Dichos de los Sabios de Israel: Sobre el Culto - 11. El Culto sostiene el Mundo - 12. El Sábado, Delicia del Hombre
E. JIMENEZ
HERNANDEZ
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11. EL CULTO SOSTIENE EL MUNDO
1. Dios derrama bendiciones sobre los que le dan culto
2. Al cesar el culto se cierra el cielo
3. Los sacerdotes devuelven las llaves del Templo
4. Si haces la voluntad de Dios, El hace la tuya
12. EL SABADO, DELICIA DEL HOMBRE
1. El sábado, delicia del hombre
3. El sábado es el día más preciado
4. El sábado canta la gloria del Creador
6. El sábado sabe de eternidad
7. El sábado, bendición para el hombre
9. El sábado, consuelo del hombre
12. Hasta los animales descansan el sábado
11. EL CULTO SOSTIENE EL MUNDO
1. DIOS DERRAMA BENDICIONES SOBRE LOS QUE LE DAN
CULTO
El segundo pie del trípode sobre el que se asienta el
mundo, según los sabios, bendita sea su memoria, es el culto del Templo.
¿Cómo lo sabemos? Esto es lo que dijeron los sabios, bendita sea su
memoria:
Durante todo el tiempo en que se mantuvo el culto del
Templo, el mundo era una bendición para sus habitantes y la lluvia caía
a su debido tiempo, según se dice: “Amando a Yahveh, vuestro Dios, y
sirviéndole con todo vuestro corazón y toda vuestra alma, daré a vuestro
país lluvia a su tiempo, la lluvia primera y la tardía y tú podrás
cosechar tu trigo, tu mosto y tu aceite” (Dt 11,13-14).
Entonces, mientras se mantuvo el culto del Templo,
había bendición en el mundo: lo barato abundaba, el grano y el vino eran
copiosos, los hombres comían y se saciaban, y hasta los animales comían
y se saciaban, según se dice: “Daré hierba a tu campo para tu ganado”
(Dt 11,15).
2. AL CESAR EL CULTO SE CIERRA EL CIELO
Pero desde que el Templo fue destruido, la bendición
se alejó del mundo, según se dice: “Tened mucho cuidado no sea que,
seducido vuestro corazón, os descarriéis y sirváis a otros dioses y os
prosternéis ante ellos; porque la cólera de Yahveh se encendería contra
vosotros y cerraría los cielos: no habría lluvia y el suelo no daría su
fruto, y pereceríais pronto sobre el excelente país que Yahveh os
entrega” (Dt 11,16-17).
Y la Escritura también dice: “Prestad atención, por
favor, desde este día en adelante. Antes de que se pusiera piedra sobre
piedra en el Templo de Yahveh, durante ese tiempo, cuando uno llegaba a
un montón de grano de veinte medidas, había diez; cuando uno iba al
lagar para extraer cincuenta medidas, había veinte” (Ag 2,15-16).
Dijo Israel ante el Santo, bendito sea: Señor del
universo, ¿por qué nos has hecho esto a nosotros? El espíritu santo les
respondió: “Esperasteis mucho y he aquí poco... ¿Por qué? Porque mi Casa
está en ruinas, mientras que vosotros corréis cada uno a su casa” (Ag
1,9).
-También dice la Escritura: “Habéis sembrado mucho y
habéis recogido poco; comisteis y no os habéis saciado; bebisteis pero
sin quitaros la sed; os vestisteis pero no habéis sentido calor; y el
asalariado ha echado el jornal en bolsa agujereada” (Ag 1,6):
-“Sembrasteis mucho y habéis recogido poco” desde que
desapareció la ofrenda de la gavilla (Lv 23,10ss).
-“Comisteis y no os habéis saciado” desde que
desapareció el pan de la proposición (Lv 24,5-9).
-“Bebisteis pero sin quitaros la sed” desde que
desaparecieron las libaciones (Lv 23,37).
-“Os vestisteis y no habéis sentido calor” desde que
desaparecieron las vestiduras sacerdotales.
-“Y el asalariado ha echado el jornal en bolsa
agujereada” desde que desaparecieron los siclos del Templo (Ex
30,11-16).
Y también dice la Escritura: “Pues la higuera no
rebrotará ni habrá frutos en las viñas; será falaz el producto de los
olivos; los campos no producirán alimento; desaparecerá del aprisco el
ganado menor y no habrá reses vacunas en los establos” (Ha 3,17):
-“Pues la higuera no rebrotará” desde que cesó la
ofrenda de los primeros frutos (Lv 23,9-14).
-“Ni habrá frutos en las viñas” desde que cesaron las
libaciones (Lv 23,37).
-“Será falaz el producto de los olivos” desde que
cesó el óleo de las lámparas (Lv 24,2-4) y el óleo de la unción (Ex
30,22-33; 29,7-9).
-“Los campos no producirán alimento” desde que
desapareció el balanceo de las ofrendas (Lv 23,11).
-“Desaparecerá del aprisco el ganado menor” desde que
cesaron los sacrificios diarios (Nm 28,3-8) y los adicionales (Nm
28,9ss).
-“Y no habrá reses vacunas en los establos” desde que
cesaron los sacrificios pacíficos (Lv 3;7,11).
3. LOS SACERDOTES DEVUELVEN LAS LLAVES DEL TEMPLO
También se ha dicho: “¡Abre, oh Líbano, tus puertas y
devore el fuego tus cedros!” (Za 11,1). Esto se refiere a los sumos
sacerdotes que estaban en el templo. Cuando vieron que el templo era
destruido y quemado el santuario, cogieron las llaves y subieron al
pináculo y desde allí las tiraron hacia lo alto, diciendo:
-Señor del universo, he ahí las llaves que nos
entregaste, pues no hemos sido guardianes fieles para cumplir la orden
del rey y comer de su mesa.
Pero, para mañana, cuando sea reconstruido el Templo,
¿qué dice la Escritura? “Y será reedificada la ciudad sobre su montículo
de ruinas y el palacio en su emplazamiento habitual se asentará. Y
saldrán de ellos cantos de alabanza y voces de gente jubilosa” (Jr
30,18-19). “Y yo en Yahveh me regocijaré, exultaré en el Dios de mi
salvación. Yahveh Adonay es mi fortaleza” (Ha 3,18-19).
4. SI HACES LA VOLUNTAD DE DIOS, EL HACE LA TUYA
También dice la Escritura: Pero si vosotros os
cuidáis del servicio del Templo, yo os bendeciré como al principio,
según está dicho: “Prestad atención, por favor..., a partir del
veinticuatro del noveno mes, cuando se echaron los cimientos del Templo
de Yahveh... ¿quedaba grano en el granero? Viñas, higueras, granados y
olivos no producían. A partir de ese día los bendigo” (Ag 2,18-19).
Yehudah b. Tema dice: Sé fuerte como el leopardo,
ligero como el águila, veloz como la gacela y poderoso como el león,
para hacer la voluntad de tu Padre que está en el cielo, según se dice:
“Hace la voluntad de aquellos que le temen y escucha su clamor y los
salva” (Sal 145,19).
También decía: Haz su voluntad como la tuya propia,
para que El haga tu voluntad como la suya. Niega tu voluntad ante la
suya, para que El anule la voluntad de otros ante la tuya.
12. EL SABADO DELICIA DEL HOMBRE
1. EL SABADO DELICIA DEL HOMBRE
Está escrito: “Seis días trabajarás y harás todos tus
trabajos”.
Sobre esto enseñaron los sabios, bendita sea su
memoria: ¿Pero es posible que un hombre haga
todos sus trabajos
en sólo seis días? Es evidente que no. Aquí significa: “Descansa
como
si tu trabajo ya estuviera hecho”.
Y añadieron: Descansa del
pensamiento del
trabajo. Por eso también está escrito: “Si apartas tu pie de violar el
sábado, de hacer tu negocio en el día santo, y llamas al sábado
Delicia... entonces te deleitarás en el Señor” (Is 58,13-14).
El sábado es dado por el Santo, bendito sea, para que
el hombre se deleite en él: Santifica, pues, el sábado con alimentos
escogidos, con vestidos hermosos; deleita tu alma con placer y Yo te
recompensaré por este mismo placer.
Por ellos enseñaron los sabios, bendita sea su
memoria: El que disminuye el deleite del sábado es como si robara la
Šekinah, porque el sábado es la única hija del Santo, bendito sea.
Cuentan los sabios, bendita sea su memoria, que, al
atardecer del sexto día, primer día de vida del hombre, descendieron
tres miríadas de ángeles con arpas, liras y toda clase de instrumentos
musicales en las manos, y recitaron con Adán un cántico, según está
dicho: “Salmo. Canción para el día del sábado: Es bueno dar gracias a
Yahveh, proclamar por la mañana tu gracia y tu fidelidad en las velas
nocturnas” (Sal 92,1-3).
Cuando el hombre pecó, el Santo, bendito sea, guardó
el sábado en su santo cielo. Pero El había hecho el sábado para el
hombre, por ello dijo a Moisés:
-Tengo en mi santa Morada un hermoso obsequio que se
llama Sábado; quiero dárselo a Israel.
Por ello, Moisés nos dijo:
-“Recuerda el día del sábado para santificarlo: seis
días trabajarás y harás tu faena, pero el séptimo es sábado en honor de
Yahveh, tu Dios, no harás ningún trabajo” (Ex 20,8-10).
3. EL SABADO ES EL DIA MAS PRECIADO
El día séptimo lo escogió el Santo, bendito sea, para
santificarlo y lo llamó “el día más preciado”, pues en él unió cielo y
tierra, y lo bendijo, como está dicho: “Y bendijo Yahveh el día séptimo
y lo santificó” (Gn 2,3) porque en ese día descansó de todo su trabajo;
y se lo dejó en herencia a su pueblo, al que escogió entre el resto de
las naciones; puso el sábado en el lote de Israel para que no hubiera
aflicción en sus tiendas, ya que con gran alegría se lo había dado
Yahveh.
Dichosos los que guardan el sábado y dichosos los que
lo celebran con gozo, y dichosos los que lo honran, como está dicho: “Y
le honras evitando tus marchas y no abordando negocios ni tratos” (Is
58,13).
4. EL SABADO CANTA LA GLORIA DEL CREADOR
Enseñaron los sabios, bendita sea su memoria: A la
vuelta a casa desde la sinagoga entonamos el canto: “La paz sea con
vosotros, ángeles de la paz”.
Cuando Adán vio la majestad del sábado, su grandeza y
su gloria, y la alegría que confería a todos los seres, entonó un
cántico de alabanza al sábado para darle gracias. Entonces el Santo,
bendito sea, le dijo:
-¿Entonas un cántico de alabanza al sábado y ninguno
a Mí, el Señor y Creador del sábado?
Al oírlo, el sábado se levantó y se postró ante el
Santo, bendito sea, proclamando:
-“Es bueno dar gracias al Señor”.
Y toda la creación se unió al sábado, añadiendo:
-“Y cantar alabanzas a tu Nombre, oh Altísimo” (Sal
92,2).
El sábado nos enseña a cantar las alabanzas del
Señor.
5. DIOS GUARDA Y SANTIFICA EL SABADO
El Santo, bendito sea, guardó y santificó el sábado,
y ¿no ha de guardarlo y santificarlo Israel? Has de saber, dicen los
sabios, bendita sea su memoria, que así fue. Cuando Israel atravesaba el
desierto, durante cuarenta años, el Santo, bendito sea, les estuvo
repartiendo el maná en los seis días de la creación, pero no lo repartía
en sábado.
Acaso digas que carecía de recurso para repartirlo
todos los días y por eso no se lo daba el sábado, pero no es así, pues
el poder de su Nombre no se acaba jamás. Lo que ocurría es que el sábado
estaba ante su presencia y el Santo, bendito sea, lo guardaba y
santificaba. Por eso el sexto día les daba doble ración, según está
escrito: “Considerad que Yahveh os instituyó el sábado. Por eso el día
sexto os da pan para dos días” (Ex 16,29).
Cuando los israelitas advirtieron que el sábado
estaba delante del Santo, bendito sea, descansaron también ellos, como
está escrito: “Descansó, pues, el pueblo el séptimo día” (Ex 16,30).
6. EL SABADO SABE DE ETERNIDAD
Los sabios, bendita sea su memoria, enseñaron: El
sábado es un recordatorio de los dos mundos: de éste y del venidero. Es
figura de ambos. Porque el sábado es alegría, santidad y descanso. La
alegría es parte de este mundo. La santidad y el descanso son del mundo
venidero.
El sábado es como un señor y rey de los demás días.
Por eso decimos del sábado: “¡Alégrense los cielos, regocíjese la
tierra!” (Sal 96,11). Los cielos simbolizan el mundo futuro, mientras
que la tierra simboliza este mundo terreno.
El Santo, bendito sea, bendijo y santificó el día del
sábado, ¿y no va a bendecirlo y santificarlo Israel?
De aquí que los sabios, bendita sea su memoria,
enseñaran: A todo el que pronuncie la bendición de despedida del sábado
sobre el vino, se le prolongarán sus días y sus años en este mundo y en
el mundo futuro, según está escrito: “Pues por mí se multiplicarán tus
días” (Pr 9,11) en este mundo; y en relación al mundo futuro está
escrito: “Se te añadirán años de vida” (Ibidem) en el futuro que ha de
venir.
En cierta ocasión exclamó un Rabbí:
-¡Qué preciosa es la Fiesta de las Tiendas! Mientras
permanecemos en la Tienda incluso nuestro cuerpo se ve rodeado de
santidad.
Pero otro le contestó:
-El sábado es aún más precioso. Durante la Fiesta
puedes salir momentáneamente de la Tienda, mientras que el sábado te
envuelve de santidad donde quiera que vayas.
Cuentan los sabios, bendita sea su memoria, que
cuando el Santo, bendito sea, iba a dar la Torá a Israel, les dijo:
-Hijos míos, si aceptáis mi Torá y observáis mis
preceptos, os daré por toda la eternidad lo más precioso que tengo entre
mis posesiones.
-Y ¿qué es eso tan precioso que nos darás si
aceptamos tu Torá?
-El mundo venidero.
-Muéstranos en este mundo una imagen del mundo
venidero.
-El sábado es una imagen del mundo venidero.
7. EL SABADO, BENDICION PARA EL HOMBRE
Cuentan los sabios, bendita sea su memoria: El primer
hombre pecó al crepúsculo del sábado y fue echado del paraíso. Los
ángeles del servicio gritaban contra él:
-¡Que Adán no pase la noche en la gloria! “¡Hecho
semejante a las bestias, que perezca!” (Sal 49,13).
Entonces se presentó el sábado y se constituyó en
defensor del hombre. El sábado dijo ante el Santo, bendito sea:
-Señor del universo, en los primeros seis días nadie
ha sido asesinado y ¿habría de empezarse conmigo? ¿Es ésta mi
santificación? ¿Es ésta mi bendición? Pues está escrito: “Y Dios bendijo
el séptimo día y lo santificó” (Gn 2,3).
Al escuchar la intercesión del sábado en favor del
hombre, el Santo, bendito sea, libró al hombre de la Gehenna. Adán vio
el poder del sábado y le ensalzó, diciendo:
-Por algo el Santo, bendito sea, ha bendecido y
santificado el sábado.
Y Adán empezó a cantar himnos al sábado, como está
escrito: “Salmo. Cántico para el día del sábado” (Sal 92,1).
Rabbí Aqiba dice: Hay un canto especial para cada día
de la semana, que los levitas solían cantar en el templo de Jerusalén.
El primer día cantaban:
-La tierra es del Señor.
El segundo día cantaban:
-Grande es el Señor.
Y así sucesivamente cantaban los demás días. Pero el
sábado cantaban:
-“Un salmo: un canto para el Día Sábado” (Sal 92,1),
un canto para el tiempo por venir, para el día en que todo será sábado y
descanso en la vida eterna.
Por ello, el sábado se dice una oración de acción de
gracias al final:
Que el todo misericordioso
nos permita
heredar el día
que será todo
sábado
y descanso en
la vida eterna.
Y cuatro veces, a lo largo del sábado, se reza:
Señor, Dios nuestro, permítenos heredar tu Santo
Sábado.
9. EL SABADO, CONSUELO DEL HOMBRE
Cuando el hombre pecó, Yahveh “expulsó a Adán” del
Jardín del Edén y lo hizo habitar junto al paraíso de la delicia. Adán
fue y se asentó en el monte Moria para trabajar la tierra de la que
había sido creado.
Rabbí Yehudah decía: El Santo, bendito sea, junto con
sus ángeles, fue el primero en guardar el sábado, y Adán fue el primero
en guardarlo entre los de abajo. Y, de este modo, el sábado le guardaba
a él de todo mal y lo consolaba de todas las angustias de su corazón,
como está escrito: “Cuando en mi interior se multiplican mis angustias,
tus consuelos regocijan mi alma” (Sal 94,19).
En el crepúsculo del sábado, entre dos luces, Adán se
sentaba y meditaba en su corazón:
-¡Ay de mí! Quizá vuelva la serpiente que me engañó
la víspera del sábado y me ataque al talón, como está escrito: “Tú le
atacarás al talón” (Gn 3,15).
Entonces le fue enviada una columna de fuego para
darle luz y para guardarlo de todo mal. Al ver Adán la columna de fuego
se le alegró el corazón y dijo:
-Ahora sé que el Omnipotente está conmigo.
Y extendió sus manos hacia la luz del fuego y bendijo
al Creador de las luminarias de fuego, diciendo:
-Bendito Tú, Yahveh, Dios nuestro, rey del universo,
creador de las luminarias de fuego.
Enseñaron los sabios, bendita sea su memoria: Rabbí
Yehudah preparó una vez la comida para el emperador: le sirvió platos
calientes para un día corriente y platos fríos para el sábado.
El emperador, maravillado, le dijo:
-Estos platos fríos son mil veces mejores que los
calientes. ¿De dónde les viene este olor tan delicioso?
Le respondió:
-Nosotros para estos platos usamos un condimento, que
falta en las despensas del emperador.
-¿A mis despensas les falta algo?
-Sí, les falta el condimento del sábado.
-Entonces, danos un poco de él.
Le respondió:
-No te serviría de nada. Sólo sirve para quienes
observan el sábado. Para quienes no le observan es inútil.
Rabbí José, hijo de Rabbí Judahs, decía:
Cuando, en la vigilia del sábado, un hombre vuelve a
su casa de la sinagoga, le acompañan dos ángeles: uno bueno y otro malo.
Si llega a casa y encuentra que la lámpara está
encendida y la mesa preparada, el ángel bueno exclama: “¡Así sea también
el próximo sábado!”. Y, entonces, el ángel malo tiene que responder:
“Amén”.
Pero, si al llegar a casa, la lámpara no está
encendida ni la mesa puesta, entonces es el ángel malo el que exclama:
“¡Que así sea también el próximo sábado!”. Y el ángel bueno se siente
obligado a responder: “Amén”.
12. HASTA LOS ANIMALES DESCANSAN EL SABADO
Había una vez un hombre piadoso que tenía una vaca
con la que araba todos los días, pero, cuando llegaba el sábado, la
dejaba descansar. Al cabo de un tiempo, se empobreció aquel hombre y se
quedó sin nada. Vendió la vaca a un gentil, el cual aró con ella seis
días. Cuando llegó el sábado, también sacó la vaca para arar, pero
apenas la vaca sintió el yugo sobre su cuello, se tumbó bajo el yugo,
pues no quería trabajar en sábado. El gentil la golpeó, pero no le
sirvió de nada. La vaca no se alzaba del suelo. Entonces el gentil se
fue a buscar al hombre piadoso, que se la había vendido, y le dijo:
-Ven y coge tu vaca, pues sólo ha querido trabajar
seis días. Al séptimo se ha tumbado bajo el yugo, sin querer hacer
trabajo alguno. La he golpeado, pero no se ha movido.
Apenas lo oyó, el hombre piadoso comprendió la causa
de que la vaca no quisiera trabajar, pues había aprendido a descansar en
sábado. Dijo aquel hombre al gentil:
-Ven conmigo, que yo la haré levantarse y trabajar.
Cuando estuvo junto a la vaca, le dijo al oído:
-¡Ay, pobre vaca mía!, cuando me pertenecías, tú y yo
guardábamos el sábado, pero ahora, a causa de mis pecados, he tenido que
venderte a este hombre; te ruego que hagas la voluntad de tu nuevo
señor.
Cuando acabó de hablar, la vaca se puso en pie y se
dispuso a hacer su trabajo. Al verlo, el gentil preguntó:
-Dime, ¿la has embrujado? No te dejaré hasta que me
digas que es lo que has hecho o dicho al oído.
El hombre piadoso se lo contó todo. Al oírlo, el
gentil se asustó y se dijo:
-¿Qué es esto? Ella, que no tiene inteligencia,
reconoce a su Creador y yo, que me creó el Santo, bendito sea, a su imagen y
semejanza, que me dio inteligencia, ¿no voy a ser capaz de reconocer a mi
Creador?
Al instante se volvió temeroso de los cielos y se
hizo digno de aprender la Torá, y fue llamado R. Hanina: “hijo de la Vaca”.
También ocurrió a José, el Venerador del Sábado, que
tenía un vecino gentil muy rico, al que todo el mundo decía:
-Todo el oro y plata que tienes lo heredará José, el
Venerador del Sábado.
Tantas veces lo oyó aquel gentil que, temeroso de
perder sus bienes, los vendió y compró a cambio una perla preciosa, que
colocó en la copa de su sombrero para llevarla siempre consigo y así
asegurarse que no iría a parar a manos de José. Pero, al pasar por el
puente, sopló el viento y le voló el sombrero de la cabeza; el sombrero cayó
al agua y se lo tragó un pez.
Quiso el Santo, bendito sea, que aquel pez lo pescara
un pescador la víspera del sábado. El pescador se fue en seguida a venderlo.
Iba gritando:
-¿Quién me compra un pez por un ducado?
Pero no encontraba a nadie que se lo comprara. Meditó
el pescador en su corazón y se dijo: “Iré a casa de José, el Venerador del
Sábado, que suele comprar tales manjares para celebrar el sábado; quizás me
compre este pez”.
Fue a casa de José y éste lo compró y se apresuró a
prepararlo en honor del sábado. Cuando abrió el pez, encontró en su interior
la perla que había pertenecido a aquel gentil, vecino suyo, y la vendió por
trece mil dinares de oro.
Ese es el tesoro del Sábado, que heredan cuantos le
veneran, celebrándolo con comidas exquisitas y hermosos vestidos, como
dijeron los sabios, bendita sea su memoria: “Dieciocho vestidos puede el
hombre ponerse en sábado”.