
desunión. San Pablo, injustamente encarcelado
te llama al perdón y a la unión. La razón: Dios está en ti en el otro. Y
conviértete porque, al separarse del hermano, te separas de Dios.
Hoy como en aquel entonces Jesús siente
compasión con todos los que lo buscan. También hoy quiere saciarnos para que
no desfallezcamos en el camino. Dejemos que la generosidad de Jesús nos
contagie.
Reflexionemos los padres
El Señor Jesucristo conoce nuestra debilidad. Sabe que somos pecadores. Por eso nos ha preparado el banquete de la eucaristía. No podemos caminar como cristianos sin su luz que nos ilumina, sin su fuerza que nos sostiene. Y el milagro de Jesús sugiere un pensamiento adicional: Dios no quiere que los hombres sufran escasez. Tenemos que reconocer que persiste alrededor de nosotros el escándalo del hambre y de la miseria. Tenemos que reconocer ante Dios que no sabemos compartir con los que viven en necesidad. El Señor por medio del milagro de la multiplicación de los panes nos muestra que quiere saciarnos con los dones de su amor. Es más, se entregó a sí mismo para rescatarnos de nuestra miseria y se ha convertido en pan de vida eterna. Todo por amor a nosotros. Que el Señor nos ayude en llegar a ser cada día más como es él . Lean, por favor, una reflexión más amplia al respecto.
Reflexionemos con los hijos
Cuenta la madre Teresa de Calcuta:
En una ocasión, por la tarde, un hombre vino a nuestra casa, para contarnos
el caso de una familia hindú de ocho hijos. No habían comido desde hacía ya
varios días. Nos pedía que hiciéramos algo por ellos. De modo que tomé algo
de arroz y me fui a verlos. Vi cómo brillaban los ojos de los niños a causa
del hambre. La madre tomó el arroz de mis manos, lo dividió en dos partes y
salió. Cuando regresó le pregunté qué había hecho con una de las dos
raciones de arroz. Me respondió: "Ellos también tienen hambre". Sabía que
los vecinos de la puerta de al lado, musulmanes, tenían hambre. Quedé más
sorprendida de su preocupación por los demás que por la acción en sí misma.
En general, cuando sufrimos y cuando nos encontramos en una grave necesidad
no pensamos en los demás. Por el contrario, esta mujer maravillosa, débil,
pues no había comido desde hacía varios días, había tenido el valor de amar
y de dar a los demás, tenía el valor de compartir. Frecuentemente me
preguntan cuándo terminará el hambre en el mundo. Yo respondo: “Cuando
aprendamos a compartir. Cuanto más tenemos, menos damos. Cuanto menos
tenemos, más podemos dar”.
El milagro de la multiplicación de los panes nos hace ver la generosidad y
la preocupación de Jesús para con los hombres. Nosotros podemos repetir este
milagro, no porque tengamos el poder de hacer milagros . Es que somos tantos
cristianos que cuando compartimos cada uno se repite el milagro sin que
hagamos un milagro. Uno puede pensar: “¿Cómo puedo yo ayudar a tantos que
pasan hambre y miseria? ¡Es imposible!” Podemos esperar que haya muchos que
se pongan de acuerdo para ayudar. Puedo esperar que los que me rodean
compartan para hacer lo mismo. Tendríamos a lo mejor que esperar mucho
tiempo. No, la solución es otra. Comienzo yo sin esperar a los demás y rezo
para que los demás también sepan compartir. Ustedes podrían decir: “Pero yo
no tengo muchas cosas”. ¿Recuerdan lo que dijo la madre Teresa?: “Cuánto
menos tenemos, más podemos dar” Porque el que tiene poco da con más amor..
Conexión eucarística
En cada celebración de la misa se renueva el milagro de la multiplicación de los panes. Pero de una manera mucho más maravillosa y amorosa. Es Jesús que se multiplica y se nos da en la santa comunión. La santa misa lleva el nombre de ‘eucaristía’, una palabra griega que significa ‘ acción de gracias’. Agradezcamos siempre su amor y su bondad. hagamos también entre semana una visita al templo parroquial para dar gracias a Jesús en el Sagrario.
Vivencia familiar
Continuemos con el esfuerzo de la semana pasada. Pensemos en las cosas que
podemos compartir. Y siempre es mejor que compartir con otros sin que ellos
puedan darnos las gracias.
Nos habla la Iglesia
«La misión de Cristo —Sacerdote, Profeta-Maestro, Rey— continúa en la Iglesia. Todos, todo el Pueblo de Dios es partícipe de esta triple misión». […]Los fieles laicos participan en el oficio sacerdotal, por el que Jesús se ha ofrecido a sí mismo en la Cruz y se ofrece continuamente en la celebración eucarística […]: «Todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso espiritual y corporal, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida […], se convierten en sacrificios espirituales aceptables a Dios por Jesucristo (cf. 1 P 2, 5), que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen piadosísimamente al Padre junto con la oblación del Cuerpo del Señor.» (Vaticano II, LG 34) […]
Leamos la Biblia con la Iglesia
Año impar | Año par | ||||
L. |
Ex 32,15-24.30-34 |
S.105 |
Jer 13,1-11 |
Deut 32,18-21 |
Mt 13,31-35 |
M. |
Ex 33,7-11; 34,5b-9.28 |
S.102 |
Jer 14,17-22 |
S. 78 |
Mt 13,36-43 |
M. |
Ex 34,29-35 |
S. 98 |
Jer 15,10.16-21 |
S. 58 |
Mt 13,44-46 |
J. |
Ex 40,14-19.32-36 |
S. 83 |
Jer 18,1-6 |
S.
145 |
Mt 13 47-53 |
V. |
Lev 23, 1.4-11.15-16.27.34b-37 |
S. 80 |
Jer 26,1-9 |
S. 68 |
Mt
13,54-58 |
S. |
Lev 25, 1.8-17 |
S. 66 |
Jer 26,11-16.24 |
S. 68 |
Mt 14,1-12 |
Oraciones
Suplica
Señor, ten compasión de mí. Ayúdame a aprovechar bien este rato de oración, incrementa mi fe para que pueda descubrir el sendero sobre el cual debo caminar. Multiplica mis dones para que, esperando y confiando en tu misericordia, crezca en mi amor a Ti y a los demás.
Señor, que sepa descubrir las necesidades
espirituales y materiales de quien está más cerca de mí y busque
resolverlas.
¡Qué grande eres Dios que tanto nos ha amado! Te has compadecido de nuestros sufrimientos y nos das el alivio para seguir adelante en los momentos más difíciles de nuestra vida. Has querido darnos el Alimento de los alimentos: tu mismo Cuerpo, el Pan de los ángeles. Sólo bastan unas pocas palabras para hacer un milagro de multiplicación: "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros"
Señor, gracias por enseñarme el camino que debo seguir: vivir la caridad en todo momento. Ayúdame a abrir mi corazón para descubrir lo que puedo hacer por los demás, no con mis propios talentos, sino poniendo éstos en tus manos, para que los multipliques y pueda, así, convertirme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor y compartir lo poco que tengo. Y haré una visita a ti, Cristo Eucaristía, en el templo para contemplar y agradecer tu amor y cercanía.