Dichos de los Sabios de Israel - Las Obras, Fruto de la Palabra y el Culto: 16. Obras de Misericordia - 17. Conversión - 18. Los dos Caminos
E. JIMENEZ
HERNANDEZ
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III. LAS OBRAS, FRUTO DE LA PALABRA Y EL CULTO
1. Misericordia quiero y no sacrificios
2.
Misericordia del Santo con Adán
3. Obras de misericordia de Daniel
4. Honor de la boda y del funeral
7. La misericordia proporciona abogados defensores
2. Conviértete un día antes de la muerte
3. Ponme en peligro y me convertiré a Ti
5. Abre un resquicio a la conversión
7. El Señor levanta a los caídos
8. Cumple su voluntad y El cumplirá la tuya
9. La conversión sólo en esta vida
2. Cuatro puertas para llegar a la muerte
1.
MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIOS
Según los sabios, bendita sea su memoria, el tercer
pie sobre el que se sustenta el mundo son las obras de misericordia.
¿Cómo lo sabemos? Pues, porque desde el principio el
mundo fue creado por la misericordia, según se dice: “Pues yo dije: el
mundo fue construido con misericordia; en los mismos cielos has
establecido tu fidelidad” (Sal 89,3).
Salían una vez de Jerusalén Rabbán Yojanán b. Zakkay
y R. Yehosúa, su discípulo, que iba tras él; vieron el templo en ruinas
y R. Yehosúa exclamó:
-¡Ay de nosotros!, pues está en ruinas el lugar donde
se expiaban nuestros pecados.
Le respondió el maestro:
-Hijo mío, no te aflijas. Nosotros contamos con una
expiación mejor que aquella.
-¿Y cuál es?
-Las obras de misericordia, pues se ha dicho:
“Misericordia quiero y no sacrificios” (Os 6,6)
2. MISERICORDIA DEL SANTO CON ADAN
El Santo, bendito sea, decía a los ángeles
servidores:
-Venid y ejercitemos la misericordia con el primer
hombre y su ayuda, pues el mundo se sostiene sobre las obras de
misericordia, como está escrito: “Misericordia quiero y no sacrificio”.
Y descendieron los ángeles servidores junto con el
Santo, bendito sea. Los ángeles, como amigos del novio, custodiaban los
doseles, como está escrito: “Porque a sus ángeles ha dado órdenes para
que te guarden en todos tus caminos” (Sal 91,11).
Tus caminos
no
son otros que el camino de los esposos (Pr 30,19). Y el Santo, bendito
sea, actuaba como celebrante de bodas.
Y ¿qué hace el celebrante? Se pone de pie y bendice a
la novia bajo el baldaquino. Pues de la misma manera el Santo, bendito
sea, se puso en pie y bendijo a Adán y a su ayuda, como está dicho: “Y
Dios los bendijo” (Gn 1,28).
3. OBRAS DE MISERICORDIA DE DANIEL
Así lo encontramos, tras la destrucción del templo,
en Daniel, varón carísimo, hombre que gozaba de la predilección del
Señor (Dn 10,11). ¿Y cuáles eran las abras de misericordia que
practicaba? El solía preparar a la novia y alegrarle, acompañar a los
muertos, dar limosna al pobre, rezar tres veces cada día y su oración
era recibida con agrado, según se ha dicho: “Cuando Daniel se enteró de
que había sido firmado el documento, entró en su casa, cuyas ventanas se
abrían en su cámara superior, en dirección a Jerusalén, y en tres
momentos del día caía de rodillas y oraba y daba gracias ante su Dios,
tal como lo había hecho con anterioridad” (Dn 6,11).
4. HONOR DE LA BODA Y DEL FUNERAL
Los sabios de Israel, bendita sea su memoria, han
considerado, entre las primeras obras de misericordia, el homenaje al
amor de los recién casados y al enterrar a los muertos. Para cumplirlas
se puede incluso interrumpir el estudio de la Torá. Así dicen:
Cuando dos discípulos de los sabios están sentados,
ocupados en el estudio de la Torá, y pasa ante ellos una boda o un
cortejo fúnebre, si en la comitiva hay gente suficiente, no dejarán el
estudio; en el caso contrario, se levantarán y aclamarán y celebrarán a
los novios o acompañarán al muerto.
En cierta ocasión estaba R. Yehudah sentado,
enseñando a sus discípulos, y pasó una novia. Cogió ramas de mirto en la
mano y aclamó a la novia hasta que se alejó de él.
En otra ocasión estaba igualmente sentado, enseñando
a sus discípulos, y pasó ante él una novia. Preguntó a sus discípulos:
-¿Qué es esto?
-Una novia que pasa.
-Hijos míos, -les dijo-, levantaos y atended a la
novia, pues así lo encontramos respecto al Santo, bendito sea, que se
cuidó de la novia, según se dice: “Y transformó Yahveh Dios la costilla
que había tomado del hombre en mujer y se la presentó a Adán” (Gn 2,22).
Dios realizó una obra de misericordia al llevar a la novia, Eva, a su
boda. Pues, si El cuidó de la novia, con mayor razón debemos hacerlo
nosotros. La primera vez el Santo, bendito sea, actuó como padrino de
boda. En adelante el hombre debe conseguirse un padrino.
Se dice también: “Esta sí que es hueso de mis huesos
y carne de mi carne” (Gn 2,23). La primera vez Eva fue sacada de Adán,
en adelante el hombre debe casarse con la hija de su prójimo.
Salomón, el sabio de los sabios, bendita sea su
memoria, había comprendido que la misericordia era ante el Santo,
bendito sea, mejor que los holocaustos y sacrificios. Por eso, al
edificar el Templo, hizo dos puertas: una para los esposos y otra para
los dolientes y excomulgados.
Los sábados iban los israelitas a sentarse entre las
dos puertas. Cuando alguien pasaba por la puerta de los esposos, sabían
que era un novio y le decían:
-El que habita en esta Casa te llene con la alegría
de hijos e hijas.
Y cuando alguien entraba por la puerta de los
dolientes, si iba cubierto, sabían que guardaba luto y le decían:
-El que habita en esta Casa te consuele.
Y si no iba cubierto, sabían que era un excomulgado y
le decían:
-El que habita en esta Casa te consuele y mueva el
corazón de tus compañeros a perdonarte.
Así todos los israelitas podían cumplir las obras de
misericordia que quiere el Santo, bendito sea.
“Como una flor entre los cardos” (Ct 2,2), lo
interpreta Rabbí Abahú: Como una flor languidece cuando le afecta el
bochorno, pero al recibir el rocío rebrota, así el justo languidece en
medio del mundo, pero cada día rebrota al recibir el rocío del Santo,
bendito sea, como está escrito: “Seré como rocío para Israel que, como
una flor, se abrirá” (Os 14,6). Y, como una flor no deja de serlo
mientras conserva su aroma, así Israel no dejará de existir mientras
conserve la Torá y las buenas obras.
Y, como una flor no tiene otra razón de ser que su
aroma, así también los justos no fueron creados más que para la
salvación del mundo.
Y, como las flores son para los sábados y días
festivos, así Israel lo es para la salvación futura.
Dijo Rabbí Berekya: El Santo, bendito sea, ordenó a
Moisés que fuera a decir a los israelitas: Hijos míos, cuando estabais
en Egipto erais “como una flor entre los cardos”, y ahora que vais a
entrar en la tierra de Canaán seguiréis siendo “como una flor entre los
cardos”. Tened cuidado de no actuar ni como unos ni como otros, según
está escrito: “ni como se practica en el país de Egipto, donde habéis
estado, ni conforme al uso del país de Canaán, adonde os llevo, habéis
de obrar” (Lv 18,3).
7. LA MISERICORDIA PROPORCIONA ABOGADOS DEFENSORES
R. Eliezer dice: Todo el que realiza una obra de
misericordia adquiere un abogado. Todo el que comete una transgresión,
adquiere un acusador. Arrepentimiento y buenas obras, en cambio, son
como un escudo frente a las calamidades.
Por ello enseñaron los sabios, bendita sea su
memoria: El hombre tiene tres amigos durante su vida: sus hijos, su
dinero y sus buenas obras. Cuando llega la hora de salir de este mundo,
reúne a sus hijos y les dice:
-Por favor, venid y salvadme del juicio de la muerte.
Pero ellos le responden:
-¿No has oído que nadie tiene poder sobre el día de
la muerte? ¿No está escrito “que el hermano no puede redimir al hermano”
(Sal 49,8)?
Entonces, el hombre junta todo su dinero y le dice:
-Yo me he afanado a todas horas por ti, de noche y de
día. Te ruego, por favor, sálvame de la muerte.
Le responde:
-¿Nunca oíste: “no aprovecha la fortuna el día de la
ira” (Pr 11,4)? ¿No oíste acaso que “nadie puede pagar a Dios su
rescate” (Sal 49,8)?
-¿Por qué?
-Porque “es muy caro el rescate de su alma” (Sal
49,9).
Finalmente reúne a sus buenas obras y les dice:
-Venid vosotras y libradme de esta muerte, haceos
fuertes conmigo y no permitáis que salga de este mundo.
Ellas le responden:
-Vete en paz, pues antes de que tú llegues allá
nosotras te precederemos, como está dicho: “Delante de ti caminará tu
justicia y la gloria de Yahveh te seguirá” (Is 58,8).
Los sabios, bendita sea su memoria, enseñaron: Cuando
el mundo aún no había sido creado y el Santo, bendito sea, estaba solo,
le vino al pensamiento crear el mundo. Y mientras proyectaba el mundo
ante sí, vio que el mundo no se tenía en pie.
¿Con qué se puede comparar esto? Con un rey que desea
construir un palacio y hasta que no diseña en tierra los cimientos,
señalando entradas y salidas, no empieza a construirlo.
Así el Santo, bendito sea, proyectó el mundo y, al
ver que no se mantenía en pie, no empezó a construirlo hasta que creó la
conversión, como fundamento del mundo, como está escrito: “Antes que las
montañas se engendraran conviertes al hombre en polvo” (Jr 17,12).
Y, cuando el Santo, bendito sea, dijo a la Torá:
-Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza (Gn
1,26).
Le replicó la Torá:
-¡Señor del universo!, el mundo es tuyo. Pero este
hombre que Tú quieres crear “de días es corto, pero de pasión está
lleno” (Jb 14,1), y caerá en las manos del pecado. De modo que si Tú no
vas a dar largas a tu ira para con él, mejor le sería no venir al mundo.
Replicó el Santo, bendito sea:
-¿Es que voy a ser llamado sin razón “lento a la ira
y rico en misericordia” (Ex 34,6)?
2. CONVIERTETE UN DIA ANTES DE LA MUERTE
R. Eliezer solía repetir: Conviértete un día antes de
tu muerte.
Sus discípulos le preguntaban:
-Pero, ¿cómo puede un hombre conocer el día de su
muerte para convertirse el día anterior?
Les respondía:
-Que se convierta hoy no sea que muera mañana; que
vuelva a hacerlo mañana no sea que muera pasado mañana. De esto modo
toda su vida transcurrirá en la conversión, según se dice: “En todo
tiempo sean tus vestidos blancos y no falte ungüento sobre tu cabeza”
(Qo 9,8).
3. PONME EN PELIGRO Y ME CONVERTIRE A TI
“¡Arrástrame, correremos tras ti!” (Ct 1,4).
Arrástrame, incitando contra mí a mis malvados vecinos, y correremos
tras ti. R. Aibú dijo: Esto se asemeja a un rey que se enojó con la
reina e incitó contra ella a sus malvados vecinos y ella comenzó a
clamar: ¡Oh Rey, mi señor, sálvame! Así también Israel, cuando los
“sidonitas, amalequitas y ammonitas os oprimieron, entonces clamasteis a
Mí y os libré de su mano” (Jc 10,11).
Otros interpretan el ¡arrástrame! como ¡ponme en
peligro! y “correremos tras ti”. Otra opinión dice “hazme pobre” y
“correremos tras ti”; como lo que decía R. Ajá: Cuando el judío se ve
obligado a comer algarrobas, entonces hace penitencia; o como decía R.
Aqiba: la pobreza le cuadra a la hija de Jacob como una cinta roja en el
cuello de un caballo blanco.
Dijo R. Yehudá en nombre de R. Jamá de Kefar-Tejumin:
Se asemeja a un rey que tenía una hija única y estaba ansioso por
conversar con ella. ¿Qué hizo? Hizo una proclama diciendo:
-¡Que todo el pueblo vaya al campo de juego!
Cuando todos estaban en el campo de juego, hizo una
señal a sus siervos y éstos se echaron sobre ella de repente como si
fueran salteadores. Ella, entonces, comenzó a gritar:
-¡Padre, padre, sálvame!
El le dijo:
-Si no te hubieran hecho esto, no habrías gritado:
¡Padre, padre, sálvame!
Así también, cuando los israelitas estaban en Egipto,
los egipcios los oprimían, y ellos comenzaron a gritar y a alzar sus
ojos hacia el Santo, bendito sea, como está escrito: “acaeció, al cabo
de aquellos largos días, que falleció el rey de Egipto y los hijos de
Israel gemían bajo la servidumbre y clamaron” (Ex 2,23), y al punto el
Santo, bendito sea, “escuchó su lamento” (Ex 2,24) y los sacó con mano
fuerte y brazo extendido.
El Santo, bendito sea, estaba ansioso por oír su voz,
pero ellos no querían. Hizo que el Faraón cambiara de opinión y los
persiguiera, como está escrito: “endureció Yahveh el corazón del Faraón,
rey de Egipto y los persiguió” (Ex 14,8). Cuando los israelitas vieron a
los egipcios a sus espaldas, alzaron los ojos hacia el Santo, bendito
sea, y gritaron en su presencia, como está escrito: “Los israelitas
alzaron sus ojos y allí estaban los egipcios” (Ex 14,10), “y gritaron
los israelitas a Yahveh” (Ibidem) con el mismo grito que habían dado en
Egipto. Cuando el Santo, bendito sea, les oyó, les dijo:
-Si no os hubiera hecho esto, no habría oído vuestra
voz.
Y al punto “les salvó Yahveh en aquel día” (Ex
14,30).
Rabbí Ismael enseñó: ¿A qué se puede comparar a los
israelitas cuando salieron de Egipto? A una paloma que, huyendo del
halcón, se fue a refugiar en una grieta de la roca y encontró que allí
anidaba una serpiente, que había llegado antes que ella. La paloma no
podía entrar en la grieta de la roca, porque la serpiente estaba en su
nido, ni volver atrás porque el halcón la perseguía. ¿Qué hizo entonces
la paloma? Comenzó a zurear y a golpear sus alas para que la oyera el
dueño del palomar y viniera a salvarla.
Semejante a la paloma fueron los israelitas junto al
Mar. No podían entrar en el Mar porque todavía no se había abierto para
ellos. Ni podían volver atrás porque el Faraón les perseguía. ¿Qué
hicieron?
“Los israelitas
sintieron gran temor y clamaron a Yahveh” (Ex 14,10), y al punto “salvó
Yahveh en aquel día a Israel” (Ex 14,30).
Y ¿por qué el Santo, bendito sea, les puso en tal
aprieto? De tal situación está dicho: “Paloma mía, en los huecos de la
peña déjame oír tu voz” (Ct 2,14). No dice “la voz”, sino “tu
voz”, la que ya escuché en Egipto.
Rabbí Elazar también aplicó este verso a los
israelitas cuando estaban junto al mar: “Paloma mía, en los huecos de la
peña”, porque fueron resguardados en las profundidades misteriosas del
Mar; “déjame ver tu figura” (Ct 2,14), porque está escrito: “Manteneos
firmes y veréis la salvación de Yahveh” (Ex 14,13); “déjame oír tu voz”
se refiere al himno, como está escrito: “Entonces cantó Moisés y la
comunidad de Israel” (Ex 15,1); “porque es muy dulce tu voz” (Ct 2,14)
se refiere a la música de la canción; “y es hermosa tu figura” (Ct
2,14), porque los israelitas señalaron con el dedo diciendo: “El es mi
Dios y he de alabarlo” (Ex 15,2).
Rabbí Aqiba aplicó este verso a los israelitas cuando
estaban ante el Monte Sinaí: “Paloma mía, en los huecos de la peña”
porque fueron resguardados en los recovecos misteriosos del Sinaí;
“déjame ver tu figura”, como está escrito: “Todo el pueblo percibía los
truenos” (Ex 20,18); “déjame escuchar tu voz” se refiere a lo que dijo
antes de los mandamientos, como está escrito: “Todo cuanto diga Yahveh
haremos y obedeceremos” (Ex 24,7); “porque es muy dulce tu voz” se
refiere a lo que se dijo después de los mandamientos, como está escrito:
“Yahveh ha escuchado vuestras palabras y está bien todo cuanto han
dicho” (Dt 5,28).
Rabbí Juná y Rabbí Ajá aplicaron este verso a la
Tienda de la Reunión: “Paloma mía, en los huecos de la roca” porque
estaban ocultos en lo secreto de la Tienda de Reunión; “déjame ver tu
figura”, como está escrito: “Y se reunió la asamblea a la puerta de la
Tienda de la Reunión” (Lv 8,4); “déjame oír tu voz”, como está escrito:
“El pueblo lo vio y prorrumpió en gritos” (Lv 9,24), es decir, dijeron
una bella canción: porque vieron algo nuevo, dijeron una canción nueva;
“porque es muy dulce tu voz” se refiere al himno; “y es hermosa tu
figura”, como está escrito: “Y toda la comunidad se acercó y se mantuvo
en pie ante Yahveh” (Lv 5,9).
Rabbí Eliahu aplicó este verso a los que participan
en las peregrinaciones de Pascua, Pentecostés y Sukkot: “Déjame ver tu
figura” se dice de los peregrinos, como está escrito: “Tres veces al año
se dejará ver” (Dt 16,16); “déjame oír tu voz” se refiere a la
recitación acompasada del hallel (Salmos 113-118), pues, cuando
los israelitas recitan el hallel, su voz sube a las alturas...
5. ABRE UN RESQUICIO A LA CONVERSION
“¡Abreme!” (Ct 5,2). R. Yasá opinó que el Santo,
bendito sea, había dicho a Israel: ¡Hijos míos! Abridme un resquicio de
penitencia como el ojo de una aguja, y Yo abriré puertas tan grandes que
podrán pasar por ellas carros y carretas.
Rabbí Tanjuna y Rabbí Junyá dijeron: Está escrito:
“Cesad y sabed que Yo soy Dios” (Sal 46,11), es decir, dijo el Santo,
bendito sea: Cesad en vuestras malas acciones “y sabed que Yo soy Dios”.
Rabbí Leví dijo: Con sólo que los israelitas hubieran
hecho un día de penitencia, habrían sido salvado, como está escrito: “Si
hoy escuchas su voz” (Sal 45,7).
También Rabbí Yudán dijo: El Santo, bendito sea, dijo
a Israel: Cesad en vuestras malas acciones y haced penitencia por un
momento y “sabed que Yo soy Dios”.
Así está escrito: “Me levanté para abrir a mi amado”
(Ct 5,5). “Me levanté” de mi pecado; “para abrir a mi amado” con el
arrepentimiento; “mis manos gotearon mirra” por la amargura, pues había
dicho del becerro: “¡Este es tu Dios, Israel!” (Ex 32,4); “y mis dedos
destilaron mirra” porque el Santo, bendito sea, pasó por alto mi
rebelión, como está escrito: “Y Yahveh se arrepintió del mal” (Ex
32,14).
En verdad, comentan los sabios, bendita sea su
memoria, Israel puede decir: “Yo soy de mi amado y El me busca con
deseo” (Ct 7,11). Nosotros somos débiles, pero por ello oteamos y
esperamos todos los días la salvación de parte del Santo, bendito sea. Y
cada día declaramos dos veces que su Nombre es único, cuando decimos:
“Escucha, Israel, Yahveh es nuestro Dios, Yahveh es único” (Dt 6,4).
Los sabios, bendita sea su memoria, enseñaron que el
Santo, bendito sea, siempre deja abierta una puerta a la conversión.
El día en que fue destruido el Templo se cerraron las
puertas de la oración, como está escrito: “Aún cuando grito y pido
ayuda, El sofoca mi oración” (Lm 3,8). Pero, si las puertas de la
oración están cerradas, no lo están las de las lágrimas, como está
escrito: “Escucha mi oración, oh Dios, inclina tu oído a mi lamento; no
seas sordo a mis lágrimas” (Sal 39,13).
Por eso, dijeron los sabios: La oración es como una
cisterna y la penitencia es como el mar. La cisterna está a veces
abierta y a veces cerrada. Pero el mar está siempre abierto, es decir,
las puertas de las lágrimas de conversión no se cierran nunca.
Rabbí Aqiba decía: Desde que la conversión fue
creada, la diestra del Santo, bendito sea, está todos los días extendida
para acoger a los que se convierten, y dice: “Convertíos, hijos de Adán”
(Sal 90,3).
7. EL SEÑOR LEVANTA A LOS CAIDOS
Los sabios, bendita sea su memoria, enseñaron: La
asamblea de Israel dice a las naciones extranjeras: “No te alegres de mi
suerte, oh enemiga mía, pues si caí me levantaré” (Mi 7,8), pues, cuando
estaba sumida en las tinieblas, el Santo, bendito sea, me sacó a la luz,
como está escrito: “Aunque me siente en las tinieblas Yahveh es mi luz”
(Ibidem). Por ello dice de sí misma: “Sin saberlo me encontré en la
carroza con mi príncipe” (Ct 6,12).
Rabbí Jiyá dice: Se parece a una princesa que andaba
espigando entre los rastrojos y resultó que el rey pasó por allí y, al
reconocer a la hija de su alma, la recogió y la hizo sentarse con él en
el carro.
Se maravillaron sus compañeras y decían:
-Ayer andaba espigando entre los rastrojos y hoy se
sienta en el carro con el rey.
Y ella les dijo:
-Tal como os extrañáis vosotras me maravillo también
yo, pues “sin saberlo, me encontré en la carroza con mi príncipe”.
Así mismo, cuando los israelitas estaban en Egipto
oprimidos en el barro y los ladrillos, eran despreciados a los ojos de
los egipcios. Pero, cuando el Santo, bendito sea, les salvó, se hicieron
libres y se convirtieron en gobernadores de todo el mundo.
Las naciones extranjeras se maravillaron y les
dijeron:
-Ayer andabais trabajando en el barro y los ladrillos
y hoy os habéis convertidos en gente libre y gobernáis todo el mundo.
Y la Asamblea de Israel contestó:
-Tal como vosotras os extrañáis me maravillo yo, pues
“sin saberlo, me encontré en la carroza con mi príncipe”.
8. CUMPLE SU VOLUNTAD Y EL CUMPLIRA LA TUYA
También enseñaron los sabios, bendita sea su memoria:
Cumple la voluntad del Santo, bendito sea, y El cumplirá la tuya.
Es lo que se narra de Abraham e Isaac: Isaac aceptó
su muerte para cumplir la voluntad del Santo, bendito sea, y El le libró
de la muerte. Así cuando Abraham le dijo:
-Hijo mío, yo sé que tú no te opones ni al mandato de
tu Creador ni al mío.
Isaac le
respondió:
-Padre mío, ¡date prisa! Cumple la voluntad de tu
Creador y El cumplirá la tuya.
9. LA CONVERSION SOLO EN ESTA VIDA
Ben Azzay decía: Ven y aprende de Rabbí Simón ben
Laqis el poder de la conversión. El y dos de sus amigos se dedicaban a
asaltar y saquear a todo el que se tropezaba con ellos por el camino.
¿Qué hizo? Dejó a sus dos amigos robando por el monte y él se convirtió
al Dios de sus padres con todo su corazón. Desde entonces pasó sus días,
entre oración y ayuno, velando ante el Santo, bendito sea, ocupado en la
Torá y en ayudar a los pobres.
Ocurrió que el día que murió, murieron también sus
dos amigos. A Rabbí Simón se le dio parte en la vida eterna y a sus dos
amigos en el Seol infernal. Estos comenzaron a decir ante el Santo,
bendito sea:
-Señor del mundo, Tú haces favoritismos. Este fue
bandolero con nosotros por los montes y, sin embargo, está en el tesoro
de la vida, mientras que nosotros estamos en el Seol.
Les respondió:
-Este se convirtió durante la vida y vosotros no.
Le decían:
-Déjanos y nos convertiremos también nosotros.
-No hay conversión más que hasta la muerte.
¿Con qué comparar esto? Con un hombre que quiere
hacer un viaje por mar. Si no lleva pan y agua dulce de tierra firme, en
el mar no lo va a encontrar. Lo mismo le pasa a quien quisiera ir a la
punta del desierto. Como no lleve pan y agua desde la tierra habitada,
en el desierto no va a encontrar qué comer ni qué beber.
Pues igual pasa con el hombre que no se convierte
durante su vida. Después de la muerte ya no hay conversión para él, como
está escrito: “No aceptaré ninguna compensación” (Pr 6,35). Y también
está escrito: “Yo, Yahveh, penetro el corazón, sondeo las entrañas y doy
a cada cual según su conducta y según el fruto de sus obras” (Jr 17,10).
Rabbí Eliezer decía: Con mis propios oídos oí a
Yahveh que decía: “Mira, hoy te pongo delante la vida y el bien, la
muerte y el mal” (Dt 30,15). Decía el Santo, bendito sea: Mira estos dos
caminos los he entregado a Israel, uno es de bien y otro de mal; el de
bien es la vida y el de mal es la muerte.
Y añadió: Para el bien hay dos sendas: la justicia y
la misericordia. E incluso el camino del mal esta sembrado de llamadas a
la conversión.
En el cruce de los dos caminos se paró el profeta
Samuel y dijo:
-¿Por qué camino iré? Si voy por el de la
misericordia, ¿no será mejor el de la justicia? Y si voy por el de la
justicia, ¿no será mejor el de la misericordia? Pongo como testigos a
los cielos y a la tierra que yo no quiero dejar ninguno de los dos.
Le respondió el Santo, bendito sea:
-Oh Samuel, ¡si estás en el cruce de los dos caminos
buenos! Pero, por haber deseado los dos caminos buenos, te daré tres
excelentes regalos, como está escrito: “Quien busca justicia y
misericordia, encontrará vida, justicia y gloria” (Pr 21,21).
2. CUATRO PUERTAS PARA LLEGAR A LA MUERTE
En el camino del mal hay cuatro puertas y cada puerta
tiene siete ángeles guardianes, cuatro por fuera y tres por dentro. Los
de fuera son misericordiosos, pero los de dentro son crueles. Cuando
alguien va a entrar por la primera puerta, los ángeles misericordiosos
le detienen y le dicen:
-¿Qué sacas con meterte en medio de este fuego? ¿Qué
sacas con meterte en medio de los impíos y entre los carbones
encendidos? Haznos caso y vuélvete por la conversión, ¿no ves que los
impíos no tienen vida?
Si no les hace caso y sigue adelante, cuando llega a
la segunda puerta, los ángeles misericordiosos le avisan:
-Ya pasaste la primera puerta, no entres por la
segunda. ¿Qué sacas alejándote de la Ley de Dios? ¿Que te llamen impuro
y que huyan de ti? Haznos caso y vuélvete.
Si no les escucha, cuando va a pasar por la tercera
puerta, los ángeles misericordiosos vuelven a avisarle:
-Ya pasaste la primera y la segunda puerta, ¿qué
sacas pasando por la tercera puerta? ¿Qué sacas con ser borrado del
libro de la vida? ¿No es mejor para ti ser inscrito que ser borrado?
Haznos caso y vuélvete por la conversión.
Si no les escucha, al llegar a la cuarta puerta, los
ángeles misericordiosos, aún insisten:
-Ya traspasaste todas las puertas sin hacer caso y
sin volverte. Hasta aquí el Santo, bendito sea, recibe a los que
vuelven; hasta aquí el Santo, bendito sea, cancela los pecados y perdona
y está todos los días diciendo: ¡volved!, como está escrito: “Volved,
hijos apóstatas” (Jr 3,14).
Si no les hace caso, ¡ay de él y de su cabeza!, pues
los ángeles crueles dicen:
-Puesto que no hace caso, ¡salga de él su espíritu!,
pues así está escrito: “Saldrá su espíritu, volverá a la tierra” (Sal
146,4).
Rabbán Yojanan dijo a sus discípulos: Salid a ver
cuál es el buen camino al que el hombre debe adherirse para entrar por él en
el mundo venidero.
Volvió R. Eliezer y dijo: Un buen ojo.
Volvió R. Yehosúa y dijo: Un buen compañero.
Volvió R. Yose y dijo: Un buen vecino, la inclinación
al bien y una buena mujer.
Volvió R. Simón y dijo: El que prevé las
consecuencias de una acción.
Entró R. Elazar y dijo: Un buen corazón respecto a
los cielos, a las criaturas y a los mandamientos.
Rabbán Yojanan les dijo: Apruebo la opinión de R.
Elazar, porque en sus palabras están incluidas las vuestras.
Volvió a decirles: Salid a ver cuál es el mal camino
del que el hombre debe alejarse para entrar en el mundo venidero.
Volvió R Eliezer y dijo: Un ojo malévolo.
R. Yehosúa dijo: Un mal compañero.
R. Yose dijo: Un mal vecino, la inclinación al mal y
una mala mujer.
R. Simón dijo: El que debe y no paga, pues el que
toma prestado de un hombre es como si tomara prestado del Omnipotente, según
está dicho: “El malvado pide prestado y no devuelve, pero el justo se
compadece y da” (Sal 37,21).
Entró R. Elazar y dijo: Un mal corazón respecto a los
cielos, respecto a los mandamientos y respecto a las criaturas.
Les dijo el maestro: Apruebo la opinión de R. Elazar,
pues en sus palabras están incluidas las vuestras.