[_Sgdo Corazón de Jesús_] [_Ntra Sra del Sagrado Corazón_] [_Vocaciones_MSC_]
 [_Los MSC_] [_Testigos MSC_
]

MSC en el Perú

Los Misioneros del
Sagrado Corazón
anunciamos desde
hace el 8/12/1854
el Amor de Dios
hecho Corazón
y...
Un Día como Hoy

y haga clic tendrá
Pensamiento MSC
para hoy que no
se repite hasta el
próximo año

Los MSC
a su Servicio

free counters

EL COMBATE ESCATOLÓGICO: 19,11-20,15  en 'EL  APOCALIPSIS, REVELACIÓN DE LA GLORIA DEL CORDERO'

de Emiliano Jiménez Hernández

Páginas relacionadas 

EL COMBATE ESCATOLÓGICO: 19,11-20,15
Primer combate

Exterminio de las naciones paganas

Segundo combate escatológico

El juicio de las naciones

El combate apocalíptico - Apocalipsis

 



PRIMER COMBATE

La ejecución del juicio de Dios sobre la capital del Anticristo ha sido encomendada al mismo Anticristo y a sus aliados (17,16s). Sin embargo, para juzgar al Anticristo y a sus seguidores aparece el mismo Cristo (19,11-21). Juzgado el Anticristo, Satanás se queda sin poder sobre la tierra (20,1-6) y es expulsado para siempre de la creación de Dios (20,7-10). Con esto comienza el juicio final y el cumplimiento definitivo de la historia de la salvación (20,11-15).

Nos hallamos, pues, frente al duelo supremo entre el bien y el mal, entre Cristo y la bestia satánica. El primer combate comienza con la parusía de Cristo. Ya antes (12,1-12) el Mesías se ha presentado como vencedor del dragón y señor del mundo. Pero su victoria aparecía aún lejana y escondida en la historia de la tierra; parecía, incluso, que el adversario de Dios era el verdadero dominador del mundo.

En la primera venida, Cristo se ha mostrado en la debilidad de un niño recién nacido, abandonado a las insidias del dragón. Del mismo modo, la íntima realidad del mundo redimido permanece escondida durante el tiempo que va desde la ascensión del Señor al cielo a su vuelta gloriosa. Sólo la fe la da a conocer como presente a los fieles que siguen a Cristo. Esta fe es la que les sostiene en medio de las experiencias contrarias que les presenta la historia de cada día. Pero llega ya el final de la historia. Con la parusía de Cristo se revela la gloria del Señor y los suyos pueden contemplar en todo su esplendor aquello en lo que han creído y esperado.

Juan, por tercera vez, contempla el cielo abierto (4,1; 11,19; 19,11). Como en el momento del bautismo de Jesús (Mt 3,16), se abre todo el cielo y no sólo una puerta (como en 4,1). La visión comienza con la contemplación del caballo blanco sobre el que aparece Cristo, como un guerrero que se muestra triunfante sobre el enemigo (19,19-21). También Pablo contempla a Cristo como un guerrero "que somete a todos sus enemigos bajo sus pies (1Co 15,24-28).

El símbolo usual del juez son las nubes blancas sobre las que viene (14,14). Aquí en vez de nubes está el caballo, siempre blanco, símbolo de que pertenece al reino de los cielos: "Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama Fiel y Veraz; y juzga y combate con justicia" (19,11).

La figura del jinete no se nos describe en su aspecto externo, sino en los rasgos interiores de su ser y actuar. Dos características le dibujan ante nosotros: Fiel y Veraz. Son dos nombres que muestran su mismo ser. Y son los nombres dados antes al Hijo del Hombre en la visión de la vocación de Juan (1,12-20). En ambas ocasiones la fidelidad y la veracidad caracterizan la fiabilidad de sus palabras y la certeza de sus promesas. Ahora Cristo, con su retorno, muestra a quienes se han mantenido fieles en su seguimiento que no ha sido vana su fidelidad, que Él no les ha engañado ni defraudado. En cambio, con la siguiente anotación -juzga con justicia- proclama el engaño de quienes se habían hecho la ilusión de ser invencibles (13,4) y que podían actuar según su antojo, contra Cristo y contra sus seguidores. Cristo aparece ahora para hacer justicia a sus fieles contra sus enemigos.

Las breves anotaciones sobre su aspecto externo no son nuevas. Ya antes (1,14) hemos hallado la misma imagen que atribuía al Hijo del Hombre una mirada penetrate e iluminada. Los símbolos de dominio no tienen límite, como lo tenían los referentes al dragón (12,13) y a la bestia (13,1). El que cabalga el caballo blanco es omnipotente. Su nombre, que el sólo conoce, es "el nombre que está sobre todo nombre" (Flp 2,9). En la parusía, cuando "le veremos como realmente es" (1Jn 3,2), se nos desvelará el misterio de su ser. Le veremos como es: Hijo de Dios. Ahora Juan nos lo muestra velado en los símbolos: "Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo Él conoce" (19,12).

El hombre nunca podrá decir que conoce a Dios. El misterio de Dios queda siempre por encima de la mente del hombre. Quien quiere definir a Dios, pretendiendo encerrarlo en los límites de su razón, se queda sin Dios. Un Dios definido es un ídolo. Jamás podremos abarcar la altura, la anchura, la profundidad del misterio de Cristo, Dios y hombre. Cristo tiene un nombre que sólo Él conoce. La presunción se opone al conocimiento de Cristo, que se revela y revela el misterio del Padre a los pequeños. Los ateos quizás no acogen nuestro testimonio de Dios, porque nosotros somos idólatras. Les presentamos un ídolo en vez del rostro de Dios. Ateísmo es negación, no de Dios, sino del teísmo.

El combate apocalíptico - Apocalipsis

 



Cristo cabalga un caballo blanco, pero su manto está rojo de sangre. Cristo vuelve de la gloria vestido con un manto empapado de sangre (Is 63,1-6), símbolo de la victoria sobre el mal mediante su pasión. La sangre del manto es su sangre. El juez del mundo no es otro que el redentor. El Señor de la gloria es el mismo que vino en la debilidad. Su nombre es Palabra de Dios (Jn 1,1.14). Primero vino como revelador del Padre, anunciador del Evangelio de la salvación. Cristo dio testimonio del Padre con su palabra y con su vida hasta derramar su sangre. Ahora el Verbo de Dios se manifiesta al mundo como "fiel y veraz": "Viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios" (19,13).

En las representaciones del juicio, que nos presenta la Escritura, encontramos siempre los ejércitos del cielo que acompañan al juez (Mc 13,27; Mt 25,31; 2Ts 1,7s). Se trata de los ángeles y también de los santos (1Co 6,2), que toman parte en el juicio junto con Cristo: "Y los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos" (19,14).

Como juez, Cristo lleva a cumplimiento la historia de la Iglesia y la historia del mundo entero: "De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos; Él los regirá con cetro de hierro; Él pisa el lagar del vino de la furiosa cólera de Dios, el Todopoderoso" (19,15). Tres imágenes nos presentan a Cristo como señor y juez de los paganos; la Palabra que, como espada afilada, emite y ejecuta inmediatamente la sentencia; el cetro de hierro que le muestra como soberano (Sal 2,9) y los pies que pisan en el tino de la cólera de Dios. Como conclusión se recuerda el nombre que explica la potencia del juez y la impotencia de los imputados. El nombre lo lleva escrito en su cuerpo, en una parte que resalta en un jinete: en el muslo: "Lleva escrito un nombre en su manto y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de Señores" (19,16).

Juan, para ofrecer esta manifestación de Cristo, quizás se sirva del texto de la Sabiduría, que describe la intervención de Dios en Egipto, salvando a Israel y condenando a los egipcios: "Cuando un silencio profundo lo envolvía todo y la noche llegaba a la mitad de su carrera, tu palabra omnipotente se lanzó desde los cielos, desde el trono real, cual guerrero implacable, sobre la tierra condenada, empuñando la espada afilada de su decreto irrevocable" (Sb 18,14-15).

El combate apocalíptico - Apocalipsis




EXTERMINIO DE LAS NACIONES PAGANAS

Envuelto en los rayos refulgentes del sol aparece un ángel, que invita a las aves de rapiña al banquete que Dios les ha preparado con la carne de los malvados. La imagen, tomada de Ezequiel (Ez 39,17-20), marca el contraste con el banquete nupcial del Cordero, al que son invitados los elegidos de Dios: "Luego vi a un ángel de pie sobre el sol que gritaba con fuerte voz a todas las aves que volaban por lo alto del cielo: Venid, reuníos para el gran banquete de Dios, para que comáis carne de reyes, carne de tribunos y carne de valientes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de toda clase de gente, libres y esclavos, pequeños y grandes" (19,17-18).

Ezequiel, con la invitación al banquete, pintaba la victoria divina sobre Gog y Magog, símbolo de los enemigos del pueblo de Dios: "Te he entregado como pasto a toda clase de aves de rapiña y a la fieras del campo... Anuncia a los pájaros de todas clases y a todas las fieras del campo: congregaos, venid, reuníos de todas partes... Comeréis carne y beberéis sangre. Comeréis carne de héroes, beberéis sangre de príncipes... A mi mesa os artaréis de caballos y caballeros, de héroes y de toda clase de guerreros" (Ez 39,4.17-20).

Tras el anuncio del banquete a las aves de rapiña antes de que comience el combate, en un segundo cuadro se nos muestra su cumplimiento. Ante nuestros ojos aparece el triunfo del Logos-jinete sobre todos sus enemigos. La batalla tuvo lugar hace ya mucho tiempo, con la muerte de Jesús, y se concluyó victoriosamente con su resurrección (12,5-12). Por ello aquí no hay señal alguna de choque. Todo lo realizado en nombre del Anticristo yace derrotado y caído en el suelo. El "León de la tribu de Judá" (5,5) se revela a todo el mundo como vencedor desde hace tiempo. Cristo vence a todas las fuerzas del mal con las armas de su misterio pascual, mediante su muerte y resurrección. Cargando sobre sus hombros el mal lo clava en la cruz y lo destruye. De la muerte sale victorioso en su resurrección.
Las dos bestias son arrojadas al lugar de donde habían salido. En el infierno vuelven al eterno tormento (14,10s; 20,10.14s; 21,8). El juez proclama la pena de muerte sobre los seguidores de la bestia y la sentencia se ejecuta inmediatamente. La espada con la que Cristo combate es la palabra de Dios (2Ts 2,8): "Vi entonces a la Bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos reunidos para entablar combate contra el que iba montado en el caballo y contra su ejército. Pero la Bestia fue capturada, y con ella el falso profeta el que había realizado al servicio de la Bestia las señales con que seducía a los que habían aceptado la marca de la Bestia y a los que adoraban su imagen los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego que arde con azufre. Los demás fueron exterminados por la espada que sale de la boca del que monta el caballo, y todas las aves se hartaron de sus carnes" (19,19-21).

El combate apocalíptico - Apocalipsis



Con la condenación de la bestia y de sus seguidores, Satanás se queda sin los instrumentos con los que pretendía contraponer su reino al reino de Dios fundado por Jesucristo, es decir, la Iglesia. Ya con la redención de Cristo Satanás había perdido todas sus posiciones (12,7-12), pero aún se le había concedido un tiempo en el que podía provocar el desorden sobre la tierra. Con la Parusía de Cristo, su situación cambia radicalmente (19,11-16). El poder, con el que Satanás ha engañado a muchos en el curso de la historia, era falso, pura apariencia. Ahora queda al descubierto su impotencia. Igualmente la realidad salvífica oculta, conocida para los creyentes y presente en su vida, al final de la historia se manifiesta abiertamente a todos.

En una nueva visión, Juan contempla a un ángel que desciende del cielo con la llave del abismo y una cadena para atar a Satanás: "Luego vi a un ángel que bajaba del cielo y tenía en su mano la llave del Abismo y una gran cadena" (20,1). Cristo había declarado: "Yo tengo las llaves de la Muerte y del Hades" (1,18). Sólo Cristo, a través de su ángel, dispone de la ciudad del abismo, el lugar de castigo. Sólo Él puede abrir o cerrar sus puertas. Con gran facilidad el ángel cumple su misión. El dragón, completamente impotente, se deja encadenar: "Dominó al Dragón, la Serpiente antigua que es el Diablo y Satanás y lo encadenó por mil años" (20,2).

El encadenamiento de Satanás entra en la finalidad primera del Apocalipsis, que quiere mostrar su impotencia a quienes se enfrentan a él en el nombre del Señor. Es algo que ya Jesús había dicho a sus discípulos, como señal de la llegada del reino de Dios: "¿Cómo puede uno entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte?" (Mt 12,29).

Satanás, encadenado, desaparece de la historia. Dios garantiza su exclusión del mundo, sellando la puerta del abismo donde es recluido durante mil años, un tiempo relativamente largo. Y luego sólo subirá de allí para el juicio final (20,7-10). El número mil, -en una interpretación literal ha dado lugar al milenarismo - tiene aquí un valor simbólico. Para el Señor un día es como mil años (Sal 89,4). Se trata del tiempo eterno de Dios (2P 3,8). Se trata del tiempo presente de la Iglesia, tiempo eterno, inaugurado con la muerte y la resurrección de Cristo. ( - El milenarismo es la esperanza de un reino de Cristo sobre la tierra, que precederá al juicio final. El milenarismo, propuesto por algunos sectores de la Iglesia primitiva, alcanzó su auge en la Edad Media con Joaquín de Fiore y sigue presente hasta nuestros días. En el siglo XIX surge con fuerza en Estados Unidos en el seno de tres sectas: los mormones (J. Smith), los adventistas (W. Miller) y los testigos de Jehová (Ch. Tazé Russel). Hoy se da este milenarismo en el movimiento New Age, un nuevo tipo de religiosidad artificial y sincretista, que nace ante la amenaza de posibles calamidades. Nuestro mundo moderno, científico y técnico, se carga de esoterismo, astrología, horóscopos... En esta religiosidad naturista se esfuma el rostro del Dios personal. Dios queda reducido a una fuente impersonal de energía y de bondad)

El combate apocalíptico - Apocalipsis



Según la interpretación de san Agustín estos mil años son el tiempo de la Iglesia, que va desde la Pascua de Cristo hasta la Parusía. En este arco de tiempo el maligno no es destruido, pero sí encadenado. Es un tiempo en que Satanás está vivo, pero prisionero (Is 24,22). La victoria sobre él se realiza en la lucha diaria de los cristianos, unidos a Cristo que sostiene a sus fieles: "Lo arrojó al Abismo, lo encerró y puso encima los sellos, para que no seduzca más a las naciones hasta que se cumplan los mil años. Después tiene que ser soltado por poco tiempo" (20,3).

Encadenado Satanás, se nos invita a contemplar la sesión del juicio que se lleva a cabo en el cielo. Al juicio se presentan diversos grupos, sobre los que se dicta sentencia. El primer grupo es el de los mártires, que en todo el Apocalipsis, dirigido a reforzar la fe en medio de la persecución, ocupan siempre el primer lugar. A los mártires siguen los confesores, que durante el tiempo del Anticristo se han mantenido fieles en la confesión de la fe (13,8.15-17; 15,2), aunque no llegaron a derramar su sangre. Los jueces celestes les atribuyen, como recompensa, una vida nueva después de la muerte.

En ellos se cumple la palabra de Cristo: "Quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará" (Mc 8,35). Esta vida nueva comporta la participación en el dominio de Cristo sobre el mundo: "Luego vi unos tronos, y se sentaron en ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas de los que fueron decapitados por el testimonio de Jesús y la Palabra de Dios, y a todos los que no adoraron a la Bestia ni a su imagen, y no aceptaron la marca en su frente o en su mano; revivieron y reinaron con Cristo mil años. Los demás muertos no revivieron hasta que se acabaron los mil años. Es la primera resurrección" (20,4-5).

Esta "primera resurrección" permite a los testigos de Cristo participar del dominio glorioso de Jesucristo. Es la gloria concedida a quienes, por la confesión de Cristo, han derramado su sangre y a los que, sin llegar al martirio, se mantuvieron fieles, superando con Cristo la puerta de la muerte y alcanzando la verdadera vida. A la "primera muerte" sigue, pues, "la primera resurrección". A los demás, a los seguidores de la bestia, después de la primera muerte (19,21) les espera la "segunda muerte": "Dichoso y santo el que participa en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder sobre éstos, sino que serán Sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con Él mil años" (20,6).

El combate apocalíptico - Apocalipsis



Esta bienaventuranza declara santos a quienes participan de la primera resurrección. Esto significa que han sido liberados de todo mal para entrar en la comunión con Dios, el todo santo. Por ello la "segunda muerte" ya no les puede afectar; Dios les protege de la corrupción eterna. La primera resurrección sigue a la "primera muerte", que para el cristiano es el bautismo (Rm 6,3-4; Col 2,12).La primera resurrección consiste en la vida nueva concedida a los cristianos que dan testimonio de su Señor y buscan las cosas que le pertenecen como recomienda Pablo: "Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de allá arriba" (Col 3,1) o como nos dice Juan: "Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos" (1Jn 3,14).


SEGUNDO COMBATE ESCATOLÓGICO

Cumplido el tiempo de encadenamiento, Satanás sale de la prisión en la que Cristo le ha encerrado y se entrega con todas sus fuerzas a seducir a todas las gentes de la tierra. Como no puede contar con sus aliados, las dos bestias, se lanza directamente a la acción demoledora contra la Iglesia de Cristo. Es el último y definitivo enfrentamiento entre el Bien y el Mal, que lleva al juicio final. Nos encontramos con el cuadro trazado por Ezequiel (Ez 38,1-39,20) actualizado. Aparecen los nombres de Gog y Magog, como símbolo de las masas hostiles al reino del Mesías: "Cuando se terminen los mil años, será Satanás soltado de su prisión y saldrá a seducir a las naciones de los cuatro extremos de la tierra, a Gog y a Magog, y a reunirlos para la guerra, numerosos como la arena del mar" (20,7-8).

La situación de la Iglesia aparece de nuevo completamente desesperada. La circunda y asedia un ejército inmenso y potente. Los enemigos de Dios intentan arrebatar a Cristo el domino sobre la tierra. Pero una vez más Dios desciende en ayuda de "su ciudad amada" (Si 24,11) y en un momento, con el fuego devorador (Gn 19,24; 2R 1,10; Ez 38,22; 39,6), aniquila el poder adversario: "Subieron por toda la anchura de la tierra y cercaron el campamento de los santos y de la Ciudad amada. Pero bajó fuego del cielo y los devoró. Y el Diablo, su seductor, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la Bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos" (20,9-10).

En este último intento, en el curso de la historia terrena, se revela todo "el misterio del mal" (2Ts 2,6) en su horror y en su impotencia. La derrota de Satanás, sufrida tiempo atrás (12,7-11), es proclamada ahora históricamente.

El combate apocalíptico - Apocalipsis




EL JUICIO DE LAS NACIONES

Con la expulsión de Satanás, "señor de este mundo" (Jn 12,31), se remueve de la creación de Dios el principal factor de destrucción y desorden. Se puede, pues, reconstruir el mundo. Juan nos invita a contemplar el último acto de la historia, presentándonos un gran trono, como símbolo de la omnipotencia de Dios: "Luego vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre él. El cielo y la tierra huyeron de su presencia sin dejar rastro" (20,11).

La creación, partícipe en cierto modo del pecado del hombre, ha sufrido la maldición y se ha visto arrastrada hacia el mal (Gn 3,17; Rm 8,20ss). Ahora se ve liberada de su aspecto antinatural al resplandecer sobre ella la gloria de Dios. En los sinópticos es ampliamente descrito este final de la creación (Mc 13,24-27p). El cielo y la tierra desaparecen. Sólo queda el símbolo del juicio: el trono resplandeciente de la gloria de Dios (Dn 7,9-10).

Ante el trono del juicio, en un cierto momento aparecen todos los muertos, grandes y pequeños, sin importar donde y cuando han vivido y han sido sepultados. Ni la tierra ni las aguas pueden retenerlos en su seno: "Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono; fueron abiertos unos libros, y luego se abrió otro libro, que es el de la vida; y los muertos fueron juzgados según lo escrito en los libros, conforme a sus obras. Y el mar devolvió los muertos que guardaba, la Muerte y el Hades devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus obras" (20,12-13).

En una escena impresionante se abren dos libros. Uno contiene la lista de los ciudadanos del cielo. Es el libro de la vida (3,5; 17,8) o "el libro de la vida del Cordero" (13,8; 21,27; Ex 32,32; Sal 69,28; Dn 12,1). Otros textos del Nuevo Testamento también mencionan este libro que contiene los nombres de los destinados a la vida eterna (Flp 4,3; Lc 10,20; Hb 12,23). El otro libro contiene el protocolo de lo que cada uno ha hecho durante la vida. Es el libro de las obras (Dn 7,10). El juicio no es, por tanto, sino la manifestación de lo que cada uno ha sido y ha hecho durante su vida (Jn 3,18s; 2Co 5,10).

Con el juicio final se llega al fin. El "mundo perverso" (Ga 1,4) deja su lugar al "mundo futuro" (Mt 12,32; Ef 1,21; 2,7...). Los poderes de este mundo, que deben su existencia al pecado (Rm 5,12-21), son eliminados: "la muerte como último enemigo" (1Co 15,26) es eliminada de la creación de Dios antes de que la vida celebre su triunfo eterno: "La Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego este lago de fuego es la muerte segunda y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego" (20,14-15).

El combate apocalíptico - Apocalipsis



[_Principal_]     [_Aborto_]     [_Adopte_a_un_Seminarista_]     [_La Biblia_]     [_Biblioteca_]    [_Blog siempre actual_]     [_Castidad_]     [_Catequesis_]     [_Consultas_]     [_De Regreso_a_Casa_]     [_Domingos_]      [_Espiritualidad_]     [_Flash videos_]    [_Filosofía_]     [_Gráficos_Fotos_]      [_Canto Gregoriano_]     [_Homosexuales_]     [_Humor_]     [_Intercesión_]     [_Islam_]     [_Jóvenes_]     [_Lecturas _Domingos_Fiestas_]     [_Lecturas_Semanales_Tiempo_Ordinario_]     [_Lecturas_Semanales_Adv_Cuar_Pascua_]     [_Mapa_]     [_Liturgia_]     [_María nuestra Madre_]     [_Matrimonio_y_Familia_]     [_La_Santa_Misa_]     [_La_Misa_en_62_historietas_]     [_Misión_Evangelización_]     [_MSC_Misioneros del Sagrado Corazón_]     [_Neocatecumenado_]     [_Novedades_en_nuestro_Sitio_]     [_Persecuciones_]     [_Pornografía_]     [_Reparos_]    [_Gritos de PowerPoint_]     [_Sacerdocip_]     [_Los Santos de Dios_]     [_Las Sectas_]     [_Teología_]     [_Testimonios_]     [_TV_y_Medios_de_Comunicación_]     [_Textos_]     [_Vida_Religiosa_]     [_Vocación_cristiana_]     [_Videos_]     [_Glaube_deutsch_]      [_Ayúdenos_a_los_MSC_]      [_Faith_English_]     [_Utilidades_]