Dichos de los Sabios de Israel: 15 Las Alabanzas del Señor
E. JIMENEZ
HERNANDEZ
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El Santo, bendito sea, creó el gran mar que rodea
todo el mundo, como una especie de bóveda sostenida por una gran
columna. Las aguas inferiores se levantan sobre las aguas primordiales;
las aguas primordiales se levantan sobre las aguas del Océano; y las
aguas del Océano se levantan sobre “las aguas que lloran”.
Las aguas que puso en lo alto se regocijaron y
dijeron: somos felices por estar cerca de nuestro Creador, bajo el trono
de la Gloria. Volaban con gran alegría y todos los días entonaban
alabanzas y glorificaciones al Santo, bendito sea.
¿Por qué se llaman las otras “aguas que lloran”? Esto
enseñan los sabios, bendita sea su memoria: Se llaman “aguas que lloran”
porque, en el momento en que el Santo, bendito sea, dividió las aguas,
las puso abajo, lejos de El. Entonces empezaron a llorar, diciendo:
-¡Ay de nosotras, que no hemos merecido estar cerca
de nuestro Creador!
Con atrevimiento intentaron subir hacia arriba, pero
el Santo, bendito sea, las reprendió y les puso un dique para que nunca
le traspasaran. Entonces ellas dijeron al Santo, bendito sea:
-Nosotras sólo hemos obrado así a causa de tu gloria.
Por ello el Santo, bendito sea, les dijo:
-Puesto que lo habéis hecho a causa de mi gloria,
sabed que no daré permiso a las aguas superiores de entonar el cántico
ante Mí hasta que no os pidan permiso a vosotras. Así está dicho: “Más
que la voz de caudalosas aguas, más potente que las olas del mar, es
Yahveh potente en lo alto” (Sal 93,4).
2. OFRENDA DEL SANTUARIO CELESTE
Enseñan los sabios, bendita sea su memoria: Por
encima de las nubes celestes está la “Residencia” (Is 63,15). En
la Residencia hay construido un altar y Miguel, el Príncipe de Israel,
es el Sumo Sacerdote. Está en pie y presenta el sacrificio diario.
¿En qué consisten las ofrendas que presenta? ¿Ofrece
corderos? No, sino que los sabios, bendita sea su memoria, dijeron:
-Miguel, Príncipe de Israel, como Sumo Sacerdote en
los cielos desde el día de la destrucción del Templo y desde que los
sacerdotes dejaron de oficiar, ofrece el alma de los justos hasta que el
Templo sea reconstruido. Cuando el Templo sea reconstruido, el Santo,
bendito sea, hará descender a la Jerusalén de abajo el Templo que hay en
la Residencia.
Sobre “jubilaremos y nos alegraremos ante Ti” (Ct
1,4), enseñaron los sabios, bendita sea su memoria: “Si un hombre se
casa con una mujer y, después de vivir con ella diez años, no le ha dado
hijos, no está autorizado a renunciar”.
Rabbí Idí dijo: Se cuenta de una mujer que convivió
con su marido diez años sin dar a luz hijos. Fueron a ver a Rabbí Simeón
ben Yajay con la idea de separarse. El les dijo:
-¡Por lo que más queráis! Os aconsejo que de la misma
manera que os unisteis con un banquete, no os separéis sin un banquete.
Se fueron los esposos e hicieron fiesta con un gran
banquete y bebidas abundantes. Cuando el marido recobró el buen humor,
-perdido por la falta de hijos y la inminente separación-, dijo a la
esposa:
-¡Hija! busca el objeto de mayor valor que haya en la
casa, tómalo y vete a casa de tu padre.
¿Qué hizo ella? Una vez que el marido se durmió, hizo
señas a los siervos y siervas y les dijo:
-Cogedlo y llevadlo con su lecho a casa de mi padre.
Cuando se despertó del sueño y se le pasó el efecto
del vino, el marido preguntó:
-¿Dónde estoy?
Ella le contestó:
-En casa de mi padre.
El replicó:
-¿Y qué se me ha perdido a mí en casa de tu padre?
Entonces ella le respondió:
-¿No me dijiste anoche que tomara el objeto de mayor
valor y me lo llevara a casa de mi padre? Pues en casa y en el mundo
entero no hay para mí nada más valioso que tú.
Fueron de nuevo a visitar a Rabbí Simeón, que oró
sobre ellos, y engendraron, pues así como el Santo, bendito sea, hace
fértiles a las estériles (Gn 21,1-2), también los justos pueden
conseguirlo.
De aquí dedujeron los sabios, bendita sea su memoria:
Si a cualquier ser humano, por sólo decir a un semejante “no hay para mí
en el mundo nada más valioso que tú”, se le concede la fertilidad, a los
israelitas que día tras día esperan la salvación del Santo, bendito sea,
y dicen “no hay para nosotros en el mundo nada más valioso que tú”, con
mayor razón se les ha de conceder la fecundidad de sus vidas. Por eso
dicen: “Jubilaremos y nos alegraremos ante Ti”.
Así narraron los sabios, bendita sea su memoria: Se
parece a una reina, cuyo marido, el rey, y sus hijos y sus yernos
partieron a tierras lejanas. Después de un largo tiempo unos mensajeros
vieron a decirle:
-¡Han vuelto tus hijos!
Ella les contestó:
-¡Que se alegren mis nueras!
-¡Han vuelto también tus yernos!
-¡Que se alegren mis hijas!
Por fin le anunciaron:
-¡Ha llegado el rey, tu esposo!
Entonces ella exclamó:
-¡Este sí que es mi gozo, gozo sobre gozo!
De la misma manera, cuando los profetas anuncian a
Jerusalén:
-Tus hijos vienen de lejos (Is 60,4).
Ella responde:
-Que exulten las poblaciones de Judá (Sal 48,12).
-Y tus hijas desde los confines de la tierra (Is
43,6)
Ella responde:
-Que se alegre el monte Sión (Sal 48,12).
Pero cuando se le dice:
-He aquí que tu rey viene a ti, justo y victorioso...
sobre un asno (Za 9,9).
Y también:
-¡Regocíjate, hija de Sión!.
Entonces exclama, exultante:
-Con gozo me gozaré en Yahveh, exultaré en mi Dios
(Is 61,10).
La Asamblea de Israel dijo: Esa soy yo, y soy amada.
Yo soy la que el Santo, bendito sea, eligió por compañera. Yo soy el
narciso de Šarón, porque quedé oculta a la sombra de los egipcios y me
encontró el Santo, bendito sea, y destilé buenas obras como una azucena,
entonando ante El una canción, como está escrito: “Tendréis canción como
en la noche en que celebrasteis la fiesta” (Is 30,29).
Yo soy el narciso de Šarón, porque estuve oculta a la
sombra del Mar Rojo y destilé buenas obras como una azucena y Le señalé
con el dedo al salir de mi inmersión, como está escrito: “El es mi Dios
y he de alabarlo” (Ex 15,2).
Yo soy el narciso de Šarón, porque estuve escondida a
la sombra del Sinaí y destilé como una azucena buenas obras de acción y
pensamiento, y dije ante El: “todo lo que ha dicho Yahveh haremos y
obedeceremos” (Ex 24,7).
Yo soy el narciso de Šarón, porque fui pisoteada a la
sombra de los imperios, pero, cuando mañana el Santo, bendito sea, me
libere de la sombra de los imperios, destilaré buenas obras como una
azucena y le dedicaré un cántico nuevo, como está escrito: “Cantad a
Yahveh un cántico nuevo..., su diestra lo ha salvado, también su brazo
santo” (Sal 98,1).
Rabbí Abá ben Kahana dijo: La Asamblea de Israel dijo
ante el Santo, bendito sea: Esa soy yo, y soy amada, porque aunque estoy
sumida en la más profunda de las angustias, cuando me saque el Santo,
bendito sea, destilaré buenas obras como una azucena y entonaré una
canción en su presencia, como está escrito: “¡Ay, Yahveh!, en el apuro
he recurrido a Ti” (Is 26,16).
Rabbí Ajá aclaró: La Asamblea de Israel dijo: Cuando
fijas los ojos en mí, destilo buenas obras como una azucena y entono una
canción ante Ti, como está escrito: “Canción de las subidas: Desde los
abismos a Ti clamé, Yahveh” (Sal 130,1).
Lo sabios, bendita sea su memoria, concluyeron: La
Asamblea de Israel lo pronunció ante el Santo, bendito sea, queriendo
decir: Esa soy yo y soy amada, pues aunque estoy hundida en las
profundidades, cuando el Santo, bendito sea, me libere, yo destilaré
buenas obras y entonaré una canción ante El, como está escrito: “Ha
puesto en mi boca una canción nueva” (Sal 40,4).
6. ISRAEL: HIJA, HERMANA Y MADRE DEL SEÑOR
Rabbí Simeón ben Yajay preguntó a Rabbí Elezar ben
Yosé: ¿Por casualidad no escuchaste a tu padre qué significa “con la
corona que le ciñó su madre” (Ct 3,11)?
Le respondió:
-Sí.
Le preguntó:
-¿Y qué decía?
-Mi padre lo comparaba a un rey que tenía una hija
única a la que quería extraordinariamente y la llamaba “hija mía”; pero
siguió amándola más y llegó a llamarla “hermana mía”; y siguió amándola
más, hasta que la llamó “madre mía”.
Así también, al comienzo el Santo, bendito sea, amaba
a Israel y lo llamaba “hija mía”, como está escrito: “Escucha, hija mía,
y mira” (Sal 45,11); pero siguió amándolo y lo llamó “hermana mía”, como
está escrito: “¡Abreme, hermana mía!” (Ct 5,2); y siguió amándolo más
hasta que lo llamó “madre mía”, como está escrito: “Escúchame, pueblo
mío y mi nación” (Is 51,4), que hay que entenderlo “madre mía”.
Se levantó Rabbí Simeón y le besó en la cabeza,
exclamando:
-Aunque no hubiera venido más que para oír de tu boca
esta explicación, habría valido la pena.
“Tus ojos son palomas” (Ct 4,1). Los sabios, bendita
sea su memoria, enseñaron:
Así como la paloma es perfecta, también la comunidad
de Israel es perfecta. Como la paloma camina airosa, también Israel
camina airoso en el tiempo de sus tres peregrinaciones. Como la paloma
es modesta, también Israel debe ser modesto.
Como la paloma ofrece su cuello para la inmolación,
también Israel, como está escrito: “Por tu causa se nos mata todos los
días” (Sal 44,23). Como la paloma sirve de expiación por las faltas,
también Israel sirve de expiación por las naciones, para que no sea
destruido el mundo por su culpa, y por eso está escrito: “en pago de mi
amor me acusan, mas soy todo plegaria” (Sal 109,4).
Como la paloma que, una vez que reconoce a su pareja,
no la cambia ya por otro, también Israel, una vez que reconoció al
Santo, bendito sea, no lo cambió por otro.
Como la paloma no abandona jamás su nido, ni siquiera
cuando la quitan las crías, tampoco Israel dejó de celebrar las tres
peregrinaciones, aunque el Templo hubiera sido destruido.
Como la paloma renueva cada mes su nidada, también
Israel renueva cada mes el estudio de la Torá, el cumplimiento de los
preceptos y las buenas acciones.
8. LA ASAMBLEA DE ISRAEL ES UN NOGAL
“Bajé a mi nogueral” (Ct 6,11). Los sabios, bendita
sea su memoria, han comparado a la Asamblea de Israel con el nogal. Y
así como las nueces no pueden burlar la aduana, pues se oye su ruido y
son descubiertas, así también los israelitas, vayan donde vayan, no
pueden ocultar que son el pueblo santo. ¿Por qué? Porque se les reconoce
siempre, como está escrito: “Todos los que los ven los reconocen, ¡son
la semilla que ha bendecido Yahveh” (Is 61,9).
Y así como, si coges una nuez del montón, todas
ruedan dando vueltas una tras otra, así también en la Asamblea de
Israel, si es golpeado uno, todos lo sienten, como está escrito: “¿Acaso
si un hombre solo peca te encolerizas con toda la comunidad?” (Ne
16,22).
Dijo Rabbí Leví: Todas las acciones de Israel son
distintas de las acciones de las naciones extrajeras: su forma de
labrar, plantar, sembrar, segar, amontonar las gavillas, trillar,
almacenar, pisar la uva, construir sus tejados, tratar las primicias,
tratar su cuerpo, cortarse el pelo y calcular el tiempo.
-En su forma de labrar porque está escrito: “No
labrarás con un buey y un asno” (Dt 22,10).
-En su forma de sembrar, porque está escrito: “No
sembrarás tu viña con varias clases de semillas” (Dt 22,9).
-En su forma de plantar, pues está escrito:
“Consideraréis su fruto como incircunciso” (Lv 19,23).
-En su forma de segar, pues está escrito: “Cuando
recolectéis la cosecha de vuestra tierra, no segarás hasta el borde de
tu campo” (Lv 19,9).
-En su forma de amontonar las gavillas, pues está
escrito: “Si olvidaste una gavilla en el campo” (Dt 24,19).
-En su forma de almacenar y pisar la uva, pues está
escrito: “No retrasarás la ofrenda de tu cosecha y tus caldos” (Ex
22,28) y también: “La producción de tu era y de tu lagar” (Nm 18,27).
-En la forma de tratar las primicias, pues está
escrito: “Todo primogénito que nazca... lo consagrarás a Yahveh” (Dt
15,19).
-En su forma de tratar su cuerpo: pues está escrito:
“No haréis incisión en vuestra carne a causa de un muerto” (Lv 19,28).
-En su forma de cortarse el pelo, pues está escrito:
“No rasurarás el extremo de tu barba” (Lv 19,27).
-En su forma de calcular el tiempo, porque los
israelitas se rigen en su calendario por la luna y las naciones
extranjeras lo hacer por el sol.
9. CANTO DEL DESIERTO Y LA TIERRA ENTERA
Dijo Rabbí Berekya: “Yo soy el narciso de Šarón” (Ct
2,1) lo pronunció el desierto: Yo el desierto soy amado, pues todas las
cosas buenas del mundo están ocultas en mí, como está escrito: “Pondré
en el desierto cedros y acacias” (Is 41,19). El Santo, bendito sea, las
puso en mí para que estuvieran resguardadas y, cuando El me las pidiera,
yo le retornara su depósito sin detrimento. Y yo destilo buenas obras y
entono ante El una canción, como está escrito: “Alégrese el desierto y
el yermo” (Is 35,1).
Y los sabios, bendita sea su memoria, dijeron: “Yo
soy el narciso de Šarón” lo pronunció la tierra: Esa soy yo y soy amada,
pues todos los muertos se hallan ocultos en mí, como está escrito:
“Revivirán tus muertos, mis cadáveres resurgirán” (Is 26,19). Cuando el
Santo, bendito sea, me los reclame, se los devolveré y destilaré buenas
obras como una azucena, y entonaré una canción ante El, como está
escrito: “Desde el borde de la tierra oímos cánticos” (Is 24,16).
10. DIOS HABLA EN EL SANTUARIO
Rabbí Azarya aplicó el verso “El rey Salomón se hizo
un palanquín” (Ct 3,9) al Santuario.
Y Rabbí Yehudá ben Ilay dijo: Esto se puede comparar
a un rey que tenía una hija pequeña. Hasta que creció y se desarrolló, el
rey se encontraba con ella en el mercado y le hablaba en público, en las
calles y las plazas. Pero una vez que creció se dijo el rey: No le conviene
a mi hija que le hable en público; que se le haga un pabellón, y cuando
quiera hablar con ella, lo haré dentro del pabellón.
Así hizo el Santo, bendito sea, según está escrito:
“Cuando Israel era un niño Yo lo amé” (Os 11,1). En Egipto le vieron en
público, como está escrito: “Y Yahveh pasará para herir a los egipcios” (Ex
12,23). En el Mar le vieron en público, como está escrito: “Los israelitas
vieron su gran poder” (Ex 14,31). En el Sinaí le vieron cara a cara, como
está escrito: “Dijo: Yahveh vino del Sinaí” (Dt 33,2).
Pero una vez que los israelitas estuvieron en el
Sinaí y recibieron la Torá y dijeron “todo lo que Yahveh diga haremos y
obedeceremos” y “que nos haga una nación completa”, dijo el Santo, bendito
sea: No les conviene a mis hijos que hable con ellos en público. ¡Que me
hagan un Santuario! Y cuando quiera hablar con ellos lo haré dentro del
Santuario. Por ello está escrito: “Cuando Moisés entraba en la Tienda de
Reunión para hablar con El” (Nm 7,89).