Dichos de los Sabios de Israel: 13. Unión de la Comunidad con el Sábado y 14. La Asamblea de Israel
E. JIMENEZ
HERNANDEZ
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13. UNION DE LA COMUNIDAD CON EL SABADO
1. El sábado corona la creación
2. Israel casado con el sábado
7. El sábado es para el hombre
13. UNION DE LA COMUNIDAD CON EL SABADO
1. EL SABADO CORONA LA CREACION
Los sabios, bendita sea su memoria, enseñaron: “El
mundo no estaría completo si los seis días no se coronaran con la
creación del sábado”.
Rabbí Genina decía: Esto se puede comparar a un rey
que prepara una cámara nupcial, la enluce, pinta y adorna. ¿Qué falta en
la cámara nupcial? La esposa que entre en ella.
De la misma manera, ¿de qué carecía el universo? Del
sábado.
Y añaden los sabios, bendita sea su memoria:
Imaginemos un rey que hiciese un anillo. ¿Qué le faltaría? Un sello.
Igualmente, ¿de qué carecía el universo? Del sábado.
Así aprendemos que el sábado es como una novia. Y así
como una novia va hacia su prometido en toda su belleza, engalanada y
perfumada, así viene el sábado a Israel, bello y perfumado, tal como
está escrito: “Y el día séptimo descansó y tomó respiro” (Ex 31,17). Y
inmediatamente después se lee: “y dio a Moisés como prometida”, para
enseñarnos que al igual que una novia está bella y engalanada, así el
sábado está bello y engalanado; lo mismo que el esposo se viste sus
mejores ropas, así el hombre viste sus mejores trajes para el sábado. Y
como un hombre se regocija durante todos los días de la celebración
nupcial, también se regocija en el sábado. Y como el hombre no trabaja
el día de su boda, así se abstiene de trabajar el sábado.
2. ISRAEL CASADO CON EL SABADO
Los sabios, bendita sea su memoria, enseñaron: Está
escrito: “Recuerda el día del sábado para santificarlo” (Ex 20,8).
Rabbí Berechja enseñaba: El sábado de la creación no
tenía compañero. El domingo iba con el lunes; el martes, con el
miércoles; el jueves, con el viernes. Pero el sábado estaba sin
compañero.
Rabbí Simeón enseñaba: El sábado dijo al Santo,
bendito sea: Señor de los mundos, todos los otros días tienen compañero.
¿Cómo es que yo no tengo?
Entonces el Santo, bendito sea, respondió: “La
comunidad de Israel será tu compañero”.
Por ello, cuando los israelitas estaban frente al
Sinaí, el Santo, bendito sea, les dijo: “Recordad la palabra que Yo dije
al sábado: ¡La comunidad de Israel será tu compañero!”.
Por eso está escrito: “Recuerda el día del sábado
para santificarlo”, que quiere decir: “para unirte a él en
matrimonio”.[1]
Se cuenta que Rabbí Yanai en la víspera del sábado
vestía sus mejores ropas y se dirigía al sábado, exclamando:
-¡Ven, oh Prometida, ven, oh Prometida!
Y su compañero Rabbí Hanina igualmente, al atardecer
de la víspera del sábado, se vestía con hermosos trajes y salía bailando
y exclamando en presencia de sus amigos:
-Venid, salgamos a dar la bienvenida a la Reina.
De aquí que enseñaran los sabios, bendita sea su
memoria: Puesto que el sábado y la comunidad de Israel son la novia y
Dios es el novio, rezamos:
-Concédenos ser como tu novia, y que tu novia
encuentre en Ti la paz.
Enseñaron los sabios, bendita sea su memoria: El
sábado se casa realmente con Israel y la ceremonia de la víspera del
sábado es como la ceremonia nupcial, es decir, cuando la novia es
llevada a su cámara. El sábado también es llamado Reina por ser una
novia real: todos los israelitas son príncipes. Por ello, a la puesta
del sol de la víspera del sábado, Rabbí Hanina exclamaba:
-Venid, vayamos a recibir a la Reina.
Así es como se da la bienvenida a la novia. Pero
Rabbí Yanni se comportaba de modo diferente. El no invitaba a salir al
encuentro de la novia. Al contrario, él permanecía en su lugar,
esperando a la novia para, apenas llegase, decirle:
-Entra, novia mía.
Pues la novia llega a casa de su esposo después de la
ceremonia en casa de su padre.
Por ello, concluyeron los sabios, bendita sea su
memoria:
Es obligación de todo hombre poner gran celo en los
preparativos del sábado, en estar tan activo y diligente como el que
sabe que la reina va a venir a alojarse en su casa, o que la novia con
todo su séquito vienen a visitarlo. ¿Qué haría este hombre? Se alegraría
en extremo y exclamaría: ¡Qué gran honor me hacen viniendo a morar bajo
mi techo!
Entonces diría a los criados:
-Preparad la casa, limpiadla y preparad los lechos
para su llegada. Yo iré a comprar pan, carne y pescado, todo lo que
pueda obtener en su honor.
Esto es lo que hacía Rabbí Judá ben Ilai. La víspera
del sábado le llevaban una jofaina llena de agua caliente, se lavaba la
cara, las manos y los pies y, envuelto en túnicas de lino adornadas con
franjas, se sentaba y parecía un ángel del Señor.
Enseñaron los sabios, bendita sea su memoria: El
sábado no le está permitido al hombre salir con una espada, un arco, un
escudo o una jabalina. Si el sábado lleva armas, viola su paz y es
culpable.
Rabbí Eliezer, en cambio, pensaba que no se era
culpable si sólo llevaban esas armas como adorno.
Pero los sabios, bendita sea su memoria, enseñaron
que las armas jamás son un adorno. Son siempre una vergüenza. Porque del
futuro mesiánico está escrito: “Forjarán de sus espadas azadones, de sus
lanzas podaderas; no llevará espada nación contra nación, ni se
ejercitarán más en el arte de la guerra” (Is 2,4).
7. EL SABADO ES PARA EL HOMBRE
Rabbí Simeón ben Menasías enseña: Está escrito:
“Guardad el sábado, porque es sagrado para vosotros” (Ex 31,13).
El sábado se os ha entregado a vosotros y no vosotros habéis sido
entregados al sábado.
Y Rabbí Nathan dice: Observa lo que está escrito:
"Los israelitas guardarán el sábado, celebrándolo a lo largo de
todas sus generaciones" (Ex 31,16). Esto quiere decir que tú, para
salvar una vida, puedes profanar el sábado, para que la persona a la que
salvas la vida pueda celebrar todavía muchos sábados.
Sólo está dicho: el sábado no hagas
tus
asuntos ni sigas tus caminos. Actuar en las cosas del Santo,
bendito sea, está siempre permitido.
Rabbí Leví ben Jitá enseñaba: “Negra soy” todos los
días del año, “pero hermosa” (Ct 1,5) el Sábado; o bien “negra soy”
todos los días del año, “pero hermosa” el
Yom kippur; “negra soy”
en este mundo, “pero hermosa” en el mundo venidero.
“Negra soy” por haber hecho el becerro; “pero
hermosa” por el arrepentimiento. Tengo la iniquidad del becerro, pero
también el mérito de haber acogido la Torá y haber hecho el tabernáculo,
sobre el que se posó la Šekinah.
La Asamblea de Israel dijo: “soy negra” a mis propios
ojos, ��pero hermosa” ante el Santo, bendito sea, pues está escrito:
“Para Mí sois la Casa de Israel, ¡oráculo de Yahveh!” (Am 9,7).
Por ello dijeron los sabios, bendita sea su memoria:
“El rey queda cautivo en las trenzas” (Ct 7,6) se refiere al Rey de
reyes, el Santo, bendito sea, como está escrito: “Yahveh es rey, de
majestad se ha vestido” (Sal 93,1). “Cautivo en las trenzas” porque se
apresó a sí mismo con el juramento de que posaría su
Šekinah en
medio de Israel.
“Nuestra hermana es tan pequeñita” (Ct 8,8), dijeron
los sabios, bendita sea su memoria, se refiere a Israel.
Rabbí Azaryá en nombre de Rabbí Yehudá ben Simón
dijo: En la época mesiánica vendrán todos los ángeles custodios de las
naciones extranjeras a acusar a Israel ante el Santo, bendito sea,
diciendo:
-¡Señor del universo! Estos han practicado la
idolatría y estos otros también, éstos han sido desvergonzados y estos
otros también, éstos han derramado sangre y estos otros también, ¿por
qué, pues, éstos bajan a la Gehenna y estos otros no?
Les responderá el Santo, bendito sea:
-Nuestra hermana es tan pequeñita e, igual que a los
pequeños se les perdona lo que hacen porque son pequeños, así también
todo lo que los israelitas estropean a lo largo del año con sus pecados,
cuando llega Yom Kippur lo expía por ellos y se les perdonan sus
pecados, como está escrito: “Porque en ese día se hará expiación por
vosotros” (Lv 16,30).
Los sabios, bendita sea su memoria, describen el
acontecimiento del Sinaí como la celebración de los esponsales de Dios
con Israel.
Decía Rabbí Yose: Ha venido el Señor del Sinaí (Dt
33,2) a recibir a Israel como el novio sale al encuentro de la novia,
según está escrito: “Y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti
tu Dios” (Is 63,5).
Rabbí Berejah enseña: Moisés habló a los israelitas:
Hijos míos, cuando estabais en el país de Egipto, yo os dije: “El Señor,
el Dios de vuestros padres, me ha mandado a vosotros” (Ex 3,13). Cuando
me preguntasteis después: “Cuál es su nombre?” (Ex 3,13), yo respondí de
su parte: “Yo soy el que seré” (Ex 3,14). Pero, ahora que la asamblea de
Israel está cara a cara ante El, todos vosotros podéis oír directamente
de El: “Yo soy Yahveh, tu Dios” (Ex 20,2).
Rabbí Levi dijo: El Santo, bendito sea, apareció como
una estatua, que mostraba su rostro en todas las direcciones. Mil
personas podían mirarla, pensando cada uno que le estaba mirando a él.
Así, cada israelita pensaba que la Palabra que salía de la boca del
Santo, bendito sea, se dirigía a él personalmente.
Por ello no dice: “Yo soy
vuestro Dios”, sino
en singular: “Yo soy Yahveh, tu Dios” (Ex 20,2).
4. MI AMADO ES MIO Y YO SOY SUYA
Dijo la Asamblea de Israel: “Mi amado es mío y yo soy
suya” (Ct 2,16). El es mi Dios y yo soy su pueblo: El es mi Dios, como
está escrito: “Yo soy Yahveh, tu Dios” (Ex 20,2). Y yo soy su pueblo y
su nación, como está escrito: “Escúchame, pueblo mío, préstame oído, oh
mi nación” (Is 51,4).
El es mi padre y yo soy su hijo. El es mi padre, como
está escrito: “Tú eres nuestro padre” (Jr 31,9). Y yo soy su hijo, como
está escrito: “Israel es mi hijo, mi primogénito” (Ex 4,22), y también:
“hijos de Yahveh sois vosotros” (Dt 14,1).
El es mi pastor y yo su rebaño. El es mi pastor, como
está escrito: “Pastor de Israel, escucha” (Sal 80,2). Y yo soy su
rebaño, como está escrito: “Vosotros sois mi rebaño, ovejas de mi
pastizal” (Ez 34,30).
El es mi guardián y yo soy su viña. El es mi
guardián, como está escrito: “Mira que no duerme ni reposa el guardián
de Israel” (Sal 121,4). Y yo soy su viña, como está escrito: “La viña
del Señor de los Ejércitos es la casa de Israel” (Is 5,7).
Rabbí Elazar ben Ilay añadió: El me cantó y yo le
canté. El me alabó y yo le alabé. El me llamó: “hermana mía, esposa,
paloma mía, la más pura” (Ct 5,2). Y yo dije de El: “Así es mi amado y
mi amigo” (Ct 5,16). El me dijo: “¡Qué hermosa eres, mi amor!” (Ct 4,1).
Y yo le contesté: “¡Qué hermoso eres, mi amor, qué maravilloso!” (Ct
1,16). El me dijo: “¡Dichoso tú, Israel, quién como tú!” (Dt 33,29). Y
yo le dije: “¡Quién como Tú entre los dioses, oh Yahveh!” (Ex 15,11). El
me dijo: “¡Quién hay como Israel, nación única en la tierra!” (2S 7,23).
Y yo declaro que El es único dos veces al día, cuando oro: “Escucha,
Israel, Yahveh, nuestro Dios, es único” (Dt 6,4).
Y el Santo, bendito sea, dijo a la Asamblea de
Israel:
-¡Que bella eres, amada mía, qué bella eres! Palomas
son tus ojos! (Ct 4,1). Qué bellas son tus obras, amada mía, Asamblea de
Israel, cuando haces mi voluntad y escrutas mi Torá. ¡Son como pichones
de paloma, dignos de ser ofrecidos sobre el altar!
Enseñaron los sabios, bendita sea su memoria: Acerca
de la llegada del pueblo al Sinaí, leemos: “En el mes tercero después
que los hijos de Israel salieran de la tierra de Egipto,
este día
llegará al desierto del Sinaí” (Ex 19,1).
¿Por qué dice
este día? ¿No debería decir:
aquel día? Esto es para significar que el día en que fue dada la
Torá nunca podrá convertirse en pasado; aquel día es este día, cada día
que se reúne la asamblea de Israel para escuchar las palabras de la
Torá. Siempre que las escuchamos debe ser para nosotros “como si
estuviéramos escuchándolas en el Sinaí”.
Lo mismo se aplica al día de la salida de Egipto: “En
todo tiempo, al celebrar la Pascua, el hombre debe verse como si él
mismo hubiera salido de Egipto”.
R. Eliezer ben Yacob comentó: “Moisés y los
sacerdotes levitas hablaron a todo Israel, diciendo: ¡Calla y escucha,
Israel! En este día te has convertido en pueblo” (Dt 27,9). ¿Es
que habían recibido aquel día la Torá? ¿No es cierto que hacía ya
cuarenta años que la habían recibido? ¿Cómo se puede decir “en este
día”?
Se nos enseña que cuando Moisés les explicó la Torá y
ellos la aceptaron con buena cara, la Escritura lo consideró como si
aquel día la hubieran recibido del Sinaí, y por eso está escrito “en
este día te has convertido en pueblo de Yahveh, tu Dios”.
Sobre las peregrinaciones dijo Rabbí Samuel ben
Najmán: Se puede comparar a un rey que tenía un huerto en el que plantó
hileras de nogales, manzanos y granados y se lo cedió a su hijo,
diciéndole:
-No te exijo más que cuando estas plantaciones den
sus frutos me traigas los primeros y así me des el gusto de ver el fruto
de mis manos y me alegre por ti.
Así mismo dijo a Israel el Santo, bendito sea:
-Hijos míos, no os exijo más que cuando os nazca un
primogénito Me lo consagréis, como está escrito: “Consagradme todo
primogénito” (Ex 13,2). Y cuando subáis en peregrinación subidlo a él y a
todos vuestros varones a fin de mostrármelos.
Por eso amonestó Moisés diciendo: “Tres veces al año
comparecerán todos tus varones ante la presencia de Yahveh” (Ex 23,17).
Enseñaron los sabios, bendita sea su memoria: “Montón
de trigo” (Ct 7,3) se refiere al “montón de sacrificios de expiación”, que
ofrece la Asamblea de Israel. “Rodeado de flores” (Ct 7,3) se refiere a las
palabras de la Torá que son suaves como azucenas.
Y se preguntaron los sabios, bendita sea su memoria:
¿Por qué “montón de trigo”? ¿No sería más bello decir “montón de piñas”? Y
responden:
-Quizás, pero el mundo puede vivir sin piñas y no
puede vivir sin trigo.
Sobre ello se cuenta que la paja, el tamo y el
rastrojo estaban discutiendo entre ellos. La paja dijo:
-La tierra se siembra por mi causa.
Lo mismo decían el tamo y el rastrojo. Pero el trigo,
que les oyó, dijo:
-Esperemos hasta que llegue el momento de la trilla y
entonces sabremos por quién se sembró el campo.
Llegó ese momento y el propietario, después de la
trilla, se dispuso a aventar la era. Cogió la paja y la tiró a la tierra; al
tamo se lo llevó el viento; y el rastrojo lo quemó. Pero el trigo lo recogió
y formó con él un montón. Todos los que pasaban por allí, al ver el montón
de trigo, lo besaban, como está escrito: “Besad el grano no sea que El se
enoje” (Sal 2,12). Así sucede con las naciones extranjeras. Unas y otras
dicen: “Por nosotras fue creado el mundo”. Pero Israel les contesta:
-Esperemos que llegue el día del Santo, bendito sea,
y entonces sabremos por quién fue creado el mundo.
Por eso está escrito: “Pues he aquí que llega el día,
abrasador como un horno” (Ml 3,19), y también: “Los aventarás y el viento se
los llevará” (Is 41,16). Pero sobre Israel está dicho: “Pero tú exultarás en
Yahveh, en el Santo de Israel te gloriarás” (Ibidem).
7. ISRAEL, BENDICION DEL MUNDO
Rabbí Eliezer compara a la Asamblea de Israel con los
ríos de agua. Del mismo modo que los ríos, mientras discurren por el campo,
son buenos, benditos y dulces y aportan bendición al mundo, pero cuando
desembocan en el mar se hacen malditos, malos y amargos y no aportan ninguna
bendición al mundo, así Israel, mientras confía en la sombra protectora de
su Creador y hace la voluntad del Santo, bendito sea, es bendito, bueno y
dulce y por él viene la bendición al mundo y el mundo se mantiene en pie;
pero cuando los israelitas se apartan de su Creador y ponen su confianza en
lo que no aprovecha, es decir, en las leyes de los gentiles, entonces se
hacen malditos y rebeldes y no aportan ninguna bendición al mundo.